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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

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Mensaje por Invitado Vie Ene 29, 2010 11:08 pm

Naturalmente, el viaje desde Inglaterra a México transcurrió en su totalidad por vía marítima. Illya no sentía disgusto por los medios de transporte, pero sí tenía la peculiaridad de sentirse adormecida estando dentro de ellos en marcha. Más aún en un barco, que se mecía suavemente luchando contra el agua y la marea, rompiendo sutilmente las olas, y abriéndose paso entre toda aquella vasta llanura de azul profundo.

El tiempo en los mares ingleses, allí hasta donde llegaban, había sido negro, tétrico y escalofriante, a diferencia del de México, en toda su extensión, que cambiaba drásticamente por un sol radiante y pleno. Las nubes parecían de algodón puro, graciosas, volando allá arriba sin preocupaciones. A Illya le dieron ganas de querer tocarlas y atraerlas hacia ella, como si de verdad estuvieran hechas del gracioso vegetal esponjoso. Incluso había extendido una mano hacia arriba, cuando salió de la embarcación ya en el puerto, alargando sus finos dedos tanto como podía. Sonreía mientras miraba el azul límpido, y luego dejó de hacer aquel gesto lentamente, mientras se disponía a avanzar.

México, ¡qué hermoso eres! Ojalá pudiera quedarme más de lo estrictamente necesario y admirarte más detenidamente. Hay tantas cosas que tienes que contarme, tú, y tu mágico pasado...—suspiró mientras sonreía apenada, todavía caminando. El brillo en sus ojos demostraba cuán claramente estaba extasiada por estar pisando aquella tierra con tantos relatos ocultos que necesitaban ser desentrañados.

La gente la miraba con extrañeza.

El uniforme de la Orden Oscura que ella portaba sobre sus hombros a claras luces llamaba la atención de cualquiera. Había miradas breves pero calculadoras, de esas que están hechas para no olvidar detalles, y otras largas y tendidas, curiosas hasta más no poder.

Las mismas se repitieron durante su viaje hasta la capital. Cesaron cuando estuvo sentada en su camerino privado, dentro del enorme tren (naturalmente, el trayecto lo pasó durmiendo), y regresaron al salir ella de la estación.

Illya era a veces consciente de eso, pero prefería no darle más importancia de la debida. Seguía caminando sin detenerse, aferrando con una mano el maletín con su ligero equipaje, movimientos gráciles y elegantes, propios de una señorita, marcaba con cada paso.

Tenía claro cuál iba a ser su primer paso para empezar a resolver aquel acertijo tan peculiar que era su misión. Y curiosamente, empezaba en el mismo lugar donde iba a residir durante el tiempo que fuese necesario, mientras trataba de darle forma y respuesta al fenómeno, y, si daba el caso, recuperar la Inocencia satisfactoriamente.

Con dos pasos marcados, y una media voltereta grácil hacia su derecha, se detuvo al frente de una posada que lucía humilde, pero espaciosa. Eso era bueno para ella. Amaba los lugares amplios, contrario a los pequeños, que detestaba e incluso rehuía.

Leyó el cartel, donde estaba inscrito el nombre del establecimiento, sonrió, y entró. Al abrir la puerta, se escuchó el tintineo armonioso de una campanilla. Un nuevo cliente abordaba el local.


Última edición por Elipthi Khanon el Sáb Ene 30, 2010 2:17 pm, editado 1 vez
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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo] Empty Re: Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

Mensaje por Invitado Sáb Ene 30, 2010 1:48 pm

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que pise mi país natal. Había recorrido durante varios meses varios de los países cercanos, en busca de algún novato al que educar como era debido o en busca de lo que a mi más me gustaba, akumas. Durante mi viaje por sur América, había encontrado numerosos enemigos, con los que pude jugar alegremente. Sin embargo había pasado mucho tiempo desde que matara a la ultima de aquellas maquinas, y no es que fuera de un nivel muy avanzado, solo las típicas esferas con cañones.

Había recorrido el país en busca de algo interesante que hacer, y mi búsqueda me condujo hasta la capital Mexicana. Como era de esperar, el clima era suave. Corría una fina brisa que refrescaba el ambiente, además de que el sol se encontraba tapado por unas pocas nubes, que surcaban el cielo.

Entre en la ciudad utilizando el tren como medio de transporte, el cual resultaba muy útil para desplazarme de ciudad en ciudad. La máquina de hierro, llego a la estación en poco tiempo, menos de lo que esperaba. Una vez dieron el aviso, salí del elegante habitáculo en el que había viajado, y me dispuse a bajar.

Junto a mí, bajaron un gran número de personas, las cuales fueron recibidas por amigos o familiares, y mientras ellos se dedicaban en abrazar a aquellos que les habían estado esperando, yo me limite a salir de la estación. Llevaba demasiado tiempo sin matar y esperaba que en esa ciudad hubiera algo que mereciera la pena despedazar.

-Y ahora haber si algún idiota decide atacarme- pensé de forma alegre.
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Mensaje por Invitado Sáb Ene 30, 2010 4:10 pm

La planta baja de la posada estaba desierta a esa temprana hora. La estancia de todos modos, era agradable en solitario. Todo estaba hecho de madera pulida, modelo vitoriano al más puro estilo tradicional en su máxima expresión. La ambientación lo combinaba, con elegantes arreglos florales en la mesa de centro (ubicada en un extremo y rodeada de sillones, también elegantes), y algunas dispuestas alrededor de todo el espacio. Desde el techo colgaban lámparas que por suerte, eran de metal. Enormes candelabros de color oscuro con gruesos velones aromáticos en cada uno de sus puestos. Como era de día, yacían apagados, y sólo se mostraban como un mero adorno decorativo más. La escalera que llevaba a los demás pisos, era de caracol, y los pasamanos, también hechos de madera, estaban grabados en sus lados inferiores con graciosas formas que unidas unas entre otras hacían las imágenes de delicadas florecillas y rosas silvestres, conservando aún el toque refinado. En las paredes colgaban montones de cuadros que se distribuían excelentemente, con vistas del país desde la mejor perspectiva que podían haber ofrecido los artistas. Todo era realmente hermoso y armonioso en aquel sitio.

Al entrar y mirar el entorno, Illya se entretuvo con cada detalle que podía observar, caminando de un lado a otro. De verdad parecía una turista, no sólo por su apariencia poco común en aquellas tierras de pieles tostadas y blancos curtidos, sino también por la expresión de su rostro, que delataba cuán nueva le parecía aquella tierra que ahora estaba pisando. Desde el lado de recepción, el hombre que atendía a esas horas la miraba con curiosidad, y era eso mismo lo que mostraban los ojos de la castaña, que se paseaban sin cesar por doquier. Al final, cuando ella notó su presencia y en su mirada se mostró un bochornoso sobresalto, el señor sonrió entre divertido y servicial.

¿En qué puedo ayudarla, señorita?, ¿necesita algo del negocio en especial?

Vaya, siento no haberlo visto antes, sie —se disculpó educadamente la jovencita mientras le hacía una reverencia y sonreía. Cuando se incorporó y lo miró de nuevo, no pudo contenerse— Tiene un negocio estupendo ¿sabía usted? Lo digo más que todo por la decoración, ¡todo es tan bonito que no puedes apartar la vista!, además, se siente muy acogedor y cálido. La iluminación es perfecta de día, y estoy segura que de noche lo es más. Si. Debe tener usted éxito con todos estos puntos a favor, ¿no es así? Además, tiene una mirada humilde, lo que le hace parecer honrado frente a los clientes, y eso les hace confiar en usted más rápido. Yo incluso ya siento que es una buena persona, sin siquiera haber intercambiado las tantas palabras reglamentarias.

El hombre quedó anonadado. La muchacha le había estado hablando, sin despegar sus encantadores ojos de los de él, con una enorme y luminosa sonrisa en el rostro que no se apagó en ningún instante. Se explicaba tan abiertamente, y sin timidez, que le pareció estar hablando en realidad con una persona mayor. De modo que él también la consideró como una buena chica, más aún cuando le hizo aquel cumplido indirecto de forma perspicaz.

Vaya, no sé qué decir frente a tantos halagos juntos. Gracias —con un pañuelo se acarició la cabeza como si estuviese sudando— aunque en realidad no tengo ni la menor idea de cómo una jovencita tan encantadora como usted supo que yo era el dueño de esta posada sin habérselo yo dicho, ¿se lo ha contado la gente en las calles? No me gusta mucho que lo hagan, pero es un mal que no pueden evitar. Así pues, ¿fue justamente como creo?

Mmmm, realmente no —repuso Illya con un dedo sobre su labio inferior— la verdad es que se le nota en el rostro. Es la cara personificada de quién tiene años de experiencia en el negocio, y no se deja contaminar por las ambiciones desmedidas —acto seguido le sonrió algo apenada— también me disculpo si le parecí demasiado insolente, sie.

Oh, para nada, para nada —el señor hizo un gesto con la mano para restarle importancia— eso solo me dice que también es muy observadora. Eso es bueno hoy en día, sobre todo en los jóvenes de ahora, que son nuestro esperanzador futuro. Dígame entonces, ¿piensa tomar una habitación, o ha venido solamente por lo hermoso que resulta la decoración del local? Muchos solamente hacen eso. Mi hija fue la decoradora, y estoy muy orgulloso de ella. Todo el mundo adora sus expresiones e ideas artísticas. Ahora se encuentra estudiando en la ciudad vecina arquitectura. Es una lástima no tenerla más aquí, pero no me molesto por eso, sabiendo que se encuentra cumpliendo su sueño y es feliz.

Illya sintió simpatía por el señor. Era del tipo de personas que le encantaban hablar y hablar sin parar, incluso con desconocidos. Eso demostraba que era generoso, y no juicioso como muchos otros. Más puntos a favor para su éxito, pensó con la sonrisa que nunca se le quitaba en los labios.

Bueno, la verdad es que si he venido para pedir una habitación en este maravilloso lugar. Voy a quedarme en la ciudad quizá algunos días y necesito dejar mis cosas en un sitio —dijo alzando su poca cosa de equipaje con simpleza.

Está bien, entiendo —asintió— ¿le gusta mucho viajar? Usted tiene cara de europea, a pesar de que muchos lucen ariscos cuando cruzan estas tierras que para ellos no son más que “conquistas”. Además, con ese maletín tan pequeño, creo que se lleva siempre lo estrictamente necesario para andar cómoda de aquí para allá, ¿me equivoco?

Podría decirse que ha acertado en ciertas cosas —respondió ella tergiversando la sonrisa a una enigmática— me encanta viajar, ¡claro que si!, pero últimamente lo hago más que todo por obligación.

¿Obligación?, ¿en qué sentido? —hizo una pausa, y al ver que Illya parecía debatirse entre sí contestar o no, hizo un gesto con la mano— Mejor olvídelo, esto es muy impertinente de mi parte. Siempre pienso que las personas son interesantes, sobre todo aquellas que vienen de otro continente y quizá, de un mundo distinto al mío. Le daré esta llave, la habitación tiene una bonita vista que seguramente le encantará. Vaya a verla si quiere ahora mismo, yo le subiré la factura dentro de un rato. Por lo general, a estas horas, todo está tranquilo y no hay mucho que hacer.

Es usted muy amable señor…—respondió ella mientras tomaba la pequeña llave entre sus manos. Cuando lo miró, volvió a sonreír apenada— lo siento mucho, pero no sé cual es su nombre.

Antonio José, pero puedes llamarme Antonio únicamente.

Bien, muchas gracias, señor Antonio. Yo me llamo Illya. Es un placer conocerle.

El placer es mío, muchacha. O mejor dicho, Illya. Es un nombre extraño, pero hermoso. Supongo que viene usted de algún país lejano…

Alemania —puntualizó— es completamente distinto a México, se lo aseguro. Y ahora que lo pienso, señor Antonio, ¿podría usted hablarme de éste lugar y lo que ha pasado últimamente?

¿En qué sentido?

Por ejemplo, ¿ha habido apariciones de monstruos por las cercanías o algo por el estilo?

Monstruos… —el señor Antonio rumió aquella palabra con el semblante repentinamente serio— Si. Han aparecido, pero inmediatamente “él” viene y los destruye.

Illya dio un pequeño respingo, sorprendida.

¿”Él”?, ¿quién es “él”?

A lo que Herr Antonio sonrió con un gesto de admiración ciega y respondió:

El Verdadero Exorcista.

Y justo en ese momento, se escuchó una fuerte explosión no muy lejos, seguido de gritos de desesperación.
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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo] Empty Re: Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

Mensaje por Invitado Dom Ene 31, 2010 9:03 am

Salí de la estación de ferrocarril, con la idea de dar una primera vuelta por la ciudad, de esta forma llamaría la atención de todo el mundo y lograr mi objetivo. Esa era la parte más desesperante, ya que tener que oír los constantes murmullos de los ciudadanos, acerca de mi llamativo traje y el esperar a que los estúpidos akumas se decidieran a atacarme, me obligaba a tener que guardar la compostura durante demasiado tiempo.

Inicie mi búsqueda por la que parecía ser la calle principal de la ciudad, debido a la anchura que tenia y lo abarrotada que se encontraba. La gente iba de un lado a otro, haciendo sus diferentes compras y preocupándose de sus asuntos, pero en el momento en el que comencé a atravesar la calle, pude escuchar las típicas frases de sorpresa, además de observar de reojo, como me señalaban como si fuera una atracción de circo. Tuve que reprimir las ganas de atizarle un fuerte puñetazo a todos aquellos estúpidos, ya que también había notado como un par de individuos me miraban desde un callejón.

Después de varios minutos paseando por la ciudad, escuche el sonido de una fuerte explosión, la cual provenía no muy lejos de mi posición. Sin pensarlo dos veces, di un salto para aterrizar sobre el tejado de uno de los edificios, acto seguido eleve mi mirada para observar como una nube de humo se elevaba un par de calles de donde yo me encontraba. También pude visualizar cuatro esferas metálicas alrededor de la cortina de humo, lo que hizo que de manera inmediata colocara una sonrisa en mi tapado rostro.

En el momento en el que me disponía a salir corriendo hacia donde estaban mis nuevas presas, una especie de onda verdosa apareció y destruyo a los cuatro akumas. Eso hizo que mis ganas por atizarle un puñetazo a alguien aumentaran. Alguien había osado quitarme a mis presas, cosa que no iba a dejar estar.

-Como coja al que los ha destruido- dije molesto.

Rápidamente me dirigí hacia el lugar de los hechos, saltando de edificio en edificio, con la intención de descubrir que exorcista había en ese lugar. Pero entonces cuando un pensamiento llego a mi mente, si había un exorcista significaba que había más akumas o algún suceso divertido. Parecía que esa ciudad iba a ser más divertida de lo que pensaba.
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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo] Empty Re: Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

Mensaje por Invitado Dom Ene 31, 2010 2:17 pm

¡Es hora de ocultarse, señorita! Me temo que esos monstruos por los que usted preguntaba han aparecido justamente ahora.

El señor Antonio se había colocado bajo su puesto de recepción como si estuviese siendo víctima de un sismo, y todo estuviese a punto de caerle encima. Cuando le habló a Illya, se asomó lo suficiente para mirarla e invitarla a que se le uniera y se resguardara bajo la poca protección que él podía ofrecerle.

Sin embargo, la mirada de Illya hacia afuera no era ni sorprendida, ni asustada, sino seria y concentrada. El hombre la miró por unos cuantos segundos, y antes de que tuviera la oportunidad de llamar de nuevo, la alemana salió corriendo del lugar despidiéndose con apenas algunas palabras que alcanzó a escuchar el negociante.

¡Busque un mejor lugar y póngase a salvo! Volveré enseguida.

¡Espere muchacha! ¿Qué va a hacer?, ¿se ha vuelto loca? ¡Es peligroso, muy peligroso! ¡Joven Illya! —llamó angustiado el hombre. ¿Acaso iba a ir al lugar donde estaban los monstruos?, ¿con qué propósito?

Sin darse cuenta había salido al umbral de su hotel, y miraba con semblante preocupado la silueta de la muchacha corriendo con una gracia felina directo a las explosiones, alejándose de toda seguridad que pudo haberle brindado el mismo Antonio.

Illya por su parte continuaba corriendo con la vista fija al frente. A sus lados se veían personas yendo con prisas en dirección contraria, y otras mirándola con evidente sorpresa y preocupación en los semblantes. Algunos incluso le gritaban que parara y corriera a otro sitio, otros sencillamente movían la cabeza lamentándose, dentro y a salvo en sus casas o establecimientos. Ella de todas formas no les prestó atención ni a unos ni a otros. En su cabeza sólo reinaba la certeza de que debía actuar cuanto antes.

Akumas —murmuró mientras seguía corriendo— eso quiere decir que la presencia de aquel supuesto exorcista sigue aquí. Si ellos están atacando entonces es probable que ese sujeto se muestre e intente acabarlos…

La suspicacia de Illya no había podido dar mejor en el blanco. Faltándole apenas pocos metros por alcanzar para llegar hasta donde estaban los Akumas, se disparó de un ángulo en el cual ella nada pudo ver, una enorme onda verdusca que reconoció como energía divina. Dicho poder arrasó con todos los Akumas, que no eran más que esbirros de bajo nivel, y los hizo explotar al unísono. La gente gritó de emoción y gratitud ante aquel nuevo milagro, tanto como al bienhechor que había logrado tal hazaña.

La castaña se detuvo al llegar por fin, y se apoyó en sus rodillas, inclinada, mientras recuperaba el aliento. Lentamente alzó su rostro, y sus ojos se encontraron con la silueta de un hombre encapuchado que le daba la espalda y alzaba los brazos hacia el cielo como si estuviese implorando. Aquel parecía no haberse dado cuenta de su presencia, puesto que habló para sí mismo mientras soltaba una carcajada tan escalofriante, que hizo a Illya estremecerse.

No hay nadie sobre este planeta capaz de igualar la fuerza de la que soy merecedor en este mismo instante —predicó en tono altísimo. Su voz era gruesa y fuerte— Aquel que lucha contra las tiniebla y las doblega bajo su poder definitivamente. El que practica el poder del Todopoderoso y es bendecido con esta maldita fuerza. Yo. Nadie más. El Verdadero Exorcista.

Mirando hacia sus lados, Illya notó que todos los pobladores que se encontraban cerca le escuchaban con atención, y, si cabe decir, con una admiración idéntica a la que había mostrado Herr Antonio cuando ella sacó el tema relacionado con aquel al que ahora tenía a su frente. Dada las expresiones en sus rostros, se estaban tragando una a una, todas las palabras que pronunciaba el hombre de aspecto desconocido por la exorcista. Ella lo miró y de pronto sintió que había algo extraño en aquel hombre. Parpadeó varias veces, confusa, y trató de adivinar qué era, pero ninguna respuesta acudió. Tenía algo que ella era capaz de percibir con todos sus sentidos, algo, no especialmente celestial ni mucho menos encantador, sino todo lo contrario. Le transmitía un sentimiento intranquilo y apesadumbrado, abrumador y oscuro.

¿Pero qué era? A pesar de sus esfuerzos, la respuesta quedó oculta bajo las sombras.

Si eres un exorcista, entonces ¿por qué estás aquí y no con los tuyos? —Interrumpió Illya con temple. Todas las miradas se volvieron con sorpresa hacia su nuca, pero ella las ignoró. Miraba fijamente al encapuchado que había bajado los brazos lentamente y seguía vuelto de espaldas— ¿Por qué predicas destruyendo Akumas solamente, y no recuperando Inocencia y acortando el cabo de la guerra tanto como pudieran tus fuerzas?, ¿de verdad eres un exorcista, faltando a tantas cosas que en realidad deberías estar haciendo?

Yo destruyo a los demonios, y los pueblos son bendecidos con mi presencia —respondió, y luego, como si se hubiese dado cuenta de que alguien le había interrumpido, sacudió la cabeza y rugió: —¿quién ha dicho eso?

Luego de eso le dio la cara a Illya y la miró con ojos penetrantes y oscuros. La exorcista ahogó un gemido al ver el rostro de aquella persona, que, evidentemente, coincidía perfectamente con la descripción del buscador mencionado y anexado en el informe.

Con un hilo de voz, contenido por la sorpresa, ella declaró:

Eres Xavier.
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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo] Empty Re: Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

Mensaje por Invitado Dom Ene 31, 2010 11:16 pm

No tarde en llegar al lugar de las explosiones, en el cual se había levantado un gran manto de humo, que se elevaba hasta el cielo. Para mi sorpresa no había un solo exorcista, sino que eran dos los que parecían mantener una conversación. Uno era un hombre con un atuendo que era habitual que llevaran los buscadores en vez de los exorcistas, la otra era una chica, la cual parecía discrepar de algo que había dicho el hombre.

Para ser compañeros formaban una pareja extraña, y me lo pareció aun más cuando no reconocí a ninguno de los dos. Hacía tiempo que no pasaba por la orden y era posible que fueran nuevos, pero lo importante no era eso, la cuestión era que debía de descubrir si había mas akumas en la ciudad y de ser así echar a ambas molestias de allí, de esa forma me ocuparía yo de toda la diversión.

En el momento en el que la chica dijo el nombre del hombre y antes de que este pudiera articular palabra, di un salto para aterrizar entre ambos exorcistas. Aterrice con el cuerpo agachado, la rodilla derecha clavada en el suelo, mientras la izquierda permanecía doblada con la planta del pie clavada en la roca que componía el suelo. Tenía ambos brazos extendidos hacia abajo, de tal manera que las palmas de las manos servían de apoyo, además de tener la cabeza inclinada hacia abajo.

-Por lo visto no solo hay un solo exorcista inepto, sino que son dos los idiotas que me acaban de robar las presas- dije poniéndome en pie, -una mocosa que parece que es su primera misión y un exorcista con complejo de buscado- dije de manera desagradable, -iros de aquí y dejar que yo me ocupe de los akumas-

Parecía que mis palabras no sentaron muy bien al hombre, ya que en su rostro se podía ver el enfado y malestar que mis palabras le ocasionaron. Además los ciudadanos que nos rodeaban comenzaron a murmurar entre ellos. Decidí no hacer caso de lo que dijeran esas simples personas y esperar la respuesta de ambos exorcistas.

-Yo soy la luz que ilumina a esta gente, yo no me iré a ningún lugar, sois vosotros falsos exorcistas los que debéis marcharos de aquí, ya que vuestro poder es inútil para derrotar a todos los akumas que asedian el lugar- dijo el hombre con el tono de voz elevado, parecía que estaba predicando en lugar de contestar a mis palabras, cosa que empezó a molestarme, -soy el más poderoso, nadie puede compararse conmigo, por lo que yo soy el único salvador- dijo aun en su tono de predicación.

Apreté ambos puño, tratando de reprimir las ganas de cerrarle la boca con un solo puñetazo. Aun no había oído la opinión de la chica y por el bien de todos los presentes esperaba que ella decidiera irse y de paso llevarse al engreído de su acompañante.
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Mensaje por Invitado Lun Feb 01, 2010 11:31 am

¿Y de dónde había salido ese hombre, si se podía saber? Illya había pensado que el momento no se podía poner más raro aún, pero al parecer, estaba equivocada. Desde el primer instante en el que aquel otro señor que era el doble de lo extraño que Xavier apareció, Illya desvió su mirada hacia él con cierta aprensión y sospecha. Por la forma en la que hablaba, y a juzgar por su traje de exorcista bañado nada más ni nada menos que en oro, debía tratarse de alguien de alto rango. Todavía en su mente no se acercaba la palabra clave que la ayudase a recordar perfectamente a qué se refería ella misma con dicha suposición, pero de todas formas, ya tenía lo más básico, o eso pensaba ella, claro como el agua. Otra cosa que le inquietaba más aún era, ¿por qué estaba usando esa persona una máscara tan abominable como esa, que sólo permitía distinguirle el blanco de los ojos? (unas de las tantas características excéntricas en aquel). Visto así podría asustar hasta a un león, puesto que no parecía alguien nacido y criado en la tierra.

Illya se dio cuenta de que no era la única que pensaba así. La gente lo miraba con más atención que hasta con ella misma, y cuchicheaban con afán entre sí. Sufrieron tal terrible incontinencia verbal, por hablar del tipo, que ahora sus murmullos combinados y mezclados producían un claro ruido de pseudo bullicio. No obstante, la nueva conmoción no pareció distraer ni al nuevo aparecido, ni tampoco al buscador “apóstol”.

¡Un momento!, ¿cómo ese hombre supo que era mi primera misión?

Illya sacudió la cabeza recordando sus palabras, y luego volteó a mirar al hombre de la máscara rara entre atónita y disgustada. ¿Qué se fuera de allí, y él se encargase de todo? ¡Tenía que estar demente! Era su misión, no la de él, y si quería una con muchos Akumas, pues que se buscara la suya propia en la Orden u otro sitio, pero no en su territorio. Su presencia sólo significaba un factor inesperado.

Tan inesperado como lo que soltó el tal Xavier.

Falsos —escupió de pronto mientras una sonrisilla espeluznante se formaba en sus labios. Había ocultado la mirada bajo su capucha y parecía una versión cómica de los jinetes del apocalipsis en aquel traje crema— Son ustedes los falsos apóstoles, ¿y pretenden engañar a toda esta gente, o mejor dicho, al mundo entero con sus supuestas buenas acciones y apariciones milagrosas? Están tan malditos como las tinieblas, y su fín no es la paz, sino todo lo contrario, una eterna guerra llena de muerte, sangre y destrucción. ¡La peste!, ¡Son la peste de la que tanto hablan los escritos sagrados! —gritó alzando los brazos y dirigiéndose a la gente que volvía a escucharlo con atención. Un gemido de exaltación se alzó en el aire, al ver las personas que estaban ante demonios y no personas.

¿Qué estás diciendo?, si eso fuera así entonces tú también estarías en nuestra posición, ¿cierto? Después de todo también eres exorcista, ¿me equivoco? —acusó alzando la voz e interrumpiendo por segunda vez en el día a Xavier.

¡Silencio! Todo lo que digas tú o él no serán más que mentiras, ¡falsos, herejes! —exclamó a voz en cuello. — ¿qué es para ustedes la paz?, ¿sembrar destrucción y más destrucción a donde quiera que vayan? Mirad a ese hombre, que destila el mismísimo olor de la muerte, ¿es así como debería lucir un apóstol de Dios verdadero?

Su intención, que para Illya no era más que encender los ímpetus de las personas de allí, estaba surtiendo el efecto que esperaba. La gente empezaba a murmurar, pero con un tono enarbolado y colérico, hasta empezar a gritar, o mejor dicho, a gritarles a ellos.

Esto se está poniendo feo… ¡y tiene razón, la apariencia de ese hombre no ayuda mucho que digamos!

¡Si ustedes tratan de detener al Verdadero Exorcista, entonces nosotros los detendremos a ustedes! —gritaban algunos de la multitud.

—Vayan a engañar a otras personas en otro sitio, ¡falsos! —decían otros.

Personas como ustedes, que extienden la muerte en vez de la paz, no deberían ni siquiera existir.

¡Linchémoslos! ¡Alguien tiene que acabar con la maldad, y esta vez seremos nosotros por el bien del Exorcista!

Illya miraba su alrededor, porque ahora parte del pueblo los había encerrado en un círculo mientras continuaban gritando, mientras trataba de encontrar una solución diplomática al conflicto. Pero parecía imposible. Tal eran las cosas, que aquel hombre ya tenía en la palma de su mano a todas esas inocentes personas, que a la primera palabra, caían sin mucha resistencia en sus predicciones.

De pronto la exorcista reparó en que el ambiente se tensó más. Muchos hombres llevaban consigo palos, rastrillos y verdaderas mazas en sus manos y los miraban con cara de pocos amigos. Illya, una jovencita inocente y además, de apariencia delicada, retrocedió unos cuantos pasos y tragó saliva.

Bien, ¿alguien me puede decir en qué momento preciso aparecieron todas esas cosas que tienen en las manos y que no se ven exactamente amigables? —preguntó con ironía.

Xavier se sonrió en su capucha, y al ver que se iba cerrando aquella rodada de personas contra los exorcistas, comenzó a mezclarse entre la gente, yendo en sentido contrario, y desapareciendo de la escena con una carcajada estruendosa y demente que no hizo más que alterar a la pobre Illya.

¿Y desde cuándo los santos ríen diabólicamente cuando sus enemigos están a punto de ser aniquilados? Ay, por favor. —cuestionó de nuevo sin poder evitar poner los ojos en blanco.

De todas formas, nadie la escuchó. Las personas del pueblo estaban muy concentrados en ver si se encontraban acompañados y podrían contra esos dos. La chiquilla no parecía dar mucho problema, pero el grandullón de cara espeluznante era lo que más les ponía nerviosos.

Illya retrocedió un poco más hasta quedar al lado de Socalo.

¿Qué le parece si se encarga de esos que tienen aquellas horrendas mazas?, ¿no lucen apetitosos?

Y antes de oír alguna respuesta por parte del hombre, las personas formaron una estampida humana, acercándose hacia ellos, corriendo como animales.


Última edición por Elipthi Khanon el Mar Feb 02, 2010 10:53 pm, editado 1 vez
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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo] Empty Re: Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

Mensaje por Invitado Lun Feb 01, 2010 9:57 pm

Permanecí callado durante el tiempo que duro la charla entre el hombre y la chica. Por lo visto me había equivocado, no eran compañeros de misión, solamente se habían encontrado en aquel lugar y no sabía el porqué. La actitud del hombre me pareció bastante extraña para ser la de un exorcista, ya que se había dedicado a controlar a los ciudadanos y lavarles el celebro como si nosotros fuésemos los malos, cosa que me hacía dudar de la autenticidad de su rango.

Algo en toda esa escena no cuadraba ¿desde cuándo un exorcista ponía a una ciudad entera en contra de sus semejantes? Si bien era cierto que no me gustaba actuar en misiones con otros exorcistas, también era cierto que no les colocaba el cartel de malos y los dejara que los lincharan, prefería hacerlo yo personalmente.

Cuando la multitud acabo cercándome junto a la chica, no pude sino reír de forma macabra ante la idea que tenía en mente. Si esos idiotas querían pelea, yo estaba muy dispuesto a dársela.

De pronto la marea de gente comenzó a correr hacia nosotros, lo cual yo respondí dando un fuerte un seco empujón a la chica, mediante mi brazo derecho.

-Molestas mocosa, ¡madness!- grite al mismo tiempo que juntaba las palmas de mis manos.

Ambos semicírculos de mis hombros se juntaron para hacer aparecer mi espada mandoble. Sin pensarlo demasiado y antes de que alguna de aquellas personas llegara a estar a menos de un par de metros mía. Clave con fuerza la hoja del arma en el suelo, lo que produjo una fuerte onda expansiva que hizo caer a la mayoría de los atacantes.

-En una cosa tenía razón el tipo ese, yo no vivo para salvar, vivo para matar- dije entre risas.

Di un salto vertical para aterrizar sobre una de las personas caídas en el suelo. Se trataba de un hombre que portaba un gran palo en la mano. Al caer, lo hice sobre sus hombros, por lo que pude escuchar como estos se rompían a causa del impacto. Rápidamente recogí el palo del suelo, y le aseste un fuerte golpe en la cara, a uno de los hombres que permanecían en pie, el cual portaba una pequeña hoz de mano.

Con el bate en la mano izquierda y la hoz recién adquirida en la derecha, comencé a abrirme paso hasta donde se encontraba mi arma. Con golpes rápidos y directos, fui rompiendo huesos y destrozando órganos, produciendo numerosos cortes de gravedad y grandes desgarros internos. No importaba ni la edad ni el sexo, lo único que importaba era que sufrieran de la manera más dolorosa posible.

Una vez llegue hasta mi arma, observe como cerca de veinte personas se encontraban en el suelo gritando de dolor, incluso varias de ellas desangrándose. Al contemplar aquello no pude hacer otra cosa que no fuera reír de la manera más cruel posible.

Lance la hoz hacia arriba, con la suficiente altitud, como para darme tiempo a recoger mi arma y desactivarla. Acto seguido me lleve la mano derecha hacia mi mascara y con un movimiento de muñeca la lance por los aires, dejando a la luz mi verdadero rostro.

-Kikikiki, os voy a hacer pedazos a todos- dije mientras mostraba mis blanquecinos dientes de tiburón.

Sin pensarlo más, di un salto para recoger en el aire la pequeña hoz y aterrizar sobre una mujer que se encontraba de pie, lo que hizo que sus piernas se quebraran por la mitad. Una vez que ambos pies tocaron el suelo, estire los dos brazos y di un par de vueltas sobre mí mismo, haciendo que la gente a mi alrededor sufriera múltiples contusiones y cortes.
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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo] Empty Re: Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

Mensaje por Invitado Mar Feb 02, 2010 11:58 pm

¡Pero qué delicado es! —exclamó con cargado sarcasmo Illya después de haber sido apartada bruscamente por el hombre como si de un animal se tratara.

Luego no tuvo tiempo de seguir lanzando improperios hacia Socalo (el “empujoncito” le había dolido) puesto que había algo mucho más importante de lo cual encargarse. Algo que se acercaba hacia ella en forma de manada humana con sendos palos y rastrillos en mano y miradas ardorosas por ver a la muchacha por lo menos, reducida a nada.

Illya empleó todos o la gran mayoría de sus conocimientos en la Kata de Armas durante aquellos instantes. Empezó a patear y alejar a algunas personas con la fuerza suficiente como para aturdirlos, de tal forma que se lograba una abierta ventaja, puesto que conseguía hacerse con habilidad de cualquier instrumento que minutos antes portaban sus enemigos y los usaba en su contra. Por supuesto, no estaba en su naturaleza el atentar contra las personas violentamente, sin tener alguna razón de gran fuerza que la empelara a hacerlo. Se contentaba con dejarlas al menos inconsciente, dándoles en los puntos indicados, o sencillamente fuera de combate, tendidos en el suelo, adoloridos o sin aire.

Mientras se giraba, esquivaba, saltaba o arremetía, su mente y mirada se desviaban con bastante concurrencia hacia un sentido distinto. La silueta de Xavier se había esfumado sorpresivamente de su campo visual, por lo que dedujo que en verdad sí había tenido la poca hombría de darse las de Villadiego en aquel momento. Había usado a aquellas inocentes personas como una coartada para su “magnífica” huída.

¿Pero por qué huir, teniendo tal poder en sus manos?

Illya esquivó una embestida por parte de un gran mazo, cargado en las manos de un hombretón robusto, con una voltereta grácil, cual bailarina, mientras su mirada ausente demostraba que en realidad no le estaba poniendo mucho empeño a la tarea. Cuando la espalda del hombre quedó en frente suyo, y antes de que se volteara, ella ya le había propinado un buen golpe en las costillas con ayuda de uno de los bates que había obtenido gracia a sus hábiles y bandidas manos, dejándolo tendido en el suelo, sobándose como un niño pequeño.

¿Tienes miedo?, ¿es eso?... ¿Acaso nos temes, Xavier?... ¿Por qué razón?

¡¿Pero qué rayos se supone que hace?!

Repentinamente Illya se había volteado hacia donde estaba Socalo cargándose a la gente que arremetía contra él, topándose con nada más ni nada menos que una escena cargada de sangre y dolor en su estado más puro. La muchacha antes de gritarle a aquel hombre que más tenía de bestia que los propios depredadores, había abierto los ojos desmesuradamente y exhalado un gemido de horror en el proceso.

Las otras personas también se detuvieron al ver con cuanta facilidad aquel monstruo los dejaba al borde de la muerte. El general, sin embargo no parecía, ni consciente de los gritos de ella, ni tampoco de querer parar en aquella masacre. Más con las palabras que había soltado momentos antes. Además de haber empeorado su situación, con frases que destrozarían la esperanza de cualquiera que esperaría una buena acción por parte de ellos, también mostraba un carácter aterrador y sediento de trifulcas y desastre.

Las manos de Illya actuaron por sí solas en aquel instante. Su abrigo de exorcista simulaba una perfecta gabardina que se abría por el frente, dejando los largos pliegues de tela oscura deslizarse como una graciosa y extensa falda hasta rozar sus pantorrillas. También se usaba como un perfecto camuflaje de ambos rifles que colgaban con sencillez de su cinturón lado a lado, enfundados en sendas capas de cuero para mayor comodidad. Ella sacó uno con un solo movimiento rápido, y así tal cual, disparó tres veces seguidas detonaciones de balas aparentemente normales. Su Inocencia seguía dormida, en la cadena que unía a ambas armas y reflejaba la silueta de una quimera. Justo como solía identificarse.

Fueron tres estruendos que enmudecieron a todos.

La primera fue a unos milímetros lejos del pie derecho del General. La segunda le rozó la máscara de metal que ocultaba su rostro. La tercera, tuvo la suerte de pasarle demasiada cerca del antebrazo izquierdo como para poder abrirle una superficial herida sobre la carne. Ambas sin embargo, pasaron de largo sin crear más destrozos.

¿Qué has hecho? ¡Son personas, no Akumas! No porque hayan sido manipuladas, tienen que sufrir una pena so muerte letal y sangrienta —espetó la muchacha mirando furibunda al superior, con un tono bastante altanero— Esto sólo empeora la situación, ¿qué no ves?

Y vaya que la había empeorado. De pronto se escuchó una sucesión de varios pares de pies caminando rápida y escandalosamente hasta quedar cerca de ellos. Dichos pasos tenían cuerpos uniformados y manos que los apuntaban con pistolas reglamentarias.

¡NO SE MUEVAN! ¡¡POLICIA!!

En ese momento a Illya le apeteció chillar de frustración, pero en vez de eso, quedó paralizada mientras el cuerpo de seguridad se desplegaba alrededor de ellos. Inmediatamente temió por la seguridad de ellos, ¿tendría aquel tiburón piedad o respeto hacia la ley? Comenzaba a tener serias dudas con respecto a eso, ahora que evocaba el panorama creado personalmente por el de las espadas mandobles.

Y antes decía que esto no podía ponerse peor
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Mensaje por Invitado Jue Feb 04, 2010 8:38 am

En el momento en el que sentí como tres disparos pasaron cerca de diferentes partes de mi cuerpo, detuve la carnicería que estaba llevando a cabo y me gire para contemplar a la chica apuntándome con lo que supuse seria su inocencia. En ese instante las ganas por aplastar el cráneo de la joven contra el suelo y obligarle a que se tragara su arma, fueron tales que incluso llegue a dar un paso hacia su dirección. No importaba quien era la chica, lo único que importaba en ese momento, era el continuar con la cacería que estaba manteniendo.

Por las palabras de la joven deduje que no sabía realmente quien era yo, y posiblemente no supiera lo que le podía hacer por las palabras que acababan de salir de su boca, pero haría que se enterara como solo yo podía hacer. Por desgracia, antes que pudiera hacer nada, cinco policías llegaron y nos rodearon. Dirigí la mirada hacia los cinco agentes de la ley, los cuales nos apuntaban con sus respectivas armas de fuego, mientras la gente a la que había golpeado continuaba retorciéndose de dolor en el suelo. Por su parte, los demás ciudadanos retrocedieron cuando los policías hicieron su aparición, quedándose un poco más rezagados para contemplar que harían con nosotros.

Las ganas de continuar con el derramamiento de sangre eran demasiado altas. La intensa sensación por matar, mutilar y descuartizar, seguía siendo demasiada alta por lo que ¿debía detenerme porque solo lo dijeran esos cinco inútiles con armas? No claro que no, lo que iba a hacer era despedazarlos, de este modo todos los presentes comprenderían lo que les esperaba a ellos, y en especial esa mocosa sabría que no pensaba detenerme.

-Akumas, humanos- dije de forma pausada, -todos son presas lista para ser mutiladas- dije en tono alegre, - da igual que sean maquinas o simples humanos, creo que lo he dicho ya, pero te lo repetiré, yo vivo para matar- dije con una amplia sonrisa en mi rostro.


-No lo repetiré, permanecer quie…..-

Antes de que el policía pudiera terminar su frase, me había movido a gran velocidad, para colocarme a sus espaldas y clavar la hoja de la hoz en su espalda, con tanta fuerza, que seguramente llego a perforar hasta el riñón derecho. Saque la hoja del cuerpo del moribundo hombre para llevarla hasta la parte delantera de su cuello, mientras yo permanecía detrás suya, utilizándolo como escudo.

Los policías restantes, se voltearon para contemplar como su camarada se encontraba en una situación delicada y no dudaron en apuntar con sus armas hacia donde nos encontrábamos.

-Tirar las armas si no queréis que le abra una boca nueva- dije sonriendo.

Al ver la sangre que su compañero estaba perdiendo por la puñalada, comprendieron que lo que decía era totalmente cierto, por lo que dejaron caer sus pistolas en el suelo, lo que resulto ser un grave error para ellos. Una vez que las armas tocaron el suelo, me separe del policía herido y me precipite hacia el que había a mi derecha, al cual le aseste un golpe con el bate en la cabeza, lo que hizo que perdiera el conocimiento de manera casi inmediata. Tras eso, lance el bate con fuerza hacia el hombre más alejado, el cual impacto contra sus partes, haciendo que cayera al suelo doblándose del dolor.

No contento con dejar a tres de los cinco policías fuera de combate, me lance a por los dos últimos que se encontraban detrás de la mocosa. Al primero le produje un corte horizontal sobre el pecho, no demasiado profundo pero si doloroso. Al último que se había agachado para recoger su arma y ya la estaba levantando del suelo, le clave la hoja de la pequeña hoz, en el antebrazo. Eso hizo que soltara el arma, lo que aproveche para soltarle un rodillazo directo al estomago.

-Creo que ahora debería de devolverte los daños por tus disparos- le dije a la exorcista, mientras sacaba la hoz del brazo del ahora mareado policía.

Los ciudadanos que aun permanecían alrededor, comenzaron a retroceder por miedo a que les pasara lo mismo a ellos, incluso pude ver como algunos corrían el grupo hacia sus casas. Parecía que finalmente habían comprendido lo que les esperaría a todos los que desearan continuar con la pelea.


Última edición por Metron el Miér Feb 10, 2010 1:31 pm, editado 2 veces
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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo] Empty Re: Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

Mensaje por Invitado Jue Feb 04, 2010 10:57 pm

Y vaya con el hombre y su ruda actitud. Illya, tal como había sospechado, fue testigo directo de la respuesta a su propia inquietud. Ciertamente, aquel peligroso exorcista no se contenía ni un pelo si se presentaba la oportunidad de ver sangre derramada. Sobre todo si el trabajo estaba hecho por sus propias manos. De todas formas, la jovencita no parecía mostrar el grado adecuado de horror o miedo frente a aquel que ahora parecía realmente enojado con ella.

¿Es algún tipo de demente?, ¿¡por qué Komui nunca me contó que había alguien así en la Orden!?, reprochaba infantilmente dentro de su cabecita mientras las escenas sangrientas se sucedían con rapidez frente a sus ojos. No había movido ni un solo músculo por la simple razón de que sabía que el resultado sería inútil. Fútil, desde el lado en que la que saldría lastimada podría ser ella, inconvenientemente para todos.

Pero oh, siempre llegaba el momento de rendir cuentas. Y ese instante era precisamente ahora. Illya observó el brillo demente en los ojos nublados del superior, mientras se dirigía hacia ella con palabras bastante inapropiadas frente a una señorita, más si se las dirigía a ella con aquel tono resuelto de quién lo puede todo y está a punto de hacer eso, todo.

¿Me está avisando de que ahora me toca a mí?... Oh, oh —canturreó— , algo me dice que estoy en aprietos

Sin embargo, seguía faltándole el grado de temor adecuado. La gente, bueno, la poca que miraba la escena, casi se quedaban atónitas con la expresión de Illya, entre inocente e inquieta, pero en absoluto aterrorizada tal como ellos, ¿es que no se enteraba de que estaban a punto de golpearla e incluso matarla por impertinente?

También estaba sumamente disgustada por otro lado, por supuesto. Le molestaba el hecho de que él hubiese lastimado a más personas, de nuevo con aquellos ademanes complacidos, en su frente. Pero ya lo sabía, interponerse sólo agravaría las cosas. Aunque ganas de detenerlo y meterlo en una cárcel o mejor dicho, un manicomio no le faltaron.

Contra todo pronóstico, la chica, que había tensado la mandíbula y lucía capaz de soltar un verdadero improperio contra el superior, retrajo su gesto y sonrió con algo de cinismo y cautela entremezclado en la curvatura de su labios. Alzó ambas palmas a su frente, como si quisiera detener al maníaco y replicó:

¿Sabes que éste tipo de cosas se pueden resolver con diplomacia?

Inmediatamente después de haber pronunciado tal escurridiza frase, un fuerte temblor azotó el sitio, y acto seguido, se escuchó el furor de miles de disparos lejos de allí, hacia lo más último de la ciudad. Los rincones más sobresalientes por su podredumbre inseguridad. Siguió una explosión, convidada por una onda verdusca que volvió a estremecer los cimientos de la ciudad. Parecía que el movimiento dentro de ella no se detenía al menos por un día siquiera.



Off: siento que en éste post me faltó inspiración .x. —sentimiento de culpa y fracaso(?)— el próximo prometo que será más rlz en lo que me permita la situación~
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Mensaje por Invitado Sáb Feb 06, 2010 7:15 pm

Me acerque con paso lento hacia la chica, situándome a un metro de ella. Mis intenciones eran claras y más claras quedaron cuando deje caer la hoz que portaba y levante el puño derecho, colocándolo en posición, para descargar un fuerte puñetazo sobre la cara de la mocosa.

-¿Sabes que éste tipo de cosas se pueden resolver con diplomacia?-

-¿Y tú sabes que no es buena idea detener mi diversión?- dije de manera alegre.

Aquella idiota se había atrevido a atacarme por la espalda y detener mi festival de sangre, sin mencionar que el tipo extraño había destruido a los akumas. Todo ese conjunto de sucesos, había hecho que sintiera deseos de machacar las cabezas de ambos, pero antes de que pudiera hacerlo una serie de explosiones detuvo mi puño.

Alce la mirada para divisar una estela de humo que se elevaba desde el norte de la ciudad. Los estruendos era inconfundibles, se trataban de disparos, los cuales seguramente eran causados por mas akumas, y de explosiones, las cuales serian causadas por la destrucción de las maquinas.

-Como coja a ese trozo de carne le hago picadillo- dije molesto.

Sin perder tiempo, di un salto para aterrizar sobre una de las casas del lugar, desde allí podía divisar como varios akumas sobrevolaban la zona de la que salía el humo. Se podían distinguir claramente que se trataban de niveles 1 y 2, al igual que se podía ver como estallaban cuando eran tocados por la onda verdosa.

Comencé a correr hacia la zona de la batalla, saltando de tejado en tejado, moviéndome a gran velocidad, todo para no perderme la carnicería que se estaba produciendo en ese instante.

Una vez llegue al lugar de las explosiones pude ver como el tipo vestido como los buscadores, se encontraba en una amplia plaza. Estaba situado en el centro, al lado de una gran fuente echa de piedra, la cual estaba rodada de varios tipos de arboles. Sin duda parecía un lugar en el que cualquier persona normal y corriente, disfrutaría del día, sin embargo para mí solo se trataba de una plaza que me serviría para hacer pedazos a los akumas que aun permanecían con vida.

Di un salto para aterrizar a pocos metros del sujeto, el cual se atrevió a mirarme con superioridad y desprecio, como si yo fuera un pobre novato en comparación con él. Eso hizo que mi enfado fuera aun mayor y que las ganas por romperle la cara fueran mayores, pero debería dejar esas intenciones a un lado y centrar primero en destruir a los akumas que aun sobrevolaban la zona, unos treinta niveles 1 y unos diez del segundo nivel.
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Mensaje por Invitado Dom Feb 07, 2010 3:30 pm

El viaje a México había transcurrido tranquilo, y demasiado extenso para el gusto de cualquier persona normal, puesto que navegar desde la capital danesa a Centroamérica era un trayecto largo, solo recomendado para las personas que tuvieran una extensa paciencia o la suficiente imaginación como para tenerse entretenido durante todo el camino sin perder la cabeza. Esta vez, no había tenido ningún problema durante la travesía, dado que lo máximo que había hecho a parte de dormir o comer, había sido observar el paisaje, azul sobre azul, tan pacifico como impulsivo y pendenciero como podía resultar ser a veces la mar.

Las máquinas infernales, o más fácilmente de nombrar… akumas llevaban un par de días adelantados, pues había insistido en querer viajar sola o sin su compañía, la única que había decidido quedarse fue Nana o Hao, parecía que mi cambio de actitud le tenía desconcertada, y poco me importaba lo que pudiera pensar de ello, mientras no me molestara. Observé superficialmente el barullo que había en la zona si prestar atención a las personas que caminaban tan cerca de mí. Su comportamiento aburrido y rutinario hacía que no les prestara la debida atención puesto que nada de ellos levantaba la más ligera curiosidad en mí.

Dejé escapar un ligero suspiro resignado mientras me decidía a emprender la marcha, aún guardaba la esperanza de que al menos la mitad de los akuma hubieran muerto a manos de cualquier exorcista que estuviera paseándose por ahí. Al percatarme de que el séquito que me acompañaba seguía mis pasos les mandé a encontrar un lugar donde dejar mis cosas y ellos pudieran resguardarse, no era momento de poner más vidas humanas en peligro, ya fuera por los akuma o exorcistas.

-Búscame cuando os hayáis instalado. –Le susurré a Hao, la cual permanecía aún en su cómoda apariencia humana, antes de seguir caminando.

En algún momento de mi caminata encontrándome cerca de los suburbios más pobres de la ciudad, quizás ya más de media hora había pasado desde que me separé del resto, mis pies se detuvieron y mis ojos se quedaron posados en el cielo. Miraba entretenida aquella vasta extensión de azul que sería impoluto si no fuera por algunas nubes que manchaban el color impoluto que ofrecía la bóveda celeste. Los cirroestratos se extendían en pequeños grupos hasta donde su vista alcanzaba, su apariencia inmaculada y acolchada me hacía pensar en que estuviera observando un rebaño de ovejas, aquello me hizo sonreír levemente, tanto en realidad que decidí premiarme con uno de los caramelos que portaba en mi bolsa, esta vez de color marrón.

La oleada de viento producida por el tumulto de akumas de primer nivel al atravesar la calle donde me hallaba, hizo que el vuelo de mi vestido negro ondeara, el velo de redecilla se levantó también dejando al descubierto mi rostro al igual que aquel acto de las máquinas provocó que el chal que cubría mis hombros descubiertos saliera volando. No me molesté en intentar recuperarlo, me sentía bien con aquel aire cálido y suave acariciando mi rostro, al igual que tampoco me desagradaba la visión de ver a la gente correteando con sus caras desencajadas por el terror, consumidas por el pánico de ver la muerte inminente, cerniéndose sobre ellos. Sin embargo mis pies se dispusieron a caminar por si solos, en el momento en que las balas atravesaban carne humana y no solo edificios, con cada segundo mis pasos eran más ligeros, amenazando con echar a correr en cualquier momento.

Me detuve al distinguir la forma aguileña de Kälorm, el cual por costumbre se posó en uno de mis brazos, el cual conseguí apenas estirar, no tenía intención de seguir viendo más polvo. El porqué de ese antojo extraño de mi parte era más que obvio, pero era algo que prefería ignorar hasta que no supiera como sanarlo. Pude notar en los ojos del akuma una nota de terror ante algo que era desconocido para él hasta ahora. Antes de poder decir nada, vi una luz verdosa que pareció expandirse en una onda que a su paso parecía sumirlo todo en un impertérrito silencio, abracé al águila a la vez que por inercia me lanzaba de la manera menos bruta posible al suelo, sintiendo como aquella luz pasaba a ras de mi espalda, proseguido de un temblor que sacudió los cimientos de la mismísima ciudad y luego… explosiones.

-Aléjate de aquí, no hay nada de lo que puedas hacer que vaya a servir de ayuda ahora. El resto me servirá de carnada. –Le dije a Kälorm, mientras lo soltaba para poder ponerme en pie. Aquel poder era algo que jamás había visto desde que servía al conde, empezaba a sospechar que tal y como me había dicho, aquello iba a ser algo divertido de investigar.

Sin pensarlo dos veces, decidí seguir caminando hacia donde corría la gente que huía de los ataques akuma, eso sí, luego de quitarme el polvo del vestido. Aún quedaban muchísimos, alrededor de unos 30 por lo que había podido calcular a la vez que seguía corriendo, había vislumbrado algunos de nivel 2. Pero por alguna razón los rostros de aquellos nativos parecían llenarse de esperanza cuanto más cerca se hallaban de llegar al núcleo de la zona donde se había producido aquella onda expansiva verdosa. Mi sorpresa fue grande, cuando pude distinguir unos ropajes de color crema, idénticos a los uniformes que había visto lucir a los buscadores de la orden oscura.

¿Había sido él quien había destrozado a esos akuma? ¿Un buscador… portador de inocencia?

La idea me resultaba inquietante, y aunque desde ese momento mi cerebro empezaba a verse acribillado por un centenar de preguntas, todas desaparecieron cuando de entre la multitud de akumas que se acercaban a nuestro sector vislumbré un destello dorado, perteneciente a la vestimenta de un exorcista, y no uno en concreto, si no el de un general. Las cosas comenzaban a complicarse más de lo que desearía, con mi nivel no tenía oportunidad ni de hacerle cosquillas, por lo que decidí formar parte de la horda de inocentes que pedía a gritos al tipo que vestía de color crema que les salvara, por ahora dejaría darle rienda suelta a la imaginación de mi instinto de supervivencia.

Spoiler:
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Mensaje por Invitado Lun Feb 08, 2010 7:40 pm

Off: Welcome to the jungle, Mad x3





Xavier… ¿los Akumas no te dejan ir más allá, tan lejos como quieres?

El cántico en el que se había convertido aquella inesperada frase dentro de su mente, sorprendió un poco a Illya, tanto como pudo hacerla reaccionar. Se había salvado por los pelos de ser apaleada por el superior, segurísima estaba de eso, pero en realidad, aquello no había sido más que un mero hecho dentro de algo con mayor importancia, como lo era el real motivo de su presencia en aquel lugar. Aunque Socalo estuviese marchando en la misma dirección a la que ella debía, dándole la oportunidad de consumar su violento acto, la hermosa dama empezó a correr de todas formas hacia donde el viento soplaba con violencia mezclado con el acre humo de la muerte y de la herrumbre cocida.

Como si quisieras volar… pero tus alas están atadas por un poder mayor, algo que quizá decidió por ti el destino de tu fin, lejos del cielo azul

Mientras iba a toda velocidad por las calles ahora desiertas de la ciudad, con el viento azotándole el rostro y el augurio de gritos horrorizados e histéricos resonando en la distancia, desplegó la funda de sus dos rifles, uno de los cuales ya sostenía con firmeza, y sacó su gemelo, ahora con ambas manos armadas de su propia Inocencia.

A medida que se acercaba, comenzaba a sentirse terriblemente nerviosa, tanto que el pulso le tembló durante unos momentos sin ella darse por enterada, y sus pasos se volvieron pesados e inseguros, como los de un pequeño niño corriendo descontrolado sin saber cómo parar.

Esta será la primera vez que use a Albtraum después de tanto tiempo…

¿Fallaría?, ¿moriría en el intento?, ¿habría perdido algo de su innata habilidad asesina tras aquel desastroso accidente del cual ni ella conocía los detalles?, ¿perdería incluso antes de iniciar?

Illyana apretó los labios y mordió su lengua mientras la mirada se le ensombrecía, evitando que le castañearan los dientes. La muerte… aunque no la sentía cerca, aquella horrenda sombra cernida sobre su cuerpo, como antes había visto que le sucedía a otros, de alguna manera la creía agazapada arriba de ella, como una bestia al acecho con los ojos chispeantes por la ansiosa espera y el inevitable suceso en el que tomaría partido para…

Nunca lo sabrás si no lo intentas —susurró con suavidad, como un mantra.

En ese momento las dudas se disiparon en un segundo. Las palabras de Gerard, y el recuerdo de su hermano le dieron la suficiente entereza como para seguir adelante con la misma seguridad que antes. Ahora sentía la fuerza que momento atrás había ignorado poseer, aquella que siempre surgía desde el interior de su alma y la renovaba como un manantial de refrescantes aguas.

Voy a intentarlo… y lo conseguiré.

Cuando llegó, la gente superviviente que había estado en la misma plaza que Xavier desafortunadamente para ese entonces, se encontraba repartida entre varias esquinas, lo más lejos posibles del lugar donde se había dado inicio la matanza, tratando de protegerse con cualquier cosa que pudieran poner a su frente como una barrera. Illya notó los colores del miedo y la angustia reflejados alrededor de cada una de las personas que habían allí, casi unidas como un solo sentimiento desolador y aterrorizante.

Tanto como las falsas divinidades, ustedes son un mal que debe ser castigado en la tierra, y llevados hasta las profundidades más recónditas del mismísimo infierno —recitaba en ese momento Xavier hacia los Akumas, pero su rostro no era el mismo: una sonrisa demente, lunática y despiadada le cruzaba los labios, mientras que sus ojos relucían lo insano en su estado más puro— Todos, sin quedar ni uno solo con vida, deben desaparecer.

Acto seguido les mostró la palma de su mano, como antes, y una poderosa onda expansiva arrasó con todos aquellos que se encontraban a su frente. Los Akumas prácticamente se disolvieron tras ser iluminados por aquella fuerza, y terminando de ser abducidos, quedaron hechas trizas, explotando en una fiesta de metal hirviendo y de veneno esparciéndose en el aire ligeramente como un perfume caducado.

Gracias al cielo, todos se tapaban el rostro y la nariz instintivamente con pañuelos, o las mangas de sus camisas, para no oler aquella terrible pudrición.

Luego pasó algo inesperado y sorprendente. Xavier miró hacia varios lados, reconociendo tanto a Illya como a Socalo en opuestos sectores, y buscó huir hacia el lugar más alejado de ambos. Cuando pasó cerca de un bar, donde afuera se sacudía con violencia un caballo, asustado por los ruidos y la destrucción, lo montó, desató, y partió hacia otra dirección.

¡¿A dónde crees que vas?!, ¡Cobarde, regresa aquí! —gritó la castaña sin contenerse.

Todos voltearon a mirarla todavía con el pánico asomado en sus ojos. En ese momento, los Akumas también la notaron, y en vez de seguir al buscador/exorcista, empezaron a agolparse al frente de la muchacha. Afortunadamente para ella, todos eran de nivel uno. Los de niveles más avanzados habían decidido que más valía la pena cargarse a Socalo que a una diminuta jovencita exorcista, con cara de novata. Illya sintió una mezcla de alivio y cólera al darse cuenta de aquello. Luego la determinación del momento sobrepasó todos aquellos vanos sentires y se apropió de ella. Repentinamente, la mirada se le heló, y por un momento sintió que aquello no era nuevo, sino todo lo contrario. Quizá en su pasado sucedía siempre lo mismo, y ahora, ni nunca, había abandonado aquella actitud.

Rápidamente alzó ambos rifles hacia su frente.

Carnero/Virgine —musitó con un perfecto acento español e inglés, la voz un poco grave y completamente seria.

Se produjo un chispazo blanco en el dije quimérico que se encontraba en el centro de la cadena que unía a sus rifles, y enseguida la Inocencia cobró vida, vibrando como un animal inquieto dentro de las armas de fuego de la muchacha.

Illyana, dejándose llevar por el poder del que ahora era poseedora, apuntó al primer Akuma y disparó varias veces. Enormes saetas, o mejor dicho, estacas carmesí atravesaron de lado a lado a la máquina secamente, luego comenzaron a enrojecerse al rojo vivo y explotaron como una bala caliente sobre la gasolina.

La explosión abrumó a muchas personas, e hizo que mujeres lanzaran gritos de miedo. Luego los Akumas se inquietaron y abalanzaron contra ella y Socalo.

Albtraum había dado la pauta de inicio para la guerra.
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