Reclutamiento de Hiaki

Las quejas de la muchacha comenzaban a cabrearme cada vez más, no podía creer que alguien tan inútil tuviera una inocencia es su poder. Lo que me llevaba a aguantar en gran medida, las ganas de estampar mi puño en su cara.

Me acerque poco a poco, hasta quedar a medio metro de la joven, entonces puse la punta de mi dedo sobre uno de los cortes producidos por los cristales. No pude evitar colocar una sonrisa sádica en mi rostro y acto seguido apretar con fuerza la herida.

-Deja de quejarte y llorar, ¿crees que en medio de una pelea el enemigo te lo permitirá?- dije con un rostro que reflejaba crueldad.

Tras aquello, me aleje de la muchacha para encaminarme hacia los escombros, que aun permanecían esparcidos por el lugar. Examine los restos del techo caído en busca de algo que pudiera utilizar para la siguiente fase del reclutamiento, finalmente di con lo que estaba buscando, varias piedras de aproximadamente treinta centímetros de diámetro.

-Es hora de comprobar tu puntería en movimiento- dije de manera muy risueña.

Lance varias piedras hacia arriba, con un ángulo que iban en dirección hacia la cabeza de la joven. La velocidad era normal para cualquier persona normal y corriente, lo que significaba que a ella no le costaría demasiado verlas, pero con lo que no contaba era con que hubiera cogido algunos pequeños cristales, como los lanzados anteriormente.

Por cada piedra que lanzaba, le enviaba un par de esos afilados cristales directamente hacia sus extremidades, con la intención de producirle cortes, pero sin que fueran de gravedad.

Me mordí la lengua al sentir el tacto del dedo del general en mi herida. No quería quejarme, porque si no, me esperaba lo peor. Se alejó de mí, y cogió varias rocas del suelo lleno de escombros y se dirigió a mí:

-Es hora de comprobar tu puntería en movimiento- dijo, con un tono de voz que reconocí como risueño. Lanzó las piedras al aire.

Me prepare para esta fase. Fijé la vista en la roca, levanté las pistolas, después de recoger la que se me había caído al suelo, y disparé al trozo de piedra que el general había lanzado por los aires, pero no me esperaba los tan conocidos cortes de los cristales en mi cuerpo. Note el olor a sangre y vi los hilos escarlatas recorrer las heridas.

“¿Ha lanzado también cristales? Este tío se pasa demasiado, pero tengo que concentrarme y buscar los cristales, para así destruirlos con los disparos”

Miré hacia arriba de nuevo, y entonces me di cuenta de dos pequeños brillos entre una roca que me había lanzado. Entrecerré los ojos, con una pistola disparé a los cristales, y con la otra a la roca.

Los pedazos volaron, y cayeron al suelo. El ritual se repitió con todas las demás rocas, hasta que por fin las destruí todas. Mi rostro mostraba un semblante serio, y mi mirada se mantenía fija en el general.

-¿Qué hago ahora?- mi voz era seria, y se mantenía firme. Esperé a que contestase a mi pregunta.

Contemple como destruyo las piedras que le lance, por lo visto ya estaba preparada para algo más serio, eso significaba que deberíamos de irnos en busca de algunos akumas a los que poder destruir, después de todo llevaba demasiado tiempo sin destrozar ninguna de esas maquinas asesinas.

-Vámonos de aquí, si no me equivoco al norte hay un poblado, vayamos allí- dije con seriedad.

Sabía que el paseo que íbamos a darnos, provocaría a los akumas que quedaban escondidos para que salieran y atacaran, eso haría más interesante la parte final del entrenamiento. Conforme caminaba para salir de la estación, recogí varios trozos de cristales del suelo, tenía la intención de usarlos por el camino, ya que había que buscar la forma de entretenerme a la espera de la aparición de las presas.

-Esto que te quede claro, nos vamos y no volverás a esta ciudad, al menos que sea por misión- dije abriendo la puerta de la estación.

''No volver a la ciudad.....¿que pasará con mi hermana?'' pense, pero de todas formas, asentí a lo que me dijo el general.

Cogí mi mochila del suelo, salí por la puerta de la estación, y me encamine junto al general hacia la salida de la ciudad, para ir al otro pueblo. Estaba preocupada, pero a la vez nerviosa, ante la posible aparción de Akumas. Queria matarlos, y eso que yo siempre he sido una chica que esta en contra de la violencia, y que no le gustaban las peleas, todo lo contrario a mi hermana Misa, ella siempre se peleaba con algunos niños de la ciudad que se metian conmigo. Comenzé a recordar...

[Flashback. Hace 8 años]

-Misa, vamos a jugar fuera- dije abrazando a mi hermana. Tenia ganas de jugar, mama ya estaba dormida, así que podiamos hacer lo que quisiesemos.

-De acuerdo Hiaki- dijo mi hermana.

Ambas salimos por la puerta, y atravesamos el camino que llevaba a la ciudad, para ir al parque. Hacía un día esplendido para jugar, y ambas teniamos mucha energia.

Llegamos al amplio terreno de juegos, donde había muchos niños jugando. Sonreía anchamente, pero mi sonrisa fue disminuyendo, al ver en una zona del parque a unos niños que se metia conmigo:

-Mi...Misa...vamonos- dije dandome la vuelta y abrazando al conejito de peluche que mi madre me habia echo. Habia empezado a llorar, cosa que mi hermana se dió cuenta.

-Bunny....¿lloras por esos chicos?- dijo señalando con la mirada a esos chicos exactamente. Yo asentí. Mi hermana se encamino a ellos, y empezó a discutir, una discusion que acabo en pelea.

Ya en casa, empezé a curar a mi hermana:

-Misa, no hacia falta que me protegieses....por mi culpa te han echo daño...- comenzé a sollozar, pero paré al sentir que mi hermana me daba un beso en la frente.

-No te preocupes Bunny.....eres mi hermana y yo siempre te protegere...- rompí a llorar y me abrazé a ella....

[Fin del flashback]

''Siempre te protegere.....' 'sus palabras resonaron en mi cabeza. Estube a punto de echarme a llorar, pero me aguanté, y decidí preguntar algo al general, para asi, olvidarme del asunto:

-General....¿donde se encuentra el hogar de los exorcistas?¿Tardaremos mucho en llegar?- era lo unico que se me ocurria preguntar.

Salí de la estación y comencé a caminar hacia el norte de la ciudad. Las calles estaban prácticamente desiertas, ni akumas ni humanos recorrían las polvorientas y ruinosas calles de la ciudad francesa. Era lógico pensar que debido al ataque que habían sufrido, la mayoría de los ciudadanos o habían muerto o simplemente huyeron. Suponía que solamente unos pocos se habían mantenido ocultos en sus casas, a la espera de que aquel infierno terminara.

-Dado que estamos en Francia, tu iras a la sede que se encuentra en Inglaterra- dije sin ni siquiera mirarla, -no, no tardaremos mucho en llegar, ya que básicamente iras tu solita- dije riendo.

Ya tenía preparado tanto el mapa que la conduciría hasta la orden, como la carta de recomendación, todo listo para cuando termináramos se pudiera ir directamente hacia la orden. Aunque para dárselo primero debía de superar la última fase del entrenamiento y para eso nos movíamos por las grandes avenidas de esa ciudad.

Pasaron varias horas hasta que finalmente llegue a la salida norte de la ciudad, lo único que quedaba era irnos hacia el poblado que no se encontraba demasiado lejos de la gran ciudad. Estaba convencido que durante ese trayecto encontraría lo que tanto deseaba, mas trofeos para mi colección.

“Genial….tendré que ir sola a mi nuevo hogar…” suspiré tras el pensamiento. Entonces comencé a pensar…

¿Cómo seria la sede?¿Serian simpaticos los exorcistas?¿O serían igual que el general? Ese pensamiento hizo que el frio me recorriese la espina dorsal. Si mis compañeros iban a ser como mi maestro, habría preferido no haber encontrado las inocencias….

Habiamos caminado un buen tramo desde que salimos de la ciudad, la oscuridad nos envolvía al general y a mi. Desde que me dijo que iria yo sola a la sede, no habíamos hablado en ningún momento. El silencio me producía serenidad, calma, tranquilidad.

Miré al cielo, y recordé a mi hermana Misa. La echaría de menos, necesitaria la compañía de mi hrmana mayor, mi unico familiar, la única persona que me quedaba en este mundo. Una punzada de dolor recorrió mi corazón, como si me atravesasen mil puñales, pero me tragué las lágrimas, para no recibir la tanda de golpes del general, a la que ya me habia acostumbrado un poco. Rezé para poder llegar viva a la sede.

-Misa...- susurré en voz my baja, casi inaudible.

Nos alejamos un poco de la ciudad, siguiendo un pequeño camino formado por tierra y plantas. La noche envolvía todo a mi alrededor, solamente un tímido resplandor de la luna, alumbraba el camino que estaba recorriendo.

Estaba comenzando a pensar que no aparecerían mas akumas, era posible que los que fueron destruidos en parís, fueran todos los que rondaban por la zona, lo que me llevaba a pensar, en lo fastidioso que sería recorrer un largo camino sin encontrar algo a lo que matar.

En ese momento mis ideales cambiaron rápidamente, ya que veinte niveles 1 hicieron su aparición sobre nuestras cabezas. Para mayor alegría, no estaban solos, sino que estaban acompañados por ocho niveles 2 y dos niveles 3. Eso significaba que podría disfrutar de una sangrienta y divertida batalla, aunque seguramente sería bastante corta.

Pude ver claramente como uno de los niveles 3 le hacia una señal a todos los niveles 1 para que atacasen a la chica, incluso envió a un par de niveles 2 a que apoyaran a los de primer nivel. Eso significaba que me quedaría con los de mayor nivel, lo que mis instintos asesinos agradecieron enormemente.

-Por fin, más victimas- dije mostrando mi siniestra sonrisa.

Sobre nosotros, se encontraba un pequeño ejército formado por veinte Akumas de nivel 1, ocho de nivel 2 y dos de nivel 3.

Con la ayuda de la débil luz de la luna, pude observar como uno de los niveles 3, hacia señales hacia mí a los niveles 1, incluso también se lo dijo a los niveles 2. Desenfundé mis pistolas, las activé y me desplacé a una buena posición de disparo.

-Mierda….mira que mandarme unos más fuertes que yo…- murmuré entre dientes, que estaban apretados por rabia, pero también por impaciencia, porque quería sentir la agradable sensación de matar a uno de esos engendros. Apunté a un pequeño grupo de cuatro niveles 1 que se dirigían hacia mí, apreté el gatillo, y tras pocos segundos, las explosiones surgieron, iluminando la noche oscura de color rojo y naranja-….hay que ser abusador…- me desplacé un mechón de pelo que me cubría el rostro, ya que me impedía la visión total del campo de batalla.

Seguí disparando a los Akumas, cargándome a la mayor parte de ellos. Los niveles 2 decidieron atacarme. Apunté a ambos con la inocencia, pero lo que dijo uno a continuación, hizo que me fastidiase un poco:

-Vaya…la pequeña novata cree que con un simple ataque de los suyos nos puede destruir- se rió siniestramente.

-¿A…a que te refieres?- mis palabras salieron como un susurro de mi boca.

-Pues a eso….tus ataques no sirven de mucho para nosotros, pero si para los niveles 1….te podemos matar con facilidad- el otro Akuma contestó a mi pregunta.

-No me importa...aun así os atacaré malditos…- presione los gatillos con rapidez, a la vez que hacia un rápido movimiento hacia un lado.

Esos monstruos no se esperaban ese ataque, así que logre dar a ambos y hacerle varios cortes a ambos. Sonreí, pero mi felicidad duró poco.

Uno de ellos, que tenía forma de serpiente, me golpeó con la cola. Salí volando y aterrice en un terreno de tierra. Me froté la cabeza con dolor. Me había dado un golpe con una piedra.

“Bah…que importa que me la haya golpeado….si ya me han estallado la cabeza en el suelo, me han tirado cristales, me han dado patadas y me han lanzado numerosas veces por los aires hace nada….” pensé mientras me levantaba sin dificultad.

Los engendros se acercaron a mí, y volví a repetir el ritual, provocando de nuevo, cortes a los Akumas.

-Madness- grite al mismo tiempo que juntaba las palmas de mis manos.

Una vez que mi afilada arma hizo su aparición, comencé a girarla sobre mi cabeza y sin dudar un segundo, me precipite velozmente hacia los niveles 2 allí reunidos y antes de que se dieran cuenta, tres de ellos ya habían perdido la cabeza y explotado sin dejar rastro. Eso dejaba a solamente un par de niveles 2 para hacerme frente, los cuales poseían afiladas cuchilla en sus dos brazos.

Ambos akumas se abalanzaron contra mí, a lo les conteste con ligeros movimientos y rápidos cortes. Ese contraataque hizo que recibieran varios cortes profundos, lo que a su vez produjo que varios chorros de sangre salieran de su cuerpo.

No pude evitar reír ampliamente ante la situación de ambos enemigos. Contemple como se doblaban al sentir el dolor que les producía los cortes hechos por mi inocencia, cuando me harte de escuchar sus sonoros aullidos, le aseste un corte a cada uno, con lo que partí sus cuerpos por la mitad.

Con la explosión de los niveles 2, era el turno de los niveles 3, aunque no podía evitar sentirme atraído por la idea de eliminar a los que estaban atacando a la inútil de mi discípula.

Observé que mis ataques no hacían mucha cosa contra los niveles 2. Avanzaban poco a poco, la serpiente, fue a darme otro coletazo, pero esta vez lo esquivé, y disparé contra la cola:

-Maldita niñata…te matare y destruiré tu inocencia…no quedara rastro de ti en este mundo- dijo, agarrándose la cola. La soltó y me volvió a dar. Sentí el duro golpe en la barriga, con dolor, me agarre la herida, y la sangre corrió por mis manos. Me aleje un poco y me llevé una de las manos a la boca.

-Que rica….aunque esto no te va a salvar Akuma…perecerás como tu compañero…os matare a los dos….despacio…para que sufráis- dije siniestramente.

No era normal en mi. Yo no era sádica ni cruel, yo odiaba la pelea y la muerte, pero….con los Akumas me sentía distinta, me sentía fuerte y poderosa…me sentía única.

Los Akumas me miraron con odio, la serpiente me golpeo de nuevo con la cola, y el otro, que tenía forma de escorpión, comenzó a lanzarme picotazos y me intentaba atrapar en sus grandes tenazas. Los esquive con dificultad

-No me cogeréis inútiles….- disparé a ambos. Me esperaba los típicos cortes, pero esta vez, ambos gritaron de dolor. Sonreí al ver el delicioso líquido escarlata, solo que ahora era un poco más oscuro.

Les había abierto una profunda raja en sus armaduras. Fui corriendo hacia ellos, y disparé a los Akumas desde mi posición. Estos, bajaron la guardia agarrándose la herida, que se iba abriendo más poco a poco. Gritaban de dolor, salté con dificultad hacia el que tenia forma de serpiente, me agarré al hombro y metí las dos pistolas en la herida:

-No te matará, pero te hará daño- dije, con falsa ternura. Apreté los gatillos.

El grito que soltó el Akuma me gusto. Me separé de él, a una distancia prudente y les apunté con mi arma.

Los dos akumas de tercer nivel, bajaron hasta el suelo. Colocándose a ambos lados míos, clavaron los múltiples ojos que poseían en la cabeza, en mi inocencia. Habían visto como los demás akumas fueron destruidos sin ninguna dificultad, lo que significaba que debían de tener cuidado o correrían la misma suerte que ellos.

Comencé a girar mi arma sobre mi cabeza y sin esperar un solo segundo más, me precipite hacia uno de los dos niveles 3. Su armadura era de un verde esmeralda, mientras que su compañero era plateado.

Con un corte rápido, le ampute el brazo derecho al akuma verdoso, tras lo que le aseste un corte en su pierna izquierda, lo que hizo que cayera al suelo, entre gritos de dolor y la incesante perdida desangre.

Al ver aquella escena, no podía sentir el placer de continuar despedazándolo, de hacerle sufrir todo lo que pudiera, y de esta forma poder calmar las ansias de sangre, que tanto tenia. Los gritos de dolor se mezclaban con mi incesante risa diabólica, la misma que había hecho que el otro nivel 3, se planteara el atacar o ir en busca de más refuerzos.

-Kikikikikikiki, tu espérame un segundo- le dije al akuma que se encontraba en el suelo.

Antes de que pudiera elegir la opción correcta, me lance hacia él y de un corte en forma de media luna, hice que la mitad del tronco, se separara del resto del cuerpo. Antes de que el nivel 3 explotara, metí mi espada dorada por su boca, lo que hizo que la mitad de la cabeza le fuera seccionada, con suma facilidad.

Tras la explosión, di un salto y me coloque encima del otro nivel 3, el cual trataba de levantarse con dificultad. Acto seguido una lluvia de cortes cayeron sobre el maltrecho cuerpo y continuaron hasta que una explosión no dejo rastro de él.

Vi como el general disfrutaba con los akumas de nivel 3. No era de extrañar....si se disfrutaba matando a esos engendros cuando tenían un nivel bajo..¿como sería cuando tuviesen un nivel alto?....

Los monstruos a los que me enfrentaba yo me miraban de forma cabreada:

-Maldita exorcista...pagaras tu descaro...- dijo la horrorosa serpiente.

-Lo siento...pero ahora mismo, como veras, estoy sin blanca...asi que no veo como puedo pagarte lo que he hecho- dije con cierto tono de sarcasmo. El engendro, rabioso se lanzó contra mi en un ataque de ira incontrolable.

Mis reflejos no fueron rápidos esta vez, y tambien tubo que ver en mi nulo movimiento, las heridas causadas por el general y por los akumas. La serpiente me dió un coletazo fuerte, lo que provocó que saliese volando de nuevo y aterrizase en un riachuelo cercano

"Mierda...creo que me he roto algo...Ouch...que más da....de todas formas, seguramente ya me rompí algo en la estanción cuando entrenaba'' me levanté con dolor, agarrandome la herida.

Los Akumas se acercaban a mi con rapidez. No sabía que hacer, se conocían mi ataque....

''Mierda....ojala tuviese otra cosa con lo que atacarles....'' no pude terminar de pensar, volví a sentir el duro golpe en el costado.

Esta vez, me agarre a la serpiente de forma incosciente, que al verme pegada en su cola, empezó a darme golpes en el suelo. Me solté. Ya no podía más.

Apunté a ambos monstruos con dificultad y dolor. La serpiente me miró despreciativa:

-¿Todavía intentas dañarnos exorcista....? Eres un inutil...- la serpiente levantó una zarpa, con inteción de darme el golpe final....

Con la eliminación de los niveles 3, era hora de ocuparme del resto de niveles inferiores que aun rondaban el lugar. Observe detenidamente mí alrededor, para observar que solo quedaban un par de niveles 2 y unos pocos niveles 1.

Mi arma no tardo en salir volando hacia los akumas de primer nivel, tras lo que explotaron uno detrás de otro. Una vez que mi arma volvió a mis manos, me precipite hacia los niveles 2. Por lo que parecía estaban a punto de eliminar a la nueva exorcista, algo que realmente no me importaba demasiado, pero que iba a impedir para poder obtener dos muertes mas.

El brazo que iba a golpear a la muchacha fue amputado de un solo corte, tras lo que un chorro de sangre salió del cuerpo del akuma y lleno el lugar. A lo que yo conteste con mi incesante risa y con un golpe que hizo que mi dorada espada, atravesara de lado a lado el cuerpo del nivel 2.

Tras la fuerte explosión, salte sobre la ultima de aquellas maquinas que aun permanecía en pie. Solo me basto un solo golpe para que su cuerpo fuera partido en dos y para que antes de que explotara, clavara mi arma sobre su rostro.

-Mira y aprende inútil- le dije a mi discípula.

Esperé a sentír el impacto del golpe del akuma, así que cerré los ojos, pero en vez de eso, sentí una sensación de ahogamiento.

Noté el olor a sangre y a humo a mi alrededor. Un tacto pegajoso se deslizaba por mi rostro, un tacto que reconocí por otras tantas veces que ese día la había sentido. Abrí los ojos despació, y me incorporé con dificultad. Ví que tenia el traje manchado de sangre. Me pasé la mano por la cara, tambien cubierta de ese líquido de vida (más bien, en el caso de los akumas, de muerte) y me lo quité con facilidad.

Miré a mi alrededor. Los Akumas habían desaparecido, todos y cada uno de ellos habian sido destruidos. Suspiré, guardando las pistolas. Miré al general:

-¿Ya ha terminado el entrenamiento general?- quería descansar ya, lo necesitaba.

Necesitaba una ducha, necesitaba comer algo, necesitaba curarme las heridas y descansar por los menos unos cuantos días antes de hacer alguna misión. Los eventons a los que habia asistido aquella noche me habían dejado cicatrizes, tanto emocionales por no volver a ver a mi hermana y por todas la muertes vistas en la estación, como fisicas, por las palizas dadas por el general y los Akumas.

Yo estaba cambiando. Me estaba convirtiendo en una cosa que odiaba...un ser cruel. Recé, para poder ser como antes, aunque sea cuando no me enfrentaba a esas estupidas máquinas. Si peleaba con ellas, podía ser la chica sádica que estaba creciendo dentro de mi cabeza.

Desee con todas mis fuerzas, largarme ya a la Sede, y esperé a la respuesta del general...