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Todo el material que se publique dentro del foro es y será propiedad de su creador a menos que se indique lo contrario.
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Aquí un reclutamiento casual~
D. Gray man Rol :: El mundo :: Europa
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
El aroma fresco del bosque se colaba por la pequeña ventana haciendo que mis sentidos vagaran como cuando era un niño, cubrí mi cabeza con la enorme toalla que mi anfitriona me había dado en un intento por dispersar aquel aroma, odiaba que mi sentido humano interviniera en mis acciones
-cuidado que esta caliente- interrumpió la jovencita mientras colocaba frente a mi una taza de té humeante, después tomo otra silla y sentándose delante se dispuso a mirarme
-es un sujeto curioso- dijo entretenida, en cuanto a mi seguía secándome el pelo y frotándome el rostro que aun se hallaban húmedos
-supongo que debo agradecerte- contesté sin animo y dando un sorbo al té me quité el collar que llevaba puesto
-es una placa de platino- miré por ultima vez el dije que a pesar de su forma sencilla realmente me gustaba y entregándole el objeto salí del lugar sin esperar respuesta.
Un Akuma nivel 3 esperaba ordenes oculto entre la maleza, me fijé que aun llevaba puesta la toalla así que decidí dejarla sobre una rama
-llévame a mi casa- ordené al Akuma y ambos desaparecimos antes de que la chiquilla se percatará
“no estuvo tan mal” reflexioné desde las alturas…
[Cambio de Escena]
-cuidado que esta caliente- interrumpió la jovencita mientras colocaba frente a mi una taza de té humeante, después tomo otra silla y sentándose delante se dispuso a mirarme
-es un sujeto curioso- dijo entretenida, en cuanto a mi seguía secándome el pelo y frotándome el rostro que aun se hallaban húmedos
-supongo que debo agradecerte- contesté sin animo y dando un sorbo al té me quité el collar que llevaba puesto
-es una placa de platino- miré por ultima vez el dije que a pesar de su forma sencilla realmente me gustaba y entregándole el objeto salí del lugar sin esperar respuesta.
Un Akuma nivel 3 esperaba ordenes oculto entre la maleza, me fijé que aun llevaba puesta la toalla así que decidí dejarla sobre una rama
-llévame a mi casa- ordené al Akuma y ambos desaparecimos antes de que la chiquilla se percatará
“no estuvo tan mal” reflexioné desde las alturas…
[Cambio de Escena]
Re: Aquí un reclutamiento casual~
-No hay de qué –respondió el pelirrojo sin desviar la mirada del paisaje. El sol ascendía cada vez más hasta su cúspide, proyectando cálidos y luminosos rayos por doquier, más y más potentes a medida que se acentuaba la mañana.
Por el rabillo del ojo, pudo ver cómo ella se llevaba las manos hasta la cabeza, seguramente pronto perpleja por el cambio de color de su cabello. A Cross le parecía irónico: un segundo alumno cano, nuevamente bajo situaciones difíciles.
-¿Quién sabe? Quizá no quería que me vieran… -fue lo que arrojó en respuesta a las otras palabras seguidas al agradecimiento, mientras exhalaba la última bocanada de humo de aquel cigarrillo ya marchito.
La colilla descendió mientras Cross agitaba lo que quedaba del pitillo con maestría, y se perdió entre la inmensidad de lo que había allá abajo. Por suerte nadie que lo viera hacer eso. Arrojó entonces el tubo de papel que también desapareció de su vista.
-Para la tarde partiremos hasta Liverpool, en el caso de que ya te encuentres algo recuperada –dijo mientras se acercaba hasta la silla donde antes había estado y se dejaba caer en ella con pereza, produciendo de sus labios una suerte de rugido y suspiro a la vez.- Huh, hay alguien allí que te ayudará a llegar hasta la Orden Oscura, que es donde residen todos los exorcistas- Cross esbozó una sonrisa cansina- desdichadamente no te podré acompañar hasta allá, puesto que tengo otras cosas pendientes, así que lo menos que puedo hacer por ti es acompañarte hasta donde está Madre. No pienso dejar a una señorita partir sola, sabiendo que puedo hacerle de escolta –y dicho esto, se ladeó el sombrero para cubrir parte de su rostro, todavía con la sonrisa, sólo que esta vez galante y rapaz.
Y sabiendo que todavía no te desenvuelves tan bien en esto de asesinar Akumas…
Por el rabillo del ojo, pudo ver cómo ella se llevaba las manos hasta la cabeza, seguramente pronto perpleja por el cambio de color de su cabello. A Cross le parecía irónico: un segundo alumno cano, nuevamente bajo situaciones difíciles.
-¿Quién sabe? Quizá no quería que me vieran… -fue lo que arrojó en respuesta a las otras palabras seguidas al agradecimiento, mientras exhalaba la última bocanada de humo de aquel cigarrillo ya marchito.
La colilla descendió mientras Cross agitaba lo que quedaba del pitillo con maestría, y se perdió entre la inmensidad de lo que había allá abajo. Por suerte nadie que lo viera hacer eso. Arrojó entonces el tubo de papel que también desapareció de su vista.
-Para la tarde partiremos hasta Liverpool, en el caso de que ya te encuentres algo recuperada –dijo mientras se acercaba hasta la silla donde antes había estado y se dejaba caer en ella con pereza, produciendo de sus labios una suerte de rugido y suspiro a la vez.- Huh, hay alguien allí que te ayudará a llegar hasta la Orden Oscura, que es donde residen todos los exorcistas- Cross esbozó una sonrisa cansina- desdichadamente no te podré acompañar hasta allá, puesto que tengo otras cosas pendientes, así que lo menos que puedo hacer por ti es acompañarte hasta donde está Madre. No pienso dejar a una señorita partir sola, sabiendo que puedo hacerle de escolta –y dicho esto, se ladeó el sombrero para cubrir parte de su rostro, todavía con la sonrisa, sólo que esta vez galante y rapaz.
Y sabiendo que todavía no te desenvuelves tan bien en esto de asesinar Akumas…
Invitado
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
El ver sus cabellos albinos fue una gran impresión para Ruri, pensó en lo confuso que sería levantarse en las mañanas y ver que su cabeza era igual a la de un anciano; pronto empezaría a extrañar su tonalidad azabache. Sin embargo no sintió molestia alguna por este cambio tan radical, significaba algo parecido a un nuevo comienzo y la posibilidad de desterrar recuerdos amargos. Junto a ello, una pequeña idea cruzó por su mente pero no vio materiales con los cuales llevarla a cabo.
Escuchó la respuesta de Cross, que no era lo que ella buscaba en realidad, antes de terminarse su cigarrillo y hablar nuevamente. Como había hecho antes, ella oía en total silencio mientras él le explicaba cosas sin parar. Mientras ello, se examino curiosamente puesto que no había sentido dolor alguno hasta que Cross le evoco sus heridas, aún percibía desazón por todo su cuerpo – sobre todo en la cabeza –, pero se convenció a si misma que caminando lentamente lograría ir hasta ese lugar, Liverpool, y luego a la Orden Oscura.
– Vaya nombre que tiene: La Orden Oscura. ¿No debería tener un nombre… más “divino”? – pregunto irónicamente, para luego soltar un suspiro – La Orden Oscura…
No se inmutó cuando le dijo que no podría acompañarla, ya sabía lo suficiente de su carácter para predecirlo en unas cuantas cosas. Lo que le preocupaba era que no conocía a otros Exorcistas a parte de él, le resultaría bastante difícil llegar a simples instrucciones. Ignoro los halagos encubiertos del hombre y se centro en lo que pedía su mente y estomago ahora: comida. Después de todo, hace como 1 o dos días que no recibía alimento y sus entrañas se revelaron de la forma más imprudente posible, rugiendo como un león. No vio otra salida que usar los rayos solares.
- Ya deben ser como las 7 o 8 de la mañana, realmente no tengo noción del tiempo ahora. ¿Ha comido algo? No me gustaría que pasara hambre innecesariamente... – dijo.
Escuchó la respuesta de Cross, que no era lo que ella buscaba en realidad, antes de terminarse su cigarrillo y hablar nuevamente. Como había hecho antes, ella oía en total silencio mientras él le explicaba cosas sin parar. Mientras ello, se examino curiosamente puesto que no había sentido dolor alguno hasta que Cross le evoco sus heridas, aún percibía desazón por todo su cuerpo – sobre todo en la cabeza –, pero se convenció a si misma que caminando lentamente lograría ir hasta ese lugar, Liverpool, y luego a la Orden Oscura.
– Vaya nombre que tiene: La Orden Oscura. ¿No debería tener un nombre… más “divino”? – pregunto irónicamente, para luego soltar un suspiro – La Orden Oscura…
No se inmutó cuando le dijo que no podría acompañarla, ya sabía lo suficiente de su carácter para predecirlo en unas cuantas cosas. Lo que le preocupaba era que no conocía a otros Exorcistas a parte de él, le resultaría bastante difícil llegar a simples instrucciones. Ignoro los halagos encubiertos del hombre y se centro en lo que pedía su mente y estomago ahora: comida. Después de todo, hace como 1 o dos días que no recibía alimento y sus entrañas se revelaron de la forma más imprudente posible, rugiendo como un león. No vio otra salida que usar los rayos solares.
- Ya deben ser como las 7 o 8 de la mañana, realmente no tengo noción del tiempo ahora. ¿Ha comido algo? No me gustaría que pasara hambre innecesariamente... – dijo.
Invitado
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Cross no pudo reprimir una sonrisa divertida. La indirecta de Ruri era todo lo contrario a lo que quería lograr: estaba claro que se moría de hambre, y él lo sabía muy bien, pero gracias a los acontecimientos pasados, no había tenido el tiempo suficiente como para darle algo de comer. Por otro lado, sus palabras y el tono empleado, de alguna manera irónica le pareció como el de una mujer hecha y derecha preocupada por un ser querido, casi maternal, o nupcial. La sonrisa se ensanchó un poco más, y luego desapareció bajo su mano convertida en un puño, mientras se aclaraba la garganta para despejarse a sí mismo.
-No te preocupes por mí, que estoy bien. Eres tú la que no ha comido desde hace mucho, así que permíteme pedir que te lleven un buen desayuno para acá.
El honorable General se incorporó y con paso ligero se encaminó hasta una de las mesitas de noche que rodeaban la cama de Ruri –ornamentos de porcelana la rellenaban, siempre blancos- y tomó el teléfono para marcar el número de la recepción. Al poco tiempo, ya había una enfermera entrando a la habitación con una bandeja de comida sana y bien hecha en sus manos.
-No sabíamos que la paciente ya había recuperado el conocimiento –comentó mientras acomodaba una mesilla plegable hecha de metal alrededor de las piernas de Ruri, donde depositó la bandeja con la comida- Nos hubiéramos enterado antes y la comida habría estado incluso mucho más pronto. Parecía que no había comido en varios días, ¿todavía les parece bien que se tengan que ir tan pronto? –La mujer le escrutó el cuerpo de pies a cabeza a Ruri con preocupación, y luego sonrió afable, tras no encontrar respuesta del hombre mayor- Tenga buen provecho.
Se retiró, no sin sonrojarse a medio camino tras sentir la intensa mirada del General escaneándola completamente. Era joven y linda, pero como estaba de servicio la dejó ir… al menos por los momentos.
El General enarcó una ceja y miró en dirección a Ruri, con una mueca un poco irónica. Sonrío.
-Que aproveche.
[Off: vale, sólo necesito un suceso hasta llegar a Liverpool, y te dejo ir. Lo digo para que no pienses que esto se hará eterno.]
-No te preocupes por mí, que estoy bien. Eres tú la que no ha comido desde hace mucho, así que permíteme pedir que te lleven un buen desayuno para acá.
El honorable General se incorporó y con paso ligero se encaminó hasta una de las mesitas de noche que rodeaban la cama de Ruri –ornamentos de porcelana la rellenaban, siempre blancos- y tomó el teléfono para marcar el número de la recepción. Al poco tiempo, ya había una enfermera entrando a la habitación con una bandeja de comida sana y bien hecha en sus manos.
-No sabíamos que la paciente ya había recuperado el conocimiento –comentó mientras acomodaba una mesilla plegable hecha de metal alrededor de las piernas de Ruri, donde depositó la bandeja con la comida- Nos hubiéramos enterado antes y la comida habría estado incluso mucho más pronto. Parecía que no había comido en varios días, ¿todavía les parece bien que se tengan que ir tan pronto? –La mujer le escrutó el cuerpo de pies a cabeza a Ruri con preocupación, y luego sonrió afable, tras no encontrar respuesta del hombre mayor- Tenga buen provecho.
Se retiró, no sin sonrojarse a medio camino tras sentir la intensa mirada del General escaneándola completamente. Era joven y linda, pero como estaba de servicio la dejó ir… al menos por los momentos.
El General enarcó una ceja y miró en dirección a Ruri, con una mueca un poco irónica. Sonrío.
-Que aproveche.
[Off: vale, sólo necesito un suceso hasta llegar a Liverpool, y te dejo ir. Lo digo para que no pienses que esto se hará eterno.]
Invitado
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
La chica se concentro en jugar con unos hilos que componían la manta para no sonrojarse por su inevitable hambre. El hombre escuchó su estomago e inmediatamente sonrió cada vez más, pero por alguna razón sus sonrisitas cesaron cuando se aclaró la garganta. Ruri agradeció mentalmente las atenciones de Cross, aunque esperaba que no le fueran a cobrar mucho dinero. Estaría encantada de pagar moneda por moneda todas las cosas que él había hecho por ella. Desgraciado, manipulador y con toques de morbosidad pero era de cierta manera una buena persona.
Ruri enderezo su postura cuando él se acerco y llamo a una enfermera, que entró en la habitación con pasos finos y calmados. Dejo la bandeja de comida en una bonita mesa y tras algunas muestras de que hacía bien su trabajo, se retiró.
– Muchas gracias – respondió la peliblanca a la enfermera, sin importarle que esta ya no la podía oír.
Acostumbrada al excesivo tamaño de un desayuno británico, Ruri tomo el tenedor y comenzó a comer la fruta que había picada. El sentir por fin caer algo sólido a su estomago, le sentó de maravilla. Termino la fruta y prosiguió con lo demás lentamente, disfrutando del sabor, tomo de últimas la taza de té humeante. Olvidó las oraciones antes de comer, por lo que las realizo en silencio – en el idioma natal de su familia –.
Retiro la bandeja de su regazo y se levanto con cuidado, se sentía como un cristal a punto de des quebrantarse; justo como su Inocencia. No le prestó cuidado a Cross mientras se dirigía a la puerta que decía “Baño”. Como toda la habitación, el baño relucía en blanco y de lejos se notaba la limpieza. Ruri encontró prendas de vestir totalmente nuevas en una pequeña cómoda, por lo que aprovecho para tomar un caliente baño, peinarse y arreglarse un poco. Antes de salir de nuevo con Cross, se observo en el espejo: Se veía extraña, los cabellos caían por sus brazos confundiéndose con su pálida piel. Llevaba un sedoso vestido celeste, que jugaba con el color de su Inocencia; nuevamente en su cabeza.
– Estoy lista – dijo hacia Cross.
Off~ Nee... no me molesta ^^
Ruri enderezo su postura cuando él se acerco y llamo a una enfermera, que entró en la habitación con pasos finos y calmados. Dejo la bandeja de comida en una bonita mesa y tras algunas muestras de que hacía bien su trabajo, se retiró.
– Muchas gracias – respondió la peliblanca a la enfermera, sin importarle que esta ya no la podía oír.
Acostumbrada al excesivo tamaño de un desayuno británico, Ruri tomo el tenedor y comenzó a comer la fruta que había picada. El sentir por fin caer algo sólido a su estomago, le sentó de maravilla. Termino la fruta y prosiguió con lo demás lentamente, disfrutando del sabor, tomo de últimas la taza de té humeante. Olvidó las oraciones antes de comer, por lo que las realizo en silencio – en el idioma natal de su familia –.
Retiro la bandeja de su regazo y se levanto con cuidado, se sentía como un cristal a punto de des quebrantarse; justo como su Inocencia. No le prestó cuidado a Cross mientras se dirigía a la puerta que decía “Baño”. Como toda la habitación, el baño relucía en blanco y de lejos se notaba la limpieza. Ruri encontró prendas de vestir totalmente nuevas en una pequeña cómoda, por lo que aprovecho para tomar un caliente baño, peinarse y arreglarse un poco. Antes de salir de nuevo con Cross, se observo en el espejo: Se veía extraña, los cabellos caían por sus brazos confundiéndose con su pálida piel. Llevaba un sedoso vestido celeste, que jugaba con el color de su Inocencia; nuevamente en su cabeza.
– Estoy lista – dijo hacia Cross.
Off~ Nee... no me molesta ^^
Invitado
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Cuando la voz de la chica volvió a escucharse en la habitación, Cross se encontraba nuevamente en el marco de la ventana fumando y leyendo un libro, el cual bajó lentamente mientras se volvía para mirar a la pequeña. La miró de pies a cabeza en silencio, y luego se sacó el cigarro de la boca para tirarlo por la ventana y a su vez, esbozar una sonrisa galante.
-Vaya, pero qué linda te has puesto –elogió, mientras se acercaba hasta la silla y recogía el abrigo que siempre se llevaba cuando iba de excursión. Abrió la puerta y se quedó allí, esperando que fuese ella la primera en salir, tal y como dictaba que fuera las normas de etiqueta que Cross con tanto esmero cumplía- Vamos.
La estación de trenes de Sweetsville estaba en ese momento a rebosar de gente. En los periódicos matutinos se leía en primera plana el fenómeno ocurrido por la posada donde el General había estado, como un misterio de ultratumba que ponía los pelos de punta a la gente y a la vez le hacía picar la curiosidad. Todo un éxito la publicación de ese día, a bien seguro. Las fotografías mostraban la posada destartalada en menos de una hora además de las calles contiguas a esta. En ambas había siempre cadáveres. Cross las miraba con una expresión inescrutable, ¿se sentía culpable, o era otra cosa lo que pensaba al respecto?
Al poco rato, al sonido de la bulla en parlamento de la gente se sumó el del exhalado de vapor de uno de los trenes que planeaba ponerse en marcha dentro de nada. El hombre miró los boletos que había encargado y luego al enorme gusano de metal. Asintió para sí mismo y se volvió a su pequeña y adorable compañera.
-¡Bueno! Ya llegó la hora de irnos –exclamó con vehemencia por entre el ruido local.
-Vaya, pero qué linda te has puesto –elogió, mientras se acercaba hasta la silla y recogía el abrigo que siempre se llevaba cuando iba de excursión. Abrió la puerta y se quedó allí, esperando que fuese ella la primera en salir, tal y como dictaba que fuera las normas de etiqueta que Cross con tanto esmero cumplía- Vamos.
La estación de trenes de Sweetsville estaba en ese momento a rebosar de gente. En los periódicos matutinos se leía en primera plana el fenómeno ocurrido por la posada donde el General había estado, como un misterio de ultratumba que ponía los pelos de punta a la gente y a la vez le hacía picar la curiosidad. Todo un éxito la publicación de ese día, a bien seguro. Las fotografías mostraban la posada destartalada en menos de una hora además de las calles contiguas a esta. En ambas había siempre cadáveres. Cross las miraba con una expresión inescrutable, ¿se sentía culpable, o era otra cosa lo que pensaba al respecto?
Al poco rato, al sonido de la bulla en parlamento de la gente se sumó el del exhalado de vapor de uno de los trenes que planeaba ponerse en marcha dentro de nada. El hombre miró los boletos que había encargado y luego al enorme gusano de metal. Asintió para sí mismo y se volvió a su pequeña y adorable compañera.
-¡Bueno! Ya llegó la hora de irnos –exclamó con vehemencia por entre el ruido local.
Invitado
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
– Si – respondió Ruri, algo distraída.
Observaba a las personas con cierta desconfianza, después de todo lo ocurrido hasta ese día no podía evitar pensar en los transeúntes como viejas cáscaras que en cualquier momento rebelarían su verdadera forma. Aquel pequeño del bosque lo había demostrado, al transformarse en un akuma y no dudar en acabarla. Desde pequeña, su madre le había enseñado que preocuparse demás por las personas era innecesario, ya que los únicos problemas que debían importarle eran los suyos propios. Sin embargo Ruri nunca acepto esa perspectiva, le parecía egoísta el pensar en el bien propio y no el de las personas; y más el de alguien preciado. Esto la llevo a meterse en unos cuantos problemas donde vivía, pero no llego a arrepentirse nunca. Ahora que conocía medianamente la historia de los Exorcistas y akumas, no podía comprender como el tal Conde disfrutaba – y usaba – el dolor ajeno para sus viles propósitos. Simplemente era desalmado.
Echo un vistazo fugaz antes de ingresar al tren, donde un señor ya de mayor edad solicitó los boletos a Cross diciendo que los puestos de primera clase ya estaban apartados. Dicho esto los llevo hasta allá y luego se retiro con una reverencia. Ruri enarcó una ceja, ¿por qué tanta amabilidad con dos simples pasajeros?
Pero al sentarse no volvió a protestar, los asientos eran muy cómodos y de verdad que la cabina era cálida. No comenzó a preguntar ciertas cosas hasta que el tren iniciara su recorrido, desvelando un hermoso paisaje.
– En el bosque, no recuerdo bien, pero la Inocencia reacciono en un punto crítico. Después de eso comprendí que podía manipularla con mis manos, pero aún así no sé nada de ella salvo que aniquila a los akumas. ¿Hay otra manera de usarla? – pregunto – Por favor, quiero saber algo más.
Ruri junto sus manos, esperando por fin que el hombre accediera a liberar lo que sabía y que por lo visto, no quería contarle.
Observaba a las personas con cierta desconfianza, después de todo lo ocurrido hasta ese día no podía evitar pensar en los transeúntes como viejas cáscaras que en cualquier momento rebelarían su verdadera forma. Aquel pequeño del bosque lo había demostrado, al transformarse en un akuma y no dudar en acabarla. Desde pequeña, su madre le había enseñado que preocuparse demás por las personas era innecesario, ya que los únicos problemas que debían importarle eran los suyos propios. Sin embargo Ruri nunca acepto esa perspectiva, le parecía egoísta el pensar en el bien propio y no el de las personas; y más el de alguien preciado. Esto la llevo a meterse en unos cuantos problemas donde vivía, pero no llego a arrepentirse nunca. Ahora que conocía medianamente la historia de los Exorcistas y akumas, no podía comprender como el tal Conde disfrutaba – y usaba – el dolor ajeno para sus viles propósitos. Simplemente era desalmado.
Echo un vistazo fugaz antes de ingresar al tren, donde un señor ya de mayor edad solicitó los boletos a Cross diciendo que los puestos de primera clase ya estaban apartados. Dicho esto los llevo hasta allá y luego se retiro con una reverencia. Ruri enarcó una ceja, ¿por qué tanta amabilidad con dos simples pasajeros?
Pero al sentarse no volvió a protestar, los asientos eran muy cómodos y de verdad que la cabina era cálida. No comenzó a preguntar ciertas cosas hasta que el tren iniciara su recorrido, desvelando un hermoso paisaje.
– En el bosque, no recuerdo bien, pero la Inocencia reacciono en un punto crítico. Después de eso comprendí que podía manipularla con mis manos, pero aún así no sé nada de ella salvo que aniquila a los akumas. ¿Hay otra manera de usarla? – pregunto – Por favor, quiero saber algo más.
Ruri junto sus manos, esperando por fin que el hombre accediera a liberar lo que sabía y que por lo visto, no quería contarle.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Cross se había acomodado de tal forma que la ventana quedaba a su lado. Entró en silencio a la cabina que con tanta amabilidad le habían reservado (obviando el hecho de que se la había costeado a fuerza de mostrar el emblema de la Orden y poner la petición a nombre de Ruri para que así no le detectaran), mientras que los rumores y cotilleos de las demás personas afuera en el pasillo se enmudecían tras él cerrar la puerta. No faltó mucho tiempo después de eso para que el tren se pusiera en marcha, y el paisaje de la estación pasó de ser un simple muro ocre a una vista esplendorosa de los campos ingleses. El verde de los pastos era puro, y a esas horas el sol incluso les hacía relucir. Con los riachuelos ocasionales era lo mismo, su cristalinidad reflejaba y redirigía los rayos al horizonte mientras la vida continuaba, incluido en ello el presuroso andar del tren de vapor.
Mientras Cross miraba aquello con aparente desinterés (pero con un buen humor henchido en el interior de su pecho), Ruri le habló y tuvo que desviar la atención hacia ella. Era inevitable que no preguntara algo, así como lo era el que él tuviese que responderle sólo lo necesario antes de dejarla en manos de Madre y sucesivamente de la Orden.
Regresó la mirada hacia su asiento, con los ojos fijos en un punto inexistente.
-La Inocencia de un Exorcista puede reaccionar con más facilidad a medida que la sincronización que tiene éste con ella se afina cada vez más. Las primeras veces, como sucedió contigo, y seguramente con muchos otros, se muestra activada en situaciones de riesgo o resolución por parte del acomodador, y eso ya es un paso para empezar a estrechar los lazos entre estos dos –A Cross se le escapó una suerte de sonrisa sin mostrar felicidad. Sus propias palabras le habían devuelto al momento en el cual había reclutado a su estúpido aprendiz, y también cuando éste había activado su arma por segunda vez. Todas habían sido situaciones desesperantes para el pobre Allen- cuanto más alta sea la sincronización, más poderosa será tu arma y con más facilidad podrás manipularla, hasta el punto de sentir que son uno solo. Cuando sobrepasas más del 100% entonces eres un Punto Crítico, y tu fuerza se es más imponente que antes en una diferencia abismal. A los exorcistas que han logrado ese mérito se les llama Generales, y eso es lo que soy yo… o al menos en teoría –torció el gesto como si le restara importancia a la idea- En fin, tú lo que debes de hacer y preocuparte es en hacerte más fuerte y aprender a manejar y entender a la Inocencia que te ha escogido como su acomodadora, y entonces todo estará bien. Esfuérzate todo lo que puedas para salvar al mundo, como todos nosotros lo estamos haciendo y no esperes recibir ni un solo centavo a cambio. –aquello le sonó cliché, ya se lo había escuchado a Komui decir varias veces, pero fuese repetido o no, sabía que era verdad. Una verdad muy cierta.
Mientras Cross miraba aquello con aparente desinterés (pero con un buen humor henchido en el interior de su pecho), Ruri le habló y tuvo que desviar la atención hacia ella. Era inevitable que no preguntara algo, así como lo era el que él tuviese que responderle sólo lo necesario antes de dejarla en manos de Madre y sucesivamente de la Orden.
Regresó la mirada hacia su asiento, con los ojos fijos en un punto inexistente.
-La Inocencia de un Exorcista puede reaccionar con más facilidad a medida que la sincronización que tiene éste con ella se afina cada vez más. Las primeras veces, como sucedió contigo, y seguramente con muchos otros, se muestra activada en situaciones de riesgo o resolución por parte del acomodador, y eso ya es un paso para empezar a estrechar los lazos entre estos dos –A Cross se le escapó una suerte de sonrisa sin mostrar felicidad. Sus propias palabras le habían devuelto al momento en el cual había reclutado a su estúpido aprendiz, y también cuando éste había activado su arma por segunda vez. Todas habían sido situaciones desesperantes para el pobre Allen- cuanto más alta sea la sincronización, más poderosa será tu arma y con más facilidad podrás manipularla, hasta el punto de sentir que son uno solo. Cuando sobrepasas más del 100% entonces eres un Punto Crítico, y tu fuerza se es más imponente que antes en una diferencia abismal. A los exorcistas que han logrado ese mérito se les llama Generales, y eso es lo que soy yo… o al menos en teoría –torció el gesto como si le restara importancia a la idea- En fin, tú lo que debes de hacer y preocuparte es en hacerte más fuerte y aprender a manejar y entender a la Inocencia que te ha escogido como su acomodadora, y entonces todo estará bien. Esfuérzate todo lo que puedas para salvar al mundo, como todos nosotros lo estamos haciendo y no esperes recibir ni un solo centavo a cambio. –aquello le sonó cliché, ya se lo había escuchado a Komui decir varias veces, pero fuese repetido o no, sabía que era verdad. Una verdad muy cierta.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Las últimas palabras del Cross resonaron como eco en la chica, al fin y al cabo tendría que esforzarse mucho por dar su pequeño aporte a la humanidad. Podía imaginarse días enteros entrenándose con su Inocencia, cosa que le agradaba de cierto modo. Bufó al escuchar lo último, no esperaba ni esperaría dinero por su labor. Simplemente le satisfacía ayudar a sus semejantes, cosa primordial en ella.
– La Inocencia, ¿es diferente en cada… Exorcista? – Ruri se sintió incomoda al decir esa palabra, pero no encontró razón alguna para estar así – Digamos, la mía es como un adorno y la suya… era como un manto azulado si no me equivoco, también tenía la forma de una pistola ¿no?
No le intereso sofocar a Cross con sus preguntas, llegar de un momento a otro diciendo que existía una guerra que la gente común y corriente desconocía era muy desconcertante. Era más que comprobado la existencia de los Akumas, debía haber un creador así que el Conde del Milenio en realidad podría ser el villano. El único Exorcista que conocía era el hombre en frente suyo, pero le había dicho que pronto conocería la tal Orden Oscura, eso era un punto a debatir. Sin embargo, Ruri todavía se sentía en un cuento de terror; al cual pronto llegaría.
Ladeo la mirada hacia el vasto paisaje, los verdosos campos comenzaban a dar paso a pequeñas casitas, unas en la linde de los caminos y bosques mientras que otras más hacia la profundidad. Cada vez que el tren avanzaba su recorrido, las casitas estaban más cercas entre sí. Pronto llegarían a Liverpool. Ruri se preguntaba como seria la tal “Madre” y por qué Cross la llamaba de esa forma.
– La Inocencia, ¿es diferente en cada… Exorcista? – Ruri se sintió incomoda al decir esa palabra, pero no encontró razón alguna para estar así – Digamos, la mía es como un adorno y la suya… era como un manto azulado si no me equivoco, también tenía la forma de una pistola ¿no?
No le intereso sofocar a Cross con sus preguntas, llegar de un momento a otro diciendo que existía una guerra que la gente común y corriente desconocía era muy desconcertante. Era más que comprobado la existencia de los Akumas, debía haber un creador así que el Conde del Milenio en realidad podría ser el villano. El único Exorcista que conocía era el hombre en frente suyo, pero le había dicho que pronto conocería la tal Orden Oscura, eso era un punto a debatir. Sin embargo, Ruri todavía se sentía en un cuento de terror; al cual pronto llegaría.
Ladeo la mirada hacia el vasto paisaje, los verdosos campos comenzaban a dar paso a pequeñas casitas, unas en la linde de los caminos y bosques mientras que otras más hacia la profundidad. Cada vez que el tren avanzaba su recorrido, las casitas estaban más cercas entre sí. Pronto llegarían a Liverpool. Ruri se preguntaba como seria la tal “Madre” y por qué Cross la llamaba de esa forma.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
-Existen hasta ahora tres tipos de Inocencia en el mundo: la de equipamento, la de tipo parasito y la de tipo animal-parásito, estas dos últimas son muy similares entre sí –Cross se interrumpió un momento para voltear la mirada tal y como Ruri. La cercanía entre su destino era inminente, sin embargo no se sentía apresurado, al contrario, podía tomarse al menos en aquellos momentos todo el tiempo que quisiera para indicar a aquella exorcista novata en lo que iba a ser de ahora en adelante su razón de vivir- los primeros que te nombré, de equipamento, son como tú. La Inocencia sincroniza con ellos y se manifiesta a través de un objeto. En otras palabras, puedes luchar gracias a que ella se encuentra en ése lazo que se halla atado a tu cabeza el cual al ser activado pasa a ser un arma contra los Akuma.
»Los de tipo parásito son más directos y raros: la Inocencia se encuentra equipada dentro del cuerpo de su acomodador. Puede hallarse en un brazo, una pierna, la cara… cualquier parte del organismo de una persona. Mutada esa parte de su cuerpo en simbiosis con la Inocencia, pueden usarse a sí mismos como armas para luchar.
»Creo entonces que ya deberías estar intuyendo por ti misma de qué va la animal-parasitaria, y sí. Es cuando la Inocencia se encuentra en un animal. Es bastante raro, y no he investigado mucho de cómo son las cosas en este caso, pero lo cierto es que aunque esté en un cuerpo ajeno, aún puede sincronizar con una persona y mediante el animal (quizá entrenándolo, quizá dibujándose un lazo especial entre ambos por obra y magia del Espíritu Santo) –Cross sonrió con ironía un poco- ésta puede luchar contra el Conde y sus secuaces.
Silencio. Hubo un pequeño altibajo en el tren, indicando que la superficie por donde andaban los rieles cambiaba, haciendo más cercano el encuentro con Madre y el pronto viaje de Ruri a la Orden… así como la huída en “borrón y cuenta nueva” de Cross para su propósito. el desplazamiento de las ruedas de aquel armatoste metálico empezaba a ralentizarse, desvelando un chillido causado por la fricción del metal con metal. Soltaron pocas chispas y el tren se detuvo por fin.
La última exhalada de vapor, un fuerte silbido, indicó que ya era la hora de salir de la unidad y encontrarse en lo que anteriormente había sido un destino.
»Los de tipo parásito son más directos y raros: la Inocencia se encuentra equipada dentro del cuerpo de su acomodador. Puede hallarse en un brazo, una pierna, la cara… cualquier parte del organismo de una persona. Mutada esa parte de su cuerpo en simbiosis con la Inocencia, pueden usarse a sí mismos como armas para luchar.
»Creo entonces que ya deberías estar intuyendo por ti misma de qué va la animal-parasitaria, y sí. Es cuando la Inocencia se encuentra en un animal. Es bastante raro, y no he investigado mucho de cómo son las cosas en este caso, pero lo cierto es que aunque esté en un cuerpo ajeno, aún puede sincronizar con una persona y mediante el animal (quizá entrenándolo, quizá dibujándose un lazo especial entre ambos por obra y magia del Espíritu Santo) –Cross sonrió con ironía un poco- ésta puede luchar contra el Conde y sus secuaces.
Silencio. Hubo un pequeño altibajo en el tren, indicando que la superficie por donde andaban los rieles cambiaba, haciendo más cercano el encuentro con Madre y el pronto viaje de Ruri a la Orden… así como la huída en “borrón y cuenta nueva” de Cross para su propósito. el desplazamiento de las ruedas de aquel armatoste metálico empezaba a ralentizarse, desvelando un chillido causado por la fricción del metal con metal. Soltaron pocas chispas y el tren se detuvo por fin.
La última exhalada de vapor, un fuerte silbido, indicó que ya era la hora de salir de la unidad y encontrarse en lo que anteriormente había sido un destino.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Por inercia, Ruri toco el listón que sostenía sus cabellos. Era increíble que algo tan pequeño fuera un arma, una Inocencia tipo equipamento. Escuchó atentamente la explicación de Cross, sin poder imaginarse a un Exorcista con una Inocencia incrustada en su cuerpo; era un poco estremecedor. La peliblanca guardo silencio; tenía un par de cosas más por aclarar, pero el ruido generado por las vías ferrarías al disminuir su velocidad no le permitió hablar. Las personas comenzaron a salir de sus cabinas, algunas muy apresuradas y otras saturadas de regalos pero todas llegarían su hogar. Los dos Exorcistas esperaron a que el tren estuviera desocupado para salir, el anciano que los había atendido anteriormente se despidió de nuevo con una reverencia.
— ¿Qué es esa amabilidad tan exagerada? — preguntó Ruri, ahora saliendo de la estación de tren
El lugar, Liverpool, estaba compuesto por antiguas casas con uno que otro establecimiento. Los habitantes caminaban con tranquilidad por las calles, se oía a lo lejos el tren dispuesto a partir de nuevo. Una ciudad nada estrepitosa. Ruri observaba con admiración el paisaje, preguntándose porque nunca había acompañado a su padre a un lugar tan hermoso. Pasaron por una panadería, una escuela e incluso una zapatería: “Richard’s shop”. Ruri se sorprendió de la diferencia climática de Liverpool con su hogar, el frío no era tajante y los rayos solares alumbraban cada rincón. Una sensación muy reconfortante.
Antes de cruzar un pequeño puente, rodeado de vivo pasto y un cristalino rio, una mujer se les acerco desde un pequeño restaurante. Se veía algo enojada, pero guardaba cierto punto de alegría.
— Pensé que jamás volverías — dijo, mientras palpaba el pecho del General.
Off~ Gomen, no pude evitarlo xDD
— ¿Qué es esa amabilidad tan exagerada? — preguntó Ruri, ahora saliendo de la estación de tren
El lugar, Liverpool, estaba compuesto por antiguas casas con uno que otro establecimiento. Los habitantes caminaban con tranquilidad por las calles, se oía a lo lejos el tren dispuesto a partir de nuevo. Una ciudad nada estrepitosa. Ruri observaba con admiración el paisaje, preguntándose porque nunca había acompañado a su padre a un lugar tan hermoso. Pasaron por una panadería, una escuela e incluso una zapatería: “Richard’s shop”. Ruri se sorprendió de la diferencia climática de Liverpool con su hogar, el frío no era tajante y los rayos solares alumbraban cada rincón. Una sensación muy reconfortante.
Antes de cruzar un pequeño puente, rodeado de vivo pasto y un cristalino rio, una mujer se les acerco desde un pequeño restaurante. Se veía algo enojada, pero guardaba cierto punto de alegría.
— Pensé que jamás volverías — dijo, mientras palpaba el pecho del General.
Off~ Gomen, no pude evitarlo xDD
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
Tal y como había aparentado en el viaje, Cross parecía estarse tomando su tiempo para todo, en contraste al apuro inminente que le exigía su proyecto; una demostración de ello fue el haber esperado (aunque esto de por sí era costumbre en él) a que todas las personas en la unidad despejaran los pasillos y se encontraran caminando por la estación. Entonces con un paso casual, y volviendo a encender uno de sus consabidos cigarrillos, salió también junto con Ruri.
-¿Qué es esa amabilidad tan exagerada? –le preguntó la (ahora) albina, refiriéndose al cordial anciano (que para variar, conocía muy bien a Cross, y el General a él también) que les había tendido los boletos y se había despedido de ellos con una marcada reverencia.
-Ha de ser cosa del protocolo laboral –respondió con un tono de voz despreocupado que sugería no darle más importancia de la debida a aquel asunto.
Liverpool, a opinión de Cross, parecía haber tenido muy pocos cambios desde la última vez que se había quedado allí, unos años atrás. Seguía teniendo aquel ambiente acogedor y la temperatura siempre idónea para los turistas, sin importar la estación del año por el que estuviesen cruzando. Su apariencia seguía siendo la de un lugar conservador y muy poco dado al cambio. Una que otra tienda nueva, así como levísimos cambios en las fachadas de otros establecimientos era el no va más de la temporada. A pesar de encontrarse en la posición menos indicada, el pelirrojo se permitió fumar el cigarrillo con más gusto y mostrar un poco del disfrute que experimentaba mientras daba cada paso por aquella tierra pacífica.
Cuando estaban a punto de cruzar el puente que les acercaría cada vez más hasta donde se hallaba Madre, Cross percibió por el rabillo del ojo que cierta dama se les aproximaba desde un restaurante. También había captado la gama de emociones que les sucedieron por el rostro al identificar al hombre imponente de abrigo negro y sombrero de copa baja que se encontraba en compañía de una chica de cabellos blancos y un lazo atado a la cabeza, caminando como si nada por la ciudad con un aire de quién puede conquistar el mundo a su paso; sorpresa, duda, sospecha, conmoción, un asomo de alegría, y luego esta absoluta, revestida con cierto gesto de reproche para así disimularla.
-Pensé que jamás volverías —le espetó mientras se le acercaba hasta el pecho, desvelando cierto aire de familiaridad y compromiso.
-Ha sido una sorpresa encontrarme de primero contigo justamente, Helena –saludó Cross con una sonrisa galante en sus labios, mientras dejaba a un lado el cigarrillo- No has cambiado en nada; sigues siendo tan hermosa como siempre.
De ojos azules, blanca, cabellos castaños claros y un cuerpo sobre la regla, ella parecía ser el tipo de mujeres que se encontraban en la mira de Cross. Y es que había sido así, y todavía lo era.
Helena lo abrazó sin entretenerse mucho tiempo y cuando se separó de él, le echó un vistazo a su compañía. Inmediatamente frunció el ceño, extrañada y perpleja, antes de dirigirle una mirada de incógnita a Cross.
-¿Y esa niña? No me dirás que la cambiaste en un trueque con Allen-kun en algún lugar o algo por el estilo… ¿cierto? –el tono de Helena parecía ser nuevamente de reproche. La mirada que le dirigía a Cross ahora expresaba algo parecido a “tú sí que no tienes remedio”
-Ya quisiera yo que hubiese sido así –murmuró, y luego sonrió como a quién lo han pillado in fraganti tras ser taladrado por los ojos llenos de reclamo de la bella mujer. Repuso:-Quiero decir que no fue así. Hace varios meses atrás que permití que Allen se marchara a “La Orden Oscura”; ahora debe de estarse entreteniendo con su nuevo trabajo, rodeado de personas de su misma edad y situación.
-Hmmm.
El rostro de Helena mostraba cierta sospecha. Todavía no tenía del todo claro qué era en sí “La Orden”, pero tanto Cross como Allen le hacían entender de que se trataba de un lugar verdaderamente importante para ellos, sobretodo para el segundo.
-Ella es Ruri, y es otra de mis aprendices. También está de camino a “La Orden”, y como yo tengo cosas que hacer, pues la dejaré con Madre para que sea ella la que la guíe hasta allá.
-Tú y yo vamos a tener que sentarnos a hablar largo y tendido acerca de muchas cosas, Cross –replicó Helena entornando los ojos. No podía evitar que justamente eso, el misterio que siempre llevaba consigo el pelirrojo fuese lo que más le gustara de él. Parecía ser su lámpara personal para atraer a la clase de chicas como ella. Su mirada se hizo más cálida, cuando se dirigió por primera vez a la nueva pupila del General:- Un gusto en conocerte Ruri-chan. Pareces ser una niña encantadora, ¿por qué todos tus alumnos tienen charme, Cross? –le preguntó.
Él rió un poco, agradeciendo por enésima vez en su fuero interno que Ruri fuese chica. Helena era una de las mujeres que en su vida habría sido capaz de dejarlo a un lado si Allen hubiese tenido una personalidad más cautivadora de la que ya era poseedor.
-No lo sé. Quizá la vida se encarga personalmente de rodearme de personas especiales.
La sonrisa de Cross ahora era autosuficiente. Helena meneó la cabeza lentamente mientras fingía un suspiro resignado –“no, no tienes remedio”-.
-Te acompañaré hasta donde está Madre, después de todo yo también estaba por visitarla.
-Tu compañía será bien recibida, mi querida Helena.
-¿Qué es esa amabilidad tan exagerada? –le preguntó la (ahora) albina, refiriéndose al cordial anciano (que para variar, conocía muy bien a Cross, y el General a él también) que les había tendido los boletos y se había despedido de ellos con una marcada reverencia.
-Ha de ser cosa del protocolo laboral –respondió con un tono de voz despreocupado que sugería no darle más importancia de la debida a aquel asunto.
Liverpool, a opinión de Cross, parecía haber tenido muy pocos cambios desde la última vez que se había quedado allí, unos años atrás. Seguía teniendo aquel ambiente acogedor y la temperatura siempre idónea para los turistas, sin importar la estación del año por el que estuviesen cruzando. Su apariencia seguía siendo la de un lugar conservador y muy poco dado al cambio. Una que otra tienda nueva, así como levísimos cambios en las fachadas de otros establecimientos era el no va más de la temporada. A pesar de encontrarse en la posición menos indicada, el pelirrojo se permitió fumar el cigarrillo con más gusto y mostrar un poco del disfrute que experimentaba mientras daba cada paso por aquella tierra pacífica.
Cuando estaban a punto de cruzar el puente que les acercaría cada vez más hasta donde se hallaba Madre, Cross percibió por el rabillo del ojo que cierta dama se les aproximaba desde un restaurante. También había captado la gama de emociones que les sucedieron por el rostro al identificar al hombre imponente de abrigo negro y sombrero de copa baja que se encontraba en compañía de una chica de cabellos blancos y un lazo atado a la cabeza, caminando como si nada por la ciudad con un aire de quién puede conquistar el mundo a su paso; sorpresa, duda, sospecha, conmoción, un asomo de alegría, y luego esta absoluta, revestida con cierto gesto de reproche para así disimularla.
-Pensé que jamás volverías —le espetó mientras se le acercaba hasta el pecho, desvelando cierto aire de familiaridad y compromiso.
-Ha sido una sorpresa encontrarme de primero contigo justamente, Helena –saludó Cross con una sonrisa galante en sus labios, mientras dejaba a un lado el cigarrillo- No has cambiado en nada; sigues siendo tan hermosa como siempre.
De ojos azules, blanca, cabellos castaños claros y un cuerpo sobre la regla, ella parecía ser el tipo de mujeres que se encontraban en la mira de Cross. Y es que había sido así, y todavía lo era.
Helena lo abrazó sin entretenerse mucho tiempo y cuando se separó de él, le echó un vistazo a su compañía. Inmediatamente frunció el ceño, extrañada y perpleja, antes de dirigirle una mirada de incógnita a Cross.
-¿Y esa niña? No me dirás que la cambiaste en un trueque con Allen-kun en algún lugar o algo por el estilo… ¿cierto? –el tono de Helena parecía ser nuevamente de reproche. La mirada que le dirigía a Cross ahora expresaba algo parecido a “tú sí que no tienes remedio”
-Ya quisiera yo que hubiese sido así –murmuró, y luego sonrió como a quién lo han pillado in fraganti tras ser taladrado por los ojos llenos de reclamo de la bella mujer. Repuso:-Quiero decir que no fue así. Hace varios meses atrás que permití que Allen se marchara a “La Orden Oscura”; ahora debe de estarse entreteniendo con su nuevo trabajo, rodeado de personas de su misma edad y situación.
-Hmmm.
El rostro de Helena mostraba cierta sospecha. Todavía no tenía del todo claro qué era en sí “La Orden”, pero tanto Cross como Allen le hacían entender de que se trataba de un lugar verdaderamente importante para ellos, sobretodo para el segundo.
-Ella es Ruri, y es otra de mis aprendices. También está de camino a “La Orden”, y como yo tengo cosas que hacer, pues la dejaré con Madre para que sea ella la que la guíe hasta allá.
-Tú y yo vamos a tener que sentarnos a hablar largo y tendido acerca de muchas cosas, Cross –replicó Helena entornando los ojos. No podía evitar que justamente eso, el misterio que siempre llevaba consigo el pelirrojo fuese lo que más le gustara de él. Parecía ser su lámpara personal para atraer a la clase de chicas como ella. Su mirada se hizo más cálida, cuando se dirigió por primera vez a la nueva pupila del General:- Un gusto en conocerte Ruri-chan. Pareces ser una niña encantadora, ¿por qué todos tus alumnos tienen charme, Cross? –le preguntó.
Él rió un poco, agradeciendo por enésima vez en su fuero interno que Ruri fuese chica. Helena era una de las mujeres que en su vida habría sido capaz de dejarlo a un lado si Allen hubiese tenido una personalidad más cautivadora de la que ya era poseedor.
-No lo sé. Quizá la vida se encarga personalmente de rodearme de personas especiales.
La sonrisa de Cross ahora era autosuficiente. Helena meneó la cabeza lentamente mientras fingía un suspiro resignado –“no, no tienes remedio”-.
-Te acompañaré hasta donde está Madre, después de todo yo también estaba por visitarla.
-Tu compañía será bien recibida, mi querida Helena.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
La joven le resto importancia a la mujer llamada Helena, al parecer era la compañera sentimental de Cross — por poco creíble que fuera —. El único punto de interés para Ruri fue la mención de un tal Allen, también discípulo de Cross y obviamente Exorcista. Se preguntaba cómo era su Inocencia y cuáles eran las habilidades de esta, aunque cuestionaba más el notorio trato que el hombre tenía hacia sus aprendices. Una suave brisa recorrió el lugar, sacando a la joven de sus pensamientos recordándole la amabilidad de la mujer, se dirigió hacia ella sonriendo levemente.
— El gusto es mío y… no soy una niña — repuso Ruri, sin poder contenerse. Ya no era una sonrisa de amabilidad.
Odiaba que la confundieran con una. Desde que podía recordar, siempre la habían tomado por tres o dos años menor de los que ella en realidad tenía, cosa que le resultaba molesta y muy aburridora. Helena la tomo por los hombros y acomodo su mentón en el hombro derecho de ella, sonriendo y comportándose como si fueran íntimas amigas. Ruri la observo con cautela, era una mujer hermosa sin duda y no encontraba razón para que su piel fuera tan blanca en el clima bajo el cual vivía.
— Claro que sí lo eres, una muy simpática — contraatacó con voz dulce la mujer, mientras la empujaba despacio por el puente.
La peliblanca se limitó a desviar la mirada, centrándose en los pescados de colores que surcaban el refrescante río. Cuando Helena no recibió respuesta de Ruri, se devolvió hacia Cross para conversar con él. No le desagradaba la chica, comprendía que no era su estilo dar confianzas a una extraña. Se sujeto del brazo del hombre y emprendió su charla. Más allá del puente y unas pocas montañas, nacía un enorme lago rodeado de serpenteante bosque. Justo en la orilla, se asomaba una pequeña casa pintada de oscuras tonalidades cafés que sólo resaltaba por el colorido jardín sembrado a un lado de la estancia. Como todo Liverpool, los rayos penetraban en el lugar confiriéndole una sensación de calidez acogedora. Ruri espero en la muralla de rocas, esperando que Helena pasara de primeras.
— ¡Barbar mira quién está aquí~! — gritó con júbilo, pasando por la puerta de la cerca.
Un hombre fornido de mediana edad se asomo entre los matorrales, tenía un aspecto enérgico y bondadoso. Vestía un sombrero de paja y un overol azul oscuro, manchado de barro y algo viejo que dejaba captar su labor en la morada. Ruri sonrío con amabilidad ante la vigorosidad de las dos personas. Paso la cerca cuando Helena la llamo.
— Barbar ella es Ruri-chan, alumna de Cross — hablo con un punto de respeto.
— Encantada de conocerlo.
El hombre sonrío aún más, estrechando a Ruri entre sus brazos y elevándola del suelo. La pobre chica ahogo un respiro, sintiendo como todos sus huesos se fracturaban y sus cardenales pedían descanso. Todavía no se reponía del ataque del akuma. Sin embargo, Barbar continuaba profesando su afecto.
— B-B-Barbar-san… m-me está ahogando — musitó sin aliento Ruri.
Helena río con ánimos mientras Barbar liberaba a la chica y sonreía inocentemente, levantando la mirada hacia el General que se encontraba con ellas.
— ¡Pero sí es…sí es…Cross-samaa~! — gritó con dulzura el hombre, abalanzándose sobré el Exorcista, literalmente.
— El gusto es mío y… no soy una niña — repuso Ruri, sin poder contenerse. Ya no era una sonrisa de amabilidad.
Odiaba que la confundieran con una. Desde que podía recordar, siempre la habían tomado por tres o dos años menor de los que ella en realidad tenía, cosa que le resultaba molesta y muy aburridora. Helena la tomo por los hombros y acomodo su mentón en el hombro derecho de ella, sonriendo y comportándose como si fueran íntimas amigas. Ruri la observo con cautela, era una mujer hermosa sin duda y no encontraba razón para que su piel fuera tan blanca en el clima bajo el cual vivía.
— Claro que sí lo eres, una muy simpática — contraatacó con voz dulce la mujer, mientras la empujaba despacio por el puente.
La peliblanca se limitó a desviar la mirada, centrándose en los pescados de colores que surcaban el refrescante río. Cuando Helena no recibió respuesta de Ruri, se devolvió hacia Cross para conversar con él. No le desagradaba la chica, comprendía que no era su estilo dar confianzas a una extraña. Se sujeto del brazo del hombre y emprendió su charla. Más allá del puente y unas pocas montañas, nacía un enorme lago rodeado de serpenteante bosque. Justo en la orilla, se asomaba una pequeña casa pintada de oscuras tonalidades cafés que sólo resaltaba por el colorido jardín sembrado a un lado de la estancia. Como todo Liverpool, los rayos penetraban en el lugar confiriéndole una sensación de calidez acogedora. Ruri espero en la muralla de rocas, esperando que Helena pasara de primeras.
— ¡Barbar mira quién está aquí~! — gritó con júbilo, pasando por la puerta de la cerca.
Un hombre fornido de mediana edad se asomo entre los matorrales, tenía un aspecto enérgico y bondadoso. Vestía un sombrero de paja y un overol azul oscuro, manchado de barro y algo viejo que dejaba captar su labor en la morada. Ruri sonrío con amabilidad ante la vigorosidad de las dos personas. Paso la cerca cuando Helena la llamo.
— Barbar ella es Ruri-chan, alumna de Cross — hablo con un punto de respeto.
— Encantada de conocerlo.
El hombre sonrío aún más, estrechando a Ruri entre sus brazos y elevándola del suelo. La pobre chica ahogo un respiro, sintiendo como todos sus huesos se fracturaban y sus cardenales pedían descanso. Todavía no se reponía del ataque del akuma. Sin embargo, Barbar continuaba profesando su afecto.
— B-B-Barbar-san… m-me está ahogando — musitó sin aliento Ruri.
Helena río con ánimos mientras Barbar liberaba a la chica y sonreía inocentemente, levantando la mirada hacia el General que se encontraba con ellas.
— ¡Pero sí es…sí es…Cross-samaa~! — gritó con dulzura el hombre, abalanzándose sobré el Exorcista, literalmente.
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Re: Aquí un reclutamiento casual~
La atención de Helena Cross la apreció muy bien. Estrechó la mano de esta con la que él tenía libre y después la retiró como que no hubiese pasado nada. Aquel gesto era tan natural entre los dos, que Helena casi ni se dio aludida sino fuera porque unos segundos después apenas esbozó una sonrisa llena de nostalgia. Entonces comenzó a hablar con él mientras cruzaban el puente.
-Bueno, me habías dicho que ya Allen-kun está en otro lugar haciendo su vida –Helena remarcó un poco las palabras “otro” y “lugar” con énfasis- ¿Y no sabes más nada de él? ¿No te ha enviado una carta o se han mantenido en contacto?
La respuesta era obvia, pero ella quería escucharla de los labios de Cross. Él, por otro lado, sintió un deje de celos, ¿por qué justamente su estúpido aprendiz en el meollo de la conversación?
-No. Nada. Es como los adolescentes de ahora, les sueltas los cordones y no vuelves a verlos jamás, si es que no te los devuelve la casualidad –no le importaba sonar un poco frío en ese aspecto, estaba bastante distraído y a gusto con el ambiente espléndido de Liverpool así como con la presencia de Helena- Pero seguramente ha de estar bien, sea cual sea el lugar donde se encuentre.
-Y me imagino que ahora planeas hacer lo mismo con Ruri-chan –espetó de pronto, sin embargo no le dejó debatir aquello, sino que cambió el tema de plano:- ¡Bueno! ¿Y tú?, ¿qué es lo que has estado haciendo todos estos años?
Cross esbozó una pequeña sonrisa galante, con la cual podía derretir incluso hasta las rocas.
-Ya me conoces: voy a donde me lleve el viento, y cualquier aventura que se cruce en mi camino es un nuevo desafío para mí.
-Bien lo sé yo, sólo espero que sepas medir tus acciones en esas aventuras, Cross. Y que claro, te acuerdes de aquellas personas que tanto te quieren y esperan y les des una visita de vez en cuando.
Por primera vez, el pelirrojo sintió que esas palabras eran el equivalente a un golpe bajo.
-Esto no ha sido por mi propio gusto, te lo aseguro. Las situaciones a donde voy se hacen… cada vez más difíciles. Hasta las aventuras tienen su punto de seriedad, y mi tiempo es absorbido por ellas como no tienes idea.
-Hmm. Ya –el pelirrojo pareció aliviado, al notar que Helena no le ponía mucha atención a sus palabras y por ende, no se mostraba escéptica. Acababan por fin de llegar a la casa de Madre, y su vista se había ido hasta Barbar. Sonrió tan dulcemente como siempre, con esos labios que tanto encantaban al General:- ¡Barbar mira quién está aquí~!
Lo siguiente fue penetrar en la casa de Madre al menos hasta la entrada. Cross se desconectó de la conversación que tenían aquellos tres (Helena, Ruri y Barbar), para elevar la mirada hasta la casa bordeada por aquel enorme jardín. La puerta se había abierto y ante la repentina conmoción en sus inmediaciones, Madre asomó su cuerpo hasta quedar parada en el umbral. Su mirada primero era cautelosa, pero al escrutar la silueta del pelirrojo pareció sorprendida. Su rostro adoptó un gesto inescrutable, y eso le indicó al General el prepararse para cualquier cosa.
-¡Pero sí es…sí es…Cross-samaa~!
La voz alegre del enorme gigante ayudante de Madre hizo que Cross volviera la vista hacia él. Se dirigía en su dirección con los brazos bien abiertos, y mostrando su potente fisonomía, como una enorme bala de cañón. Idéntico a un torero en plena corrida, se deslizó hacia otro lado casi danzando, y así se evitó un tremendo choque, que para él sería bastante incómodo, tratándose de un hombre el que quería abrazarle.
Barbar se detuvo al ver que estrechaba la nada, y miró perplejo a Cross que a su vez mantenía una expresión calmada, cordial, con el único ojo visible cerrado.
-A mi también me alegra de verte, Barbar –musitó mientras avanzaba paralelo al hombretón, y dejaba atrás al trío.
-Es una sorpresa que justamente ahora te dignes a dar la cara, Cross –la voz de Madre era inflexible, y su mirada taladraba la del aludido.- ¿A qué nos honra tu presencia el día de hoy?
Sin embargo, él parecía todo lo contrario: relajado y calmo, como quién tiene agarrada por la manga la situación.
-Por favor, no seas tan dura conmigo, Madre. Como siempre, tengo mis buenas razones para hacer lo que hago.
-¡Bah! Sólo palabras. Me gustaría alguna vez escuchar a alguien hablar de esas “proezas” de las cuales tanto te jactas, Marian –la anciana agitó una mano al frente de su rostro, como si estuviese espantando algún insecto.
Cross se fue por la tangente.
-¿Ves a esa linda y adorable joven de allá? Viene conmigo y se llama Ruri Hideki. La he descubierto compatible con un trozo de Inocencia.
-Una nueva exorcista –constató la mujer, con la vista fija ahora en la nueva peliblanca, examinándola como si tuviese visión de rayos X. Soltó un pequeño bufido y se volvió de nuevo al pelirrojo- Espero que no le hayas hecho nada malo, Cross. La ley pena a aquellos que intentan relacionarse con un menor.
La sonrisa de él quedó estática.
-No es tan pequeña como piensas… -de nuevo cambiando el tema, sin embargo, la campana que le salvó no fue exactamente grata.
Se escuchó un fuerte estruendo que sacudió la zona entera. Más allá del puente que ellos habían estado cruzando, una columna de humo se elevó, seguida por el grito de personas que ahora se esparcían por doquier, atemorizados.
Madre chilló de hastío.
-¡Válgame Dios! Es que nunca se cansan de molestar por aquí –miró a Cross y luego a Ruri, con un brillo desconocido en sus ojos- bueno ¿y qué están esperando ustedes dos?, son exorcistas ¿no? desde hace varios días unos Akumas nos han estado dando la lata, y atemorizan al poblado entero. Nadie sabe qué hacer y mi casa está repleta de gente a cada hora en busca de concejos. Hasta el alcalde vino personalmente a hablarme –bufó de nuevo, y murmuró:-como si yo fuese una maga capaz de desaparecer esa horda de balones metálicos con problemas de depredación –volvió a mirar a Cross, y levantó el bastón en su dirección con una violencia inusitada- ¡Ve y haz algo! Que tu estadía en este lugar valga la pena.
El pelirrojo, tal como la anciana, soltó un bufido lleno de hastío. No podía debatirle la palabra a Madre, porque sencillamente se trataba de ella, de modo que se dio la media vuelta y miró a su ahora pupila.
-Bueno, ha llegado la hora de que pongas en marcha esa Inocencia tuya, y aprendas a defenderte.
Él por su parte, desenfundó a Judgment. La luz le arrancó un brillo al pulido metal de la pistola, en cuanto fue alzada cerca del hombro del General.
-Bueno, me habías dicho que ya Allen-kun está en otro lugar haciendo su vida –Helena remarcó un poco las palabras “otro” y “lugar” con énfasis- ¿Y no sabes más nada de él? ¿No te ha enviado una carta o se han mantenido en contacto?
La respuesta era obvia, pero ella quería escucharla de los labios de Cross. Él, por otro lado, sintió un deje de celos, ¿por qué justamente su estúpido aprendiz en el meollo de la conversación?
-No. Nada. Es como los adolescentes de ahora, les sueltas los cordones y no vuelves a verlos jamás, si es que no te los devuelve la casualidad –no le importaba sonar un poco frío en ese aspecto, estaba bastante distraído y a gusto con el ambiente espléndido de Liverpool así como con la presencia de Helena- Pero seguramente ha de estar bien, sea cual sea el lugar donde se encuentre.
-Y me imagino que ahora planeas hacer lo mismo con Ruri-chan –espetó de pronto, sin embargo no le dejó debatir aquello, sino que cambió el tema de plano:- ¡Bueno! ¿Y tú?, ¿qué es lo que has estado haciendo todos estos años?
Cross esbozó una pequeña sonrisa galante, con la cual podía derretir incluso hasta las rocas.
-Ya me conoces: voy a donde me lleve el viento, y cualquier aventura que se cruce en mi camino es un nuevo desafío para mí.
-Bien lo sé yo, sólo espero que sepas medir tus acciones en esas aventuras, Cross. Y que claro, te acuerdes de aquellas personas que tanto te quieren y esperan y les des una visita de vez en cuando.
Por primera vez, el pelirrojo sintió que esas palabras eran el equivalente a un golpe bajo.
-Esto no ha sido por mi propio gusto, te lo aseguro. Las situaciones a donde voy se hacen… cada vez más difíciles. Hasta las aventuras tienen su punto de seriedad, y mi tiempo es absorbido por ellas como no tienes idea.
-Hmm. Ya –el pelirrojo pareció aliviado, al notar que Helena no le ponía mucha atención a sus palabras y por ende, no se mostraba escéptica. Acababan por fin de llegar a la casa de Madre, y su vista se había ido hasta Barbar. Sonrió tan dulcemente como siempre, con esos labios que tanto encantaban al General:- ¡Barbar mira quién está aquí~!
Lo siguiente fue penetrar en la casa de Madre al menos hasta la entrada. Cross se desconectó de la conversación que tenían aquellos tres (Helena, Ruri y Barbar), para elevar la mirada hasta la casa bordeada por aquel enorme jardín. La puerta se había abierto y ante la repentina conmoción en sus inmediaciones, Madre asomó su cuerpo hasta quedar parada en el umbral. Su mirada primero era cautelosa, pero al escrutar la silueta del pelirrojo pareció sorprendida. Su rostro adoptó un gesto inescrutable, y eso le indicó al General el prepararse para cualquier cosa.
-¡Pero sí es…sí es…Cross-samaa~!
La voz alegre del enorme gigante ayudante de Madre hizo que Cross volviera la vista hacia él. Se dirigía en su dirección con los brazos bien abiertos, y mostrando su potente fisonomía, como una enorme bala de cañón. Idéntico a un torero en plena corrida, se deslizó hacia otro lado casi danzando, y así se evitó un tremendo choque, que para él sería bastante incómodo, tratándose de un hombre el que quería abrazarle.
Barbar se detuvo al ver que estrechaba la nada, y miró perplejo a Cross que a su vez mantenía una expresión calmada, cordial, con el único ojo visible cerrado.
-A mi también me alegra de verte, Barbar –musitó mientras avanzaba paralelo al hombretón, y dejaba atrás al trío.
-Es una sorpresa que justamente ahora te dignes a dar la cara, Cross –la voz de Madre era inflexible, y su mirada taladraba la del aludido.- ¿A qué nos honra tu presencia el día de hoy?
Sin embargo, él parecía todo lo contrario: relajado y calmo, como quién tiene agarrada por la manga la situación.
-Por favor, no seas tan dura conmigo, Madre. Como siempre, tengo mis buenas razones para hacer lo que hago.
-¡Bah! Sólo palabras. Me gustaría alguna vez escuchar a alguien hablar de esas “proezas” de las cuales tanto te jactas, Marian –la anciana agitó una mano al frente de su rostro, como si estuviese espantando algún insecto.
Cross se fue por la tangente.
-¿Ves a esa linda y adorable joven de allá? Viene conmigo y se llama Ruri Hideki. La he descubierto compatible con un trozo de Inocencia.
-Una nueva exorcista –constató la mujer, con la vista fija ahora en la nueva peliblanca, examinándola como si tuviese visión de rayos X. Soltó un pequeño bufido y se volvió de nuevo al pelirrojo- Espero que no le hayas hecho nada malo, Cross. La ley pena a aquellos que intentan relacionarse con un menor.
La sonrisa de él quedó estática.
-No es tan pequeña como piensas… -de nuevo cambiando el tema, sin embargo, la campana que le salvó no fue exactamente grata.
Se escuchó un fuerte estruendo que sacudió la zona entera. Más allá del puente que ellos habían estado cruzando, una columna de humo se elevó, seguida por el grito de personas que ahora se esparcían por doquier, atemorizados.
Madre chilló de hastío.
-¡Válgame Dios! Es que nunca se cansan de molestar por aquí –miró a Cross y luego a Ruri, con un brillo desconocido en sus ojos- bueno ¿y qué están esperando ustedes dos?, son exorcistas ¿no? desde hace varios días unos Akumas nos han estado dando la lata, y atemorizan al poblado entero. Nadie sabe qué hacer y mi casa está repleta de gente a cada hora en busca de concejos. Hasta el alcalde vino personalmente a hablarme –bufó de nuevo, y murmuró:-como si yo fuese una maga capaz de desaparecer esa horda de balones metálicos con problemas de depredación –volvió a mirar a Cross, y levantó el bastón en su dirección con una violencia inusitada- ¡Ve y haz algo! Que tu estadía en este lugar valga la pena.
El pelirrojo, tal como la anciana, soltó un bufido lleno de hastío. No podía debatirle la palabra a Madre, porque sencillamente se trataba de ella, de modo que se dio la media vuelta y miró a su ahora pupila.
-Bueno, ha llegado la hora de que pongas en marcha esa Inocencia tuya, y aprendas a defenderte.
Él por su parte, desenfundó a Judgment. La luz le arrancó un brillo al pulido metal de la pistola, en cuanto fue alzada cerca del hombro del General.
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