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Todo el material que se publique dentro del foro es y será propiedad de su creador a menos que se indique lo contrario.
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Atrapados en la tormenta
D. Gray man Rol :: El mundo :: Europa
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Atrapados en la tormenta
Llevaba ya un rato cabalgando en contra del viento que se había empeñado en no dejarlo avanzar, su caballo relinchaba quejándose él lo sabía pero el temporal que se estaba levantando no podía retrasarlo más, tenía que llegar a tiempo a su destino; sus negocios esperaban.
Todo estaba cubierto de nieve, ni si quiera los caminos lograban quedarse algo más libres, los copos lo cubrían todo rápidamente con su espesor y los centímetros de nieve aumentaban también. A su caballo le costaba cada vez más caminar, la ventisca no les daba descanso. Estar fuera con aquel tiempo era una locura.
-Tranquilo Shadow-dijo mientras le acariciaba el cuello-Ahora buscamos algún sitio para esperar a que pase la tormenta.
Tirando de las riendas hacia la derecha desvió la trayectoria del caballo y lo sacó del camino, no hacía mucho habían dejado atrás un pequeño pueblo, tal vez allí hubiera algún lugar para poder resguardarse.
Tras unos diez minutos llegó a la aldea, la nieve allí era algo más baja por algunos sitios pero todo era de color blanco. Los tejados estaban sujetando una gran cantidad de peso, el frío cada vez era peor y sabía que aún estaba empezando el vendaval. Acariciaba a su caballo para que no se pusiera nervioso, ya faltaba poco para llegar.
A lo lejos se podía ver un cartel de madera color claro que se sujetaba mediante unos hierros de los cuales colgaban carámbanos. Aquel sitio era la posada y por lo que parecía no era muy grande pero era de esperar para un pueblo de la montaña.
Al llegar junto a la puerta desmontó del caballo, sus botas se hundieron en la nieve unos cuarenta centímetros lo que no le sorprendió en absoluto. Miró a ambos lados y encontró un establo en uno de los laterales de la posada. Fue hasta allí y entró seguido de su caballo.
-Bueno… aquí podremos esperar un poco.
Ató las riendas a un poste de madera y echó una ojeada a los alrededores: la paja mantenía caliente el lugar al margen del calor que desprendían los pocos animales que también había allí, unos pocos candiles daban una tenue luz, todo allí parecía estar sacado de uno de los cuentos que solía leerle su madre cuando era pequeño. Cogió uno de los cepillos que había en una de las estanterías y lo posó sobre la madera que separaba un cubículo de otro, luego se dispuso a quitarle la silla para que él también pudiera descansar.
-Shadow, Shadow… menos mal que ya no eres un rebelde-dijo mientras comenzaba a cepillarlo despacio-Espero que podamos llegar a tiempo.-Pero el tiempo pasó y la tormenta empeoró-Pues nada, al parecer vamos a tener que pasar la noche aquí.
Dejó el cepillo en el mismo lugar de donde lo había cogido y luego salió del establo para dirigirse a la posada. Entró en la posada y lo primero que hizo antes de dar un paso más fue puntear las botas para que cayera la nieve en el felpudo. A continuación se dirigió a la recepción mientras desenguantaba sus manos y guardaba los guantes en el bolso de su chaqueta pero estas no quedaron al descubierto si no que estaban cubiertas por unos guantes blanco ajustados.
-Buenas tardes-saludó-Necesito una habitación para pasar la noche.
Todo estaba cubierto de nieve, ni si quiera los caminos lograban quedarse algo más libres, los copos lo cubrían todo rápidamente con su espesor y los centímetros de nieve aumentaban también. A su caballo le costaba cada vez más caminar, la ventisca no les daba descanso. Estar fuera con aquel tiempo era una locura.
-Tranquilo Shadow-dijo mientras le acariciaba el cuello-Ahora buscamos algún sitio para esperar a que pase la tormenta.
Tirando de las riendas hacia la derecha desvió la trayectoria del caballo y lo sacó del camino, no hacía mucho habían dejado atrás un pequeño pueblo, tal vez allí hubiera algún lugar para poder resguardarse.
Tras unos diez minutos llegó a la aldea, la nieve allí era algo más baja por algunos sitios pero todo era de color blanco. Los tejados estaban sujetando una gran cantidad de peso, el frío cada vez era peor y sabía que aún estaba empezando el vendaval. Acariciaba a su caballo para que no se pusiera nervioso, ya faltaba poco para llegar.
A lo lejos se podía ver un cartel de madera color claro que se sujetaba mediante unos hierros de los cuales colgaban carámbanos. Aquel sitio era la posada y por lo que parecía no era muy grande pero era de esperar para un pueblo de la montaña.
Al llegar junto a la puerta desmontó del caballo, sus botas se hundieron en la nieve unos cuarenta centímetros lo que no le sorprendió en absoluto. Miró a ambos lados y encontró un establo en uno de los laterales de la posada. Fue hasta allí y entró seguido de su caballo.
-Bueno… aquí podremos esperar un poco.
Ató las riendas a un poste de madera y echó una ojeada a los alrededores: la paja mantenía caliente el lugar al margen del calor que desprendían los pocos animales que también había allí, unos pocos candiles daban una tenue luz, todo allí parecía estar sacado de uno de los cuentos que solía leerle su madre cuando era pequeño. Cogió uno de los cepillos que había en una de las estanterías y lo posó sobre la madera que separaba un cubículo de otro, luego se dispuso a quitarle la silla para que él también pudiera descansar.
-Shadow, Shadow… menos mal que ya no eres un rebelde-dijo mientras comenzaba a cepillarlo despacio-Espero que podamos llegar a tiempo.-Pero el tiempo pasó y la tormenta empeoró-Pues nada, al parecer vamos a tener que pasar la noche aquí.
Dejó el cepillo en el mismo lugar de donde lo había cogido y luego salió del establo para dirigirse a la posada. Entró en la posada y lo primero que hizo antes de dar un paso más fue puntear las botas para que cayera la nieve en el felpudo. A continuación se dirigió a la recepción mientras desenguantaba sus manos y guardaba los guantes en el bolso de su chaqueta pero estas no quedaron al descubierto si no que estaban cubiertas por unos guantes blanco ajustados.
-Buenas tardes-saludó-Necesito una habitación para pasar la noche.
Kala
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Localización : Asturias
Usuario Distinguido
Re: Atrapados en la tormenta
Era un hecho, odiaba Rusia con toda su alma. Nada le había preparado para el frio tan abrumador que sentía, se suponía que a esta hora debía estar de viaje a Inglaterra usando el arca, para eso debía llegar al punto donde estaba la puerta. Su mala suerte no pudo mejorar mucho más ya que estaba sola. Se había adelantado a los buscadores ya que ellos debían hacer la investigación de aquella falsa alarma por la que habían ido y ella fue solicitada para volver a la base y realizar otra misión.
Sin embargo su camino en carruaje fue interrumpido por el clima. El frio aumentaba y ella se coloco un abrigo largo y de color azul marino sobre su uniforme de exorcista. Menos mal que traía unas botas abrigadas que llegaban a cubrir hasta casi sus rodillas. El largo abrigo, de cuello alto, tapaba sus piernas y además su uniforme de exorcista al completo, además tenía puesta una bufanda tan oscura como su cabello. Agregando que también poseía unos guantes y gorro de lana negro, que inteligentemente había sacado de la orden. Se había puesto los guantes y había ocultado su largo cabello bajo el gorro un poco, aunque se podía notar su fleco sobre su frente.
- Señorita lo lamento, pero no podemos seguir.- el hombre quien manejaba tenía mucho frio, y al escuchar las palabras del conductor, Alice se angustio ¿Qué harían ahora? Por lo menos se habían detenido en un pueblo pequeño. El hombre manejo como pudo hasta unos establos, Alice tuvo que bajar simplemente con una pequeña maleta algo usada en sus manos. Sus piernas se enterraron en la nieve unos cuantos centímetros, no pudo evitar maldecir por ello. Pero lo peor fue el frio viento que cruzo por allí, eso sólo hizo que sujetara con fuerza su bufanda. Sus mejillas estaban enrojecidas por el frio, y quizás hasta su nariz.
- Tendremos que seguir por la mañana, cuando el clima se calme un poco.- le indico su conductor que al igual que ella, lamentaba el retraso. Se despidió y fue a buscar una forma de conseguir hablar con la orden para darle aquel mensaje, tenía un comunicador que le había dado Komui, por lo menos tenía que hablar con el padre que estaba en el otro sector de Rusia. Así que apenas tuvo un poco de señal dio el mensaje del motivo de su atraso.
Esa sola acción le causo un escalofrió, parecía que de verdad una ventisca se aproximaba, porque la nieve comenzaba a caer más y más, y el viento comenzaba a hacerse más fuerte. Busco enseguida un lugar donde descansar y ocultarse del frio. Aunque podría entrar a un lugar y forzar la entrada, pero se suponía que esos malos hábitos se los había quitado cuando estaba con su maestra, así que desistió de la idea.
De todas formas tenía dinero para ir a una posada y justo sus ojos se encontraron con una, no tardo en correr a duras penas, debido a cantidad de nieve caída, hasta la entrada de la posada. Una habitación, era lo que pedía en su interior, al entrar pudo sentir el calor del ambiente, adentro estaba muy bien abrigado. Sacudió un poco su ropa y botas en la entrada y fue hasta la recepción, la cual la verdad no estaba lejos, era una habitación pequeña y simple la que la recibió.
La mujer de recepción hablaba con otro muchacho rubio, y ella amablemente lo atendía, le entregaba unas llaves y le daba las indicaciones correspondientes.
- Me gustaría una habitación para esta noche.- hablo ella dejando su pequeño maletín a un lado y ocultando sus manos enguantadas dentro de los bolsillos de su chaqueta.
- oh, disculpe señorita.- exclamo la recepcionista, luego de terminar de atender al joven adulto a quien recién le había dado las llaves.- Pero no tenemos más habitaciones.- se disculpo.
- ¿De verdad? No puede ser.- exclamo sorprendida, si su mala suerte le seguía, seguro ahora moriría congelada. La recepcionista sólo se disculpo nuevamente bastante apenada.
Alice dejo escapar un suspiro de cansancio y de resignación, mientras observaba como la recepcionista volvía a su trabajo, entendía la situación, después de todo era un pueblo pequeño. Repentinamente tuvo la idea de ir al establo y dormir allí, no era el lugar más cómodo o más seguro, pero era eso o nada, y no sería la primera vez. Así que se dirigió a la puerta para salir.
Sin embargo su camino en carruaje fue interrumpido por el clima. El frio aumentaba y ella se coloco un abrigo largo y de color azul marino sobre su uniforme de exorcista. Menos mal que traía unas botas abrigadas que llegaban a cubrir hasta casi sus rodillas. El largo abrigo, de cuello alto, tapaba sus piernas y además su uniforme de exorcista al completo, además tenía puesta una bufanda tan oscura como su cabello. Agregando que también poseía unos guantes y gorro de lana negro, que inteligentemente había sacado de la orden. Se había puesto los guantes y había ocultado su largo cabello bajo el gorro un poco, aunque se podía notar su fleco sobre su frente.
- Señorita lo lamento, pero no podemos seguir.- el hombre quien manejaba tenía mucho frio, y al escuchar las palabras del conductor, Alice se angustio ¿Qué harían ahora? Por lo menos se habían detenido en un pueblo pequeño. El hombre manejo como pudo hasta unos establos, Alice tuvo que bajar simplemente con una pequeña maleta algo usada en sus manos. Sus piernas se enterraron en la nieve unos cuantos centímetros, no pudo evitar maldecir por ello. Pero lo peor fue el frio viento que cruzo por allí, eso sólo hizo que sujetara con fuerza su bufanda. Sus mejillas estaban enrojecidas por el frio, y quizás hasta su nariz.
- Tendremos que seguir por la mañana, cuando el clima se calme un poco.- le indico su conductor que al igual que ella, lamentaba el retraso. Se despidió y fue a buscar una forma de conseguir hablar con la orden para darle aquel mensaje, tenía un comunicador que le había dado Komui, por lo menos tenía que hablar con el padre que estaba en el otro sector de Rusia. Así que apenas tuvo un poco de señal dio el mensaje del motivo de su atraso.
Esa sola acción le causo un escalofrió, parecía que de verdad una ventisca se aproximaba, porque la nieve comenzaba a caer más y más, y el viento comenzaba a hacerse más fuerte. Busco enseguida un lugar donde descansar y ocultarse del frio. Aunque podría entrar a un lugar y forzar la entrada, pero se suponía que esos malos hábitos se los había quitado cuando estaba con su maestra, así que desistió de la idea.
De todas formas tenía dinero para ir a una posada y justo sus ojos se encontraron con una, no tardo en correr a duras penas, debido a cantidad de nieve caída, hasta la entrada de la posada. Una habitación, era lo que pedía en su interior, al entrar pudo sentir el calor del ambiente, adentro estaba muy bien abrigado. Sacudió un poco su ropa y botas en la entrada y fue hasta la recepción, la cual la verdad no estaba lejos, era una habitación pequeña y simple la que la recibió.
La mujer de recepción hablaba con otro muchacho rubio, y ella amablemente lo atendía, le entregaba unas llaves y le daba las indicaciones correspondientes.
- Me gustaría una habitación para esta noche.- hablo ella dejando su pequeño maletín a un lado y ocultando sus manos enguantadas dentro de los bolsillos de su chaqueta.
- oh, disculpe señorita.- exclamo la recepcionista, luego de terminar de atender al joven adulto a quien recién le había dado las llaves.- Pero no tenemos más habitaciones.- se disculpo.
- ¿De verdad? No puede ser.- exclamo sorprendida, si su mala suerte le seguía, seguro ahora moriría congelada. La recepcionista sólo se disculpo nuevamente bastante apenada.
Alice dejo escapar un suspiro de cansancio y de resignación, mientras observaba como la recepcionista volvía a su trabajo, entendía la situación, después de todo era un pueblo pequeño. Repentinamente tuvo la idea de ir al establo y dormir allí, no era el lugar más cómodo o más seguro, pero era eso o nada, y no sería la primera vez. Así que se dirigió a la puerta para salir.
Alice
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Exorcista
Re: Atrapados en la tormenta
Mientras observaba la llave que la señora le había entregado oyó a lo lejos como la puerta se abría de nuevo, se apartó a un lado para dejar el lugar a la nueva persona que había entrado. Guardó su llave en el bolsillo y entonces se volvió para ver al inquilino que preguntaba por una habitación.
Sus ojos pasaron de arriba abajo con rapidez haciendo un análisis a simple vista. Se trataba de una joven de mediana estatura, de tez blanca como la leche y cabello oscuro como la noche, complexión delgada pero proporcionada y ojos azules como el hielo.
No pudo evitar fijarse aún más ya examinándola con detalle por encima de las capas que traía. Se notaba que no estaba acostumbrada al duro clima de Rusia así que se preguntó de qué país sería. Si ni si quiera él había seguido con su camino debido al fuerte temporal que se había levantado era de lo más normal que aquella chica buscara refugio. Vio el gesto de decepción en el rostro de la joven y la mirada de disculpa en el de la mesera y no pudo evitar acercase a preguntar.
-Discúlpenme señoritas ¿Ocurre algún problema?
-Nada fuera de lo común, la joven preguntaba por una habitación libre pero ya no nos quedan.
-Oh vaya.-dijo apenado-Es una pena, ahí fuera está cayendo una buena.
-Somos un negocio pequeño-comentó la hostelera algo disgustada debido a la situación.
-No se preocupe-se giró hacia la chica-Sé que no nos conocemos de nada pero no me importaría compartir mi habitación con usted. No puede quedarse por ahí fuera, podría morir congelada.
Sabía que aquello era descabellado pero no podía dejar que durmiera a la intemperie, ni dormir en una cuadra o establo le aseguraba pasar la noche y no perder ningún miembro de su cuerpo. La tormenta solo acababa de empezar y todavía quedaban muchas horas de nevada intensa, lo más probable es que al día siguiente hubiera metros de nieve y los caminos estuvieran cortados. El invierno era la peor época del año y más aún cuando tenías que moverte y viajar por negocios.
-Sé que le sonará raro pero es una oferta por educación, nadie merece dormir en la calle y menos con este tiempo. Comprendo que no se fie de mi pero soy todo un caballero, jamás le pondría una mano si usted no me lo pide claro.-sonrió de lado y rio- Soy Dmitri Romanó, es un placer.-le tendió la mano para estrecharla.
Sus ojos pasaron de arriba abajo con rapidez haciendo un análisis a simple vista. Se trataba de una joven de mediana estatura, de tez blanca como la leche y cabello oscuro como la noche, complexión delgada pero proporcionada y ojos azules como el hielo.
No pudo evitar fijarse aún más ya examinándola con detalle por encima de las capas que traía. Se notaba que no estaba acostumbrada al duro clima de Rusia así que se preguntó de qué país sería. Si ni si quiera él había seguido con su camino debido al fuerte temporal que se había levantado era de lo más normal que aquella chica buscara refugio. Vio el gesto de decepción en el rostro de la joven y la mirada de disculpa en el de la mesera y no pudo evitar acercase a preguntar.
-Discúlpenme señoritas ¿Ocurre algún problema?
-Nada fuera de lo común, la joven preguntaba por una habitación libre pero ya no nos quedan.
-Oh vaya.-dijo apenado-Es una pena, ahí fuera está cayendo una buena.
-Somos un negocio pequeño-comentó la hostelera algo disgustada debido a la situación.
-No se preocupe-se giró hacia la chica-Sé que no nos conocemos de nada pero no me importaría compartir mi habitación con usted. No puede quedarse por ahí fuera, podría morir congelada.
Sabía que aquello era descabellado pero no podía dejar que durmiera a la intemperie, ni dormir en una cuadra o establo le aseguraba pasar la noche y no perder ningún miembro de su cuerpo. La tormenta solo acababa de empezar y todavía quedaban muchas horas de nevada intensa, lo más probable es que al día siguiente hubiera metros de nieve y los caminos estuvieran cortados. El invierno era la peor época del año y más aún cuando tenías que moverte y viajar por negocios.
-Sé que le sonará raro pero es una oferta por educación, nadie merece dormir en la calle y menos con este tiempo. Comprendo que no se fie de mi pero soy todo un caballero, jamás le pondría una mano si usted no me lo pide claro.-sonrió de lado y rio- Soy Dmitri Romanó, es un placer.-le tendió la mano para estrecharla.
Kala
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Re: Atrapados en la tormenta
Alice volteo a ver al chico que le estaba hablando, alto, rubio, parecía que vivía en estos lugares. El chico parecía una persona normal y bastante rara, sobre todo por el ofrecimiento que estaba haciéndole tan repentina y descaradamente.
La recepcionista del lugar, no pudo ocultar su sorpresa, hasta un leve carraspeo salió de su voz un poco incomoda por la situación. No es que no le iba a permitir compartir habitación, pensaba que el hombre era muy amable con la muchacha, pero aún así era extraño aquello. La pobre recepcionista se pregunto qué haría la chica, que estaba tan sorprendida como ella, hasta pudo notar que la muchacha de cabello oscuro se había puesto azul, y no por el frio, si no por el susto de aquella propuesta.
- ¿eh?- fue lo único que salió de la voz de Alice en ese momento cuando el chico se presento como Dmitri Romanó, de una manera bastante educada. Una manera tan educada y formal, que de alguna forma le recordó a alguien, y eso le molesto un poco o quizás mucho.
- Señorita ¿La policía está muy lejos?- le pregunto a la recepcionista, quien sorprendida sólo negó con la cabeza.
- Se encuentra justo detrás de este lugar.- le indico ella. Alice pensó que estaba lo bastante cerca por cualquier cosa. Así que volteo a mirar al rubio de nuevo.
- Esta bien, acepto tu…- Alice se detuvo a buscar una palabra correcta antes de hablar.-… amabilidad.- termino por decir ella.
- Me llamo Alice.- se presento finalmente ella, aunque ni siquiera se tomo la molestia de tomar su mano, que el otro cordialmente le había ofrecido.- No te preocupes, pagaré la mitad de lo que cuesta la habitación.- le indico por último cruzándose de brazos.
- E-entonces, les indicaré el cuarto.- la recepcionista al notar que al parecer habían llegado a un acuerdo, los condujo a la habitación. Alice recogió su pequeño maletín y fue con la señorita, adelantándose al otro muchacho.
La recepcionista del lugar, no pudo ocultar su sorpresa, hasta un leve carraspeo salió de su voz un poco incomoda por la situación. No es que no le iba a permitir compartir habitación, pensaba que el hombre era muy amable con la muchacha, pero aún así era extraño aquello. La pobre recepcionista se pregunto qué haría la chica, que estaba tan sorprendida como ella, hasta pudo notar que la muchacha de cabello oscuro se había puesto azul, y no por el frio, si no por el susto de aquella propuesta.
- ¿eh?- fue lo único que salió de la voz de Alice en ese momento cuando el chico se presento como Dmitri Romanó, de una manera bastante educada. Una manera tan educada y formal, que de alguna forma le recordó a alguien, y eso le molesto un poco o quizás mucho.
- Señorita ¿La policía está muy lejos?- le pregunto a la recepcionista, quien sorprendida sólo negó con la cabeza.
- Se encuentra justo detrás de este lugar.- le indico ella. Alice pensó que estaba lo bastante cerca por cualquier cosa. Así que volteo a mirar al rubio de nuevo.
- Esta bien, acepto tu…- Alice se detuvo a buscar una palabra correcta antes de hablar.-… amabilidad.- termino por decir ella.
- Me llamo Alice.- se presento finalmente ella, aunque ni siquiera se tomo la molestia de tomar su mano, que el otro cordialmente le había ofrecido.- No te preocupes, pagaré la mitad de lo que cuesta la habitación.- le indico por último cruzándose de brazos.
- E-entonces, les indicaré el cuarto.- la recepcionista al notar que al parecer habían llegado a un acuerdo, los condujo a la habitación. Alice recogió su pequeño maletín y fue con la señorita, adelantándose al otro muchacho.
Alice
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Exorcista
Re: Atrapados en la tormenta
La rapidez con la que la joven respondió le sorprendió, no esperaba que aceptara a la primera una oferta de un desconocido. La verdad es que tampoco le quedaban muchas opciones demás pero cuando preguntó por la policía tuvo que reconocer que sus músculos se tensaron. ¿Iba a denunciarlo? ¿Tan horrible había sido la forma en qué se lo había ofrecido?
Dmitri solo guardó silencio y siguió a la mesera que los guío hasta su habitación. La chica se había presentado como Alice, la verdad es que no sabía por qué pero sentía que ese nombre le pegaba. Sonaba dulce y alegre pero ella demostraba ser todo lo contrario, rostro firme y pétreo, sin titubeos.
-Muchas gracias por todo.-dijo con una sonrisa amable despidiéndose de la mujer.
Abrió la puerta con la llave que le habían entregado antes y dejo que Alice entrara primero, luego fue él cerrando tras de sí la entrada. Ojeó la habitación y se acercó a la ventana para mirar por ella. A fuera la nieve estaba más alta, se preguntó si mañana podría continuar su viaje, no quería quedarse allí encerrado. Su pensamiento pasó también por el establo donde había dejado a Shadow, esperaba que estuviera bien con el resto de animales.
Se giró hacia el interior y entonces analizó la habitación: un armario bastante grande pegado a la pared junto a una cómoda con espejo, una pequeña mesa con dos sillas en una esquina junto a la ventana, un pequeño sofá, una puerta que llevaría al baño y por último una cama matrimonial. Bueno estaba claro cómo serían las cosas.
-Por favor…-dijo invitándola a acomodarse-No te cohíbas por mí, parecerá que no este aquí.
Se quitó el abrigo y lo dejo encima de una silla, luego se estiró como un felino y miró a Alice de reojo. Sintió como su estómago se encogía y entonces decidió que lo mejor sería saciar su hambre, seguro que su acompañante también estaría hambrienta.
-Voy a buscar algo para cenar, te dejo para que te acomodes como gustes.-dijo mientras cruzaba la habitación.- Sé que lo más apropiado sería preguntarte que te gustaría tomar para cenar pero tentaré a la suerte.-dijo antes de sonreír y salir de allí.
Dmitri solo guardó silencio y siguió a la mesera que los guío hasta su habitación. La chica se había presentado como Alice, la verdad es que no sabía por qué pero sentía que ese nombre le pegaba. Sonaba dulce y alegre pero ella demostraba ser todo lo contrario, rostro firme y pétreo, sin titubeos.
-Muchas gracias por todo.-dijo con una sonrisa amable despidiéndose de la mujer.
Abrió la puerta con la llave que le habían entregado antes y dejo que Alice entrara primero, luego fue él cerrando tras de sí la entrada. Ojeó la habitación y se acercó a la ventana para mirar por ella. A fuera la nieve estaba más alta, se preguntó si mañana podría continuar su viaje, no quería quedarse allí encerrado. Su pensamiento pasó también por el establo donde había dejado a Shadow, esperaba que estuviera bien con el resto de animales.
Se giró hacia el interior y entonces analizó la habitación: un armario bastante grande pegado a la pared junto a una cómoda con espejo, una pequeña mesa con dos sillas en una esquina junto a la ventana, un pequeño sofá, una puerta que llevaría al baño y por último una cama matrimonial. Bueno estaba claro cómo serían las cosas.
-Por favor…-dijo invitándola a acomodarse-No te cohíbas por mí, parecerá que no este aquí.
Se quitó el abrigo y lo dejo encima de una silla, luego se estiró como un felino y miró a Alice de reojo. Sintió como su estómago se encogía y entonces decidió que lo mejor sería saciar su hambre, seguro que su acompañante también estaría hambrienta.
-Voy a buscar algo para cenar, te dejo para que te acomodes como gustes.-dijo mientras cruzaba la habitación.- Sé que lo más apropiado sería preguntarte que te gustaría tomar para cenar pero tentaré a la suerte.-dijo antes de sonreír y salir de allí.
Kala
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Re: Atrapados en la tormenta
Alice entro primera la habitación, pensando en el lado bueno de esto, que tendría un lugar cálido y seguro para dormir hoy, esperaba de verdad poder partir mañana y volver junto a sus compañeros, o que al menos la tormenta sólo durará hoy.
Se quito el gorro que tenía, del cual cayo sólo un poco de nieve al suelo. Paseo por la habitación, como tanteando terreno, su sorpresa fue grande al ver sola una cama. En su apuro por tener un lugar cálido donde dormir, no pensó en ese detalle ¿Ahora qué harían? Se quedo pensando un instante, mas sin embargo, su nuevo e improvisado compañero tenía planes para ir a buscar algo de comida y antes que pudiera decir algo este se fue.
- Creo... que no tengo opción.- exclamo la de cabellos negros, casi resignándose a aquello. De todas formar ya estaba dentro, tenía una habitación para ella, que compartiría con el otro tipo, además un baño no le sentaría nada mal, y seguramente pronto tendría comida.
Al final termino por ir a darse un rápido baño caliente, ahora que el otro chico no estaba y así ponerse ropa más cómoda para dormir más tarde. Guardo sus ropas de exorcistas en su maleta, excepto su largo abrigo oscuro que dejo en una silla. Y se metió rápidamente al baño con un cambio de ropa listo. No demoro en darse aquel baño tibio, que la relajo por completo, reemplazando sus ropas por un camisón largo, estrecho en la cintura, de cuello alto, e igual de oscuro que la chaqueta que ahora estaba posada sobre la silla.
Termino por sentarse en el sofá que había allí, para ir secando su largo cabello negro tranquilamente, mientras la nieve seguía cayendo.
Se quito el gorro que tenía, del cual cayo sólo un poco de nieve al suelo. Paseo por la habitación, como tanteando terreno, su sorpresa fue grande al ver sola una cama. En su apuro por tener un lugar cálido donde dormir, no pensó en ese detalle ¿Ahora qué harían? Se quedo pensando un instante, mas sin embargo, su nuevo e improvisado compañero tenía planes para ir a buscar algo de comida y antes que pudiera decir algo este se fue.
- Creo... que no tengo opción.- exclamo la de cabellos negros, casi resignándose a aquello. De todas formar ya estaba dentro, tenía una habitación para ella, que compartiría con el otro tipo, además un baño no le sentaría nada mal, y seguramente pronto tendría comida.
Al final termino por ir a darse un rápido baño caliente, ahora que el otro chico no estaba y así ponerse ropa más cómoda para dormir más tarde. Guardo sus ropas de exorcistas en su maleta, excepto su largo abrigo oscuro que dejo en una silla. Y se metió rápidamente al baño con un cambio de ropa listo. No demoro en darse aquel baño tibio, que la relajo por completo, reemplazando sus ropas por un camisón largo, estrecho en la cintura, de cuello alto, e igual de oscuro que la chaqueta que ahora estaba posada sobre la silla.
Termino por sentarse en el sofá que había allí, para ir secando su largo cabello negro tranquilamente, mientras la nieve seguía cayendo.
Alice
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Exorcista
Re: Atrapados en la tormenta
Estaba sentado en uno de los taburetes de la posada bebiendo una copa de vozka mientras esperaba que la cena estuviera hecha. Lo normal era que tras haberla encargado se la llevaran a la habitación pero él había pedido llevarla personalmente. Tras mirar la carta indeciso había optado por pedir el menú del día que tenían.
"Espero que le guste"
Dio un trago a su copa y aún con el vaso en la mano se quedó pensativo. ¿Cuándo había sido la última vez que había estado con una desconocida en una habitación? No mucho tiempo, antes de salir de viaje pero las situaciones habían sido distintas. Sonrió de medio lado y dio otro trago.
Siempre que bebía terminaba deprimido entero, los demonios que lo atormentaban lo devoraban con más fuerza, sabía que tenía que dejar a un lado todo eso y seguir con su vida pero continuamente le recordaban el pasado imposible de enterrar. Se terminó la copa justo cuando la mesera aparecía con la bandeja.
-Aquí tiene joven, esta todo como ordenó.-dijo la señora sonriente.
-Muchas gracias-contestó amable-esta todo pagado ya.
La mujer sonrió y se retiró. Dmitri cogió la bandeja y se fue de nuevo a su cuarto. Esperaba no interrumpir nada, lo que menos le apetecía era montar una escenita. Como siempre es mejor prevenir que curar picó a la puerta y esperó unos segundos antes de abrir la puerta y entrar con la camarera. Observó la habitación en busca de algún cambio pero no encontró nada fuera de lugar.
-Aquí esta la cena.-dijo comenzando a colocar la mesa.-¿Comes de todo o eres de esas personas exquisitas para la comida?
Miró de reojo a la joven y la vio con la ropa de cama ya puesta, se veía que no perdía el tiempo. Secaba su cabello poco a poco, tranquilamente, sin prisa. Era joven pero la madurez que desprendía le llamaba la atención.
-Bueno Alice ¿puedo preguntar a dónde te dirigías con este temporal?-tras colocar los cubiertos pasó a los platos-Esto ya esta, ya podemos tener una entretenida velada.
"Espero que le guste"
Dio un trago a su copa y aún con el vaso en la mano se quedó pensativo. ¿Cuándo había sido la última vez que había estado con una desconocida en una habitación? No mucho tiempo, antes de salir de viaje pero las situaciones habían sido distintas. Sonrió de medio lado y dio otro trago.
Siempre que bebía terminaba deprimido entero, los demonios que lo atormentaban lo devoraban con más fuerza, sabía que tenía que dejar a un lado todo eso y seguir con su vida pero continuamente le recordaban el pasado imposible de enterrar. Se terminó la copa justo cuando la mesera aparecía con la bandeja.
-Aquí tiene joven, esta todo como ordenó.-dijo la señora sonriente.
-Muchas gracias-contestó amable-esta todo pagado ya.
La mujer sonrió y se retiró. Dmitri cogió la bandeja y se fue de nuevo a su cuarto. Esperaba no interrumpir nada, lo que menos le apetecía era montar una escenita. Como siempre es mejor prevenir que curar picó a la puerta y esperó unos segundos antes de abrir la puerta y entrar con la camarera. Observó la habitación en busca de algún cambio pero no encontró nada fuera de lugar.
-Aquí esta la cena.-dijo comenzando a colocar la mesa.-¿Comes de todo o eres de esas personas exquisitas para la comida?
Miró de reojo a la joven y la vio con la ropa de cama ya puesta, se veía que no perdía el tiempo. Secaba su cabello poco a poco, tranquilamente, sin prisa. Era joven pero la madurez que desprendía le llamaba la atención.
-Bueno Alice ¿puedo preguntar a dónde te dirigías con este temporal?-tras colocar los cubiertos pasó a los platos-Esto ya esta, ya podemos tener una entretenida velada.
Kala
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Re: Atrapados en la tormenta
El chico había llegado finalmente al lugar y había traído comida con él, tal como lo había dicho. Mientras Alice seguía secando su cabello, no lo perdió de vista por ningún instante. Aunque estaba un poco sorprendida porque le hubiera traído comida para ella también, no creyó que lo haría, ahora le debía más dinero, pensaba ella en su interior, un poco molesta sobre ese hecho.
- ¿Ah? ¿Eh? No, no soy exquisita.- respondió sorprendida por su pregunta, a la cual demoró en responder, respondiendo un poco atropelladamente pero dejando claro su mensaje que comía sin quejarse la comida que hubiese.
De todas formas, no sentía que pudiera quejarse. Aquel extraño había compartido su habitación con otra extraña y además estaba compartiendo comida con esa misma desconocida. Si que era extraña aquella persona, quizás era alguien estrafalario simplemente.
Ante su última pregunta, sólo carraspeo un poco, no le iba a decir que era una exorcista que venía de una misión, tardaría demasiado en explicar todo eso. Quizás hasta ni siquiera le creería o le haría muchas preguntas, o la tomaría por loca y la echaría de aquí. Pensaba un poco nerviosa.
- Sólo estaba visitando a un familiar mío.- respondió ella, como si ya estuviera acostumbrada a contar la misma historia.- Un tío mío. Iba de regreso cuando comenzó la tormenta.- prefería contar algo sencillo que estar contando lo demás, lo encontraba molesto y trabajoso, sobre todo para estas circunstancias en la que estaba.
- Disculpa…- exclamó ella repentinamente observando la mesa ya lista para comer.- No creí que de verdad me traerías comida.- agregó un poco avergonzada.- No te preocupes pagaré mi parte, asi que solo dime cuanto te costo.- le indico bastante decidida, no le gustaba estar en deuda, sobre todo con un completo desconocido.
De todas formas terminó sentándose frente a la mesa lista, dejando la toalla con la que secaba su cabello, sobre el sofá donde antes estaba sentada. No iba a mentir, de verdad tenía hambre, aunque no tanto ya que no había utilizado su inocencia en todo el día, lo cual para ella era un alivio.
- Gracias por la comida.- comentó sonriente, relajándose un poco a diferencia de como estaba antes, después de todo había comida de por medio, no iba a desperdiciarla.
- ¿Ah? ¿Eh? No, no soy exquisita.- respondió sorprendida por su pregunta, a la cual demoró en responder, respondiendo un poco atropelladamente pero dejando claro su mensaje que comía sin quejarse la comida que hubiese.
De todas formas, no sentía que pudiera quejarse. Aquel extraño había compartido su habitación con otra extraña y además estaba compartiendo comida con esa misma desconocida. Si que era extraña aquella persona, quizás era alguien estrafalario simplemente.
Ante su última pregunta, sólo carraspeo un poco, no le iba a decir que era una exorcista que venía de una misión, tardaría demasiado en explicar todo eso. Quizás hasta ni siquiera le creería o le haría muchas preguntas, o la tomaría por loca y la echaría de aquí. Pensaba un poco nerviosa.
- Sólo estaba visitando a un familiar mío.- respondió ella, como si ya estuviera acostumbrada a contar la misma historia.- Un tío mío. Iba de regreso cuando comenzó la tormenta.- prefería contar algo sencillo que estar contando lo demás, lo encontraba molesto y trabajoso, sobre todo para estas circunstancias en la que estaba.
- Disculpa…- exclamó ella repentinamente observando la mesa ya lista para comer.- No creí que de verdad me traerías comida.- agregó un poco avergonzada.- No te preocupes pagaré mi parte, asi que solo dime cuanto te costo.- le indico bastante decidida, no le gustaba estar en deuda, sobre todo con un completo desconocido.
De todas formas terminó sentándose frente a la mesa lista, dejando la toalla con la que secaba su cabello, sobre el sofá donde antes estaba sentada. No iba a mentir, de verdad tenía hambre, aunque no tanto ya que no había utilizado su inocencia en todo el día, lo cual para ella era un alivio.
- Gracias por la comida.- comentó sonriente, relajándose un poco a diferencia de como estaba antes, después de todo había comida de por medio, no iba a desperdiciarla.
Alice
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Re: Atrapados en la tormenta
Escuchó atento la breve historia que la joven le contó sobre cómo había terminado allí pero sabía que no era cierta ¿Cuántas veces habría oído algo parecido? El territorio en el que se encontraban no era fácil de explorar, si te salías de los caminos lo más probable era que terminaras perdido por la montaña o el bosque y los pueblos… cada cual más lejos y pequeño. Eran las pequeñas desventajas de Rusia pero a la vez si querías que nadie te encontrara era el lugar más indicado.
-¡Oh! No, no, no, por favor… Yo te he invitado, no tienes que pagarme nada. Me gusta invitar a las jóvenes perdidas en las tormentas.-bromeó.
Sabía que sus bromas nunca hacían gracia y que solo le hacían parecer más ridículo, tonto y extraño de lo que ya se veía de por sí. Acompañó el comentario con una sonrisa amable desviando la mirada para que no viera la vergüenza en su mirada. Le solía resultar fácil flirtear con las mujeres pero aquello era distinto. Tenía que comportarse como un hombre maduro y responsable aunque la mayor parte del tiempo no pegara con él.
-No hay de que, es un placer poder cenar en compañía de una dama.-se sentó una vez Alice lo hizo primero.-Que aproveche.
Colocando su servilleta sobre una de las rodillas, miró la comida. La verdad era que se veía deliciosa pero esa era otra de las ventajas de los pueblos; toda la comida era casera y siempre estaba deliciosa, sino te daban ganas de repetir o chuparte los dedos… es que no lo habías probado bien. Abrió la botella de vino que acompañaba en la camarera a una jarra de agua y se sirvió mientras se decidía si preguntar o no a ella.
-¿La señorita bebe vino o prefiere agua?-puso tono de camarero para no perder la comicidad de la situación.
La miró directamente a los ojos con la palabra diversión escrita en ellos, tal vez se estuviera pasando y en realidad la estuviera asustando pero odiaba quedarse en blanco y tal vez era la primera vez en mucho tiempo que no sabía cómo tratar a una mujer. ¿Sería por la edad y qué estaba acostumbrado a mujeres más mayores? No, aquello era una tontería. Era joven lo sabía pero la madurez en el rostro de ella que antes le había llamado la atención seguía allí presente.
-Por cierto… no deberías estas viajando sola, estos parajes son peligrosos si no sabes andar por ellos.-pasó la botella a una mano y con la otra cogió la jarra de agua.-¿Cuál prefieres? Bueno igual eres un poco joven para beber ¿no?
Y ya estaba siendo descortés por no usar la educación pero ¿qué se podía hacer? Nada, no tenía remedio ya. Esperó que no le diera importancia a sus palabras, después de todo seguían siendo desconocidos pero todo podía ponerse muy incómodo y eso era lo último que quería.
-Puedes tutearme si quieres, los formalismos no suelen ir mucho conmigo. Llámame Dmitri sin problema, como si nos conociéramos de toda la vida aunque no sea así-le guiñó un ojo.- Cualquier cosa que necesites no dudes en pedírmela. No te cortes, por una noche seremos compañeros de cuarto.-respiró hondo y al fin le sirvió lo que pidió.-¿A dónde te diriges? Tal vez me pille de camino y pueda acompañarte, conozco demasiado bien estas tierras.-suspiró con resignación.-¿De dónde eres a todo esto? Porque menudo viaje más largo, has venido a parar a uno de los lugares más recónditos del país.
-¡Oh! No, no, no, por favor… Yo te he invitado, no tienes que pagarme nada. Me gusta invitar a las jóvenes perdidas en las tormentas.-bromeó.
Sabía que sus bromas nunca hacían gracia y que solo le hacían parecer más ridículo, tonto y extraño de lo que ya se veía de por sí. Acompañó el comentario con una sonrisa amable desviando la mirada para que no viera la vergüenza en su mirada. Le solía resultar fácil flirtear con las mujeres pero aquello era distinto. Tenía que comportarse como un hombre maduro y responsable aunque la mayor parte del tiempo no pegara con él.
-No hay de que, es un placer poder cenar en compañía de una dama.-se sentó una vez Alice lo hizo primero.-Que aproveche.
Colocando su servilleta sobre una de las rodillas, miró la comida. La verdad era que se veía deliciosa pero esa era otra de las ventajas de los pueblos; toda la comida era casera y siempre estaba deliciosa, sino te daban ganas de repetir o chuparte los dedos… es que no lo habías probado bien. Abrió la botella de vino que acompañaba en la camarera a una jarra de agua y se sirvió mientras se decidía si preguntar o no a ella.
-¿La señorita bebe vino o prefiere agua?-puso tono de camarero para no perder la comicidad de la situación.
La miró directamente a los ojos con la palabra diversión escrita en ellos, tal vez se estuviera pasando y en realidad la estuviera asustando pero odiaba quedarse en blanco y tal vez era la primera vez en mucho tiempo que no sabía cómo tratar a una mujer. ¿Sería por la edad y qué estaba acostumbrado a mujeres más mayores? No, aquello era una tontería. Era joven lo sabía pero la madurez en el rostro de ella que antes le había llamado la atención seguía allí presente.
-Por cierto… no deberías estas viajando sola, estos parajes son peligrosos si no sabes andar por ellos.-pasó la botella a una mano y con la otra cogió la jarra de agua.-¿Cuál prefieres? Bueno igual eres un poco joven para beber ¿no?
Y ya estaba siendo descortés por no usar la educación pero ¿qué se podía hacer? Nada, no tenía remedio ya. Esperó que no le diera importancia a sus palabras, después de todo seguían siendo desconocidos pero todo podía ponerse muy incómodo y eso era lo último que quería.
-Puedes tutearme si quieres, los formalismos no suelen ir mucho conmigo. Llámame Dmitri sin problema, como si nos conociéramos de toda la vida aunque no sea así-le guiñó un ojo.- Cualquier cosa que necesites no dudes en pedírmela. No te cortes, por una noche seremos compañeros de cuarto.-respiró hondo y al fin le sirvió lo que pidió.-¿A dónde te diriges? Tal vez me pille de camino y pueda acompañarte, conozco demasiado bien estas tierras.-suspiró con resignación.-¿De dónde eres a todo esto? Porque menudo viaje más largo, has venido a parar a uno de los lugares más recónditos del país.
Kala
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Re: Atrapados en la tormenta
Podría decirse que estaba pareciéndole un momento tranquilo estar con aquel joven que amablemente le había traído comida. Aunque ante su primera broma, sólo pudo quedarse en silencio, mientras lo observaba con un signo de interrogación, una expresión clara de no saber que decirle ante su broma o que no había entendido el mensaje completo.
De todas formas no le tomo importancia y empezó a comer con gusto, hasta feliz, el otro hizo lo mismo, ocupando el asiento vació extra que había en la mesa. La verdad es que la comida estaba deliciosa, se notaba su calidad, era tan buena como la que comía en la orden. Estaba aún tibia, bien cocinada y muy bien sazonada. Estaba concentrada y comiendo felizmente que no notó cuando el otro chico le invitaba a beber.
Ella sólo se le quedo viendo mientras terminaba de masticar su comida, sus ojos denotaban curiosidad a sus palabras de “camarero” ¿A qué estaba jugando? Se preguntó ella mentalmente. No podía responderle todavía puesto que aún masticaba su comida.
- Si, no me gusta el licor de todas formas.- respondió ella una vez hubo tragado finalmente y limpiado su boca con una servilleta. Tratando de desviar el tema por otra parte, cuando menciono que alguien como ella no debería estar por esos parajes.
- eh, así que sólo agua esta bien, por favor.- le respondió finalmente ella a su pregunta.
Las preguntas del rubio solo lograban incomodarla un poco, además estaba haciendo demasiadas que ella no podía contestar tan libremente. Por esa razón quería una habitación para ella sola, dormir en el establo hubiese sido más sencillo, porque se hubiese evitado toda esta molestia. De todas formas no podía culparlo, de seguro era la primera vez que el pobre chico se encontraba con una chica perdida en la tormenta, aunque tan perdida no estaba, y de todas formas no quería ser grosera. Piensa rápido Alice. Se dijo a ella misma, sintiéndose en aprietos por primera vez en su vida, mentir no era realmente su punto fuerte, sobre todo porque el otro no tenía la culpa..
La pelinegra terminó por dejar los cubiertos en la mesa, dejando de comer repentinamente. Carraspeo un poco antes de hablar.
- Alguien me trajo.- respondió ella y luego observó a su “camarero”, aunque ahora que lo pensaba ¿Qué habría sido de aquel conductor? Quizás tenía un lugar donde quedarse, de todas formas al despedirse se notaba que aquel hombre conocía el lugar y se veía muy tranquilo, casi como si no fuera sorpresa la tormenta, quizás debió quedarse con él.
- No quiero ser grosera, pero eres muy curioso, Dmitri.- le hablo ella y lo tuteo tal como él lo había pedido, le dedicó una sonrisa un tanto apenada, como si estuviera disculpándose por lo dicho.
- Lo siento por eso.- le aclaro ella, segundos después, arrepintiéndose de hablarle así, mientras rascaba su mejilla algo avergonzada.- De todas formas, pagaré la mitad de la comida.- le insistió ella, se veía bastante decida con respecto a ese tema.- No me gustaría deberte nada… Dmitri.
De todas formas no le tomo importancia y empezó a comer con gusto, hasta feliz, el otro hizo lo mismo, ocupando el asiento vació extra que había en la mesa. La verdad es que la comida estaba deliciosa, se notaba su calidad, era tan buena como la que comía en la orden. Estaba aún tibia, bien cocinada y muy bien sazonada. Estaba concentrada y comiendo felizmente que no notó cuando el otro chico le invitaba a beber.
Ella sólo se le quedo viendo mientras terminaba de masticar su comida, sus ojos denotaban curiosidad a sus palabras de “camarero” ¿A qué estaba jugando? Se preguntó ella mentalmente. No podía responderle todavía puesto que aún masticaba su comida.
- Si, no me gusta el licor de todas formas.- respondió ella una vez hubo tragado finalmente y limpiado su boca con una servilleta. Tratando de desviar el tema por otra parte, cuando menciono que alguien como ella no debería estar por esos parajes.
- eh, así que sólo agua esta bien, por favor.- le respondió finalmente ella a su pregunta.
Las preguntas del rubio solo lograban incomodarla un poco, además estaba haciendo demasiadas que ella no podía contestar tan libremente. Por esa razón quería una habitación para ella sola, dormir en el establo hubiese sido más sencillo, porque se hubiese evitado toda esta molestia. De todas formas no podía culparlo, de seguro era la primera vez que el pobre chico se encontraba con una chica perdida en la tormenta, aunque tan perdida no estaba, y de todas formas no quería ser grosera. Piensa rápido Alice. Se dijo a ella misma, sintiéndose en aprietos por primera vez en su vida, mentir no era realmente su punto fuerte, sobre todo porque el otro no tenía la culpa..
La pelinegra terminó por dejar los cubiertos en la mesa, dejando de comer repentinamente. Carraspeo un poco antes de hablar.
- Alguien me trajo.- respondió ella y luego observó a su “camarero”, aunque ahora que lo pensaba ¿Qué habría sido de aquel conductor? Quizás tenía un lugar donde quedarse, de todas formas al despedirse se notaba que aquel hombre conocía el lugar y se veía muy tranquilo, casi como si no fuera sorpresa la tormenta, quizás debió quedarse con él.
- No quiero ser grosera, pero eres muy curioso, Dmitri.- le hablo ella y lo tuteo tal como él lo había pedido, le dedicó una sonrisa un tanto apenada, como si estuviera disculpándose por lo dicho.
- Lo siento por eso.- le aclaro ella, segundos después, arrepintiéndose de hablarle así, mientras rascaba su mejilla algo avergonzada.- De todas formas, pagaré la mitad de la comida.- le insistió ella, se veía bastante decida con respecto a ese tema.- No me gustaría deberte nada… Dmitri.
Alice
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Re: Atrapados en la tormenta
-Sí lo siento, no todos los días te encuentras a un desconocido en la montaña y compartís habitación y cena.-sonrió.-Eres una compañía muy agradable pero tal vez debería dejarte cenar tranquila, atosigarte con tantas preguntas no debe ser bueno. ¿Dónde he dejado mis modales? Me rehusó a que lo hagas. Yo te he invitado y los invitados no pagan. Lo siento.
Siguió comiendo haciendo caso omiso a la última frase de la chica. Decidió que lo mejor sería disfrutar de la cena lo máximo posible e ir cada uno por su lado a pesar de ser compañeros de habitación, no quería crear mala atmósfera.
Desvió la mirada por la ventana y vio como la nieve seguía cayendo, lentamente, sin prisa, esperaba que pronto cesara para poder seguir su viaje tranquilamente, no quería llegar con retraso aunque lo mejor sería avisar de los inconvenientes.
Guardó silencio perdido en su mundo a la vez que degustaba la comida casera que habían preparado. Hacía mucho que no probaba algo así y la verdad era que le estaban trayendo viejos recuerdos a la mente que su cerebro no quería recordar.
-Iré a hacer una llamada y luego usaré el baño.-comunicó.-Con permiso me retiro.
Recogió sus cubiertos posándolos sobre el plato, terminó su copa de vino y colocó todo sobre la camarera donde lo había traído. Se levantó y recogió su silla en silencio.
-Avisaré abajo para que vengan a recoger esto, si quieres acostarte ya no hay problema alguno, la habitación queda a tu entera disposición.
Acto seguido salió de allí para dirigirse a la recepción donde la simpática mujer de antes leía un libro entretenidamente. Se acercó con una sonrisa en el rostro y preguntó por la disposición de un teléfono a lo que tuvo suerte aunque la comunicación no fue muy buena.
-Soy yo. La tormenta no para y parece que va a empeorar, no sé cuánto tiempo me llevará llegar hasta allí pero intentaré partir lo más pronto posible. Sí, lo sé. No, esperad a que yo llegue. Si surge cualquier cosa os avisaré, estad atentos.
Con un gran suspiro colgó el teléfono y le dio las gracias a la mujer de la que volvía a pasar por la recepción y dio el aviso para que subieran a recoger la cena. Antes de subir de nuevo a la habitación para descansar decidió salir a fumar.
El frío lo recibió con fuerza, golpeándolo directamente en la cara. Metió su mano enguantada en el bolsillo del pantalón y saco la cajetilla de tabaco mientras que con la otra cogía su zippo del bolso del chaleco. Lo colocó en la boca y lo prendió dando una gran calada. Alzó la vista al cielo y contemplo como los copos y las nubes lo tenía todo de blanco.
-¿Dónde está la oscuridad de la noche?-murmuró mientras el humo escapaba entre sus labios.
Dio un par de caladas más y con fuerza lo arrojó a lo que antes había podido considerarse camino. Pasó por el establo para ver cómo se encontraba su amigo y darle las buenas noches así como para coger la bolsa donde llevaba su muda. Una ducha larga no le sentaría mal.
Regresó de nuevo al interior donde sintió el agobio del calor y sin prisa subió a la habitación, abriendo la puerta con cuidado por si la morena ya estaba dormida.
Siguió comiendo haciendo caso omiso a la última frase de la chica. Decidió que lo mejor sería disfrutar de la cena lo máximo posible e ir cada uno por su lado a pesar de ser compañeros de habitación, no quería crear mala atmósfera.
Desvió la mirada por la ventana y vio como la nieve seguía cayendo, lentamente, sin prisa, esperaba que pronto cesara para poder seguir su viaje tranquilamente, no quería llegar con retraso aunque lo mejor sería avisar de los inconvenientes.
Guardó silencio perdido en su mundo a la vez que degustaba la comida casera que habían preparado. Hacía mucho que no probaba algo así y la verdad era que le estaban trayendo viejos recuerdos a la mente que su cerebro no quería recordar.
-Iré a hacer una llamada y luego usaré el baño.-comunicó.-Con permiso me retiro.
Recogió sus cubiertos posándolos sobre el plato, terminó su copa de vino y colocó todo sobre la camarera donde lo había traído. Se levantó y recogió su silla en silencio.
-Avisaré abajo para que vengan a recoger esto, si quieres acostarte ya no hay problema alguno, la habitación queda a tu entera disposición.
Acto seguido salió de allí para dirigirse a la recepción donde la simpática mujer de antes leía un libro entretenidamente. Se acercó con una sonrisa en el rostro y preguntó por la disposición de un teléfono a lo que tuvo suerte aunque la comunicación no fue muy buena.
-Soy yo. La tormenta no para y parece que va a empeorar, no sé cuánto tiempo me llevará llegar hasta allí pero intentaré partir lo más pronto posible. Sí, lo sé. No, esperad a que yo llegue. Si surge cualquier cosa os avisaré, estad atentos.
Con un gran suspiro colgó el teléfono y le dio las gracias a la mujer de la que volvía a pasar por la recepción y dio el aviso para que subieran a recoger la cena. Antes de subir de nuevo a la habitación para descansar decidió salir a fumar.
El frío lo recibió con fuerza, golpeándolo directamente en la cara. Metió su mano enguantada en el bolsillo del pantalón y saco la cajetilla de tabaco mientras que con la otra cogía su zippo del bolso del chaleco. Lo colocó en la boca y lo prendió dando una gran calada. Alzó la vista al cielo y contemplo como los copos y las nubes lo tenía todo de blanco.
-¿Dónde está la oscuridad de la noche?-murmuró mientras el humo escapaba entre sus labios.
Dio un par de caladas más y con fuerza lo arrojó a lo que antes había podido considerarse camino. Pasó por el establo para ver cómo se encontraba su amigo y darle las buenas noches así como para coger la bolsa donde llevaba su muda. Una ducha larga no le sentaría mal.
Regresó de nuevo al interior donde sintió el agobio del calor y sin prisa subió a la habitación, abriendo la puerta con cuidado por si la morena ya estaba dormida.
Kala
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Re: Atrapados en la tormenta
- Pe-pero…- intentó reclamar ella ante las palabras de Dmitri, ella de verdad quería pagar su parte. Al ver que no iba a conseguir convencerlo, al notarlo más interesado ahora en comer, por ahora decidió dejar el tema por la paz, luego lo volvería a mencionar más tarde. Aunque eso no le impidió mirarlo con casi reproche de una niña pequeña que no le habían dejado hacer lo que quería, pero volvió enseguida su atención al plato entre indignada y hambrienta, pero otro lado un poco más tranquila porque le dejará de hacerle preguntas.
Comió con tranquilidad esta vez, ya más relajada que la situación hubiese estado más "normal", porque tranquila no había quedado aún, no completamente por lo menos. Pero no importaba por ahora, ya que la comida estaba deliciosa y sus inseguridades sobre el chico que le hacía compañía por ahora se iban disipando lentamente. Sólo fue interrumpida cuando Dmitri anunció que iba a salir a hacer una llamada.
- Esta bien.- contestó ella, esta vez más tranquila, se podría que hasta una tenue sonrisa le dedicó a Dmitri cuando este se fue. Mientras se dispuso a terminar su comida ahora que estaba sola, no tardó mucho en hacer eso último, imitando las acciones de Dmitri, y dejando la mesa tal como estaba al llegar.
Con ambas manos sobre su cintura, satisfecha de dejar todo ordenado, observó con cuidado la habitación para ver qué hacía ahora ¿dormir? ¿esperar a que Dmitri regresara? Fue cuando llamaron a la puerta, interrumpiéndola, no tardó mucho en ir a abrir para encontrarse con la cara conocida de la recepcionista que venía a por los platos sucios de la cena. Antes de que se fuera la mujer, Alice le pidió unas mantas extras, a lo cual esta no se negó.
Minutos después, apareció nuevamente la recepcionista tras la puerta con una nuevas mantas para Alice, quien agradeció al recibirlas. Eran varias mantas: cálidas y gruesas, seguro debido al usual frió por esos lugares, las cuales dejó en la cama, antes de acomodar algunas de ellas en el sillón que había en la habitación.
Al poco rato se fue a dormir, después de todo estaba cansada. Bostezo antes de acomodarse, acurrucarse y cubrirse con las mantas y cerrar lo ojos, lentamente fue quedándose más relajada. Claro que Alice no utilizó la gran cama que había allí, se había acomodado pacientemente y sin quejas en el sillón de la habitación por iniciativa propia.
Comió con tranquilidad esta vez, ya más relajada que la situación hubiese estado más "normal", porque tranquila no había quedado aún, no completamente por lo menos. Pero no importaba por ahora, ya que la comida estaba deliciosa y sus inseguridades sobre el chico que le hacía compañía por ahora se iban disipando lentamente. Sólo fue interrumpida cuando Dmitri anunció que iba a salir a hacer una llamada.
- Esta bien.- contestó ella, esta vez más tranquila, se podría que hasta una tenue sonrisa le dedicó a Dmitri cuando este se fue. Mientras se dispuso a terminar su comida ahora que estaba sola, no tardó mucho en hacer eso último, imitando las acciones de Dmitri, y dejando la mesa tal como estaba al llegar.
Con ambas manos sobre su cintura, satisfecha de dejar todo ordenado, observó con cuidado la habitación para ver qué hacía ahora ¿dormir? ¿esperar a que Dmitri regresara? Fue cuando llamaron a la puerta, interrumpiéndola, no tardó mucho en ir a abrir para encontrarse con la cara conocida de la recepcionista que venía a por los platos sucios de la cena. Antes de que se fuera la mujer, Alice le pidió unas mantas extras, a lo cual esta no se negó.
Minutos después, apareció nuevamente la recepcionista tras la puerta con una nuevas mantas para Alice, quien agradeció al recibirlas. Eran varias mantas: cálidas y gruesas, seguro debido al usual frió por esos lugares, las cuales dejó en la cama, antes de acomodar algunas de ellas en el sillón que había en la habitación.
Al poco rato se fue a dormir, después de todo estaba cansada. Bostezo antes de acomodarse, acurrucarse y cubrirse con las mantas y cerrar lo ojos, lentamente fue quedándose más relajada. Claro que Alice no utilizó la gran cama que había allí, se había acomodado pacientemente y sin quejas en el sillón de la habitación por iniciativa propia.
Alice
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Re: Atrapados en la tormenta
- Por si quieres música:
Asomó despacio la cabeza y al no ver movimiento en el interior abrió la puerta dejando que la luz del pasillo entrara hasta cierto punto en el interior del cuarto. Miró a ambos lados y observó las nuevas mantas sobre la cama y luego un bulto bajo la ropa en el sofá. Con la puerta aún abierta, entró en la habitación y se acercó a una de las mesitas que estaban a ambos lados de la cama y abriendo el cajón para no hacer ruido sacó una caja de cerillas y encendió la vela que estaba sobre la candela. Luego se movió hasta la mesa donde había un pequeño candelabro y encendió el resto para dar un poco de luminosidad a la estancia.
Cerró la puerta y mientras regresaba al centro de la habitación se paró para mirar a Alice que dormía plácidamente en el sofá. ¿Por qué no se habría metido en la cama? Se acercó hasta la joven y con cuidado para no despertarla le apartó el pelo del rostro. Así dormida parecía una persona inocente, un ángel, en su rostro no había ni rasgo de la seriedad y dureza que había mostrado cuando se habían conocido.
Le daba pena despertarla para que se moviera de sitio así que sin hacer ruido se acercó a la cama y abrió una esquina retirando las mantas y las sábanas hacia atrás. Volvió hasta el sofá y con cuidado la destapo y poco a poco para que no se enterara y se despertara la cogió en cuello y la llevó hasta la cama donde la depositó despacio y la tapó asegurándose de que el frío no entrara por ningún lado. A continuación, abrió la puerta del baño y se encerró allí.
Dio la luz y dejó que el grifo de la ducha corriera un rato mientras apoyado con la cabeza gacha se sostenía frente al espejo. Había reconocido perfectamente el uniforme que la chica portaba, la habían dejado sola pero no era de extrañar. Los miembros de la Orden estaban dispuestos a todos con tal de salirse con la suya, les daba igual a quién sacrificar, si a niños o ancianos. A veces hasta coincidía con los principios que seguía el Conde. ¿De verdad era él el malo de la película? Llevaba años viendo como la humanidad se destruía a sí misma con las guerras y la Orden Oscura no es que hiciera algo distinto. A ellos solo les importaba salvar su propio trasero y si para ello alguien como Alice tenía que dar su vida… no les importaba, después de todo era su obligación. No. Aquello era injusto. Era muy probable que se dirigiera a una nueva misión, que uno de los buscadores la estuviera esperando en el punto de encuentro pero… siempre que salías del edificio de la Orden nunca sabrías si volverías.
Apretó los dientes. Todo ese tipo de cosas le molestaban demasiado, lo irritaban y lo dejaban con el mal humor dentro del cuerpo. El vapor comenzó a pegarse por el cristal, condensándose en pequeñas gotas de agua que resbalaban formando serpientes. También lo sentía sobre su piel, húmedo y pegajoso por lo que comenzó a desvestirse y se metió bajo el grifo.
Estuvo un buen rato allí, inmóvil, dejando que el agua cayera por su cuerpo, su mente daba vueltas y más vueltas a los mismos asuntos de siempre. Vivía atormentado pero sería así para el resto de su vida, muchas veces se preguntaba si la muerte sería la única manera de liberarse o hasta después de muerto seguiría siendo torturado por sus propios recuerdos y pensamientos.
Estaba cansado, solo esperaba a que todo se calmara por sí solo, a que desapareciera algún día. Se llevó la mano a la cabeza y apartó el pelo echándose hacia atrás y levanto la cara dejando que el agua golpeara su cara directamente. Con la otra mano buscó a ciegas el grifo y poco a poco lo fue cerrando. Sentía la respiración pesada, como si le costara respirar, su corazón corría pero él no se movía del sitio. Alargó un brazo y cogió la toalla que había colgada, se secó el pelo para quitarse la humedad y luego el resto del cuerpo. Salió del baño envuelto en su toalla para buscar su muda y regresó lo antes posible para que la luz no despertara a Alice.
Una vez envuelto entre vapor de nuevo, se vistió y recogió el baño. Cuando se aseguró de que todo estaba en orden regresó a la habitación, dejo sus cosas sobre una silla y se tumbó sobre el sofá. La ropa se le pegaba al cuerpo por algunas zonas, no se había parado a secarse a conciencia, su cabello seguía húmedo pero nada de aquello importaba.
Una vez echado, con una pierna estirada y la otra colgando, miró hacia la cama por última vez y con el brazo derecho se tapó los ojos. Intentaría dormir y descansar. Había dejado de nevar y esperaba que no volviera a empezar de nuevo, el tiempo allí era impredecible y sobretodo en aquella época del año. Se acomodó y cerró los ojos.
“Buenas noches Alice.”
Kala
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Re: Atrapados en la tormenta
Estaba en la pradera, en un pequeño pueblo o ciudad pequeña, su casa estaba alejada de aquel pueblo. Iba corriendo por el sendero de tierra, sus zapatos se ensuciaban, aunque no le importaba aquello, ya estaba más que acostumbrada a ese tipo de ejercicio: correr desde la ciudad hasta su casa. Un anciano que iba en una vieja carreta le saludo amablemente y ella le devolvió el saludo con cortesía con su mano libre, ya que en la otra llevaba un canasto hecho a mano, con algunas cosas que su madre le había pedido.
Podía escuchar el canto de las avecillas, y el sonido de los arbustos moviéndose por la brisa o por ella misma cuando pasaba por el camino apresurada. De seguro le diría que no tenía porque apresurarse, pero ella quería hacerlo, sabía que estaba muy ocupada y el tiempo era importante.
Cuando llegó a su hogar, abrió la puerta fácilmente, anunciando su llegada. En otra habitación, atendiendo a una persona herida, había un mujer de largos y ondulados cabellos rojos, que al verla le sonrió maternalmente, indicándole que se acercará, cosa que no dudo en hacer.
…
La verdad es que dormir tranquila no era parte de su naturaleza, quizás sólo por costumbre y por lo que había vivido es que siempre terminaba en otra posición diferente. En este caso envuelta por las mantas, moviéndose de un lado a otro, hasta caer de la propia cama al piso, lo bueno es que aún estaba envuelta y cubierta en sus mantas. Allí fue el único lugar donde se quedó finalmente tranquila y siguió durmiendo acurrucada. Porque el golpe de seguro no lo sintió, ya que se notaba bastante tranquila o profundamente dormida, o las mantas la protegieron un poco del golpe en sí.
Podía escuchar el canto de las avecillas, y el sonido de los arbustos moviéndose por la brisa o por ella misma cuando pasaba por el camino apresurada. De seguro le diría que no tenía porque apresurarse, pero ella quería hacerlo, sabía que estaba muy ocupada y el tiempo era importante.
Cuando llegó a su hogar, abrió la puerta fácilmente, anunciando su llegada. En otra habitación, atendiendo a una persona herida, había un mujer de largos y ondulados cabellos rojos, que al verla le sonrió maternalmente, indicándole que se acercará, cosa que no dudo en hacer.
…
La verdad es que dormir tranquila no era parte de su naturaleza, quizás sólo por costumbre y por lo que había vivido es que siempre terminaba en otra posición diferente. En este caso envuelta por las mantas, moviéndose de un lado a otro, hasta caer de la propia cama al piso, lo bueno es que aún estaba envuelta y cubierta en sus mantas. Allí fue el único lugar donde se quedó finalmente tranquila y siguió durmiendo acurrucada. Porque el golpe de seguro no lo sintió, ya que se notaba bastante tranquila o profundamente dormida, o las mantas la protegieron un poco del golpe en sí.
Alice
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D. Gray man Rol :: El mundo :: Europa
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Lun Ene 08, 2018 6:35 pm por Coralie Monich
» Blue Caos (rol +18) Afiliación Normal
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