Misión a New York [Sócalo y Faith]

Rastree la ciudad en busca de mas enemigos a los que pudiera derrotar y acuchillar, pero tal y como me temía todos los jinetes que quedaban en la ciudad desaparecieron al obtener la inocencia, mis suposiciones fueron confirmadas cuando entre las conversaciones de los ciudadanos se podían escuchar como describían la misteriosa desaparición de los jinetes.

-Es verdad exploto y desapareció como si nada- decía una mujer al varios hombres que habían con ella.

-Bueno parece que se acabo la diversión- dije mientras elevaba mi vista al oscuro cielo.

Pese a las muertes que cause aquella noche todavía tenía ganas de matar, mi incesante sed de sangre que nunca desaparecería por más que matara y descuartizara. Para estar más seguro comencé a recorrer la ciudad en busca de algún jinete que quedara por la zona, o por si algún akuma que quedara con vida aun tenía ganas de matar.

Tras recorrer parte de la ciudad pude ver como una sombra bajaba desde el cielo y se situaba delante de mí, cuando lo tuve enfrente se podía ver claramente a un nivel 3 de color azul oscuro.

-Después de que todo este tiempo hiciera que los otros akumas obedecieran a esos jinetas para tener la mejor ocasión de coger la inocencia, vas tú y los matas y la coges- dijo molesto el nivel 3.

-Si tanto la quieres ven a por ella- dije en tono burlón.

[Si que van apurados, ¿eh?]

Después de recorrer la ciudad detrás de los jinetes, estos desaparecieron de una extraña forma. Se quedó espectante del cómo desaparecían, y se quedó mirando a los alrededores, viendo si encontraría a los Exorcistas, cosa que al aprecer no resultó.

Siguió buscando, hasta ver a lo lejos un hombre extraño, de tez gris y una cara de maníaco. Con una gran arma que se notaba a muchos metros de distancia. ¿Ese sería el general del que se refería el Conde? quería provarlo, pero antes de ello, vio también un nivel 3, que se enfrentaría a él. Sonrió, y caminó lentamente en su forma humana, mostrando su seriedad mientras más se acercaba. Llegó a unos 8 metros. Esperando que lo tomara desprevenido, y atacarlo en ese mismo instante.

Nuevamente recorriendo las calles de la ciudad norteamericana, Faith buscó y buscó a aquel hombre con el que se habían encontrado antes del ocaso; aquel de mirada lunática y palabras misteriosas que la había guiado, quizás inconscientemente, hacia la inocencia.

En un comienzo no halló ni rastro del extraño hombre y creía que caminaba en círculos por la ciudad. Sólo hasta que se perdió por una compleja red de calles interconectadas entre sí, la mayoría sin salida o callejones bloqueados por rejas oxidadas, Faith logró hallar al hombre. Estaba arañando una caja de cartón, la cual parecía ser su hogar, intentando escapar de una rata gris bastante grande.

Desprevenido, el roedor no pudo evitar se levantado por la niña y luego desnucado por la misma. Problema solucionado.

-Jinetes. ¿Dónde llevan a secuestrados? -preguntó seriamente, repitiendo textualmente palabra por palabra que le era dictada.

-Nunca vuelven, nunca vuelven -murmuró el hombre sin verla, pero permitiéndole a la niña notar que le faltaban varios dientes-. Se los llevan al infierno y ahí sus almas pecadoras son llevadas al purgatorio para ser juzgadas. Sólo el cuervo púrpura anuncia el regreso de alguien, pero nunca más pasa... nunca más -parecía inútil intentar sacar algo de coherencia de sus palabras, por lo que Faith se marchó no sin antes tomar la rata muerta y marcharse con ella.

Caminó tranquilamente, intuyendo que ya no quedaban Jinetes por la aparente calma en la cual estaba sumergida la ciudad. Con su arma activada, mientras cortaba el pelaje gris y la cola rosa de la rata, sus pies la condujeron hasta una calle en la cual sólo había un hombre peliazulado que no hacía nada. Se estaba totalmente quieto.

En parte, le sorprendió la negrura que emanaba el sujeto. Era incluso más densa y oscura que la de los Akumas. Pensó en acercarse, pero Clareon le advirtió que no lo hiciera. Haciendo caso, dio media vuelta y se tomó otra calle hasta que escuchó demasiado movimiento.

-¿Jinetes? -no podía ser, supuestamente ya no quedaban más. Bueno, nunca lo había comprobado ella, por lo que realmente podían quedar más y ella ni enterada estaba.

El nivel 3 se quedo delante de mi sonriendo y confiado de poder ganarme, lo que no sabía era que en breves segundos estaría muerto, antes de que pudiera comenzar su ataque me coloque a sus espaldas y con un corte en forma de media luna en el costado, hice que parte del tronco se separara de él, antes de que el trozo recién arrancado tocara el suelo dos cortes mas hicieron volar por los aires sus brazos, para acabar un corte vertical acabo con la vida del akuma. Con el akuma destruido vi como había una persona allí detenida y mirando la escena.

-Bah los será mejor que busque a mas posibles víctimas- dije comenzando a recorrer las calles en busca de posibles akumas o de algo interesante con lo que luchar y a lo que poder destripar.

La noche avanzaba con veloz, con la luna en lo harto del cielo pensaba mientras avanzaba en cómo había cambiado la situación en tan poco tiempo, de una tarde buscando akumas a los que destruir a una noche sangrienta en la que pude divertirme a mi manera con los jinetes sin cabezas, aquello me causo una gran satisfacción pero a un a si tenía ganas de seguir matando y descuartizando a mas enemigos.

(Puede matar a un nivel 3... es interesante... aunque solo llegará a la altura si vence esto)

Estaba pensando, y realmente era muy fuerte, aunque la única batalla que realmente pensaba era si era tan fuerte como para alcanzarle. Había escuchado de los Akumas nivel 4, aquellos monstruos con cara de bebé, cuerpo pálida y un estómago servecero. Con una estrella en el medio, era tan fuertes como para enfrentarse al mejor de los exorcistas, sin embargo, no eran tan fuertes como un noé. Quería comrpobarlo, y todavía recordaba en el momento en que había escuchado de ellos.

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-Oh... Jack-chan... ¿en serio desconoces tanto de los Akumas?

El Conde se encontraba en el vestíbulo, en su silla respectiva, mientras que Jack se encontraba unas escaleras abajo, con sus brazos cruzados, mirando hacia un lado.

-Verás... hay diferentes tipos de Akuma... las bolas de acero con cañones son nivel uno, los que tienen forma de humanos, nivel 2. Los que tienen una armadura protegiéndolos, nivel 3. Y por último, mi última creación, los nivel 4. Son tan fuertes como el mejor de los exorcis~tas. Cuando quieras utilizarlos, solo tienes que hacer lo que te dije

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Iba a chasquear los dedos, pero luego vio que estaba siendo demasiado cobarde. ¿Usar a un akuma cuando lo podía hacer él? Bajó las manos y se acercó a él normalmente, sin mostrar indicios de su parte oscura, ni usarla, hasta que llegara el momento.

Al acallarse todo el ruido, luego de haberse escuchado una explosión cerca de donde ella estaba, Faith se quedó quieta antes de emprender marcha en busca del General. Al parecer, ya no había peligros en las cercanías y la inocencia había sido recuperada.

-General -llamó la pequeña, ya que ya había olvidado completamente el nombre del hombre; con suerte y se acordaba que era un General, todo gracias a su uniforme dorado. Se acercó al hombre y, como antes, tuvo que doblar mucho el cuello para poder posar sus ojos en los ojos blancos de Sócalo-. Ya no más Jinetes. No cuervo púrpura. ¿Ahora qué? -preguntó.

Sin embargo, aquella calma no parecía ser muy estable. El aire parecía temblar, como si algo se estuviese acercando. Mas la niña no le tomó importancia, ya que parecía que lo único que le interesaba era ese extraño cuervo púrpura al que se refería el hombre demente de la ciudad.

Estaba caminando en busca de posibles enemigos cuando veo que se acerca la niña exorcista, una vez escuche su pregunta eche una mirada a mi alrededor y nuevamente no vi nada de lo normal por lo que se podía considerara que la misión había terminado.

-Vámonos de aquí, los jinetes ya han sido destruidos y no queda nada en esta ciudad que me llame la atención- dije desactivando mi inocencia.

Comencé a caminar hacia el puerto para tomar un barco de regreso a la orden y una vez allí pedir otra misión. Mientras me dirigía hacia el puerto no podía dejar de pensar que los jinetes no fueron como me esperaba y si además le sumaba la falta de akumas en comparación con el resto de misiones, aquella misión me dejo con ganas de matar a más enemigos.

-Al menos he matado a muchos jinetes- pensé mientras ría internamente.

Este los seguía de cerca en el camino, hasta que en algún momento, se cansó de hacerlo, ya estaba listo para pelear, y no dejaría que nada interfiriera.

Su piel se tornó gris en un momento, y tal solo mover la palma de su mano hacia arriba, un fuerte viento, pareciendo un tornado por segundos, empujó a quien se entrometiera en ella, forzándolo a ser empujado varios metros, hasta un edificio que encontraba al frente, y así recibir un fuerte golpe.

-Hora... de la muerte... de los exorcistas

Recorriendo una vez más con la mirada su alrededor, el General terminó por hablarle -Vámonos de aquí, los jinetes ya han sido destruidos y no queda nada en esta ciudad que me llame la atención -respondió él desactivando su inocencia.

Sin hacer ningún gesto, Faith comenzó a seguir a Sócalo, quien seguramente se estaría dirigiendo hacia el mismo puerto en el cual arribaron a Nueva York.

Los primeros metros a pies fueron tal y como la niña pensó, tan monótonos y calmos como la ciudad en esos momentos. Ningún pájaro surcaba el cielo ni grillos arrullaban la noche con sus cantos, por lo que la quietud era la protagonista del momento. No obstante, pronto aquella calma se rompió al instante en que el viento, hasta el momento siendo brisilla apenas perceptible, repentinamente cambió.

Embravecido, el viento azotó a la ciudad como si un tornado estuviese ingresando en aquel instante y los empujó por la espalda con fiereza. Faith, quien era sumamente delgada, por unos cuantos segundos prácticamente voló hacia el edificio de enfrente hasta impactarse contra el muro. El golpe, además de dolerle hasta el alma, la dejó desorientada por unos instantes y cuando intentó levantarse, no lo logró. Sólo consiguió voltearse dejando apoyada la espalda en la pared y divisando a lo lejos una figura borrosa doble.

-¿Qué? -fue su astuto pensamiento, sin poder aún orientarse tras tan fuerte golpe causado por una ráfaga de viento que, a su parecer, no podía ser más que una ilusión, aunque una muy real.

Mientras caminaba para salir de la ciudad se levanto un fuerte viento que me golpeo por la espalda sin previo aviso, vi como la joven exorcista salía volando y no tarde en seguirla, una vez en el aire me fije que me dirigía directamente hacia un edificio.

-Madness- dije activando mi inocencia.

Antes de chocar contra el edificio aseste un golpe contra la pared para abrir un agujero en ella por el cual entre y rodé por el interior de aquella estructura, me pegue a una de las paredes y mire por el agujero hacia el exterior, a lo lejos se podía ver a un extraño hombre en medio de la calle y sin que le afectara el viento. El color de su piel era semejante a la de los dos extraños mocosos que le atacaron en la última misión.

-Con que ese igual a los otros dos- pensé mientras reía, -veamos de que es capaz- dije riendo mientras comenzaba a girar mi arma y me preparaba para el próximo ataque.

-¿...Igual?

Se encontraba a unos 8 metros de la pared rota. Tenía su mano derecha fuera, mientras que la izquierda la tenía en su bolsillo. Su tez se tornó gris, como todo noé en la mitad de su poder. Sacó su mano izquierda para peinarse el cabello hacia atrás, mostrándose las estrellas en su frente. Se lo volvió a ocultar, quedando igual que antes. Su expresión era seria, como siempre lo ha sido, a menos que su ánimo cambiara por alguna razón.

Esperaba que atacara. No le prestaba atención a la otra exorcista, puesto que no parecía ser tan fuerte como su compañero, pero si llegara a atacar, le atacaría con igual fuerza que al monstruo general, dígase humano.

Mire con una amplia sonrisa a aquel sujeto que no parecía inmutarse por la nuestra presencia, rápidamente lance mi arma directamente hacia él, mi espada iba con la suficiente fuerza como para ir cortando el viento que producía aquel hombre, al igual que hizo mi arma me lance directamente hacia el detrás de mi arma, cuando estaba a un metro de el recogí mi dorada espada y con un salto me coloque detrás de él.

Una vez detrás de él le lance un corte directamente hacia la espalda y acto seguido di un salto varios metros hacia atrás, permanecí allí de pie riendo a la vez que giraba mi arma, en ese momento solo me preocupaba la idea de descuartizar a aquel hombre que había osado atacarme, pese a que no sabía quién era tampoco me importaba ya que solo tenía el único deseo de matar.

-Pobre de ti a haberme atacado, te destripare lenta y dolorosamente- dije clavando mis blancos ojos en mi objetivo.

Sin poder hacer más que quedarse quieta -el viento era muy fuerte y ella muy liviana como para poder ir contra él- Faith contempló, una vez nuevamente en la mayoría de sus sentidos, al hombre que se hallaba a metros de ella. Cabello azulado, tez grisácea y porte calmo y ligeramente aburrido.

-Un... hombre gris -concluyó astutamente antes que Jack volviera a ocultar sus estigmas y piel grisácea, luciendo como un simple humano más.

La negrura de su alrededor era tan intensa, que se distinguía con facilidad pese a los ocho metros que separaban al hombre de ella. Viendo repentinamente como el General parecía reponerse fácilmente y se lanzaba al ataque. Sin quedarse a contemplar tranquilamente, Faith, atrapada entre el viento y la pared, comenzó a girar sobre el muro hasta que logró ingresar, ayudándose de la fuerza del viento, al edificio gracias al agujero creado por Sócalo.

Una vez dentro y colocándose tras un muro para que el viento no afectase sus movimientos, Faith activó una vez más su arma.

-Sí... el viento no ayuda -musitó conversando, como siempre, con la voz de su cabeza-. Boomerang -pronunció lanzando su chistera de manera que pudiese salir por el agujero de la pared y, gracias al incremento de velocidad del arma, cortase el viento con las cuchillas, pero pronto el viento desvió la trayectoria del arma, terminando lejos del objetivo.

Por la mente de la niña pasó el ilógico pensamiento de que quizás el cuervo púrpura, si existía, ayudaría. Pero no podía confiar en un simple rumor, por lo que por lo pronto tendría que arreglárselas de alguna manera para poder atacar a su enemigo.

El viento qeu lo rodeaba apenas se veía, puesto que era muy fuerte. No había personas alrededor, queriendo decir que no había nada que interfiriera la pelea.

Cuando el hombre gris lanzó su arma hacia él, pudo verla plenamente, y él detrás de ella. Se quedó en su lugar, viendo que el hombre la agarró antes de alcanzarle y notó lo que hacía. Era un controlador del viento, podía distiguir cuando si quiera respiraba alguien, o si era vapor, calor, cualquier cosa que pudiera tocar el viento el lo sentía.

Si quiera antes de que el general lanzara su corte, Jack lo había esquivado, echándose a un lado y viendo cómo el hombre se alejaba un poco, alegre.

-...¿En serio?...

Habló en inglés, su idoma nativo.

Con su mano derecha hizo como si cacheteara al mismo aire. Para que esta se usara como látigo y pudiera golpear al general con mucha fuerza. Si lo llegaba a esquivar, estaría esperándolo otra cosa más.

Antes de poder hacer algo, sintió un movimiento en el viento metros atrás de él, pero pudo sentir que se desvió, alejando el peligro.

Sacó su mano izquierda del bolsillo, e hizo con el viento, estirar sus dos manos, y luego unirlas frente a su cara, uniendo palma con palma, abiertas ambas, como si aplastase un mosquito. Esto haría que el viento se compromiera y actuara como si se estubiese en una habitación con muros movedisos, intentando aplastar al que estaba adentro.

-Muere... Exorcista