Ataque a Transilvania~

Las nubes daban un aspecto triste y gris a aquella mañana en la ciudad Rumana. Los Noah, llegando allí utilizando una de las puertas del Arca, admiraron el paisaje y dejaron escapar una amplia sonrisa; todo parecía pronosticar el hermoso desastre y caos que ellos dejarían caer sobre Transilvania.

-Todo está demasiado tranquilo -observó el pelinegro, cosa que no era para nada su estilo.

-Pero Jasdevi cambiará eso, Hee Hee~ -dijo riendo Jasdero, pues estaba bastante emocionado con la idea de poder causar destrozos a diestra y siniestra sin tener que preocuparse de andar tras unos escurridizos exorcistas (o General, siendo uno muy específico en dicho caso) para destruir algún trozo de Inocencia.

Junto a ellos una caravana de por los menos veinte nivel uno los acompañaban, todos con el único motivo de ir a asesinar a cuanto humano se le cruzase enfrente para ascender de nivel. Habían aparecido en un área más bien despoblada de la ciudad, cerca de unas bodegas viejas y una Catedral deteriorada. Sin embargo, el centro urbano estaba cerca de allí, por lo que no había problemas con haber emergido allí desde el Arca.

-Que parezca un accidente -siempre habían querido decir eso, aunque realmente aquello no les importaba. Que los Akumas se adelantaran, ellos tenían mejores planes que ejecutar en aquel día libre que les había otorgado el Conde.

El viaje a su pueblo, Valea-Viilor era largo y a veces dependiendo de la meteorología podía ser lento. Había estado durante los dos últimos años encerrada en un convento que hacía de internado católico en Cluj-Napoca, la cual se encontraba en la meseta de Transilvania, de ahí había tenido que coger un tren que la llevara a las ciudades más cercanas a los Cárpatos.

Ella se debía detener en la última de las estaciones, la de Brassov una de las ciudades medianamente grandes de Transilvania, y de ahí tenía dos opciones, ir con alguna caravana de mercaderes hasta Valea-Viilor o ir caminando. Aún no se había decidido, había absorbido el tiempo de las horas muertas en aquel compartimiento masificado de aquel vagón observando el paisaje y escuchando las distintas disputas de los que también estaban ahí dentro.

Las redondas pupilas de la chica se contrajeron al observar la ciudad, levemente embelesada y maravillada por lo hermosas que podían llegar a ser las ciudades de aquel país, contrariamente a sus pueblos, perdidos en los bosques, aislados y oscuros.
No hubieron pasado ni unos segundos de la entrada a la ciudad que el tren hizo un movimiento sinuoso como si hubiera recibido un golpe de viento muy fuerte, que provocó en varias personas gritos de ligera angustia. Como era típico en ella, ningún sonido salido de la boca de Jaylen, tan solo se puso de pie, y salió del compartimento, en busca de una vista mejor para poder observar que ocurría.
Antes de lograr salir de su vagón y entrar en otro, los frenos de emergencia del tren se activaron, haciendo que atravesara la puerta de enfrente con gran estrepito y chocando contra el suelo, por un momento sintió como su nariz amenazaba con empotrarse en su garganta. Y a pesar de que no sintiera dolor alguno, Jaylen por alguna extraña razón no se puso de pie. Los gritos de terror habían cesado para ser sustituidos por un silencio casi aterrador. Pensó que a eso era lo que la gente llamaba terror… ¿Pero a qué?

-…ng… -Lentamente se puso de pie, sin importarle el delgado hilo de sangre que salía por uno de los orificios de su nariz, observó el largo pasillo que abarcaba todo el vagón, la gente empezaba a asomar sus cabezas por la puerta de los compartimentos en los que por alguna razón que la chica de ojos azules no alcanzaba a comprender.

Antes que nadie de ese lugar pudiera decir algo, algo chocó contra el vagón el que se encontraban, provocando los gritos aterrorizados de todos los que ahí estaban, lo que fuera que hubiera golpeado esa zona había dejado un boquete en el tren, y había quedado apostado entre tres compartimentos que había destrozado. La gente que no estaba en el suelo, herida, o en shock, o simplemente gente que no era Jaylen, se acercaron al lugar por curiosidad. Ella tan solo observaba desde la puerta como la gente hacía algo que a sus ojos era peligroso, sus ojos se entornaron hacia las ventanas que daban a la ciudad. Y fue cuando se percató que la estación que estaba a varios metros de ellos, estaba por completo destruida, desde donde estaba lograba distinguir a gente corriendo de un lado a otro, pero no lograba comprender que ocurría, hasta que los vio.

No supo identificar que eran, cosas. Seres, de algún tipo hasta ahora desconocidos, estaban atacando a la gente, Jaylen aplastó su frente contra el cristal, observando con sorpresa y terror como la gente que era tocada por esos extraños ataques eran cubiertos por estrellas de cinco puntas y desaparecían… se desintegraban.

-¡¿Qué es esto?!- Escuchó gritar dentro del vagón, y antes de que la chica pudiera darse del todo la vuelta una nueva oleada de gritos inundo el vagón cuando lo que había atravesado el lugar donde se encontraban, atacó a los que se habían acercado.

La gente echó a correr como si su vida dependiera de ello –que en esa situación ciertamente su vida estaba en juego.- A excepción de Jaylen, quien quedó quieta cuando una chica cayó a sus pies a causa de los empujones. Más sus ojos no prestaban atención a quien se encontraba en el suelo, si no a la criatura que ahora se acercaba con inquietante lentitud hacia ellas.

-Corre. –Escuchó como esas palabras salían de su propia boca, roncas, por el tiempo que hacía que no hablaba, la chica que se encontraba de rodillas, había quedado en shock, casi tanto como ella, al encontrarse frente a esa criatura. Como pudo tomó a la chica de una mano y tiró de ella, y salió del vagón por el boquete que aquel ser había provocado en su abrupta entrada, entraron en la periferia de la ciudad, donde todos parecían ser conscientes del ataque, y gritaban y corrían en busca de un lugar en el que esconderse.

Jaylen tan solo corría arrastrando a la chica con ella, en busca del núcleo de la ciudad y salir por una de las muchas puertas que daban a los bosques, quizás ahí estarían a salvo, sentía por alguna razón que su abanico pesaba más de lo normal, pero ignoró aquella extraña sensación, cuando la de supervivencia volvió a imponerse. Escuchó varios gritos, aunque era incapaz de comprender que era lo que decían, siguió corriendo sintiéndose extrañamente ligera en ese momento a la vez que iba entrando en el casco antiguo de la ciudad y la falsa tranquilidad del lugar le daba una falsa sensación de seguridad.

Se apoyó contra la pared, sus ojos abiertos al darse cuenta que no había nadie junto a ella… ¿Cuándo esa chica se habría soltado de ella? Nunca, esa fue la respuesta cuando entreabrió la mano con la que la había estado sujetando y observó que en su palma se encontraban dos anillos de pequeñas piedras azuladas. Sus ojos se llenaron de lágrimas sin que ella lo pretendiera, ni tan siquiera conocía a esa chica… Algo ahí no estaba bien, y la impotencia de no saber qué era lo que podía hacer ante esa situación desconocida le hacía sentirse débil.

Tomó una gran bocanada de aire, e intentó tranquilizarse, a la vez que colocaba en su dedo anular ambos anillos, tenía que encontrar ayuda, o al menos buscar una manera de alertar a los que aún ignoraban que estaban atacando la cuidad.

Observaba aburrido desde la ventanilla como los paisajes cambiaban. El tren traqueteaba suavemente y por momentos casi se quedaba dormido.

Una camarera se le acercó sonriendo y el la contempló con los ojos entreabiertos.

-Señor, me informan de que estamos a punto de llegar a la estación.

-Muchas gracias por molestarse en decírmelo-usando su sonrisa de noble hizo un pequeño asentimiento con la cabeza. La mujer se ruborizó levemente y sonriendo se marchó del compartimento.

Miró al chico que era su compañero y sin decir nada, se levantó y salió por la puerta.

Se dirigió caminando lentamente al último vagón del tren, y salió por la puerta. Fuera el aire le azotó el pelo y rebajó un tanto el calor constante de su piel. Se abrió del todo la cremallera de la chaqueta para enfriarse lo más que pudiera.

Las casas se iban juntando cada vez más y asomándose por un lateral del vagón pudo ver como la estación aparecía. De pronto el tren se balanceó y chirrió. Se oyeron explosiones y gritos en las partes delanteras y por un instantese preguntó si su compañero estaría bien.

Tras aquello, las explosiones comenzaron a parecerse más bien a disparos. Sonrió.

Se agarró al saliente de madera de la puerta y de un salto se subió la techo del vagón. Al momento divisó una masa de al menos 10 akumas que atacaban el tren. Su sonrisa se ensanchó.

Echó a correr, sintiendo como la sangre arreciaba en sus venas igual que un torrente furioso.

-Hora de salir a bailar... DÄMON!!-rugió el nombre de su inocencia y se lanzó sobre los akuma con el fuego en sus manos. Calló sobre el 1º y con un puñetazó descendente lo envolvió en llamas y lo lanzó contra otro que explotó tambien, todo ello riendo salvajemente.

En apenas 2 minutos había hecho explotar a todos los que había a su vista. Algo aburrido miró a su alrededor, observando como la gente salía corriendo del tren.

De pronto vió a dos chicas correr hacia el pueblo. Algo en la espalda de una le llamó poderosamente la atención, pero lo que le hizo saltar del vagón y correr tras ellas fue la pareja de akumas que las seguía sin que se dieran cuenta.

Alcanzó a uno de los akuma y lo destruyó pero el otro siguió persiguiendo a la muchacha. Se dió cuenta de que la chica que arrastraba estaba infectada por un disparo.

Maldiciendo entre dientes se lanzó de nuevo tras ellas.

Después de haber salido de la orden y haber abordado el tren que los llevaría a su destino Ryota solo miraba el paisaje con los ojos entre cerrados por el aburrimiento o quizás solo por el cansancio después de todo ser exorcista no era algo fácil y aun que siempre conocía ciudades nuevas y hermosas vistas también terminaba viendo las crueles escenas de sangre y matanzas echas por akumas o algún otro ayudante del Conde, ¿entonces que lo impulsaba a seguir? Era una pregunta que hasta el mismo se la hacia al despertar cada mañana pero siempre se respondía esa duda de la misma manera, “No quiero ver a nadie morir otra vez, no quiero experimentar ese dolor tan horrible y tampoco quiero que alguien sufra como lo hice yo” esa frase que se repetía era algo que le daba alientos a seguir y vivir por esa causa.

Después de a verles avisado que se acercaban a su destino y que su compañero saliera de la habitación por alguna razón se relajo mas apoyando su cabeza en una de sus manos y susurrando algo para el mismo -Vaya tipo de exorcista que hay en estos días pero bueno nada se puede hacer- comento mientras leía el informe que había guardado en su bolsillo –Vaya, vaya un ataque a ciudad y con akumas, creo que me divertiré bastante- dijo volviendo a cerrar los ojos para que su descansó se viera interrumpido por un balanceo de tren haciendo que el de los ojos rojo perdiera el equilibrio pegándose levemente contra la pared.

-¿Ehh? ¿Ya empezó la diversión?- comento mientras salía del vagón sobándose la cabeza por el golpe y sacando su inocencia para luego cuando llego al pasillo ver akumas por diestra y siniestra atacando todo lo que se pudiera mover además de gente gritar y llorar desesperadamente pero algo llamo la atención de sus ojos y era ver a su compañero correr hacia una chica que era perseguida por akumas.

-Que imprudente puede ser ese chico, bueno yo seguiré con la misión entonces- dijo pero para su suerte o mas bien dicho mala suerte el tren se detuvo y parecería no volver a moverse –¡¡Tsk..bueno gente salgan del tren y corran lejos del pueblo si no quieren morir!!- grito el exorcista mientras saltaba por una de las ventanas corriendo hacia la estación donde debería encontrarse un buscador de la zona que por lo menos debería decirle la situación actual de la ciudad.

Aún no se había movido cuando parte del enladrillado en el que estaba apoyada fue destruido por uno de los ataques de aquel ser extraño, la gravilla en la que se había convertido aquella superficie golpeó levemente el hombro y la parte izquierda de la cabeza de Jaylen, la cual apenas tuvo tiempo de apartarse a tiempo en las pocas milésimas de segundo que le había dado escuchar el sonido del disparo hasta el impacto donde se encontraba ella.

Quedó de cuclillas observando aquella… masa deforme que se acercaba a ella, hasta nunca había conocido a nadie que la superara en rapidez. Jaylen apretó los labios en una extraña mueca, estudiando a esa cosa. Lo único que sabía es que no era humano y sus extraños ataques pulverizaban a las personas, tampoco podía compararlo con nada, eso la dejaba en una desventaja enorme, ni tan siquiera podía huir.

Saltó hacia atrás cuando lo que fuera que fuese lo que le había seguido le volvió a atacar, una vez de pie, solo hizo lo que por ahora le había ido ligeramente bien, que era correr. Ahora era algo más complicado, porque debía ir también esquivando los ataques de eso… Simplemente Jaylen en esos momentos no comprendía nada, y peor aún su abanico empezaba a pesarle cada vez más sin ningún motivo aparente.

-Nem értem… (No lo entiendo/no entiendo nada en húngaro xD) –Musitó, mordiéndose el labio inferior, a la vez que soltaba el rosario que ataba el abanico a su cinto, para cogerlo con su mano y así evitar golpearse con el en las piernas.

Con la mano que tenía libre, se agarró a uno de los postes de madera que se encontraban ahí, dando media vuelta, a la vez que se lanzaba al suelo y se deslizaba por debajo de eso para luego de dar una vuelta sobre si misma aún en el suelo que le ayudó a ponerse en pie seguir corriendo.

La maniobra de la ojiazul pareció distraerle un poco, pero no lo suficiente como para seguir con sus intentos de… ¿matarla? Jaylen no lograba comprender que era lo que sucedía. Por muy egoísta que fuera su pensamiento, no lo graba comprender, porque esa cosa no se decidía a atacar a otros, en vez de seguir persiguiéndola.

Se detuvo, y dio media vuelta, observando a esa cosa, la cual estaba a tan solo unos metros de ella. No podía esconderse, tampoco podía seguir corriendo por mucho tiempo… ¿Qué más opciones le quedaban?

Gracias al entrenamiento del general, su velocidad que ya de por si era bastante alta, se había incrementado muchisimo. Contento siguió al akuma y en poco le dió alcance, pero de pronto desapareció en la esquina de un callejón.

Allí estaba la chica, y consiguió esquivar un ataque del akuma pero se golpeó bastante en la cabeza y el hombro, haciéndose sangre en la frente . Aquello soprendió a Sei levemente, pero no creyo que pudiera hacer mucho más. Ella se agarró a una farola y pasó bajo el akuma para medio distraerlo. Le dió la sensación de que decía algo en un idioma parecido al alemán, pero mas antigüo.

El akuma se giró rápidamente hacia ella, y la muchacha se quedó inmóvil. Hora del baile, pensó Dämon. Sei suspiró, estando aquella chica debería intentar controlarse.

Impulsándome en un banco de la calle, saltó y se subió a una farola.

-Apártate klein!!-(pequeña en alemán)- DÄMON DER FLAMMEN!!!-activando la inocencia y luchando por mantener un debil control sobre sus emociones, saltó sobre el akuma esquivando en el aire los ataques y golpeó el centro de su máscara con un puñetazo que explotó envolviéndolo en llamas.

Riendo macabramente observó como el akuma explotaba en unos segundos en cuanto las llamas lo cubrieron. De pronto, recordando a la chica se giró y se acercó hasta quedar a unos cm de ella.

La observó en busca de heridas, y al fijarse en la sangre de su frente suspiró de nuevo. Sacando un pañuelo de un bolsillo se lo colocó sobre la frente y le cogió la mano para que lo sujetara ella misma. Para la sangre de su nariz no había mucha solución. Le preocupaba más el golpe de la cabeza por si estaba conmocionada.

Supuso que a la chica le debía parecer un loco, conportándose como un asesino y luego ofreciéndole un pañuelo, y la idea le hizo sonreir a medias. Estaba claramente conmocionada y dudaba que se pudiera mover.

Se agachó hasta quedar a la altura de la chica colocándose de espaldas delante de ella y la miró por encima del hombro. La cargaría a la espalda si era necesario, pero tenían que salir de alli. Su inocencia atraería a los akuma y no quería perder el control sin ponerla a salvo.

-Sube.- miró hacia delante esperando. Si hacía falta la cargaría a la fuerza, tenía demasiada prisa.

No le tomo mucho haber llegado a la estación corriendo y en el trayecto destruyendo uno que oro akuma que le había atacado aun que eso ya le resultaba mas que sencillo. Ya en la estación levanto la vista para con sus ojos observar el daño que había en esta además de ropa tirada por todas partes que seguramente era de gente que había muerto tras los ataques de esas maquinas asesinas de los akumas, solo miro la ropa y agacho la vista cerrando los ojos en señal de respeto por la gente muerta y tras un silencioso momento de estar así escucho una voz que lo llamaba.

-Exorcista-dono, exorcista-dono- decía la voz cada vez mas cerca por lo que el joven castaño abrió sus ojos para poder observar a quien decía esas palabras y para su sorpresa era un buscador que tal vez escondido había logrado sobrevivir al cruel ataque.

-Veo que has podido sobrevivir que bien- comento con un tono algo frio cosa que no era típica de el ya que normalmente estaría preocupado pero bueno era de esos días que su humor era cambiante además de su personalidad de por si inestable pudiendo ser a veces infantil como serio quizás una de las cosas que lo destacaba de los demás – ahora necesito que me digas la situación actual- dijo con el mismo tono que antes guardando su inocencia en el bolsillo y dejando su mano allí.

- Bueno como sabrá ha habido constantes ataques de akumas en la ciudad no se sabe mucho al respecto pero quizás estén en busca de inocencia por la zona o solo están haciendo destrucción, cualquiera sea el motivo parece que se están reuniendo en el centro de la ciudad, algo malo pasara en ese lugar si se están reuniendo además de los akumas que habían en la zona han aparecido mas y algunos ya han evolucionado- dijo para después tomar algo de aire el buscador, ya había dicho todo lo que quería escuchar del buscador –“así que en el centro ¿no?”-pensó con una leve sonrisa ¿Qué mejor que saber que todos estarían en un mismo lugar para poder destruirlos? Fue una pregunta que se le paso por la mente al chico para después recordar a su compañero que aun que no le gustaba mucho su personalidad no podía abandonarlo a su suerte.

-Verdad, el debe estar un poco lejos del centro de la ciudad pero si le digo quizás pueda llegar a tiempo- comento para si mismo sacando el golem de su bolsillo para mandarle a decirle que se reunieran en el centro de la ciudad, luego de eso soltó al golem para que fuera hacia su compañero y dando un suspiro volvió la mirada al buscador.

-Bueno es mejor que tu te vayas de aquí, ya no es seguro para nadie y no puedo garantizar tu vida si sigues aquí- esta vez sus palabras fueron con un tono frio y ronco para dejarle en claro que se marchase lo antes posible que mas que protegerlo seria para que no estorbara en la lucha.

-Co…como diga- solo alcanzaron a salir esas palabras de la boca del buscador para luego empezar a correr.

-Otra cosa, dile a los de la orden que tengan un tren listo para la vuelta ya que esto en un rato mas abra acabado- ahora su tono de voz fue mas engreído y autoritario para luego correr con una sonrisa hacia el centro de la ciudad pero se detuvo súbitamente al ver a un akuma..¿Un nivel dos? Pensó observando con sus ojos muy abiertos viendo al akuma acorralar a una niña apunto de dispararle y su amabilidad le jugó en contra esta vez sacando su yoyo del bolsillo activo su inocencia tras un pequeño brillo que se dejo ver haciendo que el akuma volteara a ver que era eso pero ya era demasiado tarde, cuando el akuma volteo ya el yoyo había impactado en su pecho y de un movimiento Ryota tomo a la chica y dio un salto hacia atrás para luego correr por la explosión que se dio después de unos minutos.

Las cosas iban rápido, pensaba Jaylen en el momento en que daba un salto hacia atrás como respuesta a la exclamación del extraño que había aparecido. En realidad las cosas se sucedían a una velocidad que la chica dudaba que pudiera superar. Observó cómo se deshacía de aquel ser con aparente facilidad.

Parpadeó, intentando aclarar lo que había visto. Seres con forma monstruosa que pulverizaban a las personas sin motivo aparente. Un desconocido con guantes que se prendían fuego y para bien, quería suponer Jaylen, podía deshacerse de esas cosas. Sin embargo, nada de eso cobraba un sentido… ¿Monstruos? ¿Guantes en llamas?

Sabía que no era un sueño, porque sus sueños siempre eran los mismos, y se resignó a aceptar que una chica de un pueblo fortificado podía saber mucho de historia, orientación, supervivencia y pocas cosas más, pero que en la realidad sabía tan poco como la mayoría. Seguía siendo una diminuta gota de lluvia ignorante de que muchas otras –millones de ellas- estaban a su alrededor. Por decirlo de alguna manera había perdido el sentido de lo general, centrándose solo en su pequeño mundo, y ahora todo aquello le golpeaba con dureza sin sacarle más que una pequeña expresión de sorpresa.

No escuchó, ni tampoco se dio por enterada cuando aquel chico desconocido se puso frente a ella, tampoco le importaban las distancias, ni lo extraña que fuera la situación. Quizás si en algún punto de eso había tenido miedo, ahora no sabía si seguía teniéndolo. Ella solo temía lo que no conocía, ahora el menos sabía la existencia de que algo más grande que ella existía, más maligno… Sus ojos se entornaron hasta quedar clavados en los de él, sin sentir la necesidad de que el chico la mirara de vuelta. ¿Quién era él?

Cuando el ojirrojo tomó la mano de Jaylen para que se sujetara el pañuelo que le había puesto en la frente, la chica pareció reaccionar levemente, siendo por primera vez consciente de que su frente le dolía, su expresión neutra cambió levemente, sus ojos se entrecerraron por la ligera molestia que sentía con el tacto del pañuelo sobre su herida.

Al escuchar como el chico hablaba, tardó varios segundos en reaccionar y darse cuenta que le hablaba en la lengua común como la llamaban ahí. Aunque comprendía que era lo que le había dicho, por alguna razón le sentó extraño verle en esa posición: en cuclillas de espaldas a ella. Nuevamente unió el rosario a su cinto, haciendo que el abanico colgara y golpeara levemente una de sus piernas.

-…. –Observó su mano libre, y una vez más al chico, sin muchos ánimos de hablarle, detestaba comunicarse en un idioma que no era el suyo, debido ya a las muchas burlas que había recibido por su acento. –Está bien. –Respondió, con una entonación algo más melodiosa de lo normal, silbando por culpa de aquel infernal fonema que creaba la “s”.

Diciéndose a subir finalmente a la espalda de aquel chico, preguntándose cuan extraño se vería el de fiarse de un completo desconocido. Quizás era lo que le debía, al haberle salvado la vida, pensó Jaylen no muy convencida, incluso a ella le parecía algo fuera de lógica, tan ilógico como sujetar un pañuelo en contra de su cabeza a pesar de que le doliera. Fue entonces, en mitad de sus divagaciones que rozaban quizás un comportamiento neurótico, se le ocurrió la brillante idea de que aquel chico tendía idea de que era lo que sucedía ahí, o al menos que era lo que les estaba atacando.

–Ah… mm ¿Qué…. Que son ellos? –Preguntó torpemente, intentando acordarse de cómo hablar, otro de los contras de ser Jaylen, al no hablar si no tenía más remedio, a veces podía pasar días sin hacerlo y con ello, a veces parecía perder la habilidad de comunicarse verbalmente con las personas.

Una vez que la chica se subió a su espalda echó a correr pero sin excederse para no marearla. Su cuerpo desprendía bastante calor, pero aquello le sentaría bien a la chica.

Susurrando apenas, le había dicho que estaba de acuerdo. Sonrió al captar su acento húngaro pero con muchos dejes melódicos del rumano. Comprendía y hablaba perfectamente aquellos dos idiomas, así que giró un poco la cabeza para atender a la chica que se esforzaba por preguntarle algo en inglés.

–Ah… mm ¿Qué…. Qué son ellos? –preguntó torpemente.

El miró hacia adelante e incrementó el ritmo de la carrera. Pensó la respuesta que debía darle.
Y desde luego, se la dió hablándole en húngaro.

-Cómo definirlos ... los akuma, ese es su nombre, son unos seres creados por el Conde del Milenio, una especie de Diablo si lo queremos ver en el punto de vista de Dios, es su enemigo.Son almas encerradas en esas bestias metalicas que no pueden pensar por si mismas, tan solo obedecer órdenes. Un akuma se crea, cuando una persona muere y otra la echa en falta, el Conde aparece y engaña al vivo para que invoque al muerto, que es encadenado por el Conde y asi mata a la persona viva ocupando su cuerpo. El alma encarcelada sufre y mi deber, como exorcista es eliminar al akuma para que el alma pueda purificarse y ascender al cielo o a donde sea que va a parar.- giró la cara y sonrió malignamente- y también lo hago porque es divertido.

Aceleró un poco más y notó que algo les seguía. Cuando entró en su campo de visión Sei se dió cuenta de que era un golem de la orden. Se acercó a su oído y le habló con la voz de su compañero diciendole que se reunieran en el centro de la ciudad. Abrió los ojos un poco más para luego entrecerrarlos enfadado. En el centro estaban todos los akuma pero no podía llevar a aquelle chica allí.

Enfadado, dejó que el golem se posara en su cuello y miró de nuevo a la chica. Recordando el informe de la misión, redujo su carrera un tanto. Pensándolo bien, la chica tenía algo en la mano cuando la máquina la había atacado. Calibró sus opciones y decidió preguntarle directamente.
Recordó su acento y de nuevo le habló en húngaro torciendo apenas la cabeza, lo suficiente para mirarla de reojo.

-Dime una cosa, klein.- más tarde le preguntaría su nombre- Ese abanico tuyo...le paso algo cuando se te acercó el akuma de antes?

Suspiro aliviado de ver que había logrado salvar a la chica y de por si su propia vida después de semejante explosión, no había duda que su inocencia se había echo algo mas fuerte desde aquel incidente con esa extraña Acm, dejo de pensar en el tema para agacharse a la altura de la chica que a simple vista se diría que tendría de 9 a 12 años.

-Dime.., ¿te encuentras bien?- pregunto con su sutil tono amable y acento ingles a la pequeña que tenia delante que aun parecía asustada después de todo ¿Quién no lo estaría si viera por primera vez una cosa así? Era simple de responder para el chico que después de todo también tubo alguna vez miedo de esas cosas pero ahora solo era desprecio por esas maquinas sin corazón dominadas por la sed de sangre.

-S…si- respondió apenas con un hilo de miedo en su tono de voz –gracias por salvarme joven- volvió a decir con una pequeña sonrisa y aun con lagrimas cayendo de sus ojos, era duro ver cosas así para el chico y aun que no recibía mucho las gracias incluso la gente podía temerle por el poder que se le había concedido la tan llamada inocencia pero era grato escuchar algo tan simple como un gracias.

Sonrió mas simpáticamente a la chica para luego pararse y mirarla dulcemente –Bueno pequeña señorita no me de las gracias, es mi trabajo y ahora es mejor que se vaya lo mas lejos posibles de esta ciudad- dijo mientras empezaba a correr hacia el centro de la ciudad levantando levemente la mano despidiéndose y la chica mirándolo alejarse hacia lo mismo.

-Bueno tengo que repasar, los akumas se reúnen en el centro algo grande tubo o va a pasar allí- pensó mientras corría a toda velocidad para luego ver a un golem acercarse a el por detrás.
-Exorcista-dono el tren ya esta listo y esta siendo cuidado por algunos buscadores para cuando regresen-decía la grabación del golem.

-Perfecto ahora solo falta terminar la misión, mejor me contacto con mi compañero – dijo mirando al golem flotando y siguiéndolo mientras el aun corría.

-¡¡Hey Sei!!, deja de hacer el vago y llega al centro que yo voy en camino me he encontrado con un akuma nivel 2 así que ten cuidado en el camino- dijo enviándole el mensaje al golem anteriormente que le había enviado al otro exorcista, la zona era muy peligrosa pero ya tenia un rango de visión por donde podía ver el centro de la ciudad y eso le alegro lo que no lo hizo fue ver muchos akumas reunidos tanto como nivel dos como uno y antes de llegar una barrera de nivel 1 rodeo al muchacho.

-Tsk…escogieron al peor exorcista para atacar ¿saben?- comento con tono de superioridad a la vez que sacaba su yoyo del bolsillo y con la otra mano señalaba al grupo de akumas que eran 10 en total – Que comience la fiesta, no me decepcionen y mueran muy luego ¿eh?- dijo posando sus ojos rojos que despedían un cierto brillo mas intenso de lo normal y una hermosa sonrisa a la vez desconcertante y macabra quizás otra de las facetas del chico.

Corrió en zigzag esquivando cuanta bala le disparasen de forma elegante y sutil a la vez que de un salto se paro en una de los akumas y empezando a girar rápidamente su yoyo –¡¡Inocencia activada!!- grito dejando ver el brillo del yoyo nuevamente golpeando mientras el chico empezaba a girar sobre el akuma y a la vez el yoyo también giraba al compas del chico empezando a golpear a todos los akumas que estaban alrededor destruyéndolos con leves explosiones para una vez acabados Ryota diera un salto hacia atrás trayendo el yoyo hacia el y cuando cayo al suelo lo lanzo fuerte y velozmente hacia el akuma que antes estaba parado atravesándolo y luego destruyéndolo con la explosión , un espectáculo digno de ver.

Cuando el chico empezó a darle la explicación en húngaro, Jaylen sintió un deje de nostalgia, durante ocho años su familia había estado viviendo en una pequeña ciudad de Hungría, de esos los últimos 5 años podría asegurar Jaylen de que habían sido los peores tanto para sus hermanos y su padre debido a la muerte de su madre. Aún así para Jaylen siempre había sido su lugar favorito en el mundo, el lugar donde había nacido, el lugar donde su madre había muerto. Por eso, su padre, quizás porque sentía lástima por ella, le permitía hablar con él en su idioma natal, idioma que hacía más de dos años no escuchaba.

Había cerrado los ojos, escuchando absorta las palabras del chico, que seguramente dichas en inglés no hubieran causado tanto interés en ella. La revelación de que existieran seres como esos, que en realidad solo formaban parte de un número mucho más numeroso, guiados por un hombre…o demonio le pareció, por muy extraño que pareciera, lógico. Quizás por sus creencias espirituales y la doctrina católica que había seguido desde su infancia, le hacían asimilar aquello con mucha más facilidad. Muchos nombres, y conceptos que sin duda debería obligarse a memorizar. Le gustó la palabra Exorcista para referirse a la gente como aquel chico que se dedicaba a combatirlos y tampoco encontró nada extraño ni malo en que uno pudiera divertirse con su trabajo… En teoría eso lo hacía mejor, no? Pensó Jaylen.

-Gracias. –Dijo simplemente, quizás por muchas razones, por salvarla, por llevarla a la espalda, por explicarle que era lo que sucedía con esas cosas, y que eran, y por sobretodo hablarle en su idioma materno.

Abrió los ojos al escuchar otra voz en un susurro, al menos para ella, y decidió dejar de apoyar su cabeza contra la del chico exorcista, para volver a sujetar el pañuelo en su frente, seguía sintiéndose profundamente agradecida porque se hubiera tomado la molestia de hablarle en un idioma que no era el suyo, quizás incluso eso le hizo sentir algo más de respeto hacia el extraño. Fue extraño para ella percatarse de que sonreía, no por la situación claro estaba, si no simplemente porque ese detalle le había hecho sentirse feliz.

Entornó los ojos observando a la criatura extraña con forma esférica y alas parecidas a las de los murciélagos, con cierto aire curioso, que demostraba al estar sus cejas ligeramente más arqueadas de lo normal, que junto a esa pequeña sonrisa, le daba un aire más infantil de lo que ya era normal en ella. Intentó tocarlo pero cuando uno de sus dedos rozó pareció moverse, haciendo que a Jaylen se le quitaran las ideas de hacer nada más por si lo que fuera que llegara hacer pudieran traer consecuencias malas.
Se giró hacia él una vez más cuando este se dirigió a ella, o lo supuso por el “Klein”, entornó los ojos, pensativa, considerando todas las posibles respuestas a aquella pregunta, sus dedos rozaron el abanico con delicadeza y cuidado mientras pensaba en ello, intentando recordar.

-En realidad. –Comentó en húngaro, mientras volvía a dirigir la vista hacia el exorcista. –Su peso es mayor cuando ese Akuma –así los llamáis, verdad?- apareció, por eso lo tuve coger con las manos, me molestaba cuando me golpeaba en la pierna.

Sonrió al sentir que la chica se soltaba mucho mas al hablarle en su idioma. Ya se había olvidado de lo que era ser amable con alguien pero aquella chica le recordaba a su hermana y de alguna forma lo tranquilizaba impidiendo que su peor lado aflorase. Cuando la chica apoyó su cabeza sobre la de el se sintió extrañamente relajado.

Al oír lo que le decía de su abanico se alegró y a la vez se preocupó. Ahora debería protegerla aún más...tsk, esperaba no perderse los fuegos artificiales.

Notó como intentaba acariciar el golem y se asustaba de el cuando se movía. Aquello le hizo sonreír, y por una vez era una sonrisa sincera.

De pronto, el golem entrecortadamente emitió la voz de su compañero:
-.....Sei...., vago.............. al centro.... yo voy ........con un akuma nivel 2 ........... cuidado en el camino-

Sei frenó su carrera de golpe. Akuma nivel 2...Un escalofrío le recorrió la columna y Dämon estuvo a punto de tomar el control de su cuerpo, pero el peso de la muchacha a su espalda le hizo reaccionar.

No tenía el suficiente poder, por mucho que le pesase para eliminar solo a los mosntruos evolucionados. Y ella debía ser una prioridad.

No se encontraba demasiado lejos del centro por lo que se metió en un callejón y depositó con cuidado a la chica en el suelo.

-Solo será un segundo, klein. No te muevas y no hagas ningún ruído. Si ves alguna de esas máquinas, grita.- sin esperar la respuesta de la muchacha, se subió a una ventana del edificio, y aprovechando la estrechura del callejón, saltó desde las ventanas de un extremo hasta las contrarias para alcanzar los tejados de las casas. Se encaramó en una chimenea y observó el caos que imperaba en la ciudad.

Gritos y explosiones se sucedían entre las casas, y el terror era palpable en el ambiente. Intentó localizar el centro de la ciudad pero al parecer, allí era donde más actividad de akumas había.

Recordando el mensaje del golem sacudió la cabeza. Cómo pensaba que iba a llevar a la chica allí...debía proteger la inocencia y ante todo su vida. Estúpido crío. Y se atrevía a llamarle vago.

Inquieto por si algún akuma se acercaba a la muchacha, saltó desde el tejado y tan solo se apoyó en una ventana para no sufrir tanto el golpe.
Se colocó rápidamente a su lado y de nuevo la cargó a su espalda. Había visto que los callejones a la izquierda se alejaban un poco del centro de la ciudad, y decidió probar esa ruta. Mandó al golem que volara en circulos sobre su cabeza por si se acercaba algún akuma desde arriba y mientras puso sus cinco sentidos alerta.

Recordando de nuevo con quien estaba, se giró levemente y movió un poco los hombros para animarla. Debía hablarle, no fuera a ser que entrara en shock por el miedo o la comnoción del golpe. No había tenido tiempo para observar bien la herida.

-Espero que vayas comoda haciendome trabajar como tu montura- giró levemente la cabeza para que ella viese su sonrisa- pero no te acostumbres. Es solo porque esta klein nos ralentizaría a ambos desangrándose por el camino si la dejo caminar y no puedo permitir que manche de sangre estas bonitas calles. Para eso ofrezco mi sucio traje- ya había notado que la sangre de la chica se lo había manchado- [/color=darkred]a modo de pañuelo. Espero que la señorita klein no se disguste teniendo que usar tan indigno trapo para su maravillosa sangre. [/color]-el húngaro le resultaba muy fácil de pronunciar y se sentía a gusto hablando a la muchacha- Y no te preocupes por tu abanico, no tiene nada malo. Solo es especial, como tú. Y yo soy un simple mortal pero con muy mal humor y por tanto lo descargaré contra cualquiera que ose acercarse, asi que- miró de muevo hacia delante y apretó los dientes- tu no te preocupes por nada.

Dämon no estaba en absoluto de acuerdo, pero por una vez Sei deseaba no encontrarse con nada más fuerte que el. Al menos no hasta que ella estuviera a salvo. Luego ya veríamos.

[Off: Miren lo que pasa cuando el internet se cae todo el rato y termino estudiando física... repentinamente aparecen mil posts o_o Malditos examenes ¬¬]

El caos cayó en Transilvania como un telón sobre el escenario. Los gritos de terror, los cañonazos, los lamentos y la estampida de débiles humanos intentando salvar sus patéticas existencias; música para sus oídos.

-Nee, Devi~ -llamó el rubio quien gozaba de la bella sinfonía que se escuchaba-, ¿crees que a Road-chan se gustaría estar aquí? -preguntó el Noah, quien tenía un cariño por "la hermana mayor" de la familia.

-Quizás, aunque seguramente ahora está jodiendo a Lero -respondió el pelinegro sonriendo al imaginar la agonía del paraguas parlante.

-Hee Hee~ Muy cierto. Lero seguro que está intentando escapar de Road-chan -asintió con la cabeza y continuó caminando junto con su hermano hacia el centro de la ciudad, donde especialmente se concentraba el caos.

Poco a poco la gente aterrorizada ocupaba más las calles por donde los gemelos transitaban. Verlos entre ellos no hacía más que acrecentar su pánico y al escuchar los cañonazos y las explosiones tropezaban en plena huida. Aquella vista era lo más patético y lastimero que podían contemplar; cada vez los humanos los impresionaban con el aumento de su nivel de mediocridad.

-Asquerosos humanos, mueran para que la victoria del Conde sea definitiva, Hii~ -canturreaba Jasdero mientras Devitto buscaba algo con la mirada.

Entre el caos y la desesperación, un Akuma de segundo nivel apareció entre la multitud acabando con cuanta persona se le cruzó. Al ver a los Noah, se acercó a ellos sin que lo llamaran y se arrodilló ante ellos.

-¿Cuántos exorcistas hay? -preguntó directamente el mayor de los gemelos al Akuma, pues las explosiones le indicaban la presencia de los perros falderos del Vaticano.

-Hasta el momento hay dos y uno parece más hábil que el otro -respondió servicialmente, apuntando con su brazo deforme hacia donde estaban. Devitto sonrió.

-¿Piensas lo mismo que yo, Dero? -más que pregunta parecía una afirmación.

-Por supuesto Devi, Hii~ -respondió él siguiendo el juego de su hermano.

-Dirige a los nivel uno hacia el exorcista débil, al con más suerte le enviaremos un regalo -pronunciaron recibiendo un asentimiento de parte del Akuma.

Y cuando se hallaron sin la presencia del Akuma de segundo nivel, los Noah trajeron a un Akuma que hacía tiempo que no traían, pero la situación pintaba perfecta para su aparición. Ya el exorcista Ryota sabría lo que es bueno, un único Akuma de nivel 3, con su aspecto de caballero medieval, se la haría llegar por parte de ellos.

Después de aquel espectáculo protagonizado por el exorcista de ojos rojos y pelo castaño todo se había vuelto silencioso en aquella calle lo que le parecía bastante extraño ¿eso había sido todo lo que los akumas podían ofrecer? Fue una duda que se le cruzo por la mente al exorcista trayendo el yoyo hacia su mano nuevamente y luego mirando el centro de la ciudad que ya estaba próximo y el caos, gritos de agonía, sufrimiento y por sobretodo miedo se dejaba oír no había duda que algo grande había pasado para que akumas se reunieran de esa forma.

Ryota dando un leve suspiro y mirando la destrucción que había causado destruyendo akumas se tomo la cara con una mano dejando escapar algunas lagrimas, lagrimas que iban recorriendo desde sus ojos y bajando por su mejilla, unas lagrimas que ni el sabia porque se provocaban, aun le era doloroso acabar con esos seres aun sabiendo que aquellas cosas habían perdido ya toda conciencia de si mismos y aun así destruirlos era doloroso aun que se mostrara fuerte ante ellos y frio aun le dolía.

-Que sus almas hayan sido purificadas…-dijo entre susurros retomando su carrera hacia el centro y después de haber corrido un rato y estar a unos pasos de llegar a la ciudad el joven exorcista abrió sus dos ojos completamente y sudando quedo contemplando algo que jamás había visto y dando un paso hacia atrás sorprendido como algo asustado siguió observándolo.

-¿Q…que demonios eres tú?- pregunto nervioso a la vez que su mano derecha apretaba fuertemente el yoyo con la inocencia, después de todo estaba entrenado para estas situaciones aun con miedo no dudaría en atacar si esa cosa era su enemigo.

-¿Que mas da? Bueno te lo diré aun que será la última vez que veas algo como yo, soy un akuma nivel 3- dijo la criatura metálica con un aspecto medieval casi como cual caballero preparado para la batalla vestido con su armadura, pero era diferente sus manos eran como cuchillas entre su casco se dejaba ver unos brillos verdes quizás sus ojos y la armadura era azul pero un azul sombrío, opaco y sin vida.

-¡¡¿Un nivel 3?!!- exclamo sorprendido y con los ojos mas abiertos el exorcista, jamás había visto uno aun que en la orden ya le habían comentado de la existencia de estos pero de ahí a ver uno era algo que lo dejaba perplejo, no había duda que tendría que luchar después de todo era un akuma el no dudaría en matarlo.

-No queda de otra- dijo bajando la vista y tomando firmemente su yoyo para luego soltarlo y dejar que colgara de su dedo índice –¡¡Yo seré el que te destruya akuma!!- palabras llenas de valor salidas de la boca del chico que volvía a levantar su mirada hacia la criatura delante de el.

-No esperaba otra respuesta sucio exorcista, pero yo seré quien gane y llevare tu cabeza ante los noah, jajaja- dijo riendo burlona y a la vez macabramente mientras corría hacia el exorcista para cuando estar cerca tratar de lanzar cortes con sus manos-cuchillas hacia el exorcista que esquivaba moviendo su cuerpo hacia atrás dificultosamente, no había duda la diferencia de un akuma nivel dos con un tres en cuanto a habilidad y rapidez además que estos últimos parecían poder incluso hasta planear ataques.

Era realmente un infierno ser atacado sin poder defenderse, el estilo del chico era media y larga distancia pero ahora era atacado directamente a corta distancia dejando sus opciones casi en 0 de contraatacar o tan siquiera defenderse, un poco de miedo sentía y angustia de no poder hacer nada mientras esquivaba esas filosas cuchillas hasta que quedo acorralado y el akuma lanzo su ataque hacia la cabeza del joven y este se agacho esquivándolo con dificultad para luego apoyar ambas manos en la pared que tenia detrás y darle una doble patada al akuma en el pecho no para tratar de hacerle daño ya que con esa armadura no lo lograría pero logro alejarlo lo suficiente para poder atacarlo con su yoyo y eso hizo, tomo su yoyo y lo lanzo hacia el akuma –¡¡Inocencia nivel 2 activada!!- exclamo el chico lanzando el yoyo hacia el pecho del akuma a gran velocidad y lográndolo impactar y hacer la respectiva explosión por el poder del yoyo dejando mucho humo alrededor pero..¿Había logrado destruirlo?.