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Todo el material que se publique dentro del foro es y será propiedad de su creador a menos que se indique lo contrario.
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Atrapados en la tormenta
D. Gray man Rol :: El mundo :: Europa
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Re: Atrapados en la tormenta
No había tardado mucho en dormirse ya que el cansancio del viaje le había pasado factura demasiado pronto. Todo estaba negro a su alrededor, como era costumbre. Las únicas veces que soñaba eran debidas a malos recuerdos que aparecían en los sueños que luego terminaban convirtiéndose en pesadillas.
Había sido un día muy largo y tenía que descansar, tenía horas de sueño acumuladas pero su mala suerte nunca se despegaba de él lo que lo obligaba a madrugar para poder cumplir con sus obligaciones. Estaba tan a gusto allí tirado, tan relajado, lejos de sus preocupaciones…
Un golpe secó resonó en la habitación y de un saltó se levantó del sofá en guardia. Pasó la mirada por cada rincón de la habitación, alerta por si alguien había entrado y pretendía atraparlo. No era la primera vez que intentaban matarlo pero entonces recordó que esta vez no estaba solo. Buscó a Alice con la mirada y no la encontró.
La cama estaba revuelta, medio desecha y la joven no estaba. Se fijó en la puerta del baño por si ella estaba ahí dentro y el ruido lo hubiera producido ella mas había sonado demasiado cerca y la puerta se encontraba tal y como la había dejado él la noche anterior. No fue hasta que dio unos pasos acercándose al lado por donde caían las mantas que vio un bulto en el suelo.
-No puede ser…-susurró para sí sonriendo.
¿Cómo era posible que se hubiera caído de la cama y siguiera allí acurrucada sin despertar? ¿Tan profundo tenía el sueño? Se inclinó y la observó más de cerca. Cada vez que se fijaba más profundamente en ella, más aumentaba la inocencia que trasmitía. Sus ojos volaron de ella a la ventana.
“Ya paró de nevar, menos mal” pensó aliviado “¿La despierto o dejo que siga durmiendo?”
Miró el reloj colgado en una de las paredes, no era ni tan tarde ni tan temprano como había pensado. Con cuidado la meció por el hombro mientras susurraba su nombre, era hora de desayunar y sería mejor que ambos aprovecharan para salir cuanto antes de allí. Arriesgarse a que empezara a nevar de nuevo era toda una hazaña, nunca se sabía cuando empezaría o pararía.
-Venga Alice… no seas dormilona…-decía en voz baja.
Había sido un día muy largo y tenía que descansar, tenía horas de sueño acumuladas pero su mala suerte nunca se despegaba de él lo que lo obligaba a madrugar para poder cumplir con sus obligaciones. Estaba tan a gusto allí tirado, tan relajado, lejos de sus preocupaciones…
Un golpe secó resonó en la habitación y de un saltó se levantó del sofá en guardia. Pasó la mirada por cada rincón de la habitación, alerta por si alguien había entrado y pretendía atraparlo. No era la primera vez que intentaban matarlo pero entonces recordó que esta vez no estaba solo. Buscó a Alice con la mirada y no la encontró.
La cama estaba revuelta, medio desecha y la joven no estaba. Se fijó en la puerta del baño por si ella estaba ahí dentro y el ruido lo hubiera producido ella mas había sonado demasiado cerca y la puerta se encontraba tal y como la había dejado él la noche anterior. No fue hasta que dio unos pasos acercándose al lado por donde caían las mantas que vio un bulto en el suelo.
-No puede ser…-susurró para sí sonriendo.
¿Cómo era posible que se hubiera caído de la cama y siguiera allí acurrucada sin despertar? ¿Tan profundo tenía el sueño? Se inclinó y la observó más de cerca. Cada vez que se fijaba más profundamente en ella, más aumentaba la inocencia que trasmitía. Sus ojos volaron de ella a la ventana.
“Ya paró de nevar, menos mal” pensó aliviado “¿La despierto o dejo que siga durmiendo?”
Miró el reloj colgado en una de las paredes, no era ni tan tarde ni tan temprano como había pensado. Con cuidado la meció por el hombro mientras susurraba su nombre, era hora de desayunar y sería mejor que ambos aprovecharan para salir cuanto antes de allí. Arriesgarse a que empezara a nevar de nuevo era toda una hazaña, nunca se sabía cuando empezaría o pararía.
-Venga Alice… no seas dormilona…-decía en voz baja.
Kala
Mensajes : 586
Localización : Asturias
Usuario Distinguido
Re: Atrapados en la tormenta
Incluso dormida parecía estar peleando, pero dentro de sí: luchaba por seguir durmiendo porque había algo ciertamente molesto que intentaba despertarla y ella estaba lo bastante cómoda y cálida, dormida en aquel lugar. Ella aún pensaba que estaba en la cama, ya que ignoraba completamente que había caído al piso, cosa bastante común en su vida diaria, demasiado acostumbrada a dormir en el piso seguramente.
Dejó escapar un pequeño sonido de molestia y terminó por acurrucarse más, abrazándose a sí misma y cubriéndose aún más. Mientras murmuraba un: No molestes. Y siguió durmiendo o por lo menos eso intento, no sabía si se despertó tan repentinamente porque el otro era insistente o porque recordó la situación en la que estaba y con quien estaba.
Se incorporó tan rápido y bruscamente, para luego quedarse viendo a la persona que estaba a su lado, aquel rubio con quien había compartido habitación. No pudo evitar mirarlo con una mirada entre confusión y vergüenza dado que noto enseguida que no estaba en el lugar donde debería estar durmiendo.
No supo porque, sólo reaccionó a como usualmente ella reaccionaba a estas situaciones. Así que cómo tomo la almohada más cercana y golpeo a Dmitri con este.
- ¿De-de donde…? T-tú….- con las palabras atropelladas en medio de su nerviosismo y vergüenza no sabía como dejar en claro su mensaje.
- ¿Qué hago aquí?- le pregunto ella medio enojada y aún medio avergonzada, fácilmente reconocible por el sonrojo en sus mejillas que tenía desde que vio a Dmitri allí al despertar. Aunque esa pregunta no se refería al lugar donde se estaban quedando que era la posada en sí, más bien se refería al lugar donde estaba dormida.
- Yo estaba durmiendo en el sofa…. ¿Que hiciste?- preguntó ella mirándolo sospechosamente, ya casi lo estaba tildando de pervertido en su mente. Alzó la almohada para amenazarlo de que lo iba golpear con esta, si no le entregaba una respuesta que le pareciera correcta. Como si la almohada fuera el arma más poderosa jamás creada para amenazar a alguien mayor que ella, cosa que no lo era y ni se acercaba a serlo.
Alice
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Localización : Sanhora Kingdom
Exorcista
Re: Atrapados en la tormenta
El almohadazo lo pilló por sorpresa y recibió el impacto en toda la cara, haciéndole perder el equilibrio y cayendo de culo al suelo. Apoyó las manos tras de sí para adoptar una nueva postura más cómoda y sonrió. Aquello sí que era un despertar activo.
-No me mates por favor.-dijo sonriente cuando Alice volvió a apuntarle amenazadoramente con la almohada.-No he hecho nada, soy inocente.-rio alzando las manos en son de paz.
Miró por la ventana y luego dirigió sus ojos hacia la chica. Estaba tan simpática ahí enredada entre mantas y sábanas usando una simple almohada como arma… La situación le producía alegría tal vez porque le pareciera divertida o porque disfrutar de la compañía de alguien era algo que no hacía desde hacía mucho tiempo.
-Ayer cuando llegué estabas dormida en el sofá y habíamos acordado que tú te quedarías la cama así que te moví con cuidado para no despertarte. Ahora ya si quieres saber qué haces en el suelo en vez de estar arriba… te caíste y seguiste durmiendo sin enterarte. O estabas muy cansada o tienes el sueño muy profundo. ¿Sigues queriendo pegarme?
Se incorporó mientras se sacudía la ropa y se colocaba bien la camisa, luego le tendió la mano a Alice para ayudarle a ella a levantarse. De nuevo miró hacia la calle para asegurarse de que el tiempo no había cambiado repentinamente.
-No quería despertarte aunque bueno tú me despertaste a mi cuando caíste. Mira, ya no nieva.-indicó- Es el momento para aprovechar y salir fuera. Tendremos que desayunar y coger fuerzas para el viaje. Iré a pedir que nos preparen el desayuno mientras te cambias, no hay que perder ni un minuto. Aquí el sol sale y se va en un minuto. Te espero abajo.
Se acercó a la puerta y salió cerrando con suavidad. Bajó hasta la recepción y luego fue hasta la mezcla de comedor, bar, cantina que tenían. Se acercó a la barra y muy amablemente pidió un desayuno para dos con la comida tradicional del lugar. Luego se sentó en una silla y esperó a que su acompañante bajara.
No es que tuviera ganas de irse de allí, había sido una noche interesante pero no podía permitirse un nuevo retraso. Amaba su país pero por otro lado odiaba el tiempo cambiante tan característico de la zona. Sabía que si no presenciaba personalmente su negocio no estaría a gusto pero si de nuevo empezaba a nevar no le quedaría otro remedio que llamar a sus socios y dejarlo todo en sus manos.
-A ver si hay suerte…-murmuró.
-No me mates por favor.-dijo sonriente cuando Alice volvió a apuntarle amenazadoramente con la almohada.-No he hecho nada, soy inocente.-rio alzando las manos en son de paz.
Miró por la ventana y luego dirigió sus ojos hacia la chica. Estaba tan simpática ahí enredada entre mantas y sábanas usando una simple almohada como arma… La situación le producía alegría tal vez porque le pareciera divertida o porque disfrutar de la compañía de alguien era algo que no hacía desde hacía mucho tiempo.
-Ayer cuando llegué estabas dormida en el sofá y habíamos acordado que tú te quedarías la cama así que te moví con cuidado para no despertarte. Ahora ya si quieres saber qué haces en el suelo en vez de estar arriba… te caíste y seguiste durmiendo sin enterarte. O estabas muy cansada o tienes el sueño muy profundo. ¿Sigues queriendo pegarme?
Se incorporó mientras se sacudía la ropa y se colocaba bien la camisa, luego le tendió la mano a Alice para ayudarle a ella a levantarse. De nuevo miró hacia la calle para asegurarse de que el tiempo no había cambiado repentinamente.
-No quería despertarte aunque bueno tú me despertaste a mi cuando caíste. Mira, ya no nieva.-indicó- Es el momento para aprovechar y salir fuera. Tendremos que desayunar y coger fuerzas para el viaje. Iré a pedir que nos preparen el desayuno mientras te cambias, no hay que perder ni un minuto. Aquí el sol sale y se va en un minuto. Te espero abajo.
Se acercó a la puerta y salió cerrando con suavidad. Bajó hasta la recepción y luego fue hasta la mezcla de comedor, bar, cantina que tenían. Se acercó a la barra y muy amablemente pidió un desayuno para dos con la comida tradicional del lugar. Luego se sentó en una silla y esperó a que su acompañante bajara.
No es que tuviera ganas de irse de allí, había sido una noche interesante pero no podía permitirse un nuevo retraso. Amaba su país pero por otro lado odiaba el tiempo cambiante tan característico de la zona. Sabía que si no presenciaba personalmente su negocio no estaría a gusto pero si de nuevo empezaba a nevar no le quedaría otro remedio que llamar a sus socios y dejarlo todo en sus manos.
-A ver si hay suerte…-murmuró.
Kala
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Localización : Asturias
Usuario Distinguido
Re: Atrapados en la tormenta
- ¿D-de que te sonries? - le casi gritó Alice sintiendo avergonzada,, al mismo tiempo que bajaba la almohada, que tan amenazadoramente tenía sobre sus cabeza. Atrajo la almohada hacia ella misma, abrazándola contra su pecho mirando al rubio con desconfianza, mientras este se justificaba.
- No recuerdo haber aceptado ese trato.- exclamó ella desviando la mirada. La verdad es que ella sólo había aceptado compartir el mismo techo pero no en qué lugar dormir, además aquel chico no parecía del tipo que pudiera dormir en el sofá u otro lugar o eso pensaba ella; demasiado pulcro y bastante refinado, era lo que pensaba de él. Simplemente, no imaginaba a ese chico viviendo en una pequeña cabaña descuidada y pasando por ese tipo de problemas.
De todas formas, dejo el tema por la paz ya que el otro parecía muy confiado de sí mismo, tan positivo. Por lo pronto, si le creía que había caído de la cama, muchas veces le pasaba, y de todas formas no le importaba ya estaba más que acostumbrada a esos pequeños tropiezos durante sus sueños.
Acepto la ayuda que le ofrecía Dmitri para levantarse, dándose cuenta allí recién que estaba lo bastante enredada por las mantas. Dejó escapar un bufido de cansancio, habían ocurrido tantas cosas fuera de su control que no sabía muy bien por dónde empezar. ¿Lo bueno? No había tormenta, eso quería decir que podía continuar su viaje, buscaría al conductor que la estaba llevando, luego de desayunar algo. Eso pensaba mientras el rubio se retiraba, como siempre, haciendo lo que él quería.
Fue al baño a arreglarse y vestirse, guardó sus cosas y tomo su maleta. No olvido el abrigarse bien, ya que no quería resfriarse al salir. Fue entonces hasta donde, seguramente, estaba esperándole Dmitri, por lo menos iba a ser cortez y aceptar su última invitación antes de marcharse de allí, no sin antes hacer una pequeña parada en recepción.
- Perdón la espera.- fue lo que le dijo la pelinegra, al mismo tiempo que tomaba asiento y dejaba su pequeño maletín en el suelo y a su lado. Observó el desayuno, que ya habían traído a la mesa, no iba a decir nada al respecto, ya lo habían pedido y tampoco es como si fuera a reclamar, después de todo, no había nada allí que le desagradará.
- Luego seguirás tu... camino… ¿no? - exclamó ella segundos después de que hubieran comenzado a desayunar. Tan sólo un comentario (mas bien pregunta) bastante aleatoria sólo para romper el silencio y porque creía que se lo debía, luego de tantos favores que ella no había pedido.
Tampoco esperaba una respuesta larga de parte de Dmitri, puesto que ella no le había contestado nada sobre hacia dónde iba y ¿porque? ¿con quien? Así que, realmente no le importaba lo que contestará. Así estaban en igualdad de condición, eso último le recordó algo.
- Es cierto.- comentó repentinamente, dejando de comer. Enseguida metió su mano al maletín que había dejado en el suelo, luego de unos segundos sacó algo de allí y lo puso en la mesa, cerca de Dmitri: era dinero.- Es lo que te debo, la mitad de la habitación y la cena, se lo pregunte a la recepcionista.- le explico por si no quedaba claro y antes que dijera otra cosa más, ella habló.- Espera, se lo que vas a decir. Te dejo invitarme el desayuno, si así te quedas más tranquilo ¿Qué te parece?- le indicó sonriente, esta vez una sonrisa bastante sincera y animada.
- No recuerdo haber aceptado ese trato.- exclamó ella desviando la mirada. La verdad es que ella sólo había aceptado compartir el mismo techo pero no en qué lugar dormir, además aquel chico no parecía del tipo que pudiera dormir en el sofá u otro lugar o eso pensaba ella; demasiado pulcro y bastante refinado, era lo que pensaba de él. Simplemente, no imaginaba a ese chico viviendo en una pequeña cabaña descuidada y pasando por ese tipo de problemas.
De todas formas, dejo el tema por la paz ya que el otro parecía muy confiado de sí mismo, tan positivo. Por lo pronto, si le creía que había caído de la cama, muchas veces le pasaba, y de todas formas no le importaba ya estaba más que acostumbrada a esos pequeños tropiezos durante sus sueños.
Acepto la ayuda que le ofrecía Dmitri para levantarse, dándose cuenta allí recién que estaba lo bastante enredada por las mantas. Dejó escapar un bufido de cansancio, habían ocurrido tantas cosas fuera de su control que no sabía muy bien por dónde empezar. ¿Lo bueno? No había tormenta, eso quería decir que podía continuar su viaje, buscaría al conductor que la estaba llevando, luego de desayunar algo. Eso pensaba mientras el rubio se retiraba, como siempre, haciendo lo que él quería.
Fue al baño a arreglarse y vestirse, guardó sus cosas y tomo su maleta. No olvido el abrigarse bien, ya que no quería resfriarse al salir. Fue entonces hasta donde, seguramente, estaba esperándole Dmitri, por lo menos iba a ser cortez y aceptar su última invitación antes de marcharse de allí, no sin antes hacer una pequeña parada en recepción.
- Perdón la espera.- fue lo que le dijo la pelinegra, al mismo tiempo que tomaba asiento y dejaba su pequeño maletín en el suelo y a su lado. Observó el desayuno, que ya habían traído a la mesa, no iba a decir nada al respecto, ya lo habían pedido y tampoco es como si fuera a reclamar, después de todo, no había nada allí que le desagradará.
- Luego seguirás tu... camino… ¿no? - exclamó ella segundos después de que hubieran comenzado a desayunar. Tan sólo un comentario (mas bien pregunta) bastante aleatoria sólo para romper el silencio y porque creía que se lo debía, luego de tantos favores que ella no había pedido.
Tampoco esperaba una respuesta larga de parte de Dmitri, puesto que ella no le había contestado nada sobre hacia dónde iba y ¿porque? ¿con quien? Así que, realmente no le importaba lo que contestará. Así estaban en igualdad de condición, eso último le recordó algo.
- Es cierto.- comentó repentinamente, dejando de comer. Enseguida metió su mano al maletín que había dejado en el suelo, luego de unos segundos sacó algo de allí y lo puso en la mesa, cerca de Dmitri: era dinero.- Es lo que te debo, la mitad de la habitación y la cena, se lo pregunte a la recepcionista.- le explico por si no quedaba claro y antes que dijera otra cosa más, ella habló.- Espera, se lo que vas a decir. Te dejo invitarme el desayuno, si así te quedas más tranquilo ¿Qué te parece?- le indicó sonriente, esta vez una sonrisa bastante sincera y animada.
Alice
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Localización : Sanhora Kingdom
Exorcista
Re: Atrapados en la tormenta
Se acomodó sobre su silla y palpó el bolsillo superior de su chaqueta, al notar el tabaco lo miró y luego apartó la vista. Oyó unos pasos y la voz de Alice captó su atención. La observó con una sonrisa mientras la acompañaba en la mesa y luego apoyó la barbilla sobre los nudillos de su mano. Negó ante su disculpa.
-Así es. Con un poco de suerte podré seguir con mi camino y llegaré a la ciudad más cercana. Desde allí será más fácil llegar hasta mi destino y podré ser feliz al fin.-respondió comenzando a moverse para coger los cubiertos y comenzar a desayunar.-¿Y tú? Supongo que te estarán esperando en alguna parte ¿verdad?-rio por lo bajo-No hace falta que no respondas sino quieres.
La comida de aquel lugar era excepcional, había tenido suerte a la hora de quedar varado en esa tormenta. Siempre habían llegado hasta él rumores de que por esa zona de las montañas se comía muy bien pero nunca había esperado que sus sabores superaran sus expectativas tan ampliamente.
Notaba los sabores deshaciéndose en la boca, chocando contra el paladar, como su calor calentaba su cuerpo y se agradecía. Toda la pensión estaba comunicada por arcos, sin puertas salvo en los pisos superiores donde cada habitación tenía una calefacción centralizada. La parte baja en cambio se mantenía así debido al calor que desprendía la cocina, la gente que había y los braseros que ponían en medio del pasillo a una distancia exacta para que el aire caliente se moviera hacia derecha e izquierda.
Observó el pequeño saquito que posó sobre la mesa y luego la sorpresa afloró sobre su rostro. La cogió y la tanteo, aflojo un poco los laterales y extendió su mano dejando caer unas cuantas monedas.
-No tenías por qué hacer esto. Los caballeros como yo consienten a sus damas.-guardó el dinero en la bolsa dispuesto a replicar pero luego observo su rostro y la sonrisa que vio en sus labios tumbó sus defensas.-Esta bien, porque se nota que no sino no estaría a gusto. Muchas gracias por la contribución. Como única condición para terminar de aceptar tu trato y dado que yo invito al desayuno por favor pide y come lo que quieras; no me gustaría que te quedaras con hambre. Necesitas mucha energía para tu viaje.
Siguió comiendo despacio, sin prisa, con la bolsa de dinero sobre la mesa. No sabía que comentarle pues ella no le había dado mucho pie a entablar conversación en las pocas veces que anteriormente había tenido la oportunidad de hablar con ella. Antes de abrir la boca y meter la pata prefirió quedarse callado disfrutando de la comida y de lo más especial… de la presencia de Alice.
Encontrarse con una compañía como esa era algo que no le pasaba desde hacía mucho tiempo y recordando sus viejas travesías casuales se preguntó si este sería igual. En este caso la tensión entre ellos era superior, eran dos desconocidos obviamente pero tenía la sensación de que la joven morena era recelosa y precavida. Sus pasados encuentros habían terminado generalmente de una forma muy distinta pero aquello era otra época.
-Espero que te haya gustado la comida.-comentó observándola y sonriendo complaciente.
-Así es. Con un poco de suerte podré seguir con mi camino y llegaré a la ciudad más cercana. Desde allí será más fácil llegar hasta mi destino y podré ser feliz al fin.-respondió comenzando a moverse para coger los cubiertos y comenzar a desayunar.-¿Y tú? Supongo que te estarán esperando en alguna parte ¿verdad?-rio por lo bajo-No hace falta que no respondas sino quieres.
La comida de aquel lugar era excepcional, había tenido suerte a la hora de quedar varado en esa tormenta. Siempre habían llegado hasta él rumores de que por esa zona de las montañas se comía muy bien pero nunca había esperado que sus sabores superaran sus expectativas tan ampliamente.
Notaba los sabores deshaciéndose en la boca, chocando contra el paladar, como su calor calentaba su cuerpo y se agradecía. Toda la pensión estaba comunicada por arcos, sin puertas salvo en los pisos superiores donde cada habitación tenía una calefacción centralizada. La parte baja en cambio se mantenía así debido al calor que desprendía la cocina, la gente que había y los braseros que ponían en medio del pasillo a una distancia exacta para que el aire caliente se moviera hacia derecha e izquierda.
Observó el pequeño saquito que posó sobre la mesa y luego la sorpresa afloró sobre su rostro. La cogió y la tanteo, aflojo un poco los laterales y extendió su mano dejando caer unas cuantas monedas.
-No tenías por qué hacer esto. Los caballeros como yo consienten a sus damas.-guardó el dinero en la bolsa dispuesto a replicar pero luego observo su rostro y la sonrisa que vio en sus labios tumbó sus defensas.-Esta bien, porque se nota que no sino no estaría a gusto. Muchas gracias por la contribución. Como única condición para terminar de aceptar tu trato y dado que yo invito al desayuno por favor pide y come lo que quieras; no me gustaría que te quedaras con hambre. Necesitas mucha energía para tu viaje.
Siguió comiendo despacio, sin prisa, con la bolsa de dinero sobre la mesa. No sabía que comentarle pues ella no le había dado mucho pie a entablar conversación en las pocas veces que anteriormente había tenido la oportunidad de hablar con ella. Antes de abrir la boca y meter la pata prefirió quedarse callado disfrutando de la comida y de lo más especial… de la presencia de Alice.
Encontrarse con una compañía como esa era algo que no le pasaba desde hacía mucho tiempo y recordando sus viejas travesías casuales se preguntó si este sería igual. En este caso la tensión entre ellos era superior, eran dos desconocidos obviamente pero tenía la sensación de que la joven morena era recelosa y precavida. Sus pasados encuentros habían terminado generalmente de una forma muy distinta pero aquello era otra época.
-Espero que te haya gustado la comida.-comentó observándola y sonriendo complaciente.
Kala
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Re: Atrapados en la tormenta
- Si, también me están esperando.- decidió responder ante la pregunta de Dmitri, aunque sea un poco, tampoco le iba indicar quien o donde le esperaban, o porque le esperaban. Decidió simplemente dedicarse a comer y a la tranquilidad del lugar que le había recibido, gracias al extraño muchacho que tenía frente a ella.
A pesar de que ya le había entregado el dinero, de todas formas sentía que debía darle las gracias, no sólo le permitió quedarse en su habitación, si no que había soportado su actitud. Aunque ella también tuvo que soportar su actitud tan caballeresca de parte de él, demasiado perfecto para ser real.
- No...- iba a decir: No soy tu dama, en un tono bastante molesto e incomodo, pero se contuvo, sólo porque el otro seguía siendo amable.- N-No tenía que hacerlo, es ci-cierto, pero me sentía con el deber de hacerlo.- le dijo bastante segura de sí misma.- No me puedo permitir el deberle tanto algo a alguien que apenas conozco y no quiero ser una aprovechada.- le indicó ella, además que no le gustaba que la consintieron de esa manera, no era una niña, ni tampoco una buena para nada. Seguramente él estaba acostumbrado a damas así.
- Si te hace feliz, entonces tomaré tu oferta, creo que pediré algo más.- le indico Alice con una sonrisa, sintiéndose un poco más relajada que antes. Hasta se levantó de la mesa para ir a pedir otro plato, de todas formas siempre tenía más hambre de lo normal, además así complacía a Dmitri y lo dejaba con su orgullo de caballero intacto.
Al volver a la mesa, había agregado a su desayuno un plato más, además de un café caliente y humeante para pasar el frío. No tardó en volver a comenzar a comer, mientras disfrutaba sus alimentos como usualmente lo hacía, dejó su café casi para el final, esperando que se enfriará un poco más, ya que estaba demasiado caliente como para ella.
- La verdad es que la comida de aquí es muy buena, es tan buena como la que hacen en la or… en mi casa.- se corrigió ella rápidamente, para luego reír nerviosa, maldijo mentalmente por bajar la guardia luego de comer tan deliciosa comida. Así que rápidamente cambió de tema, no porque se encontraba en apuros sino porque de todas formas tenía que decir algo más.
- La verdad, es que creo que no te agradecí correctamente por la ayuda que me diste. Bueno, la gran ayuda que me ofreciste.- exclamó la exorcista, desviando su mirada hacia el piso, y poniendo sus manos sobre sus rodillas. Aún con su rostro inclinado, se podía notar claramente sus mejillas levemente arreboladas.- Así que... de verdad, gracias por todo.- le indico algo avergonzada, pero completamente sincera.
A pesar de que ya le había entregado el dinero, de todas formas sentía que debía darle las gracias, no sólo le permitió quedarse en su habitación, si no que había soportado su actitud. Aunque ella también tuvo que soportar su actitud tan caballeresca de parte de él, demasiado perfecto para ser real.
- No...- iba a decir: No soy tu dama, en un tono bastante molesto e incomodo, pero se contuvo, sólo porque el otro seguía siendo amable.- N-No tenía que hacerlo, es ci-cierto, pero me sentía con el deber de hacerlo.- le dijo bastante segura de sí misma.- No me puedo permitir el deberle tanto algo a alguien que apenas conozco y no quiero ser una aprovechada.- le indicó ella, además que no le gustaba que la consintieron de esa manera, no era una niña, ni tampoco una buena para nada. Seguramente él estaba acostumbrado a damas así.
- Si te hace feliz, entonces tomaré tu oferta, creo que pediré algo más.- le indico Alice con una sonrisa, sintiéndose un poco más relajada que antes. Hasta se levantó de la mesa para ir a pedir otro plato, de todas formas siempre tenía más hambre de lo normal, además así complacía a Dmitri y lo dejaba con su orgullo de caballero intacto.
Al volver a la mesa, había agregado a su desayuno un plato más, además de un café caliente y humeante para pasar el frío. No tardó en volver a comenzar a comer, mientras disfrutaba sus alimentos como usualmente lo hacía, dejó su café casi para el final, esperando que se enfriará un poco más, ya que estaba demasiado caliente como para ella.
- La verdad es que la comida de aquí es muy buena, es tan buena como la que hacen en la or… en mi casa.- se corrigió ella rápidamente, para luego reír nerviosa, maldijo mentalmente por bajar la guardia luego de comer tan deliciosa comida. Así que rápidamente cambió de tema, no porque se encontraba en apuros sino porque de todas formas tenía que decir algo más.
- La verdad, es que creo que no te agradecí correctamente por la ayuda que me diste. Bueno, la gran ayuda que me ofreciste.- exclamó la exorcista, desviando su mirada hacia el piso, y poniendo sus manos sobre sus rodillas. Aún con su rostro inclinado, se podía notar claramente sus mejillas levemente arreboladas.- Así que... de verdad, gracias por todo.- le indico algo avergonzada, pero completamente sincera.
Alice
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Localización : Sanhora Kingdom
Exorcista
Re: Atrapados en la tormenta
Escuchó las palabras de Alice con calma, comprendiendo perfectamente lo que la había hecho sentir. No es que su intención con ella hubiera sido mala, sino excesivamente buena. Por querer ser demasiado amable, había terminado asustándola y aquello era lo último que quería. Tenía que admitir a duras penas, que tratar de mostrar una sonrisa a los demás no era algo que se le diera especialmente bien. Siempre era más fácil ser borde y andar ladrando por ahí que, mostrar los dientes en una agradable mueca.
-Bueno, tal vez hubiera sido una excusa para volver a vernos en alguna otra ocasión, pero comprendo ese sentimiento de deuda en el cuerpo, no es agradable. Lo último que pensaba de ti Alice es que eras una de esas mujeres que se aprovechan de los demás o de las situaciones. Se ve en tu rostro perfectamente que eres una mujer amable y sincera, no importa que estés enfadada, tus ojos hablan por ti. -comentó con una sonrisa alegre en el rostro. -No te digo esto para incomodarte ni mucho menos, es solo lo que pienso y bueno... soy alguien bastante sincero.
Ver que se animaba a comer algo más, le hizo sentir bien, incluso vaciando su estómago un poco, sintiéndose con ganas él mismo de tomar un postre. Aunque fuera el desayuno, le apetecía tomar algo dulce, algo como un pastel o un trozo de tarta, así que aprovechó que Alice se ponía en pie para alzar un poco la voz y pedir su postre cuando esta captó la atención del tabernero. Esperó a que sirvieran a la joven y él mismo se levantó a buscar su dulce cuando lo vio aparecer. Sentándose en su sitio de nuevo, observó el comer tan hambriento de la muchacha que en cierto modo le parecía tierno y gracioso. ¿Cuándo había visto a alguien comer con tanto ímpetu? Tal vez a nadie en mucho tiempo, pero ver el estómago insaciable de ella, le agradaba.
-Vaya, veo que tienes buen apetito. -sonrió. -Da gusto verte comer. Todavía estas creciendo, no deberías cortarte en comer todo lo que quisieras, seguro que tu trabajo te hace gastar muchas energías y bueno los viajes... son agotadores a fin de cuentas.
Una lenta pero agradable sonrisa se dibujó en el rostro del ruso, que parecía contento de oír aquello aunque fuera innecesario. No lo había hecho por pura caridad como lo haría alguien bueno, ni tampoco por hacerle un favor que más tarde pudiera reclamar, lo había hecho porque había querido y no había podido resistir la idea de ayudar a alguien. Quizás fuera algo hipócrita por su parte, obviamente que lo era, sin embargo, su mejor amigo cruzó por su mente y el recuerdo de su hermana. Solo eso bastó para ablandar su corazón, eran los únicos puntos débiles que le quedaban en ese mundo y ni si quiera sabía si ambos seguían con vida. Él ya estaba muerto desde hacía mucho tiempo.
-No es necesario que me lo agradezcas de una manera tan formal. -hizo un aspaviento con la mano para restarle importancia. -No he hecho nada en realidad, solo compartir una habitación, no soy ningún tipo de santo por hacer eso así que, no me merezco una gratitud tan firme. -apoyó los codos sobre la mensa y se inclinó un poco. -No podía dejarte dormir ahí fuera con la que estaba cayendo, eso sería inhumano. -bajo la mirada a la mesa. -Gracias por ser tan amable conmigo.
-Bueno, tal vez hubiera sido una excusa para volver a vernos en alguna otra ocasión, pero comprendo ese sentimiento de deuda en el cuerpo, no es agradable. Lo último que pensaba de ti Alice es que eras una de esas mujeres que se aprovechan de los demás o de las situaciones. Se ve en tu rostro perfectamente que eres una mujer amable y sincera, no importa que estés enfadada, tus ojos hablan por ti. -comentó con una sonrisa alegre en el rostro. -No te digo esto para incomodarte ni mucho menos, es solo lo que pienso y bueno... soy alguien bastante sincero.
Ver que se animaba a comer algo más, le hizo sentir bien, incluso vaciando su estómago un poco, sintiéndose con ganas él mismo de tomar un postre. Aunque fuera el desayuno, le apetecía tomar algo dulce, algo como un pastel o un trozo de tarta, así que aprovechó que Alice se ponía en pie para alzar un poco la voz y pedir su postre cuando esta captó la atención del tabernero. Esperó a que sirvieran a la joven y él mismo se levantó a buscar su dulce cuando lo vio aparecer. Sentándose en su sitio de nuevo, observó el comer tan hambriento de la muchacha que en cierto modo le parecía tierno y gracioso. ¿Cuándo había visto a alguien comer con tanto ímpetu? Tal vez a nadie en mucho tiempo, pero ver el estómago insaciable de ella, le agradaba.
-Vaya, veo que tienes buen apetito. -sonrió. -Da gusto verte comer. Todavía estas creciendo, no deberías cortarte en comer todo lo que quisieras, seguro que tu trabajo te hace gastar muchas energías y bueno los viajes... son agotadores a fin de cuentas.
Una lenta pero agradable sonrisa se dibujó en el rostro del ruso, que parecía contento de oír aquello aunque fuera innecesario. No lo había hecho por pura caridad como lo haría alguien bueno, ni tampoco por hacerle un favor que más tarde pudiera reclamar, lo había hecho porque había querido y no había podido resistir la idea de ayudar a alguien. Quizás fuera algo hipócrita por su parte, obviamente que lo era, sin embargo, su mejor amigo cruzó por su mente y el recuerdo de su hermana. Solo eso bastó para ablandar su corazón, eran los únicos puntos débiles que le quedaban en ese mundo y ni si quiera sabía si ambos seguían con vida. Él ya estaba muerto desde hacía mucho tiempo.
-No es necesario que me lo agradezcas de una manera tan formal. -hizo un aspaviento con la mano para restarle importancia. -No he hecho nada en realidad, solo compartir una habitación, no soy ningún tipo de santo por hacer eso así que, no me merezco una gratitud tan firme. -apoyó los codos sobre la mensa y se inclinó un poco. -No podía dejarte dormir ahí fuera con la que estaba cayendo, eso sería inhumano. -bajo la mirada a la mesa. -Gracias por ser tan amable conmigo.
Kala
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