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Todo el material que se publique dentro del foro es y será propiedad de su creador a menos que se indique lo contrario.
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Ataque a Transilvania~
D. Gray man Rol :: El mundo :: Europa
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Re: Ataque a Transilvania~
La mirÓ sorprendido por sus palabras. La chica parecía incluso ... ofendida?
Recordó de pronto un consejo que le había dado su padrastro tras discutir con su mujer cuando el apenas tenía 7 años:
-''Sei, en cuanto a mujeres y filosofía, el hombre jamás sabrá todas las respuestas.''-
Y desde luego, en aquel momento el no sabía qué decirle. El no la consideraba inutil para nada, pero quizás pensaba que no debñia mandarle hacer nada por el shock que había sufrido. Además, su misión era cuidarla, no que ella lo cuidara a el. Se dio la vuelta y oensó alguna excusa para que la chica no se enfadara...
Pero realmente no le apetecía ni lo más mínimo coserse las heridas a si mismo. Por la práctica de los combates, sabía que dolía, y dolía mucho.
Entre resignado y contento, se sentó justo al lado de ella. Le cogió al cabeza sin esperar a que reaccionara y tras desinfectarla, se la vendó. Luego, con un cacho de una camisa y un poco de alcohol le limpió el resto de heridas visibles, aunque para su alivio ninguna era incurable. Tenía rasguños en las manos de las caídas y se las vendó también.
Al cabo de un rato, se apartó ligeramente y contempló satisfecho su precaria obra. No era demasiado sanitario, pero al menos las heridas no se infectarían.
Con un suspiro, la miró a los ojos, como eváluandola, aunque estaba seguro de lo que le iba a pedir. Le colocó aguja e hilo, en la mano derecha y vendas en la izquierda. Tras eso, cogió la botella de cerveza, la destaponó y bebió unos tragos.
Le iba a hacer falta.
Se giró y quedó sentado de espaldas a ella. De nuevo tuvo que disimular una mueca de dolor. Ojalá no tuviera ninguna costilla rota. La miró por encima del hombro y cerró los ojos mientras le sonreía para darle ánimos, a ella y a si mismo..
-Soy todo tuyo, valiente Klein. Comienza a destriparme cuando quieras- mumuró sarcásticamente mientras se giraba de nuevo y daba otro sorbo a la botella.
Ojalá supiera coser. Porque si no, ni todas las botellas de cerveza del mundo le ayudarían.
Recordó de pronto un consejo que le había dado su padrastro tras discutir con su mujer cuando el apenas tenía 7 años:
-''Sei, en cuanto a mujeres y filosofía, el hombre jamás sabrá todas las respuestas.''-
Y desde luego, en aquel momento el no sabía qué decirle. El no la consideraba inutil para nada, pero quizás pensaba que no debñia mandarle hacer nada por el shock que había sufrido. Además, su misión era cuidarla, no que ella lo cuidara a el. Se dio la vuelta y oensó alguna excusa para que la chica no se enfadara...
Pero realmente no le apetecía ni lo más mínimo coserse las heridas a si mismo. Por la práctica de los combates, sabía que dolía, y dolía mucho.
Entre resignado y contento, se sentó justo al lado de ella. Le cogió al cabeza sin esperar a que reaccionara y tras desinfectarla, se la vendó. Luego, con un cacho de una camisa y un poco de alcohol le limpió el resto de heridas visibles, aunque para su alivio ninguna era incurable. Tenía rasguños en las manos de las caídas y se las vendó también.
Al cabo de un rato, se apartó ligeramente y contempló satisfecho su precaria obra. No era demasiado sanitario, pero al menos las heridas no se infectarían.
Con un suspiro, la miró a los ojos, como eváluandola, aunque estaba seguro de lo que le iba a pedir. Le colocó aguja e hilo, en la mano derecha y vendas en la izquierda. Tras eso, cogió la botella de cerveza, la destaponó y bebió unos tragos.
Le iba a hacer falta.
Se giró y quedó sentado de espaldas a ella. De nuevo tuvo que disimular una mueca de dolor. Ojalá no tuviera ninguna costilla rota. La miró por encima del hombro y cerró los ojos mientras le sonreía para darle ánimos, a ella y a si mismo..
-Soy todo tuyo, valiente Klein. Comienza a destriparme cuando quieras- mumuró sarcásticamente mientras se giraba de nuevo y daba otro sorbo a la botella.
Ojalá supiera coser. Porque si no, ni todas las botellas de cerveza del mundo le ayudarían.
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Re: Ataque a Transilvania~
Por alguna estúpida razón que escapaba de las leyes sobre la lógica con las que Jaylen le gustaba guiarse por la vida, cuando el chico exorcista la tomó por la cabeza cerró los ojos por inercia. Al sentir el alcohol sobre la herida de su frente no pudo evitar chasquear con la lengua y agarrarse con fuerza su camisa a la altura del estomago. Decidió mantenerse callada, ofreciendo el aspecto de una niña malcriada a quien le habían regañado por primera vez en su vida, o así al menos lo veía ella.
No quiso preguntarse el por qué había reaccionado de manera tan incomprensiva para ella, dado que nunca se había sentido intimidada cuando alguien amenazaba con invadir su espacio personal, así había sido, sobre todo por haber tenido que vivir su padre y sus cuatro hermanos, en una casa tan pequeña, que incluso ella, debía compartir habitación. Era cierto que a él no le conocía y mucho menos iba a pensar en él como si fuera un hermano, ya tenía suficiente con los que le habían tocado. Así que para Jaylen, la respuesta era simple: tenía fiebre, o el golpe en la cabeza la había dejado más aturdida de lo que pensaba.
Al verse con la aguja y el hilo en una mano, intentó evitar sonreír, porque supo que se hubiera visto algo extraño, se limitó a asentir para que supiera que comprendía que era lo que le pedía y se concentró lo que más que pudo, dando gracias que su padre decidiera mandarla a ese internado con monjas. Si se hubieran conocido dos años atrás, el pobre chico debería haberse cosido el mismo las heridas. Jaylen no había nacido con ningún talento que implicara hacer bien las faenas del hogar tales como limpiar, lavar la ropa, los platos, todo el cuidado de la vestimenta de su familia, cocinar. Tampoco se le daba bien la caza, porque aunque fuera buena con el arco, los animales le infundían un extraño respeto que le obligaba a no acabar con sus vidas. Se le daba bien perder tiempo en el bosque, y hacer pequeñas reparaciones en su casa, y también en la de sus vecinos.
Sin embargo esa pequeña habilidad pareció escandalizar a las monjas, que en un intento para cambiar a la chica de Valea Viilor la tuvieron esclavizada durante semanas a hacer todas las tareas para llevar el internado, y entre las cosas que había aprendido, coser era una de ellas. Por lo que cuando se cercioró de que las heridas del chico estuvieran desinfectadas, no tuvo ningún reparo o temor, en empezar a coser primero el corte más grande y profundo que tenía, lo único que le impedía sonreír con cierto orgullo al darse cuenta que no lo estaba haciendo nada mal, era saber que a él le estaría doliendo.
Quiso decirle algo, pero Jaylen no sabía demasiado acerca de sociología, y tampoco creía conocer nada de lo que se pudiera decir para aliviar la tensión y el dolor de un momento como aquel, así que siguió con su tarea hasta terminar de coser todas las heridas que necesitaban de sutura, de tanto en cuando bebiendo algo de agua. Tomó las vendas que había dejado a su izquierda y comenzó a vendar sus heridas.
-Ya casi he terminado Fiù… -Dijo en un susurro, mientras seguía vendándole. –Oye… ¿Es por tu inocencia que tu cuerpo esté a más temperatura? –Preguntó con algo de curiosidad apoyando las manos contra la espalda del chico. –Cualquier persona hubiera muerto del frío yendo como ibas tú… Ah, ya he terminado. Te pido disculpas si te he hecho mucho daño.
No quiso preguntarse el por qué había reaccionado de manera tan incomprensiva para ella, dado que nunca se había sentido intimidada cuando alguien amenazaba con invadir su espacio personal, así había sido, sobre todo por haber tenido que vivir su padre y sus cuatro hermanos, en una casa tan pequeña, que incluso ella, debía compartir habitación. Era cierto que a él no le conocía y mucho menos iba a pensar en él como si fuera un hermano, ya tenía suficiente con los que le habían tocado. Así que para Jaylen, la respuesta era simple: tenía fiebre, o el golpe en la cabeza la había dejado más aturdida de lo que pensaba.
Al verse con la aguja y el hilo en una mano, intentó evitar sonreír, porque supo que se hubiera visto algo extraño, se limitó a asentir para que supiera que comprendía que era lo que le pedía y se concentró lo que más que pudo, dando gracias que su padre decidiera mandarla a ese internado con monjas. Si se hubieran conocido dos años atrás, el pobre chico debería haberse cosido el mismo las heridas. Jaylen no había nacido con ningún talento que implicara hacer bien las faenas del hogar tales como limpiar, lavar la ropa, los platos, todo el cuidado de la vestimenta de su familia, cocinar. Tampoco se le daba bien la caza, porque aunque fuera buena con el arco, los animales le infundían un extraño respeto que le obligaba a no acabar con sus vidas. Se le daba bien perder tiempo en el bosque, y hacer pequeñas reparaciones en su casa, y también en la de sus vecinos.
Sin embargo esa pequeña habilidad pareció escandalizar a las monjas, que en un intento para cambiar a la chica de Valea Viilor la tuvieron esclavizada durante semanas a hacer todas las tareas para llevar el internado, y entre las cosas que había aprendido, coser era una de ellas. Por lo que cuando se cercioró de que las heridas del chico estuvieran desinfectadas, no tuvo ningún reparo o temor, en empezar a coser primero el corte más grande y profundo que tenía, lo único que le impedía sonreír con cierto orgullo al darse cuenta que no lo estaba haciendo nada mal, era saber que a él le estaría doliendo.
Quiso decirle algo, pero Jaylen no sabía demasiado acerca de sociología, y tampoco creía conocer nada de lo que se pudiera decir para aliviar la tensión y el dolor de un momento como aquel, así que siguió con su tarea hasta terminar de coser todas las heridas que necesitaban de sutura, de tanto en cuando bebiendo algo de agua. Tomó las vendas que había dejado a su izquierda y comenzó a vendar sus heridas.
-Ya casi he terminado Fiù… -Dijo en un susurro, mientras seguía vendándole. –Oye… ¿Es por tu inocencia que tu cuerpo esté a más temperatura? –Preguntó con algo de curiosidad apoyando las manos contra la espalda del chico. –Cualquier persona hubiera muerto del frío yendo como ibas tú… Ah, ya he terminado. Te pido disculpas si te he hecho mucho daño.
Invitado
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Re: Ataque a Transilvania~
Se sorprendió gratamente de la habilidad de la chica para coser, y soltó un suspiro de alivio.
Contempló la ventana sumido en silencio mientras ella trabajaba, sin moverse ni un centímetro para no molestarla. En el cristal se reflejaba su rostro y por detras de sus hombros asomaba levemente la cabeza de ella.
Sonrió tristemente. Le recordaba mucho a su hermana. Y sin embargo no lo era. Pero estaba bien así.
Estaba bebiendo un trago cuando ella le colocó suavemente las palmas de las manos en la espalda. Cortó el trago por la impresión. Hacía mucho que nadie lo tocaba así, mucho tiempo sin que nadie se preocupase por el...
–Oye… ¿Es por tu inocencia que tu cuerpo esté a más temperatura? Cualquier persona hubiera muerto del frío yendo como ibas tú… Ah, ya he terminado. Te pido disculpas si te he hecho mucho daño.
Con una sonrisa apuró la botella y la vació. Qué preguntas...
Se giró despacio porque los puntos le tiraban un poco, y se sentó recostado en la pared del vagón. En su interior se dio cuenta de que se había apartado de las manos de ella... y no es que le molestaran precisamente. Pero tenía la espalda llena de cicatrices de peleas... y de latigazos. Cuando había empezado a pelear. había perdido una. Es decir, le había chafado la apuesta a alguien. Y claro.. pasaba lo que pasaba. En realidad los tatuajes de sus hombros tapaban gran parte de las cicatrices más grandes.
Defenderse... por su puesto que se había defendido. Pero hasta el tenía sus puntos débiles...
Inclinó la cabeza para que el pelo le tapara los ojos. No era momento ni lugar para recordar aquello.
-Mi cuerpo... si , creo que lleva así desde que tengo la inocencia. Así que supongo que será debido a eso. Ni siquiera noto cuando hace frío - alzó de nuevo la vista con una media sonrisa.- En vez de unos guantes se diría que tengo estufas. Y muchas gracias por tu ayuda, la verdad es que eres muy buena en esto...ni lo he notado. Deberíamos... brindar por ello- sonriendo más, no quería que la chica notase nada, se levantó y le pasó la botella de agua- Yo brindaré con una botella vacía y tu con agua, haremos lo que nunca se debe hacer. Pero podría caernos una maldición, quien sabe...- y sin más le ofreció la botella de agua a la chica- Tu decides, katze.
Quien sabe... a lo mejor hasta le venía bien una maldición. Dämon probablemente se alegraría, pensó algo más animado.
Contempló la ventana sumido en silencio mientras ella trabajaba, sin moverse ni un centímetro para no molestarla. En el cristal se reflejaba su rostro y por detras de sus hombros asomaba levemente la cabeza de ella.
Sonrió tristemente. Le recordaba mucho a su hermana. Y sin embargo no lo era. Pero estaba bien así.
Estaba bebiendo un trago cuando ella le colocó suavemente las palmas de las manos en la espalda. Cortó el trago por la impresión. Hacía mucho que nadie lo tocaba así, mucho tiempo sin que nadie se preocupase por el...
–Oye… ¿Es por tu inocencia que tu cuerpo esté a más temperatura? Cualquier persona hubiera muerto del frío yendo como ibas tú… Ah, ya he terminado. Te pido disculpas si te he hecho mucho daño.
Con una sonrisa apuró la botella y la vació. Qué preguntas...
Se giró despacio porque los puntos le tiraban un poco, y se sentó recostado en la pared del vagón. En su interior se dio cuenta de que se había apartado de las manos de ella... y no es que le molestaran precisamente. Pero tenía la espalda llena de cicatrices de peleas... y de latigazos. Cuando había empezado a pelear. había perdido una. Es decir, le había chafado la apuesta a alguien. Y claro.. pasaba lo que pasaba. En realidad los tatuajes de sus hombros tapaban gran parte de las cicatrices más grandes.
Defenderse... por su puesto que se había defendido. Pero hasta el tenía sus puntos débiles...
Inclinó la cabeza para que el pelo le tapara los ojos. No era momento ni lugar para recordar aquello.
-Mi cuerpo... si , creo que lleva así desde que tengo la inocencia. Así que supongo que será debido a eso. Ni siquiera noto cuando hace frío - alzó de nuevo la vista con una media sonrisa.- En vez de unos guantes se diría que tengo estufas. Y muchas gracias por tu ayuda, la verdad es que eres muy buena en esto...ni lo he notado. Deberíamos... brindar por ello- sonriendo más, no quería que la chica notase nada, se levantó y le pasó la botella de agua- Yo brindaré con una botella vacía y tu con agua, haremos lo que nunca se debe hacer. Pero podría caernos una maldición, quien sabe...- y sin más le ofreció la botella de agua a la chica- Tu decides, katze.
Quien sabe... a lo mejor hasta le venía bien una maldición. Dämon probablemente se alegraría, pensó algo más animado.
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Re: Ataque a Transilvania~
Si una cosa le habían enseñado también ahí, era que debía dejar pasar las cosas que parecía que la gente quería ocultar o no hablar de sobre ellas.
Una de las compañeras de habitación, también tenía esa teoría, sobre que a veces era mejor no molestar a los demás intentando que hablaran de su pasado, porque al contrario que lo que se solía pensar, no ayudaba a que uno se sintiera mejor. Por eso Jaylen no hizo mención sobre las cicatrices del chico, ni tampoco quiso darle aparente importancia al rato de silencio por parte del chico exorcista.
En el fondo a Jaylen sentía esa situación algo surrealista, en menos de un día, en un par de horas, había vivido cosas que nadie que no fuera uno de esos exorcistas creería si lo contara y estaba segura que esas personas que luchaban contra aquellas máquinas, habrían protagonizado cosas peores.
La chica suspiró observando el fuego, mientras pasaba sus brazos alrededor de sus piernas, pegando las rodillas contra su pecho, con aspecto pensativo. Se había considerado siempre una persona bastante flexible y normalmente aceptaba las cosas sin poner demasiados problemas, pero esa situación simplemente le iba grande.
Al escuchar de nuevo la voz del chico, dejó de observar las llamas y dirigió su vista hacía él, sonrió mientras tomaba la botella de agua y le escuchaba hablar.
-¿Haremos lo que no se debe hacer? –Preguntó observando la botella de agua.
Tenía que admitir que había muchísimas cosas que no sabía. Había crecido en una doctrina católica, en un pueblo cerrado y con una familia que le había criado dentro de una burbuja. Había cosas que simplemente no comprendía.
–Jaja, una maldición… ¿Por brindar con agua y una copa vacía? -Volvió a decir mientras estiraba la mano con la que sujetaba el agua, para chocar la botella contra la del exorcista, sonriendo de oreja a oreja. –Que sea lo que sea, Fiù. –Dijo la chica, mientras daba un trago al agua.
Sus ojos se pusieron una vez más en el fuego, e inconscientemente se encogió de hombros, no le gustaba el sentimiento de incertidumbre al no saber que iba a pasar ahora, y por la extraña idea que se le presentaba ahora, empezaba a estar segura que iba a tener que sacrificar cualquier tipo de sueño que hubiera tenido, para entrar en una lucha de la cual aún no sabía casi nada.
-Fiù, me he dado cuenta de algo. –Comentó, poniéndose de rodillas y acercándose a él. –No te he dicho como me llamo, bueno tu tampoco, supongo que con lo que ha sucedido no es que hayamos tenido ocasión… Lo que quería decir es que me llamo Jaylen Erdély. Pero no tengo ningún problema en que me sigas llamando Klein o Katze.–Dijo mientras sonreía de oreja a oreja.
Una de las compañeras de habitación, también tenía esa teoría, sobre que a veces era mejor no molestar a los demás intentando que hablaran de su pasado, porque al contrario que lo que se solía pensar, no ayudaba a que uno se sintiera mejor. Por eso Jaylen no hizo mención sobre las cicatrices del chico, ni tampoco quiso darle aparente importancia al rato de silencio por parte del chico exorcista.
En el fondo a Jaylen sentía esa situación algo surrealista, en menos de un día, en un par de horas, había vivido cosas que nadie que no fuera uno de esos exorcistas creería si lo contara y estaba segura que esas personas que luchaban contra aquellas máquinas, habrían protagonizado cosas peores.
La chica suspiró observando el fuego, mientras pasaba sus brazos alrededor de sus piernas, pegando las rodillas contra su pecho, con aspecto pensativo. Se había considerado siempre una persona bastante flexible y normalmente aceptaba las cosas sin poner demasiados problemas, pero esa situación simplemente le iba grande.
Al escuchar de nuevo la voz del chico, dejó de observar las llamas y dirigió su vista hacía él, sonrió mientras tomaba la botella de agua y le escuchaba hablar.
-¿Haremos lo que no se debe hacer? –Preguntó observando la botella de agua.
Tenía que admitir que había muchísimas cosas que no sabía. Había crecido en una doctrina católica, en un pueblo cerrado y con una familia que le había criado dentro de una burbuja. Había cosas que simplemente no comprendía.
–Jaja, una maldición… ¿Por brindar con agua y una copa vacía? -Volvió a decir mientras estiraba la mano con la que sujetaba el agua, para chocar la botella contra la del exorcista, sonriendo de oreja a oreja. –Que sea lo que sea, Fiù. –Dijo la chica, mientras daba un trago al agua.
Sus ojos se pusieron una vez más en el fuego, e inconscientemente se encogió de hombros, no le gustaba el sentimiento de incertidumbre al no saber que iba a pasar ahora, y por la extraña idea que se le presentaba ahora, empezaba a estar segura que iba a tener que sacrificar cualquier tipo de sueño que hubiera tenido, para entrar en una lucha de la cual aún no sabía casi nada.
-Fiù, me he dado cuenta de algo. –Comentó, poniéndose de rodillas y acercándose a él. –No te he dicho como me llamo, bueno tu tampoco, supongo que con lo que ha sucedido no es que hayamos tenido ocasión… Lo que quería decir es que me llamo Jaylen Erdély. Pero no tengo ningún problema en que me sigas llamando Klein o Katze.–Dijo mientras sonreía de oreja a oreja.
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Re: Ataque a Transilvania~
La contempló mientras bebía y poco a poco, los sucesos del día fueron quedando un poco apagados. Al menos ella estaba bien. Y era fuerte.
Cuando escuchó todo lo que le dijo, su sonrisa creció en proporción a la de ella. El tambien pensaba que era un buen momento para las presentaciones... aunque se había sentido muy a gusto sin necesidad de nombres y ni siquiera le había dado importancia.
-Jaylen...- paladeó el nombre suavemente, con el melódico acento del húngaro gravado en el. Era un nombre muy bonito. Y a ella le sentaba bien.
Le iba a decir el suyo y de pronto se quedó callado. Qué nombre debía darle? El era... diferente a ella. No tenía un solo nombre, no era tan simple...
Sin alzar la mirada del fuegfo, lanzó un tronco que removió las llamas y hizo que brillantes trozos de ceniza alzaran el vuelo y se acercaran... a Sei. Sombríamente los apartó de un manotazo.
-En estos momentos soy... Sei Neverleid, pero mi nombre completo es Sei Van Diestrauss Neverleid... aunque no siempre. Pero ya lo entenderás con el tiempo. -y le guiñó un ojo. Miró el cielo y luego posó su vista de nuevo en el vagón.- Lo mejor sería que durmiésemos. Tienes que estar agotada- lo dijo como recriminación para si mismo. Debería haberse dado cuenta antes - Mañana será otro día. - Y aún queda mucho por hacer contigo, pensó con respecto a la chica. Tenía que enseñarle algunas cosas básicas sobre el control de la inocencia.
Con estos pensamientos, se tumbó de espaldas sobre una manta y le dejó a ella un asiento alargado para que estuviera más cómoda. El estómago le rugía pero lo ignoró. Estaba más cansado de lo que en un principio le había parecido. Cerró los ojos sumiéndose en la intranquilidad poco reparadora del sueño vigilante en el que pasaría la noche pero... al menos descansaría un poco.
-Gütten Naght klein Jaylen, si tienes miedo... tan solo despiértame.-. Y con un suspiro se durmió.
Cuando escuchó todo lo que le dijo, su sonrisa creció en proporción a la de ella. El tambien pensaba que era un buen momento para las presentaciones... aunque se había sentido muy a gusto sin necesidad de nombres y ni siquiera le había dado importancia.
-Jaylen...- paladeó el nombre suavemente, con el melódico acento del húngaro gravado en el. Era un nombre muy bonito. Y a ella le sentaba bien.
Le iba a decir el suyo y de pronto se quedó callado. Qué nombre debía darle? El era... diferente a ella. No tenía un solo nombre, no era tan simple...
Sin alzar la mirada del fuegfo, lanzó un tronco que removió las llamas y hizo que brillantes trozos de ceniza alzaran el vuelo y se acercaran... a Sei. Sombríamente los apartó de un manotazo.
-En estos momentos soy... Sei Neverleid, pero mi nombre completo es Sei Van Diestrauss Neverleid... aunque no siempre. Pero ya lo entenderás con el tiempo. -y le guiñó un ojo. Miró el cielo y luego posó su vista de nuevo en el vagón.- Lo mejor sería que durmiésemos. Tienes que estar agotada- lo dijo como recriminación para si mismo. Debería haberse dado cuenta antes - Mañana será otro día. - Y aún queda mucho por hacer contigo, pensó con respecto a la chica. Tenía que enseñarle algunas cosas básicas sobre el control de la inocencia.
Con estos pensamientos, se tumbó de espaldas sobre una manta y le dejó a ella un asiento alargado para que estuviera más cómoda. El estómago le rugía pero lo ignoró. Estaba más cansado de lo que en un principio le había parecido. Cerró los ojos sumiéndose en la intranquilidad poco reparadora del sueño vigilante en el que pasaría la noche pero... al menos descansaría un poco.
-Gütten Naght klein Jaylen, si tienes miedo... tan solo despiértame.-. Y con un suspiro se durmió.
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Re: Ataque a Transilvania~
-En estos momentos soy... Sei Neverleid, pero mi nombre completo es Sei Van Diestrauss Neverleid... aunque no siempre. Pero ya lo entenderás con el tiempo. –La chica sonrió automáticamente cuando le guiñó el ojo, aunque volvió a observar las llamas de aquella hoguera improvisada ahogándose que algo podía intuir referente al tema que guardaban las palabras dichas por el chico exorcista.
- Lo mejor sería que durmiésemos. Tienes que estar agotada- Jaylen se encogió de hombros, había intentado no parecer muy cansada, pero tenía que admitir que estaba muy cansada, posiblemente por ello no era capaz de pensar con mayor claridad mental… - Mañana será otro día.
Sonrió, ante aquellas palabras, una sonrisa más apagada de lo que le hubiera gustado mostrar. Era consciente de que pronto volvería a salir el sol, anunciando otro día… El primer día de su nueva vida… La preocupación le hacía olvidarse del hambre que tenía.
-Que descanses Fiù. –Fue lo único que se dejó decir en ese rato.
Prácticamente se dejó caer, en el lugar que Sei le había dejado para poder dormir, cubriéndose con otra de las mantas para resguardarse del frío, observó al chico una vez más, antes de cerrar los ojos y quedarse dormida prácticamente al segundo de haber dejado caer sus párpados.
Cuando volvió a abrirlos, producto más que de una pesadilla si no por la sensación de que pudiera ocurrirles algo en cualquier momento mientras dormían, el fuego había empezado a menguar, se estaba apagando poco a poco frente a su mirada cansada. Por mucho que supiera que era lo que les atacaba, tenía miedo. El miedo por no saber qué era lo que iba a ocurrir, saber que podían atacarles en cualquier momento, la sensación exagerada de creer que podía aparecer una de esas maquinas, o de que les observaban.
Le hubiera gustado que hubiera ya amanecido, la luz del sol le daba una falsa sensación de protección, supuso que era por el hecho de que al menos ya no estaba sumida en las sombras, donde les era más fácil esconderse cualquier cosa que les acechara. Cerró los ojos con fuerza, enfadada con ella por el hecho de sentirse tan acobardada ahora.
Nunca antes había sentido un miedo así, se consideraba una persona lógica e inteligente. Nunca antes se había asustado, aunque debía admitir que nunca antes se había encontrado en una situación parecía, así que se permitió estar así durante unas horas, antes de volver a afrontar el nuevo día que estaba por venir, con esa extraña fuerza (abrazada a la lógica) que le caracterizaba.
Bajó de donde estaba, sintiéndose algo avergonzada por el hecho de tener ya cierta edad y tener miedo de un monstruo, se recordaba a sí misma como una niña pequeña temiendo a los seres que vivían bajo su cama o dentro de su armario. Aún cubierta con la manta a causa del frío, dado que Jaylen era bastante friolera, llegó hasta donde se encontraba el chico exorcista, tomándole la mano, antes de volver a cerrar los ojos y quedarse dormida, solo que esa vez, sintiéndose algo más tranquila.
- Lo mejor sería que durmiésemos. Tienes que estar agotada- Jaylen se encogió de hombros, había intentado no parecer muy cansada, pero tenía que admitir que estaba muy cansada, posiblemente por ello no era capaz de pensar con mayor claridad mental… - Mañana será otro día.
Sonrió, ante aquellas palabras, una sonrisa más apagada de lo que le hubiera gustado mostrar. Era consciente de que pronto volvería a salir el sol, anunciando otro día… El primer día de su nueva vida… La preocupación le hacía olvidarse del hambre que tenía.
-Que descanses Fiù. –Fue lo único que se dejó decir en ese rato.
Prácticamente se dejó caer, en el lugar que Sei le había dejado para poder dormir, cubriéndose con otra de las mantas para resguardarse del frío, observó al chico una vez más, antes de cerrar los ojos y quedarse dormida prácticamente al segundo de haber dejado caer sus párpados.
Cuando volvió a abrirlos, producto más que de una pesadilla si no por la sensación de que pudiera ocurrirles algo en cualquier momento mientras dormían, el fuego había empezado a menguar, se estaba apagando poco a poco frente a su mirada cansada. Por mucho que supiera que era lo que les atacaba, tenía miedo. El miedo por no saber qué era lo que iba a ocurrir, saber que podían atacarles en cualquier momento, la sensación exagerada de creer que podía aparecer una de esas maquinas, o de que les observaban.
Le hubiera gustado que hubiera ya amanecido, la luz del sol le daba una falsa sensación de protección, supuso que era por el hecho de que al menos ya no estaba sumida en las sombras, donde les era más fácil esconderse cualquier cosa que les acechara. Cerró los ojos con fuerza, enfadada con ella por el hecho de sentirse tan acobardada ahora.
Nunca antes había sentido un miedo así, se consideraba una persona lógica e inteligente. Nunca antes se había asustado, aunque debía admitir que nunca antes se había encontrado en una situación parecía, así que se permitió estar así durante unas horas, antes de volver a afrontar el nuevo día que estaba por venir, con esa extraña fuerza (abrazada a la lógica) que le caracterizaba.
Bajó de donde estaba, sintiéndose algo avergonzada por el hecho de tener ya cierta edad y tener miedo de un monstruo, se recordaba a sí misma como una niña pequeña temiendo a los seres que vivían bajo su cama o dentro de su armario. Aún cubierta con la manta a causa del frío, dado que Jaylen era bastante friolera, llegó hasta donde se encontraba el chico exorcista, tomándole la mano, antes de volver a cerrar los ojos y quedarse dormida, solo que esa vez, sintiéndose algo más tranquila.
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Re: Ataque a Transilvania~
Cuando sintió la pequeña mano de la chica cerrándose en torno a la suya no se sorprendió. Se había dado cuenta de que estaba nerviosa y le costo no levantarse e ir a reconfortarla. Pero era mejor que ella hubiese venido, así no se sentiría tan mal como cuando el la trataba como una niña.
Moviéndose apenas, observó el fuego que estaba casi consumido, y deseó que hiciera un poco más de calor, para que ella no se enfriara. Al parecer, el fuego tenía mente propia, porque de pronto un pequeño carbón brilló mucho y volvió a prender, con lo que en pocos minutos, una pequeña pero firme hoguera calentaba el vagón de nuevo.
Quedarían unas 3 horas para el amanecer, así que seguiría intentando dormir.
Sonrió sin poder evitarlo. Quizás ahora dormiría mejor. Y mientras cerraba los ojos, no se dio cuenta de que le había dado un suave apretón a la mano de ella.
Moviéndose apenas, observó el fuego que estaba casi consumido, y deseó que hiciera un poco más de calor, para que ella no se enfriara. Al parecer, el fuego tenía mente propia, porque de pronto un pequeño carbón brilló mucho y volvió a prender, con lo que en pocos minutos, una pequeña pero firme hoguera calentaba el vagón de nuevo.
Quedarían unas 3 horas para el amanecer, así que seguiría intentando dormir.
Sonrió sin poder evitarlo. Quizás ahora dormiría mejor. Y mientras cerraba los ojos, no se dio cuenta de que le había dado un suave apretón a la mano de ella.
Invitado
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Re: Ataque a Transilvania~
Sus ojos se abrieron de par en par, cuando entre la oscuridad de sus sueños apareció la visión del rostro de la chica que había intentado escapar con ella del vagón y que había perecido en el intento. La expresión de pánico de su rostro, seguido por esas manchas con forma de estrella negra, hicieron que una vez más la mirada de la muchacha cambiara, tornándose una mueca de horror, miedo y por encima de todo odio. La miró como si la culpa fuera de ella misma, Jaylen, por no haber sido capaz de ayudarla.
Quedó sentada, al levantarse de manera algo brusca, soltó automáticamente la mano del chico, para tallarse con fuerza los ojos, limpiándose con extrema dureza las lágrimas que se habían atrevido a asomar cuando dormía. Dejó que los tenues rayos de sol le dieran en la cara, sin tan siquiera molestarse en cerrar los ojos. Se había exigido comportarse como la situación y su edad le exigían, así que ya se habían terminado las lágrimas inútiles que de nada iban a servir.
Se puso de pie, mientras tomaba con fuerza la cadena que sujetaba el abanico a su cinto, que era un rosario, y lo ató alrededor de su muñeca. Observó a su alrededor en silencio, en aquel tren debía haber comida, estaban en uno de los vagones menos dañado, en la parte más posterior, cerca de donde se encontraban los de primera clase. Se giró hacía el chico exorcista, no era muy responsable dejarle solo…
-… -Jaylen se encogió de hombros, sin duda de los dos, él era el más apto para asegurar que podía cuidarse él solo, ya la regañaría después si eso, por haberse marchado.
Sentía su cuerpo maltrecho, y aunque hubiera descansado, sentía leves temblores, sin duda provocados por las heridas, y el agotamiento que aún llevaban sus músculos al haber forzado sus movimientos el día anterior.
Parecía surrealista el modo en que habían aguantado todo sin caer inconscientes, primero el accidente en el tren, los primeros Akuma… las caídas, los porrazos contra la pared… ¡Y esa bendita ventana! Había llegado a la conclusión de que iba a tener que entrenar mucho si quería serle útil a alguien.
Como bien supuso, en los vagones de primera clase había lugares específicos donde se almacenaba comida, y además se preparaba. Al no querer perder tiempo, usó uno de los cajones que encontró en el vagón y lo llenó en su mayoría de fruta, cajas que parecían contener dulces y algunas botellas de leche y agua que habían sobrevivido, y volvió de camino al vagón donde se encontraba el chico.
Se sentó en el lugar que atravesaron la noche anterior para poder entrar en el vagón, sus grandes orbes azules miraban expectantes la destruida ciudad bajo la luz del día, se veía incluso peor que en medio de la oscuridad que ofrecida la noche.
Tomó una de las botellas de leche y empezó a beber intentando mantenerse en silencio y con la mente despejada, lo cual al menos resultaba más fácil esa mañana, dado que parecía sentirse mejor del golpe que se había hecho en la cabeza. Aunque en lo único que no podía dejar de pensar, era en que haría ahora. Le había prometido a Sei que le seguiría pero… ¿A dónde? ¿Por qué? ¿Y durante cuánto tiempo…?
Aunque visto lo visto, Jaylen tenía la ligera idea que, ser un exorcista, como aquel chico, solo le decía que no tendría una larga esperanza de vida. Al pensar en ello, sus ojos quedaron clavados en los anillos que portaba en el dedo anular de su mano izquierda. Ya no podía tener miedo de encontrarse con esas criaturas, el único miedo si a caso se permitiría sentir, era el de no poder proteger a los inocentes que no podrían defenderse por sí mismos. Aunque no los conozca, pensó, mientras dejaba escapar un suspiro, y mordisqueaba una manzana.
Fue entonces cuando sus ojos captaron movimiento, su cuerpo se puso en tensión una vez más, mientras que tomaba con fuerza su abanico… ¿Había más? Los movimientos que había percibido no se parecían a los primeros Akuma que había visto pero nunca se sabía, como les había demostrado la maquina que usaba las sombras para atacar.
-Fiù… -Dijo, intentando no gritar, pero usando un tono lo suficientemente fuerte para que la escuchara. -¿Vino alguien más contigo, a parte del otro chico desaparecido? –Preguntó, sin dejar de bajar la guardia, por un momento, le había parecido ver una figura humana, pero quien sabía… Sin duda ahora ella, era quien menos sabía de ese mundo.
Quedó sentada, al levantarse de manera algo brusca, soltó automáticamente la mano del chico, para tallarse con fuerza los ojos, limpiándose con extrema dureza las lágrimas que se habían atrevido a asomar cuando dormía. Dejó que los tenues rayos de sol le dieran en la cara, sin tan siquiera molestarse en cerrar los ojos. Se había exigido comportarse como la situación y su edad le exigían, así que ya se habían terminado las lágrimas inútiles que de nada iban a servir.
Se puso de pie, mientras tomaba con fuerza la cadena que sujetaba el abanico a su cinto, que era un rosario, y lo ató alrededor de su muñeca. Observó a su alrededor en silencio, en aquel tren debía haber comida, estaban en uno de los vagones menos dañado, en la parte más posterior, cerca de donde se encontraban los de primera clase. Se giró hacía el chico exorcista, no era muy responsable dejarle solo…
-… -Jaylen se encogió de hombros, sin duda de los dos, él era el más apto para asegurar que podía cuidarse él solo, ya la regañaría después si eso, por haberse marchado.
Sentía su cuerpo maltrecho, y aunque hubiera descansado, sentía leves temblores, sin duda provocados por las heridas, y el agotamiento que aún llevaban sus músculos al haber forzado sus movimientos el día anterior.
Parecía surrealista el modo en que habían aguantado todo sin caer inconscientes, primero el accidente en el tren, los primeros Akuma… las caídas, los porrazos contra la pared… ¡Y esa bendita ventana! Había llegado a la conclusión de que iba a tener que entrenar mucho si quería serle útil a alguien.
Como bien supuso, en los vagones de primera clase había lugares específicos donde se almacenaba comida, y además se preparaba. Al no querer perder tiempo, usó uno de los cajones que encontró en el vagón y lo llenó en su mayoría de fruta, cajas que parecían contener dulces y algunas botellas de leche y agua que habían sobrevivido, y volvió de camino al vagón donde se encontraba el chico.
Se sentó en el lugar que atravesaron la noche anterior para poder entrar en el vagón, sus grandes orbes azules miraban expectantes la destruida ciudad bajo la luz del día, se veía incluso peor que en medio de la oscuridad que ofrecida la noche.
Tomó una de las botellas de leche y empezó a beber intentando mantenerse en silencio y con la mente despejada, lo cual al menos resultaba más fácil esa mañana, dado que parecía sentirse mejor del golpe que se había hecho en la cabeza. Aunque en lo único que no podía dejar de pensar, era en que haría ahora. Le había prometido a Sei que le seguiría pero… ¿A dónde? ¿Por qué? ¿Y durante cuánto tiempo…?
Aunque visto lo visto, Jaylen tenía la ligera idea que, ser un exorcista, como aquel chico, solo le decía que no tendría una larga esperanza de vida. Al pensar en ello, sus ojos quedaron clavados en los anillos que portaba en el dedo anular de su mano izquierda. Ya no podía tener miedo de encontrarse con esas criaturas, el único miedo si a caso se permitiría sentir, era el de no poder proteger a los inocentes que no podrían defenderse por sí mismos. Aunque no los conozca, pensó, mientras dejaba escapar un suspiro, y mordisqueaba una manzana.
Fue entonces cuando sus ojos captaron movimiento, su cuerpo se puso en tensión una vez más, mientras que tomaba con fuerza su abanico… ¿Había más? Los movimientos que había percibido no se parecían a los primeros Akuma que había visto pero nunca se sabía, como les había demostrado la maquina que usaba las sombras para atacar.
-Fiù… -Dijo, intentando no gritar, pero usando un tono lo suficientemente fuerte para que la escuchara. -¿Vino alguien más contigo, a parte del otro chico desaparecido? –Preguntó, sin dejar de bajar la guardia, por un momento, le había parecido ver una figura humana, pero quien sabía… Sin duda ahora ella, era quien menos sabía de ese mundo.
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Re: Ataque a Transilvania~
Las pesadillas se sucedían, como siempre, en medio de luchas, fuego y sangre. A veces dudaba de si realmente provenía del mismísimo infierno...
Cuando ella hizo el primer movimiento, hacía horas que estaba despierto. Mejor una fría vigilia que cálidas pesadillas...
No hizo movimiento alguno, se limitó a observar los movimientos de Jaylen con los ojos entrecerrados, manteniendo su respiración constante. La vio salir del vagón y tuvo que contenerse para no seguirla, no debía andar por ahí fuera sola... pero tampoco era una niñera. Quizás la estaba sobreprotegiendo. Agh.
Mientras la oía rebuscar entre los alimentos, el golem volvió repentinamente y se posó en su oreja. Una voz suave le habló al oído, sin duda un buscador, informándole de que irían a recogerlos por la mañana.
Se estiró sintiéndose ligeramente más relajado Quedaba menos para poder regresas y dejarla a salvo en la Orden. Pero antes debía entrenarla. Recordaba todo lo que había aprendido de Socalo y supuso que debía intentar hacer algo más para ella.
Mandó al golem con un aviso de que mejor acudieran al vagón al atardecer y se giró justo cuando ella volvía al vagón.
Su estómago rugió como protesta al reconocer los olores de la comida que ella había encontrado. Definitivamente había hecho un buen trabajo. Pero entonces algo interrumpió sus vagamente contentos pensamientos.
Un crujido y un leve rumor de pisadas. Estupendo. Y el ni siquiera había desayunado.
-Fiù… -Dijo ella, intentando no gritar, pero usando un tono lo suficientemente fuerte para que la escuchara. - ¿Vino alguien más contigo, a parte del otro chico desaparecido?- Le pareció confusa y asutada pero a la vez alerta. Aquello estaba bien
Se levantó suavemente, cada movimiento calculado. Le puso una mano en la cabeza a Jaylen y con la mirada le indicó que se quedase atrás un momento.
Luego se acercó en dos zancadas a la destartalada puerta del vagón y se cruzó de brazos.
-Parece que tenemos invitados. Si tienes hambre, tan solo ven a sentarte con nosotros - dijo fríamente- eso si, espero que te guste la comida muy caliente.- Mientras pronunciaba las últimas palabras, su cuerpo comenzó a impacientarse y una macabra sonrisa se extendió en su rostro.
Una buena pelea para empezar el día en ayunas. Qué más se podía pedir? Quizás desayunase akuma tostado, o a la parrilla...
Aunque la figura parecía humana. Esperó a que se adelantase. Si era un ladrón también podía desahogarse un poco. Al menos que fuese alguien fuerte. Tampoco era un deseo tan difícil de cumplir, no?
Cuando ella hizo el primer movimiento, hacía horas que estaba despierto. Mejor una fría vigilia que cálidas pesadillas...
No hizo movimiento alguno, se limitó a observar los movimientos de Jaylen con los ojos entrecerrados, manteniendo su respiración constante. La vio salir del vagón y tuvo que contenerse para no seguirla, no debía andar por ahí fuera sola... pero tampoco era una niñera. Quizás la estaba sobreprotegiendo. Agh.
Mientras la oía rebuscar entre los alimentos, el golem volvió repentinamente y se posó en su oreja. Una voz suave le habló al oído, sin duda un buscador, informándole de que irían a recogerlos por la mañana.
Se estiró sintiéndose ligeramente más relajado Quedaba menos para poder regresas y dejarla a salvo en la Orden. Pero antes debía entrenarla. Recordaba todo lo que había aprendido de Socalo y supuso que debía intentar hacer algo más para ella.
Mandó al golem con un aviso de que mejor acudieran al vagón al atardecer y se giró justo cuando ella volvía al vagón.
Su estómago rugió como protesta al reconocer los olores de la comida que ella había encontrado. Definitivamente había hecho un buen trabajo. Pero entonces algo interrumpió sus vagamente contentos pensamientos.
Un crujido y un leve rumor de pisadas. Estupendo. Y el ni siquiera había desayunado.
-Fiù… -Dijo ella, intentando no gritar, pero usando un tono lo suficientemente fuerte para que la escuchara. - ¿Vino alguien más contigo, a parte del otro chico desaparecido?- Le pareció confusa y asutada pero a la vez alerta. Aquello estaba bien
Se levantó suavemente, cada movimiento calculado. Le puso una mano en la cabeza a Jaylen y con la mirada le indicó que se quedase atrás un momento.
Luego se acercó en dos zancadas a la destartalada puerta del vagón y se cruzó de brazos.
-Parece que tenemos invitados. Si tienes hambre, tan solo ven a sentarte con nosotros - dijo fríamente- eso si, espero que te guste la comida muy caliente.- Mientras pronunciaba las últimas palabras, su cuerpo comenzó a impacientarse y una macabra sonrisa se extendió en su rostro.
Una buena pelea para empezar el día en ayunas. Qué más se podía pedir? Quizás desayunase akuma tostado, o a la parrilla...
Aunque la figura parecía humana. Esperó a que se adelantase. Si era un ladrón también podía desahogarse un poco. Al menos que fuese alguien fuerte. Tampoco era un deseo tan difícil de cumplir, no?
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Re: Ataque a Transilvania~
Jaylen se quedó atrás como le había dicho el chico exorcista, cerrando un poco los ojos, cuando le puso la mano en la cabeza, sintió un ligero dolor punzante, quizás porque la herida de la frente seguía causándole pequeños estragos.
-Parece que tenemos invitados. Si tienes hambre, tan solo ven a sentarte con nosotros – Arqueó una ceja al escuchar las palabras de Sei… sin saber muy bien como tenía que tomarse eso, era bastante mala intentando captar la ironía u otros tonos de voz en las palabras de las personas, quizás por sus gestos podría haber advertido algo, pero… otra vez, se sentía perdida, parecía que seguía arrastrando cansancio, o quizás solo era que no estaba prestando la atención que debía- eso sí, espero que te guste la comida muy caliente.-
Jaylen sonrió ante lo ciega que podía ser a veces o más bien sorda cuando se trataba de escuchar en profundidad a las personas. Decidió asomarse un poco para poder ver quien era la persona a la que el chico exorcista pensaba cocinar. Pudo vislumbrar una figura humana, por la expresión de su cara, pudo ver que no era muy amistosa.
-Legyen Élelmes, és hogy mi van Mindener a fogja Nem bántani. [rumano –están en Rumania XDDD-: Si eres inteligente, danos todo lo que tienes si no quieres salir mal-] –Dijo el que se había dejado ver.
Para Jaylen le resultó obvio que si hablaba en plural era que había más como ellos… De todas las personas que había en la ciudad… ¿Sólo habían sobrevivido los más idiotas? La chica carraspeó molesta, mientras cogía con fuerza el abanico, y observaba desde el lugar en el que estaba como varias personas más se dejaban ver.
Cerró los ojos intentando concentrarse, pero podía sentir dentro de ella, algo parecido a la ira, ante esa situación, no era posible… Se sentía mal por pensarlo pero hubiera preferido que hubieran muerto todos antes que personas como aquellas hubieran sobrevivido… ¿Estaba mal pensar eso? ¿Era incorrecto querer golpearles hasta no dejarles un hueso sano en el cuerpo?
Dejó la botella de leche en el suelo, y observó al chico que estaba unos pasos más adelante que ella.
-Son vándalos. –Comentó en un susurro. –No sé si sabes rumano, pero acaban de pedirnos que les demos todo si no queremos salir mal, o algo así… A parte de esté creo que he visto a cuatro más. –Fue lo único que dijo, manteniéndose en el lugar que le había dicho. Había decidido que por el bien de ella y lo que hasta ahora creía que tenía por ideales y otros pensamientos impuestos, lo mejor en ese momento, era mantenerse fuera de eso. No quería perder la calma, por algo así… por humanos como esos no.
-Parece que tenemos invitados. Si tienes hambre, tan solo ven a sentarte con nosotros – Arqueó una ceja al escuchar las palabras de Sei… sin saber muy bien como tenía que tomarse eso, era bastante mala intentando captar la ironía u otros tonos de voz en las palabras de las personas, quizás por sus gestos podría haber advertido algo, pero… otra vez, se sentía perdida, parecía que seguía arrastrando cansancio, o quizás solo era que no estaba prestando la atención que debía- eso sí, espero que te guste la comida muy caliente.-
Jaylen sonrió ante lo ciega que podía ser a veces o más bien sorda cuando se trataba de escuchar en profundidad a las personas. Decidió asomarse un poco para poder ver quien era la persona a la que el chico exorcista pensaba cocinar. Pudo vislumbrar una figura humana, por la expresión de su cara, pudo ver que no era muy amistosa.
-Legyen Élelmes, és hogy mi van Mindener a fogja Nem bántani. [rumano –están en Rumania XDDD-: Si eres inteligente, danos todo lo que tienes si no quieres salir mal-] –Dijo el que se había dejado ver.
Para Jaylen le resultó obvio que si hablaba en plural era que había más como ellos… De todas las personas que había en la ciudad… ¿Sólo habían sobrevivido los más idiotas? La chica carraspeó molesta, mientras cogía con fuerza el abanico, y observaba desde el lugar en el que estaba como varias personas más se dejaban ver.
Cerró los ojos intentando concentrarse, pero podía sentir dentro de ella, algo parecido a la ira, ante esa situación, no era posible… Se sentía mal por pensarlo pero hubiera preferido que hubieran muerto todos antes que personas como aquellas hubieran sobrevivido… ¿Estaba mal pensar eso? ¿Era incorrecto querer golpearles hasta no dejarles un hueso sano en el cuerpo?
Dejó la botella de leche en el suelo, y observó al chico que estaba unos pasos más adelante que ella.
-Son vándalos. –Comentó en un susurro. –No sé si sabes rumano, pero acaban de pedirnos que les demos todo si no queremos salir mal, o algo así… A parte de esté creo que he visto a cuatro más. –Fue lo único que dijo, manteniéndose en el lugar que le había dicho. Había decidido que por el bien de ella y lo que hasta ahora creía que tenía por ideales y otros pensamientos impuestos, lo mejor en ese momento, era mantenerse fuera de eso. No quería perder la calma, por algo así… por humanos como esos no.
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Re: Ataque a Transilvania~
Contempló a Jaylen mientras miraba decidida a los ladrones. Si entendía algo de rumano, pero no tenía porqué decírselo a ella. A fin de cuentas, probablemente lo hablaba mucho mejor que el.
Observó de nuevo a los ladrones, y se dio cuenta de que el tercero de ellos, que permanecía entre las sombras, tenía algo raro. Su cabeza no necesitó demasiado para comprender el qué.
Miró de nuevo a Jaylen y a los ladrones, incluyendo al tercero en discordia, y de pronto se le ocurrió una idea.
Lentamente, se dirigió de nuevo al sofá y se sentó con toda la calma. Con una vaga sonirsa en la cara, señaló a los asombrados ladrones con un dedo y miró a la chica a los ojos.
-Te propongo un juego. Se trata de buscar el premio. Uno de ellos 5, no es quein parece ser. Mientras te libras de ellos, dime cuál es. Creo que si no lo encuentras resistirás como mucho.... 3 minutos. Y no es necesario que uses la inocencia directamente sobre los 4 restantes. Solo sobre el que haga falta... - el brillo de sus ojos se tornó un tanto peligroso- Procura no equivocarte, te juegas algo más que unos cuantos golpes. No te ayudaré esta vez. Tenlo claro pequeña.
Se estiró sobre el sofá y cruzó los brazos detrás de la nuca. Se estaba sintiendo cruel. Le costaba decir cada palabra. Pero la realidad era aquella. Y tenía que afrontarla.
-Pero no debes preocuparte demasiado. A fin de cuentas morir no debe ser tan malo. Ala, comienza cuando quieras.- le dijo mientras le guiñaba un ojo.
Quizás no era un método demasiado correcto o piadoso. Pero era necesario. La vida era un juego a muerte y ella tenía que jugar quisiera o no, por desgracia. No le podía decir que el la salvaría si no era capaz de defenderse. No le debía señalar cual era el akuma. El no estaría siempre con ella. Y ella debía aprender a manejar la inconecia y a detectar a esos seres. Y cuanto antes lo hiciera mejor.
Pasase lo que pasase, el confiaba en ella. Y estaba allí con ella y siempre que pudiera lo estaría, para ayudarla. Pero no debía decirle nada, porque si no ella jamás sabría defenderse sola. Y es sabido que el ser humano reacciona de forma espectacular cuando está bajo presión.
Se preguntó si ella se enfadaría mucho con el.
Observó de nuevo a los ladrones, y se dio cuenta de que el tercero de ellos, que permanecía entre las sombras, tenía algo raro. Su cabeza no necesitó demasiado para comprender el qué.
Miró de nuevo a Jaylen y a los ladrones, incluyendo al tercero en discordia, y de pronto se le ocurrió una idea.
Lentamente, se dirigió de nuevo al sofá y se sentó con toda la calma. Con una vaga sonirsa en la cara, señaló a los asombrados ladrones con un dedo y miró a la chica a los ojos.
-Te propongo un juego. Se trata de buscar el premio. Uno de ellos 5, no es quein parece ser. Mientras te libras de ellos, dime cuál es. Creo que si no lo encuentras resistirás como mucho.... 3 minutos. Y no es necesario que uses la inocencia directamente sobre los 4 restantes. Solo sobre el que haga falta... - el brillo de sus ojos se tornó un tanto peligroso- Procura no equivocarte, te juegas algo más que unos cuantos golpes. No te ayudaré esta vez. Tenlo claro pequeña.
Se estiró sobre el sofá y cruzó los brazos detrás de la nuca. Se estaba sintiendo cruel. Le costaba decir cada palabra. Pero la realidad era aquella. Y tenía que afrontarla.
-Pero no debes preocuparte demasiado. A fin de cuentas morir no debe ser tan malo. Ala, comienza cuando quieras.- le dijo mientras le guiñaba un ojo.
Quizás no era un método demasiado correcto o piadoso. Pero era necesario. La vida era un juego a muerte y ella tenía que jugar quisiera o no, por desgracia. No le podía decir que el la salvaría si no era capaz de defenderse. No le debía señalar cual era el akuma. El no estaría siempre con ella. Y ella debía aprender a manejar la inconecia y a detectar a esos seres. Y cuanto antes lo hiciera mejor.
Pasase lo que pasase, el confiaba en ella. Y estaba allí con ella y siempre que pudiera lo estaría, para ayudarla. Pero no debía decirle nada, porque si no ella jamás sabría defenderse sola. Y es sabido que el ser humano reacciona de forma espectacular cuando está bajo presión.
Se preguntó si ella se enfadaría mucho con el.
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Re: Ataque a Transilvania~
La expresión de Jaylen, no tuvo cambio alguno, aunque durante una fracción de segundo se hubiera quedado pasmada ante las palabras del exorcista… Dio media vuelta, mientras se ajustaba las vendas de su brazo herido. ¿Pero qué demonios…? ¿Qué tan alto concepto tenía aquel chico de los residentes de los bosques de Transilvania?... Pretender que pudiera contra cinco vándalos que hacían, algunos, el doble que ella y además parecía ser que uno de ellos no era lo que parecíaser.
Carraspeó, y creyó que esa era, suficiente signo de molestia ante esa situación. Volvió a tomar la botella de leche… ¿Qué iba hacer ahora?
-A mi morir no me da miedo. Tenerlo no haría más que ofender los ideales en los que creo, eso sí, si llegara a ocurrir, supongo que cuidarías de Whistle. –Dijo mirando de reojo al abanico, no sabía muy bien porque lo había llamado así, quizás porque para activar la inocencia siempre lo había hecho silbando.
Se encogió de hombros mientras saltaba desde la entrada del vagón hasta el suelo. Y sus ojos se ponían en los que se encontraban ahí, por su expresiones, parecía ser que creían que poco iba a poder hacer ella… Y sinceramente ella tampoco creía mucho en lo bien que fuera a salir aquello.
Observó su entorno, y le pareció que nada le iba ayudar demasiado ni que pudiera aprovechar para contrarrestar todo lo que le faltaba de experiencia en el campo de la lucha, sin contar que tenía que encontrar uno del cual hablaba Sei.
-Ce dracu '? Eu va face rău dacă nu te duci acum. –(Pero qué…? Apártate de en medio si no quieres recibir o.ò) La voz del hombre hizo que le prestara atención, ahora se encontraba pocos metros de ella, y seguía acercándose con aspecto amenazante hacia ella, seguido por dos más.
-Ia pierdut prostule (piérdete bobo xd) –Le soltó mientras se encogía de hombros, no se sentía muy orgullosa por lo que estaba a punto de hacer.
Dado que en ese momento el hombre hizo ademán algo violento hacia ella, con algo de torpeza por su parte, esquivó el brazo derecho de él, y usando un truco muy bajo por su parte le pateó la entrepierna, se hizo hacia un lado en el momento en que se inclinaba hacia delante por el dolor ocasionado por la patada aprovechó para romperle la botella de leche sobre la cabeza.
Uno menos.
Se hizo hacía atrás intento esquivarlos ataques de los otros dos, donde no salió bien parada cuando uno le golpeó con unas cadenas en el brazo que había usado para protegerse, chasqueó con la lengua, sintiendo una nueva punzada de dolor en su brazo herido, trastabilló y perdió durante unos segundos el equilibrio aunque no llegó a caer.
Lo único que se le ocurrió fue ponerse a correr como método esquivo hasta que pudiera hacer algo mejor, estaba tan… molesta y quizás asustada por darse cuenta que era tan débil. ¿Cómo iba a poder con Akumas si su estamina parecía desaparecer con una simple intervención?
Ella solo había destruido un Akuma que parecía bastante débil, y había evitado que aquel Akuma disfrazado de bailarina les hiciera daño, y con solo eso se había hecho daño en la cabeza, el brazo, otras partes de su cuerpo, sin contar que aquel chico le había tenido que llevarla a la espalda estando el lleno de heridas.
-Ah… -Soltó un gritó ahogado cuando otro de los que se había mantenido alejado de esa escena estúpida de ella corriendo por todos lados, apareció de algún lugar de la parte izquierda, y le golpeó con algo parecido a un bate de madera lo suficientemente fuerte como para hacerla caer.
Volvió a sentir como se mareaba, seguido por una insufrible sensación de vértigo y dolor, mucho dolor… Era patético. Y lo que más le dolía era el orgullo que recién había descubierto, y el darse cuenta que era una personita ingenua, débil y que no sabía nada de… nada.
Sus ojos quedaron clavados en los que ahora se acercaban a ella, el chico había dicho que no sobreviviría más de 3 minutos si no descubría al invitado sorpresa. Calculaba que había aguantado quizás unos 10 segundos más, sus ojos quedaron fijos en los tres que ahora la rodeaban el cuarto seguía sin querer hacer acto de presencia.
Entrecerró los ojos cuando uno de ellos pisó su brazo herido, les escuchó hablar pero no comprendió nada de lo que le estaban diciendo… No sabía reaccionar, no solo al dolor si no cuando estaba molesta también, era un montón de sentimientos que no le servían ni tan siquiera para darle un poco de fuerza.
El grito de sorpresa de uno de ellos hizo que sus párpados volvieran a abrirse de par en par, cuando sintió libre su brazo, el chico que se lo había estado pisoteando hasta ese momento, mientras que los otros le escupían palabras que no le apetecía comprender, caía sobre ella convertido en polvo y restos de ropa.
Akuma, el invitado sorpresa del que había hablado el chico exorcista. Y por la trayectoria de sus balazos, con un poco de esfuerzo dado que al parecer su cerebro había muerto, supo que dicha criatura se encontraba encima de uno de los vagones del tren destrozado. No era capaz de salir de la trayectoria. Los otros dos, no se movieron, paralizados por el terror, quizás?
Consiguió ponerse de rodillas, a tiempo mientras soltaba un potente silbido, para activar su inocencia, con ambas manos y un gran esfuerzo por su parte daba un golpe de viento para desviar la trayectoria del siguiente ataque del Akuma. Sin embargo, y siendo consciente de eso, simplemente esquivó los ataques que podían haberle hecho daño, pero dejó a los otros dos a su suerte. No pensaba ayudarles, y le daba igual si ellos morían.
Se apoyó sobre el abanico, para ponerse en pie, donde pudo vislumbrar al fin y directamente, al Akuma que hasta ahora había podido mantener forma humana, y que ahora volvía a ser una esfera grotesca dispuesto a matarles, se concentró, una vez más, hasta ahora solo había conseguido tan solo la primera vez que había logrado activar su inocencia hacer un ataque lo suficientemente poderoso como para cortarle.
Acarició el eje del abanico, sin dejar de observar al Akuma, recordó lo que sentía en el momento en que pudo realizar ese primer ataque, el primer contacto directo o real que tuvo con aquello llamado inocencia.
El viento empezó una vez más a rodearles, al abanico y a ella, con más fuerza que las últimas pocas veces que había usado su inocencia, centrándose en el sonido que escuchó en el momento preciso de soltar la fuerza que ahora les rodeaba. Giró el abanico con la poca fuerza de la que era consciente que tenía.
-… -finalmente movió el abanico con fuerza, girando incluso sobre si misma antes de caer de rodillas. El viento que giraba sobre el abanico y por defecto alrededor de la muchacha, salió disparado con una fuerte potencia, que al atravesar al Akuma lo cortó a rebanadas.
Con cuidado se puso de pie, apoyándose en el abanico, observó como los dos chicos intentaban salir corriendo al darse cuenta de que el supuesto peligro había pasado. Pudo sentir una vez más la ira que corría por sus venas, tomó con fuerza a Whistle una vez más y provocó un golpe de viento que les hizo caer contra las ruinas de lo que antes había sido la entrada de la estación.
Sin embargo esa acción le hizo sentirse a la milésima de segundo arrepentida, por haberse dejado guiar por algo que iba en contra de lo que creía, nunca se había dejado llevar por sentimientos básicos como esos. Como efecto secundario a su rabieta lanzo el abanico hacia otro lado, la cadena se tensó hasta romperse, por defecto el abanico en miniatura salió volando hacia otro lado.
Lo observó durante varios minutos, al abanico y a su rosario roto por la tensión, sintió un nudo en el cuello, y encogiéndose de hombros y con aspecto abatido camino lo que le separaba de aquel abanico decidiendo recogerlo del suelo.
-Adok neked őszintén bocsánatot kérni [Húngaro: Te ofrezco mis más sinceras disculpas]. –Dijo en un susurro llevándose el abanico contra el pecho. No había vuelta atrás y tenía que estar a la altura de sus circunstancias. Aunque tuviera que aprender rápido y a marchas forzadas. –Gracias… por elegirme. –Pensó, antes de entrar una vez más en el vagón.
Tomó una botella de agua de las que había cogido, y caminó hasta donde Sei se había dejado caer, sus ojos fijos en él, con cierto aire ausente, y estiró su brazo herido, el cual volvía a sangrar, y creía que las heridas en general de todo su cuerpo. Parecía importarle poco que su sangre manchara el suelo.
-Soy débil, no tengo fuerza. Lo único que sé hacer es correr y esquivar cuando soy capaz de concentrarme, no puedo defenderme sin usar algo suplementario como apoyo en lo que a fuerza se refiere. Sin embargo me considero un ente medianamente pensante. Y sé que si por alguna razón que escapa de mi entendimiento he sido elegida por esta inocencia… Voy a necesitar ser más fuerte. Ayúdame Fiù, por favor. –Dijo mientras entornaba los ojos desviando levemente la mirada del exorcista, como si algo en ese momento empezara a avergonzarle. –Mi brazo duele.
Carraspeó, y creyó que esa era, suficiente signo de molestia ante esa situación. Volvió a tomar la botella de leche… ¿Qué iba hacer ahora?
-A mi morir no me da miedo. Tenerlo no haría más que ofender los ideales en los que creo, eso sí, si llegara a ocurrir, supongo que cuidarías de Whistle. –Dijo mirando de reojo al abanico, no sabía muy bien porque lo había llamado así, quizás porque para activar la inocencia siempre lo había hecho silbando.
Se encogió de hombros mientras saltaba desde la entrada del vagón hasta el suelo. Y sus ojos se ponían en los que se encontraban ahí, por su expresiones, parecía ser que creían que poco iba a poder hacer ella… Y sinceramente ella tampoco creía mucho en lo bien que fuera a salir aquello.
Observó su entorno, y le pareció que nada le iba ayudar demasiado ni que pudiera aprovechar para contrarrestar todo lo que le faltaba de experiencia en el campo de la lucha, sin contar que tenía que encontrar uno del cual hablaba Sei.
-Ce dracu '? Eu va face rău dacă nu te duci acum. –(Pero qué…? Apártate de en medio si no quieres recibir o.ò) La voz del hombre hizo que le prestara atención, ahora se encontraba pocos metros de ella, y seguía acercándose con aspecto amenazante hacia ella, seguido por dos más.
-Ia pierdut prostule (piérdete bobo xd) –Le soltó mientras se encogía de hombros, no se sentía muy orgullosa por lo que estaba a punto de hacer.
Dado que en ese momento el hombre hizo ademán algo violento hacia ella, con algo de torpeza por su parte, esquivó el brazo derecho de él, y usando un truco muy bajo por su parte le pateó la entrepierna, se hizo hacia un lado en el momento en que se inclinaba hacia delante por el dolor ocasionado por la patada aprovechó para romperle la botella de leche sobre la cabeza.
Uno menos.
Se hizo hacía atrás intento esquivarlos ataques de los otros dos, donde no salió bien parada cuando uno le golpeó con unas cadenas en el brazo que había usado para protegerse, chasqueó con la lengua, sintiendo una nueva punzada de dolor en su brazo herido, trastabilló y perdió durante unos segundos el equilibrio aunque no llegó a caer.
Lo único que se le ocurrió fue ponerse a correr como método esquivo hasta que pudiera hacer algo mejor, estaba tan… molesta y quizás asustada por darse cuenta que era tan débil. ¿Cómo iba a poder con Akumas si su estamina parecía desaparecer con una simple intervención?
Ella solo había destruido un Akuma que parecía bastante débil, y había evitado que aquel Akuma disfrazado de bailarina les hiciera daño, y con solo eso se había hecho daño en la cabeza, el brazo, otras partes de su cuerpo, sin contar que aquel chico le había tenido que llevarla a la espalda estando el lleno de heridas.
-Ah… -Soltó un gritó ahogado cuando otro de los que se había mantenido alejado de esa escena estúpida de ella corriendo por todos lados, apareció de algún lugar de la parte izquierda, y le golpeó con algo parecido a un bate de madera lo suficientemente fuerte como para hacerla caer.
Volvió a sentir como se mareaba, seguido por una insufrible sensación de vértigo y dolor, mucho dolor… Era patético. Y lo que más le dolía era el orgullo que recién había descubierto, y el darse cuenta que era una personita ingenua, débil y que no sabía nada de… nada.
Sus ojos quedaron clavados en los que ahora se acercaban a ella, el chico había dicho que no sobreviviría más de 3 minutos si no descubría al invitado sorpresa. Calculaba que había aguantado quizás unos 10 segundos más, sus ojos quedaron fijos en los tres que ahora la rodeaban el cuarto seguía sin querer hacer acto de presencia.
Entrecerró los ojos cuando uno de ellos pisó su brazo herido, les escuchó hablar pero no comprendió nada de lo que le estaban diciendo… No sabía reaccionar, no solo al dolor si no cuando estaba molesta también, era un montón de sentimientos que no le servían ni tan siquiera para darle un poco de fuerza.
El grito de sorpresa de uno de ellos hizo que sus párpados volvieran a abrirse de par en par, cuando sintió libre su brazo, el chico que se lo había estado pisoteando hasta ese momento, mientras que los otros le escupían palabras que no le apetecía comprender, caía sobre ella convertido en polvo y restos de ropa.
Akuma, el invitado sorpresa del que había hablado el chico exorcista. Y por la trayectoria de sus balazos, con un poco de esfuerzo dado que al parecer su cerebro había muerto, supo que dicha criatura se encontraba encima de uno de los vagones del tren destrozado. No era capaz de salir de la trayectoria. Los otros dos, no se movieron, paralizados por el terror, quizás?
Consiguió ponerse de rodillas, a tiempo mientras soltaba un potente silbido, para activar su inocencia, con ambas manos y un gran esfuerzo por su parte daba un golpe de viento para desviar la trayectoria del siguiente ataque del Akuma. Sin embargo, y siendo consciente de eso, simplemente esquivó los ataques que podían haberle hecho daño, pero dejó a los otros dos a su suerte. No pensaba ayudarles, y le daba igual si ellos morían.
Se apoyó sobre el abanico, para ponerse en pie, donde pudo vislumbrar al fin y directamente, al Akuma que hasta ahora había podido mantener forma humana, y que ahora volvía a ser una esfera grotesca dispuesto a matarles, se concentró, una vez más, hasta ahora solo había conseguido tan solo la primera vez que había logrado activar su inocencia hacer un ataque lo suficientemente poderoso como para cortarle.
Acarició el eje del abanico, sin dejar de observar al Akuma, recordó lo que sentía en el momento en que pudo realizar ese primer ataque, el primer contacto directo o real que tuvo con aquello llamado inocencia.
El viento empezó una vez más a rodearles, al abanico y a ella, con más fuerza que las últimas pocas veces que había usado su inocencia, centrándose en el sonido que escuchó en el momento preciso de soltar la fuerza que ahora les rodeaba. Giró el abanico con la poca fuerza de la que era consciente que tenía.
-… -finalmente movió el abanico con fuerza, girando incluso sobre si misma antes de caer de rodillas. El viento que giraba sobre el abanico y por defecto alrededor de la muchacha, salió disparado con una fuerte potencia, que al atravesar al Akuma lo cortó a rebanadas.
Con cuidado se puso de pie, apoyándose en el abanico, observó como los dos chicos intentaban salir corriendo al darse cuenta de que el supuesto peligro había pasado. Pudo sentir una vez más la ira que corría por sus venas, tomó con fuerza a Whistle una vez más y provocó un golpe de viento que les hizo caer contra las ruinas de lo que antes había sido la entrada de la estación.
Sin embargo esa acción le hizo sentirse a la milésima de segundo arrepentida, por haberse dejado guiar por algo que iba en contra de lo que creía, nunca se había dejado llevar por sentimientos básicos como esos. Como efecto secundario a su rabieta lanzo el abanico hacia otro lado, la cadena se tensó hasta romperse, por defecto el abanico en miniatura salió volando hacia otro lado.
Lo observó durante varios minutos, al abanico y a su rosario roto por la tensión, sintió un nudo en el cuello, y encogiéndose de hombros y con aspecto abatido camino lo que le separaba de aquel abanico decidiendo recogerlo del suelo.
-Adok neked őszintén bocsánatot kérni [Húngaro: Te ofrezco mis más sinceras disculpas]. –Dijo en un susurro llevándose el abanico contra el pecho. No había vuelta atrás y tenía que estar a la altura de sus circunstancias. Aunque tuviera que aprender rápido y a marchas forzadas. –Gracias… por elegirme. –Pensó, antes de entrar una vez más en el vagón.
Tomó una botella de agua de las que había cogido, y caminó hasta donde Sei se había dejado caer, sus ojos fijos en él, con cierto aire ausente, y estiró su brazo herido, el cual volvía a sangrar, y creía que las heridas en general de todo su cuerpo. Parecía importarle poco que su sangre manchara el suelo.
-Soy débil, no tengo fuerza. Lo único que sé hacer es correr y esquivar cuando soy capaz de concentrarme, no puedo defenderme sin usar algo suplementario como apoyo en lo que a fuerza se refiere. Sin embargo me considero un ente medianamente pensante. Y sé que si por alguna razón que escapa de mi entendimiento he sido elegida por esta inocencia… Voy a necesitar ser más fuerte. Ayúdame Fiù, por favor. –Dijo mientras entornaba los ojos desviando levemente la mirada del exorcista, como si algo en ese momento empezara a avergonzarle. –Mi brazo duele.
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Re: Ataque a Transilvania~
Cuando por fin terminó y se dirigió a el, se levantó. Iba a avanzar hacia ella pero notó un extraño peso en la mano.
Se la miró, confuso, y vio que había arrancado un trozo de madera de la viag de la pared. Una sonrisa triste le cruzó el rostro mientras lo dejaba caer.
En dos pasos estuvo junto a ella. Durante una milésima de segundo estuvo a punto de abrazarla y pedirle perdón, pero se limitó a cojerla en brazos con un movimiento fluído, odiándose a si mismo al ver lo frágil y ligera que era, una simple niña, y la depositó en el asiento que quedaba intacto.
Con un rápido examen visual comprobó que gracias a alguún extraño poder, dios no porque si existiese alguno el ya debería estar muerto por su maldita estupidez, ninguna era demasiado grave. El brazo quizás estaba dislocado, pensó su mente como si estuviera a km de allí...
Cogió del respaldo su chaqueta, que había olvidado desde el día anterior, y la cubrió con ella. Tenía la ropa destrozada y sucia... igual que el, solo que el no imrpotaba lo más mínimo. Porque le estaría bien empleado cualquier maldito castigo.
´Se levantó moviéndose casi como un robot y se puso a caminar por los vagones. En su interior, algo pesado le quemaba el pecho, y lo enfadaba mucho.
Cuando encontró a uno de los estúpidos de antes intentando arrancar un anillo de un cadáver simplemente lo cogió por el cuello como si fuera un jugete y lo estrelló contra una ventana, rompiéndola en miles de pedacitos brillantes, y haciéndolo caer con un extraño crujido fuera del tren... Si que brillaban los cristalitos...
Siguió buscando, y con una mano apartño una pesada viga. Bajo ella desenterró de una montaña de ''polvo'' una bolsa verde con una cruz blanca. Estaba llena de jarabes infantiles, pastillas, jabón, vendas y gasas... Al parecer el polvo había sido una monja.
Se levantó y dejó caer la viga bastante alejada del montón de polvo. Era absurdo.
Cuanto volvió a donde ella estaba, el peso se incrementó de nuevo haciéndole apretar la mandíbula.
Con movimientos precisos y sin decirle nada ni mirarla a los ojos, le quitó la chaqueta y rasgó la poca ropa que le quedaba. No tenía tiempo para cortarla ni tijeras. Le palpó alguna magulladura comprobando que no tenía nada roto, auqnue el brazo seguía pareciéndole dislocado. Se lo cogió y se lo movió suavemente. La herida sangró un poco y lo soltó con cuidado. Por suerte había vuelto al sitio, pero le iba a doler...
De nuevo enfadado, le limpió todas las heridas con jabón y alcohol, aclarándo luego con agua, y le puso las gasas. No veía ni su piel, tan solo los negrones, las rozaduras, los cortes y las magulladuras que... se las había hecho por su maldita culpa. No podía haberle pedido que se defendiera a alguien que jamás había luchado por su vida... en que demonios estaba pensando? Ella no era el. Ella no sabía luchar de antemano... Esperaba que el infierno hubiese guardado su peor plaza.
La vendó rápidamente y la volvió a tapar con su chaqueta, que la cubría por completo. Era tan pequeña...
Mordiéndose el interior de los carrillos hasta hacerse sangre, le dejó una pastilla y la botella de leche a un lado para que le aliviase un poco el dolor, y de nuevo se internó en los vagones, solo que esta vez hacia los de primera clase.
Asqueado, se dio cuenta de que aquella parte del tren apenas había sufrido daños, y tampoco había demasiados cuerpos. Ahora el no morir también era un privilegio de los nobles...
Escogió un compartimento y rebuscó entre las maletas hasta encontrar una indudablemente femenina. Era lo menos que podía hacer. Y ojalá hubiese algo de su talla.
Se dirigió de nuevo a donde estaba descansando ella, y le depositó la maleta a los pies del asiento.
Luego se quedó parado mirando al techo. Y ahora qué...
Al estar parado, aquel peso aumentó haciendo que se llevara la mano al punto donde le dolía...Estaba demasiado cerca del corazón... que irónico.
Con el rostro hecho un mar de tinieblas, se dirigió a la salida del vagón para estar solo. Sin embarg un segundo antes de atravesar el marco de la puerta la miró a los ojos, suplicando... ah, suplicando perdón.
Y cuando alzó la mirada al cielo se dio cuenta de que no esperaba obtenerlo.
Se la miró, confuso, y vio que había arrancado un trozo de madera de la viag de la pared. Una sonrisa triste le cruzó el rostro mientras lo dejaba caer.
En dos pasos estuvo junto a ella. Durante una milésima de segundo estuvo a punto de abrazarla y pedirle perdón, pero se limitó a cojerla en brazos con un movimiento fluído, odiándose a si mismo al ver lo frágil y ligera que era, una simple niña, y la depositó en el asiento que quedaba intacto.
Con un rápido examen visual comprobó que gracias a alguún extraño poder, dios no porque si existiese alguno el ya debería estar muerto por su maldita estupidez, ninguna era demasiado grave. El brazo quizás estaba dislocado, pensó su mente como si estuviera a km de allí...
Cogió del respaldo su chaqueta, que había olvidado desde el día anterior, y la cubrió con ella. Tenía la ropa destrozada y sucia... igual que el, solo que el no imrpotaba lo más mínimo. Porque le estaría bien empleado cualquier maldito castigo.
´Se levantó moviéndose casi como un robot y se puso a caminar por los vagones. En su interior, algo pesado le quemaba el pecho, y lo enfadaba mucho.
Cuando encontró a uno de los estúpidos de antes intentando arrancar un anillo de un cadáver simplemente lo cogió por el cuello como si fuera un jugete y lo estrelló contra una ventana, rompiéndola en miles de pedacitos brillantes, y haciéndolo caer con un extraño crujido fuera del tren... Si que brillaban los cristalitos...
Siguió buscando, y con una mano apartño una pesada viga. Bajo ella desenterró de una montaña de ''polvo'' una bolsa verde con una cruz blanca. Estaba llena de jarabes infantiles, pastillas, jabón, vendas y gasas... Al parecer el polvo había sido una monja.
Se levantó y dejó caer la viga bastante alejada del montón de polvo. Era absurdo.
Cuanto volvió a donde ella estaba, el peso se incrementó de nuevo haciéndole apretar la mandíbula.
Con movimientos precisos y sin decirle nada ni mirarla a los ojos, le quitó la chaqueta y rasgó la poca ropa que le quedaba. No tenía tiempo para cortarla ni tijeras. Le palpó alguna magulladura comprobando que no tenía nada roto, auqnue el brazo seguía pareciéndole dislocado. Se lo cogió y se lo movió suavemente. La herida sangró un poco y lo soltó con cuidado. Por suerte había vuelto al sitio, pero le iba a doler...
De nuevo enfadado, le limpió todas las heridas con jabón y alcohol, aclarándo luego con agua, y le puso las gasas. No veía ni su piel, tan solo los negrones, las rozaduras, los cortes y las magulladuras que... se las había hecho por su maldita culpa. No podía haberle pedido que se defendiera a alguien que jamás había luchado por su vida... en que demonios estaba pensando? Ella no era el. Ella no sabía luchar de antemano... Esperaba que el infierno hubiese guardado su peor plaza.
La vendó rápidamente y la volvió a tapar con su chaqueta, que la cubría por completo. Era tan pequeña...
Mordiéndose el interior de los carrillos hasta hacerse sangre, le dejó una pastilla y la botella de leche a un lado para que le aliviase un poco el dolor, y de nuevo se internó en los vagones, solo que esta vez hacia los de primera clase.
Asqueado, se dio cuenta de que aquella parte del tren apenas había sufrido daños, y tampoco había demasiados cuerpos. Ahora el no morir también era un privilegio de los nobles...
Escogió un compartimento y rebuscó entre las maletas hasta encontrar una indudablemente femenina. Era lo menos que podía hacer. Y ojalá hubiese algo de su talla.
Se dirigió de nuevo a donde estaba descansando ella, y le depositó la maleta a los pies del asiento.
Luego se quedó parado mirando al techo. Y ahora qué...
Al estar parado, aquel peso aumentó haciendo que se llevara la mano al punto donde le dolía...Estaba demasiado cerca del corazón... que irónico.
Con el rostro hecho un mar de tinieblas, se dirigió a la salida del vagón para estar solo. Sin embarg un segundo antes de atravesar el marco de la puerta la miró a los ojos, suplicando... ah, suplicando perdón.
Y cuando alzó la mirada al cielo se dio cuenta de que no esperaba obtenerlo.
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Re: Ataque a Transilvania~
Nunca antes el silencio le había sentido tan mal, o tan pesado. Era irónico. Lo que más parecía apreciar Jaylen en el mundo era el silencio, por ahí era cuando podía escuchar las cosas que eran verdaderamente de provecho, sin embargo en ese momento hubiera preferido haber escuchado su voz.
Por otra parte ella se veía incapaz de hablar, quizás porque estaba avergonzada, se sentía un peso muerto para el chico exorcista. Apenas podía hacer nada sin herirse, y ahora la poca comida que había ingerido antes de esa extraña práctica, se revolvía en su estomago, la sensación de vértigo aumentó cuando su brazo hizo un sonido sordo, al haber sido colocado en su sitio de nuevo, sin duda fue por el dolor que le sobrevino, intentó no hacer ningún sonido, porque tenía la ligera idea que esa situación la había creado ella sin quererlo… Si no fuera tan débil, quizás él no se hubiera molestado tanto.
Pero no podía evitarlo se había relajado en dos años, sin embargo luchar no era como sus carreras por el bosque, ni trepar por los árboles ni escapar de animales peligrosos al haberse tropezado con ellos sin querer. Se había dejado criar en una burbuja, pretendía no ser normal y diferente al resto, pero había llegado a la conclusión que era como cualquier niña consentida por todos, aunque hubiera sido por lástima.
Sus heridas se quejaban, incluso con el tacto del jabón, más bien escocía, y el alcohol… en fin, había llegado a un límite que no sabía si el dolor de cabeza era por los golpes que había recibido en ella, o si era por lo mucho que Jaylen intentaba concentrarse para no hacer ninguna mueca o movimiento que diera a entender que le estaba haciendo daño.
Seguía con algo de miedo de romper el silencio, y ahora que era consciente del estado en el que se encontraba su ropa empezó a sentirse algo más avergonzada aún, y por alguna razón el hecho de que una de sus camisas preferidas hubiera quedado servible solo para hacer tiras le hizo sollozar levemente aprovechando que él se había marchado nuevamente. Pensó que aquel detalle era lo que colmó el vaso de su sentido de la estupidez y por eso había provocado aquella extraña reacción.
Subió la chaqueta hasta cubrirse parcialmente el rostro, hasta por encima de la nariz, su frente se sentía mejor con el cambio de vendajes, y por la pequeña protuberancia que sentía en uno de sus pómulos, dedujo que tenía un mancha morada en mitad de su cara debido al golpe con aquel trozo de madera… Había sido una suerte no haber quedado inconsciente… Aquel Akuma le hubiera matado…
Jaylen dejó escapar un suspiro molesto, ante esa idea, el chico exorcista había hecho bien su trabajo al hacerle ser consciente de que no podía depender de nadie en ese nuevo mundo, pero ese pensamiento le hacía sentirse algo más desamparada. De alguna manera sabía que lograría sobreponerse a esa nueva situación. Pero en ese mismo momento lo único que le preocupaba era aquel silencio tenso que se había impuesto.
Sus ojos se entornaron al ver el chico aparecer de nuevo, su pierna cayó al suelo, haciendo que su bota hiciera un extraño ruido al chocar contra la madera del vagón y resintiendo uno de los cortes que tenía en la pierna. Si bien se percató que había dejado algo a sus pies, sus ojos seguían fijamente los movimientos de él. Ni tan siquiera le había respondido y Jaylen odiaba hablar, al menos hasta hacía poco pensaba que era estúpido el hecho de esforzarse en comunicarse con las personas, quizás por ese detalle se sentía algo ofendida de que no le hubiera respondido. Era consciente de lo mal que había hecho las cosas… pero hasta el punto de ser ignorada?
Su respuesta llegó al percibir esa mirada que le dedicó antes de salir del vagón. Una leve expresión que incomodó a Jaylen al darse cuenta que lo que ocurría era que se sentía culpable de la situación penosa en la que ella se encontraba, se puso de pie, lo más rápido que su cuerpo le permitía, por al ser consciente de que su ropa estaba hecha pedazos, y tenía la mitad de su cuerpo vendado, se sentó, usando la chaqueta del exorcista para cubrirse de nuevo.
Al ver la maleta, decidió dejar la chaqueta a un lado, y con ambas manos, atraerla hacia ella para así poder abrirla. Cuando vio el interior, supo que pertenecía a alguien que seguro tenía dinero, no solo era por la calidad de la tela si no por cómo eran las prendas que había dentro. Tragó saliva… vestidos… Los odiaba tanto como tener que escuchar los canticos de ciertas hermanas en el internado, cuando atentaban con reventarle los tímpanos.
Tomó el más sencillo que encontró, que era de color azul claro, con un poco de suerte ese tenía bolsillos en los que pudo guardar los trozos del rosario que se encargaría de arreglar más adelante. Le fue difícil ponerse aquel vestido endemoniado a causa de la reducida movilidad de su brazo herido. Cuando se puso de pie se encogió de hombros al ver que le iba un poco grande, pero al menos le cubría la totalidad de sus heridas, a excepción de las de sus brazos, dado que las mangas le llegaban solo hasta los codos, y cabeza.
Caminó hasta donde él se encontraba sintiéndose una ancianita al darse cuenta de lo lentos que le parecían sus movimientos, se detuvo cuando quedó junto a él observando el mismo cielo, sin saber muy bien que esperaba encontrar.
-No te preocupes Fiù. –Dijo Jaylen aún con sus ojos fijos en el cielo. –Yo… No quiero que te sientas mal por esto. Tú no tienes la culpa de nada. –Comentó no muy segura de sus palabras porque no tenía ni idea de cómo tratar a la gente ni de cómo darse a comprender, sin embargo movió su mano con cierta rapidez algo inusual en ella dado su lentitud en el último rato, para tomar la del chico, solo para asegurarse de que iba a quedarse ahí donde estaban. – Créeme, yo solo siento gratitud por lo que Fiù ha hecho por mí. De verdad. Lo que ocurre es que encajo muy bien el dolor ni las ordenes, ni las cosas nuevas y que no comprendo. Me alegra que estés aquí para ayudarme.
Por otra parte ella se veía incapaz de hablar, quizás porque estaba avergonzada, se sentía un peso muerto para el chico exorcista. Apenas podía hacer nada sin herirse, y ahora la poca comida que había ingerido antes de esa extraña práctica, se revolvía en su estomago, la sensación de vértigo aumentó cuando su brazo hizo un sonido sordo, al haber sido colocado en su sitio de nuevo, sin duda fue por el dolor que le sobrevino, intentó no hacer ningún sonido, porque tenía la ligera idea que esa situación la había creado ella sin quererlo… Si no fuera tan débil, quizás él no se hubiera molestado tanto.
Pero no podía evitarlo se había relajado en dos años, sin embargo luchar no era como sus carreras por el bosque, ni trepar por los árboles ni escapar de animales peligrosos al haberse tropezado con ellos sin querer. Se había dejado criar en una burbuja, pretendía no ser normal y diferente al resto, pero había llegado a la conclusión que era como cualquier niña consentida por todos, aunque hubiera sido por lástima.
Sus heridas se quejaban, incluso con el tacto del jabón, más bien escocía, y el alcohol… en fin, había llegado a un límite que no sabía si el dolor de cabeza era por los golpes que había recibido en ella, o si era por lo mucho que Jaylen intentaba concentrarse para no hacer ninguna mueca o movimiento que diera a entender que le estaba haciendo daño.
Seguía con algo de miedo de romper el silencio, y ahora que era consciente del estado en el que se encontraba su ropa empezó a sentirse algo más avergonzada aún, y por alguna razón el hecho de que una de sus camisas preferidas hubiera quedado servible solo para hacer tiras le hizo sollozar levemente aprovechando que él se había marchado nuevamente. Pensó que aquel detalle era lo que colmó el vaso de su sentido de la estupidez y por eso había provocado aquella extraña reacción.
Subió la chaqueta hasta cubrirse parcialmente el rostro, hasta por encima de la nariz, su frente se sentía mejor con el cambio de vendajes, y por la pequeña protuberancia que sentía en uno de sus pómulos, dedujo que tenía un mancha morada en mitad de su cara debido al golpe con aquel trozo de madera… Había sido una suerte no haber quedado inconsciente… Aquel Akuma le hubiera matado…
Jaylen dejó escapar un suspiro molesto, ante esa idea, el chico exorcista había hecho bien su trabajo al hacerle ser consciente de que no podía depender de nadie en ese nuevo mundo, pero ese pensamiento le hacía sentirse algo más desamparada. De alguna manera sabía que lograría sobreponerse a esa nueva situación. Pero en ese mismo momento lo único que le preocupaba era aquel silencio tenso que se había impuesto.
Sus ojos se entornaron al ver el chico aparecer de nuevo, su pierna cayó al suelo, haciendo que su bota hiciera un extraño ruido al chocar contra la madera del vagón y resintiendo uno de los cortes que tenía en la pierna. Si bien se percató que había dejado algo a sus pies, sus ojos seguían fijamente los movimientos de él. Ni tan siquiera le había respondido y Jaylen odiaba hablar, al menos hasta hacía poco pensaba que era estúpido el hecho de esforzarse en comunicarse con las personas, quizás por ese detalle se sentía algo ofendida de que no le hubiera respondido. Era consciente de lo mal que había hecho las cosas… pero hasta el punto de ser ignorada?
Su respuesta llegó al percibir esa mirada que le dedicó antes de salir del vagón. Una leve expresión que incomodó a Jaylen al darse cuenta que lo que ocurría era que se sentía culpable de la situación penosa en la que ella se encontraba, se puso de pie, lo más rápido que su cuerpo le permitía, por al ser consciente de que su ropa estaba hecha pedazos, y tenía la mitad de su cuerpo vendado, se sentó, usando la chaqueta del exorcista para cubrirse de nuevo.
Al ver la maleta, decidió dejar la chaqueta a un lado, y con ambas manos, atraerla hacia ella para así poder abrirla. Cuando vio el interior, supo que pertenecía a alguien que seguro tenía dinero, no solo era por la calidad de la tela si no por cómo eran las prendas que había dentro. Tragó saliva… vestidos… Los odiaba tanto como tener que escuchar los canticos de ciertas hermanas en el internado, cuando atentaban con reventarle los tímpanos.
Tomó el más sencillo que encontró, que era de color azul claro, con un poco de suerte ese tenía bolsillos en los que pudo guardar los trozos del rosario que se encargaría de arreglar más adelante. Le fue difícil ponerse aquel vestido endemoniado a causa de la reducida movilidad de su brazo herido. Cuando se puso de pie se encogió de hombros al ver que le iba un poco grande, pero al menos le cubría la totalidad de sus heridas, a excepción de las de sus brazos, dado que las mangas le llegaban solo hasta los codos, y cabeza.
Caminó hasta donde él se encontraba sintiéndose una ancianita al darse cuenta de lo lentos que le parecían sus movimientos, se detuvo cuando quedó junto a él observando el mismo cielo, sin saber muy bien que esperaba encontrar.
-No te preocupes Fiù. –Dijo Jaylen aún con sus ojos fijos en el cielo. –Yo… No quiero que te sientas mal por esto. Tú no tienes la culpa de nada. –Comentó no muy segura de sus palabras porque no tenía ni idea de cómo tratar a la gente ni de cómo darse a comprender, sin embargo movió su mano con cierta rapidez algo inusual en ella dado su lentitud en el último rato, para tomar la del chico, solo para asegurarse de que iba a quedarse ahí donde estaban. – Créeme, yo solo siento gratitud por lo que Fiù ha hecho por mí. De verdad. Lo que ocurre es que encajo muy bien el dolor ni las ordenes, ni las cosas nuevas y que no comprendo. Me alegra que estés aquí para ayudarme.
Última edición por Lena-Lan el Vie Nov 06, 2009 11:35 am, editado 1 vez
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