Feria Navideña

Daniela

El tiempo había volado, Diciembre había llegado en un abrir y cerrar de ojos y todo estaba pintado como en un cuento. El frío dominaba todos los día y a pesar de los rayos de sol invernales, no tenían ni punto de comparación. Las navidades nevadas siempre le habían gustado y allí en Londres, con los múltiples adornos y luces por la calle, era como vivir el cuento del Cascanueces.

Daniela caminaba por la calle, con su abrigo subido hasta el cuello, las manos enguantas en los bolsillos y un gorro de lana con un corte francés en la cabeza. Sentía el aire gélido contra sus mejillas y a pesar de llevar la boina, sus orejas estaban heladas. De haber tenido moquillo, tendría un minicarámbano colgando en la nariz. Tenía frío y no podía remediarlo, había cambiado su vestimenta por completo para poder aguantar los días. Había escogido un pantalón ajustado, con unas botas altas y bajo el abrigo de la Orden llevaba un buen jersey con una bufanda. Los inviernos en Nápoles eran mucho más suaves por estar cara a cara con el mar, las temperaturas eran mas relajadas y el aire no se notaba tan congelado. Echaba de menos esos inviernos sosegado pero estar en Londres también estaba bien.

Caminaba por las calles, con la compañía de Alice y Etienne, había conseguido arrastrarlas con ella. Daniela se había empeñado en pasar la tarde de Noche Buena, dando un paseo y concretamente, yendo a patinar sobre hielo. Nunca lo había hecho y siempre había sido algo que le había llamo la atención. Sonreía alegre bajo la ropa, caminando entre las dos jóvenes.

-Que ganas de llegar. -comentó entusiasmada. -Espero no caerme muchas veces. -rió pasando la mirada de una a otra.

Dmitri

Había terminado en Londres sin saber muy bien como, se había dejado arrastrar por los demás y allí estaba ahora. Con el abrigo medio desabrochado, caminaba tranquilamente despreocupado, dando un paseo. Había nieve arremolinada en los bordillos, sobre las farolas y tejados de las casa. Todo era tan navideño que le daba asco. No es que en Rusia no celebraran la navidad pero era una época del año que no le gustaba nada en absoluto.

-¿De verdad tenemos que ir hasta allí? -preguntó a su acompañante.

No tenía ninguna gana de ir al lugar que le habían pedido pero si encontraba un buen bar por el camino, se quedaría allí metido sin dudarlo. ¿Por qué estar en la calle pasando frío, pudiendo estar tan a gusto bebiendo y jugando a los dardos en un sitio caliente? No era nada que no hiciera en un día cualquiera pero todavía se lamentaba por haberse dejado envolver con palabras traicioneras. Suspiró con resignación y el aliento se materializo frente a él.

"Esto no es nada comparado con Rusia."

Si dijese que le gustaba el invierno, Etienne estaria mintiendo por completo.

Lo mismo se podria decir de su opinión sobre la Orden, que seguia siendo tan negativa como de costumbre y eso se seguia notando en sus acciones, no habia tardado mucho en aprovechar en dejar atras su uniforme y llevar ropa normal en su lugar... un abrigo marron grueso, unos pantalones azules para el invierno y una bufanda roja, probablemente la reñirian pero ahora a ella le daba igual.

Y es que mirando el lado bueno, podia pasar un buen rato fuera de la base junto con Daniela y otra chica a la que recien conocia llamada Alice, sin duda eso compensaba el frio para ella... ademas era una buena oportunidad.

No te preocupes por eso- dijo la joven con un tono animado, tratando de darle confianza - Estare cerca por si necesitas apoyarte o que alguien te levante

Interacción con: Daniela y Etienne.
Mención a: Dmitri.

Daniela se había presentado en su habitación, mientras ella estaba acurrucada en su cálida cama, con el fin de llevarla a la feria que estaban haciendo. Alice sólo quería dormir, pero fue llevaba a rastras hasta el lugar.

No supo en qué momento se había cambiado, pero estaba bien abrigada, con uno largo abrigo azul oscuro que llegaba hasta por debajo de sus rodillas, el cual tenía de decoración un cinturón para ceñirlo a su cintura. Unas botas largas perfectas para el frió, acompañado de una bufanda del mismo color azul de sus ojos y un simple gorro de lana gris adornaba su cabeza, bastante abrigador. Sin dejar de lado unos oscuros guantes que ocultaban y abrigaban sus delgadas manos.

Hacía frío, sentía sus mejillas ponerse levemente coloreadas por ello, pero no le importó, tenía suficientes capas de ropas debajo de su abrigo para mantenerse cálida y también moverse fácilmente.- ¿Es necesario ir directamente al pista de hielo? Pensé que comeríamos algo primero.- comentó la exorcista, quien caminaba con sus manos dentro de sus bolsillos. Observo a la gente alrededor, había bastante a pesar del frió que hacía, todos abrigados pero parecían divertirse. Entre tanta gente juro ver una silueta conocida (Dmitri), pero esperaba que sólo fuera su imaginación, no pudo evitar ponerse nerviosa.

- La verdad es que si la pista de hielo es popular, deberíamos ir rápido antes que se llene, a esta hora no parece haber mucha gente.- comentó ella de manera rapida hacia sus dos compañeras.- Entre más rápido, más temprano podemos regresar a comer algo.- les dijo animada y sonriente, apurando el paso del grupo. La verdad es que no estaba tan animada, ni siquiera había patinado en toda su vida.

Daniela

Sonrió risueña ante el comentario de Etienne, le agradaba mucho que ambas jóvenes estuvieran acompañándola en una tarde así. Si estuviera en casa, estaría junto al fuego de su chimenea, con su familia, pasando una agradable velada, pero por desgracia no era así. ¿Por qué no les dejaban volver a casa al menos en Navidad? No lo comprendía, seguro que el Conde también se tomaba unas vacaciones, no era justo que los tuvieran siempre allí encerrados.

-¿Tu sabes patinar Etienne? -preguntó mirándola de reojo. -Tal vez debería haber traído algún cojín o algo así para protegerme de los culazos. -rió para volverse hacia Alice. -Bueno si quieres podemos parar a comprar algo. La pista esta al lado de la feria, ¿o era dentro? Ahora no recuerdo muy bien pero sé que hay puestos de comida por allí. Un chocolate caliente no nos vendría mal para empezar el calentamiento ¿no?

La sugerencia de la morena era buena y la verdad que Daniela tenía frío y una buena bebida caliente no le vendría nada mal. Iba a cambiar el rumbo cuando el cambio de opinión la sorprendió. ¿No estaba muerta de hambre?

-Bueno, la pista es grande y creo que tardará en llenarse un poco pero no me importa ir ahora o después. Sería mejor que nos pusiéramos de acuerdo con qué hacer primero antes de caminar en círculos como tontas. -comentó parando en medio de la calle.

Dmitri

Con un suspiro de resignación siguió caminando calle abajo. Llevaba las manos en los bolsillos, tirando de su chaqueta hacia abajo porque caminaba con pesar. No aguantó más y sacó su paquete de tabaco, llevándose un cigarro a la boca y prendiéndolo dio una larga calada. Observó como el humo serpenteaba llegando a desaparecer y luego lo separó de su boca manteniéndolo sujeto entre sus dedos enguantados.

La gente caminaba a su alrededor, llena de de bolsas con regalos, con comida y postres navideños. Todos iban sonriendo, cogidos de la mano la mayoría y ver tanta felicidad en vez de ablandarle el corazón, hacía que se le endureciera aún más. Dio una vuelta sobre si mismo, contemplando el panorama y dando otra calada mientras esperaba a que su acompañante despegara la cara y las manos de uno de los escaparates.

De refilón, por el rabillo del ojo, vio un grupo de tres chicas que acaba de pararse, casi interrumpiendo el tráfico de la acera. Se fijó un poco más: dos morenas y una rubia, alturas más o menos similares pero una de ellas, no sabía por qué le era familiar. Dio un paso hacia ellas y entonces, tuvo la misma sensación que aquel día en Rusia cuando la había visto por primera vez.

"Alice..." pensó para sí. ¿Qué hacía ella allí? ¿Acaso vivía en Londres o solo estaba de pasada? Dio otro paso más hacia ellas pero se paró en seco. ¿Iba a presentarse así de golpe? ¿De la nada? ¿Cómo reaccionaría ella y sus amigas? Analizó el atuendo de las tres, por si veía algo en particular y luego la voz de su acompañante, llamó su atención. Obligándolo a mirarlo, ladeó la cabeza para prestarle atención unos segundos. No quería perder de vista a Alice, le apetecía ir a hablar con ella y saber cómo había estado.

-Esta bien, pero no tardes mucho. -le indicó a su acompañante, volviendo la vista hasta las jóvenes y clavándola en la de ojos azules.

¡Te sorprenderia!- dijo la rubia con animo - No patinare a menudo, pero se mantenerme patinando-

Escucho lo que Alice comento acerca de ir a la pista de hielo, noto que habia cambiado de parecer en breves pero probablemente se habia dado cuenta de que ir a otro lado antes de comer era buena idea.

-Secundo a Ali, nada mejor que hacer apetito divirtiendonos y asi la comida nos sabra a gloria- comento Etienne con alegria, a lo que pronto se le ocurrio preguntar algo-Hablando de patinar ¿Que tal se te da a ti?

Para la mala suerte de Alice, su compañera Daniela se detuvo en medio de la calle, ni se volteo a mirar hacia donde había visto aquella familiar figura. Pero sintió un escalofrío, como si alguien le estuviera observando ¿Le habría reconocido? ¿Eran imaginaciones suyas? ¿Por qué Daniela justo se detuvo ahora? Se preguntaba de manera desorganizada, hizo todo lo posible por mantenerse tranquila ante sus dos compañeras exorcistas.

- E-entonces no esperemos más, vamos a la pista, haciendo ejercicio entraremos en calor y nos dará hambre.-comentó de manera rápida apoyando el comentario tan acertado de Etienne, agradeció mentalmente por la ayuda, aunque Etienne no lo supiera.

La pregunta de la exorcista rubia, le ayudó para cambiar el tema a uno más relajado y actuar más natural. Le sonrió algo avergonzada, mientras volvían a comenzar a caminar hacia la pista de hielo, avanzando entre las personas

- La verdad es que nunca lo he intentado, no debe ser tan difícil.- a pesar de sus palabras, su voz no parecía estar tan segura sobre aquello.- Sólo he visto como patinan pero nunca lo he intentado, soy tan novata como Daniela.- comentó finalmente, dando el caso por perdido, sería su primera vez intentando aquello pero una caída no era nada en comparación con los peligros de las misiones que hacía usualmente.

Ya frente a ellas se encontraba la pista de hielo, la cual había sido un improvisado río congelado por el frío del año. Era bastante grande y había gente en ella, en general jovenes y niños, hasta había algunos adornos navideños cerca y luminaria ya encendida alrededor. Se quedo observando todo tan sorprendida, que había olvidado que estaba siendo observada.

Daniela

Sí lo habían decidido tan rápido en esos segundos, podían haberlo pensado antes ¿no? La indecisión de Alice la había hecho parar pero de nuevo, tras escuchar sus opiniones se pusieron en marcha. A ella le daba igual hacer una cosa primero que la otra con tal de poder patinar en algún momento de la tarde. ¿Se caería? Lo más probable pero seguro que no era la única en toda la pista que limpiaría el hielo son su abrigo. Alice estaba en las mismas que ella y Etienne... bueno, ella ya sabía algo más.

-Pues bueno... Llegamos.

Ojeó la pista de patinaje, en realidad era el rió  cubierto por una enorme y gruesa capa de hielo. Había bastante gente, sobretodo niños y parejas que daban al lugar un toque de alegría. Aunque era pronto, el sol de invierno no duraba mucho y pronto encendían las luces de las farolas por lo que otorgaba al lugar un toque más... mágico. Los puestos de la feria, recorrían ambas calles tanto a un lado como otro y comenzaba a notarse el aumentos de gente.

-Vamos. -las ánimo para ir a la zona donde se cambiaba el calzado por los patines y una vez sobre el hielo, sin soltarse del bordillo las miró. -Tengo buen equilibrio me tiemblan las piernas creo. -no estaba segura ni de lo que estaba haciendo. -Poco a poco...-se dijo así misma separándose del bordillo lentamente. Con las manos en alto como si fuera a agarrarse a algo invisible avanzó un poco, primero caminando y luego comenzando a deslizarse despacio -¡Eh! Esto no esta tan mal... -comenzó antes de tambalearse. Logró recuperar el equilibrio a duras penas. -Retiro lo dicho, esto no es tan fácil como parece. O al menos hasta pillarle el truquillo.-comentó más para sí que para el resto.

Dmitri

-Más lento no podías ser. -miró mal a su acompañante. -Ven, vamos a la pista de hielo, quiero comprobar una cosa.

-¿Al hielo? ¡Ja! ¿Estas de broma?

-¿Ves qué me este riendo? -lo fulminó con la mirada.

-Esta bien, esta bien... tranquilo.

Prácticamente llevó a rastras a su acompañante hasta la zona de patinaje y una vez allí, se pegó sobre una de las barandillas y asomó la cabeza al interior de la pista. Buscó con la mirada al grupo de jóvenes que había visto antes y las encontró en un rincón. Parecía que intentaban patinar pero sin mucho éxito y una sonrisa divertida se dibujó en su rostro. Hacía algunos años que no patinaba pero no creía estar muy oxidado. Se dirigió a cambiar su calzado y entró en la pista.

-¿De verdad vas a patinar?

-Cállate y lárgate por ahí, ya nos veremos. -dijo separándose del borde y mezclándose entre la gente.

Se deslizaba sin problema, tanteando el terreno, haciendo algunas aberturas laterales, círculos y pronto se atrevió con los saltos. Comenzando por los sencillos pero no pasó de un triple por el momento. Estaba disfrutando de su mezcla de pasos y saltos cuando se atrevió a hacer algún cuádruple. Hacía tanto tiempo que no disfrutaba así que se distrajo por completo.

Habia tenido muy pocas oportunidades de patinar, pero la rubia tenia una pequeña base para poder moverse bien.

Cuando por fin pudo ponerse los patines, trato de dar alcance a Daniela, pero estaba claro que no tenia experiencia suficiente para ir deprisa.

Intenta mantener las piernas un poco dobladas, asi deberias ir un poco mejor- dijo la joven mientras trataba de llegaar hasta ella, aprovecho un pequeño momento para mirar de reojo hacia Alice, quien todavia se estaba preparando.

-¿Necesitas ayuda?- dijo hacia la otra muchacha, por si necesitaba que las otras dos fuesen a hecharle una mano

Cerró con firmeza el abrigo en torno a su cuerpo, grueso y calientito, que lo cubría del cuello hasta las pantorrillas. El aire se cortó de inmediato y sintió como subía su temperatura corporal poco a poco. Traía unos guantes diferentes a los usuales que usaba; cubrían todos sus dedos y eran de cuero recubiertos internamente con fieltro. Aun así, hundió sus manos en los bolsillos de su abrigo mientras se paseaba por el lugar. Las botas que portaba eran un poco más altas de lo normal, de pesadas suelas que hacían crujir la nieve bajo su peso.

A su alrededor transitaba un montón de gente, corriendo los niños al paralelo de una enorme pista de hielo, alejándose de sus padres sin ningún tipo de preocupación. Iban y venían, rostros desconocidos y, de vez en cuando, uno que otro conocido en el que, tras reconocerlo, no se detenía más de un segundo. Entre todo el griterío y la algarabía, se escuchaba el sonido de música, mezclada de un lado y otro, el más fuerte proveniente de la misma pista de hielo.

Continuó andando hasta que algo llamó su atención, un sutil aroma que distrajo su mente del escándalo a su alrededor. Tras pensarlo un instante, compró el comestible susodicho, fuera lo que fuera, y se alejó con un ligero aire de satisfacción en su andar. Pasos más adelante, una banca, que aun daba a uno de los costados de la pista. Se sentó allí, con el cuerpo algo orientado a la pista pero concentrado en su comida. Aquel menjurje culinario, que lo había atraído por el olor, tenía un sabor mucho mejor de lo esperado.

Frente a él, la gente probaba suerte, midiendo su habilidad para no romperse alguna parte de su cuerpo contra el hielo. Veía moverse a las personas de forma extraña o reírse de sí mismas si no se caían al final de una terrible danza que parecía indicar todo lo contrario.

No podía ser tan difícil patinar en hielo, aunque nunca había intentado hacerlo en su vida. Sólo debía mantenerse de pie y era todo ¿no? Aunque aquella cuchilla delgada para deslizarse que tenían los patines, le daba entender que debía saber equilibrarse. Trago saliva, las chicas ya estaban en la pista así que le tocó a ella. Con cuidado y sin soltar el borde, entró a la pista, intentando no resbalar. Apenas entrar ya sentía que sus patines se deslizaban solos.

- Es más difícil de lo que pensé.- murmuró. Pero dado a que Daniela ya había soltado el borde, ella no iba hacer menos. Así que con mucho cuidado, primero una mano fue soltando el borde. Y finalmente, soltó la otra mano, pero sin alejarse mucho del borde, ni siquiera podía ver alrededor ya que estaba demasiado concentrada en mantener el equilibrio y no caer.

- Estoy bien… supongo.- le respondió a Etienne con cierto tono de duda en su voz, la verdad es que ni siquiera sabía que estaba haciendo. Sus piernas le temblaban un poco y mantenía sus manos en el aire para obtener más equilibrio.  

Sólo se deslizó un poco, sólo dio un paso  para deslizarse, pero terminó resbalando y cayendo directamente al suelo sentada. Dolió lo bastante para quejarse un poco, pero no lo suficiente para amainar los ánimos de intentarlo de nuevo. Maldijo por lo bajo.

Estaba por levantarse, cuando escuchó varios gritos de otras chicas no muy lejano de donde estaban ellas. No parecían gritos de terror, sino más bien de admiración, de sorpresa, otros curiosos se acercaban hacia el lugar donde al parecer alguien patinaba (Dmitri). Entre tantas personas no podía ver bien quien era el individuo, sobre todo porque seguía en el piso, pero podía asegurar que alguien estaba mostrando sus talentos en patinaje para llamar la atención.

Iba tarde. Iba tarde. Después de haber quedado para salir, terminaba por incumplir. No es que fuera demasiado tiempo el perdido, pero le comían los nervios hacer a alguien esperar. Solía sucederle algo similar cuando salía de viaje por una misión. La habitación donde se había hospedado con un compañero, se encontraba vacía cuando despertó de su siesta y a pesar de lo que suponía dejar el lecho caliente, se levantó y se metió a bañar rápidamente. Desde la habitación le llegó el maullido aviso de su compañero felino que había despertado también.

Salió de bañarse, con el cabello helado y húmedo haciéndolo estremecerse mientras se quitaba el albornoz y se vestía rápidamente, cubriéndose y alejando el frío del cuerpo. Silberlöwe era la pequeña esfera de pelos que parecía que sería toda su vida cuando lo levantó y lo apapachó brevemente. Nervioso, su amigo parecía haber perdido algo de peso y bastante pelo por misiones recientes, pero este pequeño descanso esperaba que le devolviera un poco de su fuerza y animo naturales. De principio, había dormido muy bien y ronroneaba ruidosamente. Rascó sus cabeza y detrás de sus orejas y le sirvió de comer para ahorrar tiempo y terminar de arreglarse.

Sus ropas eran europeas, pero no de un estilo inglés si no más acorde a su nacionalidad. Una camisa de manga larga debajo de un chaleco de franela doble. Omitió el lazo en el cuello para cerrar la prenda hasta el tope y cubrirse con un sobretodo de piel. Los pantalones eran oscuros como el chaleco y cubrían unos calcetines del mismo tono bajo unas botas cerradas hasta media pantorrilla. Se peinó y juntando todo su cabello lo ató en la base de la nuca. Coronó el atuendo con un cómodo y abrigador gorro. Justo cuando estaba listo para irse, un maullido ronco le indicó que no iba a salir de la habitación sin el gato.

La pista estaba rodeada por múltiples puestos de comida, donde consiguió su comida, y pequeños juegos para conseguir premios que fuera de la sensación de triunfo, no servían para nada. Cerca de donde se detuvo, vio, allá en la pista, a varios compañeros de trabajo. Los saludó con la mano sin dejar que su alimento se enfriara y decidió esperar allí por su compañía.

Situación: Esperando por Erina. Cerca de Kanda.

[Serpens y Balam]

Sus esmeraldas se encontraban fijos en el cielo, en su inmensidad y calma, mientras pensaba sobre su situación actual, y es que, cuando aquel "malcriado" joven de cabellos cobrizos hubo escapado de la familia, no esperó verlo tan pronto; mucho menos convertido en un Noé...

-Ça va?- le cuestionó el aludido Noah de la empatía, con perfecto acento y aquella sonrisa socarrona que mucho le molestaba, ofreciéndole un vaso humeante que por el aroma reconoció como té de limón.

Serpens le sostuvo la mirada y con rostro impávido pellizcó con fuerza la mejilla derecha del pelirrojo al cuál pareció importarle muy poco y comenzó a reír una vez la francesa le soltó y tomó la bebida caliente.

-Un placer Madame- agregó sentándose a su lado en aquella clásica "banca de parque" a orillas de la improvisada pista de hielo.

-Espero Coralie aparezca pronto y finalmente me dejes sola- comentó dando un sorbo a su bebida, lo cual ocasionó nuevas carcajadas por parte del brasileño.

-Siempre tan elocuente mi estimada Reina...- dijo tras la risa y buscó con la mirada a su querida rubia entre los patinadores, no es como si hubiesen quedado formalmente pero "un pajarito" le hubo informado que varios Aliados se encontraban en la Ciudad y eso aumentaba las posibilidades.

Fue entonces que sus plateados dieron con la figura de una chica en la pista de hielo muy similar a Coralie... aunque la idea de haberla encontrado se desvaneció un par de segundos después al notar a sus acompañantes, pretendió decepcionarse un poco hasta que reconoció a una de las morochas.

-Alice...- murmuró satisfecho ocasionando la atención de la Datura, quien conocía muy bien aquel gesto por parte del joven, normalmente ponía esa mirada y esa sonrisa cuando estaba a punto de divertirse con "algo".

-Serpens hay alguien que me gustaría presentarte en nombre de Dibrael... Vayamos a patinar- le dijo colocándose en pie de un saltó bastante entusiasmado, a lo que Serpens arqueó una ceja, aunque igualmente se puso de pie.

Sí tenía que ver con Índigo seguro sería interesante, así que en silencio y en cierto ambiente cómplice ambos cambiaron su calzado por patines y se internaron en el helado río, deslizándose con suavidad por su congelada superficie.

-Hey! Mujer justiciera! Pseudocuñada!- exclamó el de Brasil al encontrarse a escasos metros del grupo de muchachas.

Serpens no pudo evitar cierta cara de sorpresa al escuchar lo último...

Sabía que muchos de los aliados, habían ido a parar a Londres. ¿El motivo? Desconocido. Tampoco le importaba, lo único que sabía era que se había visto arrastrado hasta allí por una niña a la que le gustaban los dulces y corría de un lado a otro persiguiendo a un albino. No valía la pena decir nombres porque se sabía de sobra quienes eran. La había perdido de vista hacia un rato, se había despistado un momento y se había esfumado. El Conde lo mataría pero ella era mayorcita ya para cuidarse sola, muchas veces parecía que el niño era él.

Seguía a la multitud, con las manos dentro de los bolsillos, dejándolas colgadas en el interior con los pulgares que hacían de percha. Sus caros zapatos aplastaban la nieve bajo sus pisadas pero dejando una huella casi imperceptible. Aunque hiciera frío, Tyki solo llevaba su camisa, entallada al cuerpo por un chaleco y encima una gabardina. Road le había obligado a ponerse el ridículo pañuelo blanco al cuello y de lo malo le abrigaba un poco. Se llevó ambas manos a la cabeza y mientras con una levantaba el sombre, la otra echaba su cabello hacia atrás. Suspiró y cuando se quiso dar cuenta estaba en medio de la feria, frente a la pista de hielo.

-¿Eh? -miró a ambos lado algo despistado. Se encogió de hombros y se acercó hasta la baranda donde se apoyó para ver a la gente patinando al son de la música que salía por algunos de los altavoces escondidos. Vio un grupo de gente que parecían observar a alguien y también vio a algunos rezagados. Abrió los ojos sorprendido cuando los reconoció. -Vaya, vaya... Así que esos dos también están aquí... ¿Y dónde dejaron al moreno de ojos azules? -se preguntó así mismo mientras los seguía con la mirada.

Posición: cerca de Kanda.