Misión de Reclutamiento [Ryota-Ariane]

Llegamos a la costa viendo el barco que nos llevaria a la cuidad de california,lugar donde tendriamos que realizar una peligrosa misión de reclutamiento segun el informe de esta misión.

-Vamos sube rapido que la va a partir y no creo que quieras quedarte abajo-Decia el chico mientras subia al barco algo emocionado

Se contemplaba una hermosa viste del mar y una brisa que acarisiaba los cabellos de los jovenes exorcistas.Al lado de la chica pasaba el buscador que serviria de ayuda de la mision

-Hola, me llamo sebastian y sere el buscador que los ayudare en todo lo posible exorcistas- dijo con una sonrisa el joven buscador

-Encantado,me llamo Ryota un gusto conocerlo- dije mientras veia a mi compañera esperando que abordara el barco.

Corrí lo más rápido que me permitieron mis piernas, intentando abordar el barco antes de que partiera. Al llegar me acomodé en la baranda, apoyados ambos brazos en ella y jadeando con los ojos cerrados, agitada por la carrera. A mi lado, Ryota saludaba al buscador...yo no me encontraba en las mejores condiciones para enderezarme, puesto que comenzaba a marearme un poco, pero de todos modos me erguí y observé al hombre con una sonrisa.
-Soy Ariane Dupin, en verdad es un placer trabajar con usted- dije sonriendo.
Sentí un mareo repentino y acomodándome en la baranda nuevamente, cerré los ojos, intentando no vomitar. Eso sin duda sería algo muy vergonzoso...
-D-Dime Ryota- comencé -¿Q-Qué tal si entramos? Te dije que esto me mareaba- dije en voz baja -¡Por favor!- rogué.

Abel comenzó a impacientarse. Ya hacia varias semanas que no podía ir a ver a nadie, y su estado era más que lamentable.

No podía asearse por que se había cortado el agua, y las cuchillas de afeitar se habían desgastado, tenia barba y el pelo cada vez mas largo. Sin embargo, parecía que el crecimiento de su cabello era inversamente proporcional a la perdida de su cordura.

Sin embargo ya era tarde, no quedaba ningún ciudadano. Había intentado dirigirse a la salida del pueblo una mañana y abandonarlo para siempre, pero cuando caminaba entre la niebla volvía inmediatamente al punto de partida.

Con expresión sombría puso un vinilo en el tocadiscos y comenzó a sonar un réquiem, una marcha fúnebre.

Si no dejaban que se fuera, se iría el aunque fuera al mas allá. En sus profundos ojos de color verde se veía un resquicio de su alma rota y sus pupilas estaban rojas por la falta de sueño. No podía aguantar mas aquello, los demonios tendrían lo que habían venido a buscar.

-Muy bien, hago un nudo, sujeto bien por esta parte…- decía mientras que sus manos se afanaban por colgar una soga de uno de los pilares – Listo…

Dejo sus zapatos al lado de la silla que iba a emplear y espero durante unos minutos a que ocurriera un milagro.

Escuchando a mi compañera dije

-Ok,ok mejor pasemos peor mira si hay una linda vista y una refresacante brisa pero si te sientes mal mejor entremos.

Abro la puerta y se ve una habitacion con un gran sillon de color rojo, la habitacion no era muy amplia pero se notaba que era decente,entre esperando que lo hiciera mi compañera y como era normal el uscador se quedo afuera.

-Vamos entra que te vas a marear mas- dije sentandome en el sillo

Entré caminando algo tambaleante, y me dejé caer sobre el sillón. Suspiré, sintiendo que parte de las náuseas se iban, pero el movimiento del barco sobre el agua no ayudaba a que me relajara por completo.
-De verdad lo siento- dije con los ojos cerrados -Pero digamos que el saber que no hay tierra firme bajo mis pies no me tranquiliza.
Me acomodé, y abriendo los ojos, observé más detenidamente la habitación. No parecía tan lujosa, pero era claro que era lo mejor que podía conseguirse en un barco como aquel; de todos modos, no estaríamos allí demasiado como para exigir algo de primera clase. Suspiré sonriendo fugazmente a mi compañero, sintiéndome avergonzada por flaquear desde el primer momento.
Cuando comience la acción no debo permitir que me vea como una débil, pensé con otro suspiro.
-Y...¿Quieres hablar de algo?- pregunté con la mirada clavada en el piso, mientras me frotaba las manos algo incómoda.

Era la hora, estaba escrito desde el principio.
Abel se preparo, paso la soga por su cuello y pudo sentir el picor del esparto irritándole la piel. Aquello no era justo, no era lo que tenia que haber pasado. Las lágrimas comenzaron a brotarle a tropel y a resbalársele por las mejillas.

Pensó en su familia, que hacia mucho tiempo que se habían ido, y comenzó a avergonzarse por tomar esta decisión tan cobarde, y sin embargo era su única salida.

Pensó en su madre, y como las noches de invierno, recurría a la bebida. Recordó a su padre, que en el verano, usaba su cinturón para castigar a sus hijos. Por ultimo, reservo las lagrimas mas amargas por su hermana gemela, que murió en el otoño por haberle amado como solo podía haber amado a un hombre.

No habría una primavera, no había mas esperanza, y sin embargo, algo en su corazón aun lo arrastraba a seguir peleando, sin embargo, su mente estaba más que vencida. Comenzó a moverse de forma pendular, la silla cayo y la cuerda se tenso…

La mire de reojo mientras la Ariane me pregunto algo

-Etto... como que no soy de hablar mucho no tengo nada interesante de lo que hablar jeje-dije con la sonrisa algo forzada mientras la miraba

-Y ¿desde cuando entraste a la orden?- pregunte aun mirandola mientras que ya nos aproximabamos a nuestro destino segun se veia por una pequeña ventana dentro del cuarto.

-No hace mucho, estuve entrenándome y viajando con mi maestro unos cinco años- dije sonriendo.
Parecía que Ryota y yo nos llevaríamos bien, al menos me parecía aquello. Principalmente porque parecía que le costaba hablar igual que a mi...
-Entré junto a una amiga, la que me salvó la vida cuando era pequeña- continué, pensando que no había contado aquello a nadie -No tenía nada más que hacer en mi casa, pues unos días antes perdí a mi padre, mi única familia.
Suspiré hondamente, sintiendo unos deseos enormes de llorar al recordar a mi padre. No quería verme aún más débil, así que me mordí la lengua unos momentos y alcé la vista, viendo a Ryota con una sonrisa en los labios.
-También sé tocar el piano- comenté alegremente, mientras me levantaba y miraba por una ventana, esperando no marearme nuevamente.

El cuello comenzó a estrecharse y su voz se fue apagando en espasmódicos movimientos.

En un instante, miro hacia arriba en su delirio y agonía y pudo ver a una chica. La piel blanca, rojo el cabello como el fuego. Sentía que era como una muñeca de porcelana, mirándole con unos ojos enormes.

Su mano se movió sola, y agarro la soga hasta el punto que la fricción hizo que se quemara la mano. Tiro de ella y la viga se desplomo sobre él.

Entre una humareda, apareció Abel que se tocaba frenéticamente el cuello y su pecho se movía rítmicamente hacia arriba y hacia abajo en maravilloso compás de jazz que su corazón percutía.

Después de unos instantes, recobro el aliento, y alrededor de su cuello pudo ver la marca de la soga, y sus pantalones ahora contenían un liquido que destilaba un calor que poco a poco se enfriaba.

Aun llorando, tomo sus zapatos y se dirigió a su habitación a cambiarse, la chica del pelo rojo había evitado que muriera por esta vez… ¿Por qué le había recordado a su hermana? Por supuesto, todo eran locuras de un cuerdo…

Cuando escuche su historia no pude evitar acordarme de lo que yo tambien sufr peor al ver que levanto la vista con una sonisa no pude dejar de verla

"que fuerte es..." pensé en ese momento recordano que yo aun no puedo olvidar mi pasado,luego escuche lo de que sabia tocar el piano y vi como se paro a la ventana.

-creo que ya hemos llegado es mejor que bajemos- comente

-eres muy fuerte- dije esas palabras sin pensar solo habian salido solas

-exorcistas,ya llegamos es hora de bajar- comento sebastian mientras habria la puerta

-ok ahora vamos-dije mientras iba a la puerta esperando a mi compañera.

Sonreí sintiendo que el rostro me ardía; nadie me había dicho algo así desde que papá había muerto y que no veía a la señorita Marianne, salvo Trish y el General Tiedoll, claro. El alago me había sentado muy bien, y dándole unas cariñosas palmadas en la espalda salí primero y me quedé esperándolo.
-Lamentablemente un exorcista debe ser fuerte lo quiera o no- dije sonriendo, mucho más cómoda que hacía un rato -Y no dudo que tú seas fuerte también, quizás mucho más que yo- reí para relajar el ambiente.
Observé el lugar al que habíamos llegado asombrada. Era realmente hermoso; lo bueno de ser exorcista sin duda era los lugares nuevos que conocer...y que la Orden siempre pagara los gastos, por supuesto.
-¿Por dónde deberíamos empezar?- pregunté rascándome la cabeza, claramente confundida.
-Creo que en eso les puedo ayudar- dijo Sebastian sonriendo, mientras mantenía la puerta abierta aún.

Abel fue hasta su cuarto y tomo prendas nuevas, se limpio buenamente como pudo con las viejas. Ahora seguía llorando, de rabia, frustración y vergüenza, sobretodo vergüenza.

Se vistió de nuevo y quito el tocadiscos, no tenia ganas de seguir escuchando la marcha fúnebre, y además esta atardeciendo, sin duda faltaban escasas horas para la llegada de los demonios.

En su cuello podía verse la marca de la cuerda como un horripilante collar. Bajo a la cocina a ver si podía tragar un poco de agua que tenia reservada, aunque al principio era doloroso, poco a poco la inflamación se redujo y pudo volver a tragar aun con cierta molestia.

Salio de su casa, y en el porche, se dio cuenta de que quizás la niebla no habría llegado aun al puerto. Con esta idea en mente, salio en busca del embarcadero, pero tras unos cuantos intentos al internarse en la niebla, todos ellos habían acabado en mas frustración, pues siempre acababa en la puerta de su casa.

-Analizando el informe podemos deducir que es un pueblo con una espesa neblina ubicado en Toluca segun lo que escribieron en aquella carta,desembarcamos crca del pueblo detoluca lo que no nos tendria que llevar mucho tiempo encontrar ese pueblo, en fin pongamonos en marcha- dije mientras bajaba junto al buscador y Ariane

-Creo que sera peligroso por lo que describe en aquella carta deben haber muchs akumas merodeando.

-como dijo el exorcista-sama dijo el pueblo debe etar infstado de akumas por lo que es meor tomar precausiones y no ir por el camino principal al ueblo, ya que seria peligroso-

-Si es verdad, ¿que opinas Ariane? - pregunte miandola a los ojos mientras me ponia serio

Me crucé de brazos, intentando pensar alguna buena estrategia; la verdad es que aquello no se me daba muy bien. Por mí, hubiera entrado por el primero lugar que hubiera podido, aunque me hubiera encontrado con mil y un akumas en medio.
-Mi inocencia utiliza bastante la luz- dije de pronto -¿Puede que quizás eso sirva?
Sonreí lo suficientemente satisfecha, mientras tomaba a Ryota de la mano y seguía las indicaciones que el buscador nos daba, unos metros más adelante. Era más que probable que mi cutre 'plan' no sirviera de nada, pero bueno, era lo mejor que podía dar. Pronto divisé aquel pueblo cubierto por la neblina, y sacando a Dead Soul Revolver, envié a un grupo de cuervos a internarse en ella.
-Esfúmense ya- murmuré impaciente.
Observé como los cuervos se esfumaban dando pasos a fuertes rayos de luz. Tiré de mi compañero y comenzando a correr, aproveché el tiempo para mirar mejor el lugar; no sabía cuantas veces tendría que hacer aquello, pero al menos la visibilidad era algo mejor.
-¡Date prisa, la luz no durará demasiado!- dije jadeando un poco...la verdad es que mi estado daba vergüenza.