¿ACM o exorcista? La secta oscura

Con un ademán de su mano, sosteniendo a Albtraum, Illya señaló lo que había a espaldas de Aaliyah, el pueblo en general.

―¿Por qué? ―cuestionó tajante.

Había muchas alternativas para responder aquella pregunta, que en realidad lo englobaba casi todo. El Aliado fingió no saber por cuál empezar, dejando que el silencio se volviese incómodo entre él y la chica.

―¿Es porque sigues ciegamente las órdenes del Conde?, ¿qué te da él a cambio? ―Illya dio varios pasos hacia su lado derecho, rodeando al hombre que no se movía de su sitio―. ¿Poder?, ¿felicidad?, ¿Te ayuda a cumplir todas tus ambiciones? ¿Por qué maldita sea tienen que ser tan egoístas?

Su voz llena de enojo reverberó en el silencio del templo ahora hecho ruinas. Aaliyah seguía sin responder, sosteniéndole la mirada a la exorcista. Esta, sin embargo, no pareció exasperarse por ello, ni sentirse burlada. Los mismos ojos fieros que él le mostraba, ella se los devolvía equitativamente, porque comprendía muy bien qué significaba aquel encuentro y hasta donde llevaría: entre Aliados del Conde y Exorcistas no podía haber nada más que una cruzada hasta la muerte. Porque eran enemigos.

A menos a que ellos renuncien, les haré pagar las consecuencias que traen sus acciones con creces.

Aaliyah mantenía el arma blanca aferrada en su mano. Estaban en un momento de tensión porque de él moverse, Illya le dispararía y no habría muchas opciones para seguir respirando sobre la tierra.

―El alma del ser humano siempre guarda muchas cosas ―dijo él tranquilamente, mientras intentaba mantener la calma y ver a través de la niña―. Entre el bien y el mal, siempre estamos en el medio, y podemos tener ambas dentro de nuestra alma.

Ahora era él el que comenzaba a caminar hacia un lado, provocando que Illya reaccionara y también fuera en un sentido contrario al suyo. Pronto los dos se vieron rodeándose mutuamente como fieras en medio de una tensa batalla.

El hombre se irguió, dejando a la exorcista contemplar su metro noventa y cinco de altura, demasiado disimulado con el arco que antes dibujaba su espalda cuando se encontraba en posición inclinada con los hombros caídos. Ahora, no solo dejaba al descubierto su inmensa altura, sino también la verdadera constitución de su cuerpo en cuanto se deshizo de la túnica de la secta que él mismo había creado.

¡Pero se veía tan diferente cuando estaba en lo alto del templo gritándonos!

Sus recuerdos no le fallaban. La persona que tenía ahora, de cerca, sin embargo, parecía ser más de lo que antes hubiera pensado. No sólo era alto hasta la intimidación, sino también fornido, con gruesos brazos y músculos fibrosos endurecidos por horas de entrenamiento en solitario. Tenía el pecho descubierto, y bajo la capucha su cabeza estaba completamente afeitada, adornado desde su nuca hasta el inicio de su frente con varios tatuajes que semejaban la ramificación de un árbol muerto y diversos símbolos de origen que Illya desconocía.

Lo he subestimado.

―Si alguien nos convence de hacer algo, no es porque ese individuo sea más persuasivo o astuto ―continuó el hombre, dejando traslucir una sonrisa confiada al notar en la mirada de Illya lo que él ya había visto en muchas ocasiones al mostrarse tal cual como era―. Significa más bien que una parte de nosotros, desconocida o completamente amena en nuestro interior, está completamente de acuerdo, y tiene la oportunidad de salir a flote en cuanto ese alguien dice las palabras mágicas ―de pronto el movimiento de sus pasos fueron más seguros y ágiles, haciendo girar en su mano la daga con confianza―. ¿Por qué negarnos a nuestra naturaleza? Tú seguramente fuiste escogida por Dios para salvar el mundo, y estás aquí apuntándome con tu arma porque una parte de tu interior se abrió paso por encima de las demás y decidió buscar la expiación de todas las almas entregándose a ese destino. Es lo mismo conmigo ―Aaliyah se detuvo, y la exorcista notó que iba descalzo.

De pronto la fuerza de sus palabras se había convertido prácticamente palpable, o eso percibía Illya. ¿Cómo? Parecía ser idéntico a cuando había reunido a sus fieles en el templo momentos antes de la masacre. Esa misma onda soporífera que le produjo dolor de cabeza y mareos, como si hubiese querido que bajara la guardia para darle paso a algo o alguien hacia su mente.

―La esencia de mi alma no es buena, exorcista. Es gris, porque tiene tanto blanco como negro, igual a la tuya y a la de los demás. Pero yo decidí inclinarme hacia el negro, tanto como tú en tu momento hacia el blanco.

Su voz… ¿qué tiene? de pronto se le hacía difícil mantener sostenida sus armas, tan pesadas como dos bloques de plomo. Illya entrecerró los ojos demostrando malestar, porque a su frente la vista se volvía borrosa.

Aaliyah lo sabía, y estaba esperando ese momento para atacar. Lentamente comenzó a acercarse hasta donde estaba ella sin dejar de hablar, porque sabía que la victoria en su movimiento consistía justamente en no detenerse ahora.

Voy a matarlos a todos y me llevaré la gloria.

―Y no me da vergüenza admitirlo. Deseo el poder. Ansío conseguir siempre todo aquello que desee, sin importarme por cuántas vidas tendría que pasar por encima para conseguirlo. Mi vida antes no tenía sentido, porque el vacío de ser como los demás era peor que morir. El Conde me dio una oportunidad, y así como me la dio, también puede quitármela si le llego a fallar.

Él llegó hasta su frente. El sonido de su voz, más cercana y directa, le provocó un mareo interminable, convirtiendo el frente de Illya en un entorno difuso sin sentido. Cuando Aaliyah le sostuvo con ambas manos de las muñecas y las apretó con fuerza, sintió sin embargo un golpe de dolor que la alertó para reaccionar.

Te voy a destrozar.

Había sido una mala idea esperar sus explicaciones.

Él dijo cosas que yo ya sabía, y me temía escuchar.

Illya recordó el destino de la familia Marto, aquel montón de historias arrasadas por el miedo a perder, el miedo a dejar de ser amado, el miedo a nunca conseguir la libertad, y se enojó. Una llamarada de ira que afloró repentinamente dentro de todos los nervios de su cuerpo igual a una inyección de adrenalina.

Maldito seas, Conde del Milenio.

El Aliado había encajado rudamente su rodilla en el estómago de Illya. Un espasmo de dolor la obligó a gritar mientras se esforzaba por no soltar a Albtraum. El hombre notó enseguida que allí había algo más que una tela manchada por sangre ocasional.

Has venido herida hasta acá. No te costará mucho morir entre mis manos.

―Sólo quiero que sepas…

Aquel jadeo lo tomó desprevenido e hizo que la mirara fijamente. Illya contuvo un gemido de dolor. Lentamente alzó el rostro para mirar de nuevo aquellos ojos carentes de compasión o bondad.

―Yo en realidad no seré la razón por la que estés muerto.

Desconcierto.

¿De qué está hablando?

―Sencillamente seré el Agente de tu Muerte. La tumba la cavaste tú.

Hubo un disparo que se escuchó en la lejanía.

Minutos más tarde, Illya estaba echada encima del hombre, tratando de situar los cañones de su arma en su pecho o cabeza mientras él luchaba por lo contrario, tomándole de las muñecas e ignorando el dolor en su hombro atravesado por la Lacrime, fulgurando odio desde el interior de sus pupilas.

Éste es solo un paso para la gloria. Si salgo vivo de aquí, lo conseguiré todo.

Spoiler:

El nivel 3 contemplo desde las alturas, las consecuencias que tuvo su devastador ataque. Había logrado lo que quería, crear confusión y dañar a sus enemigos todo lo que pudiera, pero aun así la amenaza hacia su amo no había desaparecido y haría todo lo posible para que sus enemigos fueran eliminados.

No tardaron en aparecer una docena de niveles 1 acompañados de un nivel 2. Las maquinas se aproximaron flotando en el aire, contemplando los destrozos causados por el de nivel superior. El nivel 2 poseía un aspecto similar al de un insecto, con grandes alas sobre su espalda y varias patas que le salían del tronco, sin poseer una parte inferior, su cabeza estaba compuesta de tres grandes ojos que se encontraban formando un triangulo alrededor de la grotesca boca.

-Recoge a ese de allí y llévaselo al amo, es posible que nos sirva de utilidad si sus amigos deciden escapar- le ordeno el nivel 3 al akuma con forma de insecto.

El nivel 2 acató las órdenes sin poner ninguna queja, dirigiéndose lentamente hacia mi posición. La maquina recogí mi cuerpo inconsciente con sus largas extremidades y emprendió el vuelo de regreso al templo, dejando atrás al nivel 3 con la pequeña tropa de esferas que acababan de acudir.





-Después de todo eres un debilucho-

Desde el momento en el que había perdido la consciencia, me sumergí en lo más profundo de mi mente, recordando las atrocidades a las que había sido sometido durante años, escuchando continuamente la voz de mi padre exigiéndome más esfuerzo y dedicación en mis entrenamientos, pidiéndome eliminar todo rastro de bondad o de humanidad. Durante esos años había sido criado con el único propósito de asesinar ¿Y todo para qué? Para seguir la el trabajo familiar o más bien la esclavitud familiar, siguiendo las órdenes de un ser al que seguramente les importábamos bien poco.

-Traidores, eso es lo que ese akuma les ha llamado a los aliados ¿Por qué? ¿Por qué nos han ayudado?-

-¿Quien dice que os hayan ayudado?-

-¿Pero entonces?-

-¿No ves la verdad de todo? ¿Quieres poder? Sabes la respuesta a las preguntas, afronta la verdad-

Era cierto, no lo había querido reconocer hasta ese momento, pero las acciones de ese líder me habían abierto parcialmente los ojos, había podido ver reflejado en él la misma las mismas ganas de poder que había en mi familia.

La verdad era que había decidido a irme de su lado, de matarles a todos para poder ser libre y elegir la vida que yo quisiera, sin embargo ese mismo día fui reclutado por el mismísimo Dios sin pedir mi opinión antes, mientras que el propio Conde había hecho lo mismo el día en que poso sus manos sobre el apellido Marto. Dos bandos que escoger, uno lleno de traiciones, muertes y poder. Otro lleno de continuas luchas, sacrificios y de ayudas a los demás

-¿Cuál debo elegir?-





-¡Amo le traigo un regalo!- grito el nivel 2 al llegar hasta donde se encontraba el líder junto a la exorcista.

Fue entonces cuando lentamente fui abriendo los ojos, tratando de sobreponerme al terrible dolor físico que me recorría todo el cuerpo. Lo primero que pude ver con claridad, fue la figura de la exorcista, la cual se encontraba envuelta en una pelea contra el líder religioso. Reconocí los escombros que nos rodeaban como los restos derruidos del templo, por lo visto había sido llevado allí mientras me encontraba inconsciente, y el responsable era una figura deforme y metálica llamada akuma.

-Perfecto, ahora podre devolverle esta daga a su dueño- rio el aliado, -te daré dos opciones exorcista. La primera es bien simple, dejas que te mate y le perdono la vida al otro. La segunda es que decidas pelear y entonces mi amiguito le destroza. Tú decides, vamos muéstrame esa lealtad-

Aquel momento de autoridad de la francesa fue rechazado inmediatamente por aquel akuma, quien le habia lanzado un destello para cegarla e inmediatamente estamparla contra la pared, impidiendole por completo cualquier intento de zafarse de el y preparando una ataque con mas que claras intenciones de acabar con los tres.

Pese a que habia derrumbado un edificio entero para sepultarla, la francesa tuvo la suficiente maniobravilidad como para detener los que iban a ella gracias a su campana, si no fuera por su arma y su entrenamiento indudablemente habria muerto... pero las cosas se ponian feas.

Otro nivel 2 habia entrado a escena y se habia llevado a Will... y por si fuera poco la joven no era capaz de localizar a Elaine....

Elaine...

Solamente pensar que le podia haber pasado algo grave la llenaba de tristeza e ira a partes iguales, los sentimientos que tenian eran tan dispares que lloraba y parecia gruñir cual bestia y al poco no solo se quito los escombros de un solo campanazo, si no que uno dio intencionalmente en la cabeza del akuma, haciendo que cayera al suelo, podia agradecer que este tipo de cosas no eran mortales para el

-¿Traidora...? ¿Tu asqueroso amo va a matar a uno de los nuestros por tener la desgracia de que la inocencia se ha incrustado en el y por ayudarle nos convierte en traidoras?- decia mirandole de forma amenazadora- ¡¡Esa sabandija es el traidor!! Y tu...- empezo a correr hacia el, dispuesto a destruirlo como la maquina inutil que era- ¡Vas a pagar por lo que le has hecho a Elaine!

Hey, hey~

Elaine a duras penas pudo moverse, tenía los ojos cerrados, sus parpados automáticamente se habían dejado cerrar por completo cuando aquella onda de energía blanquecina pareció cubrirlo todo por completo, negándose a morir de aquel modo, pero sin ver como poder evitarlo, no tenía fuerzas suficiente y en realidad, no había modo de esquivar la onda expansiva, por lo que sintió como toda ella temblaba ante la incipiente impotencia.

Pero el dolor nunca llegó, en realidad las voces le llegaron distantes y ahogadas, supuso que la explosión le había dañado el oído interno, lo más probable. Lo que más le inquietaba, era el hecho de que no estaba muerta. Seguía con vida. ¿Cómo? ¿Por qué?

Hey, Hey, Elaine… ¿Cuántas cicatrices te harás hoy, 6 como la primera vez?... Hey, Hey~ Elaine…

Se movió con cuidado, aún con los ojos cerrados, y fue en ese momento cuando sitió que algo la aferraba contra la superficie donde reposaba la mitad de su cuerpo. Algo la sujetaba con firmeza, eso la estaba protegiendo o más bien la había salvado del peligro. Se movió de nuevo, más bruscamente, intentando hablar o gritar tan solo para cerciorarse de que era cierto, de que estaba vivía, que no era un sueño agonizante.

-Savne, deja de moverte –le instó la voz inconfundible voz de Derain, quien sin duda era quien la tenía en brazos, en su forma de nivel 3.

Elaine estaba segura que nunca se habría sentido más feliz de encontrar a su retorcido compañero akuma, le golpeó su armadura del mismo color que el chocolate a la altura del pecho, como para hacerle saber que le entendía, y que se lo agradecía. La había salvado a pesar de que habría escuchado toda aquella bazofia proferida por el otro akuma acerca de su traición.

-Savne, todos nosotros sabemos cómo eres, y el porqué de cómo haces las cosas, el Conde también. Te gusta jugar antes de poder comer y eso no es traición, solo es tozudez de una loca malcriada, como tú.

La aliada sonrió, en realidad se rió decidiendo abrir los ojos de nuevo para contemplar el yelmo de aquel extraño color oscuro del cual surgían dos puntos de intensa luz verde, los ojos de Derain, al ladear un poco la cabeza pudo percatarse que estaba algunos edificios más alejados del lugar donde se había creado la explosión, la que ahora era inspeccionada por una docena de niveles 1, el único nivel 2 había desaparecido con el cuerpo inconsciente de Will.

Hey, hey~ ¿Elaine, a cuántos hermanos más matarás hoy?

Entrecerró los ojos, sintiendo el mismo cosquilleo muerto de aquella vez en la que había observado impasible como sus hermanos se ahogaban en su propia sangre solo que esta vez, a quien contemplaba era a Coralie corriendo hacia ese akuma volvía a cargar de nuevo aquella energía mortal.

- Hoy solo toca cultivar. –respondió a su voz interior, esbozando una macabra sonrisa cuando hizo una señal a Derain, dejándose caer al suelo y aunque cayó sobre el tejado limpiamente, sintió que todo su cuerpo se tambaleaba del dolor. –¡Mátale! ¡Sus ojos son demasiado feos para seguir viviendo!

Derain no se hizo de rogar, en realidad ya había salido a toda velocidad una vez Elaine hubo saltado al suelo. La verdad es que a pesar de lo fuerte que pudieran ser los aliados, seguían siendo humanos y por ello frágiles, por su parte Elaine no pudo hacer más que intentar avanzar de tejado en tejado, acercándose lo suficiente como para apuntar con su materia oscura (la cual había tenido entre sus brazos todo ese tiempo) y arrasar con la docena de niveles uno antes que pudieran disparar a Coralie.

-No lo sabías aún, pero hoy, es el último día de tu nueva vida. –canturreó la aliada, en el momento en que vislumbraba la cabeza del nivel 3 de color verde volar por el aire separado del resto de su cuerpo.

No había prestado atención a qué era lo que hubieran hecho Coralie y Derain, ella se había mantenido a distancia, limpiando el resto de la porquería. Rió alegre, aunque eso le doliera, y camino un par de pasos hasta dejarse caer del tejado donde estaba, para ser atrapada de nuevo por su akuma.

- Coralie, deberías tranquilizarte~ –comentó, aún sin dejar de borrar sus sonrisa. Se habían dejado marginar y eso no era bueno, tenían una misión. –Tenemos algo que terminar, además, no podemos permitir que una exorcista nos limpie el terreno. Quiero arrancarle la lengua a ese aliado, o al menos atascarle la garganta con la sombrilla, pero para eso, necesito que mi hermanita mayor sea capaz de pensar. –Su voz había sonado trémula, porque para que engañarse, no estaba en el mejor momento de su vida.

Elaine dejó escapar un suspiro, parpadeó y volvió a enfocar a la francesa, esperando una respuesta, la que ella deseaba oír. No tenía animo alguno para tener que enfrentarse, quizás más adelante tuviera que explicarle el por qué había salvado a la que un día había llamado chica maravilla y de la cual tan poco quedaba en esa nueva mirada.

Hey~ ¿Qué es lo que planeas hacer esta vez, Elaine?

…¿Crees que esta vez muera la verdadera inocencia, quizás~?

El duro suelo lleno de escombros y piedrillas puntiagudas les rasgaba la piel. Literalmente, Aliado y Exorcista habían rodado varios metros durante la lucha encarnizada, tratando de situarse por encima del otro en muestra de su superioridad, y también como los frustrados intentos de ponerle fin a aquello. Aaliyah estaba furioso, porque no tenía idea de cómo aquella niña le estaba siguiendo el ritmo, a pesar de que él era varias cabezas más alto, y le llevaba casi el doble de peso.

Es el poder de supervivencia que se gana con las innumerables experiencias al borde de la muerte.

A pesar de ser conocedor de ello, y entenderlo, le parecía difícil darle crédito ahora mismo, donde necesitaba con más ahínco que las fuerzas de aquella mocosa fenecieran junto a su alma.

Illya por su parte sabía que se estaba lanzando al límite. Apenas conseguía igualar con cada descarga de adrenalina que le advertía cuán peligrosamente cerca estaba de la muerte la fuerza de aquel hombre y sus capacidades, con la suerte de seguir por los momentos igual. De la herida del Aliado manaba sangre copiosamente. Quizá por ello todo era más fácil. Los músculos de su brazo herido no podían tensarse tanto como los del sano y creaba una diferencia ventajosa para ella.

Pero sabía que de seguir así, ella sería la primera en agotarse, y entonces el final se aproximaría a grandes zancadas hasta sí. Si quería de verdad acabar con aquel problema, necesitaba más bien cambiar el curso de las cosas y conseguir por lo menos dañar más el cuerpo de aquel mastodonte.

Piensa… piensa. Se me está acabando el tiempo.

Las articulaciones le dolían, entre el esfuerzo de sostener su arma y mantener a raya las poderosas manos de Aaliyah en torno a sí. Pronto se agotaría. El pulso comenzó a temblarle, y notó en el rostro del Aliado una sonrisa repentina que le avisaba cuánto comenzaba a desfallecer.

Fuck.

Y justo en ese instante una enorme silueta aterrizó desde el cielo cerca de ellos. La atención de ambos se fue inmediatamente hacia el Akuma de nivel dos que acababa de hacer aparición, y sus siguientes palabras cambiaron efectivamente el curso de las cosas.

―¡Amo le traigo un regalo!

Ante los ojos de Illya se abrió el pánico desmedido. La bestia tenía entre sus garras a Will, aparentemente fuera de combate. Aaliyah tardó varios segundos en entender a qué se refería el nivel dos, y cuando lo hizo, contrario a la exorcista, en su rostro se formó una sonrisa siniestra. Se levantó empujando a la chica, e incorporándose mientras hacía girar entre su mano sana la daga.

―Perfecto, ahora podre devolverle esta daga a su dueño ―se carcajeó, volteándose a mirar súbitamente a Illya desde arriba―. Te daré dos opciones exorcista, la primera es bien simple: dejas que te mate y le perdono la vida al otro. La segunda es que decidas pelear y entonces mi amiguito le destroza. Tú decides, vamos muéstrame esa lealtad.

Lealtad.

Illya se incorporó con dificultad sintiendo los músculos de sus brazos temblar por el esfuerzo. Ya comenzaban a jugar sucio. Trató de alejar de su cabeza el miedo inicial que la presencia del último de los Marto le produjo, pensando en lo peor, y observó su condición desde la distancia. Aturdido, comenzaba a despertar y recobrar el conocimiento. Quizá estaría escuchando todo lo que ellos decían, e Illya supo que por más cruel que sonara, allí había un camino que iniciar.

―Demonios, esto es bajo ―masculló para sí misma apretando el agarre con sus dos armas―. ¿Y qué me asegura que después no le vas a quitar la vida tú mismo, si permito que me mates en lugar de él?, ¿acaso piensas que después de todo esto vaya a confiar en la sucia palabra de un Aliado del Conde?

Un farol.

Aaliyah también pareció verlo así, porque se limitó a sonreír con aquella mueca siniestra suya mientras agitaba la cabeza de lado a lado.

―Es lo único que te queda de esperanza para seguir viéndolo con vida ―replicó.

―Dime una cosa…

―Aaliyah.

―Bien, Aaliyah. Respóndeme: ¿desde el inicio habías sido el causante de que el pueblo comenzara a cometer todos esos asesinatos?, ¿de eso se trata tu habilidad?, ¿todo este tiempo los has manipulado para incrementar el número de Akumas a tu alrededor?

¿Qué está haciendo?

―Creo no entender ―dijo en respuesta entornando los ojos, como si a su frente hubiese alguna clase de trampa que él no lograba ver. Antes de responder soltó otra carcajada―. Pero a estas alturas ya deberías saber que sí, ¿te has dado cuenta del poder que llevo dentro de mi cuerpo? Bastante centrada y observadora ―se tocó la garganta, acariciándola con suavidad―. La palabra, si la sabes usar, puede convertirse en el arma más poderosa. Incluso mil veces más que una simple espada. Basada en esa filosofía el Conde me dio el poder de hacer esa idea realidad. He conseguido que todas esas personas me siguieran y encontraran la verdad absoluta en lo que digo, ¿en qué se diferencia a los antiguos oradores religiosos?

―Tú no les dejas otra opción más que obedecer.

―Eso es verdad, ¿pero y qué?

Illya estaba dispuesta a retroceder cuando él comenzó a acercarse, pero Aaliyah la detuvo.

―¿Crees que está bien que te tomes la libertad de actuar como prefieras estando tu otro amigo exorcista al filo de la muerte?

Tensa, se detuvo.

El hombre le propinó un poderoso gancho en el estómago, y consiguió algo más que el dolor natural al lastimar. Sintió a través de la túnica, y el fuerte grito que exclamó Illya, la debilidad en la exorcista.

―Estás herida, ya veo. ¿Y aún así te permitiste actuar tan soberbiamente como para creer que serías capaz de vencerme si me encontrabas tú sola? ―como garras en torno a sus hombro, el Aliado la tomó con firmeza, mirándola desde abajo―. Dime, exorcista ¿te gustaría sentir el poder de mis palabras aplastarte completamente?

La frecuencia de su voz en aquellas palabras había cambiado. Tan directo como recibió aquel ataque, Illya sintió sus fuerzas abandonarle completamente mientras el estómago se le comprimía. Escupió hacia el suelo un pequeño charco de sangre, ensuciándose los labios y sintiendo el regusto desagradable dentro de su boca. Dolor. El dolor se expandió como una punzada aguda. Como si hubiese recibido un segundo puñetazo en la herida cauterizada.

Pero era la oportunidad perfecta.

El depredador que pone su atención absoluta en la indefensa presa…

Illya sonrió ligeramente con una picardía agotada. Levantó como un rayo el brazo que sostenía uno de sus rifles y disparó hacia el frente, conmocionando al Aliado, y quizá también sobresaltándolo por el estruendo que causó la descarga de Lacrime.

¿Se ha vuelto loca?

No, pronto cayó en la cuenta. Porque no tenía intenciones desde un inicio en dispararle a él, sino más bien…

―¡¡Agh!!

El nivel dos herido comenzó a retorcerse antes de que las sagradas estacas de la Inocencia explotaran en su interior como un reactor. En el movimiento había alzado sus garras al frente, soltando a Will en acto reflejo. No era suficiente para matarlo, pero al menos si para debilitarlo y distraerlo.

Te di suficiente tiempo para que recobraras tus cinco sentidos.

―¡Muévete Will! ¡Corre!

No es rival para ti… ni para mí.

―¡Maldita sea!

Otro relámpago de dolor le cruzó el pecho a Illya cuando Aaliyah descargó su rabia con un puñetazo a su herida directamente. Ahogando un gemido de dolor se dobló por la mitad, conteniendo la necesidad de separarse de él.

―No pensabas que te lo dejaría tan fácil ¿o sí? ―se burló entrecortadamente, volviendo a sonreír de esa forma que a muchos enemigos conseguía desquiciar―. Porque sino debiste pensártelo dos veces antes de tratar de jugar conmigo.

Los héroes nunca mueren sintiéndose derrotados.

Si ésta iba a ser su última misión, al menos se encargaría de no hundirse sola. El Aliado comenzó a descargar repetidamente sus puños en el estómago de Illya, que con cada punzada de dolor, iba perdiendo la sensibilidad de su cuerpo, y poco a poco también, su conciencia.

Si es que se puede decir así, ésta es mi lealtad.

El dolor fue disminuyendo poco a poco, al mismo tiempo, iba recuperando del todo la conciencia. En la situación en la que me encontraba no debía de llamar la atención de la maquina que en ese momento me agarraba con fuerza, la cual esperaba una orden para aplastar mi cuerpo.

El tiempo que aliado y exorcista pasaron hablando, discutiendo la situación en la que nos encontrábamos, lo aproveche para rastrear mi cuerpo en busca de los daños producidos por el desplome de la casa en la que me encontraba. Al juzgar por el dolor que me recorría el brazo izquierdo, supuse que al igual que ocurriera la vez pasada en la que me encontré a la exorcista, que me había roto dicho brazo, además de un par de costillas y de numerosas contusiones a lo largo de ambas piernas.

De pronto un proyectil lanzado por la exorcista impacto de lleno en el cuerpo de la maquina, la cual me lanzo hacia delante en un impulso producido por el dolor de la inocencia. Mientras caía al suelo, pude escuchar la explosión el proyectil, el cual había logrado dañar de forma severa al akuma.

-¿Y por que a él?- fue el pensamiento que me recorrió al ver como no había aprovechado la ocasión para ensartar al aliado.

De forma milagrosa pude aterrizar con ambos pies sin llegar a caer al suelo, únicamente tambaleándome por el dolor del aterrizaje, ya que si bien era cierto que no estaría a más de un metro de altura, también era verdad que las contusiones y heridas, hacían que en ese instante todo el cuerpo me doliese.

Era momento de actuar, aprovechar la ocasión para salir de allí y recuperar fuerzas o para ir a por ambas chicas que aun faltaban, sin embargo algo me lo impedía. Las palabras de la exorcista retumbaban en mi cabeza, esas mismas palabras que me pedían alejarme de allí lo más rápido posible, pero casi al mismo tiempo, también resonaban el ruido producido por los puños del aliado golpeando repetidas veces contra el cuerpo de la pistolera.

Honor.

Esa era una cualidad que el líder religioso parecía no tener, el tipo en si se limitaba a castigar a base de golpes la osadía de la chica, sin tan siquiera pararse a pensar en la situación que le envolvía.

-Una vez más, permíteme utilizarte- susurre de forma casi inaudible, -¡las manos de Dios!-

En ese instante la inocencia que llevaba atrapada en mis manos comenzó a brillar, rodeando nuevamente mediante una capa de diamante la piel que las envolvían. A pesar de la activación, podía notar como el brazo izquierdo era prácticamente inservible, como el más mínimo movimiento hacia que me retorciera de dolor.

Con la diestra desenfunde la daga que aun se conservaba en mi poder, al mismo tiempo que el aliado terminaba por propinar un plantillazo a la exorcista, con la intención de que se estrellara contra una de las columnas que aun seguían en pie. El primer objetivo había sido logrado.

-¿De verdad te piensas que te voy a dejar usar esa inocencia tuya?- bramaba el aliado tras una fina risa, -no eres mejor que tu compañera, y eso es algo que te voy a demostrar- en ese momento el nivel 2 comenzaba a acercarse a su amo, con numerosos agujeros en el cuerpo producidos por la explosión anterior, y derramando un liquido parecido a la sangre, -te la dejo, supongo que te quieres vengar de lo que te ha hecho- rio aquella montaña de músculos.

En esos segundos, había aprovechado para sujetar la daga por la punta, cerrando el puño con fuerza y produciendo una tenue luz verdosa. Al desaparecer la luz, la punta de la daga había sido recubierta por el mismo material que mis manos, lo que me aseguraba que una puñalada en el cuerpo de aquel demente, le ocasionara un gran dolor.

-Tu arma se esconde en tus palabras- dije mientras volvía a sostener la daga por el mango, -es decir que la inocencia al tocar tu cuerpo te ocasionaría un gran dolor, lástima que no lo sepas pero yo no soy un exorcista- una risa con un tono de locura salió de mi boca, -yo provengo de una familia de aliados, en ella me educaron para ser un asesino y soportar este insignificante dolor, ¿sabes qué? Te voy a eliminar aunque me cueste la vida-

-¿Cuál soy yo? ¿Asesino o salvador? ¿Cuál soy yo?-

-Te criaron como asesino. No puedes ser otra cosa-

-Supongo que esa es la verdad-

Se acabaron las palabras por parte del aliado, se terminaron las provocaciones o los intentos por demostrar lo tan superior a nosotros que era, ahora únicamente se podía escuchar la risa.

Me precipite hacia el gigante de músculos tratando de asestarle un corte, pero lo único que corte fue el aire. Tras esquivar de manera un tanto fácil mi golpe, el aliado se había desplazado ligeramente hacia su derecha, para de esta forma lanzar una patada directamente a mi maltrecho brazo izquierdo, el cual no pudo detener el impacto y se retorció mientras se pegaba a mi cuerpo. Lo siguiente fue fácil de deducir, la fuerza del golpe me había lanzado contra un monto de rocas que se encontraban allí tiradas.

-Tu aspecto no es mejor que el de la otra, si apenas puedes tenerte en pie- con cada palabra que decía Aaliyah iba dando un paso, acercándose cada vez más a mí, -los exorcistas son curiosos, son capaces de luchar en una batalla que está totalmente perdida solo porque Dios se lo ha pedido mediante la inocencia. Los aliados en cambio luchamos por distintos motivos, y si le debemos lealtad al Conde, pero tenemos libertad de movimientos, no como vosotros. Pero ahora llegas tu y me dices que fuiste un aliado y que ahora eres un exorcista, lo cual seguramente estas obligado al llevar esa esencia en tu cuerpo- en ese momento Aaliyah ya se encontraba enfrente de mí, y tras cogerme por el cuello, me propino un puñetazo en la cara, lanzándome hacia otro montón de escombros, -¿sabes lo que creo? Creo que en verdad no sirves ni para una ni para otra cosa, únicamente eres un crio malcriado que se cree muy fuerte y no sabe que hay mucha gente más poderosa que el-

-Este es el final, limítate a aceptarlo-

-¿Desde cuándo me he rendido cuando las cosas se han puesto difíciles? Esto solo es el comienzo-

La ira comenzaba a cegar a la joven, el unico pensamiento que tenia ahora era acabar con el akuma, matar al ACM y a cualquiera que se interpusiera en su camino, tal vez si estuviese mas atenta se hubiese dado cuenta de que el nivel tres sonreia al ver que cometio el error de ponerse en el rango de tiro, al fin podria acabar con ella de una vez por todas.

Mas el no tuvo en cuenta un temible rayo que no solamente acabo con sus "francotiradores" si no que ademas el propio ser perecio en un momento... la joven dio un salto hacia atras sorprendida, ¿Significa esto que....?

Sus sospechas por suerte se cumplieron al ver a Elaine a salvo, de no ser por ella a saber como hubiera acabado aquello...

-Coralie, deberías tranquilizarte~ Tenemos algo que terminar, además, no podemos permitir que una exorcista nos limpie el terreno. Quiero arrancarle la lengua a ese aliado, o al menos atascarle la garganta con la sombrilla, pero para eso, necesito que mi hermanita mayor sea capaz de pensar

Ella tenia toda la razon, si necesitaban algo ahora es un plan para rescatar a Will y acabar con ese miserable de una vez por todas... como lider debia de mantener la calma y pensar antes de actuar, de modo que tomo aire profundamente para relalarse.

-Tienes razon... creo que me he dejado llevar por un camino que no debi tomar, gracias- dijo sonriente a su amiga, ahora se comportaria como la Coralie de siempre tal y como debe ser.

El camino estaba aun plagado de personas con ganas de matarlas y akumas que estaba tambien por la labor, de momento la union entre las aliadas y aquel akuma era todo lo que tenian, pues parecia que el mayordomo no se dignaba a mostrarse

-Entonces tendre que recurrir a otro akuma- penso para si mientras silbaba, de pronto un nivel tres con figura femenina se planto ante ellas, unas ocho espadas revoloteaban a sus espaldas y su pelo azul y recogiedo en trenzas ondeaba con el viento, aquel akuma esperaba ordenes de su dueña

-Vamos a tener que despejar el camino, nos abriremos camino hasta el templo, que es donde iba el akuma... debemos procurar ir por callejones y evitar que nos rondeen en espacio abierto

Spoiler:

Ach, Schwester, ¿no crees que ya has hecho mucho?

¿No piensas que es suficiente ya?

No.

¿No deberías parar ya?

Todavía no.

Aún no puedo.

…

¿Por qué?, ¿es por esas personas?, ¿es por todos aquellos que murieron y están por hacerlo?, ¿por qué?, ¿por qué sacrificarse tanto?, ¿qué son ellos en realidad?

¿Por qué no me respondes?

…es que…

Schwester.

…sencillamente no lo entenderías. Tú ya no puedes hacerlo Gerard. Ni ellos tampoco. Esto tiene que ver conmigo.




―¡Hora de jugar! ―exclamó entusiasmado el nivel dos marcando cada paso que daba en la tierra de forma audible―. Así que levántate exorcista, o no será divertido.

Enterrada entre los escombros de piedra casi dentro del pilar, contrajo una mano de golpe inmediatamente después de que la voz del Akuma retumbara por todas partes.

El llamado.

¿Por qué?

―Esta herida de antes me dolió mucho. Me las cobraré ―rió―, pero no jugando con una muñeca de trapo deshecha como la que está allí en el suelo. Levanta, vamos, ¿o ya no te quedan fuerzas?, ¿el amo Aaliyah te destrozó mucho?

Siempre ocurre. Viene después de la voluntad. Como un pálpito, pero tú no puedes oírlo.

¿Y tú sí?

Illya aferró con las manos antes laxas ambas empuñaduras de Albtraum, y en el gesto había una firmeza indudable que el Akuma notó incluso desde su distancia.

Justo ahora con más fuerza. Es el llamado a luchar.

―Ah, todavía sigues con energía. Muy bien, muy bien, ¿por dónde empezar?

¿Por qué?

Lucho por lo que creo, Bruder.

―Por nada más. Es mi orgullo, es mi honor. Es mi maldito egoísmo.

Alice lo comprendería, aunque no lo sepa.

―¿Huh? ―la había escuchado murmurar, ladeando la cabeza sin comprender―. ¿Tantos golpes te hicieron enloquecer que ya hasta hablas sola?

Así que levántate, Illya. La Orden Oscura todavía no ha perdido aquí. Si tú sigues en pie, será así por siempre.

Por siempre.

Y se puso en pie, lentamente, tambaleándose al inicio, pero consiguió mantenerse así, levantada, alzando lentamente el rostro hacia su frente para observar, y dejarse ser observada.

―Por un momento pensé que el mundo era blando, y entre él yo también ―empezó a decir fijando unos ojos relucientes de coraje, esos que había perdido en el inicio y ahora volvía a recuperar―. Que todo había sido por mi culpa, que no merecía seguir aquí. Recordé que mi mundo estaba hecho de honor y valentía, y por más empedrado que fuera, iba a hacerlo valer sin importar cuantas heridas me produjera.

Un camino de piedras filosas que recorro descalza, con la piel expuesta como muestra de sinceridad.

―Si me derrumbo ahora, la voluntad de la persona que estuvo conmigo hasta el final por su propio valor jamás se cumplirá. Estuve a punto de hacer sus esfuerzos, su vida, en vano.

No. No quería cháchara. El nivel dos, que no entendía nada, sencillamente se lanzó contra la exorcista que tenía al frente, herida, maltrecha, pero todavía con vida. Más de la que debería, en el brillo líquido de sus claros ojos.

―Erfüllen, Albtraum. Dragón/Fúnebre.

―¡Cállate y lucha por tu vida!

Illya lo miró por curiosidad, y de un salto salió de su campo de visión, hacia otro lado, obligándolo a detenerse y voltear hasta donde había llegado ella. Sobre el montículo de un pilar derrumbado, con ambas pistolas en alto apuntándole, la encontró. Sin venir a cuento, le sonrió.

―Como quieras ―cedió disparando.

Así el corto baile entre ambos comenzó.

Una de las estacas que iban destinadas hacia el nivel dos, y que él esquivó, siguieron una trayectoria que además, señalaba al aliado en donde se encontraba. El hombre, de fina visión y sentidos agudos, se hizo hacia un lado para no verse herido, volteándose después abruptamente con alarma y malhumor.

―¿Qué se supone que estás haciendo? ―bramó al Akuma con furia.

―¡Me está manteniendo lejos! ―respondió de la misma forma.

Illya se subió a lo alto de otro pilar usando el antiguo como apoyo, y en lo alto, ambos la vieron apuntando con ambas armas al cielo. La secuencia de disparos que se dio pareció interminable antes de volverse un punto negro encima de las nubes y luego empezar a precipitarse con fuerza contra el suelo.

A Aaliyah no le dio tiempo ni siquiera de lanzar una maldición. Tenía que correr y salir de ese rango antes de ser literalmente empalado. Con la fuerza de su voz activó su materia oscura y mientras se apartaba se aseguraba de no ser herido, explotando antes de que llegara cualquiera de esas Lacrime a él lanzando un contacto directo con ondas.

Ello levantó una nube de polvo que se acentuaba profundamente a ras del suelo. Al nivel dos le había herido cuatro estacas, y su costado derecho expelía una humareda peligrosa, seguida del chisporroteo de la estática de su propio cuerpo.

El aliado volviendo a pensar con cordura miró en derredor, casi suponiendo lo que estaba a punto de encontrarse en la escena.

―Ja, una distracción. ¿Pero por cuánto tiempo crees que durará este instante de ventaja, exorcista?






Illya con toda la prisa que pudo había ido hasta Will rodeando el área que ella misma había creado. Era una fortuna que el prominente hombre lo hubiese lanzado en última instancia lejos de sí, porque así no se vio envuelto en aquella amenaza. Ignorando el propio dolor en su costado derecho, y su torso entero para variar, le había pasado un brazo por los hombros para levantarlo y que se encaminaran hacia el fondo del templo, aquella parte que no había sido alcanzada por todas las batallas realizadas allí y que se mantenía en pie intacta: la parte trasera.

Allí estaba esa misma oscuridad apenas mitigada por antorchas, mismas que ella apagó por el bien de aquella retirada táctica. No podían. Aquel sujeto era demasiado fuerte, y ellos heridos sólo servirían como carnaza.

―¿Te encuentras bien? ―le preguntó en un susurro.

Primero las sombras se hicieron opresivas, pero con el tiempo, sus ojos se acostumbraron y todo tomó una forma no clara, pero si lo suficiente como para guiarse y ver hacia dónde ir. Pero era temporal.

―Veo que tú mismo has mejorado con tu Inocencia ―felicitó en el momento donde más se podía esperar que le preguntara otra cosa (¿por qué no huiste?), con un tono de voz desenfadado, y amistosamente agotado―. Eso es bueno. ―gimió con un hilo de voz, adolorida cuando un paso le produjo la punzada insoportable en su herida.

Me levante, debía de hacerlo, mi orgullo me impedía abandonar, bueno mi orgullo y el entrenamiento recibido. Era raro pero en ese preciso instante me alegraba de que aquella familia perturbada me hubiera preparado de semejante manera, quien me iba a decir a mí que después de tantos años acumulando un gran odio hacia ellos, sería justo ahora, cuando ya estaban todos muertos, que les felicitaba por el trato recibido.

Sujete con firmeza la daga y me lance nuevamente al ataque, respondiendo a su último golpe con tres rápidas cuchilladas, las cuales fueron esquivadas con una serie de movimientos rápidos. Su respuesta no se hizo esperar, con el ultimo corte esquivado lanzo un puñetazo directamente a mi estomago con tanta fuerza, que hizo que mis pies se separaran cinco centímetros del suelo al mismo tiempo que un hilo de saliva se escapaba de mi boca para aterrizar en el suelo.

-Maldición es demasiado fuerte-

Lo siguiente fue cogerme por el cuello y tras levantarme en peso hacer un medio giro con su cuerpo para lanzarme a otro montón de piedras que habían allí tiradas. El impacto en la espalda apenas me dolió, no sabía si era por el mareo que estaba experimentando desde el puñetazo o porque había perdido toda sensibilidad en mi cuerpo.

-Tiene que haber una manera de pararlo-

Cuando parecía que Aaliyah se preparaba para continuar su festival de golpes, una lluvia inesperada le detuvo en seco, eso sumado a una breve discusión que tuvo con el maltrecho nivel 2. La misteriosa y extraña lluvia, estaba compuesta por los proyectiles que salían de los rifles de la exorcista, lo que seguramente irritaría aun más al líder religioso.

Mientras tanto el akuma como Aaliyah estaban más preocupados por esquivar el ataque que por nosotros, la exorcista se acerco y me ayudo a ponerme en pie, un acto que me dejo un tanto perplejo. En medio de la confusión nos adentramos en el derruido templo hasta llegar a un parte que aun se encontraba intacta, la cual nos ofrecía unos segundos para recuperarnos de las heridas sufridas.

―¿Te encuentras bien? ―

-He estado mejor- respondí sentándome contra una de las paredes, -tengo el brazo izquierdo roto- una leve risa se me escapo, no sabía si por la situación o por la impotencia que sentía al enfrentarme a semejante enemigo.

Me limite a contemplar la oscuridad que nos rodeaba, escuchando las palabras de la exorcista al mismo tiempo que resistía las ganas de reír ante semejante afirmación. Era cierto que había aprendido a controlarla en cierta manera, pero aun era incapaz de mantenerla encendida demasiado tiempo y mucho menos de poder utilizarla para crear ataques semejantes a la enviada de Dios.

-¿Por qué?- la pregunta que quería hacerle desde que me ayudo a levantarme hacia tan solo unos minutos, -¿Por qué ayudar a un asesino? ¿Por qué salvar la vida de aquellos que no lo merecen? ¿Por qué ayudar a una humanidad que únicamente se limita a autodestruirse?- esta vez no pude contener las ganas y una leve risa salió de los más profundo de mi alma, -Si no tuviera esta inocencia me hubieras liquidado a mi también en Sídney- afirme reposando la cabeza contra la dura piedra.

En ese momento la breve conversación que mantuve con esa chica en mi casa, en aquella mansión del terror, me recorrió la mente. Algo había cambiado, tal vez había sido yo, o puede que las locuras vividas cada vez que esa chica hacia acto de presencia me había dejado un tanto trastornado, todo era posible pero lo cierto es que a excepción de Elaine, hasta ese instante los Aliados que había visto merecían morir de la forma más cruel posible.

-Supongo que no se te ocurre algo para acabar con ese líder y su ejército de akumas- dije mientras dejaba reposar la daga sobre mis muslos.

Era cierto, no había ninguna posibilidad de acabar con semejante rival nosotros dos, y ambas ACM se encontrarían lidiando contra los akumas y ciudadanos que semejante personaje aun controlaba.

«Las cosas eran más fáciles cuando no querías ser consciente de lo que sucedía ¿verdad?»

Elaine tragó saliva, sintiendo un punzante dolor en las costillas cuando lo hizo, y sin embargo una vez eso pasó no sintió nada más que aquel murmullo constante que flotaba en su cabeza. Intentó con toda su fuerza de voluntad no responderle, no porqué tuviera reparo en lo que Coralie pudiera pensar, la razón era precisamente porque sabía que cuanto más caso hiciera a algo que no existía, más pérdida estaría… sería según la extraña y bizarra percepción de la danesa, humana.

Había decidido aceptar la propuesta de la líder de los aliados del Conde y avanzar por el templo entre las callejuelas, apenas caminaba, y sus pasos se hacían erráticos de vez en cuando, tanto que a veces parecía que seguía caminado por su propia fuerza de voluntad más que por otra cosa. Elaine era consciente del mal estado en el que su cuerpo se encontraba, y del dolor que debería estar sintiendo, sin embargo era bien sabido que pasado el nivel de lo que un humano podía soportar tan solo podían ocurrir dos cosas: que terminara por desmayarse o no sintiera nada. Por suerte a ella le había tocado no ser consciente de la presión y de lo mucho que estaba forzando su cuerpo.

«Qué más da~ »

«Si… ¿Qué importa?»

Elaine se permitió fulminar con la mirada a la alucinación que le había estado acompañando durante aquel tiempo, antes de alargar su sombrilla y lanzar una descarga contra alguno de los aldeanos que habían conseguido sortear a Derain (el cual estaba entretenido con unos pocos akuma de primer nivel) y que se habían acercado decididamente a ella con la intención de golpearla con sus rudimentarias armas.

Uno de los cinco que habían ido a por ella logró lanzar una piedra antes de caer al suelo y seguir convulsionando cuando recibió una segunda carga eléctrica que le destrozó su sistema nervioso. Aquella roca atravesó a su amigo de la infancia y la expresión que se formó en el rostro aniñado del adolescente fue suficiente para qué Elaine soltara una carcajada, una que no fue ni de lejos alegre, se escuchó ahogada, y adolorida, tenía más de sollozo que de risa para ser sinceros.

-¿Cuánto más piensas tardar, Derain? A este paso terminarán todos muertos y eso no estaría para nada bien –comentó, sonriente. Mostrando sus dientes, algunos manchados por la sangre que se le atravesaba en la garganta y a veces subía por ella causándole desagradables arcadas–. ¿Has escuchado? ¡Na-da bien! –exclamó sin dejar de sonreír y con voz cantarina a la vez que pisoteaba todos y cada uno de los cuerpos que habían sido electrocutados o destrozados por algún zarpazo de los akuma que iban limpiándoles el camino, también le pareció divertido patear los pequeños montículos de polvo de aquellos aldeanos que habían sido alcanzados por las máquinas que estaban al servicio del otro aliado.

Durante unos segundos su mirada se puso en Coralie, y ensanchó su sonrisa, le gustaba verla de nuevo centrada porque no harían nada bueno si las dos se perdieran. Le hizo una señal para indicarle que no había rastro de vida en lo que quedaba de callejón y siguió avanzando, tomando de la mano a esa alucinación que era tan palpable para ella, dando pequeños saltitos de manera tambaleante.

-Tres-seis-nueve, la oca se mueve y el mono masca tabaco del tranvía~ –canturreó al compás de una melodía que seguía flotando en su mente.
El camino se estaba acortando, en realidad ya poco les quedaba para llegar literalmente dentro del templo, o lo que quedaba de él. Elaine volvió a reír, cubriéndose la boca con la mano que tenía libre para luego ponerse a aplaudir como si su vida dependiera de ello, al parecer entre los akumas de los aliados, los suyos y ellas mismas habían terminado con la mayoría de los habitantes de aquel modesto pueblo.


La aliada dejó de canturrear cuando observó parte de la zona del templo más expuesta a la intemperie estaba llena de estacas de color granate de al menos un metro, aquella visión le hizo ponerse a dar palmadas de nuevo y de una manera incluso más frenética si es que cabía la posibilidad.

La imagen de Elaine en ese momento era difícil de tomarla en serio. Ahí estaba de pie a escasos metros de aquel laberinto de estacas, con la ropa rasgada y casi todo su cuerpo cubierto por manchas de sangre que se entremezclaba con la suya propia, aplaudiendo con energías que aparentemente no debería tener ya y con aquella sonrisa ensangrentada enmarcando su expresión ausente, cualquiera que la viera pensaría que ya no tenía cordura que perder.

- Ha-ha-ha-ha-ha, la chica maravilla está por aquí~ Así que el resto no puede estar muy lejos ¿verdad? –dijo alegremente, jugando con aparente aire distraído con su sombrilla–. El descanso de la primera parte se terminó niños, es hora de jugar la final. ¿No lo crees tú también, Coralie?

-Puede que aun estes bien dentro de lo que cabe, pero eso no implica que los demas lo esten... a veces soy una pedazo de egoista- pensaba la lider segun avanzaban nuevamente hacia el templo y desde luego razones para ello no le faltaban.

La joven comenzaba a reperar en el estado en el que Elaine se encontraba y a veces parecia como si realmente fuera su zombi siguiendo las ordenes de la rubia... Si se hubiese fijado antes tal vez se hubiese dado cuenta mucho antes y hubiese hecho lo posible por hacer que llevara la menor carga posible en aquella mision.

Pero no, tenia que centrarse en la mision y en nada mas.

Ahora que se lo preguntaba, una vez que lograra su objetivo ¿Se juzgaria a si misma? Probablemenente si aunque tuviese que buscar a otro "juez" que lograra descubrir si ella tambien poseia aquella odiosa mancha en su interior o por si lo contrario estaba libre de toda maldad y podria vivir feliz en el mundo que tanto habia anhelado.... ¿Tal y como en su sueño?

Un sueño preocupante si lo pensaba, fuera como fuese se veia en la necesidad de descifrarlo mas adelante como fuera... ahora sus prioridades eran rescatar a Will, matar a aquel bastardo y llevar a Elaine a la base para ayudarla a recuperarse de todas aquellas heridas.

Esta pese a su estado habia logrado limpiar el camino, por lo que el plan aun seguia mientras aun seguian derrotando enemigos segun avanzaban, Coralie se encargaba de las esporadicas emboscadas mientras que Beta, su akuma, eliminaba rapidamente a los que intentaban atacarlas por la retaguardia hasta que por fin llegaron dentro de aquel templo, solo les quedaba por encontrarles a todos y terminar aquello

-Ha-ha-ha-ha-ha, la chica maravilla está por aquí~ Así que el resto no puede estar muy lejos ¿verdad?- decia Elaine moviendo su sombrilla -El descanso de la primera parte se terminó niños, es hora de jugar la final. ¿No lo crees tú también, Coralie?

-No hay mejor momento para sentenciar esto que ahora, hermana- sonreia, complice de los pensamientos de su amiga- Terminemos con ese tipejo y luego podremos hacer el resto mas comodamente- decia alegre mientras tomaba la delantera.

Aunque al poco se freno, tenia aun que añadir algo mas antes de seguir

-Elaine, agradezco que me hayas apoyado en todo esto y te lo agradezco muchisimo... y sin embargo te estoy empujando al limite- decia con sinceridad, necesitaba decirlo antes de seguir- Cuando logremos irnos me gustaria que te vinieras conmigo a la base y te ayude a tratar tus heridas ¿Te parece bien?- la miraba con ojos curiosos, la verdad es que no tenia ninguna visita en nueva zelanda y le gustaria estar con alguien que no fuese un hostil exorcista y de paso eso la ayudaria en parte a agradecerle todo cuanto habia hecho por ella

Fue el suspiro más largo y pesado que pudo haber salido de su pecho en ese instante. La oscuridad en ese momento le pareció beneficiosa, porque ocultó de Will la expresión cansada y quizá irónica de Illya después de escucharle, con una sonrisa entre sardónica y agotada.

―Yo solo quiero darles la oportunidad de decidir su propio camino ―respondió también sentándose al otro lado del muchacho, dejándose resbalar por la pared hasta tocar el suelo con apenas un quejido bajo―. Después de todo, ¿quién eres tú para juzgar a toda la humanidad y tacharla de malvada y egoísta?, ¿y quién sería yo para darte la razón más que alguien que no ha visto más allá de su nariz? Puedes odiarme por lo que te voy a decir, Will, pero creo que lo que pasa contigo es que nunca has visto una verdadera luz brillar en el horizonte. ¿Y sabes qué? Ahora que eres libre, estoy segura de que tendrás esa oportunidad. Sólo espero que sepas apreciarla y verla tal cual como es.

Sintió que la claridad que muchos días atrás la había abandonado bajo el manto de la locura tras el incidente en la mansión Marto acudía de nuevo hacia ella. Illya la palpó, en cada una de sus palabras, en su mirada distraída elevándose hacia el techo oscuro y la pequeña sonrisa que se le formó llena de gratificación, así durara apenas unos cortos instantes que se disolvieron al mismo son que el eco de su voz apagándose.

Ya no importa, se decía. Fuera lo que fuera a resultar tras esa misión no importaría. Lo único que ella quería era detener todo aquel desastre. Parar así fuese en ese sitio la guerra inusitada por la sola corrupción de un alma.

Y seguir, vocalizó en silencio con sus labios todavía inmóvil mientras descansaba. Dame la oportunidad de seguir viviendo para continuar. Todavía no he terminado aquí, en esta vida.

Aaliyah tenía que caer ese mismo día. Pero el Aliado en sí era un completo problema, ¿y qué harían las otras dos mujeres, también seguidoras del Conde pero distintas de la filosofía de su otro hermano? Recordó a la que portaba la sombrilla, primero bajo el cielo de México y ahora el que compartían todos. Después intentó ver a la otra, que desconocía aún más porque era la primera vez que la veía, ¿esas dos mujeres que parecían de alcurnia se involucraban en una guerra con algún propósito que ella no terminaba de entender?, ¿por qué?

No todo es lo que parece, Illya cerró los ojos lentamente y apretó sus párpados. El dolor de su cuerpo se estiraba junto a su carne y no paraba de molestarle.

―Es un sujeto poderoso, no creo que ni siquiera entre nosotros dos podamos acabarlo ―respondió entonces muy a su pesar, porque no se trataban de buenas noticias―. Pero estoy segura que los Akumas abandonarán este sitio en cuanto caiga. Hmpf ―rezongó, un chiste irónico interno―. Tú ya has visto lo que es capaz de hacer. Creo que incluso nosotros si nos exponemos mucho tiempo a su poder acabaríamos en la misma situación que esos aldeanos, y lo odiaría mucho. Antes me pegaría un tiro con Albtraum.

Soltó una risita sofocada, que quería ser una carcajada pero debía limitarse a salir así. Repasando ligeramente el momento, aunque su mente estuviera un poco empañada por el cansancio y lo que seguía tras el dolor soporífero de una herida mal cerrada, tuvo que encontrar así fuera una esperanza.

―Pero creo que con algo de suerte, podemos intentar hacer algo a nuestro favor.

-Elegir mi camino, elegir mi destino, elegir para lo que realmente he nacido-

Las palabras de la exorcista habían dado en el clavo, realmente habían dicho aquello que llevaba pensando durante tanto tiempo. Durante toda mi vida había vivido envuelto en la oscuridad, siendo preso de los deseos egoístas de mis familiares, sin embargo ellos ya se habían ido y el corto camino que había recorrido sin ellos solo sirvió para darme cuenta de que vaya a donde vaya seré perseguido por aliados y exorcistas, todos ellos queriendo llevarse una parte de mi o simplemente con la intención de reclutarme para sus propios fines, todo por la inocencia que residía en mis manos o por lo que sabía respecto al Conde y sus secuaces.

-Llego la hora, debes elegir, no puedes retrasarlo más-

-¿Y si me equivoco?-

-Te equivoques o no solo tú habrás tomado la decisión, nadie lo hará por ti, nadie te obligara nunca más-

-No, nadie me dirá nunca más lo que debo de hacer, actuare según mis propias motivaciones, todo para lograr mis objetivos-

¿ACM o exorcista? Esa era la cuestión. ¿Me atraía mas la opción de eliminar a cuantos seres humanos residen sobre la tierra o por el contrario el de salvarlos y eliminar a aquellos que son como Aaliyah y mi familia, aquellos que solo buscan el poder?

-¿Y por qué no los dos?- susurre a la nada.

El odio con el que había sido criado por fin tendría un fin, por fin podría ser capaz de hacer aquello que yo quisiera, por fin seria libre bajo las condiciones de un trabajo. Los exorcistas se encargaban de eliminar el mal sobre la tierra, tenían el poder para eliminar tanto akumas como aliados, poseían los recursos para elegir salvar o no a aquellos inocentes que lo merecían o simplemente preocuparse por la misión en cuestión y olvidarse del resto. Los aliados en cambio eran destinados a combatir a los exorcistas, eliminarles a ellos y a la inocencia, y en el proceso eliminar a cuanto ser humano resultaba un obstáculo. La decisión estaba tomada.

-¿Sabes? Me he dado cuenta de una cosa. Si fuera un aliado haría todo lo que quisiera, nadie podría decirme lo contrario, tendría toda la libertad del mundo para eliminar a aquellos que considerara que no merecen vivir- mis palabras fueron acompañadas por una risa un tanto tétrica, una sonrisa que reflejaba mi lado más oscuro. -Sin embargo si lo hiciera me estaría convirtiendo en aquello que tanto he odiado, sería como mis padres querían, el Conde tendría otra alma que controlar para sus propios fines, y eso es algo que no permitiré- en ese instante se podía apreciar un rostro más humano. -Seré un exorcista y acabare con todos aquellos aliados que viven para crear el miedo y el odio en los corazones de la gente, combatiré a los aquellos enemigos que defiendan los ideales del Conde….pero a mi manera, no ayudare a aquellos humanos que consideren que no deban serlo, ni siquiera a aquellos exorcistas que no me sean de confianza. Lo siento pero no puedo dejar que nadie más vuelva a utilizarme para sus fines, es por eso que ayudare a la humanidad que lo merezca-





Las aliadas habían llegado al templo, y no lo habían hecho solas, varios akumas obedientes a sus ordenes la seguían para asegurarse de que no les pasaba nada malo a sus amas, que ninguna maquina las matara mientras seguía ordenes de Aaliyah. Sus intenciones era más que claras, la de entrar y acabar con el aliado costara lo que costara, y si en el proceso tenían la oportunidad de encontrar tanto a los siervos de Dios, actuarían en consecuencia.

Sobre el gran montículo de escombros, justo por encima de las cabezas de las aliadas, se encontraban el resto de akumas que obedecían las órdenes de su líder. Niveles 1, 2 y 3 se preparaban para el combate, todos listos para la batalla que iba a tener lugar, en la cual se decidiría que aliado serviría para darle de comer a los gusanos y cual le daría explicaciones al Conde.

El nivel 3 hizo una señal a las maquinas inferiores y estas sin tardar un solo segundo, lanzaron numerosos proyectiles contra la base de los escombros, produciendo un derrumbe que caía directamente sobre los cuerpos de sus enemigos, pretendiendo enterrarlos. Pese a lo que inútil que pudiera parecer, su verdadera intención era dañar los frágiles cuerpos humanos de las aliadas, y si por alguna casualidad lograran escapar de semejante ataque, ya tenían preparados sus respectivas armas para arremeter contra quien saliera de entre las rocas.





-Alégrate, me has de mostrado que no todos son tan malos, algunos merecen ser salvados, ¿Y sabes qué? Me da que se cómo acabar con esa montaña de músculos-

Hasta ese instante mi todo de voz hacia la exorcista había sido serio, distante, falto de cualquier emoción humana, sin embargo esa chica había logrado mostrarme que era alguien de confianza, alguien que no le preocupaba lo que había hecho ni quién era, únicamente una persona que tenía un poder para ayudar a los demás y no para destruir.

En esa pequeña pausa un fuerte estruendo sacudió el templo, como si parte de este se cayera. Numerosos ruidos procedentes del exterior hacían pensar que una batalla se estaba librando en las inmediaciones de la derruida estructura, una batalla que de seguro nos beneficiaba.

-¿Recuerdas mi casa? Je, para no olvidarla. ¿Recuerdas la pelea contra el nivel 3? Pues recuerda la forma de herirle, yo captare la atención de ese maldito sectario y tu le acribillas- mientras hablaba me levante con dificultad, y tras utilizar el muro como apoyo y ponerme en pie, le extendí la mano para ayudarla a levantarse. –Va siendo hora de que te pague por tanto sufrimiento, solo espero que no falles-

El plan en si era una locura, pero utilizando la distracción de la batalla, y que me encontraba en mejor disposición para acercarme al aliado que la exorcista, podría funcional, y con ellos daríamos fin a la era del terror de Aaliyah en esa tierra.

A Coralie no le dio tiempo de esperar una respuesta, pues repentinamente escombros lanzados por los akumas enemigos cayeron sobre ellas, esta vez Coralie tenia las ideas claras y se apresuro con su campana a parar los escombros con su propia fuerza... bueno, su fuerza y la de Beta, su akuma, quien no tardo tampoco en usar sus espadas a modo de escudo.

Aquello le hizo bastante daño en ambas manos y forzaba mucho los brazos para evitar que acabaran tanto ellas como los akumas destrozados, pero con todo el empeño puesto habia conseguido parar aquella avalancha y no quedar en sepultura.

Ahora bien, si salian ahora mismo no tardarian en ser el blanco de los akumas enemigos, quienes no dudarian en disparar a ellas al ser las mas vulnerables al veneno de esas maquinas, ahora lo que primaba sobre todo era dar al adversario la falsa seguridad de que aquello habia dado resultado

-Esperaremos un poco mas, en cuanto los tengamos cerca los destruiremos- susurraba la lider mientras observaba las reacciones de los akumas por un pequeño hueco que le permitia ver algo, aunque fuese poco