Aquí un reclutamiento casual~

por Invitado Mar Ago 11, 2009 5:21 pm

Su eterno viaje por el mundo le había llevado hasta allí, Inglaterra. Fue mera casualidad, o al menos él lo tomaba así, después de todo, por los momentos no le ponía un rumbo fijo a sus pies y pensamientos. Era una de las mejores técnicas que podía utilizar para así mantener a raya a sus enemigos, y hasta el sol de hoy en día daba efecto: ni un solo Akuma salía de sus garras o vivía para contarle al Conde que lo habían visto por tal o cual lugar. Antes terminaban pasando bajo una rigurosa modificación, o sencillamente eran víctimas del poder de Cross Marian y sus artimañas.

Ahora caminaba por una carretera de tierra, que según le llevaría al poblado vecino de dónde se encontraba antes. Pensaba en los rumores que había escuchado acerca de allí: mencionaban un fenómeno peculiar que el pelirrojo no pasó por alto. Una lluvia de cristales, en vez de nevada era lo que se recibía allí del cielo. A Cross le pareció de alguna manera elegante, que la Inocencia se manifestara de esa forma, y fue por eso que esta vez no rehuyó ni cambio la ruta para evitar toparse con algún exorcista. Tenía un buen presentimiento, y fiel a sus instintos, aceptó aquel nuevo camino a seguir.

Aquel agudo sentir empezó a intensificarse cuando en medio de su recorrido, ni un solo Akuma se había cruzado a su frente. Quizá habría más adelante, o ni siquiera alcanzaron a saberlo antes que él. No era adivino para sabérselas todas, pero si bastante calculador. Después de todo, hubiesen enemigos o no, estarían muertos antes de identificarlo. Cuando el pueblo comenzó a divisarse, Cross advirtió columnas de humo alzándose en el aire. Allí la encarnizada lucha por la Inocencia, y a juzgar por el tiroteo que aún no cesaba de los Akuma, no habían encontrado nada por los momentos.

-De modo que no les molestará si me uno a la fiesta ¿heh? –anunció con una voz gruesa y varonil. El General extraviado esbozó una sonrisa lobuna, antes de continuar caminando sin acelerar siquiera sus pasos en dirección al poblado.

Para esos momentos la gente del pueblo ya debía de estar totalmente aniquilada. O al menos, eso era lo que él creía.

por Invitado Mar Ago 11, 2009 7:24 pm

- Después de todo son unos inservibles humanos… como tú. – dijo aquel ser de forma aterradora, sosteniendo a la chica por el cuello dispuesto a dar el ataque final – Te mataré y luego buscaré esa fastidiosa sustancia, el Conde estará muy satisfecho conmigo cuando lo consiga.

Ruri, como se llamaba la chica, no oía nada aparte de su turbada mente, que gritaba pensamientos de dolor y desesperación. ¿Su familia pudo ser capaz de abandonarla? ¿Sólo por estar enferma? No tenía nada lógico. Aún así, desde que nació su salud siempre había sido frágil y sus hermanos tenían que cuidarla porque sus padres trabajaban. En contadas ocasiones sus comentarios la habían herido pero nunca creyó que llegaran a tal punto de dejarla atrás. Koutaro, el hermano que más quería, también la desecho; como basura. Y ahora estaba allí, a punto de ser asesinada por un monstruo asqueroso y no tenía ninguna voluntad de seguir viviendo.

“Si muero, podré estar con ellos y preguntarles por qué lo hicieron”.

Una fina capa de aquellos cristales comenzó a caer desde el cielo. Por alguna razón el monstruo se lleno de ansiedad, pero no tuvo tiempo de reaccionar cuando aquellos fragmentos le atravesaron. Ruri cayó al suelo lastimándose una muñeca, vio como el akuma sonreía malignamente mientras se reponía a lo que fuera que lo hubiera pasado.

- Así que aquí estas Inocencia. Pero no podrás conmigo… ¡soy un akuma de nivel dos! – gritó.

La pelinegra cerró los ojos, tanta palabrería no significaba nada para ella… además, tenía sueño y mucho frío.

por Invitado Mar Ago 11, 2009 11:05 pm

-Fiiuuu~ menudo desastre han causado ¿Eh? –la voz imponente del General hizo que la mayoría de los Akuma, nivel uno y dos, esparcidos por todo el pueblo se sobresaltaran y le miraran directamente. Cross enarcó una ceja con descaro- ¿Hoh? ¿Me permiten unirme, caballeros?

Hubo un pequeño silencio en donde el viento arrastró polvo de los escombros.

-¡Él es…! ¡Es un General exorcista! –exclamó por fin uno de los nivel dos, y todos comenzaron a comprender lo que significaba realmente aquello.

-¡Acabémosle! ¡Matemósle! –comenzaron a gritar entonces otros. Todos fijaron sus miras en el pelirrojo, que pacientemente se había dado el tiempo suficiente de encenderse un cigarrillo mientras aquellas máquinas brutas asimilaban los acontecimientos.

-¿Huh? ¿Ya habéis terminado vuestra cháchara?

-¡Jajajajajajaja~! ¡Te mataremos, General!

Todos empezaron a disparar al mismo tiempo. Una cortina de humo venenoso se levantó entonces cuando los ruidos de disparos cesaron, impidiéndoles ver lo que había quedado de su oponente. Todos reían y miraban expectantes, seguros de que habían logrado matar a aquel exorcista experimentado en conjunto.

Lo último que pudieron escuchar antes de ser aniquilados fue el disparo de balas a quemarropa.

-¿Eh? ¿Qué fue ese ruido? –aquel Akuma, apenas rasguñado por los vanos intentos de la Inocencia en estado bruto levantó la cabeza en dirección al centro del pueblo. El sonido de disparos y gritos, la mayoría de voces mecánicas, había empezado a inundar completamente el escenario de agonía que ellos tenían montado en aquel lugar desde hacía varias horas. Se asomó a un lugar derruido, donde podría ver mejor qué pasaba, y el destello azul armonía más un resplandor aún más agudo y blanco le hizo de pronto estremecerse.- Un…¡un exorcista! ¿Aquí? ¡Imposible! No se darían cuenta hasta después de que hubiesemos acabado con el pueblo.

El nivel dos le dio una patada al suelo furioso mientras rugía, luego miró a la pequeña humana que yacía en el suelo, al borde del delirio y la muerte. Su reciente capacidad para razonar, mezclado con los entresijos de su instinto le ayudaron a idear una táctica. Si usaba a la humana de rehén, probablemente podría lograr matar al exorcista, y por ende, quedarse con la Inocencia. Sonrió. Podría dar resultado. Entonces sin avisar, alargó una de sus garras hacia la pequeña y la sostuvo. Luego salió de aquel escondrijo, para hacerle frente al general. La lluvia de cristales, por los momentos, parecía haber cesado.

por Invitado Miér Ago 12, 2009 7:03 pm

“La familia Hideki la estaba esperando, debía apresurarse o sino madre se pondría furiosa con ella. Más allá del amplio campo, ellos estaban esperándola. Debía darse prisa… más rápido.

- ¿Hermanos? ¿Madre? – preguntó cuando les vio sonriéndole. – Ya he llegado.

El cielo se oscureció por completo tiñéndose de rojo escarlata, y sólo fue la gran luna la que le permitió verlos… tumbados entre el pasto, con heridas y un charco de sangre a su alrededor.

- ¡¡NO!! – gritó– Si no me hubiera retardado… siempre yo…

Ruri tuvo que arrodillarse, la cabeza le estaba dando vueltas y sentía como si le martillaban la sien y los costados del cerebro. No tenía ganas de luchar contra el dolor, la fuerza se le escapaba como el aire."

- Me place oír tus gritos humana. ¡Sufre, sufre… aliméntame! – reía el monstruo.

La joven levantó lo que más pudo sus ojos, para encontrarse con la repugnante cara de su asesino y una descarada sonrisa de triunfo. Volvió a cerrar los ojos, si iban a ser sus últimos minutos no quería recordar a un adefesio. Su cuerpo levitaba en el aire ya que aquel engendro la sostenía por la cabeza.

- ¡Serás mi rehén y así el patético exorcista se rendirá y destruiré dos Inocencias en un solo viaje! – volvió a gritar el monstruo.

“¿Rehén? ¿Quién podría importarse por mí para ser un rehén?”

Ruri intentó abrir los ojos nuevamente, esta vez una pequeña mancha negra con ¿rojo? Se acercaba lentamente. Los pequeños punticos seguían rodeándola hasta ese entonces, pero al ver ese borrón fueron directo a él y lo rodearon. La mancha parecía alegre. Ruri trato de frotarse los ojos con sus párpados, veía muy borroso y más con ese hilo de sangre cayendo por ellos. Cuando la vista se le aclaró un poco, pudo observar que la mancha tomaba forma de un hombre de mediana edad, con la expresión de arrogancia marcada en su rostro.

- Hola exorcista... - dijo el monstruo.

por Invitado Miér Ago 12, 2009 9:24 pm

Cross hizo una mueca de asco. Uno de aquellos Akumas había tenido la indecencia de agrietarse y sangrar, en vez de explotar como los otros. Un poco de aquel horroroso líquido, sólo un puntito, se le había pegado al traje, y eso bastó para hacerlo enojar y continuar el tiroteo. Al final, su propia impulsividad había acabado con todos los Akuma de la redonda. O eso era lo que pensaba.

-Tal parece que al empezar a ver la sangre de inocentes correr, sus instintos se descontrolaron y comenzaron a acabar con el pueblo a diestra y siniestra –comentó para él mismo. Se llevó el cigarrillo medio consumido a la boca, y luego exhaló una vaharada de humo blanco con aspereza- Ma taku, después de todo, no dejan de ser una pila de asquerosas máquinas brutas.

El viento le respondió con un soplido que se llevó las columnas de humo, producidas por el fuego o por los restos de aquellos seres. Era frío, y eso le recordó a Cross que se encontraba en invierno, y además, que allí la nieve no era exactamente normal. Oh, si. Ahora que lo recordaba, ¿no había un fenómeno de la Inocencia mezclado en todo aquello?

-Pero no he visto ni un solo indicio de ella por aquí, ¿dónde está esa maravillosa lluvia de cristales de la que hablaban, entonces?

Casi como si Dios le hubiese querido mandar la respuesta más directa que podía existir allí, se dio cuenta de que una silueta alta empezaba a acercarse a él con pasos pesados. Cross dirigió una mirada adusta hacia esa dirección, sabiendo lo que venía, y justo en ese preciso momento, un remolino de pequeños cristales se dirigió hacia él y le rodeó. El pelirrojo miró los puntitos brillantes con fascinación.

-Así que aquí estabas –dijo y esbozó aquella sonrisa astuta tan propia de él, mezclada quizá con un poco de alegría.

-Hola, exorcista –habló entonces aquella silueta que momentos antes se encontraba en la lejanía, ahora muy cerca de él.

Cross le dirigió casi a regañadientes una mirada de fastidio al nivel dos, y su calma entonces se vio un poco quebrantada cuando se percató de la otra presencia que acompañaba a la máquina asesina. El Akuma no pudo evitar ante aquel gesto soltar una risa satisfactoria.

-Oh, veo que te has sorprendido al darte cuenta de quién viene conmigo –la bestia alzó y le mostró de frente a la niña que sostenía con una de sus garras, como si ese hubiese sido el trofeo de una gustosa cacería.- no te atrevas a mover tu arma anti-akuma ¿sabes? O podría sucederle algo realmente malo a esta mocosa.

El General permaneció unos instantes en silencio, con la mirada fija en la criatura que cargaba rústicamente el Akuma en sus garras. La niña no debía pasar de 15 o 14 años, o al menos eso aparentaba. Su piel era tan blanca que incluso llegaba a confundirse con la nieve. Su aspecto era el de alguien terriblemente agotado y enfermo. Definitivamente necesitaba un mejor cuidado que aquel.

-¿Qué sucede? ¿Te has quedado sin palabras, eh? No importa, no tienes que decir nada. Sólo deja tu arma en el suelo y ríndete. –el pecho del Akuma se hinchó de orgullo. Aquella jugada en su favor había sido una muy buena. No se imaginaba otro modo de salir de aquel aprieto con buen pie por parte del exorcista, más que rindiéndose a sus exigencias.

Sin embargo, la mente del General procesaba pensamientos distintos. Le hervía la sangre, puesto que a quién estaba poniendo en peligro ese adefesio era nada más ni nada menos que a una niña, pequeña e indefensa que podría convertirse en una gran y preciosa mujer, como todas, en un futuro cercano. Sin embargo, no pasaba por alto la reacción de la Inocencia. A Cross no le costó mucho comprender que el flujo de los cristales había venido directamente de la chica, lo que quería decir en otras palabras, que parecía reaccionar con ella.

En contra de todo pronóstico, el General levantó a Judgment, y con ella apuntó al Akuma. Una sonrisa maliciosa se hizo presente en una de las comisuras de sus labios. La mirada se le había afilado. Rezumaba confianza.

-¿¡Q-qué eres idiota!? ¿No te das cuenta de que con esa actitud esta niña podría sufrir las consecuencias? –El Akuma, sorprendido y asustado agitaba en el aire a la pequeña.- Piénsalo bien, exorcista, si me llegas a atacar, ¡ella será mi escudo y morirá por tu culpa!

-¿Hoh? ¿En serio? Hablas demasiado Akuma –aquellas fueron las primeras palabras que le dirigió al monstruo, con desprecio. No dejaba de sonreír. El porte socarrón tan natural en él salía a sus anchas y le rodeaba como el aire puro- Pues déjame decirte que eso lo decidiré yo. Ahora cierra el pico y muere.

Bang, Bang.

El Akuma interpuso a la niña de frente, entre asustado y excitado por la nueva situación. Estaba seguro de que ella sería un buen escudo contra las balas de él, y moriría en beneficio a su propia salvación. Cuando el Exorcista se hubiese dado cuenta de que en realidad la había matado, él lo atacaría y mataría.

Sin embargo, las cosas tomaron un giro distinto del que esperaba. Aquellos pequeños cristales que rodeaban a Cross, se precipitaron hacia la pequeña y la rodearon de nuevo, justo en el mismo momento en que las balas de Judgment se acercaban peligrosamente a ella. Cuando rozaron los cristales, se produjo una repentina explosión de luz que encegueció al Akuma.

-¡Aaah! ¿¡Pero qué demonios!?

Y cuando se dio cuenta, la primera bala le había dado de lleno en un costado.

El Akuma parecía atónito, ¿cómo, si esa mocosa estaba en medio de él y la trayectoria de las balas? Fue la segunda la que le hizo comprender qué sucedía, aunque demasiado tarde. Los cristales se arremolinaban con violencia sobre la chica, casi como si fuesen un escudo, y ante eso, las balas de Cross lo que hacían eran desviarse un poco del camino original y retomarlo desde otro ángulo.

-Y-ya entiendo. Después de todo, la Inocencia no lastima a la Inocencia. P-pero qué idiota he sido –dijo, mientras el símbolo característico de la Inocencia de Cross se tatuaba en su cuerpo.

Y explotó.

Seguido de eso, una cortina de humo se extendió por el lugar.

Cross caminó, se arrodilló y sostuvo a la pequeña con cuidado entre sus brazos. La miró sonriendo, esta vez con tranquilidad.

-Vaya, mira que involucrar a una niña en todo esto es propio de sucios cobardes –susurró, y con la mano libre apartó delicadamente los mechones de cabello que cubrían la frente de ella. Tenía fiebre.- Me parece que tendré que llevarla a un médico cuanto antes. Taku, si sólo Tim estuviera aquí.

Esa fue su última queja, luego se incorporó y empezó a caminar. Aquello no era el mejor lugar para una niña.

por Invitado Miér Ago 12, 2009 10:04 pm

Aquel hombre extraño y el monstruo mantenían una conversación bastante tensa, se retaban el uno al otro con Ruri como una especie de trofeo preciado. Ella se sentía impotente, no podía hacer nada más que escuchar las voces de ellos, que se apagaban más y más conforme iba avanzando su charla. Por alguna razón, no quería perder de vista al hombre de cabello rojo por lo que se empeño en no cerrar los ojos; aunque estos fueran del tamaño de una pelotita. Ni siquiera se inmutó cuando el hombre le apuntó con esa arma.

-¿¡Q-qué eres idiota!? ¿No te das cuenta de que con esa actitud esta niña podría sufrir las consecuencias? – Ruri sintió como la agitaba bruscamente en el aire, todo su cuerpo se estremeció y su cabeza la punzó aún más – Piénsalo bien, exorcista, si me llegas a atacar, ¡ella será mi escudo y morirá por tu culpa!

-¿Hoh? ¿En serio? Hablas demasiado Akuma. Pues déjame decirte que eso lo decidiré yo. Ahora cierra el pico y muere.

Dos sonidos de balas resonaron en el lugar. La pelinegra apretó sus manos cerrando los ojos, ignorando el dolor que le causaba una de sus muñecas. Espero la muerte con impaciencia… pero nunca llego. A cambio, la joven cayó de nuevo al suelo como un costal mientras esas pequeñas luces se chocaban las unas con las otras, parecían alteradas. Ruri pudo visualizar como el monstruo era derrotado por el hombre, diciendo de nuevo cosas que para ella no tenían ningún sentido.

El pelirrojo se acerco a ella y la mantuvo entre sus brazos, era un desconocido pero al menos la había salvado. Ahora podía descansar a la deriva a cualquier lugar que la llevara su salvador. Lo último que oyó fue algo de un médico y un tal Tim, conforme los pasos del hombre se perdían entre la nieve... ahora normal.

por **Índigo** Jue Ago 13, 2009 10:15 pm

Solo me envolvía el ruido constante de los cascos metálicos golpeándose contra el suelo duro, empezaba ha invadirme un letargo desagradable, moví entonces mi cabeza esperando que mi cuerpo reaccionara, después de todo aquellos viajes por el mundo empezaban a causar estragos en mi físico. En un impulso tome la mascara que se hallaba junto a mi, recorrí con la yema de los dedos aquel fino relieve de abstractas formas ¿Quién imaginaria que aquella pieza antigua ahora serviría para encubrir mis asesinatos? Por lo menos ninguno de los Burleigh, sabia de ante mano que si fuese posible se revolcarían en sus tumbas, situación que realmente me alegraba

-Joven Burleigh algo sucede- interrumpió la voz asustada del chofer que “por alguna razón” detuvo nuestro carruaje, guarde en uno de los bolsillos de mi clásica gabardina negra aquella mascara y me dispuse a bajar del carruaje

-Joven Burleigh- insistió el hombre con la mirada llena de incredulidad al verme fuera del transporte, las columnas de humo y el silencio sepulcral eran el preludio de una masacre que hasta el chofer claramente distinguía

-desde aquí continuo solo- fueron mis ultimas palabras mientras continuaba caminando, no es que me importara ese sujeto sabia por el aroma que inundaba la zona la inminente derrota de los Akumas, escuche entonces el relinchar de los caballos y como el carruaje emprendía su viaje de regreso “¿Cómo?” pensé mientras reía estrepitosamente por la reacción del Chofer, al parecer no le importo dejarme en lo que precia una situación peligrosa, guarde silencio cuando el viento removió con violencia mis ropas llevándose también las cenizas de los muertos ”que asco” replique mentalmente y me coloque la mascara dorada que unicamente dejaba al descubierto mis ojos, continúe entonces rumbo al poblado…

por Invitado Jue Ago 13, 2009 11:14 pm

A pesar de tener entre sus manos una vida en situación crítica, Cross no pensaba regresarse por el mismo camino hasta el anterior pueblo al que había llegado. Claramente sabía que si lo hacía, estaría cometiendo una falta a su propio plan, y cualquier clase de negligencia por su parte, en aquel viaje improvisado por el mundo y en el cual llevaba varios cazadores en su búsqueda, fuese cual fuese, no podía permitírsela. No en esa situación.

Por otra parte, y casi de acuerdo a sus propios pensamientos, el lugar al cual realmente quería llegar era la ciudad que venía después. Le habían comentado desde que había retornado al país inglés, que justamente en la ciudad de Sweetsville*, se encontraban las mejores posadas, los más caros vinos, y por si fuera poco, la mejor atención acompañada de hermosas damicelas de piel blanca y facciones finas, en toda la región. Era demasiada tentación como para dejarlo pasar. Incluso teniendo a una probable Apóstol de Dios en sus manos, agonizando.

Eso era lo que llevaba pensando durante las dos horas de caminata que se había tomado hasta ahora, desde que había acabado con los Akuma y encontrado a la pequeña. Ella seguía durmiendo, sumida en un sueño profundo y quizá incómodo, puesto que dormir con una fiebre que siquiera había sido tratada adecuadamente, era seguramente una sensación no muy agradable. Aunque para las veces…

Detrás de él, y viniendo por un camino paralelo al que Cross seguía, una carreta, conducida por un hombre que vestía ropas de granjero se acercó cada vez más y más a él hasta detenerse a su lado. Los dos caballos relincharon ante la repentina parada y levantaron polvo bajo sus cascos.

-¡Santo Cielo! Esa niña no se ve muy saludable, ¿necesita ayuda, señor?

-Tiene usted razón, y es por eso que me veo en la obligación de no mentirle. Si, necesito un poco de ayuda.

-¿Va la ciudad de Sweetsville? –Cross asintió en silencio- Entonces suba, que en mi camino pasaré por allí. Podré dejarlo en toda la entrada del pueblo, y allí podrá llevarla a un médico. Vamos, no pierda tiempo.

-Es usted muy amable, mi estimado amigo –sonriendo y tapándose la mitad del rostro con el sombrero ladeado, Cross Marian ingresó al móvil que se le había ofrecido, el cual partió en silencio después.

La suerte le había sonreído, como siempre. Quizá en unas pocas horas estaría ya en aquella villa, descansando y ocupándose de una tarea que muy fácilmente hubiese podido eludir, si el rumbo de sus pasos no se habría detenido en aquel pueblo.

No se arrepentía; lo hubiese hecho, si la víctima fuese chico.

[Off: Me tomé la libertad de inventarme el nombre de éste siguiente pueblo~*]

por Invitado Jue Ago 13, 2009 11:43 pm

Ruri despertó a la madrugada por culpa de una pesadilla, sudaba frío y sentía todo su cuerpo adolorido. Se incorporó con esfuerzo apoyándose en su brazo saludable, pero inmediatamente se cubrió su pecho pensando que no llevaba nada puesto, cuando en realidad tenía una caliente bata rosa.
Desconocía donde se encontraba, pero la habitación era bastante lujosa; con muebles muy finos de tonalidades marrones y unas cuantas pinturas en las paredes.
Afuera se podían oír los vestigios de un gran baile, todavía se mantenían en pie las parejas que querían celebrar aquella fiesta con toda su pasión. Ruri intentó sonreir. No hace mucho que había ido a su primer baile; su iniciación en "la sociedad", y ahora todo lo que meticulosamente había planeado su madre se había ido por la borda.

La pelinegra dirigió su mirada hacia la pequeña lámpara incandescente, que alumbraba una mesa ovalada con un vino y unas cuantas frutas encima de ella. Así mismo, alumbraba parte de la cara de aquel hombre que parecía perdido en frente del gran ventanal, fumándose un cigarrillo que llenaba de tabaco toda la alcoba.

Sus recuerdos comenzaron a llegar poco a poco, todo lo sucedido hace ¿una noche?, ¿dos noches? la dejaron consternada. Se abrazó a sí misma tratando de contener las lágrimas; volteó la mirada hacia la mesilla de noche, allí se encontraba de nuevo ese lazo azul. Ruri tenía la leve sospecha de que todo lo que había ocurrido fue por la culpa de ese objeto, tan inerte como una roca pero a la vez tan terrorífico como el monstruo que casi acaba con su vida. Cuando creyó que había controlado sus emociones levantó la mirada dudosa hacia el hombre pelirrojo:

- Esto… gracias por haberme salvado, señor.

por **Índigo** Vie Ago 14, 2009 12:29 am

Me tope con una escena realmente aburrida: el lugar estaba en la completa nada, lo único que distinguía eran los estragos de una batalla. Estuve a punto de arrojar la macara que cubría mi rostro cuando una especie de sollozo interrumpió mi rabia, me gire lentamente en busca del aquel sonido tan molesto, no paso un segundo cuando algo salto de entre un grupo de escombros

-miedo… tengo miedo- replicó un Akuma con forma de gusano que patéticamente se retorcía frente a mí, en su desesperación estuvo a punto de abrazar mis piernas cosa que impedí con una patada que lo lanzo unos cuantos metros

-lo siento Índigo-sama - a pesar de su cara grotesca y el reciente golpe mantenía una expresión angustiosa mientras se movía ansioso en un especie de paranoia

-¿qué fue lo que sucedió aquí?- me atreví a preguntar a pesar de lo repulsiva de la situación y sin esperar respuesta continúe avanzando

-fue un general… llego de la nada y nos masacro…- dijo el Nivel 2 mientras me seguía sumiso y aun nervioso, me detuve en seco y sonreí ampliamente

-¿y adonde fue?- esta vez realmente estaba interesado esperaba divertirme de muchas formas

- lo vi irse con la in inocencia justo por ahí- y señalándome la dirección se dispuso a guiarme, de pronto del cielo llego un Akuma

-Me llaman Shadow y estoy para servirle- dijo el recién llegado Nivel 3 dando algunas miradas hambrientas al gusano que inmediatamente percibió sus intenciones

-este Akuma no me ha dado información exacta ¿tu si podrías?- patee levemente al susodicho provocando que este soltara un gemido de dolor

-ya he ubicado donde se encuentra el general…puedo llevarlo si gusta- el que se hizo llamar Shadow empezaba a serme útil

-ya no me sirves- fueron mis palabras para el Nivel 2 antes de comenzar a caminar, inmediatamente un alarido retumbo por las calles, el Nivel 3 había empezado a engullirlo sin darle tiempo a escapar, cuando termino nos dirigimos a la cuidad Sweetsville donde al parecer se encontraba el “temible general”…

por Invitado Sáb Ago 15, 2009 6:50 am

Lo primero que había hecho Cross al llegar a aquel pueblo, había sido el de acomodarse en una posada y llamar a un doctor para que fuera hasta allá y atendiese a la pequeña niña en la comodidad de lo privado. Su diagnóstico fue lo que el pelirrojo se esperaba: ella necesitaba mucho reposo, un lugar cálido y confortable, así como tomar mucha agua y vitaminas para reforzar las defensas. Lo que parecía ser algo realmente grave, se resumía a un resfriado maltratado e incubado en condiciones desfavorables. Sin embargo, el médico le hizo énfasis a Cross de que aquella muchacha parecía delicada de salud. Frágil. Él sólo atinó a asentir comprensivo, puesto que algo le decía lo mismo.

Luego de haberse ido aquel hombre, el General la dejó descansar durante cuatro horas que él bien estuvo aprovechando abajo, donde se cernía un pequeño bar y donde pudo conseguir lo que tantas personas y contactos le habían asegurado: buen vino –del caro-, hermosas mujeres, y un lugar cálido y confortable. Incluso los cigarrillos tenían un sabor diferente y refrescante a los otros.

Habló, rió, sintió y disfrutó de la compañía de dos mujeres en la mitad del tiempo, y cuando pensó que sería conveniente, se despidió de ellas y encaminó a su habitación, donde la chica seguía dormitando. Se sacó el chaleco de cuero y adornos ostentosos que ahora llevaba encima, así como el sombrero de copa baja que dejó sobre una silla, y contempló desde la comodidad de una ventana que le ofrecía la mejor vista al pueblo, cómo pequeñas gotas de fría lluvia empezaban a precipitarse del cielo. Su clima favorito. Acompañado con aquel cigarrillo, la escena era tranquilizadora y plena. Supo cuando ella se había despertado, y aún así aguardó a que se decidiera a hablarle por su propia cuenta. De modo que mantuvo los ojos pegados al panorama, mirando y no mirando a la vez.

-Esto… gracias por haberme salvado, señor.

-No tienes por qué agradecerlo. Cualquier persona en mi lugar lo hubiese hecho ¿no? –aquello había salido demasiado amable. Cross volvió la vista hacia la pequeña, y le sonrió con confianza. Sólo era una niña para él, después de todo- ¿Ya te sientes mejor…? –se interrumpió, acordándose de lo obvio- Hum, ¿podrías decirme tu nombre?

por Invitado Sáb Ago 15, 2009 10:36 pm

- No tienes por qué agradecerlo. Cualquier persona en mi lugar lo hubiese hecho ¿no?

El hombre le sonrió cálidamente a Ruri, dejando ver su rostro… o su medio rostro, la parte derecha estaba cubierta con una curiosa máscara. A simple vista se reconocía por ser un hombre elegante y cauto, con rastros de imponencia. Ahora no llevaba ese extraño traje que ella a medias recordaba, tenía una vestimenta muy casual. Su cabello caía por sus hombros y usaba gafas, su mirada penetró en Ruri haciendo sentirla en confianza con el desconocido, le transmitía seguridad - ¿Ya te sientes mejor…? Hum, ¿podrías decirme tu nombre? – No le dio a la chica tiempo para responder, ella tomo aire..

- Nadie se enfrenta a una cosa como esa y sale victorioso, por lo que si quiero agradecerle.

Ruri retiro las cobijas de sus piernas y se sentó con esfuerzo al borde de la cama; dejando entre ver un poco de sus piernas, pero de inmediato se mareó un poco. No quería que el pelirrojo se preocupase o algo así, por lo que se recompuso en segundos. Se fijó en el paisaje allá fuera, el repiqueteo de la lluvia comenzó a hacerse más frecuente, lo que pusó a jugar a la pelinegra con un dedicado bordado de su vestimenta.

- Soy Ruri, Ruri… Hideki – musitó, quería preguntar su nombre también pero no estaba segura si se lo daría, aunque tenía cierto derecho después de todo - ¿Puedo saber cuál es su nombre?

por Invitado Sáb Ago 15, 2009 11:47 pm

Cross continuó mirando a la chica, atento a sus movimientos y gestos, casi curioso. La primera réplica que tuvo de ella le arrancó una sonrisa grata, y recordó que ella todavía no sabía nada. Todavía no se enteraba de nada. Luego continuó con aquella mirada vigilante mientras se incorporaba en la cama y se sentaba en ella, dando a entender que estaba dispuesta a sostener una conversación con el General. Obviamente, era el momento de las explicaciones.

-Touché, Ruri, touché. Quizá tengas razón, en lo primero que has dicho –fue la respuesta del hombre, que se acomodó en el enorme marco de la ventana, donde se encontraba sentado y cerró con gratitud su único ojo visible. Una momentánea sonrisa de satisfacción se dibujó en sus facciones, producto del ambiente que empezaba a traspasar con saña el delgado vidrio de la ventana.- Mi nombre es Cross Marian, Exorcista Punto Crítico y General de la Organización Oscura –se presentó luego de un pequeño lapsus de silencio.

Sabía que en ese instante, aquellas palabras le sabrían a chino a la niña. Muy pocos sabían de la Guerra Santa que se llevaba a cabo bajo las sombras y todo lo que le concernía. Cross abrió de nuevo su ojo, y señaló con la mano donde sostenía su cigarrillo en dirección a la mesita de noche donde reposaba aquel peculiar lazo azulado.

-Es especial. Lo sabes ¿cierto? Te protegió hasta el último instante de ese Akuma, aún en un nivel muy bajo de sincronización. Te ha elegido como su portadora –nuevamente, palabras solemnes pero carentes de sentido. Cross dirigió su mirada a Ruri, mostrando un ojo carmesí ardiente bajo algún sentimiento intenso.- ¿Puedes tomarlo y acercarte con él hasta acá? –le preguntó entonces- Si tu condición no te permite hacerlo, entenderé.

Dio una calada a su cigarrillo y exhaló el humo lentamente, con los labios entreabiertos. El humo blanco contrastaba con el frío que empañaba el vidrio de la ventana.

por Invitado Dom Ago 16, 2009 12:34 am

Ruri medio bufó al ver la sonrisa del hombre, le había dado la impresión de ser ignorante. Detestaba sentirse estúpida. Con curiosidad, Ruri observó como el pelirrojo se acomodaba en su lugar, parecía emocionado por algo. Una especie de alegría parecida a cuando el padre cuenta una historia a sus hijos y quiere tenerlos intrigados hasta el final, pues sólo él conoce el destino del cuento.

- Mi nombre es Cross Marian, Exorcista Punto Crítico y General de la Organización Oscura.

“Bien, esto me está asustando”. Pensó la chica, guardando silencio.

¿Exorcista de qué? ¿Organización Oscura? ¿Alguna especie de tráfico ilegal? Ruri no pudo evitar asustarse, había ido de casi a la muerte causada por un demonio a quien sabe qué lugar con un desconocido, que había comenzado hablarle de cosas que para ella no tenían sentido alguno. Ruri ladeó la mirada hacia la mesilla de noche, donde el tal Cross Marian señalaba. El lazo reposaba tranquilamente sobre ella, como antes, era tan bello. Pero Cross tuvo que quitarle su gracia comenzando a decir otra vez cosas confusas. Sin embargo, la situación comenzó a tomar forma y armarse junto con las imágenes que albergaba en su ya distante memoria. Cross había dicho algo de “akuma”, por lo que debería referirse al monstruo ese. También especifico que un simple lazo la había protegido, algo absurdo hasta para un cuento de hadas de Edgar Allan Poe*. Recordaba el lazo “flotando” alrededor suyo, antes de perder el conocimiento; pero la pelinegra afirmaba que debía ser una alucinación, después de todo tenía fiebre.

Aún así, las cosas seguían sin aclararse… ¿qué es (o son) exactamente ese(o esos) akuma(s)? ¿Qué es la Organización Oscura? Ningún “bando” parece realmente prometedor ni mucho menos seguro para las personas. Ruri comenzaba a apagar la irracional confianza que sentía por el hombre, al menos hasta que sus inquietudes estuvieran saciadas.

- ¿Puedes tomarlo y acercarte con él hasta acá? –preguntó Cross– Si tu condición no te permite hacerlo, entenderé.

- Puedo hacerlo.

Ruri se levantó con algo de esfuerzo, todo su cuerpo temblaba ante el esfuerzo y cayó en cuenta de que una de sus muñecas estaba vendada ya que siento una leve corriente cuando la apoyo. Se sostuvo de la mesa y cogió el lazo, soltándolo en el aire se sorprendió al calcular su longitud. Se acerco hacia Cross y le tendió el lazo a una distancia prudente, pero Ruri se impresionó de lo alto y amedrentador que podría llegar a ser él cuando se encontraba cerca.

–Aquí tiene – dijo la chica – Si no le molesta, me gustaría que me explicara con mejor detalle lo que sucedió esa noche. A decir verdad, no estoy entendiendo prácticamente nada.

Con esto dicho, Ruri se sonrojó desviando la mirada de la del hombre.

*Estuve mirando autores del siglo XIX, y me gustó Poe como opción pero no estoy segura de los años en los cuales se desarrolla D.Gray-Man.

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Aquí un reclutamiento casual~

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