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Todo el material que se publique dentro del foro es y será propiedad de su creador a menos que se indique lo contrario.
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Aquí un reclutamiento casual~
D. Gray man Rol :: El mundo :: Europa
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Las sonrisas amigables se incrementaron cuando Barbar cayó con un golpe sordo. Helena le ayudo a levantarse mientras le repetía que ese tipo de afecto no iba con Cross, mientras que Ruri masajeaba sus brazos y tronco aminorando el dolor de los cardenales; producido por los gigantes abrazos de Barbar. La joven ladeo su cabeza en busca del General, que se encontraba charlando con una anciana de cabello ondulado y café, lo más seguro es que fuera la tan nombrada Madre.
— Madre es una buena mujer, siempre nos brinda sus sabios consejos cuando más los necesitamos.
Como si le hubiera leído la mente a la peliblanca; la castaña habló con serenidad de Madre, refiriéndose a ella como una de las personas más respetadas en Liverpool. Siempre que podía, prestaba su ayuda a la comunidad y no era mentira al decir que varios aldeanos acudían a su hogar diariamente por un consejo o simple desahogo.
— ¿De modo qué a eso venías? — preguntó Ruri.
— En parte sí, también traigo unos cuantos recados de amigos.
La mujer sonrío nerviosamente, fingiendo desinterés por el asunto.
— ¿Sobre las nuevas semillas? ¡Madre las ha estado esperando mucho tiempo! — se unió a la conversación Barbar — Vamos adentro Helena, allí tengo el pago y luego puedo ir por los costales.
— Si nos disculpas Ruri-chan.
— No hay problema — respondió la susodicha.
Los dos adultos intercambiaron unas cuantas palabras antes de perderse en la entrada de la casa. Por su parte, Ruri se acercó hacia dónde estaban Cross y Madre pero una fuerte explosión la hizo detenerse para girar en dirección a él. Una pila de humo se elevaba entre los árboles, acompañada de gritos desesperados de unas cuantas personas. Todo esto quedo apagado por los gritos de Madre, reclamándoles en pocas palabras su incompetencia. Definitivamente era una mujer de cuidado.
Ruri asintió abrumada cuando Cross la llamó, se apresuro tras de él dejando a su espalda a Madre y los demás. La joven estaba intranquila por ellos, puesto que no sabía si podrían defenderse de los akumas pero mantuvo su compostura hasta llegar al lugar que ocasionó el violento estallido.
El paisaje no fue favorable, varios de esos akumas ovalados disparaban al azar por todo el lugar. Había cenizas regadas por el prado y las pocas personas que quedaban trataban de ocultarse en las lápidas, tras de todo era un cementerio. Algo toco el pie de Ruri, haciendo que está saltara de la conmoción. Bajo su mirada para encontrarse con una mujer que le pedía ayuda, para luego consumirse por unos pentáculos negros y, finalmente, desaparecer entre cenizas.
— Madre es una buena mujer, siempre nos brinda sus sabios consejos cuando más los necesitamos.
Como si le hubiera leído la mente a la peliblanca; la castaña habló con serenidad de Madre, refiriéndose a ella como una de las personas más respetadas en Liverpool. Siempre que podía, prestaba su ayuda a la comunidad y no era mentira al decir que varios aldeanos acudían a su hogar diariamente por un consejo o simple desahogo.
— ¿De modo qué a eso venías? — preguntó Ruri.
— En parte sí, también traigo unos cuantos recados de amigos.
La mujer sonrío nerviosamente, fingiendo desinterés por el asunto.
— ¿Sobre las nuevas semillas? ¡Madre las ha estado esperando mucho tiempo! — se unió a la conversación Barbar — Vamos adentro Helena, allí tengo el pago y luego puedo ir por los costales.
— Si nos disculpas Ruri-chan.
— No hay problema — respondió la susodicha.
Los dos adultos intercambiaron unas cuantas palabras antes de perderse en la entrada de la casa. Por su parte, Ruri se acercó hacia dónde estaban Cross y Madre pero una fuerte explosión la hizo detenerse para girar en dirección a él. Una pila de humo se elevaba entre los árboles, acompañada de gritos desesperados de unas cuantas personas. Todo esto quedo apagado por los gritos de Madre, reclamándoles en pocas palabras su incompetencia. Definitivamente era una mujer de cuidado.
Ruri asintió abrumada cuando Cross la llamó, se apresuro tras de él dejando a su espalda a Madre y los demás. La joven estaba intranquila por ellos, puesto que no sabía si podrían defenderse de los akumas pero mantuvo su compostura hasta llegar al lugar que ocasionó el violento estallido.
El paisaje no fue favorable, varios de esos akumas ovalados disparaban al azar por todo el lugar. Había cenizas regadas por el prado y las pocas personas que quedaban trataban de ocultarse en las lápidas, tras de todo era un cementerio. Algo toco el pie de Ruri, haciendo que está saltara de la conmoción. Bajo su mirada para encontrarse con una mujer que le pedía ayuda, para luego consumirse por unos pentáculos negros y, finalmente, desaparecer entre cenizas.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Por entre todo el tiroteo se escuchó un disparo distinto a los demás, seguido de una explosión en cadena. El cielo se veía un poco más despejado, ante la ausencia de varios Akumas que ahora eran algo menos que basura y chatarra. Un olor acre y ácido se sumó al humo venenoso que producían las balas de aquellas enormes esferas, máquinas de asesinato vivientes.
Algunas personas, antes encogidas detrás de las lápidas, se alzaban un poco para mirar lo que había sucedido y quién era el responsable de aquel milagro.
-Ha sido por el veneno de la sangre de Akuma –Cross de la nada se materializó al lado de Ruri, mirando con desdén a las máquinas y haciendo alusión al montón de cenizas al cual se había reducido aquella infortunada mujer.- Tiene un veneno activo que al simple roce se introduce en el organismo de los seres vivos, y va corroyéndolos por dentro hasta volverlos cenizas. Las balas que los Akuma por lo general disparan contienen parte de ese líquido letal, y son llamadas por eso “balas de sangre” –incluso en momentos de tensión, se permitía explicar cual maestro en plena clase a la recién peliblanca.
Se produjo una ventolera, gracias a que varios Akumas agolpados entre sí comenzaban a descender; dispararon, y Cross tuvo que irse hacia otro lado para evitar caer en la mira. Se separó de Ruri.
-Si no empiezas desde ahora a reaccionar rápido y destruírles apenas les veas, no durarás ni al mes siendo exorcista –advirtió con un tono inflexivo, mientras disparaba dos veces contra aquellas máquinas, que caían como moscas ante el poder del General.
Obviamente, situación como esa no era más que otra lección espontánea, improvisada por Cross.
Aún asomada a la puerta, Madre podía distinguir claramente los destellos de luz que provocaba la Inocencia de Cross por cada disparo que daba, en la lejanía. Su faz no mostraba miedo, ni mucho menos preocupación. Parecía más bien como quién espera que se termine una obra de teatro aburrida y sin sentido. Suspiró.
-Hay que ver que este hombre no cambia en absoluto. Hacía falta que viniera un exorcista para acá, si, pero, ¿por qué justamente él? –Madre miraba al cielo, segura de que la respuesta no sería exactamente verbal.- Que no nos cause problemas su pasantía por Liverpool es lo mínimo que pido.
Algunas personas, antes encogidas detrás de las lápidas, se alzaban un poco para mirar lo que había sucedido y quién era el responsable de aquel milagro.
-Ha sido por el veneno de la sangre de Akuma –Cross de la nada se materializó al lado de Ruri, mirando con desdén a las máquinas y haciendo alusión al montón de cenizas al cual se había reducido aquella infortunada mujer.- Tiene un veneno activo que al simple roce se introduce en el organismo de los seres vivos, y va corroyéndolos por dentro hasta volverlos cenizas. Las balas que los Akuma por lo general disparan contienen parte de ese líquido letal, y son llamadas por eso “balas de sangre” –incluso en momentos de tensión, se permitía explicar cual maestro en plena clase a la recién peliblanca.
Se produjo una ventolera, gracias a que varios Akumas agolpados entre sí comenzaban a descender; dispararon, y Cross tuvo que irse hacia otro lado para evitar caer en la mira. Se separó de Ruri.
-Si no empiezas desde ahora a reaccionar rápido y destruírles apenas les veas, no durarás ni al mes siendo exorcista –advirtió con un tono inflexivo, mientras disparaba dos veces contra aquellas máquinas, que caían como moscas ante el poder del General.
Obviamente, situación como esa no era más que otra lección espontánea, improvisada por Cross.
Aún asomada a la puerta, Madre podía distinguir claramente los destellos de luz que provocaba la Inocencia de Cross por cada disparo que daba, en la lejanía. Su faz no mostraba miedo, ni mucho menos preocupación. Parecía más bien como quién espera que se termine una obra de teatro aburrida y sin sentido. Suspiró.
-Hay que ver que este hombre no cambia en absoluto. Hacía falta que viniera un exorcista para acá, si, pero, ¿por qué justamente él? –Madre miraba al cielo, segura de que la respuesta no sería exactamente verbal.- Que no nos cause problemas su pasantía por Liverpool es lo mínimo que pido.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Ruri retiró su pie del lugar, de un momento a otro sintió nauseas. Deshizo el nudo de su listón y lo tendió en el aire para que su Inocencia se activara. Esta vez no fue tan difícil, ya que el haber derrotado — no sin bastante complique — al akuma anterior, la joven había logrado captar su conexión con la Inocencia. Percibió los disparos propios de su maestro, antes de que estuviera a su lado por obra y gracia de quién sabe quién explicándole el efecto de esas balas. Así mismo, volvió a desaparecer como fantasma cuando akumas recién llegados invadían el lugar.
Los finos y diminutos cristales la rodearon, protegiéndola de los disparos del enemigo. Cross tenía mucha razón, tenía que actuar a prisa y dejar el pánico de lado. No sólo ella se vería perjudicada, sino también las personas a las cuales debía auxiliar. Con el dolor de sus heridas sobre sí, corrió por el angosto claro hacia los árboles.
— ¡Vamos, huyan rápido! ¡No pierdan el tiempo! — gritó entre la estridencia.
Los aldeanos tenían escrito en su cara el terror, por lo que la chica se vio obligada a halarlos por los brazos bruscamente, para guiarlos hacia el lugar por el cual ella había llegado. Su Inocencia formo una delgada barrera entre los akumas y las personas, otorgándoles protección hasta que estuvieran fuera de peligro. Ahora sí Ruri podía llevar a cabo su plan.
Al ser un claro, la chica corrió en círculos dejando que su Inocencia levitara y se esparciera entre las ramas y el aire. Su objetivo era rodear a los akumas. Cuando estuvo de nuevo en el punto de partida, con sus dedos ordeno a la Inocencia que atacara. Los cristales se precipitaron en contra de los akumas, llegando por todos lados y en pequeñas hileras. Lograron penetrar en uno de los akumas, destruyendo y saliendo triunfantes por la cabeza del mismo. Todo esto en un corto tiempo.
Sin embargo, aún quedaban más akumas y al parecer la Inocencia de Ruri no estaba lo suficientemente entrenada como para derrotarles. Lo más probable era que ese akuma hubiera sido el último en “nacer”.
Los finos y diminutos cristales la rodearon, protegiéndola de los disparos del enemigo. Cross tenía mucha razón, tenía que actuar a prisa y dejar el pánico de lado. No sólo ella se vería perjudicada, sino también las personas a las cuales debía auxiliar. Con el dolor de sus heridas sobre sí, corrió por el angosto claro hacia los árboles.
— ¡Vamos, huyan rápido! ¡No pierdan el tiempo! — gritó entre la estridencia.
Los aldeanos tenían escrito en su cara el terror, por lo que la chica se vio obligada a halarlos por los brazos bruscamente, para guiarlos hacia el lugar por el cual ella había llegado. Su Inocencia formo una delgada barrera entre los akumas y las personas, otorgándoles protección hasta que estuvieran fuera de peligro. Ahora sí Ruri podía llevar a cabo su plan.
Al ser un claro, la chica corrió en círculos dejando que su Inocencia levitara y se esparciera entre las ramas y el aire. Su objetivo era rodear a los akumas. Cuando estuvo de nuevo en el punto de partida, con sus dedos ordeno a la Inocencia que atacara. Los cristales se precipitaron en contra de los akumas, llegando por todos lados y en pequeñas hileras. Lograron penetrar en uno de los akumas, destruyendo y saliendo triunfantes por la cabeza del mismo. Todo esto en un corto tiempo.
Sin embargo, aún quedaban más akumas y al parecer la Inocencia de Ruri no estaba lo suficientemente entrenada como para derrotarles. Lo más probable era que ese akuma hubiera sido el último en “nacer”.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
De un momento a otro, varios de los Akuma que se dirigían hacia Ruri fueron destruidos en secuencia. Las explosiones corearon con estrépito, una tras otra, hasta despejar el cielo donde antes se encontraban los depredadores. Las balas de Cross seguían silbando en el aire, buscando destruir todas las presas que se les habían puesto como blancos.
-Nada mal, al menos has mejorado un poco y ya puedes pensar en el momento –halagó el General, un poco más delante de ella sosteniendo todavía en alto su arma. Tenía una sonrisa que no le llegaba a los ojos, llenos de tedio y repulsión ante el trabajito extra que le había dejado Madre y al cual él trataba de evitar en sus viajes.
La gente, obediente a las palabras de la chica, había escapado del campo de batalla. En poco tiempo en el cementerio sólo quedaron los Akumas y ambos exorcistas, sin ningún sobrante que podría unirse a la obra como víctima, burdo e innecesario papel en escena.
-Vas a tener que encargarte de ése también –mencionó mientras señalaba con un ademán de la mano al nivel uno que se aproximaba hasta ella y dirigía sus cañones en su dirección.
Cross viró su pistola en dirección contraria y disparó una bala más. Zumbando como una abeja superdesarrollada y veloz, se precipitó contra otra manada que en cuestión de segundos fue exterminada. El pelirrojo bostezó. No era más que un juego de niños para él. Sin embargo, mientras la nube tóxica del humo desprendido desde las nuevas hogueras metálicas se elevaba al viento, pudo percibir por el rabillo del ojo que una silueta más esbelta que las anteriores caía en picada desde el cielo con velocidad hacia él. Su única reacción fue la de enarcar ambas cejas como un comediante.
-¿Oh? Pero qué tenemos aquí…
Antes siquiera de decir otra cosa más, apuntó al nivel tres y disparó tres veces. La resonancia, gracias a la dirección de las balas hacia arriba, espacio dinámico, fue más cruda que las anteriores, y el eco se tardó en expirar.
[Off: Dios, ahora que lo pienso, pobre Ruri. No ha empezado aún como exorcista en serio, y ya está presenciando el poder de los Akuma de nivel tres xDU. Cuando llegue a la orden ya lo habrá visto todo~]
-Nada mal, al menos has mejorado un poco y ya puedes pensar en el momento –halagó el General, un poco más delante de ella sosteniendo todavía en alto su arma. Tenía una sonrisa que no le llegaba a los ojos, llenos de tedio y repulsión ante el trabajito extra que le había dejado Madre y al cual él trataba de evitar en sus viajes.
La gente, obediente a las palabras de la chica, había escapado del campo de batalla. En poco tiempo en el cementerio sólo quedaron los Akumas y ambos exorcistas, sin ningún sobrante que podría unirse a la obra como víctima, burdo e innecesario papel en escena.
-Vas a tener que encargarte de ése también –mencionó mientras señalaba con un ademán de la mano al nivel uno que se aproximaba hasta ella y dirigía sus cañones en su dirección.
Cross viró su pistola en dirección contraria y disparó una bala más. Zumbando como una abeja superdesarrollada y veloz, se precipitó contra otra manada que en cuestión de segundos fue exterminada. El pelirrojo bostezó. No era más que un juego de niños para él. Sin embargo, mientras la nube tóxica del humo desprendido desde las nuevas hogueras metálicas se elevaba al viento, pudo percibir por el rabillo del ojo que una silueta más esbelta que las anteriores caía en picada desde el cielo con velocidad hacia él. Su única reacción fue la de enarcar ambas cejas como un comediante.
-¿Oh? Pero qué tenemos aquí…
Antes siquiera de decir otra cosa más, apuntó al nivel tres y disparó tres veces. La resonancia, gracias a la dirección de las balas hacia arriba, espacio dinámico, fue más cruda que las anteriores, y el eco se tardó en expirar.
[Off: Dios, ahora que lo pienso, pobre Ruri. No ha empezado aún como exorcista en serio, y ya está presenciando el poder de los Akuma de nivel tres xDU. Cuando llegue a la orden ya lo habrá visto todo~]
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Off~ ¿He de suponer que el akuma de nivel 3 fue destruido?
Y sip, tienes razón. Pero ella sabrá “superarlo”
Pensando que Cross la había abandonado de nuevo, Ruri intentaba idear un plan para salirse del lío en el que estaba metida. Varios akumas la tenían rodeada y su Inocencia no era capaz de vencerlos. La chica hizo bailar a sus dedos para que la ceniza de cristal volviera a ella e intentara atacar a los akumas nuevamente, pero esto no fue necesario ya que de improvisto fueron destruidos uno tras otro, revelando que Cross había acabado con ellos… después de todo.
Los akumas eran una peste de plaga, aparecían de la nada y en los lugares más inesperados. El sufrimiento y la tristeza por la pérdida de un ser querido era cosa que acomplejaba a los seres humanos diariamente, por lo que estas abominaciones surgirían al mismo tiempo y frecuencia. Las balas recién disparadas obligaron a la chica a retroceder y mantenerse a una distancia prudente. Observó como el akuma ascendía dispuesto a lanzar más de esas balas, pero los cristales atacaron de inmediato envolviendo los cañones, destrozándolos en segundos y con ellos al akuma, que se desintegró en el viento.
— ¿Tan rápido? — se preguntó la peliblanca, en voz alta.
Buscó a Cross con la mirada cuando escuchó nuevamente los disparos de su Inocencia, que se dirigía a toda velocidad a uno de esos akumas. Recordaba claramente el ataque de Índigo, y como varios de esos akumas — con vestigios de rasgos humanos — se habían reunido para atacarles. Un escalofrío recorrío su espalda, acompañado de dolor mental en su estomago. Linda vida la que había escogido.
Y sip, tienes razón. Pero ella sabrá “superarlo”
Pensando que Cross la había abandonado de nuevo, Ruri intentaba idear un plan para salirse del lío en el que estaba metida. Varios akumas la tenían rodeada y su Inocencia no era capaz de vencerlos. La chica hizo bailar a sus dedos para que la ceniza de cristal volviera a ella e intentara atacar a los akumas nuevamente, pero esto no fue necesario ya que de improvisto fueron destruidos uno tras otro, revelando que Cross había acabado con ellos… después de todo.
Los akumas eran una peste de plaga, aparecían de la nada y en los lugares más inesperados. El sufrimiento y la tristeza por la pérdida de un ser querido era cosa que acomplejaba a los seres humanos diariamente, por lo que estas abominaciones surgirían al mismo tiempo y frecuencia. Las balas recién disparadas obligaron a la chica a retroceder y mantenerse a una distancia prudente. Observó como el akuma ascendía dispuesto a lanzar más de esas balas, pero los cristales atacaron de inmediato envolviendo los cañones, destrozándolos en segundos y con ellos al akuma, que se desintegró en el viento.
— ¿Tan rápido? — se preguntó la peliblanca, en voz alta.
Buscó a Cross con la mirada cuando escuchó nuevamente los disparos de su Inocencia, que se dirigía a toda velocidad a uno de esos akumas. Recordaba claramente el ataque de Índigo, y como varios de esos akumas — con vestigios de rasgos humanos — se habían reunido para atacarles. Un escalofrío recorrío su espalda, acompañado de dolor mental en su estomago. Linda vida la que había escogido.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
El Akuma, que muy difícilmente podía esquivar las balas en el aire, no tuvo otro remedio más que enfrentarse cara a cara con ellas. Habiendo sido sorprendido en su “aparición sorpresa”, llevándolo al fracaso, no le esperaba más que la muerte en manos de Cross. Después de todo, se trataba de un General con quién quería ensañarse. El resultado de actitud tan valiente como estúpida fue justamente su extinción. El sonido que produjo la Inocencia chocando contra el cuerpo del nivel tres, quebrándolo, perforándolo… fue seco. Mientras Cross se guardaba a Judgment con aspereza, la explosión del pobre desafortunado fue más que un mero adorno conmemorativo del triunfo de ambos exorcistas. Un cohete hecho para explotar como fuego artificial.
Las hogueras repartidas por todo el cementerio apenas empezaban a dejar de humear. Habían lápidas rotas, arreglos florales chamuscados o destrozados, así como un montón de concreto esparcido por el suelo entero, contrastando con la verde grama manchada en varias zonas de un rojo negrusco el cual Cross estaba seguro que dejaría después la marca de la putrefacción del Conde, los pentágonos del veneno, y que esa tierra pasaría años antes de volver a ser fértil. El viento contribuía a su libre albedrío, y se llevaba consigo el aroma acre y tóxico de todas aquellas porquerías.
-No diré que fue una pérdida de tiempo, porque te ha servido como entrenamiento, pero tampoco ha sido algo muy agradable que digamos –mencionó mientras se encendía el cuarto (¿o quinto? ¿Y si era el sexto?) cigarrillo y dio la primera calada. El humo se deslizó de sus labios suavemente en un soplido- El trabajo aquí ha terminado, así que vámonos.
Madre seguía todavía apostillada en la puerta de la entrada, escrutando su alrededor con una mirada fija, que parecía lo envolvía todo y cada rincón de su campo visual, sin excepción. Cuando Cross volvió a cruzar la verja junto con Ruri, clavó esos diminutos pero sabios ojos en ella y luego en él, donde los entornó con suspicacia.
-Al menos tu presencia aquí ha valido algo, Cross Marian. No me puedo quejar.
-Tan cruel como siempre, Madre. Me sorprenderé el día en el que me dirijas un elogio sincero –replicó.
La anciana soltó una carcajada, y su semblante serio deformó a uno más cordial.
-Ese será el día en el que el cielo caiga sobre nuestras cabezas y sea el fin –Madre abrió la puerta de par en par, y con un ademán les invitó a entrar- Barbar está junto con Helena haciendo el almuerzo, que me parece, será algo delicioso. Esa buena mujer se ha ofrecido a acompañarnos y ayudar sólo porque estás tú –soltó un suspiro- me imagino que no te quedarás el día entero, así que lo lamentaré mucho por ella.
Pulla. Cross no dijo nada, ni tampoco gesticuló alguna respuesta o emoción.
-Ya habrán mejores días en los cuales podré disfrutar de su apreciada compañía –y así fue como se desligó de la conversación.
Las hogueras repartidas por todo el cementerio apenas empezaban a dejar de humear. Habían lápidas rotas, arreglos florales chamuscados o destrozados, así como un montón de concreto esparcido por el suelo entero, contrastando con la verde grama manchada en varias zonas de un rojo negrusco el cual Cross estaba seguro que dejaría después la marca de la putrefacción del Conde, los pentágonos del veneno, y que esa tierra pasaría años antes de volver a ser fértil. El viento contribuía a su libre albedrío, y se llevaba consigo el aroma acre y tóxico de todas aquellas porquerías.
-No diré que fue una pérdida de tiempo, porque te ha servido como entrenamiento, pero tampoco ha sido algo muy agradable que digamos –mencionó mientras se encendía el cuarto (¿o quinto? ¿Y si era el sexto?) cigarrillo y dio la primera calada. El humo se deslizó de sus labios suavemente en un soplido- El trabajo aquí ha terminado, así que vámonos.
Madre seguía todavía apostillada en la puerta de la entrada, escrutando su alrededor con una mirada fija, que parecía lo envolvía todo y cada rincón de su campo visual, sin excepción. Cuando Cross volvió a cruzar la verja junto con Ruri, clavó esos diminutos pero sabios ojos en ella y luego en él, donde los entornó con suspicacia.
-Al menos tu presencia aquí ha valido algo, Cross Marian. No me puedo quejar.
-Tan cruel como siempre, Madre. Me sorprenderé el día en el que me dirijas un elogio sincero –replicó.
La anciana soltó una carcajada, y su semblante serio deformó a uno más cordial.
-Ese será el día en el que el cielo caiga sobre nuestras cabezas y sea el fin –Madre abrió la puerta de par en par, y con un ademán les invitó a entrar- Barbar está junto con Helena haciendo el almuerzo, que me parece, será algo delicioso. Esa buena mujer se ha ofrecido a acompañarnos y ayudar sólo porque estás tú –soltó un suspiro- me imagino que no te quedarás el día entero, así que lo lamentaré mucho por ella.
Pulla. Cross no dijo nada, ni tampoco gesticuló alguna respuesta o emoción.
-Ya habrán mejores días en los cuales podré disfrutar de su apreciada compañía –y así fue como se desligó de la conversación.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
De vuelta a la casa de Madre, la joven se lamentaba del estado deplorable en el que habían dejado el cementerio. Habían logrado acabar con los akumas y salvar a la mayoría de personas, pero un lugar de esos no se podía maltratar de esa manera. Bueno, de hecho el trabajo había sido enteramente de Cross, ya que ella sólo logro vencer a un akuma. Ruri suspiro mirando el firmamento, nuevamente despejado. Le molestaba ser tan débil y no poder defenderse por sí misma, aunque esto no impedía que admirara el poder que tenía Cross — un general al fin y al cabo —.
Al cruzar la cerca, se encontraron con Madre que los esperaba en la puerta de entrada. Mientras ella conversaba un poco con Cross, la joven tomo una de las tantas flores que habitaban en el jardín y la enredo en su cabello durante unos instantes. Debería verse muy patética, aunque no negaba que iba a extrañar las flores y adornos que algunos niños de su pueblo natal le colocaban en el cabello, ellos habían sido como sus hermanos menores.
— ¿Te llamas Ruri, verdad? — preguntó la anciana, sin más que decirle a Cross— Entra por favor, estoy seguro que Barbar quiere que pruebes su guiso especial.
— Hmm.. si, gracias. Con permiso.
Dicho esto, Ruri pasó por el lado de los dos y entro en la residencia, no sin antes escuchar levemente como la conversación de esos dos se reanudaba.
— ¿Y bien Cross? ¿A qué vienes y a dónde vas?
La casa era realmente sencilla, con cierto aire acogedor que danzaba por el entorno. Había varios muebles, mesitas y unas pocas plantas; todo muy bien cuidado y limpio. Entro en el comedor y vio a Helena organizando la vajilla para servir el almuerzo, la mujer le sonrió y la invito a que se sentara, cosa que no hizo.
— Se han tardado mucho. ¿De qué hablaban ustedes tres? — preguntó — Escuchamos las explosiones y pensé que les había sucedido algo, pero Barbar me convenció de que estaban bien.
— Y lo estamos, no hay de qué preocuparse. Por cierto… ¿el baño dónde está?
— La última habitación.
La peliblanca dejo a Helena y se dirigió al lavabo, esperando encontrar un cajón de medicinas o algo así. Lavo sus manos y cara, antes de disponerse a registrar los cajones en busca de unas tijeras. Las halló entre varios implementos de aseo y uno que otro medicamento. Se asomo al espejo y con manos temblorosas empezó a cortar su cabello, que caía al suelo de madera conforme se desprendía de la cabeza de Ruri. No había quedado muy bien, pero finalmente termino. Recogió sus mechones y los boto en la caneca, antes de salir.
— Ya no soy más una Hideki — se sonrió la chica.
Salió del baño y fue nuevamente al comedor, donde la comida ya estaba servida. Barbar y Helena dejaron caer los cubiertos cuando vieron a la joven, con su cabello a la altura de su cuello y una sonrisa de paciencia.
— ¿¡Ruri-chan qué te has hecho!? ¿A eso ibas al baño?
Helena levantó la voz, mientras Barbar trataba de calmarla. Ruri no respondió nada hasta no sentarse y tomar uno de los panes que estaban servidos. Se sintió un tanto incomoda por las penetrantes miradas de las dos personas, pero trato de concentrarse en otra cosa para no molestarse. Conservo su sonrisa.
— No es para tanto Helena. Sólo quería un cambio.
— ¡¿Un cambio?! Cierto que tu cabello es un tanto raro con ese color, pero es bastante lindo. No debiste hacer eso…Además, ni siquiera fue un cambio... ¡te trasquilaste!
— Pero lo hice. Además, es mi cabello y no el tuyo — el tono de voz de la joven también aumento, por lo que trato de relajar la conversación un poco — Gracias por decir que es bonito, pero considero que así está mejor.
— Ruri-chan...aún así...
— Ya Helena, ya. No acoses a la pobre niña — respondió Madre, entrando en la estancia.
Al cruzar la cerca, se encontraron con Madre que los esperaba en la puerta de entrada. Mientras ella conversaba un poco con Cross, la joven tomo una de las tantas flores que habitaban en el jardín y la enredo en su cabello durante unos instantes. Debería verse muy patética, aunque no negaba que iba a extrañar las flores y adornos que algunos niños de su pueblo natal le colocaban en el cabello, ellos habían sido como sus hermanos menores.
— ¿Te llamas Ruri, verdad? — preguntó la anciana, sin más que decirle a Cross— Entra por favor, estoy seguro que Barbar quiere que pruebes su guiso especial.
— Hmm.. si, gracias. Con permiso.
Dicho esto, Ruri pasó por el lado de los dos y entro en la residencia, no sin antes escuchar levemente como la conversación de esos dos se reanudaba.
— ¿Y bien Cross? ¿A qué vienes y a dónde vas?
La casa era realmente sencilla, con cierto aire acogedor que danzaba por el entorno. Había varios muebles, mesitas y unas pocas plantas; todo muy bien cuidado y limpio. Entro en el comedor y vio a Helena organizando la vajilla para servir el almuerzo, la mujer le sonrió y la invito a que se sentara, cosa que no hizo.
— Se han tardado mucho. ¿De qué hablaban ustedes tres? — preguntó — Escuchamos las explosiones y pensé que les había sucedido algo, pero Barbar me convenció de que estaban bien.
— Y lo estamos, no hay de qué preocuparse. Por cierto… ¿el baño dónde está?
— La última habitación.
La peliblanca dejo a Helena y se dirigió al lavabo, esperando encontrar un cajón de medicinas o algo así. Lavo sus manos y cara, antes de disponerse a registrar los cajones en busca de unas tijeras. Las halló entre varios implementos de aseo y uno que otro medicamento. Se asomo al espejo y con manos temblorosas empezó a cortar su cabello, que caía al suelo de madera conforme se desprendía de la cabeza de Ruri. No había quedado muy bien, pero finalmente termino. Recogió sus mechones y los boto en la caneca, antes de salir.
— Ya no soy más una Hideki — se sonrió la chica.
Salió del baño y fue nuevamente al comedor, donde la comida ya estaba servida. Barbar y Helena dejaron caer los cubiertos cuando vieron a la joven, con su cabello a la altura de su cuello y una sonrisa de paciencia.
— ¿¡Ruri-chan qué te has hecho!? ¿A eso ibas al baño?
Helena levantó la voz, mientras Barbar trataba de calmarla. Ruri no respondió nada hasta no sentarse y tomar uno de los panes que estaban servidos. Se sintió un tanto incomoda por las penetrantes miradas de las dos personas, pero trato de concentrarse en otra cosa para no molestarse. Conservo su sonrisa.
— No es para tanto Helena. Sólo quería un cambio.
— ¡¿Un cambio?! Cierto que tu cabello es un tanto raro con ese color, pero es bastante lindo. No debiste hacer eso…Además, ni siquiera fue un cambio... ¡te trasquilaste!
— Pero lo hice. Además, es mi cabello y no el tuyo — el tono de voz de la joven también aumento, por lo que trato de relajar la conversación un poco — Gracias por decir que es bonito, pero considero que así está mejor.
— Ruri-chan...aún así...
— Ya Helena, ya. No acoses a la pobre niña — respondió Madre, entrando en la estancia.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
[Off: siento mucho la tardanza]
Cross entró junto a la anciana, y por su rostro cruzó una mirada de extrañeza al darse cuenta del motivo de la conmoción, el cabello ahora corto de Ruri, pero nada dijo, y desvió los ojos habiendo estos cambiado a una expresión apacible antes, casi comprensiva.
-Oh, huele muy bien, casi familiar. Tenía mucho tiempo que no sentía el aroma del guiso especial de Barbar –comentó para aligerar la carga en el ambiente.
-No sólo he sido yo, Cross-san, sino también Helena, que me ha ayudado mucho en su elaboración.
-¿Ah, si?
Surtió efecto de alguna manera. Helena dirigió una mirada hacia él, fijando su atención en la del pelirrojo y sonrió. Barbar hizo lo mismo, pero Cross en esos momentos sólo tenía ojos para la bella mujer que tanto anhelo expresaba en el brillo de sus orbes. Una pequeña conexión, más allá de lo visual, se estableció por pocos segundos en ambos. Madre sólo meneó la cabeza en plan “Hay que ver que no hay remedio” mientras ocupaba un lugar en la mesa silenciosamente. Todo estaba montado para la comida, platos, servilletas, cubiertos…incluso esta se encontraba servida, lista para ser devorada.
-Démosle gracias a Dios por la comida de hoy, y ojala la bendiga, así como las siguientes que pasaran por esta mesa –fue la corta oración de la anciana antes de tomar sus cubiertos y probar la primera cucharada con gusto:- Tengan un buen provecho.
-Amén –dijo Cross con una sonrisita de medio labio. Era esa la misma actitud que adoptaba al destruir Akumas y musitar el mismo mantra.
Durante unos minutos, nadie dijo nada, cada quién ensimismado en su propio plato, devorándolo, pero ya cuando el frenesí del apetito se fue normalizando, comenzaron las conversaciones cotidianas.
-Madre, ¿qué era lo que hablabas con Cross-san allá afuera? –preguntó Barbar luego de dar el último sorbo a su propio guiso.
La mujer agitó la mano en un gesto de no darle real importancia al asunto.
-Cosas innecesarias, en realidad. No es que él esté muy dispuesto a soltar completamente el cuento de lo que se trae entre manos ahora.
Madre le dirigió una mirada suspicaz al aludido, que por su parte, se hacía el desentendido, muy “concentrado” degustando la copa de vino que se le había servido exclusivamente.
-Cross, ¿Cuánto tiempo piensas quedarte en Liverpool? –interrumpió Helena, de nuevo con esa mirada que podía derretir casquetes de hielo.
Aguardó unos instantes de silencio.
-¿Quién sabe…?
-¿Lo ves? –Madre se hizo escuchar por encima de la voz de Cross- ¡tiene algo pensado y ni siquiera tiene la dignidad de contarnos! Nosotros, que lo hemos recibido tan cordialmente.
Estaba claro que no había conseguido sonsacarle la pura verdad, tiempo atrás.
-Son asuntos bastante delicados, Madre, creo que quedamos claros en eso allá afuera.
-Bueno, bueno –Helena soltó una risilla, de nuevo para calmar la tensión- si no nos quieres decir, no lo hagas, pero ¿no vas a involucrar a Ruri-chan en esto, o sí?
-No. Ruri se quedará aquí hasta que Madre la envié a “La Orden”.
Cuando terminó el almuerzo, Madre se retiró a reposar, mientras que Helena y Cross se aislaron de los demás. Parecían hablar acerca de asuntos personales, a juzgar por la confidencia que le inferían a su charla, casi ocultos en una esquina. Barbar le insistió a Ruri en mostrarle el lindo jardín y toda la cosecha que él cultivaba en el patio. Con alegría y entusiasmo, le mostraba cada una de las plantas y contaba anécdotas de cómo las había cuidado y hasta qué punto había sacrificado su tiempo y dedicación por conservarlas tan lindas como se encontraban en ese momento.
Había paz, y si esa no era la palabra más correcta para definir lo que se sentía en aquellos instantes, pues entonces era algo parecido.
Cross entró junto a la anciana, y por su rostro cruzó una mirada de extrañeza al darse cuenta del motivo de la conmoción, el cabello ahora corto de Ruri, pero nada dijo, y desvió los ojos habiendo estos cambiado a una expresión apacible antes, casi comprensiva.
-Oh, huele muy bien, casi familiar. Tenía mucho tiempo que no sentía el aroma del guiso especial de Barbar –comentó para aligerar la carga en el ambiente.
-No sólo he sido yo, Cross-san, sino también Helena, que me ha ayudado mucho en su elaboración.
-¿Ah, si?
Surtió efecto de alguna manera. Helena dirigió una mirada hacia él, fijando su atención en la del pelirrojo y sonrió. Barbar hizo lo mismo, pero Cross en esos momentos sólo tenía ojos para la bella mujer que tanto anhelo expresaba en el brillo de sus orbes. Una pequeña conexión, más allá de lo visual, se estableció por pocos segundos en ambos. Madre sólo meneó la cabeza en plan “Hay que ver que no hay remedio” mientras ocupaba un lugar en la mesa silenciosamente. Todo estaba montado para la comida, platos, servilletas, cubiertos…incluso esta se encontraba servida, lista para ser devorada.
-Démosle gracias a Dios por la comida de hoy, y ojala la bendiga, así como las siguientes que pasaran por esta mesa –fue la corta oración de la anciana antes de tomar sus cubiertos y probar la primera cucharada con gusto:- Tengan un buen provecho.
-Amén –dijo Cross con una sonrisita de medio labio. Era esa la misma actitud que adoptaba al destruir Akumas y musitar el mismo mantra.
Durante unos minutos, nadie dijo nada, cada quién ensimismado en su propio plato, devorándolo, pero ya cuando el frenesí del apetito se fue normalizando, comenzaron las conversaciones cotidianas.
-Madre, ¿qué era lo que hablabas con Cross-san allá afuera? –preguntó Barbar luego de dar el último sorbo a su propio guiso.
La mujer agitó la mano en un gesto de no darle real importancia al asunto.
-Cosas innecesarias, en realidad. No es que él esté muy dispuesto a soltar completamente el cuento de lo que se trae entre manos ahora.
Madre le dirigió una mirada suspicaz al aludido, que por su parte, se hacía el desentendido, muy “concentrado” degustando la copa de vino que se le había servido exclusivamente.
-Cross, ¿Cuánto tiempo piensas quedarte en Liverpool? –interrumpió Helena, de nuevo con esa mirada que podía derretir casquetes de hielo.
Aguardó unos instantes de silencio.
-¿Quién sabe…?
-¿Lo ves? –Madre se hizo escuchar por encima de la voz de Cross- ¡tiene algo pensado y ni siquiera tiene la dignidad de contarnos! Nosotros, que lo hemos recibido tan cordialmente.
Estaba claro que no había conseguido sonsacarle la pura verdad, tiempo atrás.
-Son asuntos bastante delicados, Madre, creo que quedamos claros en eso allá afuera.
-Bueno, bueno –Helena soltó una risilla, de nuevo para calmar la tensión- si no nos quieres decir, no lo hagas, pero ¿no vas a involucrar a Ruri-chan en esto, o sí?
-No. Ruri se quedará aquí hasta que Madre la envié a “La Orden”.
Cuando terminó el almuerzo, Madre se retiró a reposar, mientras que Helena y Cross se aislaron de los demás. Parecían hablar acerca de asuntos personales, a juzgar por la confidencia que le inferían a su charla, casi ocultos en una esquina. Barbar le insistió a Ruri en mostrarle el lindo jardín y toda la cosecha que él cultivaba en el patio. Con alegría y entusiasmo, le mostraba cada una de las plantas y contaba anécdotas de cómo las había cuidado y hasta qué punto había sacrificado su tiempo y dedicación por conservarlas tan lindas como se encontraban en ese momento.
Había paz, y si esa no era la palabra más correcta para definir lo que se sentía en aquellos instantes, pues entonces era algo parecido.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Después de una pequeña reunión en el comedor, cada persona que se encontraba en la casa tomo rumbos diferentes. Por un lado, Cross y Helena se apartaron de la casa y posiblemente de la civilización, Madre se retiro a su habitación a descansar un poco, y por último Barbar y Ruri conversaban tranquilamente en el tan cuidado jardín.
La peliblanca no había tenido oportunidad de sentir el aire fresco atravesarla, por primera vez en mucho tiempo experimentaba tranquilidad consigo misma y los demás. En esos momentos no le interesaban los cardenales que palpitaban en su cuerpo, tampoco pensaba en su familia y todas las cosas que habían pasado hasta ese día. Sólo se dedico a pasar el tiempo, con su mente en blanco y disfrutando de la compañía de Barbar, que muy amigable interrumpió sus pensamientos.
— ¿Te gustan estas gerberas? — pregunto, pasándole un pequeño ramillete de flores magentas.
Ruri las sostuvo entre sus manos, olfateando el dulce aroma.
— Huelen muy bien y el color les queda realmente bien — respondió, esbozando una ligera sonrisa.
— Entonces son tuyas, espero que no se dañen en el camino a tu nuevo hogar.
— ¿Mi nuevo hogar?
— La Orden Oscura lo será desde que pongas un pie en ella. Al menos eso me dice Madre.
Barbar sonrío alegremente, era un buen hombre por lo que la chica no pudo evitar devolverle la sonrisa. Junto sus rodillas y descanso su cara en ellas, pronto tendría que partir a esa Orden aunque tuviera que abandonar a esas amables personas, le preocupaba la presencia de akumas nuevamente. ¿Pero qué? ¿Cómo habían conseguido sobrevivir hasta ahora? Ruri se obligo a pensar sólo en eso, estarían bien. Muy bien.
La peliblanca no había tenido oportunidad de sentir el aire fresco atravesarla, por primera vez en mucho tiempo experimentaba tranquilidad consigo misma y los demás. En esos momentos no le interesaban los cardenales que palpitaban en su cuerpo, tampoco pensaba en su familia y todas las cosas que habían pasado hasta ese día. Sólo se dedico a pasar el tiempo, con su mente en blanco y disfrutando de la compañía de Barbar, que muy amigable interrumpió sus pensamientos.
— ¿Te gustan estas gerberas? — pregunto, pasándole un pequeño ramillete de flores magentas.
Ruri las sostuvo entre sus manos, olfateando el dulce aroma.
— Huelen muy bien y el color les queda realmente bien — respondió, esbozando una ligera sonrisa.
— Entonces son tuyas, espero que no se dañen en el camino a tu nuevo hogar.
— ¿Mi nuevo hogar?
— La Orden Oscura lo será desde que pongas un pie en ella. Al menos eso me dice Madre.
Barbar sonrío alegremente, era un buen hombre por lo que la chica no pudo evitar devolverle la sonrisa. Junto sus rodillas y descanso su cara en ellas, pronto tendría que partir a esa Orden aunque tuviera que abandonar a esas amables personas, le preocupaba la presencia de akumas nuevamente. ¿Pero qué? ¿Cómo habían conseguido sobrevivir hasta ahora? Ruri se obligo a pensar sólo en eso, estarían bien. Muy bien.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
El resto de lo que quedaba del día transcurrió perezosamente. Una sensación proclive a la armonía se había instalado en todo Liverpool luego del sorpresivo y tempestivo ataque de Akumas por la mañana. El ambiente daba a entender que aquel suceso, tan rápido como se había desarrollado, también lo había sido olvidado por la ciudadanía entera, al menos por aquellos instantes. Sin embargo, era irrisorio el pensar que de verdad iba a quedar desterrado de los corazones de las víctimas inocentes. Hubo muertes en aquel incidente, una de ellas incluso se propició al frente de los ojos de la pequeña exorcista ahora alumna de Cross. La paz, aunque relajante, no sostendría el velo de la tristeza por mucho tiempo, como el telón que irreversiblemente tendría que caer.
De todas formas, la tarde fue quieta y la noche refrescante, con un aire húmedo y ligeramente helado que soplaba con un ánimo sosegado. Las casas iluminadas por lámparas, velas y candelabros, seguían brindándole a la región el aspecto de la ciudad de ensueño, con todas aquellas lucecitas adornando la oscuridad apenas retenida por el baño lunar blanco luminoso. Liverpool sería atractivo tanto de día como de noche por siglos y siglos. Pensamientos así eran por lo general, fehacientes.
Después de la cena, la casa de Madre sucumbió a las sombras. Todas las luces fueron apagadas ante la jamás modificada costumbre de acostarse a dormir temprano. Durante horas, el silencio reinó, apenas roto por los croares de las ranas o el cantar de los grillos.
En la misma habitación que había sido dispuesta para Cross, se encontraba Helena, acurrucada en un lado de la cama y cubierta por las suaves sábanas mientras dormitaba en un plácido sueño. Por el contrario, el pelirrojo yacía a medio vestir apoyado sobre el marco de la ventana, como siempre acostumbraba a hacer en cualquier lugar que se encontrase, fumándose un cigarrillo con placer. Saltaba a la vista lo sucedido en aquel cuarto, entre ambos amantes; suerte para Helena, puesto que la vida había sido amable brindándole una noche de reencuentro ese mismo día, y no en uno incierto de meses adelante, después de que el General habría terminado “aquello que tenía en mente”. Al extinguirse completamente el cigarro, Cross se incorporó y terminó de vestir de nuevo sin hacer ruido. Una sonrisa se le escapó antes de abandonar la habitación, tras escuchar su nombre en un suspiro de su amante, todavía atrapada en el mundo de Morfeo, y entonces la dejó descansar en paz.
Pasó por delante de la habitación de Ruri sin detenerse, apenas preguntándose si estaría despierta aún o si estuviera escuchando su marcha. De todas formas no se detuvo para comprobarlo. Adelantó pasos hasta llegar a la puerta principal y la abrió. Afuera, todo seguía en calma y orden. El cielo estaba en su punto más oscuro, lo que quería decir que pronto amanecería. Algo de prisa no estaba demás.
Comenzó a caminar, especulando si habría algo a último momento que le haría entretenerse unos minutos más, o quizá, después de todo, le dejarían marcharse sin dejar rastro alguno. Como siempre.
De todas formas, la tarde fue quieta y la noche refrescante, con un aire húmedo y ligeramente helado que soplaba con un ánimo sosegado. Las casas iluminadas por lámparas, velas y candelabros, seguían brindándole a la región el aspecto de la ciudad de ensueño, con todas aquellas lucecitas adornando la oscuridad apenas retenida por el baño lunar blanco luminoso. Liverpool sería atractivo tanto de día como de noche por siglos y siglos. Pensamientos así eran por lo general, fehacientes.
Después de la cena, la casa de Madre sucumbió a las sombras. Todas las luces fueron apagadas ante la jamás modificada costumbre de acostarse a dormir temprano. Durante horas, el silencio reinó, apenas roto por los croares de las ranas o el cantar de los grillos.
En la misma habitación que había sido dispuesta para Cross, se encontraba Helena, acurrucada en un lado de la cama y cubierta por las suaves sábanas mientras dormitaba en un plácido sueño. Por el contrario, el pelirrojo yacía a medio vestir apoyado sobre el marco de la ventana, como siempre acostumbraba a hacer en cualquier lugar que se encontrase, fumándose un cigarrillo con placer. Saltaba a la vista lo sucedido en aquel cuarto, entre ambos amantes; suerte para Helena, puesto que la vida había sido amable brindándole una noche de reencuentro ese mismo día, y no en uno incierto de meses adelante, después de que el General habría terminado “aquello que tenía en mente”. Al extinguirse completamente el cigarro, Cross se incorporó y terminó de vestir de nuevo sin hacer ruido. Una sonrisa se le escapó antes de abandonar la habitación, tras escuchar su nombre en un suspiro de su amante, todavía atrapada en el mundo de Morfeo, y entonces la dejó descansar en paz.
Pasó por delante de la habitación de Ruri sin detenerse, apenas preguntándose si estaría despierta aún o si estuviera escuchando su marcha. De todas formas no se detuvo para comprobarlo. Adelantó pasos hasta llegar a la puerta principal y la abrió. Afuera, todo seguía en calma y orden. El cielo estaba en su punto más oscuro, lo que quería decir que pronto amanecería. Algo de prisa no estaba demás.
Comenzó a caminar, especulando si habría algo a último momento que le haría entretenerse unos minutos más, o quizá, después de todo, le dejarían marcharse sin dejar rastro alguno. Como siempre.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Los débiles rayos de sol atravesaron la ventana de aquella habitación, provocando que la persona que dormía serenamente en ella se despertara con pequeños vestigios de cansancio. Poco a poco, el canto de unos cuantos canarios inundaba la casa y con cierta lentitud, se comenzaban a oír los trajines de un día cotidiano en Liverpool. Por su parte, Ruri ya había tendido su cama y acomodado un poco el desorden que se había permitido esa noche. Tomo un tibio baño antes de ir a la planta baja de la casa, dispuesta a colaborar con el nutritivo desayuno que ya se podía percibir en el ambiente. Diviso a Madre en la entrada, dando un par de migajas a unos pájaros. Le sonrío antes de desaparecer en la cocina.
— Buenos días Ruri —saludo amablemente Barbar.
— Buenos días.
Acto contrario a las intenciones de Ruri, Barbar no permitió que ella tocara algo de la cocina y sin perder tiempo le pidió el favor de que adornara el comedor con unas bonitas flores recién cortadas. La peliblanca asintió, tomando las plantas silvestres y dirigiéndose al salón. Allí, se encontró con que Elena y Madre ya estaban en sus respectivos asientos. Intercambiaron unas cuantas palabras de cortesía antes de que un profundo silencio las llenara. Tardíamente, cuando ya se estaban recogiendo los platos, Ruri cayó en cuenta de que Cross faltaba en la mesa. Observo de reojo a Elena, dándose cuenta que su semblante estaba un poco desolado. Suspiro. Cross ya había mencionado varias veces que él tomaría un camino distinto, pero no pensó que fuera tan pronto. Si apenas se acababa de reencontrar con ella, era bastante descarado de su parte. Sin embargo, guardo sus palabras.
El día continuo con normalidad, casi monótona. Madre obligo a Ruri a acudir a un doctor de confianza, pues conocía como aquellos akumas la habían dejado. Aunque la segunda insistió en que ya se encontraba mejor, no pudo luchar contra la anciana y Elena; que también se unió a la pequeña disputa. Al fin y al cabo, su abdomen no se había recuperado del todo y necesitaba un poco más de reposo por lo que la Exorcista aceptó los cuidados de las dos mujeres. Así transcurrieron una o dos semanas, en las cuales Ruri cada vez se sentía más parte de ellos. Incluso comenzó a reconocer ciertas caras de Liverpool, así como su relación con Elena y los demás se profundizaba un poco más. Claro, por parte de ellos ya que en sí la joven no le gustaba hablar de su vida personal.
Al final de la tercera semana en su estadía, Madre y Ruri se reunieron en un pequeño balcón trasero de la casa con el propósito de conversar algunas cosas. La de mayor importancia era el rumbo que tomaría la joven de ahora en adelante. La anciana le había informado algunas cosas que tenía que saber por ley acerca de La Orden Oscura, así como la misión de un Exorcista. Silenciosamente, Ruri atendía a todos los consejos de madre tal y como había hecho con Cross. Su partida se situaría a horas tempranas del día siguiente.
Antes de marchar, Ruri agradeció mucho las atenciones prestadas por Madre y Barbar. Estos prácticamente la forzaron a que tomara una mínima cantidad de dinero, por si llegaba a necesitarlo. A la vez, Elena le había dado unos pequeños ahorros. De verdad que eran personas maravillosas.
— ¡Dale saludos al Moyashi! —grito Madre, cuando ya casi era un borrón fantasmagórico.
— ¿Moyashi? —se preguntó Ruri, antes de doblar los papeles que contenían todo lo necesario para emprender su camino.
El camino que también la llevaría a una nueva vida.
Off~ Lamento la tardanza, supongo que aquí se termina el reclutamiento. Gracias Elipthi (:
— Buenos días Ruri —saludo amablemente Barbar.
— Buenos días.
Acto contrario a las intenciones de Ruri, Barbar no permitió que ella tocara algo de la cocina y sin perder tiempo le pidió el favor de que adornara el comedor con unas bonitas flores recién cortadas. La peliblanca asintió, tomando las plantas silvestres y dirigiéndose al salón. Allí, se encontró con que Elena y Madre ya estaban en sus respectivos asientos. Intercambiaron unas cuantas palabras de cortesía antes de que un profundo silencio las llenara. Tardíamente, cuando ya se estaban recogiendo los platos, Ruri cayó en cuenta de que Cross faltaba en la mesa. Observo de reojo a Elena, dándose cuenta que su semblante estaba un poco desolado. Suspiro. Cross ya había mencionado varias veces que él tomaría un camino distinto, pero no pensó que fuera tan pronto. Si apenas se acababa de reencontrar con ella, era bastante descarado de su parte. Sin embargo, guardo sus palabras.
El día continuo con normalidad, casi monótona. Madre obligo a Ruri a acudir a un doctor de confianza, pues conocía como aquellos akumas la habían dejado. Aunque la segunda insistió en que ya se encontraba mejor, no pudo luchar contra la anciana y Elena; que también se unió a la pequeña disputa. Al fin y al cabo, su abdomen no se había recuperado del todo y necesitaba un poco más de reposo por lo que la Exorcista aceptó los cuidados de las dos mujeres. Así transcurrieron una o dos semanas, en las cuales Ruri cada vez se sentía más parte de ellos. Incluso comenzó a reconocer ciertas caras de Liverpool, así como su relación con Elena y los demás se profundizaba un poco más. Claro, por parte de ellos ya que en sí la joven no le gustaba hablar de su vida personal.
Al final de la tercera semana en su estadía, Madre y Ruri se reunieron en un pequeño balcón trasero de la casa con el propósito de conversar algunas cosas. La de mayor importancia era el rumbo que tomaría la joven de ahora en adelante. La anciana le había informado algunas cosas que tenía que saber por ley acerca de La Orden Oscura, así como la misión de un Exorcista. Silenciosamente, Ruri atendía a todos los consejos de madre tal y como había hecho con Cross. Su partida se situaría a horas tempranas del día siguiente.
Antes de marchar, Ruri agradeció mucho las atenciones prestadas por Madre y Barbar. Estos prácticamente la forzaron a que tomara una mínima cantidad de dinero, por si llegaba a necesitarlo. A la vez, Elena le había dado unos pequeños ahorros. De verdad que eran personas maravillosas.
— ¡Dale saludos al Moyashi! —grito Madre, cuando ya casi era un borrón fantasmagórico.
— ¿Moyashi? —se preguntó Ruri, antes de doblar los papeles que contenían todo lo necesario para emprender su camino.
El camino que también la llevaría a una nueva vida.
Off~ Lamento la tardanza, supongo que aquí se termina el reclutamiento. Gracias Elipthi (:
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
No hay de qué. Paso entonces a darte tus primeros puntos.
Recomendaciones: intenta demostrar a tu Inocencia un poquitín más fuerte contra los niveles uno. Fue eso lo que incidió en parte en el realismo.
Felicidades ^^~ Fue un placer haberte reclutado.
Cierro tema
Creatividad: 1 pts.
Concordancia: 2 pts.
Realismo: 1 pts.
Razonamiento: 2 pts.
Ortografía: 2 pts.
Totalidad: 8 pts.
Recomendaciones: intenta demostrar a tu Inocencia un poquitín más fuerte contra los niveles uno. Fue eso lo que incidió en parte en el realismo.
Felicidades ^^~ Fue un placer haberte reclutado.
Cierro tema
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