Misión en Albania. [Miranda Lotto y Joey Jordison.]

Con la cúpula fuera pude ver a la mayoría del pueblo ahí junto a la inestable Iglesia, mi hermana y yo salimos titubeantes y a la expectativa de un nuevo ataque, nada pasó y salimos completamente.

-Este lugar esta hecho ruinas. -pateó una piedra mi hermana.
-¿Que hay de Alexander y nuestros padres?

Era cierto que no sabíamos nada de nuestra familia, aun que vivíamos a las afueras de la ciudad aquellas cosas eran demasiadas, probablemente más de las que creíamos.
Sin mas que hacer tragué saliva para dirigirme hacia donde los sobrevivientes, las cosas estaban confusas y el ambiente denso, todos estaban a la expectativa, como si acabaran de despertar de un largo sueño. Al mi alrededor muchas de las esculturas estaban rotas, incluso la de aquel ángel extraño que mucho antes emitió una luz verde cuando me le acerqué.

-Disculpen... ¿que es lo que...?- les pregunté a los individuos vestidos de negro.
-¡Hermano! -gritó Claire.

Volteé al instante hacia donde ella, me perturbe bastante al ver como una segunda ronda de monstruos se encontraba ya bastante cerca de nosotros, y más cerca aún de mi hermana.
Hace mucho no me sentía tan impotente, sin poder hacer nada corrí inútilmente hacia ella.
-Ustedes, ¡ ayuden a mi hermana! -les grité como nunca hacía.

La voz de Joey hizo que Miranda volviera en sí. -¿Ah?..yo estaba a punto de lastimarlos...-dijo la chica sorprendida-LO SIENTO MUCHO >///<- al mismo tiempo de alzar la voz se postró en el suelo, el hombre enorme que antes la había levantado se agacho rápidamente-Señorita nosotros somos los que debemos disculparnos, no sabíamos lo que hacíamos-el hombre era un mar de lágrimas y mocos.
Antes de que las disculpas continuaran más akumas aparecieron, lo único que Miranda escuchó fue el grito alarmante de un chico que pedía ayuda para salvar a su hermana. La exorcista sólo podía hacer una cosa, poner a las personas a salvo, activó su inocencia y la cúpula apareció de nuevo.
-Joey-san lo siento mucho, sólo puedo proteger a éstas personas ¿podrías ayudar a la niña?-la cara de angustia de la exorcista por la niña se reflejaba en su voz.

Joey asintió con la cabeza a Miranda visto que ésta tenía que proteger a los humanos, que ya parecían estar bien del todo. Miranda hacía lo que podía seguramente, así que Joey, en un gran intento de ayudar tambien a la gente, además de un intento de superación (pero intento sano, no competencia ) corrió tras del rastro de la chiquilla para poder salvarla de las zarpas del Akuma que la capturó.

Spoiler:

Cuando el joven Joey pensó eso, el Akuma se elevaba más y más, y con él, la niña y otro grupo de Akuma. Ante la impotencia del que parecía ser el hermano de la muchacha, Joey corrió tras los Akuma, intentando agilizar lo más posible su paso para no perderles de vista.
Con ello, y para que el Akuma soltara de una vez a la chica, Joey cargó dos flechas, ya que el objetivo estaba lejano, no porque fuera dificil darle, sino porque la flecha pierde mucha potencia con el rozamiento con el aire

Joey se paró en seco cerca de un pequeño mercado, en el cual había un inmenso número de tenderetes con lonas a modo de tajadillo, las cuales podrían amortiguar la caida de la niña si caía tal y como Joey tenía planeado.

Las flechas del arco del Exorcista salieron disparadas. El ataque iba a ser bastante largo por lo alto del Akuma, pero nada más. Era un blanco bastante fácil si se aprobechaba la fuerza del viento, la gravedad, y la puntería y previsión.

Hacia alante formando 45º fueron las flechas dirigidas, con el aire caliente ascendieron, y cuando llegaron a su punto más alto, pasados ya el vuelo de los Akumas, la gravedad hizo que cayeran con más fuerza de la lanzada.

A no menos de 10 centímetros de la muchacha pasaron las flechas cuando atravesaron al akuma. La chica caía más y más rápido, pero al parecer los cálculos de Joey eran un poco fallidos. La niña se desviaba 2 metros a la derecha. Por ello, para que no sufriera daños la joven, Joey corrió hacia el punto en que debería caer: una fuente llena de agua, pero que era poco profunda.

Joey se metió dentro de la pequeña fuente para cogerla en brazos y devolverla con el hermano lo antes posible, pues éste estaba sufriendo demasiado por la momentánea pérdida de su hermanita pequeña (al parecer era ellla menor). lanzada tan rápidamente.

Todo estaba bien, Claire estaba a salvo, su cara lucía pálida pero no parecía lastimada ni nada por el estilo. Me acerqué corriendo hacia ambos pero parecía esta pesadilla salida de un cuento de terror no tener fin, un último par de monstruos se acercaban por las espaldas del hombre y mi hermana. Ellos tenían la guardia baja y la otra mujer estaba muy lejos, esta vez no hice más que mirar...
Aquello pasó en un instante.

Dentro de la cúpula de relojes la estatua rota dejó de brillar y se desprendió un brillo verde, desde ahí la centella viajó a toda velocidad para ir directo hacia Stefan, lo rodeó un par de veces para luego formar parte del pañuelo que llevaba en el cuello.

La luz me sorprendió bastante y por si fuera poco mi pañuelo se desprendió de mi y fue directamente hacia el monstruo, lo corto como si se tratase de alguna dura lámina de metal, era justo lo que quería que hiciera. Luego, regresó y se quedó ahí flotando junto a mi como si se tratase de alguna cometa. No me interesaba en lo absoluto lo que sucedía, mi hermana estaba a salvo.
Pasaron segundos y el viento volvió a soplar como solía hacerlo antes. Yo por mi parte no tenía nada que decir y ambos personajes en negro tampoco.

Miranda al ver que no corrían más peligro desactivó su inocencia, las cortadas que se había hecho aparecieron de nuevo, aún así corrió hasta donde se encontraba su compañero.
-Joey-kun lo siento mucho, no pude ayudarte...aunque de todas formas no sirvo para una pelea u_u, de veras lo siento-.Se disculpó la exorcista.

-Ahora ya sabemos quien tiene la inocencia.- Ngh... Aquel joven me revolvió el cabello... el cabello. Mi hermano dice que me veo joven pero lo cierto es que acabo de llegar a los 19 de edad.

-"Quizá debería de cortarme el cabello." -pensé al tiempo que mi hermana Claire corría a abrazarme. Le correspondí al abrazo pero no podía sonreírle, si algo tenía que ver esto conmigo, no podía ser bueno. Inocencia, ¿a que se refiere? Era cierto que mi pañuelo de toda la vida había matado a un monstruo, pero... Yo no había hecho nada.

Me volteé hacia atrás para ver a la mujer castaña y luego de nuevo al frente y corresponderle la mirada al hombre, me miraba esperando algo y yo a él con cierta expectativa que disimulaba para no verme vulnerable. Mi hermana siempre dice que los payos no son de confianza y siempre tratarán de aprovecharse de ti. Nunca le creí, incluso ahora les debía la vida y la de mi hermana pero por mi familia que no les dejaré hacernos daño.

-Stefan, tenemos que irnos. -habló por fin mi hermana jalándome del brazo y sacándome de mis pensamientos.

Ahora tenía que hablar, lo sabía, pero las palabras no salían.

[*Payo: Término ambiguo utilizado por los gitanos para referirse a los que no son gitanos]

El cerebro de Miranda funcionaba lento, mientras estaba dentro de la cúpula no podía ver lo que sucedía afuera, así que después de que los dos muchachos hablaran lo razonó todo, su rostro pasó de sorpresa a intriga y de nevo a sorpresa.
Una sonrisa le iluminó el rostro-Uhm...gracias por ayudarnos-. Miranda sabía que lo que el muchacho había hecho era sólo por rescatar a la niña, aún así aunque ella no pudo hacer nada, otra persona estaba junto a su compañero.

-Oye, no se quien te crees que eres, pero no permitiré que le hables así a mi herma...- tomé del brazo a mi hermana para detener su avance hacia el chico, estaba enojada pero no podía culparlos a ellos. Nos habían salvado después de todo.
-Claire, ve a casa. -Titubeé un poco al terminar la oración, no solía hablarle tan directamente a mi hermana.
-...ya voy. -También sorprendida se fue renegando, la seguí con la mirada hasta que salió de nuestra vista.

Una vez terminado todo los aldeanos comenzaron a retirarse para quedar solo nosotros tres en aquella zona de escombros en el pueblo, volteé a ver a la mujer y también al joven que me seguía viendo de forma muy seria. Mi corazón estaba latiendo fuerte, no quería ayudarlos pero si quería saber que era lo que pasaba, ¿Por que esas cosas atacaron a la ciudad justo ahora?, ¿por que la gente cambiaba de humor de un momento para otro?, ¿como era que mi pañuelo se había "poseído" por una luz verde se había hecho completamente negro y ahora regresado a su color normal?, ¿por que me pasaba esto a mi...?

De nuevo y con todo dando vueltas por mi mente, olvidé lo que iba a decirles. Se que estaban esperando alguna respuesta de mi parte.

-¿Que me van a hacer?-tuve que preguntar al fin, siendo lo único que se me ocurrió. Tal vez no lo planteé como tal, pero era lo que quería saber en primer lugar.

Miranda estaba algo asustada, la actitud de Joey había cambiado de un momento a otro, aún seguia siendo respetuoso pero, ahora portaba un semblante bastante serio.
Acerca de la pregunta que el muchacho había hecho Miranda no tenía una respuesta exacta. -Pues...sólo queremos hablar contigo acerca de lo que acabas de ver, si nos los permites...por favor-.

Inocencia, inocencia. ¿Que parte de matar monstruos es inocente? ¿Que clase de arma puede serlo?. Comprendía mucho de lo que había pasado, y parte de lo que iba a suceder, si yo era parte de ellos ahora, me llevarían consigo y me alejarían de mi familia. Los serviría a ellos y dejaría de ser libre. Me iban a vestir con esos trajes negros y viajar a todas partes para arriesgar mi propia vida y salvar a gente desagradecida.

-..no entiendo. -mentí. Trataría de hacer tiempo de alguna manera.

Les di vueltas y los seguía con la "mirada de confundido" que siempre tenía, según papá. Ellos como siempre estaban esperando más que eso y se disponían a darme una segunda respuesta cuando hice lo que consideraba más coherente en aquella situación. Salí corriendo en cuanto vi la oportunidad. Nunca fui un buen corredor pero era lo menos que podría hacer, tenía que salir de la ciudad hacia el bosque para llegar a donde mi familia. Estaba siendo cobarde, muy cobarde.