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Mensaje por Invitado Mar Feb 23, 2010 10:30 pm

Allí, de pie, frente a la pared derrumbada que antes pudo haber sido la entrada del sagrado templo, Illya notó que los Akumas no estaban del todo seguros con la idea de entrar y asaltar el lugar con el fin de pulverizar a Xavier. Se tomaban varios metros de distancia entre ellos y la edificación, y muchos rondaban de aquí para allá aún en esa prudente lejanía sin decidirse del todo en si atacar o qué hacer.

La exorcista desmontó al caballo y le dio una fuerte palmada que hizo que se precipitara corriendo hasta las profundidades del bosque. Allí ninguna máquina lo interceptaría ni tomaría como la presa de hoy. Cuando el galope del corcel dejó de escucharse convertido en un débil eco lejano apenas, suspendido en el aire, Illya se volvió hacia el templo y comenzó a caminar en dirección a un enorme hoyo creado en la pared de barro y piedra sólida, semejante a una imponente fauce de oscura inmensidad, allá a dónde podía dirigir la ennegrecida garganta de la fiera. El interior del templo.

No me gusta la oscuridad

Fue un pensamiento infantil, que hizo que Illya sacudiera la cabeza casi de forma autómata mientras miraba con extraña fijación el interior de lo que le aguardaba. Con cautela fue acercándose, aunque cada vez más rápido, cual mosca atraída hasta la luz. Sólo que el caso en aquel momento era totalmente contrario.

Con tan sólo dar el primer paso adentro, la exorcista supo de golpe lo que le esperaba allí, en aquel enorme laberinto que siglos atrás era concurrido por mayas espiritistas y chamanes. Fue como si hubiese recibido un puñetazo directo a su mente, tan realista y vívido que hizo que trastabillara hasta apoyarse en una pared que prácticamente se caía en migajas de barro, resquebrajándose.

Qué inestable. No durará mucho si se inicia un ataque Akuma dentro

Bienvenida a la casa de los muertos, Illyana —susurró con una mueca extraña, semejante a una torcida sonrisa, muy anormal en las expresiones de la exorcista. Se sostenía con una mano la cabeza, mientras la corriente de “lo que rondaba en el templo” le envolvía completamente, espectral. Sentía una leve presión en el interior de su frente, como si una imposible ventisca de aire caliente se estuviese agitando allí. Una señal de lo desconocido.

Escuchó pasos cerca, fuertes, furtivos y pesados. Casi podía adivinar mediante el sonido de quién se trataba, o eso pensaba. Le gustaba mucho jugar a descubrir con suposiciones fantasiosas la presencia de personas o identidades que ella apenas conocía. ¿Sería posible? Pero el sonido se detuvo abruptamente. Fuese quién fuese el intruso (tanto como lo era ella ahora), acababa de distraerse con algo que la alemana no supo identificar.

Contra todo pronóstico, ella se dio la media vuelta y dirigió en sentido contrario al de la presencia “obvia”. Caminaba con pasos rápidos, más no corría. Correr significaba mostrarse desesperada, y eso era lo menos que quería en ese instante. Se hallaba dispuesta a tomarse el tiempo necesario para resolver la situación, muy interesante por cierto. El aire viciado del lugar, a moho, humedad y pudrición, le hacía arrugar la nariz. Se notaba que llevaba varios años abandonado, que no era más que las ruinas de algo anteriormente magnífico. Allí no había riquezas, ni preciosos de gran valor, eso lo habían saqueado tras la colonización. Pero si existía dentro una historia. Sabiduría contenida quizá en espectros danzantes. Illya podía sentir un aura ligeramente distinta a la normal dentro de aquel sitio. Un sentimiento que le hacía crisparse desde la punta de su cuero cabelludo hasta los pies, semejante a un escalofrío enfebrecido, ora por la emoción, ora porque de alguna forma sabía que nada iba a ser normal de ahora en adelante.

Sed. Me ahogo.

El eco de sus pisadas frenó repentinamente. La exorcista sin moverse un ápice, empezó a mirar en derredor su entorno, de un lado a otro, lenta y sigilosamente, sin cambiar la expresión. Luego ladeó ligeramente la cabeza hacia atrás, y acto seguido se volvió de golpe, como si esperase sorprender a alguien.

No había nada. Illya sintió cómo el corazón se le aceleraba y le martilleaba en los tímpanos con cada frenético latido. No había nadie allí, y sin embargo, estaba absolutamente segura de que había escuchado una voz. Débil, suplicante. Sintió los vellos de sus antebrazos erizarse, e instintivamente se abrazó a sí misma. El silencio era absoluto, lo que hacía aún más terrorífico el sonido de aquellas palabras susurrantes y ajenas. Interrumpidas, como si varias personas hablaran a la vez sin respetar a las otras. Entremezcladas. Illya se esforzó por reconocerlas y escuchar lo que decía cada una.

No hay luz. Se acabó.

Se llama destrucción. Es la escena final de la obra. Por favor, suban a la tarima.

¿Sabes qué? Yo estoy harto. Me cansé de solamente esperar y esperar por noticias. Iré, y si encuentro sus cadáveres echados en el suelo, pudriéndose, me tendrán que dar la razón, estúpidos.

De nuevo el silencio. Luego el sonido de pasos livianos acercándose por el pasillo perpendicular al que ella se encontraba pisando en aquel momento. La exorcista contuvo el aliento sin darse cuenta mientras aguardaba con una quietud de la que ni siquiera era consciente.

La silueta de Xavier se dibujó como una sombra a su frente. Cubierto por la capucha, su rostro estaba ensombrecido e irreconocible. La exorcista soltó un grito por el susto, y juraría que en ese instante el buscador sonreía con regocijo.

Llegaron al fin del camino.

Luego se movió hasta más adelante. Pero no era que hubiese caminado con paso apresurado, ni suelto, nada de eso. No. Sus pies habían flotado por encima del suelo y se habían desplazado en línea recta hasta internarse en las sombras de lo que esperaba más allá. Illya abrió los ojos como platos mientras él se alejaba.

¿Qu-qué fue eso?, ¿estaré alucinando acaso?

Espectral.

¿Qué demonios eres, Xavier?

Había una forma de saberlo.

¡Espera!

Y sin pensárselo mucho, fue corriendo tras la silueta del buscador que se alejaba sin siquiera voltear a mirarla, por lo interminable de aquellos oscuros y tétricos muros abandonados.
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Mensaje por Invitado Jue Feb 25, 2010 8:21 am

Una vez que dejaron de oírse las extrañas palabras, pude escuchar otro ruido. En esta ocasión se trataban de varias pisadas, las cuales parecían ir en dirección opuesta a donde me encontraba yo, lo que me obligaba a ir tras ellas para encontrarme con su dueño.

Salí del pequeño cuarto para encontrarme en un largo y oscuro pasillo. La visibilidad dentro del templo era escasa, pero a pesar de ese inconveniente iba a continuar con mi búsqueda. Comencé a caminar hacia las pisadas girando mi arma con la mano derecha, lo que poco a poco fue un pequeño silbido se acabo volviéndose un ruido más intenso. Cuando estaba cerca de las pisadas pude escuchar como estas se detenían para comenzar a correr más rápidamente que en un principio.

-Con que trata de huir, bien bien, que comience la cacería- dije sonriendo.

Salí del pasillo por el que caminaba para entrar a una sala bastante más amplia, podía escuchar como las pisadas provenían de la pared lateral a donde yo me encontraba, por lo que atravesé la amplia sala para adentrarme cada vez más en la oscuridad que había en el interior de aquella construcción.

Se podían apreciar numerosas columnas caídas en el suelo, al igual que varias grietas que surcaban toda la estancia. Una vez llegue al extremo opuesto de la sala, pude escuchar nuevamente las extrañas voces del principio.

-Yo soy la luz de la salvación-

-Todos están muertos, es demasiada tarde-

-No quiero morir también-

-Pronto la luz bañara este mundo-

¿De quién eran esas voces? Antes de que pudiera recibir algunas respuesta, pude ver como el llamado Xavier pasaba por delante mía flotando en el aire como si de un espíritu se tratara.

-Prepárate para ver mi gran espectáculo-

Sin decir nada más subió por unas escaleras que había a la derecha. Esa escena me dejo desconcertado ¿acaso el tipo quería que lo siguiera? Porque era lo que iba a hacer. Sin duda ese sujeto resultaba ser muy interesante, sin duda que merecía la pena dar con él y averiguar que se traía entre manos.

Me disponía a atravesar el techo para llegar a la planta superior, pero antes de realizar dicha acción golpee con la hoja de mi espada una de las paredes que había cerca mía. Al hacerlo la piedra que componía la pared, se resquebrajo hasta el punto de que parte de esta cayó al suelo hecha polvo. Estaba claro que el templo no aguantaría la fuerza que podía ejercer en mis ataques, por lo que me limite a continuar avanzando por las escaleras, hasta llegar a la segunda planta, la cual era más oscura que la anterior.
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Mensaje por Invitado Jue Feb 25, 2010 11:47 am

El camino se hacía tedioso para alguien como yo, las carreras no eran lo mío, al igual que andar largas distancias, había dejado mi único medio de transporte en la ciudad, siendo demasiado ingenua al pensar que el lugar donde se encontraban los akuma no estaría tan alejado de la capital como empezaba a sospechar ahora.

A lo lejos pude ver otra onda expansiva de color verdoso, sin duda provocada por aquel tipo de ropas en crema, al menos sabía que se trataba de él, y por las palabras de Naamah todos formábamos parte de un entramado invisible creado por el buscador, seguía sin comprender muy bien que era lo que pretendía hacer… ¿Dañaría a los otros exorcistas o solo estaba buscando su ayuda? Las acciones de aquel hombre me tenían desconcertada.

Estoy cansada

Al detenerme para tomar aire, acaricié el lado izquierdo de mi costado, imaginado las horrendas cicatrices que escondidas bajo kilos de ropa se encargaban de recordarme el porqué ya no había marcha atrás para mi, ni para lo que había decidido ser. Durante ese lapso de tiempo en el que me mantenía inmóvil, un grupo de akumas rezagados me adelantó, aprovechando que un nivel 2 llevaba alas incorporadas, enganche el mango de la sombrilla al akuma transformándole en mi pseudo-montura, la criatura no dijo nada, al parecer no le molestaba mientras mi presencia no interfiriera en su afán por llegar al templo.

Durante el resto del trayecto todo pareció volverse tranquilo, si no fuera por el murmullo de varias voces susurrantes que traía consigo el viento. No tenía palabras para describir la situación, pocas cosas parecían hacerme reaccionar de alguna manera que no fuera la que ya tenía predispuesta, pero el significado de algunas de aquellas palabras abandonadas al aire lograban que mi curiosidad fuera aplacada por una naciente preocupación, el sabor melancólico de la nostalgia, una nostalgia que no me pertenecía.

Caí al suelo cuando el akuma se detuvo a varios metros del templo que se alzaba frente a mí, aún quedaba algo de la gloria de aquella estructura, que ahora se veía enferma y débil, amenazando con aplastar a todos los que se encontraran ahí en el momento más insospechado.

No aguanto más… ¿Falta mucho?

Ya están cerca.

Silencio.


Cerré los ojos tomando una profunda bocanada de aire, mientras que usaba la sombrilla para recuperar el equilibrio perdido y erguirme de nuevo, dirigiéndome hacia la agrietada entra del tempo… Me preguntaba si había quedado más débil aún, luego de la supuesta tragedia que arrasó tanto con los miembros de la orden vaticana, como con los amigos del conde.

El silencio y la oscuridad en este momento no se me hacían agradables compañeras de misión, por alguna razón sentía que todo aquello había sido forzado para presentarse así ante los exorcistas… ¿Quizás también para mi? Las voces susurrantes parecían haberse detenido repentinamente, parecían esperar sumidas en una tétrica inquietud, esperando el momento preciso para volver a resurgir. Creía haberme perdido, al no poder entrever bien lo que me rodeaba, y no quería usar mi materia oscura para brindar algo de luz a la estancia para así evitar llamar más la atención, el suelo estaba resquebrajado al igual que desnivelado, en algunas zonas del corredor en el que ahora me encontraba ya no había más que tierra revuelta que pisar.

Silencio, uno fingido, roto por el imperceptible sonido que hace un corazón al palpitar, por unas pisadas ligeras, pausadas y tranquilas que se acercaban hacia donde me encontraba. Obligándome a dar media vuelta para enfrentarme a quien se encontraba a mis espaldas, la materia oscura ahora se encontraba soltando leves chispas que iluminaban tenuemente el lugar. Mis ojos se abrieron más de lo normal, cuando reconocí al sujeto que se acercaba a mí. El buscador… aquel que se hacía llamar verdadero exorcista.

Me quedé paralizada frente a él, no por el miedo, más bien porque aunque la figura del sujeto en colores crema era exactamente igual al que había visto en aquella plaza, se veía diferente, su expresión, aquella sonrisa desconcertante…

Están todos, todos los locos. No saben nada, no quieren ver, porque no están preparados para afrontar la realidad.

Ya no hay sitio donde las ratas puedan esconderse.

Solo quiero que esto termine.

Calla, nadie quiere escuchar. Les obligaremos.

Silencio.

Silencio.


Noté como decidía clavar mis ojos en la punta redonda de mis botas, las voces se hacían molestas, me causaban una extraña sensación parecida a la angustia que no lograba soportar, me sentía más cansada de lo normal, pero quería seguir caminando, necesitaba saber que era todo aquello.

La figura del buscador se movió, en completo silencio, y para mi sorpresa, sin mover los pies, parecía estar levitando unos pocos centímetros en el aire.

-¿¡Pero que--!?

-Shh, Ya no hay marcha atrás para ninguno. Aquí termina todo. –Y sin esperar ninguna respuesta o lo que fuera de mi parte, siguió avanzando entre la oscuridad, moviéndose hacia la izquierda. La voz del buscador no era la misma que había escuchado en la capital, y me resultaba perturbador porque aún así se me hacía familiar.

Sin pensarlo dos veces, desactivé la materia oscura y salí corriendo tras la figura ahora espectral del buscador, daba igual que no hubiera marcha atrás, ahora lo único importante era descubrir la espantosa verdad que se escondía en aquel templo.
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Mensaje por Invitado Jue Feb 25, 2010 1:09 pm

Off: el templo vendría siendo así , sólo que mucho más ancho y largo (con entradas para su interior en la parte inferior, además de los hoyos xD), y sin esos pilares que tiene alrededor en el frente, únicamente a los lados. Quería describirlo, pero una imagen vale mejor y sirve como buena guía. Dentro vendría siendo un mar de habitaciones, enormes salones y pasillos oscuros~



Al mismo tiempo que ése Xavier conducía al General Socalo hasta el segundo piso del templo, bajo una de las tantas escaleras desgastadas que había allí dentro, y otro a la aliada del Conde hasta un destino desconocido aún, el que Illya seguía se dirigía hasta el extremo este en el interior, todavía en la planta baja, y flotaba con la misma velocidad que lo haría una procesión. La exorcista todavía tenía que obligarse a mirar hacia los pies del buscador, que estaban casi ocultos bajo su larga gabardina, para comprobar tantas veces como le era posible que en realidad si estaba levitando como un espectro y no eran alucinaciones suyas.

Todo a su alrededor eran muros, techos y suelos de piedra y barro, resquebrajados y agrietados, tanto, que cada vez la percepción de que aquello era cualquier cosa menos estable, se acentuaba con cada trozo de construcción que caía al suelo como una descarga de polvillo…

¡Achú!

…Que además le hacía estornudar.

¿Hasta dónde pensará llegar?, Illya seguía caminando a pocos pasos del buscador, que ni se molestaba en mirarla, y parecía más bien ignorarla. Luego de aquel estornudo, que vendría siendo el quinto desde que se inició la marcha, sacó un pañuelo de seda blanco de su bolsillo y se tapó con él la boca y la nariz, dejando visibles sus atentos ojos caramelo, que no se despegaban de la silueta de Xavier. Ya lo había perdido una vez, ahora no volvería a cometer aquella equivocación.

Cuando llegaron a un amplio salón, más oscuro que todos los pasillos penumbrosos juntos, en forma de rectángulo y con una entrada en un extremo, y una salida en el otro, el buscador detuvo su andar. Illya, que seguía caminando con la vista fija en los alrededores, no se dio cuenta sino varios segundos después, y pensó por una milésima de tiempo que iba a tropezar con el cuerpo de Xavier. Esperando el impacto cerró los ojos, perdiéndose el momento en que lo atravesó. No sintió nada, sólo un airecillo frío en el cuello, las mejillas y las costillas. Cuando los abrió, sin ver gran cosa gracias a la tensa oscuridad, lo notó. Una de sus manos rozaba el interior de aquella aparición, sin tocarla, sino pasando a través de ella. Le recordó por un momento los hologramas que había en la habitación de vigilancia de la Orden, y luego ahogó un gemido al por fin, darse por enterada de lo que había sucedido.

¿¡Fa-fa-fantasma!?

Una parte suya la regañó con fuerza en el interior de su mente, mientras su rostro seguía mostrando algo que iba más allá de la sorpresa y el susto. ¿Qué no era ella una aprendiz de lo sobrenatural? Vaya carácter el que tenía entonces.

Las voces, aquella sucesión de palabras musitadas a un mismo tiempo, volvieron a alzarse como un eco entre las paredes del salón. Tan oscuro como estaba, no era posible ver mucho, pero Illya ya sabía que nada había, salvo su presencia y la intangible silueta de Xavier, que era en realidad quién movía los labios para todos ellos. Se había vuelto hacia la exorcista, y sus penetrantes ojos se clavaban en ella como navajas, ardientes de odio y rabia.

Ninguno de ustedes podrá comprender lo que hay en mi interior, exorcista. No lo conseguirá aquel General, ni la mujer seguidora del Conde y mucho menos tú, una jovencita que apenas empieza a ser compatible con la Inocencia.

Ah genial, otro que me insulta llamándome debilucha, Illya apretó los puños y frunció el ceño. Más tarde se daría cuenta de la mención sobre "la mujer seguidora del Conde" y empezaría a dudar.

En el segundo piso, donde estaba Socalo, aquella silueta también le estaba diciendo lo mismo, tanto como a la aliada, y las tres bocas distanciadas, sincronizadas, musitaron al unísono la procesión que se escapó de sus labios como un huracán.

¿Pero qué más da, llegados hasta este punto? Mantienen durante siglos una guerra que solo sabe arrasar con la vida de los demás inocentes, y aún así, después de tanto tiempo, no hemos visto los frutos de una victoria o derrota por parte de los dos bandos. Es por eso que son el mal, exorcistas y Akumas por igual. Es por eso que, hemos decidido¿Hemos?ponerle un punto final a todo esto. Ya que no puede ser de la buena manera, ya que es imposible, pues entonces será por las malas. Tenemos el poder, y nos concede la decisión de dar el veredicto final —repentinamente se cortó, como si se ahogara, y luego agregó con un tono violento— ¡Xavier! ¡Déjanos hablar a nosotros también!, ¡Que el exorcista hable! No tienes ningún derecho a decidir como si fuéramos todos —luego su semblante se transformó en uno dolido, uno que mostraba aflicción y que parecía casi insólito en el rostro del buscador. De la misma forma fue la voz quejumbrosa que brotó de sus labios— Yo no lo soporto más, ¿es mucho pedir que acabe este sufrimiento? ¡Déjame en paz! —Volvía a ser Xavier— Ustedes no lo entienden. Podemos darle un final, podemos acabar con todo esto, podemos conseguir la paz absoluta. La mayoría estamos de acuerdo, y tendrán que seguirnos si es que quieren conseguir el descanso —un debate, una voz más autoritaria, pero también cansada. Cuando Illya supo que se dirigía a ella, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo completo. Desde el otro extremo del templo, también le hablaba a Socalo— Tienen que detenerlo, a él y a aquellos que le siguen. Son demasiados, y nos someten a su Gran Voluntad. Solo queremos la paz, exorcista. Todo fue mi culpa, por haber fallado aquella vez, pero no puedo hacer nada ahora al respecto. No soy más que otro juguete para ellos, la mejor herramienta, y por eso te pido a ti y a tu compañero que nos liberen de aquí...

La voz se apagó de golpe, y entonces la cara de Xavier se agitó de un lado a otro frenéticamente, como si estuviera sufriendo un ataque nervioso. Los ojos los tenía en blanco, y su boca se movía rápidamente, mientras murmuraba palabras ininteligibles. La exorcista recordó haber visto algo parecido en una iglesia, tiempo atrás, y entonces su mente redirigió el sentido y el significado a una sola palabra: posesión.

La sala, antes silenciosa, se llenó de un bullicio tremendo a continuación. Era como si estuvieran reunidas allí miles y miles de personas, y discutieran acaloradamente un asunto. Se fundían, hasta ser algo más que murmullos violentos, lastimeros y cortantes. Illya no pudo descifrar el sentido de la discusión, pero si pudo notar que entre tantas presencias, la mayoría parecía estar de acuerdo con uno de los puntos a debatir. Y esa mayoría eran los que sonaban como bestias iracundas, con cada golpe que asestaban en el tono de sus desgarradoras palabras. Pronto se impusieron por encima de las otras, y comenzaron a gritar al unísono desde los labios de Xavier, que ahora alzaba las manos hacia el techo y miraba arriba con una expresión escalofriantemente deslumbrada. La sonrisa le surcaba de oreja a oreja y deformaba sus facciones. Macabro.

¡Es el poder lo que nos pertenece! ¡Es el cambio lo que vamos a hacer!

»¡Eliminadlos, eliminadlos! ¡Matad a los exorcistas que están aquí y destruyamos a todos los Akumas que puedan acudir! ¡Destruid a cualquier aliado de Dios, y también a los del Conde! ¡Enterrémoslos a todos, porque ellos son el verdadero mal para la humanidad!


En una explosión de luz, el salón se alumbró. Lo potente de aquello hizo que Illya cerrara los ojos, temporalmente enceguecida. Una onda se expandió desde el lugar donde estaba la exorcista, tanto como en los otros dos sitios donde rondaba el fantasma de Xavier, y rodeó el templo entero, sus alrededores, pasando a través de todos los seres vivientes que había allí como un haz circular intangible, incluyendo a los Akumas.

Miles de imágenes empezaron a apoderarse de la mente de todos los alcanzados, como una visión involuntaria. Un recuerdo antiguo que pugnaba por salir y desvelarse.

Flash Back

Era una procesión de hombres vestidos de batas color crema, y sendos armatostes en la espalda los que seguían a un único clérigo de Dios caminando por el bosque desolado. Se miraban mutuamente con el terror en los ojos, y sus pasos los acercaban cada vez más hasta donde se hallaba el mismo templo que ahora pisaban los exorcistas y la aliada. En sus rostros estaba la desesperanza, sabían que nadie podría salvarlos ahora. Estaban solos. No podían llamar a sus “aliados” y el único capaz de defenderlos a duras penas era aquel hombre de expresión segura, pero ojos opacos. Además, estaba herido. No sabían si podría durar toda la batalla entera, hasta que se acabara aquel infierno. Lo dudaban, sabían que no era así. Morirían allí, sin haberlo pedido. Algunos rezaban en voz baja, mientras una manada de Akumas, un verdadero batallón se asomaba por encima de sus cabezas, observándolos, y apuntándolos con sus cañones.

¿Eran rehenes de aquellas bestias de poco intelecto? Entre el bando de los monstruos había uno que resaltaba, tanto como el exorcista entre el tumulto de buscadores. De forma sinuosa, silueta delgada y con armadura de guerrero medieval. Un nivel tres.

Los señalaba con su dedo y aseguraba de que ninguno saliera de la procesión.

Había desaliento entre los buscadores. Estaban a punto de ir a su ejecución. Todo por una hipótesis que todavía no estaba del todo clara, pero que los Akumas estaban dispuestos a creer y usarlos a ello para obtener el premio.

Sentían además una ira interna que les carcomía las entrañas, más que el miedo y la desesperación en sus almas. Él les había prometido que los protegería. La Orden no había sido capaz de cumplir su labor. Todo era mentira.

Por culpa de un ideal al que habían dado toda su fe ciegamente, ahora, morirían como chivos expiatorios.

La rabia tenía poder, y el exorcista presentía que ello lo conllevaría a una prisión, más letal que cualquiera sobre el mundo terrenal. Estaba en el aire, y en el hedor a odio que desprendían cada uno de sus seguidores.


Fin del Flash Back.


Cuando la luz se esfumó, Illya abrió los ojos aturdida. Fuera los Akumas estaban aún más desorientados, y todavía no mostraban indicios de hacer algo contra el templo. De todas formas, la exorcista sacó sus dos rifles y los sostuvo en ambas manos con firmeza, sólo para asegurarse.

Carnero/Virgine.

El verdadero Xavier no estaba aquí... se esconde en algún lado de este templo, estoy segura
, pensó mientras comenzaba a avanzar entre la nueva penumbra, entrecerrando los ojos, esperando poder adaptarse a la oscuridad pronto. Tragó saliva, y escuchó claramente el eco que produjo eso dentro de sus tímpanos.

Cada vez siento con más certeza que algo no anda bien en este sitio
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Mensaje por Invitado Vie Feb 26, 2010 8:24 am

Entre la oscuridad de la segunda planta, se podía escuchar las palabras del supuesto verdadero exorcista, el cual poco a poco parecía contradecirse el mismo, si eso se suma al conjunto de rarezas vistas a lo largo del día, todo indicaba que había algo fuera de lo normal en ese templo.

Camine guiado por la voz del charlatán, hasta llegar justo enfrente de ella. No parecía que mi figura le intimidase, algo que no resultaba ser normal. El misterioso tipo continuaba hablando de destruir tanto a aliados del vaticano como a aliados del conde, continuaba con su incesante charla, de la cual pude rescatar un par de cosas que me llamaron la atención, la primera era la mención de una aliada del conde en el edificio, la segunda era la división de opiniones que tenia con el mismo, como si fueran varias personas en un mismo cuerpo, algo que explicaría tanto los cambios en el tono de voz como las ideas de que hacer.

Harto de escuchar al tipo, extendí la mano izquierda hasta su cuello, pero la sorpresa fue que lejos de atraparle mi extremidad atravesó su cuerpo como si de aire se tratara.

-¿Qué eres realmente?- pregunte en mi mente.

Estaba claro que humano no, pero hacia unas horas le había visto corriendo como si de un humano se tratara. En ese instante comprendí que debía de tratarse de alguna ilusión o algún truco usado para despistar la atención del lugar en donde se encontraba el verdadero.

Aleje mi mano del cuerpo intangible del buscador, cuando una gran explosión de luz blanca me lleno los ojos. Por un momento perdí la vista debido a la claridad que había recibido, pero lo peor estaba por llegar. Varios recuerdos comenzaron a brotar en mi cabeza, acontecimientos de sucesos pasados en ese mismo templo. En ellos se podía apreciar claramente a varios buscadores junto a un exorcista y todos ellos eran emboscados por un batallón de akumas, al mismo tiempo se podían apreciar las distintas emociones de cada uno de los humanos allí presentes, mientras unos simplemente apoyaban la idea de morir por dios, la gran mayoría maldecía por haber sido enviados a ese lugar, no querían recibir la muerte que iban a tener, solo querían volver y vengarse de aquellos que les habían mandado a morir por el simple hecho de un fenómeno que no dejaba muy claro si allí habría inocencia alguna.

El flujo de imágenes se corto antes de que pudiera descubrir lo que paso en el enfrentamiento, pero verdaderamente era algo bastante lógico. Con la información facilitada por la vieja del hotel y lo visto en ese recuerdo, todo lo que faltaba era juntar las piezas. Seguramente todos aquellos humanos murieron por el ataque, después por algún motivo la inocencia se apodero del llamado Xavier, dando lugar a los sucesos que nos envolvían en el día hoy.

Cuando los ojos se adaptaron nuevamente a la oscuridad del segundo piso, pude ver como el tipo ya no estaba frente a mí, se había desvanecido con la ráfaga de luz blanca. Por más que tratara de buscarlo no lograba dar con él, lo único que me quedaba era ir tras su rastro a lo largo del laberintico templo.

Salí del cuarto en el que me encontraba con la ayuda de la tenue luz que desplegaba mi inocencia, para llegar a otra sala mucho más grande y que estaba adornada por varias estatuas de gran altura, todas ellas referentes a ídolos mayas. Un rayo de luz entraba por un nuevo agujero abierto en una de las paredes, lo que me permitió ver como esa sala tenía tres puertas posibles para atravesar, una en el lado opuesto a la que acababa de atravesar para entrar y las otras dos en la pared de la derecha, cada una separada por varios metros de distancia.

Finalmente me dirigí hacia la que se encontraba más alejada y solitaria, pero antes de poder llegar hasta ella, un nuevo conjunto de voces surgieron a mi alrededor, de las múltiples plegarias que decían, solo pude reconocer cuatro frases, la cuales solo confirmaban las múltiples personalidades del extraño tipo.

-Debes evitarlo-

-Detenlo-

-Callaos, el nunca podrá-

-Su destino es morir aquí junto a las otras dos-

-¡Callaos!- dije dando un corte en el aire, -esto ya me está causando dolor de cabeza, cuando le coja le daré su merecido- dije con rabia.


-No sois rivales para mi-

Una voz surgió detrás mía, al girarme pude ver una nueva figura de Xavier la cual tome como si se tratase de otra ilusión, pero estaba totalmente equivocado. Una onda verdosa salió de la palma de la mano del tipo, la cual impacto sobre mí lanzándome contra la pared que había a mis espaldas, atravesándola para caer en un amplio pasaje. Alce la vista para comprobar que el maldito cobarde que me acababa de atacar ya no se encontraba en esa sala ¿acaso se proponía a atacar a los tres por separado? Realmente algo no debía de estar bien en su cabeza.
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Mensaje por Invitado Vie Feb 26, 2010 10:43 am

Había sido sin duda una mala idea desactivar la materia ascua dejando que la oscuridad volviera a predominar en la estancia, por varios minutos me dediqué a seguir al buscador por pasillos y habitaciones, tenía la impresión que buscaba alejarme del salón en el que antes me encontraba, intuía que seguía aún en el primer piso, pues no había descendido ni subido por ninguna pendiente o escaleras que pudieran existir en aquella edificación.

Cuando tomé la decisión de dejar de seguirle, el hombre fantasmagórico se puso a hablar, a discutir consigo mismo, las palabras que profería eran citadas con diferentes tonos, incluso parecían voces diferentes. ¿Cuántas almas podían estar atadas dentro de un solo cuerpo? ¿Eran solo los buscadores y exorcistas, también los akumas y aquel aliado del cual Naamah había hablado?

Las voces se acallaron repentinamente, el ser que tenía flotando frente a mí parecía haberse quedado en blanco, ni una mueca, ni una sola respiración… ¿Me estaría omitiendo información? Estaba claro que la invitación era más para los exorcistas que para mi, yo solo era un extra que no parecía merecer la suficiente atención por parte del buscador. Alargué la mano, sorprendiéndome al atravesar aquel cuerpo, eso confirmó todas las dudas acerca de posibles ilusiones creadas por el buscador, nos estaba separando a los tres, mientras el real se refugiaba, le había visto sangrar en la plaza, no le quedaba mucho tiempo, por eso… tenía que apresurarse.

-¿El señor está hablando con los exorcistas? –Pregunté, sopesando la idea de activar la materia oscura para observar mejor el gran salón en el que nos habíamos detenido, podía vislumbrar con algo de dificultad unos pilares a unos centímetros de la pared, creando una hilera principal, y por los trozos de piedra colorada que estábamos pisando, podía existir la remota idea de que el piso hubiera sido decorado antes por una especie de mosaico.

El sonido agónico que salió de la garganta del hombre me hizo fijar mi vista en él, ahora parecía estar sufriendo algo parecido a un colapso nervioso, su rostro se contorsionaba realizando grotescas muecas que podrían no haber asustado solo a un par de niños, abrió la boca, y diferentes voces salieron de ella, susurrando y gritando frases que morían ahogadas por otros alaridos recién salidos del buscador. Era imposible descifrar lo que decían, parecían estar discutiendo entre ellas sobre aquel veredicto final, parecieron imponerse sobre el resto, y unidas alzaron un rezo al cielo, clamando por la destrucción de todos los que había en el templo.

Está aquí, sal.

No sobrevivirás.

Estás muerta


La explosión que surgió luego del clamor de las voces que provenían de los seguidos de aquel llamado Xavier, me encegueció por completo, por alguna razón la idea de estar expuesta a algo hizo que pusiera la materia oscura frente a mi usándolo como escudo, aquellas voces empezaban a desquiciarme. Cerré los ojos con fuerza debido a que la luz parecía hacerse más intensa, y para mi sorpresa algo nos golpeó, tanto a la sombrilla como a mí, caí al suelo con todo el cuerpo adolorido, a la vez que miles de imágenes se colaban en mi mente, haciéndolas propias.

Por alguna razón aquella visión me hizo sentir algo de lástima por el exorcista, sabía como terminaba la historia, porque Naamah la había explicado a grandes rasgos. Creí que por un momento podía comprender los sentimientos del exorcista al saber que había llevado a sus compañeros a una muerte segura, y de la culpa que sentiría eternamente por sacrificarles por algo que quizás no se encontraba ahí. Era una guerra, lo que había hecho el exorcista era una maniobra aceptable, quizás cruel… ¿Pero no hubieran muerto todos por igual? Lo más razonable era haberse llevado a los akumas y a mi compañero a esa muerte inevitable. No había victoria, ni gloria en nuestra empresa, solo sacrificio y muerte.

Abrí los ojos con lentitud, al parecer había sido atacada por el Xavier real durante la conmoción producida por esa luz cegadora, sentía en mi boca el sabor de la sangre, sin contar con el agudo dolor que provenía de mi brazo derecho, con el que había sujetado la materia oscura, la cual parecía haber cauterizado la herida del hombro. Chasqueé la lengua con molestia, me había roto la manga del vestido, debía verme tremendamente vulgar.

-No tenéis oportunidad contra mí. –Soltó la figura vaporosa del buscador, al parecer, el verdadero había desaparecido, con tremenda rapidez o quizás no, había estado durante varios minutos tendida en el suelo.

-No me dais lástima. –Dije en un susurro. –Me producís una intensa molestia, hipócritas mal nacidos. Nadie os obligó a tomar este camino, al menos a nosotros los aliados y buscadores. Desde el principio somos conscientes de que en esta batalla eterna de poderes moriremos en cualquier momento. Es de cobardes ahogar el miedo culpando a una sola persona, la cual quizás no quería ni ser elegida por un supuesto poder venido de Dios. –Solté mientras tomaba la sombrilla con mi ensangrentada mano derecha y me ponía en pie, alejándome de la figura de Xavier. –No hay nada más rastrero que permitir que solo una persona cargue con la culpa de todos. Y quizás nos matéis a nosotros… pero vendrán más, y ya no podrás hacer nada contra ellos. Por que lo que tiene una guerra eterna, es que siempre aparecen más candidatos para sustituirnos. -Concluí, mientras me decidía a avanzar en medio de la oscuridad del templo, tenuemente iluminado por las chispas de la materia oscura. Solo tenía que llegar a las entrañas del templo, donde todo había comenzado para la legión que poseía ahora al buscador.
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Mensaje por Invitado Vie Feb 26, 2010 10:04 pm

Tenía la garganta seca y la respiración agitada. Cuando detuvo su carrera, sosteniéndose sobre el filo del muro de una esquina, lo notó, y sintió algo parecido a la rabia instintiva hacia la oscuridad, y también, a la humedad que se mantenía perenne en el ambiente, como un olor rancio a viejo, a erosión.

Había corrido a través de los pasajes, dejando abandonada la sala oscura y rectangular en donde había recibido las palabras de Xavier, justamente por él. O al menos algo que pudo haber sido él, y ahora Illya no podría comprobar por sí misma. Se trataba de una sombra que le pasó de largo repentinamente (y asustó, otra de las tantas cosas inesperadas que le hacían saltar el corazón violentamente durante el día), y siguió rauda en línea recta sin siquiera detenerse. Por instinto le había seguido, y cuando por un instante pensó que la había notado, que sabía de su presencia, aquella silueta se lo constató acelerando la marcha, obligándole a trotar y seguidamente, a correr como lo haría un atleta en inmensa pista de prueba. Al final lo desconocido se le escapó de las manos, y no era que estuviese en ellas desde el inicio.

Fantástico —bufó mientras jadeaba intentado recuperar el aliento y se dejaba caer, deslizándose por el muro hasta quedar sentada en el suelo— No entiendo nada Oh bueno, casi naday encima juegan conmigo y me burlan. Me encanta el sensacional día que estoy teniendo hoy —agregó con un tonillo alegremente sarcástico.

Luego cuando quedó en silencio, su mente empezó a cavilar muda, el montón de sucesos por los que había pasado. Necesitaba asimilarlo todo con calma.

Pero esto es serio. Algo malo sucederá pronto si no detenemos a Xavier ahora mismo…

Si su objetivo es destruirnos a nosotros y a todos los Akumas que pueda, entonces atraerá un verdadero batallón hasta acá —musitó al aire, mirando la nada con concentración mientras reflexionaba sus propias palabras. Abrió los ojos como enormes lunas acarameladas cuando supo entonces el verdadero sentido de ello— Si un ataque se inicia en el templo, no sólo nosotros (porque estoy segura de que Sócalo está aquí, sí señor) quedaremos expuestos a quedar enterrados en medio de éste templo, sino que también los ciudadanos de la capital peligrarían, con tantos Akumas merodeando por allí.

¡Y la distancia entre éste sitio y el Distrito Federal es relativamente corta!

Casi impulsada como por un resorte se irguió, todavía con una mueca de impresión en el rostro. Apretaba inconscientemente con fuerza sus rifles, todavía activados, haciendo temblequear débilmente la cadena que los unía, flácida, suspendida en el aire ahora. Luego su expresión se volvió más seria y decidida. Semejaba la imagen de la bella Artemisa en plena cacería.

No hay tiempo para descansar. Xavier debe aparecer ya —se dijo a sí misma con un tono estricto.

Entonces impelida por aquella renovada fuerza que le proporcionaba sus probabilidades, volvió a la carrera, sin importarle la boca que ahora le ardía por la sequedad. No veía nada realmente definido, pero sí distinguía las siluetas de los muros, y por ende sabía cuándo y en qué dirección cruzar para evitar estrellarse. A su frente, la inmensidad oscura era la misma.

¡Auch!

Fue por eso que no notó la presencia de Elaine hasta que se tropezó de lleno con ella con una fuerza que hizo que la propia Illya cayera al suelo de espaldas (la luz de la sombrilla la había deslumbrado, del modo más literal posible). Aterrizó sentada, con las manos apoyadas en el suelo, gracias a un acto reflejo eficiente. Albtraum se estrelló contra el piso también, con un fuerte estruendo seco.

Scheissen! ¿Pero qué pasó aquí? —exclamó mientras se levantaba. Con una mano llegó a sobarse el lado más afectado por la caída, y su rostro, ennegrecido por las penumbras, mostraba dolor. Instintivamente acercó su arma anti-Akuma con la palma libre.

Cuando se percató de que una presencia humana estaba allí, con ella, se puso de pie inmediatamente, tal como instantes atrás y se le acercó sin siquiera pensarlo. Al darse cuenta del vulgar improperio que había lanzado en frente de otra persona, se sonrojó hasta que las orejas las sintió hirviendo, y sus mejillas, tan rojas como el granate.

Muy bonito tu repertorio de palabras, Illyana, se regañó, todavía abochornada.

¿Está bien?, ¿se ha hecho daño? —preguntó. Su rostro no podía mostrarlo, pero el tono en sus palabras era decididamente preocupado. Y cómo no.

¿Qué hace una persona en éste sitio tan peligroso?

Lo siento mucho.

¿Y esa sombrilla luminosa, qué es?

Al mirarla, simultáneamente se escuchó el primer estallido de energía afuera. Una onda verde arrasó con el primer grupillo de Akumas, borrándolos del mapa. Se elevó como un eco entonces el chirrido del metal desintegrándose, semejante quizá, al dolor que podrían haber sentido todas las máquinas cuando el poder les azotó sin avisar.

Ya es tarde. Es la hora. Todo terminará a partir de ahora.

La voz de Xavier revoloteó por todo el templo, sin dejar alguna pista de su verdadero paradero. Illya comprendió que la destrucción iba a ser de igual a igual. Ellos y los Akumas acabarían pereciendo, o eso pensaba lograr el buscador y sus seguidores. Algunas de las máquinas empezaron a retroceder, temiendo por sus vidas.

La estructura tembló pasado la descarga de energía, y la exorcista se tambaleó mientras migajas del techo descendían como pequeñas piedrillas y nubes de polvo. Se escuchó el chasquido de grietas remarcarse entre las rocas.
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Mensaje por Invitado Sáb Feb 27, 2010 10:32 pm

-¡Maldita rata rastreara y cobarde!- grite mientras me levantaba de entre los escombros.

El maldito tipejo se había atrevido a lanzarme un ataque cuando estaba desprevenido, algo de lo que me cobraría mi venganza. Volví a entrar en la sala de las tres puertas, pero tal y como me había parecido en un principio, el sujeto ya no se encontraba allí. Estaba claro que se había marchado a otro lugar en donde poder continuar con su plan, pero haría que se arrepintiera por el ataque lanzado.

Tenía algunas contusiones provocadas por el choque contra la pared, pero en si la onda verdosa que me había lanzado, fue bloqueada por mi espada dorada, lo que amortiguo el impacto.

-Ya es tarde. Es la hora. Todo terminará a partir de ahora- dijo una voz después de que se escuchara una fuerte explosión en el exterior.

Estaba claro que la fiesta había comenzado, por lo que era hora de llegar hasta el tipo y dar comienzo con nuestro enfrentamiento, sin olvidarme de la gran cantidad de akumas que aun permanecía a la espera de tomar una decisión.

El templo comenzó a agitarse, del techo se desprendían varios fragmentos de roca a la vez que una gran cantidad de polvo. El edificio no aguantaría demasiado, por lo que era hora de buscar con más rapidez. Antes de que pudiera moverme, una nueva onda fue lanzada desde el templo hacia los akumas, lo que hizo que otra cantidad gran cantidad de maquinas acabara convertida en polvo.

Rápidamente me dirigí hacia el hueco que había en una de las paredes de la sala, el cual daba directamente hacia el exterior. Asome la cabeza para dirigirla mirada hacia el cielo y ver como los restos de los akumas eran esparcidos a lo largo del bosque. También pude localizar una luz en lo alto del templo, un resplandor que salía desde la parte más alta, lo que me decía que el buscador con complejo de exorcista se encontraba allí arriba.

-Morir malditos seres, morir con el mismo dolor que sufrimos nosotros, pero tranquilos que pronto os acompañaran tres insignificantes humanos- decía la voz de Xavier entre risas.

-Encima se atreve a insultarme, esto es el colmo ahora sí que me ha cabreado- dije apretando los puños.

Saque la mitad del cuerpo por el agujero, después di un pequeño salto hasta lo que parecía ser una escultura de algún tipo de animal. En el momento en el que mis pies tocaron la escultura, di otro salto de forma casi inmediata, pero en esta ocasión de forma vertical y para alcanzar una gran altitud. Fue cuestión de un par de segundos lo que me llevo llegar hasta la parte más alta de la antigua construcción en donde se podía ver que se encontraba el que se hacía llamar verdadero exorcista.

La expresión de su rostro pasó de ser alegre y cruel, para pasar a ser molesta ante mi presencia. Al mismo tiempo el batallón de akumas se decidió a mover ficha y comenzaron un ataque contra todo el templo y en especial a la parte en la que nos encontrábamos.

Las maquinas de distintos niveles, se lanzaron a un ataque sin máximo, con la esperanza de acabar con todos los exorcistas que allí se encontraban, después de todo habían visto el poder de uno de ellos en acción y había conseguido acabar con gran parte de ellos en poco tiempo. Mientras yo aproveche la confusión y el fuego cruzado para dar un nuevo salto vertical al mismo tiempo que hacia girar mi arma.

-Te voy a dejar una cosa clara estúpido, nadie me ataca y vive para contarlo- dije mostrando mis afilados dientes.

El templo que había estado temblado desde la segunda onda lanzado por Xavier, ahora se derrumbaba parte por parte. Los incesantes ataques por parte de los akumas y las continuas ondas que el extraño hombre lanzaba para acabar con sus rivales, hacia que la estructura no aguantase por mucho más tiempo, y estaba claro que no aguantaría con lo que tenía pensado hacer.

Cuando alcance suficiente altitud, lance mi arma contra el techo del templo, a poca distancia del tipo vestido de buscador. En ese instante una fuerte explosión envolvió toda la construcción, haciendo que esta se derrumbara como si de un castillo de naipes se tratara. Los akumas cercanos a la zona de impacto fueron destruidos por la onda expansiva, mientras que el tipo fue lanzado por la misma fuerza a varios metros de distancia, perdiéndose entre los escombros que caían al suelo.

Mientras caía, aproveche que un nivel 3 pasaba por allí, para caer sobre su espalda y utilizarlo para saltar hacia donde se encontraba mi arma flotando por el cielo. Una vez que mi espada mandoble estuvo entre mis manos, utilice varios de los akumas allí presentes para aterrizar sobre la copa de uno de los arboles. Dese esa posición podía observar con mayor detalle la inmensa marea de polvo y humo que se elevaba con la caída de lo que hasta hacia varios minutos era un enorme templo.
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Mensaje por Invitado Dom Feb 28, 2010 9:49 pm

Por alguna razón había decidido guiar mis pasos hacia el pasillo central por el cual había estado paseándome al principio, con suerte, y si mi intuición no fallaba aquel cúmulo de espíritus podridos estarían en lo más alto de la edificación, la respuesta era aparentemente sencilla, la primera explosión de energía esmeralda que me había atraído hasta el lugar, venía precisamente del lugar más alto por lo tanto, él se encontraba ahí.

Debía admitir que el dolor que entumecía mi brazo derecho, había provocado que mis sentidos se vieran mellados, quizás por eso no fui capaz reaccionar a tiempo cuando vi la silueta de la joven exorcista de ondulados cabellos, caí sentada al suelo, intentando amortiguar mi descenso con la mano izquierda.

-Cielos… -Murmuré, mientras me llevaba el brazo herido contra el pecho aun sin soltar la materia oscura, con la tierra y la gravilla que iba cayendo de tanto en cuando de las paredes semi-derruidas del templo parecía que estaba empezando a infectarse.

La chica se acercó a mí, hablándome en un tono preocupado que me hizo sentirme extrañamente mal, lo poco que había podido observar de ella en aquella plazoleta cuando fueron atacados por los akuma, me había hecho pensar que tenía algo especial, quizás porque por muy extraño que pudiera parecerme en el tiempo que nos había tocado vivir, tenía un alma pura, quizás incluso demasiado para su propio bienestar…

-No te disculpes. He sido yo quien se ha interpuesto en tu trayectoria. –Repuse, poniéndome en pie con algo de dificultad, ayudándome con el brazo sano. Las chispas de la sombrilla no eran suficientes como para iluminar por completo nuestros rostros, lo cual agradecía porque en aquel momento podía adivinar que mi expresión había mutado a la de mi eterna sonrisa inocente, más bien podía denotar un gesto decaído por mi parte… ¿Me sentía culpable? ¿O preocupada por si aquel tipo… conseguía no solo matarme a mi, si no a ella también?

-Ya es tarde. Es la hora. Todo terminará a partir de ahora.

La voz del buscador absorbió las siguientes palabras que pronuncié, silenciosas y débiles, la onda de color verde esperanza engulló seguramente a los akumas que estaban más próximos al templo, al igual que provocó que los cimientos de la gran construcción se estremecieran, amenazando con caer sobre ambas. Pero las sacudidas no se detuvieron, producidas por los reiterados ataques tanto de akumas como del falso exorcista, haciendo que la posibilidad de morir aplastadas se hacía cada vez, más probable.

Ladeé la cabeza, observando el lugar, nos encontrábamos bajo un arco de piedra si la memoria no me fallaba, el lugar por el cual había entrado al templo aún se encontraba lejos de nosotras, con semejantes sacudidas no lograríamos llegar sin que algo se cayera sobre nosotras, hiriéndonos o matándonos.

Observé a la exorcista, con expresión de profunda preocupación. Pff… Estaba segura que la exorcista ya habría caído en que era una aliada del conde, nadie en su sano juicio, siendo un civil, se adentraría en un templo de dudosa estabilidad e iría corriendo por sus intrincados pasillos empuñando una sombrilla que soltaba chispas en la mano a modo de lucero. El orgullo que creía perdido me impedía decirle a la exorcista que no tenía ninguna intención de atacarla, por si pensaba que lo decía por estar herida, tampoco quería explicar el por qué a ella no quería hacerle daño.

Suspiré, alargando mi brazo izquierdo buscando la mano con la que la exorcista no sujetaba su imponente inocencia, y la apreté sin mucha energía, solo para cerciorarme de que no la dejaba atrás o que seguía ahí, la decisión que acaba de tomar me hacía sentirme estúpidamente abrumada… ¿Qué diría Cheshire si me viera ahora?... Seguramente se reiría.

-Gud, I dag… du vinder.* –Murmuré, sintiendo como el corazón empezaba a latir más rápido, del mismo modo que la materia oscura empezaba a concentrarse, era consciente de lo mal que me sentía después de usar de manera masiva ese poder, pero la ocasión lo ameritaba. Mi concentración era la máxima que podía permitir, la suficiente como para poder ignorar los trozos de roca que caían cerca de nosotras, hasta que sentí como la materia oscura imploraba por ser liberada. Tomé con fuerza el mango de la sombrilla, sintiendo como el brazo se resentía por la presión ejercida, y apunte hacia la pared más próxima a nosotras.

–¡Projektil! –Dije casi gritándole a la sombrilla cuyo color carmesí brillaba con más intensidad que nunca, la acción fue inmediata, un poderoso rayo salió disparado del objeto embistiendo la pared a la cual había apuntado, atravesándola con aparente facilidad, dejando que la tenue luz del exterior bañara aquella zona del casi destruido templo, ofreciéndonos una salida. –¡Corre! –Exclamé, obedeciendo mis propias palabras, sin ser consciente de que seguía sujetando la mano de la muchacha, la cual solté en el momento en que saltaba por el agujero antes de que el templo quedara reducido a roca y polvo.

Sentí tocar el suelo, sin ser capaz de abrir los ojos de nuevo, estaba cansada, no sentía mi brazo derecho (¿Habría soltado la sombrilla?), solo esperaba que mi humillante acto humanitario hubiera servido para algo.

-Lort*

Traducción (danés-español):
*= Dios, hoy ganas tú.
*=Mierda (XD)*
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Mensaje por Invitado Dom Feb 28, 2010 11:31 pm

Era uno de esos momentos en donde todo sucedía de una manera increíble e injustamente rápida.

Apenas había tenido tiempo de escuchar la respuesta de la mujer, cuando entonces las cosas empezaron a degenerarse rápidamente del modo más literal posible. Luego de que temblara tan fuerte, segundos atrás, volvió a suceder lo mismo sólo que durante más tiempo, seguido de estruendos y disparos venidos desde cualquier dirección. Illya supo entonces que los Akuma habían abierto fuego, obligando a Xavier a defenderse. El propio choque de los ataques con el poder del buscador maldito afectaba enormemente la estructura. Entonces sin previo aviso todo empezó a desmoronarse lenta pero amenazadoramente en pedazos.

Cuando la señorita a su frente la miró con cierto gesto preocupado, Illya estaba mirando hacia arriba, casi hipnotizada por el temblor bajo sus pies, y las rocas resquebrajándose desde todos los lados donde podían estar. Fue por eso que se sorprendió al verse tomada por la mano de la otra mujer, y ya más adelante, reaccionó, preguntándose a qué venía aquel extraño y repentino gesto.

Un momento como aquel, le recordó la sensación claustrofóbica que solía sentir de pequeña en ciertos momentos de su no tan feliz infancia. Recordó que sufría ese trauma, y ahora, viendo que todo se encogía y derrumbaba más de la cuenta mientras ella se hallaba ahí, de pie, junto a Elaine, comenzó ello a martillearle las sienes y cortarle la respiración en seco.

Vamos, vamos, no es momento para bloquearse Illya, haz algo. Empero, consciente de ello, lo más que podía hacer era quedarse allí de pie, mientras se sentía ridículamente pequeña y asustada. El temblor que la sacudía desde la cabeza hasta abajo no ayudaba, sino que empeoraba la sensación. Tuvo náuseas y un desagradable glogloteo en el estómago. Algo en su interior también descendía lentamente.

Sin embargo se vio salvada… por algo que a su frente, pareció casi surrealista, y sólo casi, porque a esas alturas sentía que el mundo era capaz de mostrarle cualquier cosa.

Aquella joven que le acompañaba, acababa de hacer un hueco en la erosionada pared que tenían al frente con su sombrilla. Una especie de rayo impactó contra la recta superficie y la agrietó hasta que el sol del exterior asomó. Illya abrió los ojos de par en par, con la boca levemente entreabierta de la impresión.

Ella la soltó mientras le gritaba que corriera. Todas las terminaciones de la exorcista hicieron entonces por fin conexión y coincidieron en ello…

¡Muévete, corre!

…de modo que lo hizo.

Luego de dar tal salto olímpico, aterrizó de pie, a pocos metros de distancia de la joven de cabellos rubios.

Sin embargo, como de costumbre, lo especial siempre salía a relucir en los momentos menos esperados. Al mismo tiempo en que tocó tierra, una luz blanca le invadió su mente. Illya sintió la misma sensación de verse abducida por un túnel, como instantes atrás ante el discurso de Xavier. Una visión. Otra muestra de esos recuerdos extraños.

¿Lo estarían viendo todos en ese momento también?


Flash Back

Era el mismo mes, el mismo año, y la misma estación en la que se encontraban ahora todos. El templo maya estaba en pie. No había ni una sola alma por los caminos que conducían hasta allá. El silencio se mezclaba con el alarido débil del aire que azotaba ligeramente las ramas de los árboles, haciendo que sus hojas chocasen y silbaran. El canto de una cigarra se escuchó en algún lugar de la inmensidad verde.

De pronto del interior del templo salen tres hombres corriendo despavoridos. Por sus atuendos es probable que se tratara de exploradores de paso. Sus rostros deformados por el miedo no dan cabida a lo que acaban de observar. Un monstruo.

El Akuma sale por la misma abertura que ellos y los apunta, pero antes de lograr siquiera disparar la primera bala, es exterminado por una onda verde que surge tras él.

El trío se detiene al escuchar la explosión y se giran hasta allá, temiendo aún. Sorpresa es la que muestran sus rostros entonces cuando ven la silueta de un hombre harapiento salir de entre las sombras con un cristal verde en la palma de su mano dibujada en un pentáculo.

Es Xavier. Ha despertado después del largo letargo en que se había visto sumido por la voluntad molesta del exorcista. Junto con él, de una en una, las otras voces empiezan a despertar también. Se escucha la algarabía que tiene la multitud, mezclada con rugidos de triunfo desgarradores.

Son pocas las entidades que parecen disgustadas, decepcionadas. El descanso eterno era solo una ilusión.

Guiado por el instinto mortal y el odio letal hacia toda creación, Xavier apunta con su palma a los tres hombres y los borra del mapa con una sonrisa diabólica marcada en sus labios. Regocijante maldad.

No sabe entonces que esa acción comenzaría a degenerar su cuerpo tras haber despertado no sólo él, sino también la conciencia de la Inocencia.


Fin del Flash Back


Illya sintió que todo regresaba a ser lo mismo de antes. El panorama de lo que había fuera del templo ahora derrumbado la saluda con inquietante silencio. Parece que los Akuma también lo vieron, pero al darse cuenta de que todo había terminado, volvieron a disparar sin sentido en todas las direcciones, buscando al Verdadero Exorcista.

La jovencita volteó a mirar a la mujer, teniendo ciertas sospechas acerca de su motivo por estar allí. De todas formas se le acercó e hizo una reverencia llena de gratitud.

Gracias por haberme salvado —musitó sonriendo levemente, todavía desconfiada— ¿Quién es usted?

Pero antes de que Elaine respondiera siquiera, Xavier surgió de entre algunos escombros. Lucía intacto, a pesar de haber sido enterrado tras el derrumbe. Con cierta repugnancia en su mirada hacia todos los presentes, volvió a descargar otra onda verdosa contra los Akumas, en la misma dirección donde estaba Socalo.

Fue en ese momento cuando vio a Illya, y posteriormente, a la danesa. No fue una mirada fugaz, ni amenazante, sino la clase de miradas que le da uno a una página para después saber cómo volver a ella. Eso le produjo un escalofrío a la joven exorcista.

Desaparecer. Es hora de que desaparezcan.

Dicho esto juntó ambas manos en torno a la Inocencia forzada y de ella salió una inmensa explosión de poder que amenazó con devorarlos a todos dentro. Los primeros en volverse nada fueron los Akumas.






¡¿Qu-qué demonios fue eso?!

Rápidamente Antonio acudió a mirar por una de las ventanas de su negocio en dirección al templo maya, o bueno, a lo que quedaba ahora de él. Con los ojos abiertos por la sorpresa, contempló como un resplandor verdoso se ensanchaba como una cúpula en todo aquel vasto terreno y lo envolvía como una enorme y abierta boca.

Lucía dio un último sorbo a su taza de té en ese momento. Cuando dejó el recipiente de porcelana sobre la mesa, su mirada estaba seria y concentrada.

Xavier ya no quiere contenerse más.
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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo] - Página 3 Empty Re: Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

Mensaje por Invitado Mar Mar 02, 2010 2:19 pm

El humo no tardo en disiparse, lo que conllevaba a que la visibilidad volviera a ser tan clara como antes del derrumbe. Pude comprobar como de entre los restos no había rastro alguno del que se hacía llamar verdadero exorcista, pero si pude visualizar a la pequeña exorcista junto a otra chica que no había visto hasta ese momento. Decidí no molestarme en averiguar el estado en el que estaban y fijarme en la gran cantidad de akumas que aun me rodeaba.

Dos niveles 3 se dieron cuenta de mi localización sobre la copa de uno de los altos arboles y se abalanzaron sobre mí, a lo que yo les respondí decapitando a ambos, tras lo que me lance hacia las otras maquinas que merodeaban por allí. Fui saltando de objetivo en objetivo, despedazando a cuanto akuma se cruzaba en mi camino, mientras estos trataban de defenderse de mis abrumadores ataques.

Los restos de los cuerpos mutilados de los distintos tipos de akumas caían al suelo, dejando un reguero de muerte a mi paso. Su sangre venenosa brotaba a grandes cantidades de sus cuerpos haciendo que mi traje quedara manchado por ella, algo que realmente no me importaba. Las ganas por matar se apoderaron de mi convirtiéndome en un ser deseoso de muerte y destrucción.

Por desgracia la alegría que estaba sintiendo ante aquella masacre duro poco ya que una vez más fui envuelto por una luz blanca, la cual volvió a transmitir nuevos recuerdos. En esta ocasión el tipo no nos mostraba como fueron acorralados para luego morir, esta vez mostro como acababa con la vida de tres humanos sin sentir ningún tipo de arrepentimiento.

En el momento en el que los recuerdos me invadieron, me encontraba sobre uno de los niveles 1 que aun seguían con vida, pero una vez recupere el control de mi mente, volví a saltar sobre la copa de uno de los arboles. Una vez allí me gire hacia el lugar en donde se encontraban las dos chicas, en ese instante pude ver como Xavier también está cerca de allí sin ningún rasguño en su cuerpo pese al aplastamiento que abría sufrido.

-Tsk, maldito, seguro que se protegió con su inocencia- dije molesto.

En ese momento una onda verdosa fue lanzada hacia mi dirección, lo que me obligaba a dar un gran salto vertical para poder esquivarla casi por los pelos. Mientras me elevaba en el cielo podía escuchar como los akumas explotaban bajo mis pies, seguramente debido al ataque lanzado por el fastidioso hombre.

Pese a haberme escapado del primer ataque, no pude evadir la explosión que vino después. Los akumas se habían dirigido nuevamente hacia donde estaba el tipo con las ropas de buscador, sin embargo lo que encontraron fue un ataque que resultaba casi imposible de evitar.

Una gran explosión creada por la inocencia barrió tanto las ruinas del templo como los alrededores. Fue una luz tan blanca que te hacía perder la vista debido a la claridad que desprendía. Los trozos de rocas eran levantados del suelo sin importar el tamaño, de igual modo la primera fila de arboles era arrancada y lanzada por los aires. Los akumas explotaban sin importar el rango por el que estaban compuestos.

-Sera hijo de….-

Fueron las únicas palabras que me dieron tiempo a decir antes de que la onda me alcanzara a mi también. Coloque mi inocencia delante mía a modo que me sirviera de escudo, pero el poder que llevaba esa explosión era tal que fui lanzado sin poder hacer nada al respecto. Durante varios segundos perdí totalmente la orientación, solo podía ver como pasaba entre los arboles sin que pudiera detenerme. Trataba de frenar mi avance utilizando mi espada a modo de ancla, pero lo único que conseguía era que esta cortara todo lo que tocaba, después de todo era lógico ya que no me encontraba en un lugar en donde hubiera algo resistente.

Finalmente fui detenido cuando mi cuerpo cayó al suelo. Fui rodando hasta chocar mi espalda contra uno de los arboles. Allí me encontraba, en medio del bosque, con numerosas contusiones y cortes alrededor del cuerpo, con la mirada dirigida hacia el cielo y con una sola idea en la mente, venganza.


Última edición por Metron el Miér Mar 03, 2010 11:27 am, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Mar Mar 02, 2010 10:37 pm

No había logrado levantarme aún del suelo cuando otro flash de imágenes volvía a apartarme temporalmente de la realidad, sin duda algo peligroso, aquella cosa podía atacarnos en cualquier momento, dudaba que hubiera muerto aplastado por el derrumbamiento. Lo que mostraba ahora aquel recuerdo, era el momento en que el nuevo Xavier había resurgido de lo que había tenido que ser supuestamente, una muerte segura.

Abrí lentamente los ojos, observando el cielo que se cernía sobre mí, sobre todos los que nos encontrábamos ahí, sentía mi cuerpo entumecido, y me recordé que para la próxima vez intentara llevar al menos ropa que me diera una mejor movilidad. Al girar levemente la cabeza, pude vislumbrar mi sombrilla, a unos pocos centímetros de mí, intenté mover el brazo derecho, pero este no hizo ni ademán de responder.

-Excelente. –Susurré con ironía, mientras daba una vuelta sobre mí por el suelo, para así encontrar un punto de apoyo que me ayudara a ponerme en pie, sin tener que usar el maldito brazo herido, luego de lograr enderezarme tome la sombrilla con la mano izquierda, mientras que intentaba mantener el brazo derecho agarrado de mi cintura para que no me estorbara.

En el momento en que la chica exorcista se acercaba a mí, me percaté con cierta molestia que una parte de mi se aliviaba al verla viva, aún. Que el otro exorcista, el de dorada armadura subido a la copa de un árbol, decidí ignorarle, y prestar atención a las palabras de la chica, la cual ahora a pesar de que me estuviera dando las gracias, podía notarse el aire desconfiado que tenía hacia mi… era natural, y tampoco iba a pedir un trato diferente.

-Soy… -Corté la oración cuando el ruido de cascotes removiéndose absorbió toda mi atención, como había supuesto en un principio, aquello no había sido suficiente, era consciente de lo mucho que podía hacer alguien movido por el odio y las ganas de venganza, en este caso, sobrevivir por segunda vez un derrumbamiento.

Lanzó uno de sus ataques de onda escarlata hacia donde el general se encontraba, pero eso no pareció ser suficiente para ellos, se giró hacia nosotras, sus ojos eran oscuros y profundos, lo suficiente como para no querer mantenerle la mirada ni un par de segundos por la sensación de nada que transmitían, al menos a mí.

Sentí un escalofrío recorrerme la columna cuando juntó sus manos, atrapando entre ellas la inocencia, pude notar un ligero temblor, lo que se venía ahora si no nos mataba nos iba a dejar bien molidos. La siguiente expansión de su poder fue sin duda, asombrosa y terrible, era un ataque imposible de esquivar o repeler.

Me escondí detrás de la materia oscura, abriendo la sombrilla y encogiéndome, no quería imaginarme la visión tan boba que debería estar dando, de espaldas a mi enemigo… en posición fetal. Si bien algo amortiguó el ataque, la potencia del mismo era tal, que mi cuerpo salió propulsado, a toda velocidad, hacia alguna parte que no fui capaz de discernir al cerrar los ojos.

Si hubiera podido, hubiera gritado por el extraño momento que había elegido para tener una descarga de adrenalina abrumadora, a esas alturas, todo me parecía sumamente divertido, el Conde no se había equivocado al pensar, que sería una misión divertida de investigar. En algún momento de mi trayecto a lo largo de alguna zona del bosque (pues había sentido los golpes de las ramas de los árboles), la sombrilla quedo atascada con algo, dada la rapidez con la que estaba atravesando la linda arboleda, el brazo fue incapaz de aguantar la tensión y caí estrepitosamente al suelo, soltando la sombrilla.

-Mi hígado… -Murmuré, abriendo los ojos, observando que mi vestido estaba casi hecho trizas, con varios cortes producidos por el viaje a cargo de la compañía Xavier, y otras zonas más bien quemadas. No quise prestar atención a los nuevos golpes que adornaban mi cuerpo, habiendo maltratado tanto piel, como huesos y músculos.

Me puse de pie, lo más rápido que el mareo me permitió, y alargué la mano izquierda para tomar del mango la sombrilla que seguía atrapada entre varias ramas gruesas, con una sola cosa en mente, esperaba que volviera hacer aquello otra vez, con suerte, volvería a pasarlo bien, y ellos terminarían por sobrecargarse. Lo había visto en la plaza, si por un par de ataques ya sangraba, con dos o tres como el último, se consumiría, el problema estaba claro, y es que con más ataques como ese, nosotros terminaríamos yéndonos de la mano del buscador camino al infierno, a excepción quizás de ella.
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Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo] - Página 3 Empty Re: Misión a México. The True Exorcist [Illya Van Kindlmüller & Winter Socalo]

Mensaje por Invitado Miér Mar 03, 2010 11:07 am

¿Q-qué fue eso?

¿Era muy tarde para hacerse ya esa pregunta? Para cuando Illya se dio cuenta, estaba colgando de la rama de un árbol gracias a la cadena de Albtraum, y a uno de sus rifles atorado en una larga y espinosa deformidad de aquel extremo. Abrió los ojos lentamente y se fijó que estaba varios metros separada del suelo, y su cuerpo oscilaba imperceptiblemente un movimiento parecido al de un péndulo. Un calambre entonces comenzó a atormentarla en la muñeca, aquella que sostenía su Inocencia y la mantenía en esa posición.

Con un movimiento brusco de la mano desatascó su arma de allí, así como flexionaba las piernas para luego aterrizar en el suelo con estabilidad. Habría querido dar una voltereta en el aire, pero su condición le advertía que eso podría ser fatal, de modo que siguió su instinto y lo hizo todo lo menos complicado posible.

Y con razón. Aquella expansiva onda, según recordaba, le había golpeado bastante. Si hubiese sido de lleno, Illya no la contaría, o algo así resumió mientras se revisaba las mangas de su gabardina ahora deshilachadas y quemadas. Le dolía la mandíbula (no sabía por qué), y también los brazos y el estómago, como si le hubiesen comprimido este último. Tenía nauseas, y un leve mareo le hacía palpitar las sienes, tanto como simulaba que su mundo entero rodaba en círculos violentamente cuando en realidad no era así. Sin esperar mucho perdió el equilibrio desorientada y cayó sentada. Cerró los ojos, esperando que la sensación se marchara, y tuvo que estar así al cabo de siete minutos enteros hasta que las cosas se suavizaron y entonces pudo volver a incorporarse. En medio del silencio, un zumbido estático no ayudaba mucho, pero de todas formas la daba por enterada de que aún seguía en el mundo terrenal.

¿Qué fue lo que sucedió realmente?

Esta vez no hablaba de la propia explosión, sino de la razón exacta por la cual seguía allí con vida. El momento había sido fugaz, por lo que armar el rompecabezas de su memoria hasta el instante en que había salido viva de aquello le resultó difícil. Y frustrante. Tanto como su propia memoria rota en miles de trozos que todavía no conseguía armar. Era como vivir su propio martirio solo que ¡con la misión misma principalmente!

Uff, pregúntatelo más tarde Illya. El trabajo aquí no acaba —se dijo a sí misma mientras conseguía sostenerse de un árbol con estabilidad— Está bien, está bien. Ya me siento mejor, ¿de acuerdo? Así que me levantaré y caminaré como siempre, sin siquiera tambalearme en ningún momento.

Lo consiguió, aunque tuvo que empezar la caminata apoyada de los árboles. El mareo remitió por fin más tarde y le permitió erguirse y andar libremente.

Soledad.

El murmullo hizo que se detuviera de golpe, mirando a su alrededor. Arboles y más arboles sin embargo, era lo único que tenía de frente, de lado y de espalda. Arriba había un cielo que poco a poco se nublaba con rapidez y oscurecía. Las sombras en aquel entorno se tornaban tétricas y frías. Un escalofrío le recorrió el cuello e hizo estremecerla.

¿Quién anda ahí?

Nadie exorcista. Sólo estás tú.

Advertencia. Illya apretó el paso esperando encontrar la salida al bosque. Se sentía indefensa entre su espesura, y de pronto también algo claustrofóbica. La respiración se le cortaba y los pulmones comprimían. Había sido una mala idea ir allí sin compañía.

Cuando salió a un claro, creyendo que era ese el final del camino, de su boca escapó un bufido malhumorado como nervioso. El viento ahora era gélido, y el olor a tierra fermentada le daba la sensación de que en cualquier momento llovería. No le molestaba mojarse; lo que de verdad la tenía con los nervios de punta era la sensación de que todo se tornaba tétrico y… a favor de Xavier.

Porque sigues aquí. Nos estas buscando uno a uno para acabarnos por separado, ¿no es así? Divide y vencerás.

Estaba convencida de que la escuchaba, y aún más lo estuvo cuando una carcajada escandalosa se escuchó a uno de sus costados. Al voltearse no había nadie, salvo la mancha borrosa y rápida que se había movido hasta otro sitio ocultándose de ella.

Pero te equivocas. Estás errado. Nosotros vamos a detenerte.

¿Había dicho nosotros? Illya no se fijó en ese detalle, pero quizá, una parte ínfima de su ser contaba instintivamente tanto con Socalo como con la extraña mujer de habilidades aún más excéntricas. Porque ella había estado allí también por Xavier, lo sabía. Fugazmente había visto sus colores, y entre esos tonos dulces y pasteles, había intenciones asesinas.

La risa pareció alejarse, y entonces, de nuevo sin pensarlo adecuadamente, Illya se lanzó hacia allá, tratando de seguir la suerte de rastro de aquella perturbada voz.

¿No era ésta la tercera vez que lo perseguía en el día?
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Mensaje por Invitado Jue Mar 04, 2010 3:47 pm

Me levante del suelo a pesar del dolor producido por los golpes. No era momento para estar allí tirado, era hora de buscar al tipo que causo semejante explosión. Al mismo tiempo en el que me ponía en pie, recogí mi arma que se encontraba justo al lado, después simplemente comencé a caminar.

Sentía como varias zonas del cuerpo me dolían, y como la sangre que salía por los varios cortes que me habían causado la explosión, recorrían las distintas partes de mi cuerpo, pero lejos de lo que pudiera parecer, realmente eran cortes de poco tamaño.

Desde donde antes se encontraba el templo, se elevaba un intenso humo, el cual seguramente era causado por la devastación del terreno. No sabía dónde se encontraba realmente mi próxima presa, pero el mejor sitio por el que debía de comenzar era sin duda en donde lanzo el último ataque, por lo que me dirigí allí. Al principio me tambaleaba por las molestias, pero acabe por acostumbrarme al dolor.

En mi cabeza solo había una idea, debía de encontrarle para acabar con el costara lo que costara. Cualquier otra persona se habría preguntado que había sido de las dos chicas, sin embargo a mi era algo que me importaba bien poco, después de todo ellas se habían metido donde nadie les había llamado y seguramente eran muy conscientes de las consecuencias que tenía el meterse en medio de una lucha de tanto poder.

De pronto una risa retumbo a lo largo de todo el bosque. El tono de la estruendosa risa demostraba crueldad y frialdad. El tipo en si no parecía tener compasión hacia nadie como ya había demostrado, pero lo que me molestaba no era eso, era que se burlase de mi como si yo fuera un simple novato al que pudiera vencer como si nada.

-Da la cara para que te la pueda partir- grite hacia el cielo.

-Uno, dos y tres eran los pajaritos que no podían con el halcón. Uno, dos y tres eran los pajaritos que se estrellaron contra el suelo por tratar de volar muy alto. Uno dos y tres, preparados qué vais a morir-

Las palabras sonaban como si de una canción se tratara, las cuales se pudieron escuchar a lo largo de todo el bosque, eran como si anunciara los planes que tenia de matarnos, lo que hacía que mi enfado fuera en aumento.

De repente una nueva onda blanca avanzo a través de los arboles, impactando directamente contra mi mente.

Flash Black

El enfrentamiento había comenzado, los buscadores caían por los ataques de las esferas metálicas. Por su parte el exorcista trataba de hacer frente a semejante cantidad de enemigos lo mejor que podía, sin embargo era incapaz de evitar la muerte de los de traje color crema.

Los supervivientes no trataron en replegarse hasta el interior del templo, en el que pensaban que podían resistir, pero para su desgracia el nivel tres había herido de gravedad al único en esa zona que tenía el poder para acabar con esas maquinas sedientas de sangre.

Y allí se encontraban, una decena de buscadores junto al exorcista malherido, el cual sangraba de manera abundante. Uno de ellos se quejaba de manera enérgica al enviado de dios por haberles llevado a lo que sería una muerte segura. El exorcista trataba de aplacar la ira del buscador, sin embargo esto resulto inútil, hasta el punto que la mayoría de los presentes se unieron a las quejas contra la orden y los exorcistas.

El enviado divino gasto sus últimas fuerzas en calmar al asustado grupo, hasta que finalmente cayó muerto por la pérdida de sangre. Pese a su muerte la sensación de miedo e ira no abandonaba la mente de los buscadores, los cuales ya se hacían a la idea de morir por el virus, pero sus muertes seria más agónicas. El akuma de tercer nivel entro en la sala en la que se encontraban los simples humanos, y no tardo en asestarles profundos cortes a todos y cada uno de los presentes, lo que hizo que cayeran al suelo retorciéndose de dolor.

El que había iniciado la revuelta contra el exorcista, cayó justo al lado del cuerpo del de ropas con adornos de plata. Allí se encontraba maldición a la orden, deseando tener el poder para vengarse por lo sucedido, y de manera instintiva agarro con fuerza la inocencia del fallecido y la apretó con fuerza en su mano, pidiendo con rabia el poder para acabar con todos. Lo que seguramente no sabría era que sus suplicas tendrían respuesta, pero no solo las suyas, sino que también las del resto de sus compañeros.

En ese instante una gran luz brillo por toda la sala, con tanta fuerza que el akuma salido de allí debido a las quemaduras que le producían. La inocencia se apodero de la mente de aquel hombre, encerrando dentro suya a las almas de todos los buscadores que habían muerto, ya fuera dentro del templo o fuera de este y la del exorcista que trato de salvarles la vida. Lo siguiente que ocurrió, fue una gran onda lanzada desde el interior de la construcción y que hizo estallar a la mayoría de akumas.

Fin del Flash Black

Cuando nuevamente recupere el control de mis sentidos, me encontraba apoyado en un árbol y con las ideas aclaradas sobre lo sucedido, como si antes no lo estuvieran.
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