Misión a Tierra Adelia [Metron - Jaylen]

Sonreí al ver a la exorcista reír, para poco después escuchar atentamente sus palabras y las del hombre acerca de la poca información de la que disponían. Algo me decía que la relación entre ambos no era del todo buena, ya que el tono de las palabras y las miradas que se lanzaban eran un tanto peculiares. Era de suponer que habían pasado un largo viaje juntos.

-Creo que es la mejor opción, además de la única pista que tenemos- dije en tono pensativo, -cuanto antes nos movamos más posibilidades tenemos de que estén con vida, por lo que será mejor partir cuanto antes-

No tenía el pensamiento de abandonar toda aquella gente a su suerte, no era de ese tipo de personas. Era cierto que no sabíamos en qué estado se encontraban, pero mientras no viera con mis propios ojos que no se encontraban con vida, haría todo lo posible por llegar hasta su campamento.

-¿Se encuentra a mucha distancia?-

-No se preocupe, si seguimos en línea recta llegaremos en media hora- dijo de manera apresurada el hombre.

-Media hora es demasiado, además veo innecesario que vaya más gente que nosotros tres- dije girándome hacia el barco que me trajo.

Cogí la alabarda que se encontraba en mi espalda y tras un rápida activación la eleve sobre mi cabeza, una vez estuvo encendida un par de segundo la desactive para colocarla nuevamente en su sitio. Al contemplar la señal, el capitán del barco hizo que sus hombres bajaran a tierra firme o más bien a hielo firme, tres trineos tirados por perros, los cuales eran controlados por tres buscadores que partieron junto a mí desde la orden oscura.

-Sera mejor dejar las cosas claras. Si hay akumas metidos en esto, vosotros sois presas fáciles, y dado que nosotros somos dos y no podemos estar cuidando de todos al mismo tiempo, será mejor disminuir el riesgo- tras decir eso me limite a mirar a mi compañera, después de todo no sabía si esa medida le parecía buena idea, por lo que era mejor asegurarse, -¿Jaylen tu qué dices? Yo pienso que con un guía será suficiente y más si lo único que hará será llevarnos a la vieja base, además seguro que será divertido. Nunca monte en uno de esos- dije medio riendo.

Mientras hablábamos no me había percatado de que la ventisca había bajado su intensidad, lo cual resultaba un alivio y una ayuda a la hora de encontrar a los desaparecidos.

Jaylen escuchaba con aspecto distraído, al menos así lo parecía a su compañero, de nuevo parecía haberse quedado absorta en el paisaje blanco que ahora sus lentes parecían reflectar cual espejismo. La ventisca había amainado, sin embargo seguía haciendo mucho frío, y mucho silencio roto por la voz de Metron y por alguno de los buscadores, a veces. La chica frunció el ceño con cierta incomodidad ante aquel paisaje, había algo que no le gustaba, lo intuyó por la fuerza en la que sujetaba las cruces de aquellos rosarios heredados.

-Pienso que tienes razón. –Dijo finalmente mientras daba la espalda a ese paraje ártico momentáneamente y volvía a encarar a sus compañeros. –Lo mejor será que vayamos los tres, podremos arreglárnoslas mejor solos, que preocupándonos por mantener con vida al resto, tal como has dicho. –Respondió con total franqueza, acercándose a uno de los trineos y poniéndose de cuclillas para acariciar a la primera pareja de perros.

No fue hasta ese entonces que Jaylen fue consciente de la expresión con la que Silvano la había estado observando desde que había pronunciado las últimas palabras. Con delicadeza, se quitó los lentes para poder mirar directamente a la suerte de científico que parecía estar acumulando cantidades industriales de rencor y estrés desde que habían comenzado el viaje, para finalmente encogerse de hombros, sin dejar de acariciar a la pareja de perros huskys.

-No voy a disculparme si algo de lo que he dicho te ha ofendido. –Repuso con una tranquilidad inhumana, la exorcista, poniéndose finalmente de pie. –Yo a penas soy una iniciada en esto. No voy a hacerme el héroe. Mi única preocupación ahora son los científicos que debemos encontrar, todo lo demás podría ser un estorbo en un momento dado, y no puedo permitirme convertirme en eso para Metron. Así que espero entiendas mi punto de vista. –Explicó sin más, mientras caminaba con el mismo aire sosegado alrededor del trineo, ignorando las siguientes miradas del que sería su guía, ocupada aparentemente en encasquetarse la capucha en la cabeza, para que así el pelo dejara de ser también una molestia.

Por su parte Silvano dedicó una mirada al cielo, alzando una silenciosa plegaria al todopoderoso para que le diera la clarividencia necesaria para entender como funcionaba la cabeza de la niña del este y la paciencia también para no romperle los estribos del trineo en un momento de ceguera.

-Iré en este. –Hizo saber la chica exorcista, mientras se colocaba en el trineo que había estado inspeccionando con anterioridad, recibiendo instrucciones de algunos buscadores para que no se rompiera algo en el intento de manejar lo que sería su nuevo medio de transporte, la expresión de infantil felicidad que ahora reflejaba su rostro hizo sentirse levemente contrariado a Silvano, que con un suspiro apesumbrado regreso su vista al mayor de los exorcistas.

-Cuando estés listo, partimos. –Dijo esbozando una mueca resignada, para luego subir al trineo restante, una vez estuvieron listos.

Silvano miró de reojo el mapa de coordenadas, asegurándose una vez más que el rumbo era el correcto antes de dar el tirón que daría la orden al perro líder de comenzar con la ruta, quiso dedicar una última mirada a los exorcistas, y dejó escapar un suspiro.

-En verdad el poder del Señor tiene maneras inauditas de manifestarse. –Murmuró sonriendo levemente, aunque aún no lo supiera, había terminado por confiar en aquellos dos exorcistas, tan diferentes el uno del otro.

Tanto la exorcista como el extraño hombre, habían dado su visto bueno ante mi sugerencia, lo que indicaba que todo estaba listo para que comenzara el viaje. Jaylen había escogido su trineo, cosa que hice yo después que ella, dejando el último para el guía.

-Hey Fred, tratare de poner en práctica lo que me has enseñado- le dije al buscador que se encontraba dándole instrucciones a la joven exorcista.

En el transcurro del viaje que me llevo desde la orden hasta esa remota región, no solo me lo había pasado intercambiando historias con el capitán del navío, sino que además Fred se había dedicado a enseñarme el manejo de los trineos, para cuando llegara la ocasión como lo era ahora. Además de lo básico, me enseño un movimiento el cual me resulto divertido, y que pretendía poner en práctica.

-Bueno pongámonos en marcha- dije en tono alegre.

El primero en partir era el llamado Silvano, el cual parecía que prefería ir el primero y de esa forma mostrarnos el camino. Su manejo del peculiar vehículo en el que iba, hacía pensar que no era la primera vez que montaba en uno, y si al manejo le sumábamos la velocidad con la que iba, resultaba que su nivel estaba muy por encima del nuestro, sin embargo no dejaría que ese detalle me fastidiara la diversión.

Tan pronto vi como partía el primer trineo, me puse en marcha para tratar de seguirlo. El primer tirón que dieron los perros, hizo que me tambaleara un poco, incluso me obligo a sujetarme con fuerza para no caer al suelo nada más salir, por lo visto las clases en un trineo parado en el suelo, no resultaban ser lo mismo a cuando está en movimiento.

Pronto le cogí el ritmo a la velocidad y movimientos de los perros, recordando poco a poco las palabras de Fred. A pesar de eso aquel que se suponía que debía de guiarnos, se alejaba cada vez más en el horizonte, sin tan siquiera rebajar la velocidad para que llegara a alcanzarle, eso me hacía pensar en las miradas de cierto desprecio que se habían lanzado entre mi compañera y él, y en especial al tono con el que se hablaban, estaba claro que era una persona difícil de tratar.

-Vamos pequeños que no nos deje atrás- le dije en tono cariñoso a los perros.

-Maldita sea... -Masculló Jaylen cuando vio partir a los dos hombres dejándola a ella atrás. Los perros no habían hecho ni mención de moverse cuando tiró de la correa. La exorcista lanzó una mirada que podría haber asesinado a todos los buscadores que habían comenzado a reír, a pesar que sus ojos de color añil estuvieran escondidos detrás de aquellos lentes. Tomó aire y ajusto con fuerza las cintas de cuero que sujetaban a los perros entre si. - ¡Heine, Indiana!-Exclamó, sonriendo al ver como los dos primeros perros parecían atenderle ahora, una vez les había hablado por su nombre (un buscador había procurado enseñárselo) tirando de las cuerdas. -Siess, fiúk. -Y con aquella simple orden finalmente los dos perros salieron corriendo, arrastrando con ellos al resto de la camada.

La sonrisa de la exorcista se acentuó una dejó de escuchar las risas de aquellos que había dejado atrás, se concentró en el sonido que hacía el hielo al abrirse pequeñas y leves grietas al ellos hacerse paso a través de él, junto con el silbido que acompañaba el viento que chocaba contra ellos. De nuevo aquel paisaje en su totalidad blanco bajo aquel inmenso cielo de color celeste le producía en su interior un revoltijo de sensaciones que se le hacían inevitablemente malas. Aquel lugar se le antojaba más que frío, ausente de vida, y eso nunca era bueno.

Seguía avanzando con calma, el camino era en teoría en línea recta, sin embargo se guiaba por el rastro que habían dejado Silvano y Metron tras ellos, ambos parecían estar en plena competición, y aunque a Jaylen la velocidad de aquel trasto le encantara estaba decidida a ser responsable llevando a un ritmo seguro a los perros para así no estrellarse contra la nada por haber perdido el control de su pintoresco vehículo.

Tardó algunos segundos en poder divisar a Metron a varios metros de distancia, casi inconscientemente pudo escucharse soltar un suspiro al verle, de algún modo aquel lugar lograba perturbarla tanto que no deseaba perderse o quedarse sola por mucho tiempo. Animó a los perros a ir un poco más rápido moviendo las correas como aquel buscador le había enseñado. Los cánidos parecieron comprenderlo al instante, pues aumentaron sin apenas esfuerzo la velocidad, seguramente no se encontraban tan cansados al haber recorrido el tramo que habían hecho solos con calma en un ligero trote.

Sin saber cómo, Jaylen había terminado por alcanzar a la pareja de jóvenes competitivos, sin adelantar a ninguno de ellos pero a la par, ese detalle le hizo esbozar una sonrisa de oreja a oreja y olvidarse por un segundo del malestar que le ocasionaba ese lugar, centrándose solo en aquel silbante sonido del viento, la velocidad y la presencia de aquellos dos compañeros suyos, echándose a reír de nuevo sin saber muy bien por qué...
Jaylen pudo sentir como un escalofrío recorría toda su columna al escuchar el eco de aquella palabra pronunciada por la voz que ella llamaba “conciencia”, fue durante ese segundo que un destello pareció darle directamente a los ojos impidiéndole la visión, para luego observar, con cierta sorpresa una figura borrosa a no muchos metros de los perros. En un acto reflejo tiró de las riendas con fuerza haciendo que los animales giraran hacia su derecha bruscamente, haciendo por defecto que el trineo volcara y Jaylen saliera rodando por la nieve y el hielo, alejándose un par de metros de su dañado vehículo.

- Ouch... Istenem... -Masculló la exorcista menuda, intentando mover su cuerpo adolorido del suelo, sin mucho esfuerzo. -¿De dónde ha salido...?

La chica alzó la mirada, buscando que no hubiera golpeado la figura que creía haber visto, sin embargo a parte del trineo volcado y unos perros (dos de ellos, presumiblemente Heine e Indiana le estaban mordiendo con “cariño” una de sus piernas) con un susto del siglo, no había nada.

-¡Maldita sea! -gruñó Jaylen. Moviéndose cual insecto atrapado en una telaraña, en mitad de la nieve en la que estaba enterrada. -... Estoy loca. -Concluyó con ceremoniosa seriedad, soltando un suspiro resignado.

Poco a poco logre acercarme hasta el apresurado guía y instantes después fue mi compañera la que logro ponerse a nuestro lado. Parecía que finalmente los tres podríamos a la par y continuar nuestro camino sin que nada nos retrasara, pero claro eso era mucho suponer, ya que de pronto Jaylen había girado de forma brusca su trineo, lo que la hizo caer a la nieve al igual que los perros que la acompañaban.

-Jaylen-

El nombre de la chica fue lo único que paso por mi cabeza cuando la vi caer al manto blanco, acto seguido me limite a detener a los perros para bajar rápidamente del trineo en el que iba y acercarme hasta donde se encontraba la exorcista. La acción había transcurrido tan deprisa que no había logrado ver el motivo por el cual la exorcista se encontraba sobre la nieve, tal vez fuera por un montículo de nieve o a lo mejor por la velocidad a la que íbamos, para salir de dudas debería preguntárselo directamente a ella, aunque lo principal era saber si se encontraba bien.

Me acerque hasta donde estaba tanto la chica como su trineo, mientras que a lo lejos podía escuchar como el buscador continuaba su camino sin percatarse de que nos habíamos detenido.

-¿Jaylen estas bien?- le pregunte cuando me acercaba hasta ella.

Al llegar junto a ella pude comprobar como parte de su cuerpo se encontraba enterado en la nieve, algo que hubiera resultado cómico sino fuera por el hecho de que podía estar herida. Me arrodille al lado de ella y comencé a quitarle la nieve de encima con ambas manos, no sabía si tenía algo roto y dado que una caída a esa velocidad no resultaba agradable, sabía que en general una sensación de dolor le cubriría el cuerpo, sabiendo eso debía de proceder con cautela.

-Trata de no hacer esfuerzos y de examinar tu cuerpo en busca de alguna rotura- le dije mientras terminaba de quitar el ultimo montón de nieve, -¿Qué es lo que ha pasado?-

En ese momento me encontraba de espaldas a donde se encontraba mi trineo y por lo tanto al camino que deberíamos de seguir, desde ese lugar precisamente note como una fina brisa helada era arrastrada por el viento. Estábamos en el continente más frio del planeta, por lo que una sensación como esa no era motivo para preocuparse, sin embargo ese frio resultaba más intenso que el que nos rodeaba, tanto que aun encontrándome en un manto de ropa que me cubría casi por completo, hizo que un escalofrió recorriera mi espalda.

-¿Qué ha sido eso?- me pregunte mentalmente, había algo que provenía de esa dirección que no me tranquilizaba precisamente.

Levántate, se ordenó la exorcista de ojos azules. Sin embargo su cuerpo no parecía querer responder y tan solo se dedicaba a mover de manera inconsciente la pierna cada vez que alguno de los dos perros líderes de la camada decidían morderle. Aunque Jaylen ya estaba acostumbrada a sufrir caídas, a ser atravesada por estoques, y otra gran variedad de especiales accidentes desde que había aceptado su trabajo como exorcista, tenía ya una colección de cicatrices ya, pero aquella caída había sido indiscutiblemente dolorosa.

¿Jaylen estás bien?

La aludida intentó responder pero solo logró tragar una cantidad absurda de nieve que le hizo atragantarse y toser. Dejó escapar un leve quejido a causa de la pequeña frustración que comenzaba a sentir a causa de esa torpeza que le había llevado a enterrarse en la nieve. Al sentirse más liviana comprendió que su compañero la estaba desenterrando para que pudiera moverse. De pronto, ya no se sentía tan molesta, siguió sus instrucciones en silencio, palpándose algunas zonas que tenía más adoloridas y comprobando que por suerte no se había roto nada.

Al sentarse su golem, Bicho, salió del hueco libre que había en su capucha ahora caída, hecho una pequeña bola de nieve a excepción de sus alas, revoloteaba con histeria por donde se encontraban ahora los dos exorcistas hasta que uno de los perros Heine lo atrapó con su boca.

-Me duele la espalda, pero no tengo nada roto. -Dijo finalmente acariciando al perro, cuando este escupió al golem sobre las piernas. -Había algo en el camino, o al menos eso es lo que creo. -Murmuró tomando a bichito todo lleno de babas y metiéndolo en el bolsillo para luego ponerse en pie con cierta dificultad. -Pero aquí hay algo que no está bien ... al menos eso es lo que yo percibo. -Comentó con cierto aire avergonzado en sus palabras, no le gustaba hablar de lo que su a veces trastocada mente parecía captar en un lugar, por lo que sin esperar una respuesta por parte de su compañero se dirigió hasta su trineo, el cual yacía volcado en medio de la nieve. -Deberíamos alcanzar a ese Silvano antes que le ocurra algo... Metron, ¿Puedes ayudarme? -Preguntó con una pequeña sonrisa al notar que su espalda se resentía cuando intentaba agacharse.

Dirigió su mirada una vez más donde le había parecido ver a esa figura y por ende el camino que había seguido el científico sin siquiera detenerse a pesar de que Jaylen hubiera tenido un accidente. La exorcista torció los labios, esbozando una mueca inquieta, algo le decía que aquel tipo a veces tan arrogante estaba en peligro.

Todo quedo en un susto, ya que cuando la exorcista comprobó de que realmente lo único que tenía eran dolores en la espalda, los cuales seguramente eran ocasionados por alguna contusión al caer, lo que no hacía peligrar el transcurso de la misión.

Al ver la dificultad que mi compañera tenia para levantar su trineo y que me pidió su ayuda, camine hacia él y lo levante del helado suelo en el que se encontraba. Al hacerlo los perros volvieron a su sitio habitual, a la espera de una señal para continuar su marcha.

-Algo malo está pasando- ese fue el pensamiento que cruzo mi mente, tal vez debido a las palabras de la joven exorcista o a lo mejor por el escalofrió que había sentido hacia un par de minutos, -tengo un mal presentimiento- dije cambiando la vista hacia la dirección por la que se había marchado el buscador.





En ese instante Silvano se encontraba a poca distancia del campamento de los científicos desaparecidos y desde la distancia podía ver claramente una zona que solo confirmaba sus pensamientos acerca del destino que habían corrido los que no hacían mucho habían ocupado aquel lugar.

El buscador se encontraba en un montículo de nieve, desde el cual podía visualizar claramente los alrededores del campamento, en los cuales se habían levantado una serie de picos de hielo, tan alto que era imposible que fuesen formados naturalmente, lo que significaba que algo había azotado el lugar antes de que el irritado hombre pudiera haber llegado.

-Mierda, si esta zona esta así….encima desde lejos parece que la propia base tiene peor aspecto-

En ese instante una corriente de frio rodeo al buscador, la cual era imperceptible para un humano normal y corriente, lo que le convertía en una presa fácil ante lo que estaba a punto de ocurrirle. El frio cada vez era más intenso, lo que le obligo a cruzar ambos brazos tratando de protegerse de él, una acción que le resultaba inútil.

-Tranquilo, no sufrirás-

Una fina y tranquila voz surgió de la nada, la cual no le causo inquietud al hombre, sino que también a los animales que le acompañaban. Los perros ladraban sin parar ante una presencia que no lograban ver, el hombre se arrepentía mediante una serie de plegarias de haber continuado sin aquellos que en ese momento podían salvarle. De pronto todo aquello fue silenciado, dejando paso a una tranquilidad que bien podría recordar a la de un cementerio.





-¿Te ves capacitada para llevar el trineo o vamos en el mío?- le pregunte a la exorcista al recordar las dificultades que podía tener para continuar.

- Gracias. -Dijo con simpleza cuando Metron la ayudó con el trineo. Sus ojos azules se posaron en las rayadas que tenía a un lado con algo de disgusto, uno de los esquís parecía un poco dañado, se agachó con un poco de esfuerzo para asegurarse que el golpe no fuera nada del otro mundo, una vez su curiosidad y preocupación por la integridad de su vehículo fueron disipadas se montó de nuevo, tomando con fuerza las riendas, en ese momento supo que también se había herido la pierna pues sintió como el farol que escondía bajo su abrigo acababa de despegarse de ella. 

-Puedo llevarlo, tranquilo. -Respondió Jaylen, a última pregunta hecha por su compañero. Esperó a que Metron subiera de nuevo al trineo, aprovechando para volver a calarse la capucha en la cabeza, había decidido que le seguiría a él.

Mientras recorrían el trecho que les separaba de su destino la exorcista afín al viento intentaba calcular cuanta distancia debía separarlos del científico, maldiciendo ese instante de duda que le había hecho volcar el trineo y por ende perder un tiempo precioso, del cual quizás Silvano no gozaba en ese momento.


Jaylen chasqueó con la lengua, molesta por aquella voz que le anunciaba lo evidente, era más que evidente que iba a sentirse muy culpable si algo le llegara a pasar, pero era una variante que ya había calculado, por eso mismo se sentía con la responsabilidad de tragarse esa posible culpa y hacer su trabajo de manera profesional sin dejar que cualquier tipo de emoción le pudiera cegar.

Durante el viaje le llamó la atención que el rastro de Silvano hubiera desaparecido tan rápido, no había notado ninguna ventisca de nieve, en realidad el viento ni siquiera daba con tanta fuerza como antes, así que aquel detalle se le hizo extraño, al igual que el silencio que ahora se colaba en cada rincón de aquella gélida tierra.

Y entonces... lo vio

Al principio sus ojos se fijaron en las pequeñas irregularidades que se veían a lo lejos y que podía interpretarse como los restos de la base científica de la orden. Se veía tétrica y de algún modo apartada de la misma realidad en la que estaban ellos, fue en aquel momento en el que Jaylen no podía evitar fijar sus ojos en aquella fría edificación que los ladridos desesperados de Indiana provocó que aminorara la marcha.

A unos metros lejos de donde se encontraban, a su izquierda, había un pequeño montículo alargado que no debía medir más de dos metros de alto. Desde donde se encontraba parecía un muñeco de nieve mal hecho, pero conforme se iban acercando pudo distinguir con horror que aquella masa de hielo deforme era en realidad, Silvano y los perros.

Congelados, y con ello plasmadas las expresiones de terror en cada uno de sus rostros.

Y por segunda vez en lo que llevaban de camino Jaylen detuvo el trineo (esta vez sin volcarlo) saltando desde la pequeña plataforma a la nieve y se acercó a toda prisa hasta donde se encontraban, aunque ya no pudiera hacer nada para salvarlos.

-Maldita sea...

El viaje continuaba cada uno dirigiendo su trineo aunque esta vez a menos velocidad que en antes. El camino hasta la base de los científicos se hizo en menos tiempo del que había imaginado en un principio, pero lo extraño no fue eso sino más bien la imagen que se podía apreciar desde la posición elevada en la que nos encontrábamos.

La ventisca había desaparecido, lo que permitía ver claramente tanto lo que había alrededor nuestra o lo que se encontraba en la lejanía. De esa forma pude ver una extraña formación cerca de donde nos habíamos detenido. Me acerque hacia la deforme estatua de hielo para comprobar que no era otro que el huidizo guía que nos había dejado atrás sin tan siquiera dirigirnos una mirada. Tanto el cómo los perros reflejaban el miedo en sus rostros pero eso no fue lo que más me llamo la atención, sino que lo fue ver como varios picos de hielo surgían hacia arriba desde los cuerpos congelados de los perros y del hombre.

Me agache clavando una rodilla en la nieve para comprobar cómo el suelo alrededor de la figura de hielo, no se encontraba ni marcado ni pisado por alguien que no hubiéramos sido mi compañera o yo, entonces ¿Cómo había sido congelados? ¿Y quién lo había hecho? Tal vez las respuestas a esas preguntas se encontraban en la base, la cual no parecía tener mejor pinta.

-No podemos hacer nada por él, será mejor que sigamos y demos con algún superviviente- dije en tono serio.

Rápidamente monte encima de mi trineo y tras una orden partí ladera abajo hacia donde se encontraba la base de los científicos, la cual presentía que había corrido el mismo destino que Silvano.

Las cosas se estaban poniendo más raras por momentos, ya que en los alrededores de la base, había numerosos akumas congelados por los alrededores, ya fueran de nivel 1 o 2, todos ellos habían caído presa del mismo efecto que asalto tanto a buscador como a perros, y era posible que nosotros corriéramos un destino parecido.

Me detuve en la entrada de la base, la cual estaba dividida en cuatro pequeñas cúpulas que estaban unidas por diferentes pasarelas cubiertas por paredes de cristal y un resistente techo metálico. Las cúpulas a su vez estaban divididas por diferentes habitaciones y sectores, en los cuales se llevarían a cabo los diferentes estudios por parte de aquellos que las habitaban.

Varias zonas de las cúpulas habían sido derribadas, seguramente por los akumas que se encontraban esparcidos por la nieve, o tal vez por el causante del congelamiento. Para averiguarlo no había otra opción que entrar dentro.

-Creo que esto nos llevara tiempo- dije observando las distintas instalaciones.

Off: dado que no se sabe nada de Matt y no sabemos si se pueden matar o manejar sus akumas, hemos decidido continuar la misión como si no hubiera hecho acto de presencia, únicamente mencionando algunos akumas que fueron lanzados y como he dicho se encuentran congelados. De paso aprovecho y dejo dicho que como todos sabéis la orden está un tanto adelantada tecnológicamente, por lo que os hacéis a la idea de cómo son las instalaciones que describo.

- Silvano bobo. -Pensó, rodando sus ojos con aire indignado, para luego centrarse con las demás esculturas heladas que no eran nada más que akumas, aquello le sorprendió enormemente.

Aquello que les hubiera atacado parecía no distinguir entre enemigos o aliados, se dedicaba simplemente a congelar todo, era como si solo se limitara a detener el tiempo por donde quiera que fuese, de una manera tétrica, con un poder inmenso (o al menos eso parecía a ojos de una novata como Jaylen) e indiscriminado. ¿Había sido obra de esa mujer que tanto miedo infundió en el científico que se había comunicado con la sede central de la Orden?

Se detuvo a unos pocos metros de distancia donde se encontraba Metron y bajó del trineo acariciando a los perros en un intento de calmarles, pues emitían unos quedos gruñidos que Jaylen interpretó como sollozos, obviamente tenían miedo y ella personalmente se encontraba algo reacia a dejarles solos temiendo que corrieran la misma suerte que todos los que estaban ahí... Quizás les sigamos pronto también..., pensó esbozando una muy cínica sonrisa por su parte, sujetando los rosarios que unían a whistle con el cinto de su uniforme. Ah, aquella misión iba a sacar todo el pesimismo que llevaba dentro.

-No me esperaba que fuera tan grande. -Comentó la chica una vez llegó junto a su compañero, observando la instalación que conformaba la base de Tierra Adelia.

Quitando la parte de que estuviera medio destrozada por aquel desconocido ente, toda aquella edificación logró maravillar a la exorcista, la cual comenzó a hacerse varias preguntas, sobre lo que debieran estar investigando los científicos en tan remoto lugar y lo que hubieran descubierto usando aparatos tan avanzados (o incluso más) como los que había visto en el Persifore.

La observación de Metron era bastante lógica, cada cúpula era inmensa y tener que buscar sección por sección se iba a hacer eterno, sin contar que quizás podrían correr el riesgo de perderse entre tanto pasillo.

- ¿Por donde propones que comencemos? -Preguntó tomando un pequeño objeto con forma de cubo geométrico de color negro, al cual le había dado una patada sin querer. No parecía tener nada en especial, sin embargo se lo metió en el bolsillo derecho de su abrigo, dejando salir finalmente al golem, el cual se puso a revolotear frenéticamente por sobre ellos para luego salir despedido por un pasillo oscuro. -... En fin, ¿Cómo crees que deberíamos hacerlo? No soy muy partidaria de dividirnos, pero quizás así pudiéramos abarcar más terreno en más poco tiempo. -Comentó con aire desenfadado, quitándose la capucha y los lentes, para así acostumbrarse mejor a la luz que había en el interior.

-No soy partidario de separarnos, pero creo que es la única forma de ahorrar tiempo y más cuando se trata justamente de darnos prisa en encontrar supervivientes- conteste a la pregunta de mi compañera, -hagamos una cosa, yo revisare la mitad derecha y tú la izquierda de esta cúpula hasta llegar a las plataformas que conducen a las dos más pequeñas de los lados, después revisamos esas cúpulas y de allí nos vamos a la ultima. Podemos encontrarnos allí, pero si por algún motivo ocurriera algo tenemos a nuestros golem-

La separación siempre era arriesgada, pero también resultaba ser más rápida, y la rapidez era algo que en ese instante era lo primero. No sabíamos el estado de los científicos y aun nos quedaba por mirar en la nueva base a la que se iban a trasladar. En resumen lo mejor era darse prisa.

Me quite el gorro que cubría mi pelo y las gafas que tapaban los ojos y sus alrededores, tras guardarlos en los bolsillos del traje que me habían proporcionado para protegerme del frio. Baje la bufanda que cubría hasta mi boca, para que se limitara a cubrir el cuello y de esta forma dejar a la luz a mi rostro por primera vez desde que tocaba esa tierra nevada.

Comencé a caminar hacia el interior de la cúpula una vez que la ropa ya no me suponía una molestia para continuar dentro de las instalaciones, en las cuales las condiciones eran bien distintas y debería evitar que algo me pudiera impedir la visión.

Anduve por el ancho pasillo que conducía desde la entrada hasta el interior de la edificación, observando con detenimiento una bifurcación que había no muy lejos y que tenía un par de carteles. En el de la derecha ponía “Zona de convivencia” en la de la izquierda “zona de investigación” A pesar de que la luz del lugar era escasa y que apenas habían algunos focos que funcionaban intermitentemente, se podía apreciar a la lejanía los distintos pasillos que recorrían ambos tramos.

-Con carteles nos será más fácil guiarnos- cogí la alabarda que portaba a la espalda, -lleva cuidado ya que no sabemos qué ronda por estos pasillos- tras decir eso le sonreí a mi compañera y me marche corriendo por el pasillo de la derecha, a la espera de dar con algo que me explicara lo que allí sucedía.

Realmente no sabía el estado en el que se encontraba el resto de científicos, pero lo que si sabía era que si aun estaban con vida debería tratar de ayudarles. A pesar de ese pensamiento no podía llegar a imaginar lo que recorría los pasillos de esa instalacion.

- Ve con cuidado. -Susurró Jaylen como despedida, observando como la figura de su compañero era devorada por la penumbra. Esperó algunos segundos en ese obligado silencio antes de torcer por el pasillo de la izquierda, si bien no trotaba sus piernas se movían lo suficientemente rápido para dar a entender que en cualquier momento iba a echar a correr.

Zona de investigación, lo que fuera que guardaran tras esas puertas de aquel único pasillo central debían ser sin duda una maravilla tecnológica, y que por desgracia Jaylen no iba a poder prestar atención, primero porque su misión se debía hacer contra el propio tiempo y por último, la oscuridad era tal que no podría centrarse en los pequeños detalles de todo aquel complejo científico. Era irónica la manera en la que Jaylen parecía adorar el método científico, siendo que su fe había sido durante mucho tiempo la única cosa de la que se había apoyado para seguir, y sin embargo la idea de dios y ciencia parecían por ahora ser capaces de coexistir dentro de su cabeza.

El pasillo por el cual caminaba se hallaba casi en su totalidad, congelado. Aquel detalle le había hecho aminorar la marcha para evitar caerse, por desgracia por muy buenas que fueran aquellas botas contra la nieve, en el hielo parecían ser como cualquier otro tipo de calzado usual: patinaba. Y contra ello solo había encontrado la absurda opción de deslizarse pasillo abajo, guiándose por las pocas y parpadeantes luces que seguían de una pieza, y para añadir más frustración a esa situación la mayoría de las puertas parecían estar congeladas, lo cual le hacía más difícil la búsqueda de supervivientes o más victimas.

Se detuvo frente una de esas puertas, cuyo cartel llamó la atención y que en el citaba: “generador eléctrico”. Con calma se desabrochó el abrigo y sacó a whistle con la misma tranquilidad, como si creyera que tenía todo el tiempo del mundo para abrir esa puerta. Había aprendido que, lo peor que podía hacer era guiarse por actos impulsivos nacidos de un momento de histeria, enfado, frustración y cosas así. De nuevo se hacía presente el pensamiento firme que sostenía Jaylen de que los sentimientos y emociones era algo que estaba sobrevalorado y que la mayoría de las veces solo ocasionaba problemas, por eso era que se sentía a veces orgullosa de no experimentar ni la mitad de ellos.

Cuando tuvo enrolladas las cadenas del rosario alrededor de su mano izquierda (su diestra.. por decirlo de alguna manera) tomó el eje del abanico con cuidado y dejó escapar un leve silbido, activando su inocencia de manera que tomó un tamaño colosal, siendo casi más alto y ancho que la propia Jaylen, las varas de la inocencia golpearon con dureza la puerta, echándola abajo y por lo tanto dándole vía libre.

-A ver quién se esconde aquí... -Susurró encogiendo de nuevo a whistle antes de saltar sobre la puerta rota y atravesar el umbral.

La habitación se hallaba en la más oscura tiniebla, era imposible ver nada y por eso Jaylen se vio obligada a prender la llama del farol, sujetándolo con la mano derecha con un pequeño temblor torpe. La tenue iluminación de la que se veía ahora provista solo fue capaz de darle vida al coloso que se alzaba delante de ella. Había escuchado hablar de los generadores eléctricos, aquel hacía el doble ( ¿quizás el triple?) de uno normal y corriente, como los que Jaylen había visto dibujados en libros de la Orden.

Ese en concreto parecía no estar rindiendo al máximo, tenía algunas zonas congeladas (Hielo...¡Que extraño!, pensó con ironía). Y si mal no recordaba por su forma era un... ¿Alternador? Todo aquello era para Jaylen fascinante, aquello que solo había leído en libros estaba a unos metros de ella, encerrados tras puertas.

Jaylen chasqueó al escuchar aquella voz molesta en su cabeza, que por una vez, tenía toda la razón. Echó una ojeada al Alternador, descubriendo que una placa de hielo en el rotor era el responsable de que funcionara con tal bajo rendimiento.

Con cuidado, Jaylen fue rompiendo la lámina de hielo hasta que al fin terminó por ceder, haciendo que del alternador saliera un extraño sonido, seguido de un molesto chirrido que llegó acompañado por luz, todo pareció iluminarse mientras la energía llegaba al menos en la primera zona de la base, y tras ese logro conseguido por pura suerte la exorcista se dispuso a dar media vuelta y salir de ahí cuando tropezó con algo en el suelo.

Por la oscuridad anterior no lo había visto y por la luz que ahora le cegaba lo había ignorado hasta que le había pateado sin querer. La de cabellos castaños bajó lentamente su mirada añil, como temiendo ver que era aquello con lo que había chocado, y cuando finalmente lo enfocó sintió desaparecer parte de su fortaleza, lo que ahora apartaba de debajo de uno de sus bototos no era ni más ni menos que un trozo congelado de mano, pudo distinguir un dedo pulgar, y junto a él varios pedazos de hielo más que contenían un cuerpo hecho trizas.

Al ver lo que seguramente era el cuerpo de un científico descuartizado, creyó marearse, apenas había tenido fuerzas para llevarse las manos a la boca, como si tuviera miedo a que algo saliera por ella sin querer, el farol cayó hasta golpear de nuevo su pierna cor fuerza y whistle oscilaba con una nota pesada suerrealista.

¿Cómo había sucedido?

Jaylen se obligó a reaccionar, su respiración se volvió agitada, no había pensado en la posibilidad de encontrarse algo así, al menos no humano, y para rematar antes de siquiera poder volver a su estado normal un grito gélido, fantasmagórico y lleno de agonía se hizo escuchar por todo el pasillo junto con una nueva oleada de frío glaciar.

¿Le había encontrado? ¿Era ella la siguiente?

El silencio reinaba por donde pasaba, como si de un cementerio se tratara, cosa que podía explicarse si realmente aquel lugar se hubiera convertido en la tumba de todos los científicos que trabajaban allí. No parecía haber indicios de vida, ni tan siquiera de los cuerpos de los cuerpos inertes de aquella pobre gente, lo que resultaba aun más extraño a la vez que inquietante.

Continúe el pasillo que había tomado en un principio, desviándome durante unos pocos segundos para observar las habitaciones que dejaba atrás. Ya fueran cuartos o salas de descanso, todas ellas habían sido abandonadas con demasiada prisa.

De pronto algo rompió la monotonía de mi extraño paseo. Lo que antes era una luz tenue e intermitente, ahora se convirtió en una luz clara que alumbraba toda la base, lo que permitía la perfecta visualización de todo lo que allí había. Fue en ese instante cuando pude ver claramente una sombra medio escondida en uno de los pasillos que cruzaban por el que yo me encontraba.

-Seas quien seas no tengas miedo- dije en tono tranquilo, -aunque bueno si eres un akuma deberías-

En ese instante la sombra desapareció con rapidez hacia el interior de su pasillo, obligándome a adentrarme en él y recorrerlo a la mayor velocidad posible. En ese momento fue cuando pude ver claramente la figura de un científico, el cual corría como si el propio diablo persiguiera su alma.

-No me cogerás, no a mi- gritaba el asustadizo hombre.

A la vista de que el miedo le cegaba la vista siendo incapaz de ver que en realidad yo pertenecía a la orden de los exorcistas, algo que en lugar de asustarle debería alegrarle, no me quedo más remedio que dar un largo salto hacia delante y caer sobre él, obligándole a que se desplomara sobre el blanco suelo que pisábamos.

-No me hagas daño, no me conviertas en una estatua- gritaba el asustadizo hombre.

-Que estatua ni qué narices ¿es que no ves que soy un exorcista?- tras decir aquello me limite a levantarme y ayudar a que el científico se pusiera de pie, -¿Qué ha pasado aquí?-

-Esa mujer, esa mujer- el hombre se había apoyado contra la pared temblando de terror, -desde que la vimos en el exterior nos ha traído la maldición a todos-

-Mira sino te relajas y me explicas lo que ha sucedido y donde están los demás no podre ayudarte- mis palabras parecían haber hecho algo de efecto en el hombre, ya que parecía que había recuperado de manera leve lo poco de cordura que aún le quedaba.

-Estamos aquí llevando investigaciones para la orden, cuando un día vimos una extraña mujer fuera de manera fugaz, como si de un fantasma se tratara. A los dos días volvió a aparecer pero esta vez un par de científicos fueron congelados mientras la observaban, por suerte yo que los acompañaba pude refugiarme aquí dentro y avisar a los demás, pero pero l-lo peor vino cuando decidimos trasladarnos a otro sitio. Ella nos siguió y una vez levantamos un pequeño campamento provisional, ella los congelo a casi todos, solo tres pudieron escapar y regresar para advertirnos a los demás. Tras eso aparecieron los akumas, los cuales destrozaron la base y aun rondan por ahí- el tono con el que el científico relataba lo sucedido reflejaba tanto miedo y temor, que dejaba claro que decía la verdad.

-Los akumas también han sido congelados- trate de tranquilizarle.

-No todos, aquí dentro todavía hay algunos, buscándonos al mismo tiempo que huyen de esa mujer-

Por lo tanto ahora tenía dos problemas, una extraña mujer la cual seguramente era la responsable de la congelación de Silvano y los akumas supervivientes, los cuales eran impredecibles cuando estaban asustados. Esa misión se complicaba por momentos.

¿Qué podía hacer a parte de salir de esa ratonera?

Jaylen fue muy consciente que si se quedaba en la habitación del Generador Eléctrico no iba a tener ninguna oportunidad para sobrevivir, no había mucho lugar en el que esconderse. Tomó a whistle de nuevo, activándolo sin que se agrandara y salió de la oficina, decidida a enfrentarse a lo que fuera que estuviera esperándola en el pasillo.

Por inercia miró a ambos lados, a la derecha no había nada y a la izquierda aparentemente tampoco había nada también, aquella soledad repentina le hizo contener el aliento, pudo reconocer que en el pasillo había más formaciones de hielo, pero en efecto: no había nada que indicara que hubiera alguien más aparte de ella.

¿Había escuchado bien verdad o era que su maldita imaginación le había jugado una mala pasada?

No. Era evidente que algo había pasado por ahí, no había duda alguna para Jaylen quien ahora jugaba con las pequeñas estalactitas que sobresalían de la pared de la izquierda. Dio un par de pasos hacia adelante una vez se cercioró de que no hubiera nada, y se detuvo en todas las habitaciones en busca de algún superviviente, pero a parte de algunos científicos congelados (cuyas expresiones llegaron a ser sobrecogedoras para la exorcista) no hubo encontrado nada más.

El siguiente tramo de camino le llevaba directamente a la segunda cúpula que ella sola debería recorrer en busca de supervivientes o algún indicio de donde se encontraban los otros científicos. Una escalera de caracol comunicaba con la pasarela cubierta que la llevaría a la siguiente zona, la cual debía funcionar con otro generador independiente pues se encontraba en una total penumbra si no fuera por la poca luz que se colaba por las zonas reventadas de las bóvedas.

Saltó los pocos escalones que la separaban de la pasarela y corrió por ella, aún sujetando el abanico. Intentó concentrarse en pasar la pasarela sin tropezarse pues una gruesa capa de hielo conformaba el piso, sin embargo por muy atenta que estuviera no la libro de resbalar y caer, deslizándose varios metros por la improvisada pista de patinaje moviendo bruscamente los brazos de arriba a abajo, Jaylen dejó escapar un suspiro sin poder evitar sonreír ante la pinta tan boba que debía ofrecer ahora, con los brazos tendidos a unos centímetros de la capa helada...

¿Acaso pensabas ir planeando hasta el otro lado Jaylen?

La exorcista chasqueó con la lengua, antes de buscar una manera en la que poder levantarse, dio media vuelta para tumbarse de espalda contra el piso para así observar mejor su entorno. Sin embargo no se esperó encontrar lo que su visión captó, congelado contra el techo cubierto de aquel pasillo había una figura grotesca de color negro. Estaba en realidad semi-congelado, pues su lengua sumamente larga colgaba de su boca a casi medio metro, suspendida en el aire, moviéndose frenéticamente, balanceándose de un lado a otro intentando que la saliva que se escurría por aquel largo y viscoso musculo cayera sobre el hielo que lo tenía inmovilizado.

- ¿Qué miras exorcista? -Preguntó el akuma al percatarse que Jaylen le estaba mirando. Escupió en dirección a la chica y su saliva al entrar en contacto con el hielo lo derritió. ¿Qué era eso? -¿Piensas quedarte ahí todo el día? Pronto regresará.

Jaylen observó a whistle y encajó el eje de la inocencia en el agujero hecho por el akuma, silbó con la mayor discreción que pudo para hacer que el abanico se agrandara y así poder usarlo como apoyo. Sabía que si golpeaba con whistle el hielo liberaría a ese demonio y Jaylen era consciente de lo torpe que aún era con enfrentamientos con akumas de nivel 2, y ahora con la desventaja del hielo algo le decía que saldría perdiendo si intentaba matarle y lo liberaba sin querer.

- Que tengas suer-

Otro grito gutural cortó la frase de la exorcista, a final de la escalera de caracol se alzaba una figura cubierta por ropajes blancos, un velo del mismo color cubría su rostro sin embargo este parecía ondear en un viento que parecía solo girar alrededor de aquella figura dejando vislumbrar su boca, la cual se encontraba abierta formando una circunferencia, mostrando sus blancos dientes.

Ven conmigo, allá donde iremos no sufrirás.

Jaylen clavó sus ojos primero en el akuma que se retorcía por el miedo y luego en la figura de aquella mujer que tendía los brazos en su dirección. ¿Ir con ella? No, gracias, pensó deslizando un pie hacia atrás en un acto automático, solo quería salir de ahí. Aquella acción por parte de Jaylen pareció molestar a aquella figura de blanco que de nuevo soltó un potente grito lastimero, que parecía ser más bien un sollozo: estaba llorando. Jaylen por inercia movió el abanico con fuerza en un intento de que su inocencia absorbiera aquella ráfaga de viento helado, sin embargo el abanico soltó por su parte otra potente ventolera que empujó a la exorcista el tramo que quedaba hasta el otro extremo de la pasarela (a causa de lo resbaladizo del suelo) y cayera por las escaleras de caracol.

Sintió el farol clavarse de nuevo en su pierna, hubiera ignorado el dolor de la caída para ponerse en pie y correr hacia algún lugar lejos de aquella mujer pero antes de ponerse en marcha Jaylen dejó escapar un grito ahogado al notar como unas delgadas pero firmes manos la tomaban por debajo de los hombros y la enderezaban con un poco de esfuerzo.

-Corre o pronto nos alcanzará. No le gusta jugar al escondite así que quizás con suerte vaya a por los otros. -Le dijo quien sin duda era una de los científicos supervivientes, quien la sujetaba ahora por una mano y echaba a correr, Jaylen ladeó la cabeza observandola con cierta sorpresa... ¿Acababa de decir que esperaba que aquel ser fuera a por sus compañeros? -No hables. Las explicaciones para más tarde.-Le dijo en un tono en el cual no aceptaba ninguna otra posibilidad, por lo que Jaylen se limitó a asentir y correr lo más que sus piernas adoloridas le permitían.