Alrededores de Berlin,reclutamiento en Alemania.

Lo único que logre esquivar bien fue la piedra.Un golpe doloroso, y otro, y otro más...hasta que había dejado de llevar la cuenta. Extrañamente, al ser vencido la calma me había envuelto y me había puesto a pensar en otras cosas. Aquel hombre parecía decidido a cumplir su cometido con o sin mi consentimiento.Me cubrí de la mayoría de los golpes, aunque me daba la sensación de que mi cuerpo no reaccionaba por orden de mi cerebro, era pura suerte.

Sin embargo, ya fuese la locura de Dämon o los sentimientos de Sei por encontrar a su hermana, no me sentía capaz de abandonar. De pronto, el hombre gritó y la espada apareció. La lanzó hacia mi, y parecía tener todas las intenciones de clavármela. Y sentí algo emocionante en mi interior. No quería morir. Tenía cosas que hacer.

La espada se clavó a escasos centímetros de mi, generando una potente onda expansiva. Me cubri la cara cruzando los brazos por delante,e intenté aguantar. El calor me inundaba y de pronto, los golpes dejaron de dolerme. Oí un golpe un tanto alejado, y noté como el suelo se hundía bajo mis pies,pero mi cuerpo no se movía del sitio.

De pronto, cesó el temblor de la tierra y una nube de polvo me rodeó. A duras penas logré distinguir la figura del supuesto general,y oí su voz.

Has tenido bastante, maldito idiota- dijo cogiendo su arma y desactivándola.

Intenaba distinguir algo más allá de mi nariz fuera de la nube de polvo, y bajé los brazos. Sin embargo, al acercarlos a la pierna no te que desprendían un extraño calor, que casi llegaba a quemar.

Mientras el polvo se aclaraba, alcé mi mano derecha y la observé. Los guantes volvían a brillar y habían aumentado de tamaño.Se les había dibujado una cruz, y en vez de cubirme solo hasta los nudillos, me cubrían toda la longitud de los dedos.

Pero lo mas increíble era que quemaban, literalmente.Desprendían un alo de llamas que los cubría por completo.

Asombrado,cerré el puño y en seguida,las llamas cobraron intensidad en esa zona. Un vistazo de reojo me vastó para ver que al otro brazo le pasaba lo mismo.

Fascinado, coloqué una rodilla en el suelo y le di un puñetazo suave a la tierra.
El golpé provocó algo que me hizo sonreir. Una onda ignea. Una bola de fuego que se concentraba justo donde había golpeado y a la vez se expandía unos metros. Pero quemaba. Era increíble.

Me levanté contemplé el cielo. Las estrellas me devolvieron impasibles la mirada. Sonreí tristemente. A ella le gustaba decirme los nombres de las constelaciones. Sacudí la cabeza alejando aquellos pensamientos de mi.

-Digamos que me creo todo lo que has dicho, general. A pesar de ello- le miré de forma amenazadora y estuve a punto de volver a golpearlo- me temo que no puedo irme con usted. Me da igual lo que me haga, me seguiré defendiendo hasta mi último aliento. Puede que sea más fuerte que yo, y que mis golpes no le afecten, pero jamás me derrotará, por mucho que masacre mi cuerpo. Creo que debería dejarlo. Pero si insiste podemos seguir- susurró como despedida Dämon. Y me relajé. Era mejor dejar a Sei la situación.

Mi parte menos mala había tomado de nuevo el control, y me sentía cansado de la violencia. Contemplé mis manos, deseando no tener aquella inocencia, pues asi nada de aquello habría pasado.

Sin detenerme a observar al general ni a recojer mis escasas pertenencias, ya las había visto esparcidas, me di la vuelta, subiendo por una escalera de mano de un vagón y comencé a caminar por el techo, intentando apagar mis guantes. Probablemente ya era la 1 de la madrugada, y al día siguiente tenía que cojer un tren...

Contemple como los guantes del muchacho se activaban y desprendían fuego de ellos, eso confirmo mis sospechas, los guantes eran la inocencia y eran los causantes de la ola de calor que afectaba al pueblo y sus alrededores. Seguí mirándole mientras subía al techo del vagón y trataba de apagar los guantes, aquella escena daba a comprender que era obvio que no sabía controlarlos.

-Se ve que no sabes controlarlos- dije saltando encima del techo del vagón, -los guantes reaccionan a tus sentimientos pero también a tus deseos, concéntrate y se apagaran- dije mirándole fijamente, -no sé qué motivos tienes para rechazar mi proposición, pero ya te dije que te llevare por las buenas o por las malas y por tu desgracia la orden esta en Inglaterra, lo que me da la posibilidad de dejarte inconsciente, atarte y llevarte hasta allí, ya que esta cerca- dije aun con tono enfadado.

Aun no se me había pasado el cabreo por el ataque de aquel mocoso, sin contar que solo había visto a dos miserables akumas de primer nivel en aquel pueblo. Las ganas por matar no habían desaparecido y para colmo debía soportar a un inútil muchacho que era compatible con la inocencia.

Desde el reclutamiento y misión en España, no había encontrado a ningún akuma de nivel 2 ni del 3, solamente a varios niveles 1 dispersos por las distintas ciudades y poblados por los que pase. Aquella situación me estaba colmando la paciencia, necesitaba matar a akumas de mayor nivel para poder calmar mis grandes deseos homicidas, pero en aquel miserable poblado solo habían dos niveles 1 y un mocoso que tenía que hacer entrar en razón a base de golpes.

Ahora todo estaba en manos del muchacho, o aceptaba o continuaba golpeándole hasta dejarle sin sentido y me lo llevaba por la fuerza, debido a que seguramente elegiría lo segundo estaba preparado para cualquier golpe que quisiera lanzarme.

[off:XD lo 2º!!!nyaa, me da pena el chico XD]

Aquel hombre parecía no comprender mis palabras. Un no era...no.

Pero todo aquello que me había dicho me atraía. Y de pronto se me iluminó la mente. Había dicho Inglaterra. Inglaterra...

La palabra se clavó en mi mente. Lo contemplé de nuevo, haciendo lo que me había dicho y desconectando mi inocencia. Me resultó bastante fácil, una vez calmado.

El hombre seguía en tensión, probablemente esperando mi ataque. Le dirigí una sonrisa torva. Realmente me apetecía luchar contra el. Pero...

Sonreí con desgana y me di la vuelta. Asentí con la cabeza levemente, un movimiento apenas perceptible, pero sabía que el lo notaría y lo entendería.
No me estaba rindiendo...simplemente aplazando algo. Llegaría a Inglaterra y buscaría a mi hermana desde aquel sitio. Y si no querían aceptarlo, simplemente me largaría. No pensaba obedecer órdenes.

Suspirando volví a mirar el techo nocturno, intentando creer que hacía lo correcto. Las estrellas brillaban lejanas como siempre, y algunas más grandes parecían desplazarse...que noche más tranquila.

Centré mi mirada y pude distinguir al menos 10 máquinas voladoras, horribles y con cañones saliendo por todos lados. Los seguían,volando también, una extraña armadura que parecía casi humana y dos monstruos amorfos un poco más grandes que las máquinas de los cañones. Mi sangre se agitó.

-Scheiße-maldije contento en alemán. Miré al general y señalé con la cabeza aquellas cosas del cielo.-Parece que los invitados se presentan en un buen momento. Supongo que serán esos akuma de los que habla. Bien,al menos no me aburriré ahora que he decidido no luchar contra usted.-sonreí dejando que Dämon reclamará su lugar- Que comience el baile.

Y tras dejar que el odio se acumulara en mis venas y comprobar que los guantes brillaban de nuevo, comencé a esquivar los extraños disparos de las cosas con cañones.

Al ver el gesto con la cabeza que hizo el muchacho, eleve mi mirada hacia el cielo para divisar en lo alto varios akumas de distinto nivel. En el momento en que mis ojos contemplaron aquellas maquinas asesinas, una gran felicidad recorrió mi cuerpo, no podía creer lo que veía, por fin habían hecho su aparición akumas, por lo que por fin comenzaría mi festival de sangre.

-Una cosa chico, que no te toquen las balas si quieres seguir con vida, además de que tu nivel de ahora solo estas capacitado para luchar contra las bolas con cañones que son los niveles 1, cuando acabe la fiesta te explicare mejor todo esto- dije riendo de forma tenebrosa.

-En verdad íbamos a esperar que se mataran entre vosotros, pero dado que os habéis detenido- dijo el nivel tres que poseía un color amarillo claro.

Contemple atentamente los niveles 2, uno de ellos tenía varios tentáculos en los costados de su torso, el otro tenía dos grandes cuchillas en lugar de brazos. Ambos se lanzaron contra mi deseando de poder matarme con sus extremidades, lo que no sabían era que morirían en breves instantes.

-Madness- grite nuevamente para activar mi espada dorada.

Una vez activada mi inocencia, comencé a esquivar los proyectiles procedentes de los niveles 1, di un salto para caer encima de uno de ellos y acto seguido clave la hoja de mi espada en él para que explotara formando un gran estruendo. Tras eso me precipite sobre el akuma de las cuchillas, con dos cortes hice que ambas cuchillas se separaran de su cuerpo y cayeran sobre el suelo, entre gritos de dolor y agonía, justo después clave mi arma en su pecho y comencé a girar la cuchilla en su interior hasta que exploto.

-Creo que debería salir ya de aquí- dije llevándome la mano izquierda sobre mi mascara, mientras que la derecha hacia girar mi arma sin parar.

Con un movimiento de mi mano, hice salir volando mi mascara dejando a la luz de la luna mi rostro. Mi cara reflejaba la locura y la diversión por haber destruido a aquel nivel 2, los brillantes pendientes que colgaban de mis orejas bailaban con el movimiento de mi cabeza, mis afilados dientes se mostraban tras mi sádica risa y mis blancos ojos estaban puestos en el otro nivel 2 a que tenía en mente como mi siguiente víctima.

Escuchaba las palabras del general como si me vinieran de lejos. Me lancé sobre la máquina que tenía mas cerca, procurando que sus disparos no me tocaran, y le di un puñetazo.

Al hacer contacto, el fuego se expandió mucho más que antes, y los guantes brillaron con más fuerza. Me reí,eufórico y me dirigí a los 2 siguientes.

Esta vez, golpee más rapido y más certeramente, haciendolos explotar casi al mismo tiempo. Acabe rápido con el resto, no ofrecñian demasiada resistencia una vez que encontré su patrón de movimientos. Tan solo era una pelea más.

Volví a saltar sobre el vagón, mientras el último explotaba a mis espaldas Entonces me permití observar al general.

Se había quitado la máscara, pero no podía ver bien su cara, aunque desde luego parecía estar disfrutando. Al parecer, mientras yo estaba ocupado,el había matado a uno de los grandes. El otro lo miraba un tanto apartado, y el que parecía vagamente humano lo observaba desde detrás.

De pronto, el amarillo se lanzó a una velocidad escalofriante hacia el general. Contemplé la trayectoria del vuelo, sin sentir nada en concreto. Entonces me di cuenta de que me estaba moviendo. De alguna forma, me encontré detrás del general, observando directamente al akuma. Y sonreí cogiendo al general por un brazo y dandole la vuelta, para quedar yo delante del otro bicho extraño con tentáculos.

El akuma amarillo frenó su vuelo al toparse con el general de frente.

- Dejame saludar a este pequeño. Creo que el otro quiere decirte algo.- dije sonriendo y clavando la mirada en el de los tentáculos, que parecía algo más animado por la perpectiva de que el general no se estuviera fijando en el.

Me acerqué dos pasos y le hice una reverencia.Al alzar la cabeza vi como el bicho retrocedía unos pasos. Lástima de no tener un espejo. Pagaría por ver mi rostro en aquellos momentos. Dämon brillaba en todo su esplendor.

Buenas noches,juguete. Soy Dämon, tu pareja de baile. Espero que no te moleste que yo lleve el compás.- riendo suavemente me lancé sobre el descargando puñetazos en su máscara. Por último junté las dos manos y le lancé un golpe doble, en el que la bola de fuego se concentró y creció quemando los tentáculos del ser.-Vaya, parece que te he pisado.

En el momento en el que me disponía lanzarme hacia el nivel 2, el joven me hizo girar quedando enfrente del nivel 3. Si mi reacción ante aquello fue de extrañeza, la del akuma amarillento fue de sorpresa e inquietud. Los ojos, que hasta ese momento había llevado ocultos, salieron a la luz mirándome fijamente.

-Tú no me quites a mis presas- le dije al muchacho.

Sin perder un segundo más, me coloque a espaldas del akuma y le seccione ambas piernas de un solo golpe, lo que hizo que soltara un alarido del dolor que le causo. Yo por mi parte, no podía evitar reír sádicamente al cortar ambas piernas de aquel akuma, pero no me detuve ahí, sino que instantes después le ampute ambos brazos, lo que hizo que sus gritos de dolor aumentaran, mientras que mi risa también lo hacía. Pese a todo el dolor causado no iba a detenerme allí, comencé a lanzarle numerosos cortes sobre la espalda del akuma, uno de tras de otro los cortes eran de distintos tamaños, además de que cada vez eran más profundos.

-Kikikiki, después de todo hoy si va a ser un buen día- dije entre risas.

Tras decir aquellas palabras, clave mi arma en la cabeza del akuma partiéndola por la mitad, después de aquello el cuerpo del nivel 3 exploto y sin tardar un segundo más, di un gran salto para caer justamente encima del nivel 2 que quedaba con vida. Al caer sobre él partí en dos su cuerpo haciendo que explotara.

-Bien muchacho, ¿ahora vas a escuchar lo que te tengo que decir de los akumas?- le dije aun con la alegría en mi rostro.

La euforia que me habia recorrido se apagó súbitamente al terminar la batalla. Lo único que quedaba era el silencio.

Poniendo en práctica lo poco que sabía sobre mis guantes, me relajé y se apagaron. Quizás no era tan difícil. Solo necesitaba práctica.

Estábamos en unos campos del otro lado de la estación de trenes, y auno spaso se encontraba el bosque. La luna brillaba casi llena en el cielo, provocando que todo se viera en blanco y negro. Precioso, para mi gusto.

-Bien muchacho, ¿ahora vas a escuchar lo que te tengo que decir de los akumas?- me dijo, aun con aquella mueca de salvaje alegría en su rostro.

Qué hombre más interesante, pensé para mis adentros. Me gustaría hacerme nos pendientes como los suyos. Con un suspiro, me senté sobre una elevación del terreno y lo miré austeramente. Mis tripas rugían pidiendo recompensa tras aquel duro día pero estaba decidido a ignorarlas. Ya comería después.

-Si bien he decidido escucharle, me gustaría que antes me dijera su nombre, porque según creo ni siquiera nos hemos presentado. El mío es Sei, al menos en estos momentos- dije sarcásticamente más para mi que para el general- y perdone que no le de la mano, pero por alguna extraña razón, mi instinto de supervivencia me suplica que no le pierda de vista y evite en lo posible, cuaquier contacto innecesario. -dicho esto,sonreí diabólicamente esperando su respuesta.

-Soy el general Winters Socalo y yo no le doy la mano a nadie, por lo que no te debes preocupar- dije mirándole fijamente, -como parece que nunca has oído hablar de los akumas no me queda más remedio que contártelo todo- dije cruzándome de brazos, -los akumas son armas creadas por el conde milenario para matar a todos los humanos del planeta, estas arma se crean a partir de la muerte de un ser querido, en ese momento se te aparece el conde y te dice que llames so alma con todas tu fuerzas, lo que no saben los que le hacen caso es que cuando llamas a el alma de tu ser querido esta se transforma en akuma, te mata y se queda tu cuerpo- dije sonriendo, -por lo tanto cualquier humano que veas puede ser un akuma, claro que pese a que me gustaría ir matando a todos, solo puedes dañar directamente a los akumas con tu inocencia o en otro caso a la familia noah y a los aliados del conde- dije aun sonriendo, -la inocencia es el poder sagrado procedente de dios y es lo único capaz de destruirlos, todo lo demás no funciona-

Tras decir aquellas palabras cogí mi espada que estaba clavada en el suelo y la desactive, dándole nuevamente la forma de los dos semicírculos que llevaba en mis hombros. Ahora que las ganas por matar habían sido aplacadas un poco, debía de seguir explicándole todo a aquel muchacho.

-Tú te convertirás en exorcista, viajaras por el mundo en misiones de recuperación de inocencias, además de que te enfrentaras a los akumas- dije volviendo a mirarle, -pero como has visto hay distintos akumas, las bolas con cañones son los niveles 1, los que tienen distinta forma son los niveles 2 y los que has visto que tenían forma casi humana con una armadura son los niveles 3, aunque en tu estado si te enfrentas a un nivel 3 o uno del 2 más poderoso que el resto, te matarían sin problemas, ¿alguna duda?- dije esperando su respuesta.

Dudas?Sonreí para mis adentros.

Todo aquello era una locura, pero se había explicado con claridad meridiana. Akumas, dios, un conde con una familia...me importaba relativamente poco. Mis preceptos morales eran bastante bajos, pero si podía luchar y divertirme, lo haría y sobre todo, conseguiría encontrar a mi hermana. Si de paso ayudaba a alguien por el camino, pues vale. Pero si alguien se interponía, la cosa cambiaba...

Así que se llamaba Socalo.Extraño nombre para una extraña persona. Suspiró, el nombre era lo de menos.

Era interesante la clasificación de los akuma. Me gustaría poder ser capaz de luchar contra un nivel 3. Mi demonio interior se agitó.

-En fin, ya me has explicado la teoría. Si tu eres un general doy por hecho que yo ni tan siquiera poseo rango. Bien -crucé los brazos a la espalda cogiendome la nuca con las manos- y porqué mi inocencia...-decidí no preguntárselo. El no podía saber porqué me había escogido a mi aquella cosa. Probablemente cualquiera con más bondad que yo lo habría hecho mejor, pero era algo que no obtendría respuesta.

Dando por terminada la conversación me dirigí al vagón que aún seguía en pie. Le hice un gesto con la cabeza en dirección al techo, a fin de cuentas no era mi propiedad privada, y si no me molestaba me daba igual compartirlo con el.- Me despediré por segunda vez esta noche,gütten naght Winters Socalo.-alcé la mano a modo de despedida y me subí al techo del vagón.

Allí me tumbé y miré la inmensa oscuridad del cielo. Qué día más extraño..

Sonreí levemente al ver como se subía al techo para dormir, no tenia pensamientos de dejarle descansar aquella noche, pero como debía preparar algo, preferí dejarle allí para que no incordiara.

Registre los vagones cercanos al que estaba el joven y tras una larga búsqueda, logre encontrar varias cuerdas. Salí del vago y me dirigí al bosque cuerdas en mano, al entrar rápidamente active mi inocencia y comencé a cortar uno de los muchos grandes árboles que habían por ahí, lo corte de tal manera que forma una pila de trozos de manera. Comencé a atar la gran pila de manera con las cuerdas de forma que quedara con apariencia de una gran mochila te troncos de árboles, tras eso lleve la mochila hasta el vago en el que se encontraba el chico y volví al bosque a por mas maderas.

En esta ocasión, cogí los restos del árbol que aun quedaban allí esparcidos y tale uno de los trozos para que tuviera forma de espada gruesa, acto seguido cogí cuatro grandes trozos mas de madera y me los lleve hacia el vagón junto a la espada de madera. Mientras hacía todo aquello no podía evitar soltar una sonrisa de maldad. Al llegar donde el vagón, desactive mi inocencia y di un gran salto, para acabar encima del techo del vagón.

-Hey levanta- dije pateando al muchacho, -¿crees que durmiendo te convertirás en exorcista? Tu entrenamiento comienza ahora- dije con una sonrisa de crueldad de mi rostro.

Solo había pasado una hora desde que el muchacho se habían tumbado sobre el vagón, pero lo que menos me importaba era que si había descansado o no, era hora de comenzar su tortuoso entrenamiento.

Tan solo había cerrado los ojos. Con el por allí rondando no me apetecía dormir. Lo observé mientras trabajaba en el bosque con la madera y me pregunté qué demonios estaría haciendo con tanto árbol...

Se acercó dos veces al vagón y al segunda yo estaba preparado. Me puse en tensión y cuando me golpeó con la pretensión de levantarme, apenas me hizo daño.

-Hey levanta- dijo pateandome, -¿crees que durmiendo te convertirás en exorcista? Tu entrenamiento comienza ahora- mantuvo una sonrisa cruel.

Suspiré. Qué demonios, ya me estaba aburriendo de no hacer nada.

-Seh, buenos dias por la mañana Vati.-sonreí ante la idea de llamarle papá en alemán. Sería interesante si fuera mi verdadero padre, pero probablemente se enfadaría y eso era lo que me hacía gracia.- Qué me preparaste para desayunar?-dije suavemente incorporándome y observando el montón de troncos que allí había.

Al oír la forma en la que me llamo, no pude evitar soltarle un puñetazo en la cabeza, tras lo que baje de un salto del techo del vagón al suelo cerca de las maderas, me gire y mire hacia el techo del vagón con la sonrisa de quien se estaba preparando para torturar a alguien.

-Que te quede claro, de todos los generales hay dos que no soportamos esas tonterías, te entrenare para que dejes de ser un perro perdedor y te conviertas en un exorcista despiadado- dije poniendo mi mano sobre el montón de maderas, - baja aquí y ya te estás poniendo este montón en la espalda como si fuera una mochila, tu velocidad aun es muy lenta, por lo menos sabes moverte- dije en tono más calmado, -y después quiero que te pongas estos otros cuatro troncos que sobran atados a los brazos y los pies- dije mientras cogía la espada de madera.

Me aleje varios metros de él a la espera de que se pusiera todo aquel equipamiento con el que iba a entrenarle. Mientras esperaba, comencé a agitar aquella espada en el aire haciendo que surgiera el típico silbido al cortar el aire, no estaba dispuesto a dejar que aquel mocoso inútil me dejara en mal lugar a la hora de pelear contra los akumas.

El golpe en la cabeza me hizo reirme aún más. Realmente me comenzaba a caer bien el general.

Quería que me pusiera todo aquello a la espalda. Bueno, a ello.

Cargué la mochila de troncos sin demasiado esfuerzo, lo peor eran las maderas de las piernas, que me resultaban bastante incómodos.

Le vi girar la espada en el aire y estiré los brazos. Era muy incómodo. Y el quería que me moviera rápido? Sonreí.

Me daba la impresión de que iba a llover sangre. Y sonreí de nuevo sabiendo que sería la mía.

-Ya estoy Vati. Empecemos y perdona por las tonterias, pero no pienso dejarlas- tras eso me coloqué en pose de defensa.

-Ahora empezaremos lo bueno- dije sonriendo.

Di un gran salto hacia, pase cerca de su costado izquierdo y una vez le había sobrepasado, le lance un golpe en la parte trasera del muslo. No pude evitar sonreír ante aquella situación, tras lo que me gire para mirarle fijamente. Empecé a dar varios saltos como el primero que había dado, pero en distintas direcciones, cada vez que pasaba a su lado le lanzaba un nuevo golpe a cualquiera de las partes del cuerpo.

-Debes de tratar de esquivar mis golpes- dije una vez pare de moverme, -¿Cómo quieres enfrentarte contra los akumas si no eres capaz de detener golpes tan sencillos?- le pregunte en tono sarcástico.

En ese momento estaba en frente de él, cogí algunas de las piedras del suelo y se las lance hacia él a una velocidad normal. Cuando la última piedra fue lanzada, yo me precipite hacia el muchacho detrás de ella, esta vez le lance una estocada de espada directamente al pecho, tras lo que di un pequeño salto hacia atrás y me quede contemplándole.