Emergencia [Mongolia, Reclutamiento de Luca]

Aquella cosa me agarró de la cabeza. Guau. ¿No era anti-natural una mano tan grande? Aunque lo peor era su fuerza. ¡Y qué fuerza! La presión era tal que tuve la impresión de que mi cerebro trataba de huir del craneo a través de los oidos.

-Mira idiota, soy el general Winters Socalo y te dejare claro que otra estupidez mas y te descuartizo lentamente ¿te queda claro?

Vale, estupidez igual a descuartización, me lo creo; pensé. Si había alguna forma de hacer que algo me quedase claro, esa era: amenazar con arrebatarme alguno de mis miembros corporales. Estaba tan nervioso que no pude contestar, aunque no hizo falta, me soltó unos momentos después. Eso sí, los segundos se me hicieron eternos.

-Iras a Inglaterra aunque te tenga que llevar dándote patadas durante todo el camino, allí esta la orden oscura y allí es donde te convertirás en un exorcista, entonces podrás dar caza a las maquinas llamadas akumas que vimos antes

... Y el premio al comentarío más extraño del día es para...
Recapitulando: los monstruos eran llamados Akuma. Los exorcistas eran los encargados de eliminarlos. Yo debía convertirme en exorcista.
Sólo pude decir una cosa:

-... Emergencia.

Caminamos durante un rato sin volver a decir palabra alguna, pero con el pensamiento de que debía de tratar de contarle el resto de manera más clara. Mientras me limite a observar como los niños caminaban llevados por el cansancio y doloridos por los golpes recibidos. Ninguno de ellos prestaba atención a lo que decíamos o bien porque eran palabras muy complejas para ellos o por el contrario era debido al cansancio extremo que padecían.

-¿Recuerdas el objeto de luz verdosa que te he lanzado en la cueva? Pues resulta ser una cristalización del poder de dios, es lo que llamamos inocencia y es lo único capaz de destruir a los akumas- dije sin apartar la vista del horizonte, -te convertirás en un enviado divino e iras por el mundo destruyendo esas maquinas, además de encontrar otras inocencias- dije con cierto tono burlón.

Seguramente mis palabras le resultarían confusas y extrañas, pero era algo que siempre pasaba con los nuevos. El siguiente pasó sería medio rechazar la oferta para después aceptarla sin más remedio, además de tener que explicar en el poblado el porqué debía de dejarlos. Ahora que lo pensaba resultaba extraño que ver a un muchacho de rasgos europeos en aquellas tiendas, pero era de suponer que iba con los asustadizos curas que me habían acogido.

-Esas maquinas llamadas akumas son creadas por el conde milenario, el cual se aprovecha de las muertes humanas, resumiendo llega cuando muere un ser querido y te ofrecer volver a verlo a cambio de que lo desees con fuerza, la contra esta que este aparece, te mata y se apodera de tu cuerpo, gracioso ¿verdad?- dije con tono irónico, era momento para continuar con la explicación, ya que aun quedaba mucho por contar.

Así que... Las piedras verdes brillantes se llamaban Inocencia y eran en realidad el poder de Dios hecho mineral. Y eso era lo único capaz de eliminar a los monstruos como aquel. Sí, sí, unas piedras luminosas. Y yo debía viajar cual trotamundos eliminando Akumas, o algo así. Sinceramente, no me imaginaba a mí mismo lanzando pidras-bombilla a robots demoniacos para destruirlos. Y encima, tenía que ser en el nombre de Dios.

Y existía algo llamado Conde Milenio que se dedicaba a crear esas máquinas. Tal vez se tratase de una de esas fábricas tan modernas que estaban invadiendo la superficie de Inglaterra. Fábrica Conde Milenio... qué nombre tan ridículo. Y qué mecanismo de producción más raro... ¿la vida de una persona y el alma de otra para crear una sóla máquina? La empresa iba a arruinarse buscando parejas de vagabundos para fabricar a los akuma.

Vale, ya había pensado suficiente tiempo pensando en tonterias.

Salí de mi estupidez personal cuando el general me preguntó acerca de la gracia de la fabricación de los Akuma.

-Sí, muy gracioso. Es el mejor chiste que he escuchado en mi vida. ¿Eres humorista? ¿Te apetece un concurso de chistes? Venga, venga: ¿Qué le dice un tomate...? -decidí interrumpir mi gracia cuando recordé aquel apretón de cabeza tan vigoroso que ya había recibido-. Olvídalo. Anda, cuenta más acerca de mi fatal destino. Quiero deprimirme un poco.

Las burlas de aquel mocoso ya estaban acabando con mi paciencia. Una vez más se había atrevido a reírse de lo que le estaba diciendo y para colmo lo hacía sin respeto alguno hacia mi persona. En esos momentos deseaba estamparle mi puño contra su cara, quizás esa era la mejor forma de que comprendiera que no hablaba con alguien que tenía poca paciencia para la gente como él.

-Una bromita mas y…- dije apretando con fuerza ambos puños.

No tardamos en divisar la pequeña aldea. El tiempo se me había pasado más rápido de lo que esperaba, quizás tendría algo que ver el hecho de que me contenía para no dejar medio muerto al chico.

Cuando los niños divisaron sus hogares a lo lejos, no lo dudaron ni un instante y comenzaron a correr hacia las tiendas. Estaba claro que por su reacción deseaban llegar junto a sus familias lo antes posible y de esta forma poder terminar la pesadilla que habían vivido, aunque seguramente les seria difícil de olvidar.

-Hazte un favor a ti mismo y evita lloriqueos al irte- dije girando levemente la cabeza hacia el novato, -dado que no tienes un arma no puedo explicarte mas, por lo que si quieres vivir más tiempo deberás darte prisa para llegar a la orden oscura, así que….-

Se pudo distinguir un brillo en mis ojos, para después coger al muchacho por la parte superior de su cráneo y lanzarlo hacia delante.

-Ya te estás dando prisa en llegar y despedirte de esa gentuza- dije elevando el tono de voz.

Reclutamiento cancelado a peticion del usuario Metron

El general Winters Socalo recibe 7 puntos