¿ACM o exorcista? La secta oscura

Los ojos de Elaine quedaron clavados en Coralie, en su expresión podía verse claramente la incredulidad que en ese momento no podía evitar sentir. Habían podido ver a aquel nivel tres elevando a su amo en el cielo para que aquellos, tanto akumas como aldeanos, pudieran verle y escucharle. Aunque no había logrado escuchar con claridad las palabras de aquel hombre, pudo comprender que era lo que estaba ordenando, era simplemente demasiado cliché.

Matarnos, de manera dolorosa y humillante. Ja-ja-ja-ja-ja, el hombre, un animal carente de imaginación.
Pero era precisamente por eso, por saber que toda esa gente y máquinas del Conde les seguían para hacer lo que todos ya sabían que era lo que intentarían, que le pareció increíble que a Coralie se le hubiera ocurrido separarse, dejar a una niña indefensa como lo era ahora la exorcista con Elaine, la cual apartando cualquier desorden psíquico que pudiera tener, comenzaba a intuir que por la manera en la que el pelo comenzaba a pegarse contra esa zona herida de su nuca supo que volvía a sangrar, aunque fuera poco. Era en ese momento en el que la danesa recordó vagamente que uno de sus doctores le había recomendando no estresarse porque precisamente le ocurriría eso mismo.

- Bien, Coralie, ve a por Will si es lo que tú ves más necesario. Intentaré hacer lo posible para aguantar, pero sinceramente no veo mucha mejora en la chica. –Dijo mientras tomaba el cuerpo de Illya y comenzaba a llevarla contra la pared, entre todas aquellas cajas de mimbre y ánforas. – Con suerte haré que Derain y Nana nos escuchen. –Susurró, antes de encogerse de hombros y seguir caminando entre las vasijas, buscaba algo, tiempo.

Lo único que encontró fue agua, y aquel simple descubrimiento le hizo sonreír, una pequeña idea cruzó su cabeza y antes que otra sonrisa pudiera curvar sus labios, en realidad sus manos fueron más rápidos pues comenzaron a volcar todas las vasijas dejando que el callejón fuera poco a poco humedeciéndose por todo el líquido derramado, y una vez Elaine vio su trabajo realizado, tomó del suelo su sombrilla y se acercó de nuevo a la exorcista.

- Me harías un gran favor si despertaras pronto, intentar cuidar de las dos es tentar a la suerte~ - Le dijo en un susurro, mojando un pañuelo que llevaba encima en lo que restaba de agua del último cántaro que había roto, usándolo para darle algo de frescor a la castaña, quien a parte de sudar frío, parecía seguir enfrascada en sus propias pesadillas. –Si te sirve de consuelo, aprenderás a enfrentarte a ellas estando despierta y sin perder la esencia de tu… yo.

Elaine dejó escapar un suspiro, poniéndose en pie de nuevo, avanzando un par de pasos por delante de la aún inconsciente exorcista, había podido vislumbrar al final del pasillo la primera antorcha empuñada por un aldeano, lo cual provocó que a la danesa se le escapara una muy divertida carcajada.

¿Antorchas? Ja-ja-ja-ja-ja, ni que fuéramos brujas, pensó mientras su sonrisa se ensanchaba al pensar en que si eran tan previsibles muchos otros portaban varas de metal y cuchillos carniceros. Dejó caer la punta de su sombrilla en el suelo, tocando el pequeño charco de agua que ella misma había formado, era bien consciente de que si lograba acabar con los humanos más molestos, podría centrarse en el ataque de los akumas que sin duda serían más problemáticos.

Solo debía esperar a que el primero de ellos avanzara más de la mitad del camino, y luego un solo chispazo de su materia oscura y el agua haría su trabajo con todos los que hubieran llenado el callejón, solo contaba con las máquinas para poder usar su alternativa de escape, aunque tuviera que seguir arrastrando a aquella niña. Tendría que probar que, no era tan mala niñera.

Las irritantes palabras del odioso tipo, habían logrado cabrearme aun más. No solo nos teníamos que enfrentar contra un numeroso grupo de akumas, sino que también contra una horda de aldeanos dispuestos a matarnos de la manera que fuera necesaria.

Caminaba por las calles tratando de no ser visto por ninguno de los aldeanos, pero el apacible paseo duro poco. Un par de hombres que portaban hoces, me localizaron cuando cruzaba por una de las amplias calles para dirigirme a uno de los callejones más discretos, fue entonces cuando a grito de “un extranjero” avisaron a sus compañeros más cercanos, los cuales acudieron a toda prisa a su lado.

Rápidamente subí por unas escaleras que había cercanas, hasta la terraza de una casa, desde la cual se podía visualizar claramente las calles que tenía a ambos lados. Fue allí en donde pude ver a un grupo formado por mujeres, que se aproximaban desde otra de las calles cercanas, y otro de diez niños que corrían directamente hacia las escaleras por las que había subido yo. Por su parte el grupo de hombres comenzaban a trepar por las ventanas hacia los tejados de las casas contiguas a la que me encontraba.

Cada vez me encontraba mas rodeado, lo que me obligaría a salir de allí por los medios que fueran necesarios, aunque uno de ellos fuera el de eliminar a cuantas personas pudiera. El mayor problema era en la cantidad de enemigos que se acercaban. Fácilmente podría deshacerme de varios de ellos, pero si al cansancio que aun recorría mi cuerpo le sumaba que no me enfrentaba contra cinco sino contra cerca de treinta aldeanos, la situación me obligaba a huir de la forma que fuese.

Cogí un barril que había en la terraza en la que me encontraba, y lo acerque hasta las escaleras, tras lanzarlo rodando hacia abajo, el recipiente de madera fue golpeando a los niños que allí se encontraban, marcándome el camino que mejor me venía para escapar de aquella situación.

Comencé a correr calle arriba dejando atrás a los heridos niños, mientras me mantenía por delante del grupo que aun quería darme caza. Debía de dar con las otras tres de la manera más rápida posible, ya que separados resultábamos más vulnerables que si estuviéramos juntos.

No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que comenzó la persecución, lo único claro era que me encontraba corriendo por el pueblo, esquivando los objetos afilados que me lanzaban y las embestidas sorpresas que hacia algún aldeano al pasar cerca de las ventanas de las casas. Poco a poco me veía perseguido por más gente, obligándome a continuar mi carrera por los tejados que se encontraban despejados de posibles agresoras. Cada vez está más claro que para salir de ese lugar tendríamos que acabar con las vidas de todos los que supusieran una amenaza.

¿Qué es lo que estabas a punto de perder? Tus ideales, tus sueños… tú misma.

En ese momento Illya abrió los ojos. Lo que observó a su frente fue la ambigüedad del cielo. Un cielo que ahora le parecía curiosamente más agresivo y tormentoso, como si a pesar de que apenas pasaran pocas horas desde que la gente del pueblo se descontroló, estuviera todo siendo presa de una oscuridad más asfixiante que la noche. Mientras la mente se le iba aclarando, pensó que en realidad era así.

Se vio envuelta entre cajas y un montón de cosas más, sumado al ligero olor a humedad y moho que había en aquel… ¿callejón? Las tres paredes que le flanqueaban a los lados y atrás le produjeron por instantes el acceso a una ligera claustrofobia. Instintivamente se abrazó a sí misma con ambos brazos a pesar de que su rostro todavía se viera adormilado y taciturno con la mirada perdida.

Para ese entonces la voz del ACM que manipulaba los hilos en aquel pueblo se había repercutido lo suficiente para movilizar a los aldeanos quienes le dedicaban una ciega fe. Illya miró hacia adelante y se encontró con la silueta de la misma mujer que había visto en México, al parecer ensimismada en sus propios asuntos con su peculiar arma apuntando el suelo. Observó el camino de los charcos que se hallaban derramados más adelante y que salían más allá del callejón. También a la pequeña multitud que comenzaba a congregarse en la entrada de aquella encerrona y avanzar con un paso decisivo hasta donde estaban, con armas en mano. Illya recordó lo sucedido en el interior del templo, el discurso de aquel sujeto y su extraña voz, hasta decidir dejarse llevar por su instinto.

Como un rayo corrió hacia aquel grupo de personas que la miraron asombrados, quizá pensando que se trataba de una emboscada mejor elaborada que la suya. Ella aprovechó ese momento de perplejidad paralizante y sacó ambos rifles suyos para comenzar el contraataque. Sintió que no estaba en su cuerpo, sino observándolo desde la misma perspectiva etérea que en su sueño, mientras éste se movía sin parar. Golpes en la cabeza, estómago y nucas bastaron para neutralizarlos, sin ningún otro Akuma al acecho que quisiera secundarlos. No venían con ellos al parecer.

Illya suspiró e hizo una mueca cuando se dio cuenta que la sangre le manchaba el costado y comenzaba a deslizarse hacia el suelo. Tenía la sempiterna herida abierta nuevamente, y esta vez sin nadie capaz de auxiliarla como Armand solía hacer disciplentemente. Se le cerró un nudo en la garganta mientras se miraba por unos instantes, y luego volvió su cabeza hacia la mujer danesa, entornada como si la midiera o pensara en qué hacer con su presencia allí. Sabía quién era, pero en esos momentos no estaba segura de cuál era su sitio dentro de aquella fatal obra.

De todas formas caminó hasta quedar de frente a la misma, y alargó la mano hasta la punta de su sombrilla cerrándola en torno con una fuerza casi amenazadora.

―Son civiles ―señaló con cierta frialdad―. Sólo están siendo utilizados por ese sujeto. Si tú intentas matarlos en frente de mí, haré que pagues ese mismo destino. Ellos no tienen esos ojos que tú y yo poseemos, la mirada de un guerrero. Tienen la oportunidad de cambiar, y nadie tiene el derecho para quitársela.

Apretó los dientes cuando sintió otra punzada de dolor. En el desorden en el que estaba su mente, había cierta jerarquía organizada que llegaba a una conclusión clara de lo que sucedía ahora y en qué situación estaban. Era el aire de estar dentro de un juego de caza, el mismo que ella percibía a la hora de luchar contra una manada de Akumas, y esta vez, para su desgracia, también personas.

Observó a su alrededor, tanteando el terreno y sabiendo que pronto volverían a tener compañía, y quizá de la mala. En ese momento Illya prefería actuar. El sueño inquieto había pasado, así como sus pesadillas, y por un instante, también el horror que le había invadido tras ver cómo algo tan aterrador como una muerte inocente y conocida se presenciaba inevitable mientras ella no podía hacer nada.

¿Qué es lo que estabas a punto de perder?

Era crítico, y tenía que seguir.

―¿Dónde está Will? ―preguntó mientras una de sus manos se manchaba de su propia sangre en cuanto hizo presión en la herida para detener la pequeña pero latosa hemorragia.

Illya volvió a apretar los dientes, harta de su propia debilidad, e irritada porque ahora no era el momento de estar inválida, y encontró en su mirar penetrante una de las fogatas que había en el suelo todavía encendida.

…Tus ideales, tus sueños…

―¿Y dónde está ese sujeto?

Mientras que con aquel tono de voz monocorde y seco hacía todas esas preguntas, se acercó hasta donde estaba todavía ardiendo el fuego, sin despegar la vista de aquellas relucientes llamas que se le antojaron desconcertantemente fascinantes. Buscó el asidero de madera tosca y lo tomó entre sus manos mientras en su mente se urdía una idea escabrosa y bizarra que le provocó una sonrisa igual de espeluznante, así como nerviosa.

…Tú misma.

Illya supo que ese era el peor momento para desaparecer.

En el fondo notaba cierto reproche en la voz de Elaine ante el plan formulado, si se fijaba bien podia notar que su compañera no estaba en plenas facultades de ayudar a aquella chica ella sola... ¿Pero que pasa con Will? Probablemente estaba frente al resto de aldeanos y huyendo a toda prisa de ellos ¿Que debia hacer?... no era tan facil sin akumas a los que comandar.

Pronto las cosas se tornaban de otra manera, aquella joven habia recobrado el conocimiento y ademas en un momento estaban rodeadas por los aldeanos en aquel callejon.

Coralie estaba al tanto de la accion que tomaria Elaine... era solo cuestion de tiempo que realizase su ataque y los aldeanos dejaran de ser una supuesta amenaza y podrian seguir avanzando, aunque no fue ella quien realizo el ataque, si no que fue por sorpresa la chica soldado quien arremetio y noqueo al grupo rapidamente.

En seguida una pregunta asalto a la francesa en cuanto la oyo hablar ¿De que conocia a Will? No parecia haber ninguna clase de vinculo entre ambos y tampoco actuaban juntos, pero ahora debia hacer de algun modo que no se forzase tanto.

Camino hacia ella con tranquilidad y le puso una mano en el hombro para darle algo de confianza y la miro fijamente.

-Has pasado por mucho y de golpe... parece que ha sufrido mas tu espiritu que tu cuerpo y eso que estas muy herida, procura relajarte antes de seguir ¿De acuerdo?- le dijo con un tono suave.

Esperaba que al menos le hiciese caso y pudieran irse de alli antes de que otro grupo se acercase

Si le hubieran preguntado a Elaine que era lo que sentía en ese momento, probablemente no hubiera encontrado la palabra exacta en ningún diccionario, simplemente no existía denominación alguna para expresar lo ofendida que en ese momento se sentía. Ofendida y molesta, hasta tal punto de que sus manos temblaron ante una furia destructiva que a duras penas lograba contener.

Observó a Coralie, quien se había quedado a su lado a pesar de estar preocupada también por el chico, ahora le hablaba a esa chica, quien se había atrevido a aleccionarla, había recibido una regañina sinsentido por parte de una niña, cuya cordura pendía de un hilo desgastado, era simplemente humillante, y molesto, demasiado.

– ¿Crees que por ser quien eres tu concepto de moral, del bien y el mal, es más acertado? No me hagas reír pequeña, este mundo ya estaba podrido antes que existiera la gente como yo, o ese sujeto. No pienso dejar que esas personas egoístas y que prefieren la muerte de inocentes para conservar a sus seres queridos en formas grotescas os maten, así que te haré una observación, la próxima vez que esta situación se repita, te recomiendo que me apuntes a la cabeza y dispares, porque no pienso contenerme. No soy una guerrera, solo soy consecuente con mis actos, y hace tiempo que ya he aceptado mi destino. –Elaine sonrió, a ambas, sin estar muy segura del por qué había dicho aquello, cuando más bien hubiera preferido decir otra cosa, fingir que no le importaban sus palabras, y sin embargo de algún modo su cabeza herida le había impedido seguir ignorando esa parte de Elaine, que conservaba algo de sensibilidad humana, y que por alguna razón que no comprendería nunca se había sentido herida con esas palabras.

La culpa es tuya, como siempre.

Elaine torció los labios, ahogando gritarle a algo que tan solo ella podía ver que se fuera de paseo, y dando un fuerte golpe con el talón de sus zapatos en una mal disimulada rabieta antes de salir a paso ligero hacia la salida del callejón, con una única idea en la cabeza: Llamar la atención.

Y así fue, cuando no había dado ni cinco pasos fuera de esa pequeña callejuela que lanzó su sombrilla al aire, abierta de par en par y musitando la palabra Descharge, la cual provocó que de la sombrilla salieran disparados varios rayos en todas las direcciones golpeando todo lo que se encontrara a su paso lo que fueron varias casas y un trozo de muralla, alertando así a varios de los aldeanos que se dispersaron en las siete diferentes zonas en las que los rayos habían impactado.

Sin embargo, Elaine bien consciente de que la sombrilla habría alertado no solo a sus tres akumas, sino que también a los que fueran inteligentes, tomó la materia oscura y trepó al tejado de la casa más cercana, aprovechando la altura para poder vislumbrar mejor los movimientos de todo el pueblo. Se puso a correr, sin pensar claramente en que hacía, solo tenía claro que debía alejarse de aquel callejón, como si de alguna manera pudiera dejar también atrás esa voz molesta que habitaba en su cabeza.

No sabía cuánto tiempo habría pasado desde que había abandonado el callejón, ya era bastante claro que hacía tiempo la aliada danesa no conocía el termino noción del tiempo, o que por lo menos, la había perdido. Lo único que podía escuchar eran los pasos apresurados de la gente que ahora le perseguía, contó unos 16 en total de los que correteaban por ambas calles, por suerte, nada de las cosas que le lanzaban habían logrado darle en la cabeza, o en alguna zona del cuerpo que pudiera impedirle seguir corriendo.

Elaine entrecerró los ojos cuando captó movimiento a unos metros lejos de donde ella se encontraba, alguien más corría por los techos de las casitas del pueblo, sin embargo su figura se hizo borrosa, y aunque quiso intuir que era Will, la duda quedó ahogada cuando la casa frente a ella estalló por arte de magia, derribando parte del tejado en el que se encontraba ella.

Todo por tu culpa Elaine, todo por tu culpa~ , pensó entre estridentes risas una vez comenzó a perder el equilibrio.

¿Cuánto tiempo hacía que no lo pasaba tan bien?

-¿Es lo mejor que puedes hacer?-

Fue inevitable. Entre huida y huida era inevitable que alguna aquellas personas que habían entregado su espíritu a aquel líder, acabaran muertas bajo la daga que aun llevaba en la diestra. De entre los muchos saltos y esquives, notaba como poco a poco aquel instinto que latía en mi interior iba saliendo poco a poco, tomando el control de mi cuerpo, inundándome con los deseos de matar que tanto luchaba por que desaparecieran de mi interior. Era inevitable que en un momento como ese me acabara convirtiendo en aquello para lo que me habían criado.

Diez fueron los cuerpos que había dejado tras de mi mientras continuaba huyendo de la manada de salvajes que iban detrás mi cabeza. No me había detenido a contemplar ni el sexo ni la edad, simplemente me preocupe de asestarles un único corte en el cuello a todos ellos, uno que les separara de la vida que hasta ese instante habían tenido.

-Aun quedan muchos más detrás de ti ¿Es que no vas a eliminarles?-

Había comprendido que si quería salir de allí, debería acabar con toda forma de vida que correteaba por el poblado, con toda excepto con tres chicas que al igual que yo buscaban el terminar con la vida de un supuesto líder religioso que se dedicaba a matar cuanto extranjero se acercaba a aquel pueblo.

Para llevar a cabo mi plan debería eliminar a todos aquellos que evitarían que llegara hasta él, ya fueran simples humanos o maquinas asesinas sedientas de destrucción. Debido a esa idea, mi pensamiento racional había dejado paso al destructivo, al único que ahora mismo me aseguraba salir de allí con vida, el único que podría terminar con la vida de otro humano egoísta que tanto me recordaba a mi familia.

Cuando me di cuenta, me encontraba corriendo por los tejados, tratando de ir hacia una serie de brillantes luces que eran precedidas por numerosos estruendos. Estaba seguro que debía de tratarse de alguna de mis compañeras de objetivo, y por eso me debía de llegar hasta donde surgían esas llamadas a gritos con formas de luces y sonidos.

-¿No puedes hacerlo tú solo? ¿Tan débil eres que necesitas su ayuda?-

Pronto vislumbre una figura femenina huyendo como yo de una muchedumbre ansiosa por matarla, eso suponía que tuviera que aligerar el paso, que llegara hasta ella antes de que se alejara o que fuese ensartada en los muchos objetos afilados que portaban sus perseguidores. Comencé a correr hacia la chica, la cual en ese instante mi mente perturbada no llegaba a reconocer con claridad, cuando vi como la casa que había delante de la joven estallaba tapando la zona con un manto de polvo.

Deje atrás al gentío que iba tras mi cabeza, acercándome cada vez más a la zona en donde había visto a la chica, esperando que en aquella nube de humo no se encontrara algo que la hubiera atrapado o incluso matado.

-Si soy débil y por eso necesito su apoyo, al menos por el momento-

Off: perdón por la tardanza pero estuve liado esta semana.

Illya entornó los ojos aún con la vista fija en la antorcha mientras Coralie hablaba, y después lo hacía Elaine. En medio de las palabras de la segunda, recorrió con su mirada lentamente el espacio que había entre el fuego que sostenía y la danesa, que sonreía y parecía satisfecha con sus propias palabras. Así mismo le apuntó con la mano libre la cabeza, igual a un autómata en silencio y con la misma expresión carente de emoción. Siguió el marco de su recorrido hasta que se perdió, sin apretar el gatillo por unos instantes, ¿por qué?

Porque esto se ha convertido en la supervivencia del más fuerte… y en este momento ése no soy yo.

Dejó que se fuera, por consiguiente, aunque si anotó mentalmente el dispararle la próxima vez que la viera, tal como lo había sugerido tan cordialmente aquella mujer. Si tan solo el sonido que se produjo rato después le confirmó que cada uno iría siguiendo sus propias pautas, y eso le hizo apretar los dientes. El silencio permaneció durante unos instantes antes de que Illya volviera la cabeza hacia Coralie de la misma forma autómata.

―Deberías seguirla. Es tu compañera en esto, ¿verdad? Si la dejas sola, es probable que no la vuelvas a ver luego, bajo cualquier circunstancia que pueda sucederle ―señaló mientras se dirigía hasta la salida del callejón todavía con la antorcha en la mano y Albtraum en la otra―. Vete, Aliada del Conde. Hazlo por tu vida. Aquí ya nadie es amigo de nadie.

Así desapareció de la vista de la rubia. Con un ademán consiguió colocarse la capucha del ceremonioso traje que llevaba nuevamente, así que mientras mantuviera la cabeza inclinada, su rostro quedaría oculto. Se guardó su Inocencia entre las ropas, cambiando al ángulo de su brazo con el que sostenía la llamarada para así tapar al menos de frente la mancha de sangre que apenas se alcanzaba a mirar en su costado derecho. Mientras las personas iban en tropel o grupos numerosos de aquí para allá buscando y hablando entre sí, Illya se colaba entre ellos sigilosamente, hasta que encontró la entrada de una casa vacía abierta, en donde entró con aparente normalidad como si fuese suya.

Estaba oscuro allí adentro, pero la luz de la fogata producía entre toda aquella inmensidad un círculo anaranjado luminiscente que le bastó para comprobar que en efecto, estaba solamente ella allí. Las voces de afuera aparecían y desaparecían, así como las sombras en la ventana. La cacería continuaba y todos parecían frenéticos por hallar el resultado provechoso de todo ello.

―No es cierto. Las costumbres de la gente de la India o países cercanos son por lo general pacíficas, porque así son sus enseñanzas desde su raíz. Esta pequeña representación de violencia colectiva no puede ser algo que venga de sus costumbres, desde ninguna perspectiva; obviamente ha sido producida ―se dijo para sí misma mientras caminaba lentamente hacia el lado donde parecía ser la cocina. La sangre seguía manando de su herida abierta, así como el dolor abrupto por cada paso que daba. Podría haberse desmayado, pero siempre sobrevenía otra sacudida tortuosa que la mantenía despierta. Y eso estaba bien. Tenía que mantenerse consciente―. Aquí pasa algo extraño, y tiene que ver con ese sujeto… ¿Aliado del Conde? Auténtico tras haber hecho una calamidad tan desastrosa como esta. El Conde debería estar muy orgulloso, ¿no, señorita consecuente? Y aunque no logre entender por qué gente de la misma calaña como ustedes ahora están tan separados, lo cierto es que no me importa.

Ante un súbito mareo, se apoyó del canto de la mesa para evitar caerse. Illya respiró hondo una vez, otra, otra, y otra, hasta que la cortina gris que se le formaba en el interior de sus ojos desapareció. Tuvo el tiempo suficiente para revolver entre las cosas de allí y sacar un cuchillo de hoja prominente antes de perder la fuerza de las piernas y terminar en el suelo sentada mordiéndose los labios. En medio de la oscuridad apenas ahogada por el fuego que tenía en la mano, contempló el filo reluciente reflectando rayos de luz hacia todas partes y suspiró.

―En lo que a mí respecta, soy una exorcista, y como tal, no puedo permitir que un pueblo entero se vaya al infierno. Sea por ustedes, por Will, o por ese sujeto. ¿Son todos contra mí? ―se sonrió ante la idea, con un matiz inexplicablemente triste. Ahora que lo pensaba, estaba sola, y eso le parecía fúnebre―. No, son los Akumas que pueden resultar tras eso contra mí.

El metal comenzó a chillar cuando interno entre las llamas, sucumbió a ponerse al rojo vivo. Illya al separarlo y contemplar el vapor que expelía de sí apretó la mandíbula instintivamente. Brillaba en un rojo demasiado intenso que le martirizaba las retinas, y le producía cierta sensación vacía y lejana de miedo, que apartó con una decisión inexplicable al declarar con firmeza sus propios sentimientos:

―Es por eso que sea cual sea el Agente de la Muerte, lo aplastaré.

El cuchillo, vuelto hacia la hoja de forma horizontal, comenzó a descender bajo su mano, y en medio de la oscuridad, empezó a opacarse hasta desaparecer engullido bajo las sombras. No hubo ni un solo grito. Apenas el jadeo extenuado de quién está preparado para cualquier cosa.

Menos para la muerte.

Porque aquel lugar estaba convertido en el campo de lucha por la supervivencia del más fuerte, y ella en esas condiciones, con esa herida palpitante que no terminaba de cerrarse, no era exactamente esa persona.

Y necesitaba serlo, costase lo que costase.

Cambiaré si es necesario.

No podía permitir repensarse las cosas. Tenía que actuar, así consiguiese un resultado desastroso, tenía que intentarlo.

La tension se respiraba en el ambiente, Elaine pronto respondio dando su vision de la forma de ser de las personas... una opinion muy identica a la suya sin lugar a dudas y por la cual sentia mas cercania con ella, el destino del pueblo ya estaba sellado por aquellas dos personas.

Pronto su amiga emprendio su marcha, en principio la francesa aun mantenia su preocupacion por aquella chica soldado, al menos hasta que hablo.

-Deberías seguirla. Es tu compañera en esto, ¿verdad? Si la dejas sola, es probable que no la vuelvas a ver luego, bajo cualquier circunstancia que pueda sucederle. Vete, Aliada del Conde. Hazlo por tu vida. Aquí ya nadie es amigo de nadie.- le dijo antes de marcharse por su propio camino... ¿Como conocia a los ACM? nadie que no fuese uno deberia desconocer aquella organizacion al menos....

-...He tenido una exorcista ante mis narices y no me he dado cuenta- dijo maldiciendose a si misma, si lo hubiese sabido antes hubiese acabado con ella mientras estaba inconsciente ¿Como ha podido intentar ayudar a una exorcista? Solo con pensarlo sentia una sensacion desagradable por todo su cuerpo...

Pero ahora no podia pensar mas en ello, ahora seria mas facil ir con Elaine en busca de Will, de modo que subio a los tejados para pdoer localizarla.

No tardo en verla, habia usado su materia oscura para crear rayos y llamar la atencion de los pueblerinos y los akumas, probablemente el objetivo real era que Will apareciese mas no quedaba otra que atraer a los enemigos.

Coralie observo como surgio polvo donde se encontraba la ACM, esto lleno a la joven de preocupacion y se apresuro al lugar mientras mandaba volando a todo perseguidor que se cruzaba en su camino

Por suerte para Elaine su caída había sido amortiguada por varios de los que estaban en la misma azotea que ella en el momento del colapso, había sufrido varios golpes por el yeso y también por las armas que se hubieron llevado los pueblerinos.

Paladeó con dificultad, captando el regusto metálico de su sangre, hubiera reído si la pequeña convulsión provocada por una tos irrefrenable no le hubiese dolido tanto. ¿Qué se habría roto esta vez?

Decidió abrir los ojos, sin embargo no hizo nada para evitar seguir sepultada entre otros tantos cuerpos humanos, algunos seguían respirando, otros por lo contrario habían muero y afuera por la caída o porque hubieran sido atravesados con las armas que habían empuñado. No quiso admitirlo en ese momento pero a pesar de que su vista estuviera borrosa, podía ver claramente la manera grotesca en la que aquellos habían muerto, su estómago vacío se revolvía, sintió marearse aún más, lo cual provocó una ligera ansiedad en la aliada, más bien pudo reconocerlo como uno de sus esporádicos ataques de pánico.

Porque algunos de esos rostros le recordaban a aquella mujer, y le hacía sentirse como la niña miedosa que había sido durante tantos años. Se escuchó ahogar un grito, seguido de su respiración agitada mientras, que sin ser consciente del todo, se arrastraba entre la pila de cadáveres en un intento de salir de ahí.

Los llantos y otros gemidos lastimeros que soltaban algunos de los supervivientes no le ayudaron a calmarse, más bien solo le hicieron apurarse para buscar su sombrilla, la cual encontró colgando de un trozo salido de pared. No quería matarles, no ahora que estaban tan indefensos, Elaine era consecuente, y hacía tiempo que se había prometido no cometer cierto tipo de atrocidades, aunque pusiera su propia supervivencia en peligro, y por eso, para evitar romper con las pocas reglas lógicas, según su juicio, que conseguían que parte de su cordura siguiera intacta, buscó salir de las ruinas.

Sus pasos tambaleantes poco a poco volvieron a ser más seguros, Elaine por mala o buena suerte debido a todas las heridas que solía recibir en sus misiones había aprendido a sobrellevarlas lo mejor que podía, sin contar que la adrenalina en ese momento, hacía un gran trabajo, simplemente no quiso imaginarse como iba a quedar cuando salieran de ahí. Por qué lo harían. Los cuatro. Aunque eso le creara problemas con Coralie, había cosas más importantes deparadas para aquellos niños, y Elaine tenía la extraña idea que, si debían morir, no podía ser a sus manos y eso también implicaba cruzarse de brazos y ver cómo eran despezados por akumas.

Se había apoyado contra una pared, para intentar recogerse mejor el pelo y así apartar los mechones teñidos de rojo sangre que se habían pegado a su cuello, cuando escuchó de nuevo, gritos. Alaridos por parte de los aldeanos que para sorpresa suya y posterior pánico habían sido interceptados por akumas de primer nivel, la aliada no pudo evitar esbozar una sonrisa mientras alargaba su brazo y apuntaba a las máquinas para abrir sendos boquetes en su redonda anatomía y por consiguiente, matarles.

Aquello era paradójico, demasiado para su gusto. Chasqueó con la lengua mientras terminaba de salir de entre las ruinas de ambas casas, sin mirar cuántos civiles habían sido convertidos en polvo, Elaine sabía de quien era la culpa, de aquel hombre y de los ilusos que habían decidido creer en sus palabras.

Ya no hay vuelta atrás.

La danesa chasqueó con la lengua, apretándose el costado y palpando en busca de alguna costilla rota, cuando de entre los escombros de la primera casa derruida asomó la inmensa figura acorazada de un nivel 3 de color verdoso.

-Pst, ya me preguntaba cuanto más tardarías en salir. –Mascullo con una sonrisa ensangrentada y empuñando su materia oscura con absurda arrogancia y autosuficiencia, sin duda cualquiera que la viera en esas condiciones terminaría por creer que había perdido realmente la cabeza.

A pesar de todo el entrenamiento, de todo el sufrimiento, a pesar de todo el dolor con el que me habían preparado, el cansancio por la utilización de la inocencia era algo con lo que no estaba acostumbrado a lidiar. Era cierto que la estancia en esa casa me había permitido recuperar el aliento, pero después de todo el tiempo que había estado corriendo, me encontraba algo bajo de fuerzas.

Al llegar hasta donde tuvo lugar el derrumbe, me seque el sudor de la frente y observe con detenimiento a todos los que allí se encontraban. Pude ver la figura de Elaine entre los escombros y aquellos perseguidores que iban detrás de ella. También pude apreciar no muy lejos de allí, a la chica que apareció en el templo para ayudarnos, la cual no sabía quién era, pero algo me decía que estaba relacionada de alguna forma con la aliada.

Di un salto desde la casa en la que me encontraba, para aterrizar sobre un pilar que aun se mantenía en pie, observando desde lo alto la explosión de un par de maquinas. Me quede quito, observando cual sería el siguiente movimiento que haría Elaine, cuando un nuevo invitado hizo su aparición. Por lo visto finalmente se habían cansado de esperar a que los ciudadanos acabaran con nosotros, era por eso que uno de las dos maquinas con armadura reluciente acababa de aparecer con la intención de eliminarnos de la forma que fuera necesaria.

-Tsk, en verdad me resulta aburrido pelear con vosotros- bufo la maquina mientras comenzaba a elevarse en el aire poco a poco, -creo que es mejor que antes compruebe vuestro nivel, y a pesar de que seáis tres, algo me dice que será un espectáculo entretenido- mientras hablaba, se pudieron ver claramente seis ojos que aparecieron en su metálica cabeza, y que nos identificaron rápidamente tanto a la chica de la campana como a mí.

Cuando el nivel 3 se encontraba a varios metros sobre nuestras cabezas, se limito a chasquear los dedos para que desde debajo de los escombros salieran numerosos tentáculos hacia Elaine y yo, mientras que desde la casa de detrás de la chica de la campana, una maquina deforme, la cual poseía un gran brazo izquierdo con el que intento aplastar a la joven.

-Ahora veremos vuestra autentica fuerza-

Tres de los tentáculos dirigidos hacia mí, atraparon el pilar en el que me encontraba, y lo comprimieron con gran fuerza, transformándolo en un montículo de polvo. Tratando de escapar del ataque, di un salto para aterrizar en plena calle, viéndome cercado por la muchedumbre deseosa de sangre.

-Estoy empezando a cabrearme- dije apretando los dientes.

De pronto dos tentáculos hicieron un barrido, golpeando tanto las casas, como a los aldeanos que allí se encontraban. Para escapar del golpe, tuve que dar un salto vertical, pero aprovechando que estaba en el aire un nuevo tentáculo emergió del suelo y me agarro la pierna derecha, acto seguido me lanzo contra los humanos que allí se encontraban.

Por suerte el impacto fue amortiguado por los cuerpos de toda aquella gente, sin embargo eso había hecho que ahora un grupo de tres hombres y seis mujeres, se echaran sobre mí tratando de inmovilizarme. Esa situación significaba dejarme expuesto ante un nuevo ataque por parte de aquel enemigo que se ocultaba debajo de la tierra, ya que había dejado bastante claro que no le importaba eliminar a los aldeanos si con eso nos mataba a nosotros.

Off: me tomaré la molestia de sacarle patrón psicológico a nuestro villano, ya que ninguno de ustedes lo ha hecho.




Aaliyah había permanecido todo el tiempo desde el inicio de la cacería dentro del templo, a pesar de que el mismo ahora estaba casi reducido a ruinas. Tal y como se esperaba, tenía a su alrededor una horda de Akumas escoltándole, de primeros en la línea de ataque por si ocurría lo que llamaría un “milagro” para aquellos intrusos y lograran llegar hasta donde él se encontraba. Lo dudaba enormemente, en realidad, pero su vida no se mantenía intacta por los momentos siendo exactamente imprudente.

Tenía la noción de quienes estaban pisando su territorio, gracias a la información que había logrado recabar entre los aldeanos y Akumas que los habían visto desde que dieron el primer paso para entrar a la aldea. No habían sido datos muy ricos en detalles, menos para entender a ciencia cierta las identidades enteras de ellos, pero si lo suficiente como para determinar de qué bando pertenecían, siendo para su sorpresa, tan peculiar aglomeración de partícipes en la Guerra Santa.

Dos Exorcistas y dos Aliadas…

La idea de que gente de su mismo bando estuviese interfiriendo con su trabajo le hacía hervir la sangre. De todas formas no las conocía, y seguramente ellas tampoco a él. Nunca había tenido contacto con otros seguidores del Conde, y allí donde estaba, cómodo con su deber, tampoco sentía la necesidad por hacerlo. Menos entendía bajo qué moral se movían, porque en realidad a esas alturas para él era relativo. Lo que si sabía era que aquellos atentados realizados por ambas señoritas eran interrupciones con sus cometidos, algo que beneficiaba al Conde del Milenio, jefe de todos ellos. Por ende, acciones que podían considerarse como traicioneras.

Aaliyah sonrió para sus adentros, porque muy en el fondo, por molesto que estuviera, entendía lo que les depararía a esas dos mujeres en cuanto las cosas salieran a la luz para el Conde.

Demasiado osadas, o demasiado estúpidas para cometer algo que podría causarles la pérdida de su vida.

Si él no lograba matarlas, lo haría el Milenario por traidoras, fuesen quienes fuesen.

Ellas no entienden su naturaleza. Lo que no le sirve sencillamente lo desecha, porque para él todos somos fáciles de corromper y manipular, así como de reemplazar. Se han arrojado al abismo.

Claro que, en su orgullo no figuraba el fallar. Había una oportunidad que jamás habría pensado y que ahora miraba a su frente con claridad. Acabar con las traidoras, y llevarse por el medio a dos Apóstoles de Dios significaría un boleto a subir de escalón. Tal vez dos. La idea de que las cosas pudiesen mejorar para él, sin tener en realidad que planear mucho, le provocaba una satisfacción absoluta.

Es la supervivencia del más sagaz.

Aquel día sería único, porque la competencia que él pensaba inexistente flaqueaba a su frente, y él sólo tendría que tomar ventaja.

Primero mátalas.

Para encontrar la victoria en todo ello tenía que hacer justicia en nombre de los verdaderos Aliados del Conde bajo su propia mano. De allí vendría su mérito más glorioso, y con ello, más ventajas para alejar de su vista el desdén del Conde. Como pieza en el tablero de aquel enorme recuadro de ajedrez, necesitaba convertirse en algo importante, y no en un simple peón.

Hombres vestidos con las túnicas de su secta se acercaron corriendo hasta donde estaba. Aaliyah contempló sus pasos apresurados desde su altura y aguardó para ver qué tenían que decir. Sabía que debía ser algo importante. Le sorprendió contemplar que sus siluetas estaban más oscuras que antes, y quedó más aún cuando cayó en la cuenta de que el cielo empezaba a cambiar de color.

Cuando llegaron a su frente se arrodillaron ante él, dándole a su faceta megalómana carne con la cual alimentarse e hincharse.

―Señor ―empezó a hablar el que iba a la cabeza―. Hemos encontrado a tres de los forajidos cerca de la calle principal. En este momento están siendo atacados por varios de los aldeanos y Akumas enviados.

Falta uno, Aaliyah se vio impresionado cuando pensó que a pesar de todo, los exorcistas se encontraba luchando codo a codo con sus peores enemigos.

―Bien, si Jean está con ellos entonces no habrá ningún problema ―respondió con aparente despreocupación―. Los acabará enseguida, ¿dónde está el restante?

―¡Si! ―prosiguió sin dejar de inclinarse y mirar al suelo―. Uno de nuestros camaradas se encontró con él y fue herido. Estaba sangrando por un costado cuando lo encontramos, y nos indicó que se había ido hacia el lado oeste de la ciudad, donde hay menos pobladores.

Lejos del escándalo. Qué perspicaz. Está aprovechando el desastre que hacen los demás para pasar desapercibido.

―Quiero que se unan a las personas restantes para ir a por él. Llévense a Rant con ustedes, será capaz de interceptarlo con más rapidez, y también a algunos niveles uno.

―¡Entendido!

Como relámpagos se incorporaron y salieron de aquel sitio. Parte de la escolta que protegía a Aaliyah se les unió flotando perezosamente. Él los tenía a todos bajo su control, aldeanos y seguidores, porque en eso consistía su habilidad.

La voz es más fuerte que una espada cualquiera.

Ante ese pensamiento se acarició la garganta, volviendo a estar solo. No consideraba a los Akuma compañía, después de todo. Las explosiones se escuchaban lejanas desde donde estaba, o el estruendo, lo que fuera que estuviesen causando allá aquellos forajidos.

Sabía que había reducido el número de su fuerza allí, pero estimaba que si ellos lograban llegar hasta su morada, no sería exactamente en una sola pieza. Débiles y frágiles. Podía acabar con ellos en un santiamén.

Y entonces tendré el poder.

A su frente los Akumas comenzaron a estallar casi al unísono cuando una ráfaga de siluetas puntiagudas y oscuras que volaban como flechas los atravesaron con brutalidad. Apenas le dio tiempo de cubrirse del humo y el ruido que ocasionó aquel estrépito inesperado, completamente aturdido por lo que estaba sucediendo, porque no se encontraba dentro de sus suposiciones, que creía absolutas.

―Formidabile Fauce ―declaró una voz a su espalda.

Aaliyah se volvió rápidamente para ver de quién se trataba. Era una joven delgada, que vestía las túnicas de su secta y llevaba una mancha de sangre en el costado derecho, pero no cojeaba, ni parecía afectada u herida. Lo miraba con unos ojos que le dijeron a él de quién se trataba sin siquiera verse en la necesidad de preguntar.

Esto no puede estar pasando, y la ira de la que se había deshecho tras tomar el control de la situación luego de que su amado templo fuese descubierto, volvió a aflorar con una fluidez igual a la del agua hirviendo.

―Maldita exorcista ―escupió desenfundando de sus holgadas vestiduras un cuchillo de hoja curva.

Se incorporó, adoptando una posición ofensiva que fue más instintiva, mientras medía a su nuevo enemigo.

―Los has engañado ¿eh? Pero qué ratoncita más astuta.

Ratoncita, ugh.

Illya hizo una mueca asqueada. Ciertamente sus enemigos le ponían cada vez un apodo más desagradable que el otro.

―Tú y yo tenemos algo de qué hablar antes de que acabe con tu vida para siempre, maldito Aliado del Conde.

El desconcierto no le dejaba pensar claramente a Aaliyah, ni tampoco el enojo.

¡Me ha engañado!, ¡no, ha engañado a mis hombres!

Pero le estaba dando tiempo, y si podía alargar la cuestión, ahora que pediría explicaciones, entonces podría recibir ayuda tan inminente como la llegada de aquella mocosa que había dejado a los otros actuar como señuelo mientras se aprovechaba de la situación para ir a por su cabeza.

―¡Ja! Vaya que sabes cuáles son tus prioridades ―ironizó sonriendo tras la máscara de rabia que se había vuelto su rostro―. Escucho, exorcista, ¿qué es lo que quieres saber?

No lo dejaría escapar. Lo sabía. Desde que le había dirigido la palabra, no había descendido su arma que le apuntaba con dos enormes cráteres oscuros el pecho. Si él daba un paso en falso, aquella mirada dura y fría no dudaría en matarle.

Cuando peor no podian ponerse las cosas, un nivel 3 habia hecho acto de presencia en la zona dificultando las cosas a Elaine y Will... Ahora que caia ¿No se supone que los akumas no deberian atacarlas? Todavia si se enfocasen al joven lo entenderia pero que ademas les incluyese a ellas daba mucho que pensar... ¿Aquel miserable habia aprendido a modificar la voluntad de los akumas?

Quiso haber seguido al chico y ayudado a su amiga, pero no tardo en percatarse de que antes de eso debia encargarse de sus propios asuntos primero, pues un segundo akuma de nivel dos estaba tras de ella dispuesto a atacarla, aunque como era de esperarse lo esquivo con facilidad al ser un golpe bastante lento.

-Estupido ser ¿Te das cuenta de a quien intentas atacar?

-Dejame pensar....no, no eres la jovencita que me comi el otro dia....¡Ah, ahora caigo!- dijo el akuma, este parecia ser un ser deforme en todos los sentidos, mientras que el brazo con el que trato de golpearla era descomunal, el otro era ridiculamente pequeño, sus piernas eran tan gordas que era imposible que los pies pequeños que tenian pudiean sostenerlas, y su cara en si ya era todo deformidad, tenia la boca donde deberia estar el ojo izquierdo, lo que debia ser la nariz era en verdad una oreja y la boca parecia un dedo meñique del pie

-Tu eres esa ACM a la que todo el mundo odia, hasta tus compañeros desearian verte muerta... para ser una "lider" no impones mucho que digamos

-Deja de decir chorradas, no aceptare las palabras de una mera herramienta- respondio la francesa con voz autoritaria

-Jejeje...¿la verdad duele? ¿Crees que porque ella te este hechando un cable ahora significa que lo que he dicho es mentira? Creo que te seria mas sencillo admitir que eres el balnco de ira de todos, veras...

No le dejo terminar, pues de un campanazo le lanzo hacia donde se acercaban unos aldeanos y alli exploto, llevandoselos consigo a la tumba.

-Te lo adverti, no dejare que digas quien soy o quien me acepta- dijo Coralie antes de volver sobre sus pasos, cayendo justo al frente del akuma de nivel 3, mirandolo con algo de ira

-Para tu ataque o atente a tu inminente destruccion


De lejos el mayordomo habia observado la escena, aquel nivel 2 no habia sido suficiente como para desatar a su dueña de las moralidades tan molestas que cargaba, quiza el otro akuma hubiera sido mejor candidato... pero al menos en parte ya habia sembrado un poco la duda en la rubia, solo necesitaba que esa semilla creciera.

-Hmmmhmhmhmhmhm... Puede que si se encuentre con Aaliyah al fin logre conseguir que por fin la señorita Monich actue como la ACM que debe ser...- Maquinaba para si - Pronto sera una herramienta realmente poderosa hasta el punto de que mate a todo exorcista que se encuentre en su camino

Elaine no parecía ser consciente del peligro que corrían. No, no lo era. Quizás esa temeridad era también a la vez que un gran defecto también podía usarse como una cualidad, liberada de ese miedo que se imponía en las personas ante tales situaciones, se sentía capaz de verlo todo desde otra perspectiva, aunque en ese momento no supiera cual era.

Cálmate o la perderás de nuevo.

Los tentáculos no llegaron a tocarla, pues pudo esquivarlos, observó de refilón como estos acarraban cualquier otra cosa, en su mayoría cadáveres, y los arrastraba hasta los huecos que se habían hecho al salir aquellas extremidades viscosas, los cuerpos tronaron cuando los huesos se hicieron añicos al ser tragados por las ruinosas hendiduras, aquel ruido logró desconcentrar a Elaine, provocar un escalofrío que recorrió su dañado cuerpo.

No lo lograré…

La expresión de Elaine se veía en ese momento, frustrada. La mano con la que tan fuerte sujetaba la sombrilla ahora temblaba al compás que imponían sus piernas. Tenía la seguridad de que por mucha adrenalina que estuviera segregando su cuerpo, no aguantaría… ¿Cuánto tiempo llevaba sangrando su herida? ¿Cuánto quedaba para desmayarse? La sensación que le transmitían sus pulmones sobre la falta de oxígeno de algún modo le hacía emocionarse, evidentemente estaba descontrolada.

Le pareció escuchar otro estallido no muy lejos de donde se encontraba, se ahogaba con las risas del akuma de nivel 3 que por ahora solo se limitaba a observar y regodearse ante lo caótica de la situación, hasta que reconoció que uno de sus compañeros se había fallado en su misión de matar a la otra fémina, la que portaba la campana, la cual ahora le hablaba con esa arrogancia propia de alguien con poder, según le pareció al akuma verde.

- No tienes derecho a darme ordenes traidora, moriréis como las miserables humanas que sois. –Anunció él, haciendo un simple gesto con su mano, señalando con su dedo índice a Coralie, lanzando un potente rayo blanquecino que cegó a cualquiera que se atreviera a mirarle aunque fuera de reojo.

Ante esa nueva ceguera Elaine no pudo hacer nada cuando un tentáculo le agarró con una fuerza arrolladora por las piernas, haciendo que cayera al suelo y por ende su sombrilla se alejara unos pocos metros de ella, fue ese momento, cuando se sintió con las manos vacías y siendo arrastrada por algo que no podía ver, que dejó por primera vez en mucho tiempo el pánico se hiciera con ella, mas no gritó, solo se agarró a lo primero que encontró, fue más adelante cuando aquella cosa de viscosa elasticidad tiró con fuerza de ella lo que provocó que lanzara un grito de dolor, al sentir por un momento como sus piernas amenazaban con dejar de formar parte de su cuerpo.

No creo que vaya a lograrlo...

A duras penas logró tomar algo que identificó como un pico, estaba tan cerca de ella que la punta de la herramienta se le clavaba en el dorso de una de sus manos, sin pensarlo, lo usó para hundirlo en el tentáculo, sabiendo que con eso solo molestaría al ser que se escondía entre las ruinas pero al menos lograría escapar momentáneamente de su agarre. Elaine se arrastró por el suelo, alargando la mano para tomar el mango de la sombrilla, echándose a reír cuando de nuevo sintió que algo se le enroscaba alrededor de la cintura y tiraba de ella, pero lejos de luchar contra ello, se dejó arrastrar.

Su idea de por si era absolutamente descabellada, pero ese instante de pánico le había concedido a Elaine recuperar esa parte tan insana de ella que no podía dejarse vencer, si tenía que morir arrasaría con todo antes, y cómo aún le faltaban tantas cosas por corromper y devorar, no podía permitirse ser engullida por un cobarde que usaba las ruinas de una casucha como armadura, por eso concentró toda la energía de su materia oscura en la punta metálica de la sombrilla y cuando pudo vislumbrar el agujero en el que iba a ser metida dejó que sus brazos fueran los primeros que se hundieran en la oscuridad y así descargar ese ataque, el cual iluminó esa pequeña pseudo-caverna lo suficiente como para que Elaine pudiera reconocer dos pares de ojos asustados que contemplaban directamente su final.

No lo lograré…

La explosión que produjo la muerte del segundo de los tres akuma atacantes absorbió los lejanos sonidos que venían del templo. Elaine, aun estando temblorosa desafiaba su cuerpo lastimado a ponerse en pie de nuevo, y enfrentarse a lo que fuera hasta que cediera a todo ese cansancio que sentía y terminara inconsciente.

Porqué en ese instante su mente estaba tan ida de sí que todas las sensaciones (fueran negativas (entre ellas los estímulos malos de su cuerpo producidos por el dolor) o positivas) parecían haberse colapsado a tal punto que la aliada ahora desprendía una bizarra e inhumana calma.

-Lo siento Ches, creo que la he perdido de nuevo. ¿Tú también lo sientes, verdad? –Murmuró más para sí que para otra persona, en aquel momento estiró de nuevo su sombrilla, sacando a relucir nuevas heridas en sus brazos producidas por los golpes que se había dado al explotar el akuma, y sin pensarlo lanzó un rayo contra la azotea de una de las casas cercanas, dejando que los cascotes del derrumbe cayeran sobre los aldeanos que se habían acercado para ayudar a terminar con los intrusos. Elaine dibujó una ausente sonrisa, la cual le aportaba un toque más enfermizo a su rostro manchado. – ¿Quiénes serán los siguientes? ha-ha-ha-ha-ha~

La situación empeoraba por momentos, dos akumas que se encontraban a las ordenes de una tercera y más poderosa máquina, comenzaban su ataque contra nosotros siendo apoyados por los aldeanos que aun querían nuestras cabezas. A todo esto debíamos de sumarle la cantidad de enemigos que aun quedaban rondando por lo que quedaba de templo, lo que nos convertía mas en unos kamikazes listos para morir, que en los futuros vencedores de esa batalla.

A pesar de todos los contratiempos y del ambiente tan lúgubre que nos rodeaba, una explosión fue el inicio de lo que sería nuestro contraataque, uno que acabaría con las vidas de aquellos que nos perseguían con tanta hostilidad.

La explosión de una de las maquinas hizo que los aldeanos que me rodeaban se detuvieran un par de segundos, lo que aproveche para incorporarme y dar un salto que me alejara varios metros de ellos, sin embargo algo mas ocurrió, algo que no tenía previsto. Un rayo de luz hizo que tuviera que llevarme las manos a los ojos, impidiéndome ver con claridad que era lo que allí sucedida. Al igual que yo los aldeanos que allí se encontraban tuvieron que hacer el mismo gesto, limitando su visión a la de una gran mancha blanquecina.

En ese momento note como algo me agarraba por la cintura y me lanzaba con gran fuerza, lo que yo no sabía era que se trataba de uno de los tentáculos del enemigo que aun continuaba escondiéndose entre los escombros de la derruida casa. Mi cuerpo fue volando por el cielo hasta acabar atravesando una ventana de uno de los edificios que nos rodeaban, acabando por chocar con fuerza contra una de las paredes internas.

Poco a poco fui recobrando la visión, al tiempo que notaba como un fuerte dolor me recorría toda la espalda, lo que me retuvo en el suelo un par de segundo hasta que fui capaz de levantarme de la superficie de madera. Por lo visto mi inesperado viaje me había conducido hasta una humilde casa, en la que por la decoración que recorría la habitación en donde me encontraba, era fácil adivinar que sus dueños no poseían una gran fortuna, aunque claro ¿Quién podía tener dinero en aquel poblado? Bueno sin contar al líder religioso que controlaba todos sus movimientos.

Una segunda explosión y esta con más fuerza, retumbo en la calle. Por lo visto el akuma cobarde acababa de caer bajo la mano de Elaine, lo que nos dejaba con el de color verde para derrotar, algo que no me parecía que fuese tan fácil a simple vista.

Saque la cabeza por la ventana que hacia un par de minutos había atravesado, para ver como el impacto de un rayo sobre la casa vecina a la que me encontraba, hacia que numerosos escombros cayesen sobre los aldeanos que se habían agrupado, permitiéndonos centrarnos en el único rival que continuaba con vida en esa zona.

-¿No lo entendéis todavía?- rio la maquina mientras se elevaba lentamente en el cielo, -continuáis resistiéndoos a una muerte inevitable, la cual si no os la doy yo os la dará mi amo y sino el mismísimo Conde, estamos aquí siguiendo sus ordenes y vosotras, traidoras, os aliáis con los exorcistas para aniquilar a aquellos que son vuestros iguales- en ese instante el akuma extendió el brazo derecho hacia abajo, al mismo tiempo que giraba lentamente el cuerpo hasta encontrarse en una posición completamente horizontal con el suelo. –Este lugar será vuestra tumba-

De pronto una gran esfera blanquecina comenzó a formarse en la palma de la mano de la maquina, la cual era igual de brillante que el rayo que había lanzado anteriormente. El tamaño de la esfera fue aumentando hasta alcanzar los dos metros de diámetro, segundos después, la esfera fue lanzada hacia los escombros de la casa en los que se había ocultado el nivel 2. La esfera impacto contra el suelo produciendo una fuerte explosión, la cual derrumbo las casas contiguas a la que anteriormente se había desplomado, llegando incluso a provocar que las fachadas de las que se encontraban al otro lado de la calle, se desplomaran.

Polvo, escombros, y algunos cuerpos inertes de los aldeanos que habían muerto en ese mismo lugar, se espacian a lo largo de toda la zona. El gran estruendo producido por la explosión, fue sustituido por la macabra risa del nivel 3.

La onda expansiva había logrado dañar las casas vecinas y en la que yo me encontraba no era una excepción. Ahora mi cuerpo inconsciente se encontraba medio sepultado por los escombros, dejando a la luz únicamente que el brazo derecho, parte del tronco y la cabeza.