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Mensaje por Sigma-chan Sáb Ene 03, 2015 2:05 am

Reever escribió:
Hace una semana que el departamento de policía de Quebec se ha visto inmiscuido en una investigación de suma importancia, y es que una noticia lamentable, el hallazgo del cuerpo de una joven mujer a orillas del río San Lorenzo, ha arrojado resultados por demás preocupantes: primero, que la mujer fue asesinada y segundo, que el sospechoso "más viable" es el mismísimo Olivier Cartier... El Primer Ministro, pues se presume que la fallecida era su amante.

Pero lejos de ser solo un "gran escándalo", dos de nuestros buscadores que se hallaban en la ciudad investigando otras desapariciones, y a raíz del alboroto de los medios, encontraron ciertas "irregularidades" en la compañía del Señor Cartier, reportando que lograron visualizar a un par de akumas sirviéndole; lo cual nos ha alertado sobre la "verdadera naturaleza" del Primer Ministro.

Por lo que se solicita de la presencia de exorcistas para indagar más a fondo estas suposiciones y de ser necesario darle fin al conflicto. Tengan cuidado pues podría tratarse de un esbirro del Conde con alto nivel (ACM o Noé).

Suerte y esperamos su triunfal regreso.



-Las mujeres tienen una facilidad para atraer los problemas...- comentó el de Brasil, dejando escapar una ecuánime risa una vez terminó de leer el artículo principal de aquel singular periódico que tenía entre manos, el cual como era de esperarse trataba el asunto del Primer Ministro, su amante y el asesinato de la misma

-¿Vas a leerlo Índigo?- cuestionó con una sonrisa, colocando el diario a su costado, en el espacio vacío del gran macetero que usaba como asiento y distraídamente dirigió su mirada hacia el peluche que se hallaba sentado a su diestra, quién animadamente rallaba con un gis rosado la superficie.

-"Bonjour, bonjour, petite Gogu"- leyó la tortuga con una marcada entonación francesa y después rió como si del mejor chiste se tratase, a lo que Balam reaccionó alzando una ceja como símbolo de su desconcierto. ¿Dónde había encontrado la afelpada aquella tiza? Alzó los hombros y volvió su atención al cielo que se mostraba gris y nuboso.

-Vaya que pesa este abrigo, de hecho había olvidado lo que es estar en un clima tan frío... vayamos por una bebida caliente en lo que los akumas "peinan" la zona- sugirió calmadamente, mientras Gogu apoyaba la moción con un emocionado "¡Chocolate! ¡Chocolate!".



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Última edición por Sigma-chan el Sáb Ene 03, 2015 10:17 pm, editado 1 vez
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Quebec. Relatos de una catástrofe. Empty Re: Quebec. Relatos de una catástrofe.

Mensaje por Índigo Sáb Ene 03, 2015 9:30 pm

-¿Porque no guardas silencio sociópata de mierda?- le dijo mientras le agarraba la entre pierna.


Tuvo la clase de sensación que le producía cosquillas en el cuerpo, más parecido al dolor que da tras el entumecimiento. No dijo nada, se acomodó  los lentes y se revolvió el cabello, la melena negruzca tras unos segundos se reacomodó, su  textura ligera poco podía hacer con respecto al volumen que quería crear; en cambio los mechones simplemente se ondularon como cuando se acababa de despertar, nada grave ni descompuesto, nada de lo que imaginaba para aquel nuevo estilo que intentaba crear. El azul índigo apenas se ocultaba tras los lentes; su esperanza entonces recaería en su atuendo: un abrigo café desgastado, los zapatos simples negros y el pantalón de vestir barato, un par de mitones y la bufanda roja envuelta cubriéndole la boca  y la nariz.

-Las mujeres tienen una facilidad para atraer los problemas...- no hubo objeción tras la declaración del pelirrojo al que acompañaba, Dibrael guardó las manos en los bolsillos del abrigo exhalando el aliento caliente de sus entrañas que enseguida empañó sus lentes sin aumento. Entonces la risa de Balam resonó y por un momento Dibrael recurrió a su pasado.

Había tantas mujeres, pero solo pensaba en la niña que conoció en batalla.

El Brasileño preguntó y el Duque tomó con timidez el periódico; la portada exclamaba con letras grandes y negruzcas.

¡El primer ministro asesina a su amante!

Sin recato, sin un mínimo de vergüenza el papel proclamaba por lo alto una verdad a medias; se podía concluir  tras la lectura del artículo que no habían las pruebas suficientes que terminaran por condenar al hombre, sin embargo el título engañaba a los ingenuos, una estrategia común para atraer a las masas.

Gogu jugaba a algo. Dibrael no supo a qué.

El mundo en que vivían los poderosos era la clase de sitio en que la mayoría de las perversiones eran posibles, podía hacerse y decirse lo que se quisiera siempre y cuando los otros no se percataran.

-Esto va a ser más difícil de lo que creíamos- habló con la voz templada, amortiguada por la tela que le cubría, luego dejó el periódico de donde lo hubo tomado.

Balam propuso que fueran a beber algo y tras el grito de guerra de Gogu el Burleigh no quiso negarse, la tomó y la llevó entre sus brazos como si se tratara de un bebé

-Me parece buena idea este frío es muy cruel- dijo sonriendo con los ojos porque en realidad no se veía su boca.

Una ventisca helada se cruzó por la calle y la gente que transitaba se limitó a ocultarse entre sus ropas

-¿No podrías simplemente dispararle?- agregó el Burleigh; un grupo de monjas se acercó  sorpresivamente y en francés le ofrecieron fuera a comer un poco al convento cercano

El agradeció muchas veces, todo parecía estar muy bien.
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Quebec. Relatos de una catástrofe. Empty Re: Quebec. Relatos de una catástrofe.

Mensaje por Alice Dom Ene 04, 2015 8:16 pm

Al principio al leer el motivo de la misión, pensó que era una mala broma ¿un crimen pasional, tratado por exorcistas? Pero siguiendo leyendo las líneas de aquel documento, sus pensamientos fueron cambiando rápidamente. No era la primera vez, ni seguramente la última, que tenía que enfrentar a uno de esos tipos de nuevo –un noah o un aliado del conde-, sin embargo no era algo que le agradará hacer, sabía muy bien lo caótico y peligroso que se podía poner el ambiente con sólo alguno de ellos por allí.

Un científico le dio los demás detalles de la misión, hasta le entrego el diario de la localidad de Quebec, donde en grandes letras, la noticia de la muerte de la amante del primer ministro salía en primera plana. El científico la acompañaba hasta el lugar de partida, encontrándose con su compañera justo antes de partir.- ¡Señorita Darlenee!- el científico se adelanto primero al notar la figura de la muchacha cerca. Alice llevo su vista hasta donde estaba ella,  no conocía mucho de la muchacha, así que esperaba que pudieran trabajar juntas.

El científico saludo a Darlenee animadamente.- Señorita Darlenee, ella será su compañera, la señorita Alice.- haciendo una presentación de ambas muchachas antes de que alguna pudiera decir algo. De seguro debe estar feliz por haberse escapado de sus deberes con Komui, pensaba Alice.

La exorcista de cabellos oscuros pensó que era mejor comenzar bien así que tosió un par de veces, llamando la atención y hablo.- Seguramente será una misión movida, espero que nos llevemos bien.- le dijo a Darlenee con el fin de quizás comenzar una conversación, aunque esperaba que esa aseveración fuera mentira y que la misión se desarrollará tranquilamente.

Para movilizarse, como siempre, utilizaron uno de las puertas, hecha gracias al poder del arca, que ahora la orden tenía conectada a una iglesia, una de las tantas que estaban a cargo los más altos mandos. Despidiéndose del científico, quien un poco desilusionado las despidió, ambas chicas desaparecieron tras aquella luz.
.
.
.

Las exorcistas fueron recibidas por un hombre ataviado en una sotana oscura, pero con un rostro amigable y sonriente, aunque con ciertas arrugas en sus ojos.- Bienvenidas, exorcistas.- declaro el adulto, haciendo una leve reverencia.- Soy el Padre Adrian, la orden ya me había dado la noticia de su pronta llegada.- se presento él, apenas las vio cruzar por la puerta. La habitación donde estaban era grande y espaciosa,  al parecer había sido arreglada sólo para recibir (o despedir) a los exorcistas, lejos de ojos curiosos.- Por favor síganme.- les pidió amablemente.

Al salir y comenzar a caminar, con el Padre a la cabeza, ella noto una ventana que estaba levemente empañada, y pudo notar a la gente muy abrigada en el exterior. Qué bueno que había traído un abrigo, se decía mentalmente observando su pequeño maletín, además adentro del lugar todavía estaba tibio, aún no necesitaba abrigarse tanto.

- Disculpe, tengo una pregun…

- ¡Oh no! Ya llegaremos con los buscadores, ellos responderán todas sus preguntas, yo sólo estoy para recibirlas.- le interrumpió él. Alice enarco una ceja ante tal respuesta tan abrupta, como si lo hubiera ofendido.- Bien, aquí estamos.- a los minutos después llegaron hasta otra sección del lugar, el padre les abrió la puerta  y las despidió, para luego marcharse. Casi se podría decir que no le gustaba el trabajo que estaba haciendo.

- Que molesto…- murmuro en voz baja. Detrás de la puerta había un gran comedor, lleno de gente, seguramente pobre buscando algún refugio o viajeros sin techo. En una de las mesas cercanas, estaban un par de buscadores, quien al verlas no dudaron en abandonar sus sillas e interrumpir su comida para recibirlas.
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Quebec. Relatos de una catástrofe. Empty Re: Quebec. Relatos de una catástrofe.

Mensaje por Invitado Lun Ene 05, 2015 11:24 pm

Darlenee leyó atentamente lo que el documento ponía sobre su próxima misión, a simple vista parecía la introducción a una pequeña historia del estilo policial más que una para exorcistas, conociendo y descartando sospechosos hasta dar con el verdadero asesino; sin embargo, las declaraciones de los buscadores lo convertían en algo más oscuro. La chica leyó y releyó el documento buscando haberse equivocado en el último párrafo, pero para su desgracia no era así; un escalofrío recorrió su cuerpo al leer la advertencia: ACM o Noé, cualquiera de las dos palabras le producían un dolor reacciones no muy agradables en su cuerpo, le dolían todos los puntos en los que había sufrido daño la última vez que se había enfrentado a alguno de ellos tanto en misión como en su secuestro. La hoja se arrugó un poco y se movía ligeramente por el sútil temblor que había atacado a la pelimorada.

Aprovechó que estaba aparentemente sola en el pasillo para hacer una pausa, se recargó en el muro y respiró hondo un par de veces para tranquilizarse. Cualquiera supondría que después de un año la pelimorada se habría recuperado, y no era del todo errónea la suposición, sus heridas físicas habían sanado por completo y poco a poco había recobrado su energía y sus ánimos, pero sus heridas psicológicas seguían en proceso de sanación, esa era la razón por la que entrenaba más y evitaba participar en misiones de mayor nivel a las de reconocimiento. Se preguntaba por qué justo cuando se sentía más ella misma le enviaban a una misión de esa índole.

“No puedo seguir escondiéndome ¿cierto?” murmuró para sí…Se arregló el cabello que, ahora le llegaba un poco más debajo de los hombros y se aseguró de que el listón rojo que le colgaba de su única coleta estilo cebollita estuviera bien atada y siguiera en el mismo lugar, izquierdo para ser más precisos, “No pasará de nuevo, ya no soy a misma”, se recordó, hizo unos ejercicios de respiración más y se puso en camino hacia el arca.

Cuando llegó vio la misma luz que le daba la bienvenida cada nueva misión que llevaba, y no tardó en reconocer la voz que la llamó a sus espaldas, Rilian, uno de los científicos que trabajan con Komui, era un sujeto agradable con el que había entablado conversaciones en varias ocasiones, cuando éste no tenía prisa. La chica giró a verlo y lo saludó con un ademán, y tan pronto como le presentó a su nueva compañera de viaje se marchó, al parecer ese día no era de los que tenía prisa.

- Seguramente será una misión movida, espero que nos llevemos bien.- Dijo Alice, a la pelimorada no le importaba mucho si la misión era movida o no, siempre y cuando fuera interesante y sin ACM’s o Noés rondando, estaba de más decirlo, pero todavía no se sentía del todo lista para afrontar enemigos de ese nivel.

- Eso depende, ¿eres muy regañona? Porque quizá eso complique un poco las cosas- Sonrió.

Bastaron unos cuantos pasos después de la puerta para llegar a su destino, donde no tardó en recibirlas un hombre en sotana negra - Bienvenidas, exorcistas. Soy el Padre Adrián, la orden ya me había dado la noticia de su pronta llegada.- Se presentó de una manera muy cordial, la habitación en la que se encontraban era bastante impersonal, sin ningún detalle que hiciera un poco más agradable su breve estancia, pero perfecta para asegurarse de que nadie las viera llegar, en realidad le parecía perfecto así, por lo menos, en ese instante se sentía segura de estar fuera de la vista del enemigo. - Por favor síganme.- les pidió el Padre.  

Caminaron hasta llegar a lo que parecía el gran comedor de un refugio para personas menos afortunadas que buscaban ocultarse del frío que acechaba el lugar, se preguntó si sería capaz de sobrevivir, de entrada, al clima de Quebec con la chamarra con gorro que había empacado.  
Alice quiso preguntar algo al anfitrión pero al parecer éste tenía prisa por irse, dejándola con las palabras en la boca, la pelimorada sólo observó cómo se retiraba a grandes zancadas…

La alemana suspiró resignada - ¿Y ahora qué hacemos?- preguntó regresando la vista a los comedores, donde observó cómo dos personas se les acercaban, eran buscadores sin duda, sus uniformes beige apagado los delataban a pesar de su ropa de invierno que traían debajo de la inconfundible capa; uno de ellos, el más alto, las saludó con un ademán.

-Saludos, ustedes deben ser las exorcistas, soy Belot- se presentó el mismo que les había hecho el ademán en cuanto estuvo lo bastante cerca como para que lo escucharan. Belot, era un joven de unos treinta pocos años de cabello corto y negro azabache, tez morena y algo fornido, llevaba una corta barba, de esas que parecen se le olvidó afeitar hacía unos días y una cicatriz larga que recorría su mejilla izquierda hasta llegar casi a la oreja, su rasgo más característico hasta entonces, de esos en que la gente discreta evita mirar por mucho tiempo para no incomodar a la persona en cuestión. No era muy alto, pero lo suficiente como para rebasar a Darlenee por una cabeza y media aproximadamente. Estrechó su mano con un fuerte apretón, parecía estar feliz de verlas. -Y mi compañera es Tábitha - no lo había notado hasta que lo mencionó, resultó ser que el segundo buscador no era un chico, sino una chica, un poco más joven que él, de complexión delgada, que miraba con un aire de desconfianza a todos los del comedor. Las saludó con un pequeño y casi imperceptible “Mucho gusto”.

- Darlenee - se presentó sin dejar de observar a la chica que no dejaba de mirar, discretamente, a todos los del comedor. Parecía que Belot iba a comenzar a hablar pero la alemana lo interrumpió -¿Sabes? Si no les importa, creo que deberíamos a hablar en un lugar más privado -

- Hay una habitación que podríamos usar al otro lado de los comedores - respondió Tábitha sin pensar. A la pelimorada le dio gusto no ser la única que se sentía incómoda entre tanta gente así que la siguió. La chica abrió la puerta que daba directo a un jardín pequeño jardín cubierto por nieve en su totalidad y, al otro lado del mismo, había otra puerta. El frío la azotó de golpe y se dijo que era demasiado tarde para sacar la chamarra que traía como refuerzo contra el clima, así que se abrazó a sí misma, repitiéndose que la segunda puerta no estaba tan lejos, aunque de momento lo único que podía repetir en susurro era: -Frío, frío, frío, frío - hasta llegar a la siguiente puerta. La buscadora se adelantó, al parecer, efecto de los susurros de Darlenee, y se apresuró en abrir la puerta de la siguiente habitación. La alemana también apresuró sus pasos y se dirigió hasta el fondo de la reducida habitación. La puerta se cerró en el instante en que todos entraron. Darlenee observó que a pesar de no ser tan grande tenía todo para ser acogedora, sólo consistía en una pequeña sala con sillones de tela a cuadros que rodeaban una pequeña chimenea y una ventana con cortinas que hacían juego con los sillones. Belot se acercó a encender la chimenea y Darlenee se sentó en el sillón más cercano a ésta, y alejado de la ventana, y sin pensarlo dos veces sacó su chamarra y sus guantes de la mochila, para calentarse más rápido, su nariz se estaba poniendo roja.

- Lo siento, tenía …-

- …¿frío? - terminó la oración de la pelimorada a la vez que se sentaba en uno de los sillones, no en estilo de reproche, sino más bien como complicidad. La alemana asintió y se hizo bolita esperando calentar así su cuerpo.

- Entonces, ¿cuáles son las susodichas anomalías?- preguntó de manera que se notó su ligero temblor en la voz... El ambiente se ensombreció...

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Quebec. Relatos de una catástrofe. Empty Re: Quebec. Relatos de una catástrofe.

Mensaje por Alice Lun Ene 12, 2015 12:45 pm

Ambos buscadores se presentaron como Belot y Tábhita, una pareja bastante dispareja, la mujer se notaba desconfiada, Alice también se mostraba desconfiaba sobre todo por el recibimiento y trato de ese padre. En cambio el hombre llamado Belot se veía más amigable, tenía la expresión de alguien que había ido a la guerra muchas veces, y no era por su cicatriz, si no por la mirada que poseía.

- Alice…- se presento la muchacha exorcista de largos cabellos negros y ojos azul oscuro. Y antes de que procediera a hacer algo más, su compañera se adelanto; y ante la idea de buscar un lugar más en privado, había dado justo en el clavo. Aunque ella esperaba tomar algo caliente antes de siguiera partir,  iba sacando ya su chaqueta entre murmuros inteligibles, imagino que saldrían afuera para buscar un lugar para hablar en privado y así fue.

Al poco rato, retrasándose por ponerse su chaqueta, los alcanzo. Su larga chaqueta era tan oscura como el uniforme negro de la orden, ceñida a su cintura, y tan larga que casi llegaba rozar el suelo, casi parecía un vestido. Llevaba también una ancha capucha colgando detrás de su espalda. Sólo tuvo tiempo de abotonarse algunos botones de su chaqueta para luego correr y seguirlos, no sin antes dar una última mirada al comedor. Ya afuera sintió el frio en su rostro, y como de su boca despedía un poco de humo, no se entretuvo mucho ya que debía alcanzar a los demás, viendo como su compañera se moría de frió por eso.

Sin embargo el camino fue corto y llegaron rápidamente al lugar, pequeño pero acogedor. No tardo en acercarse a la chimenea, dejando su pequeña maleta en el suelo, al lado de uno de los sofás. La pregunta de su compañera llamo su atención, pero la verdad el ambiente que se formo después de esa pregunta, fue la que hizo que volteará para ver la cara de los demás.

- Originalmente, habían venido a investigar desapariciones ¿no?- interrumpió el ambiente Alice, hablando como si  no fuera cosa del otro mundo que hubiera desapariciones, bueno siempre había tenido que lidiar con ellas, los akumas se movían rápidos, a pesar de que ellos tenían el arca.

-S-si.- el buscador hablo en ese instante, respiro hondo para continuar.- Habían ocurrido unas pocas desapariciones en los alrededores, las investigábamos cuando encontraron el cadáver de aquella joven. Al principio no pensamos tomarlo en cuenta, pero gracias a eso, nuestra investigación se vio interrumpida dado el alboroto ocasionado, por lo que optamos por estar bajo perfil.- El buscador tomo asiento en uno de los sofás más cercanos para luego continuar.- Fue mi compañera que sospecho del ministro.- dijo él, la muchacha llamada Tábhita se encontraba a un lado de la ventana en ese momento, observando a través de ella, pero sin perder atención a las palabras compañero.

- Ella noto como sus guardaespaldas actuaban erráticamente, parecían zombis. Hasta que hubo un detalle concluyente, uno de ellos parecía tener problemas con su transformación humana, su cara pareció explotar. Al percatarnos de eso, nos escondimos casi enseguida.

- El primer ministro y su… mascota… se apresuraron a entrar a su residencia en ese momento.- agrego Tábita, quien no aparto la vista de la ventana, Alice la observo curiosa.- Informamos enseguida al señor Komui apenas vimos eso.

- Ellos deben sospechar que le hemos visto, sobre todo si el primer ministro es un noah o… uno de esos extraños aliados del conde que han comenzado aparecer.- declaro el hombre.- Hemos intentado hacer menos contacto con la gente, y desde ese encuentro a salir poco, para poder ayudarles lo mejor que podemos.- El buscador saco de entre su chaqueta  un papel amarillento doblado entre sus ropas. Lo dejo en el piso, donde comenzó a abrirlo parte por parte, dejando a la vista un mapa bastante rayado con tinta azul.

- Cuando llegamos solicitamos un mapa de la ciudad, poco actualizado, pero nada que no haya podido ser arreglado con algunos "paseos" y modificaciones en él.- haciendo énfasis en las variadas marcas sobre el mapa. Alice se arrodillo cerca del mapa para verlo mejor, acomodando un largo mechón oscuro detrás de su oreja.- Nosotros nos encontramos aquí, y en este lugar encontramos de casualidad al primer ministro.- decía el buscador, apuntando con su dedo los sectores que había dicho, existía una distancia de siete cuadras entre esos puntos.- Aquí está el centro de la ciudad, siempre está lleno de gente durante el día, pueden encontrar buenas comidas, hospedaje, ropa y demás que ustedes necesiten.- les explico el buscador.- Hacia esta dirección se encuentra un camino hacia el río San Lorenzo, donde encontraron el cuerpo de la señorita.- Así explico los lugares más importantes de la ciudad: el hogar del primer ministro, su lugar de trabajo, o los lugares que frecuentaba.

- Bueno, quedarnos aquí no resolverá el misterio.- Alice se puso de pie.- Hay que salir a investigar y ver lo que está ocurriendo por nuestros propios ojos.- exclamo poniendo ambas manos sobre su cintura.

- Preferiría que fueran con cui… -comenzó a decir el buscador.

- Lo sé.- interrumpió Alice.- Se que quizás no nos encontremos con una gran bienvenida por parte del señor primer ministro.- decía preocupada, después de todo ese personaje podría tratarse de alguien muy peligroso, la orden ya estaba al pendiente de los hechos ocasionados por aquellas personas. Observo a su compañera  un momento.- Bueno vamos andando, abriguémonos para no  resfriarnos afuera, Darlenee.-  le dijo con una gran sonrisa. El buscador dejo escapar un largo suspiro, pero la mujer buscadora ya había abierto la puerta para que salieran, era cierto que el tiempo apremiaba y ella sabía que estar encerrados no resolvería nada.

Salieron del lugar y se dirigieron a la salida. Alice había abrochado su larga chaqueta y además se había puesto unos guantes de un matiz rojizo oscuro.- Darlenee, es mejor estar preparada para lo que sea.- exclamo preocupada por el bienestar de su compañera, si el primer ministro era un enemigo, la ciudad debía estar rodeado de akumas.


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Quebec. Relatos de una catástrofe. Empty Re: Quebec. Relatos de una catástrofe.

Mensaje por Invitado Dom Ene 18, 2015 3:21 am

En todo el rato que Belot explicó lo que había visto y las direcciones en el mapa, la alemana no habló, ni siquiera se atrevió a hacer algún gesto de aprobación o desaprobación ante lo que escuchaba, no es que le pareciera indiferente o que hubiera muerto congelada a causa del frío del lugar, simplemente no se le daban las direcciones ni los mapas del todo bien, prefería recorrer el lugar ella misma para observar y memorizar los lugares por los que había pasado; por lo que había evitado hacer cualquier expresión o ruido que distrajera su atención.

Cuando su compañera dio por entendido que saldrían en ese mismo instante a investigar, a Darlenee casi le dolió ponerse en pie, ya se había acostumbrado al calor en esa pequeña habitación… -Supongo que no podemos esperar hasta primavera ¿verdad?- se levantó y estiró sus extremidades no sabía si un calambre pudiera suceder al pasar rápidamente del calor de una habitación al frío de la intemperie, pero más valía prevenir.

Se colocó una bufanda a cuadros morados cubriendo la mitad de su cara, sus piernas ya estaban bien con unas mallas calientes rojas y unas botas negras largas que le llegaban hasta la rodilla, y la chamarra que cubría el resto del cuerpo de los muslos a la cabeza con la capucha y unos guantes del mismo motivo que la bufanda.

- Darlenee, es mejor estar preparada para lo que sea.- la pelimorada alejó la vista del cierre de su atuendo para encontrarse con la de Alice.

- Haré lo que esté a mi alcance - no quería sonar pesimista pero la realidad era que no había avanzado mucho con su inocencia, y si aparecían algunos aliados del conde o Noah estaría en serios problemas. La alemana cerró por completo el cierre de su chamarra, la insignia del uniforme no se podría ver así ”No quiero poner en sobre aviso al enemigo, por el momento” pensó. Respiró profundo y se colocó el gorro de la chamarra encima.

Como era temprano, Darlenee sugirió ir al centro de la ciudad, sería un buen lugar para comenzar la investigación, si el asunto del asesinato de cierta señorita había causado polémica, sería algo de lo que la gente seguiría hablando: datos ya dichos, chismes, rumores e incluso podría haber teorías que les sirviesen para ir atando cabos. Lo bueno también era que no quedaba muy lejos de ahí, y si les daba hambre podrían comer algo.  

Tras caminar algunas cuadras, siempre siguiendo a su compañera y sin poner atención en los sujetos que de vez en cuando se cruzaban en su camino, llegaron al centro de la ciudad, y se notó por el aumento de gente en las calles y la plaza. Había varios puestos de comida, tiendas de ropa y artículos varios, algún que otro puesto de revista, y una librería, a la chica le gustó la idea de darse una vuelta por ahí, después de todo hacía tiempo que no compraba un libro nuevo.
Pasando cerca del puesto de revistas vio algo que llamó su atención, el encabezado de un periódico a la vista…

- Quizás podríamos comenzar ahí - le dijo a Alice apuntando al pequeño puesto de revistas y periódicos, hizo un ademán a Alice para indicar que la siguiera y una vez llegó al lugar tomó el periódico, el encabezado exponía:

¡El primer ministro asesina a su amante!

Darlenee pagó el periódico sin esperar que le devolvieran el cambio, siguió leyendo… Entre toda la nota resaltaban las palabras “tragedia en el río”, “cruel asesinato”, “único sospechoso Olivier Cartier”, “crimen pasional”, no obstante no explicaba muy bien las circunstancias en que se encontraba el cuerpo, más que una quemadura en el cuello de, al parecer un cigarrillo y el nombre de la víctima: Doriane Duquet, asistente y, según la nota, amante del primer ministro. A un lado, aparecía una pequeña foto de ella. Era una lástima que hubiera terminado así, una mujer joven, y bonita, de cabello largo castaño y lentes.

- Mmm, me gustaría saber cómo la mataron, de una manera más específica, porque en algunas oraciones de la noticia podría pensarse que son sólo especulaciones - comentó - Y también… - hizo una pausa cambiando las páginas del periódico buscando algo - No mencionan mucho lo de la gente desaparecida, más que aquí, en este cintillo hasta abajo, ¿ves? - apuntó para que Alice encontrará rápidamente lo que quería decir, en el cintillo venían las fotos de los diferentes desaparecidos con sus nombres, características físicas y edades, mismas que iban desde un chico de 15 años a una mujer de 36, y todas bajo un título: “LOS DESAPARECIDOS DE LA NIEVE DE QUEBEC”, un título dramático sí, pero no tan atractivo como el del asesinato de Doriane - Me pregunto, ¿qué tendrán en común todas estas víctimas?- susurró lo suficientemente alto para que sólo su compañera la escuchara.

- ¿Ya supiste? – se escuchó por detrás de ellas a un hombre hablar – El ministro podría ser el asesino de la joven encontrada en el río, pobrecilla, y todavía ayer se le pudo ver al Ministro fuera de su casa sin temor alguno, debe estar muy seguro de que no le pasará nada – se quejó el sujeto.

- Mmm, no lo sé, quizás lo malinterpretas, es probable que, como se dice, “el que nada debe, nada teme” probablemente está tan tranquilo, existe la posibilidad de que no haya sido él– opinó un segundo hombre algo más entrado en años, por lo que su voz se escuchaba.
“El que nada debe, nada teme” …

Aún así, habría que asegurarse de que en verdad nada debe…Porque la mascota que Tábitha vio, dice lo contrario.

- Creo que será necesario visitar al primer ministro en algún momento,  pero, ¿qué tal si investigamos primero la conexión de los desaparecidos? - opinó la pelimorada, quería estar lo más alejada posible del primer ministro, el mayor tiempo que se pudiera, al menos hasta asegurarse de que no estaban en un grave peligro…
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Mensaje por Alice Lun Ene 26, 2015 9:10 pm

Comenzando con la búsqueda de información, esperaba que tuvieran algo de suerte. Acomodando sus ropas, poniendo su capucha encima de su cabeza para proteger a sus orejas del frió, comenzó a caminar hacia el centro de la ciudad. Parecía una buena idea ir a un lugar bastante lleno de gente, donde de seguro podían pasar desapercibidas y sin llamar mucho la atención.

Al llegar, había una cantidad moderada de gente por las calles, bien abrigados, caminando rápidamente o lentamente. Las cafeterías estaban llenas y se notaba que algunos restaurantes habían cerrado debido al frió y la poca cantidad de clientes que había en esos instantes por el clima. Pero aún así se notaba el bullicio alrededor, hasta unos niños pasaron corriendo a un lado de ellas.

Al igual que su compañera su largo y oscuro abrigo ocultaba el uniforme de exorcista. Eso estaba bien por ahora, no quería llamar la atención con tanta gente por el lugar, no por ahora. Se acerco a su compañera cuando fueron directamente hacia el pequeño puesto de revistas, atendido por un joven que dentro estaba muy bien abrigado y tomando un caliente taza de café. Poniéndose al lado de ella, leyó el periódico, no había mucha información acerca de las desapariciones, quizás preguntar sería una buena idea, pero eso llamaría mucho la atención, cualquiera de las personas frente a ellas podía ser un akuma, como le gustaría poder detectarlos como Allen lo hacía. Alice dejo escapar un suspiro ante aquellos pensamientos.

Ante la sugerencia de su compañera, tan sólo se vio sorprendida. La verdad es que tampoco pensaba que ir directamente hacia el ministro, fuera una buena idea, pero pasarlo por alto tampoco era una opción.- Entonces, vamos con la policía.- dijo ella directamente, como si fuera una idea magistral y lo era.- Ellos deben tener más información al respecto, dado que están investigando los casos, aunque vamos a tener que actuar frente a ellos, no podemos decirle que somos exorcistas, además…- exclamo tomando el periódico de las manos de Darlene.- Esta mujer, es una detective.- exclamo apuntando a una de las fotos, donde una mujer bastante linda, de cabellos cobrizos y ondulados, con algunas pecas en su rostro, sonreía para una foto. Su nombre Beatrice Allamand, 30 años, al final de ese pequeño párrafo salía su profesión: detective, mencionado como si formará parte de sus características físicas.

Al llegar a la comisaria, la cual era pequeña, Alice se quito la capucha, adentro estaba más tibio.- ¿Se les ofrece algo, jovencitas?- una mujer, al parecer la secretaria del lugar, ya que no iba uniformada como los demás, se acerco hacia ellas. Tenía su cabello castaño recogido en una coleta, y unos lentes enmarcaban su rostro pálido, sólo adornado por un pequeño tinte rosado en sus mejillas.

Alice observo a su compañera, esperando que supiera actuar.- Disculpe, pero nuestro tío… desapareció.- exclamo repentinamente Alice.

- ¿eh?- la secretaria observo a ambas muchachas.- Esperen un poco, ¡Inspector Evans!- la secretaria se alejo para hablar con otro hombre, mucho mayor y ya uniformado y que además tenía un abrigo grueso encima. Este se encontraba sentado tras un escritorio, se levanto de la silla y se acerco a ambas muchachas.

- Sígueme el juego.- murmuro Alice a Darlene, era la primera vez que intentaba hacer esto. El hombre les saludo y les dijo que se sentarán en las sillas que estaban próximas a ellas.

- Entonces, ¿Qué ha pasado? ¿Es verdad lo que dice mi secretaria?- preguntó cuando todos estaban comodos.

- ¡Cla-claro que sí!- Alice trato de mantenerse serena.- Escuche, vinimos hasta aquí ya que nuestro tío.- exclamo mirando a Darlene para que le apoyará.- No se ha comunicado con nuestra familia, su última comunicación fue que vendría ha-hacia aquí…- se detuvo un momento, tratando de evocar el mapa que había visto anteriormente.- Y-y se iba a registrar en el hotel Le Concorde, pero ya fuimos y no hay nadie registrado bajo su nombre.- explico ella.- Leímos en el diario que han habido desapariciones, entonces tememos que él también sea una víctima.- El hombre mayor dejo escapar un suspiro.

- Lo siento por su tio… ¿cómo se llama?

- ¡Ah! ¡eh! S-su nombre… es… Komui Lee.- eso fue lo primero que se le ocurrió a Alice, internamente se dio un golpe por su poca creatividad.- Nos gustaría saber que está pasando, ya que nuestro tío seguramente…- dejo de hablar ella

- Bien, la verdad es que el trabajo es difícil, si su tío no alcanzo a registrarse, no podemos dar con él, más que preguntar a los pobladores. Además puede ser que también haya sufrido un accidente antes de llegar hasta acá.

- ¡I-imposible!- exclamo  Alice repentinamente.- Qui-quiero decir, ya preguntamos antes de venir hacia acá, y no hubo ningún accidente en los caminos en… estos días.- completo ella.- ¿verdad Darlene?

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Mensaje por Sigma-chan Lun Feb 02, 2015 2:55 am

La tortuga se mostró aún más alegre al sentirse en los brazos del inglés y sin mayor preocupación se acurrucó contra su cuerpo, preparándose a dormir mientras susurraba un montón de incoherencias; en las que incluía una torre de melocotones, bombones y el vaso "más enorme" de chocolate caliente que el mundo hubiese visto.

Balam enarcó una ceja al notar aquello y luego sonrió tras la indirecta de homicidio que hubo "lanzado" el morocho.

-Conde pretende darle la oportunidad de explicarse ante nosotros... Tener control de Quebec podría resultar benéfico- habló con cierta indiferencia al percatarse de las monjas que se acercaban -aunque en lo personal me desagrada tanto frío- concluyó en el momento que las religiosas abordaban al ojiazul.

-Agradezco su amable invitación mis estimadas damas- comentó interrumpiendo las palabras de las recién llegadas, quienes le miraron con algo de curiosidad, y es que al contrario de Dibrael y sus "fachas", el de ojos plata llevaba un largo abrigo con capucha que a simple vista no era de segunda mano (aunque tampoco lujoso) y botas resistentes a la nieve, así que en cierto punto "las hermanas" dudaron de las intenciones de fraude del pelirrojo.

Balam dejó escapar un par de carcajadas y con calma bajó el gorro que le cubría la cabeza, dejando ver su largo cabello revuelto y el rostro polvoriento, dando a entender que igualmente llevaba una "dura vida". Por lo que las monjas cambiaron su expresión a una menos desconfiada, para oficialmente invitarle al comedor… Balam volvió a reír y con exceso de confianza abrazó por los hombros a la más joven de las mujeres, recitando un corto y romántico poema en perfecto francés, ocasionando la vergüenza de la muchacha y el desconcierto de su compañera; quien con cierta molestia pidió se alejase y se limitara a seguirles en calma.

-Claro, claro...- dijo regresando al idioma ingles y alzando los brazos en señal de rendición, para después colocarse junto a Dibrael y comenzar la caminata.

-Nunca entenderé como los "humildes" llevan objetos tan lujosos- murmuró hacia el morocho con una sonrisa de medio lado, una vez las monjas les dieron la espalda, y con discreción le mostró un crucifijo de oro que después guardó en su bolsillo y continuó caminando...

Cuando finalmente llegaron al sitio y las monjas les despidieron en la entrada, de lo que parecía un convento (o una Iglesia extendida), el Noe se dispuso a pasar abriendo la puerta con una expresión un tanto sospechosa. Dentro, el cálido ambiente y los murmullos de las decenas de comensales en el interior, lograron que el de Brasil volviese a sonreír, pero fue el sabroso olor a comida recién guisada que embargaba el lugar, lo que le recordó a su estómago que su almuerzo había sido varias horas atrás y con un retortijón le hizo saber que en efecto ahora tenía hambre.

-Mi estimado Duque ¿le parece aquella mesa? Los vagabundos ahí se notan menos... "Vagabundos"- bromeó con el inglés y pretendió adelantarse hacia la susodicha mesa, sin embargo el cuerpo de un indigente de piel oscura y barba tupida, que se había colocado intencionalmente en su camino le impidió continuar; Balam estuvo a punto de "reclamar con sus puños" al hombre, cuando notó en su mirar que este tenía algo que decir.

-No esperé encontrarles aquí...- habló ofreciéndoles de inmediato un par de tazas con líquido ambarino, y que por el olor era fácil intuir que se trataba de té de manzanilla -por favor siéntense, yo pido sus platos- agregó dando la vuelta una vez el Armadeira tomó las bebidas.

-Muy bien hecho Índigo, tu suntuosa presencia disimulada nos consiguió un camarero- comentó con su característico tono burlón y se dirigió hacia la antes mencionada mesa (que en realidad era de las menos concurridas por su lejanía a la “zona de servir”), y tras colocar ambas tazas sobre la superficie de madera el de ojos plata tomó asiento, indicando al Burleigh con un par de golpecitos de su mano en el lugar a su izquierda, que esperaba se sentase ahí.

-Gogu se va decepcionar con esto- comentó tras darle un primer sorbo a su poco azucarada bebida.

-Aquí tienen- dijo el de barba un minuto después, colocando dos piezas de pan y un par de platos hondos frente a ellos, los platos llenos de verduras varias en un caldo espeso y medio rojizo, Balam tomó el mallugado cubierto que incluía y con serenidad empezó a comer.

-Soy Emile y estoy ahora para servirles- continuó el hasta ahora desconocido, quien tomó asiento en el espacio frente a ellos -tengo tanta suerte de encontrarles, tan justo a tiempo…- siguió en voz baja, conteniendo su emoción -el Amo va estar feliz, más ahora que he visto a esos molestos buscadores; ellos también han comido aquí no hace mucho y ahora podré llevarlos a ustedes dónde está resguardado mi Amo- explicó con una gran sonrisa.

Balam pasó nuevamente bocado y cruzó mirada con el de ojos zafiro, seguro de que él también se habría percatado de lo extraño que sonaba todo aquello.

-¿Rastreadores de la Orden?- cuestionó y volvió a su platillo.

-Sí, los hemos estado buscando desde el incidente, es por eso que estamos en un montón de lados y sobre todo en las Iglesias de la ciudad. El Amo estaba seguro de haber divisado un uniforme beige cuando sucedió el mal funcionamiento de aquel akuma, pero hasta ahora sólo nos dio la orden de indagar, no sé porque pero no quería que los matáramos…- respondió Emile.

El Armadeira frunció levemente el entrecejo y se apresuró a terminar con su potaje, realmente tenía ganas de ver al tal Cartier y averiguar todos esos “por qué”.



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Mensaje por Invitado Sáb Feb 07, 2015 4:03 am

Y ahí estaba, en una fría silla, frente a un inspector, a punto de decir una de las mentiras más grandes de su vida, si su madre se enterara de lo que estaba a punto de hacer quizás ya la tendría justo detrás de ella, lista para jalarle las orejas en cuanto abriera la boca, tal y como hacía cuando solía ser una niña… - Sí, así es… - Atinó a decir la alemana con una voz apagada. Suspiró hondo y continuó - Disculpe a mi pequeña prima, se pone así cuando está nerviosa… ¿Y cómo no estarlo? Después de semejante tragedia… - la voz se le quebró, se abanicó con su mano muy cerca de sus ojos, cuyas pupilas miraban hacia arriba, tratando de fingir que evitaba que las lágrimas se le salieran…- Perdón, estamos asustadas…- bajó la mirada a sus pies mientras pensaba en algo feo que la hiciera llorar - Es…Es la primera vez que pasamos por algo como esto y no sabemos a quién dirigirnos, más en una ciudad desconocida para nosotras…De tan sólo pensar que nuestro tío favorito podría estar…mu…muer… - se tapó la cara con su bufanda y comenzó a sollozar.

- Cálmese señorita - dijo el hombre pasándoles unos pañuelos a ambas chicas - Haremos lo posible por encontrarlo - aseguró con un tono de voz más serio, la pelimorada levantó la vista para toparse con un hombre de tocándose la sien, no lo había notado pero aquel inspector parecía cansado. - Ahora cuéntenme, ¿de dónde vienen?-

A Darlenee le agarró desprevenida esta pregunta, y contestó al azar con el primer nombre que se le vino a la mente - To…Toronto - respondió alzando la voz, efecto que tiene en algunos el verse improvisando.
- Ya veo, y díganme, ¿qué quería hacer por aquí su tío si su familia está en Toronto? -

- Ammm… Pues, verá… - la chica evitó el contacto con los ojos del hombre y fingió toser unas tres veces pensando distraer con esto y pensar en algo rápido - Mi tío viene de Inglaterra, él vive allá y quería pasar unas vacaciones con nosotras, su familia y…Por el largo viaje, le…le resultaba más fácil llegar aquí primero y descansar…Sí, sí así es... - afirmó, cuando vio su mentira completa y con sentido, al menos en ese momento - En su viaje de regreso, pasaría primero unos días en Quebec para descansar del largo viaje, a nuestro tío le gusta mucho hacer alguna que otra parada en ciudades que no haya visitado, ya que no le gustan los viajes tan largos, es su manera de des estresarse. Pero, sólo pasaría aquí dos días, y después se iría a Toronto. El detalle es que ya pasaron cuatro días sin noticias suyas. -

El detective Evans frunció el ceño ante aquella afirmación,  no parecía muy convencido. Se talló un poco ambos ojos con sus dedos y prosiguió muy serio - ¿Tendrán alguna fotografía del desaparecido? - La pelimorada sintió un escalofrío al pensar que de no poner alguna buena excusa su mentira “piadosa” se vendría abajo.

La chica suspiró y se secó las lágrimas falsas que tuvo casi que exprimir de sus ojos y dijo con voz lastimera - La verdad es que no…Salimos pronto de casa al venir a buscar a nuestro tío que olvidamos algo tan importante-

- Supongo, entonces, que no tendrán problema en describirlo para hacer un retrato hablado para buscarlo -

- ¡Por supuesto que no!- replicó la alemana con un dejo de indignación - Conocemos muy bien a nuestro tío, claro que una descripción no será problema- aseguró…No obstante, no se sentía capaz de dar una descripción exacta de Komui, en parte porque no les convenía por lo que tendría que inventar algunos rasgos.

- Perfecto, acompáñenme - el detective se levantó de buenas a primeras y caminó hasta un sujeto que acababa de salir de una puertita con algunas hojas en sus brazos, le dio indicaciones y, en seguida, se dirigió al pasillo ubicado a su derecha para después dar la vuelta a la izquierda, el pequeño pasillo que transitaban a continuación era muy pequeño en comparación al anterior y terminaba en una puerta que, al abrirla, se dirigía a una pequeña oficina más privada y más fría. Le sindicó que se sentaran nuevamente en un sillón ubicado a la derecha de la puerta y poco antes de que fuera a cerrar la puerta apareció el mismo hombre al que minutos antes le había dado indicaciones, con un bloc de hojas blancas y un lápiz.

- Él es Anderlan, el que se encargará de hacer su retrato hablado, por favor describan a su tío con lujo de detalles - y sin más que decir se retiró.

Darlenee siguió al detective con la mirada hasta que cerró la puerta tras él, y después cruzó miradas con Alice... Se acomodó en el asiento y comenzó a describir a su supuesto tío Komui, cambiando varios detalles que, para el término de esa sesión, poco más de una hora, el retrato de Komui, resultaba bastante diferente a lo que recordaba de él, en el dibujo, el sujeto que estaba frente a ella tenía una cara regordeta, un abundante bigote y cabello lacio pero corto, lo único que reconocía del Komui original fueron sus ojos, su nariz y sus inconfundibles lentes y sonrisa.

Aceptó sin pensarlo dos veces cuando Anderlan les preguntó si ese era su tío, ya quería que se terminara ese lío para continuar con la misión, pero para cuando Anderlan se levantó dispuesto a entregarle el dibujo al detective Evans.

La pelimorada se preguntó a qué otros embrollos las llevarían sus “mentiras piadosas”…
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