Fin del camino parsimonioso~

por Invitado Jue Dic 25, 2008 7:15 pm

Le dolía la cabeza. No tenía idea alguna de cuando había sido la última vez que había sentido alguna molestia como aquella hasta ahora. Quizá pasarse de botellas más de lo que en realidad podía no había sido la idea más inteligente que se le pudo ocurrir, pero aún así no se arrepentía de haberse atrevido.

Entrecerró los ojos y se dio cuenta de que estaba en un lugar totalmente desconocido para él. Probablemente había llegado hasta allí por la noche, justamente luego de haber bebido unas copas con una preciosidad que había pescado en un bar. De eso sólo recordaba estar cruzando un camino oscuro, al lado de la hermosa mujer y manteniendo una conversación amena con ella. Botella en mano y sin ninguna mancha ni olor a alcohol en su traje; truco que sólo él conocía a la perfección. Hasta allí llegaba su afinada memoria, además de trozos de recuerdos horas antes de que su pequeño 'descanso' se hubiese convertido en todo aquello. Justamente cuando había arrivado hasta Sur América, en Argentina.

Ahora estaba en un apartamento de clase media; ni pobre ni ostentoso. La cama era cómoda, y las almohadas bien mullidas y reconfortantes. El ambiente daba a mostrar que todo tenía que estar estrictamente posicionado en el mismo lugar que la dueña había declarado. Ordenado y pulcor, como a él le gustaba.

Tuvo que obligarse a ver el reloj a regañadientes antes de volver a acomodarse en la cama y regresar al sueño inminente. Marcaba casi el mediodía, lo que le decía que ya, justamente ya, era la hora de partir. Soltó un sordo gruñido ante su descontento. Aún estaba cansado y deseoso de compartir unas horas más de la compañía con la mujer que yacía a su lado, cubierta totalmente por las suaves sábanas. Lastimosamente, tendría que olvidarse de todo eso.

Se inclinó hacia el rostro de su compañera, que empezaba a despertarse y entonces esbozó una seductora sonrisa, que fue devuelta con antelación.

Dos horas más tarde, ya estaba por abordar en un enorme barco a vapor. Vestido elegantemente y cubierto por su sombrero de copa baja. Llevaba una maleta algo grande en una mano, y en la otra una hoja blanca llena de direcciones.

Esbozó una sonrisa diabólica. Ya era hora de que todo comenzase.