Misión a las Islas Malvinas [exorcistas Aylin Espinchan & Jaylen Erdély]

Jaylen se dejó arrastrar por Aylin, observando maravillada como la inocencia de su compañera se encargaba de los akumas que aparecían por delante de ellas. Por parte de la exorcista húngara una vez más el sentimiento de impotencia e inferioridad hizo mella en ella, haciéndose físico esa sensación al su rostro tomar una expresión malhumorada.

Al ver a los buscadores, arqueó una ceja, no sabía como había llegado hasta ahí, o más bien el mareo le había impedido prestar la atención que siempre le daba a todas las cosas, al menos normalmente, que había a su alrededor, pero en ese momento, su cabeza le decía que se centrara en las cosas importantes.

-No. –Respondió mientras alcanzaba a Aylin, al percatarse de que la dejaba con los buscadores. –Ellos deben preparar las cosas para nuestro viaje hacia la isla, no puedo ponerles en peligro, además estoy bien. –Aseguró mientras le hacía una señal a los buscadores para que se alejaran de ella. –Conozco mis límites, te prometo que si mi estado empeora te lo diré. Ahora avancemos, hay vidas inocentes en peligro.

Sin decir nada más, y para evitar que su compañera la detuviera de nuevo salió corriendo hacia donde escuchaba los gritos, con Whistle en mano, el cual había vuelto a encoger en el instante en que Aylin la había arrastrado hacia donde se encontraban los buscadores. Mientras seguía corriendo vislumbró uno de los akumas, movió el abanico haciendo que el viento que les golpeaba girara con fuerza alrededor de la maquina y lo cortara a pedacitos.

Se detuvo en mitad de la calle donde se encontraba, las casas eran pequeñas de colores ocres, y el pavimento no era precisamente de lo mejor que sus pies habían pisado, o quizás eran los malditos zapatos de colegiala con los que le incomodaba andar y correr, sin botas sentía sus piernas demasiado inseguras. Otra nueva serie de sonidos de disparos seguidos por otra tanda de gritos desgarradores, supo que debía centrarse en algo más importante, que su calzado, y sin pensarlo dos veces corrió hacia el norte de la minúscula ciudad portuaria, en busca de eliminar al resto de los akuma que estaban aterrorizando a la escasa población del lugar.

Jaylen se detuvo al escuchar la voz de Aylin, alzó la mirada, para enfocar a la exorcista, la cual se había dado un salto desde una casa, seguramente se había subido a los tejados de las pequeñas y humildes moradas de la gente de aquella isla, para sin duda poder encontrar desde el aire donde se habían reunido los akumas. Le habló de una niña atrapada entre los akumas, contó cinco, las probabilidades de que saliera viva de ahí eran pocas si no se daban prisa.

Corrió hacía el primero de los akuma, dejándose caer de rodillas para así deslizarse por el suelo y alcanzar con más rapidez a las máquinas, agrandó el abanico para poder protegerse de las balas, observó la situación, había conseguido llegar al centro de donde los akumas se encontraban, lo suficientemente cerca de cada uno como para que su ataque les diera a todos. Haciendo acopio de fuerzas, se puso de pie lo más rápido que se pudo permitir, y una vez más aprovechó la fuerza del viento para absorberlo con Whistle para luego lanzar una poderosa onda en espiral, que golpeó a los akuma atravesándolos.

-…. –Jaylen cerró los ojos con el ruido de las explosiones de las máquinas, sin darse cuenta hasta que fue demasiado tarde que se había dejado caer en el suelo, completamente agotada, percatándose que su estilo de pelea contra aquellos seres había cambiado comparándolo con la última vez que se había enfrentado a ellos. Sopesó la idea de que estuviera intentando hacerlo lo más rápido posible para poder terminar lo antes posible, antes de que su salud empeorara más y fuera una carga no solo para su compañera si no para los buscadores y todos los que contaban con que realizaran bien su trabajo.

Se puso de pie, y observó a Aylin, decidiendo que ella se encargara de la parte más social o humanitaria del trabajo de los exorcistas, no quería prestar más atención de lo que debía a la gente que había a su alrededor, estaba claro que era ilógico cogerle cariño a personas que podían morir en cualquier momento. El pueblo volvía a sumirse en un silencio retraído, no había más gritos ni explosiones, por lo que se podía deducir que habían terminado con todos los akuma.

-Volveré al hotel, avisadme cuando tengamos que partir. –Fue lo único que dijo Jaylen antes de empezar a caminar en dirección a su próximo destino, no esperó a la otra exorcista y aunque no tuviera ganas de resultar maleducada u odiosa ya le había alertado de su peculiar carácter, el cual a veces no tenía sentido para el resto de personas que la rodeaban. En ese momento lo único que le interesaba a la exorcista húngara de andares adormilados, que daban a entender lo mareada que estaba, era descansar.

Por alguna razón que escapaba a su comprensión lo que sus zapatos de colegiala pisaban ahora, era terreno pantanoso, al menos eso deducía por el barro en el que las suelas de su calzado empezaban a enterrarse, Jaylen tenía la sensación de que en cualquier segundo empezaría a echar de menos sus botas, por las cuales podía caminar en terrenos así sin preocuparse de llenarse de tierra y fango hasta las rodillas. Sin embargo siguió caminando por aquel barrizal, sin importarle demasiado mancharse, la idea era simple: Salir de ahí.

Cuando el sol hubo llegado a lo más alto, Jaylen había terminado por adentrarse en un pequeño y espeso bosque que colindaba al lodazal, paraíso de los malos olores. Los árboles estaban tan pegados los unos a los otros que daba a parecer que luchaban los unos con otro para hacerse un lugar en aquella espesura. Las ramas de aquellas enormes plantas perennes, chocaban entre ellas, ocultando la luz del sol, que hasta ahora había sido testigo mudo del camino que había seguido la exorcista, sumiendo aquel monte en una oscuridad casi total, si no fuera por los tenues y etéreos rayos del astro solar.

Finalmente Jaylen cedió al cansancio y se dejó caer al suelo, aterrizando para su suerte, sobre un montón de hojas secas, que amortiguaron su caída. Algunas de aquellas hojuelas alzaron el vuelo por el viento que había provocado el movimiento de la exorcista, elevándose sobre ella, proyectando sombras abstractas al estar a contra luz de esos pequeños rayos de sol. En ese momento, en el que se sentía en completa armonía con su entorno, como cuando estaba en su hogar, un sonido llego a sus oídos. Era difícil distinguirlo pues era suave y lejano, parecía ser como si alguien la llamara a ella y a su humilde inocencia, el sonido fue seguido por otro suceso extraño, las hojas que seguían volando a su alrededor se prendieron fuego, más este no le quemaba cuando las llamas tocaban su cuerpo, le hacían sentir calidez y bienestar. El sonido se hizo más leve, y el fuego amenazo con desaparecer, algo arrastraba a Jaylen de aquel extraño momento que no comprendía su significado, solo sintió como entreabría los labios para imitar aquella nota que seguía vibrando en sus oídos.

Se escuchó imitando una nota sostenida, un mi presumiblemente, pero aquello no fue lo que desconcertó a Jaylen cuando se vio tumbada en su cama en el hotel, no recordaba como había llegado. Por el vaso a medio terminar de agua y un par de sobrecitos de papel pudo deducir que los buscadores le habían dado medicinas para contrarrestar los síntomas de su posible resfriado o gripe. La exorcista había llegado tan mal al hotel, que a penas se mantenía en pie, mucho menos recordar a la perfección lo que había estado haciendo mientras su cerebro había estado a punto de derretirse por la fiebre.

No tuvo tiempo de intentar recordar nada más, cuando un grito llamó su atención. Jaylen saltó de la cama poniéndose los zapatos una vez más a duras penas, mientras salía a trompicones de la habitación. Los gritos venían de algunas de las habitaciones, ante la idea de que los akumas hubieran atravesado las ventanas y estuvieran siendo atacadas le hizo abrir la habitación más cercana. Para su sorpresa, los gritos venían de una pareja que estaba durmiendo, corrió hacia otra habitación y se encontró con el mismo panorama en todas las siguientes que abrió.

-¿Se puede saber que está pasando aquí? –Murmuró aún sin salir de su asombro.

-No se preocupe señorita. –La recepcionista del hotel, se había acercado a ella, cerrando todas las puertas que Jaylen había abierto. –Es por culpa de la isla, es mágica y está maldita a la vez. –Explicó, ignorando la expresión de escéptica en el rostro de la exorcista. –La gente tiene sueños sobre esa isla, algunos son bonitos, en cambio otros son puras pesadillas, sueñan con lo que más temen. Por eso intentamos mantener escondida la ubicación de la isla.

Jaylen se detuvo para mirar a la recepcionista, esta vez con una ceja enarcada y una expresión que daba a entender que no tenía ideas muy pacíficas en ese momento.

-¿Todos los de aquí sabías como se llega y no dijisteis nada? –Inquirió.

-¡Pues claro que no! –Exclamó la muchacha mientras rompía en llanto. –Los primeros en desaparecer fueron gente que vivía aquí, mi hermano es uno de ellos. La isla les llama, les hace creer que les cumplirá sus deseos, pero los que han ido jamás han regresado. Queríamos evitar que eso pudiera suceder a otras personas, ya que no volveremos a ver a nuestros seres queridos, intentamos salvar la vida de los que no quieren escuchar.

Jaylen asintió, sin decir nada más salió corriendo del pasillo. Tenía que encontrar a su compañera y explicarle que ocurría con la isla, al parecer aquella inocencia actuaba en todos de una manera más poderosa de lo que hubieran imaginado, su deber era detectar la isla, coger la inocencia y regresar a la orden. No podían permitirse que la gente de ahí siguiera sufriendo.

-¡Bichito! –Exclamó la exorcista húngara, haciendo que el golem saliera de entre sus ropas, para intentar comunicarse con Aylin, al no recibir respuesta empezó a preocuparse, era consciente de que jamás debería haber abandonado a su compañera, por mucha fiebre que tuviera. Entre estornudos le hizo una señal al golem. –Quiero que vueles un par de metros por encima de mi, así tendremos una mejor percepción del terreno. –Explicó, mientras corría por las calles, en busca de su compañera.

Off: Post editado ^ ^

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Las horas se sucedían y seguía sin encontrar a su compañera, el sol había aparecido siendo reemplazado poco a poco por el astro lunar, el frío ocupaba la mayor parte de los cuerpos de las personas que aún vagaban por las calles, buscando algún refugio en aquella isla, que parecía haber sido engullida por un poderoso vendaval, el cual era una gran ventaja para la exorcista húngara, aunque solo fuera porque con ello conseguía sentirse más despejada.

Al detenerse, el golem aterrizó sobre su cabeza, dejando caer sus alas dando el aspecto de estar tan cansado como Jaylen, la cual observaba el barullo de gente que se había amontonado en algo parecido a Pub como los que había visto algunas veces en su propio hogar, personas que se refugiaban en el calor de esos lugares y se dejaban ahogar sus preocupaciones en alcohol.

Había tenido tiempo de avisar a los buscadores para que algunos la ayudaran a buscar a la desparecida Aylin, la ojiazul había comenzado a preocuparse al no haberla encontrado aún, la idea de que se hubiera enfrentado a un akuma más poderoso que ella y por eso la hubiera vencido le carcomía por dentro. Pensó, que podía ser un sentimiento agudo de culpa, la había dejado sola a su suerte, pensando al menos en ese momento que era lo mejor, puesto que solo estaba resultando ser una carga.

Cerró los ojos durante unos segundos, llevándose las manos a la boca para amortiguar el sonido de su tos, intentaba concentrarse en los leves sonidos que se producían cerca de ella, no le gustaba lo sigilosos que eran los buscadores, era difícil detectarles y ahora con su creciente dolor de cabeza era más difícil aún no confundir un simple gato rebuscando en un cubo de basura, con una bola enorme de metal o un tipo de mediana estatura recubierto de ropajes de color crema que caía de cuclillas, silenciosamente, siendo traicionado por el pequeño sonido que sus tobillos hicieron, cuando sus pies tocar el suelo desnivelado.

-Exorcista Erdély. –Dijo el buscador, mirándola extrañado por la expresión molesta que ofrecía la exorcista, que era sin embargo una prueba física del malestar que sentía al tener sus sentidos lo suficientemente enfermos como para confundir algo que en otras misiones le había ayudado en gran cantidad. –Uno de los buscadores ha identificado a la exorcista Espinchan, se adentró en una casa derruida, cerca de aquí.

Jaylen volvió a cerrar los ojos, a la vez que llevaba una mano a su cabeza para acariciar al golem, el cual volvió a levantar el vuelo, dando vueltas alrededor de la exorcista alegremente, hasta quedar frente al rostro de la chica.

-Tartsd repülés magas, hadd tudjam meg, ha bármi baj.*–Le susurró Jaylen al golem, sonriéndole levemente, antes de salir corriendo tras el buscador lo más rápido que podía permitirse, adentrándose en las ruinas de lo que antes había sido una casa, percatándose de que el buscador se había quedado a unos pasos por detrás de ella.

Cuando pasó junto a la taberna por alguna razón que no comprendía se detuvo, al observar a unos metros de ella como un hombre salía del local que antes había estado observando de lejos. Se paró, pensó Jaylen, porque la altura de aquel extraño le había llamado la atención. Sus orbes azules, quedaron fijas en los largos cabellos plateados de este, que ahora brillaban bajo los tenues rayos lunares, luego se fijo en alaja en rubí que portaba en su frente, los rasgos felinos que conformaban su rostro, su piel tostada, y por ultimo en lo poco que pudo entrever de su ropa en aquella oscuridad. Se le antojó un momento exotico, nunca había visto a nadie con rasgos parecidos a los de aquel señor.

-Exorcista Erdély. -Le llamó en un susurro el buscador, haciendole una señal para que le siguiera, fue entonces, cuando Jaylen se percató que seguía mirando, seguramente para cualquier otra persona que no fuera ella, de manera descarada y maleducada al desconocido. Parpadeó un par de veces, reteniendo las ganas de toser, dibujó una sonrisa torcida, dedicándole una reverencia a modo de disculpa, y volvió a la carrera detrás del buscador.

El sonido de la mar embravada le hizo detenerse durante unos segundos en su intento de encontrar a su compañera, su estomago se encogió ante la idea de que tuvieran que ir hacia aquella isla con semejante temporal. Cuando la luz tenue iluminó al pequeño bulto que había apoyado contra la única pared que se mantenía entre aquellas ruinas, dejó los pensamientos acerca de la travesía marítima a un lado.

-Aylin. –Murmuró, acercándose a ella, poniéndose de cuclillas, posando una mano en su hombro, la expresión molesta fue cambiando gradualmente por una que más bien inspiraba preocupación y alivio. –Me he preocupado cuando no te encontraba, me alegro que sigas con vida. –Comentó sin moverse de cómo estaba. -¿Te encuentras bien?

*= Sigue volando alto, hazme saber si algo va mal

PD: Post Editado... ^^

Spoiler:

El dolor amainaba rapidamente, gracias a que mi cabello estaba humedo por aquel tropezon y al fuerte viento que de la nada empezó a soplar... me pareció escuchar una voz llamandome a lo lejos, pero no me moví...

sentí una mano apoyandose en mi hombro, asi que alzé la vista un poco, vi a Jaylen con cara de preocupación... "Estoy bien o eso creo" le respondi, mientras me levantaba, me animo ver su cara de alivio, le conte todo lo referente al extraño sueño que tuve y escuche atentamente lo que me decia...
"Bueno, en conclusión lo único que podemos hacer es ir a esa isla" termine de decir... escuche su respuesta y despues nos dirigimos a donde los buscadores nos esperaban, pero mientras caminabamos crecia la sensación de que eramos seguidas, mire a mi compañera tratando de que decifrara lo que en mi mente repetia una y otra vez...
"El enemigo nos sigue, ten cuidado..."

Jaylen seguía pensando, en lo que aquella mujer del hotel le había contado, la curiosidad podía con ella, no comprendía como porqué no había tenido pesadillas como el resto de los que estaban durmiendo en ese momento. Tampoco podía pasar por alto aquel extraño momento que había compartido con el desconocido de cabellos plateados, le habían gustado sus ojos, aunque algo de todo aquello le había llamado la atención de una manera negativa.

-Una mujer en el hotel, dijo que la Isla no solo desaparece con la gente que va hasta ahí, al parecer hace que la gente sueñe con que sus sueños pueden cumplirse en ese lugar, al igual que sus pesadillas. –Murmuró Jaylen, aún con aire despistado, pensando en la coincidencia que dos de los pocos extranjeros que había en la isla se hubieran encontrado. –Tienes razón, será mejor que nos marchemos. –La exorcista de ojos azules dejó que su compañera se adelantara, por alguna razón se sentía mejor al saber que estaba bien, al haberse enterado de lo que hacía la Isla, había temido por la integridad mental de Aylin.

Al reunirse con los buscadores que habían preparado el navío, se percató como la otra exorcista parecía quedarse rígida, al parecer había captado algo, cierto. La tranquilidad absoluta del lugar le hacía tener la sensación de que no estaba bien. El sonido de la mar enfurecida era lo único que parecía romper aquella obligada tranquilidad.

-Subid al barco ahora, arreglároslas para zarpar, no pasa nada si Aylin y yo tardamos en subir, no os preocupéis ahora por nosotras. –Sentenció Jaylen, mientras golpeaba levemente a Whistle, haciendo que se soltara de su amarre. –Haced lo que sea necesario, pero llegaremos a esa isla cueste lo que cueste. Espera a que muevan Aylin, dejemos que ellos hagan el movimiento directo, no nos conviene ser nosotras quienes alteremos esta, quietud.

"Ok" fue lo unico que pude contestar, mirando atentamente cualquier movimiento extraño, cuando pude escuchar nuevamente la ola de gritos en mi cabeza, haciendome caer al suelo, siento que mi compañera se movia, pero le dije: "No te preocupes por mi, estoy bien"...

Intento levantarme pero por alguna razon mis piernas no parecen responder, cuando claramente escucho un fuerte grito... mire a mi comañera esperando que lo haya escuchado, pero no estaba, de hecho el paisaje habia cambiado. Me levanté, cuando una niña aparece por el espeso bosque aparecido de la nada
"Corra, vayase no deje que la atrape en sus sueños..." grito la pequeña antes de salir corriendo...
"¿que esta pasando?" pense, pero la conclusion llego rapidamente "¿Otro sueño?"...

Jaylen arqueó una ceja al ver a su compañera desplomarse en el suelo cual peso muerto, había caído inconsciente, presa de algo, quizás del poder la inocencia que residía en la isla. La exorcista de ojos azules se encogió de hombros seguía sin encontrar una lógica plausible del porqué aquel acontecimiento parecía afectarle más a su compañera, no había tenido tiempo de pensarlo con detenimiento. El resfriado que atacaba a la exorcista le coartaba de la agudeza que había demostrado tener ya reiteradas veces, en cuanto a lo fácil que a veces le resultaba resolver ciertos misterios.

Algunos buscadores saltaron del barco para recoger a Aylin del suelo y subirla al navío, inconsciente no iba a ayudar en nada a su compañera, más bien solo le hubiera añadido otra preocupación más, la de mantenerse vivas a ambas. Sin embargo, a pesar de que la sensación de estar vigiladas se acrecentaba, su supuesto enemigo no hacía acto de presencia. Era un error zarpar sin buscar quien era el que las estaba siguiendo, Jaylen era consciente de ello, pero también sabía que no podían perder la oportunidad de llegar cuanto antes a la isla, la vida de muchas personas dependía de ello.

-Señorita Erdély. –Le llamó uno de los buscadores, haciéndole señas, que la exorcista de cabellos oscuros siguió, entornando los ojos hacia el cielo, para observar como su pequeño compañero revoloteaba hacia ella lo más rápido que sus alas de murciélago le permitían, para esconderse en su chaqueta, por acto reflejo, la exorcista volvió a subirse la cremallera de la chaqueta, para así resguardarse por completo del frío, al menos, hasta su nariz.

-¿Le has visto, verdad? –Preguntó en un susurro al golem, mientras se decidía a subir al barco. –Si le ves en la isla otra vez avísame, será entonces cuando nos enfrentaremos a él.

Los buscadores, al tener a la última de las exorcistas a bordo, decidieron finalmente zarpar, ignorando lo mejor que podían la expresión reprobatoria de la chica que parecía molesta porque hubieran ignorado su sugerencia de empezar a prepararse para salir, a pesar de que no estuvieran ellas dentro.

-Señorita Erdély, la exorcista Espinchan aún no despierta… ¿Cree que es seguro ir a la Isla en vuestro estado? –Preguntó el buscador, mostrándose preocupado por ambas chicas, las cuales no parecían estar en su mejor momento.

Jaylen comprendía el por qué se lo preguntaba ¿Qué era lo que iban a poder hacer con una exorcista resfriada y otra que se desmayaba a cada rato? La ojiazul se encogió de hombros, y le dio una palmada en el hombro a modo de consuelo, siendo esta su única respuesta a la pregunta del buscador, antes de empezar a pasearse por la cubierta del navío, aunque una parte de ella quería quedarse junto a Aylin, para cerciorarse de que estuviera bien, sabía que su deber era estar en alerta por si algo les atacaba en mitad del mar.