Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ]

Spoiler:

Jadeó un poco a causa de la fatiga, pero de alguna forma no se permitiría descansar. Era mejor que Jaylen quedase en pie, pues parecía tener más sensatez que ella. Aunque le extrañaba un poco la froma de manejar su inocencia, pues parecía tener problemas con la mano... y un poco con la sincronización, como si le diese miedo perder el control. Se juró a si misma que luego preguntaría a Jaylen, pues le daba la sensación de que ella no había tenido la suerte de practicar con Whistle tanto como ella con Ice gracias a la general Azura.
Quizá había salido herida de su reclutamiento... pensó mirando con pena a su amiga. Menuda clase de exorcista la debía de haber reclutado si había permitido que se dañara. Si lo conocía algún día, le pegaría un buen puñetazo.

Aunque eran solo suposiciones... pensó estresada. Ahora debía concentrarse en la lucha, al menos mientras no sintiese el frío.

Hecho a correr hacia la casa, pero frenó en seco al ver los akumas que las esperaban.

-Adelántate, Leány.Yo me quedo con estos, tu ve a reunirte con nuestra amiga Fareid, intentaré alcanzarte a tiempo.

Nine la miró preocuapa, mordiéndose el labio. Sabía que a su amiga le dolía la mano y ella no estaba herida... así que quizá tiviese alguna oportunidad contra Fareid. Asintió con la cabeza y le rozó el hombro con la mano para darle ánimos, mientras se lanzaba a un hueco entre los akuma nivel 1, congelando a dos al pasar, pero sin detenerse a explotarlos, pues no tenía tiempo. Aunque esperaba haberle facilitado aunque fuera un poco las cosas a su amiga.

Siguió corriendo a lo largo del estrecho pasillo, una vez se rozó el hombro con un hierro que sobresalía entre las maltrechas paredes y que le dejó un surco sanguinoliento en la mejilla. Pero no se detuvo.

Giró varias veces y atravesó unas cuantas puertas abiertas. Cielos, la casa era enorme... quizá el propietario fuese alguien importante, pensó con apuro. Salvarlo se volvía prioritario porque tal vez su muerte provocase un golpe de estado o una revolución.

Maldita Fareid, pensó con rabia mientras abría una puerta de una patada.

Y frenó en seco.

- Así que has venido... -

La escalofriante voz le recorrió la espalda como un látigo, y se estremeció del asco. Allí estaba ella, envuelta en todas sus preciosas sedas y apestando igual que un burdel. Aunque ella jamás hubiese olido uno, era lo que siempre decía la madre superiora cuando una chica se pasaba con la esencia de rosas. Y la miraba altivamente, con una maceta en la mano, que contenía aquella horrible planta negruzca.

Estaba situada cerca de la cama con dosel, inclinada con la planta hacia delante, para acercarla lo más posible al ocupante del colchón.

Nine se sintió turbada, y se acercó a la cama, pero la mujer sacó un puñado de algo negro y lo sopló hacia su cara.

Instintivamente, escondió su nariz y su boca bajo su bufanda y contuvo la respiración. Pero ella se rió, con una carcajada terrible.

- Eso no te servirá de nada, pequeña zorra altiva. El veneno entra por tu piel, por cad uno de tus poros!! Pronto, estarás retorciéndote en el suelo igual que todos estos malditos machistas, que no permiten a una mujer acceder al poder. Si... gracias al conde, podré tener mi venganza. Los mataré a todos por haberme despreciado!! JAJAJAJAJAJA... - se reía como una psicópata y Nine hasta sintió lástima por ella.

Nine sintió un desagradable cosquilleo en las manos, pero no se desconecntró. Tenía que resistir y salvar a aquel homrbe hasta que Jaylen llegara. Con su abanico el veneno se disiparía... su deber era eliminar a la planta e inmovilizarla...

Se tambaleó hacia atrás, y trastabilló jadeando hasta quedar apollada contra la pared. Allí alzó su mano, viendo todo borroso y temblando. Se le iba la fuerza poco a poco...

- Ice.... - escupió un poco de sangre mientras lo decía.- Little... Ice...

El hielo no destruiría a un humano ni a aquella horrible mujer. Pero tenía otros usos. Vio con las pocas fuerzas que le quedababn como la planta se congelaba, así como la maceta y la tierra y estallaban en manos de una asombrada Fareid, que gritó como una banshee.

- NOOOOOO!!!

Nine la miró, jadeando y tosiendo sangre. Y se concentró de nuevo mientras tocaba el suelo con la mano. Solo un poco más....

El hielo se extendió, cubriendo toda la superficie del suelo de la habitación, y rodeando a Fareid, dejándole imposible el acceso a la puerta. La miró con odio, pero Nine curbió con hielo el lateral de la cama hacia el que ella estaba, algo no demasiado grueso, por desgracia, pero lo suficiente como para que ella no tocara al ocupante. Y no se podía mover... pensó con una sonrisa mientras su vista se oscurecía por completo.

- Tu!! Maldita exorcista!!! Morirás aquí, da igual lo que hagas!!! Ya estás muerta!!!

Nine cogió aire un momento y tosió, pero alzó sus ciegos ojos al punto donde se suponía que se encontraba ella.

- Chúpate esa... jodida zorra petulante.

Bien se podía permitir ser malhablada cuando una se estaba muriendo.
Solo rogaba por que Jaylen estuviera bien y llegase a tiempo para capturar a esa mujer y salvar al hombre.
El hielo no aguantaría mucho...

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Jadeó cuando su abanico atravesó otro de los akuma por uno de sus orificios y dejaba escapar el viento dentro de su cuerpo haciendo que explotara con gran estrépito, desde que Nine le había dejado había logrado terminar con la mitad, sin contar los akumas que había congelado la otra exorcista. Lo malo de usar la derecha era que no conseguía un movimiento tan limpio como los que conseguía hacer usando la izquierda. Mientras pensaba en lo irónico que era que la mano que usara mejor fuera la llamada siniestra, su cabeza unía esa idea con la predicción sin sentido acerca de su infierno.

Dejó escapar un suspiro cansado dándose cuenta que posiblemente ya estaba tardando demasiado, y quizás Nine en algún momento necesitara su ayuda. Observó desafiante al abanico mientras lo sujetaba con fuerza con su mano izquierda y saltaba hacía atrás para esquivar otra tanda de disparos, con un movimiento certero el viento golpeó los akuma congelados haciendo que estallaran en centenares de pedacitos cristalinos que golpearon a los otros akuma, los cuales torpes y bobos como eran parecieron desconcentrarse de su misión inicial para ver que era lo que en teoría les estaba atacando.

Jaylen tomó eso como una oportunidad, era hora de usar algo más de intensidad en sus ataques, empezó a dar vueltas sobre si misma moviendo el abanico con gracilidad a su alrededor teniendo como consecuencia que el viento empezara a girar con mayor velocidad entorno a ella, cada vez con más intensidad y robándole a la exorcista un poco más de sus energías, sintió como el viento cortaba unos mechones de su pelo, pero eso ahora le daba igual. Esperó a que los 6 akumas restantes estuvieran lo suficientemente cerca para agrandar el abanico y dar una ultima vuelta a su alrededor tomando con las dos manos el eje de Whistle para soltar todo el viento que había estado conteniendo que giró en espiral hasta extenderse, haciendo rodajas a las máquinas restantes.

No sonrió, ni se felicitó por lo que había hecho, era algo que tendría que aprender a hacer con total facilidad para llegar al nivel de los otros exorcistas que eran tan novatos como ella pero que tenían un mejor control de su inocencia que ella. Encogió a Whistle y emprendió su carrera detrás de Nine, hacía tiempo que había desaparecido por lo que su rastro se había perdido.

-… -Jaylen suspiró frustrada al darse cuenta que estaba perdiendo más tiempo, cuando entrevió un rastro de sangre en un saliente de hierro siguió el por ahí, intentándose guiar por el olor de Fareid, el cual parecía que se desvanecía, continuó corriendo por las puertas que encontraba abiertas, esta vez si que se permitió alegrarse por ser al menos rápida.

-Tu!! Maldita exorcista!!! Morirás aquí, da igual lo que hagas!!! Ya estás muerta!!!

Los inconfundibles gritos de Madame Fareid le hubieran hecho quedarse de piedra ante el significado de estos, pero se obligó a seguir corriendo hasta llegar al lugar donde provenían las voces, escuchó la voz debilitada de Nine… Por alguna razón el hielo que protegía al hombre de la cama, el que había en el suelo inmovilizando a Fareid, la planta en su mano congelada carecían de sentido ahora, sus ojos no podían quitarse ante la visión de su amiga y compañera exorcista en el suelo viviendo los últimos minutos de su vida en agonía.

El aire estaba cargado de algo, antes de terminar de entrar abrió su abanico y con otro movimiento creo una ráfaga de viento que disipó aquel horrible olor el cual salió por las pequeñas ventanas que había en la habitación, pasando desapercibidas.

-Existe un antídoto, verdad? –Jaylen escuchó como las palabras salían de su boca pero no era muy consciente de estar diciéndolas, se giró lentamente mientras observaba a Fareid, la cual sonreía como una idiota de oreja a oreja.

-¿Acaso crees que te lo diré? –Le espetó aun con esa sonrisa triunfante en sus labios.

-Actúa diferente cuando es inhalado o ingerido. –Murmuró Jaylen al recordar lo que Nine le había contado acerca de la planta.

-El efecto es el mismo, solo que del modo en que ha afectado a tu amiga tardará un poco más que cuando es ingerido, ya no puedes hacer nada vulgar ladronzuela tu compañera morirá en breve y pronto vendrán a rescatarme… Solo espera a que llegue tu turno para morir, que será pronto. –Le espetó la mujer que forcejeaba para liberarse de su prisión de hielo.

Jaylen dio unos pasos hasta quedar frente a Fareid observando los trozos de tierra y de raíces que estaban esparcidos por el suelo, algunas de estas no habían sido congeladas como los pétalos de la flor. La exorcista recogió un puñado y se irguió quedando frente a Fareid.

-…En realidad soy de Hungría, descendiente de los Magiares (nobleza independiente) no me gusta que me hagan la contraria. –Comentó mientras aplastaba la mano que contenía las raíces y tierra en la cara de Fareid, obligándole a tragar parte de ellas ahogando así también los gritos histéricos de la mujer, que empezó a convulsionar. -¿Y bien, llevas algo para contrarrestarlo? –Preguntó esta vez con una sonrisa un tanto extraña.

-… Y… aah… -La mujer balbuceaba babeando y sacando algo de espuma por la comisura de sus labios, mientras que intentaba meter la mano entre sus ropajes, Jaylen fue algo más rápida y buscó entre la ropa de la mujer hasta que sacó algo parecido a un frasco con un líquido rojizo. Sacó el tapón que lo cerraba y acercó la pequeña botella a la mujer, pero pareció arrepentirse en el último momento al ver que la mujer intentaba abalanzarse sobre ella.

Dio unos pasos atrás y se agachó junto a Nine, le obligó a beberse más de la mitad del contenido de la botella y el otro cuarto restante se lo tiró sobre la piel que se veía amoratada como efecto secundario del veneno.

-Si funciona y mi compañera sobrevive, te daré lo que queda. –Le dijo mientras observaba con desdén el hombre que aún no se movía de la cama, esperaba que fuera porque se hubiera desmayado y no porque estuviera durmiendo placidamente. –Solo esperemos que sea rápido neutralizándolo, si no morirás.

-Tú… t-u no… p-puedes… hacer eso… -Masculló la mujer a duras penas, retorciéndose de dolor.

-En realidad poder, puedo. –Respondió con tranquilidad, sus ojos fijos en Nine para ver si mejoraba. –Lo que pasa es que temía las consecuencias de mis actos, ahora solo sé que estoy preparada para aceptar la responsabilidad de ellas.

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Abrió los ojos lentamente, pues la luz brillaba tanto que resultaba incluso molesta. Le asombró contemplar una inmensa pradera nevada con diminutas flores azules y violetas brotando por doquier, así como un precioso lago y diversos árboles.

Se llevó una mano a la frente, abatida. Así que no había podido resistir ni su primera misión... que vergüenza.

Cogió un puñado de nieve entre los dedos y se soprendió al no sentir frío alguno. Se contempló la mano y le pareció un tanto borrosa...

Una voz la llamaba a lo lejos, y alzó la vista protegiéndose los ojos con una mano a modo de visera. Allí había una hermosa mujer de cabello negro que agitaba la mano como si la conociera... le recordaba a si misma un poco.

Se incorporó torpemente, y cuando bajó los ojos vio que sus piernas también estaban algo borrosas...

Quiso correr hacia ella, pero algo la impulsaba hacia atrás de nuevo. La mujer la miró con una sonrisa comprensiva y cariñosa a la vez, que le llegó al alma. Sus ojos se inundaron de lágrimas y alargó sus brazos, desesperada.

- Madre!

El grito quedó roto en su garganta por una horrible tos que le dejó un extraño sabor metálico en la boca.

Ya no olía bien ni hacía tanta luz, pensó enfadada. Ahora olía a muerte y hacía un horrible calor. Habría preferido con mucho...

Abrió los ojos por segunda vez, asustada. No habría preferido aquel lugar... por mucho que ella estuviese allí esperándola.

Quiso enfocar la vista, pero otro ataque de tos la sobrevino, dejándola débil y temblorosa. Pero la sensación de sopor mortuorio había desaparecido...

Miró la habitación, y la vio como si por ella hubiese pasado un huracán... quedaba poco hielo ya...

Su vista se posó en un bulto convulso en el suelo, que por el olor y la forma le recordaba vagamente a Fareid... y aquello solo podía significar una cosa.

Se incorporó como pudo empujándose contra la pared y jadeando pro el esfuerzo mientras sus ojos buscaban a aquella persona... y se topó de frente con su enormes y preocupados ojos azules.

- Jaylen... - su voz parecía un graznido... de un cuervo con faringitis. Sonaba horrible. Intentó aclararse la garganta, pero un pastiche ocupaba todavía su boca y al tragarlo sabía salado y metálico. Supuso que era sangre, pero no le dio importancia. Aquello era imposible... el veneno...- Jaylen... como? Yo.. ya estaba... y tu... no pude detenerla a tiempo, creo que el hombre esta infectado... perdóname Jaylen, no valgo para nada! - le soltó a su amiga controlando el ardor que sentía en la garganta y los ojos.

Toda la misión fracasaría por su culpa, probablemente el antídoto que su compañera había empleado en ella era necesario para la curación de aquel hombre... cielos, nucna se había sentido tan culpable.

- Habría sido mejor que no me salvaras, a pesar de agradecértelo. Ahora se provocará una guerra... todo porque no pude preveer sus movimientos. Oh, Jaylen lo siento tanto... - se sentía frustrada e intentó levantarse como pudo.
Lo consiguió apoyándose en una moldura y cargando su peso sobre la pared mientras jadeaba. Estaba hecha una mierda. Se mordió la lengua, pero parecía que había cogido gusto a lo de decir palabras malsonantes.
Quizá fuese pero la rabia que sentía contra si misma, contra aquella horrible mujer y contra la orden por no haberlas prevenido.

Sentía ganas de emprender a puñetazos con toda la habitación menos con Jaylen.

- Fuck! - murmuró mientras escupía un pegote de sangre.

Ya le daba igual, la había fastidiado pero bien y Dios no había puesto nada de su parte. Si no fuera por su amiga, ahora estaría criando malvas.
La miró con renovado respeto y con dudas, pues no sabía que hacer después de todo aquello. Dudaba que consiguise aguantar un viaje en tren, pero no tenía pensado quejarse lo más mínimo.

Si bien podía escuchar las palabras de Nine, y se sentía aliviada de que el antídoto hubiera funcionado, tal como supuso el tiempo en el que su compañera recuperaba la conciencia por el efecto de la cura fue demasiado lento como para que lo que restaba de aquel liquido funcionara con Fareid, aunque ese detalle sobre la muerte de aquella mujer poco le importaba, seguía con cierta curiosidad por el hecho de que Fareid en un primer momento no hubiera sido afectada por el virus cuando soltó las esporas de la flor contra el hombre que yacía en la cama y su compañera, la cual en ese momento se puso a maldecir.

Jaylen la cual se había alejado un poco de la otra exorcista para darle espacio, se puso en cuclillas junto a Kaidish Fareid, la cual parecía estar agonizando aún, a escasos segundos de morir, los ojos de la mujer quedaron clavados en las azules orbes de quien ahora se encontraba a su lado.

-No estoy orgullosa de lo que he hecho. –Dijo en un susurro Jaylen, sin romper el contacto visual con Fareid.

-l-la….lame..nto h-ha-b-b-berte… fallado… m-maestro. –Respondió la mujer, sus ojos parecieron ser cubiertos por un pequeño velo blanquecino, y algo desde su cuello pareció gorgotear, Jaylen por alguna razón tomó con cuidado a la mujer colocándola ligeramente de lado para que pudiera expulsar la sangre. –L-a… misión... l-lo la… lamento.

Por alguna razón no pudo evitar si no, sentir lástima por aquella mujer y preguntarse que era lo que le había impulsado a llamarse aprendiz de alguien que trabajaba por un ser que buscaba la total destrucción del mundo. Jaylen dejó escapar un suspiro mientras pasaba una mano por el rostro de Fareid, cerrándole los ojos con cuidado.

-Ya no te preocupes más Kaidish Fareid. –Dijo en un susurro dejándola una vez más en el suelo. –Requiescat in pace.

Jaylen siguió en cuclillas durante lo que pudo parecer a cualquier otro ser humano una eternidad, sumida en un inquieto silencio, no por el hecho de que hubiera sido ella quien hubiera matado a Fareid casi sin pensárselo y por encima de todo le preocupaba el hecho de que no sintiera remordimiento de conciencia. La mujer había estado delirando los últimos segundos que le quedaban de vida, se disculpaba con alguien y por sus palabras le hicieron creer a Jaylen, que Fareid era si no, otro peón en manos de algún aliado del conde, la habían usado para deshacerse de gente importante y la habían abandonado cuando a su suerte cuando habían aparecido… ¿Qué clase de hombre, por muy aliado del conde que fuera, era capaz de huir y dejar a sus compañeros? ¿Era él quien había alimentado el odio de Fareid, el que había incitado a que traicionara a la orden?

-Nuestra misión era investigar las muertes y las predicciones, Leány. –Dijo mientras se ponía en pie finalmente, acariciando con las puntas de sus dedos a su golem, tardó un par de segundos antes de levantar la vista del cuerpo de Fareid. –Hemos cumplido con la misión lo sabemos todo y quizás no hemos podido evitar la muerte del tipo que duerme ahí. Pero Nine, escúchame. –Dijo mientras se acercaba levemente a su compañera con una leve sonrisa. –Fareid se disculpó por la misión, creo que no la terminó. Lo que significa que uno de esos altos cargos sigue con vida… me preocupa que alguien fuera cómplice de Fareid… Deberíamos ir a la Orden Sanadora donde tienen los cuerpos de los difuntos para averiguar quien sigue con vida, me temo que ahora a ojos de ciudadanos y otros cargos elevados que ignoran la existencia de la orden podamos parecer tan culpables de estos asesinatos como Fareid por encontrarnos aquí. Creo que podremos encontrar refugio en ese lugar, necesitas descansar. –Repuso mientras le tomaba de la mano y empezaba a encaminarse hacia una de las salidas de la aquella casa, antes de que cualquier guardia pudiera llegar. –Y Nine, no hay suficientes exorcistas para todos los enemigos que hay en este mundo, como compañera tu vida me es prioritaria y porque eres mi amiga te he salvado. Si sucediera de nuevo, lo volvería a hacer, eres muy importante, que no hayas podido salvar a estos no significa que no te merezcas vivir. Eres una exorcista se te ha concedido el poder de salvar almas y gente inocente, tu destino es seguir con vida hasta el final…

Jaylen siguió caminado en silencio, caminaba despacio asegurándose de que Nine pudiera ir a su ritmo, cada tanto alzaba la mirada para ver si iba por el camino que bichito les marcaba, hasta que el golem se detuvo y volvió con ella.

-¿Te parece bien si seguimos por los túneles? –Preguntó quedándose quieta frente a una de las entradas de los llamados túneles. -Podríamos ir hasta casa de Fareid, quizás las chicas puedan llevarnos hasta la Orden Sanadora.

Spoiler:

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El corazón tiene razones que la razón desconoce.

-Y Nine, no hay suficientes exorcistas para todos los enemigos que hay en este mundo, como compañera tu vida me es prioritaria y porque eres mi amiga te he salvado. Si sucediera de nuevo, lo volvería a hacer, eres muy importante, que no hayas podido salvar a estos no significa que no te merezcas vivir. Eres una exorcista se te ha concedido el poder de salvar almas y gente inocente, tu destino es seguir con vida hasta el final…

Había visto morir a la persona que la había intentado matar. Había visto morir a la persona que ella había intentado salvar. Y había visto su propia muerte reflejada en los ojos preocupados de aquella persona, a la cual ya consideraba amiga en su mente y que había tenido más valor que ella y más presencia. Y ahora recibía su consuelo...

Tuvo que morderse el labio cuando ella le cogió la mano para contener el irrefrenable dolor que asomaba en su pecho, y pellizcarse la nariz para no llorar cuando Jaylen siguió adelante sin pensarlo. Cuidándola... realmente se sentía inútil y avergonzada pero... de alguna forma su presencia la reconfortaba.

Así que se tragó las lágrimas y asintió levemente mientras echaba a andar cojeando detrás de aquella persona tan extraña y a la que cada vez tenía más aprecio.

Apretó su mano fuerte, un segundo tan solo. A veces las palabras sobraban...


Mientras recorrían los intrincados y secretos pasillos de los túneles de Agadir, se le ocurrió que tal vez en la Orden Sanadora hubiera algún buscador que pudiera ayudarlas para volver a casa.
Sonrió levemente al darse cuenta de que ya consideraba la Orden Asiática como su casa, pero por alguna extraña razón no le molestaba.

- Jaylen... creo que mandaré a mi golem. El tuyo ha de estar cansado. Y si grabamos un mensaje, podríamos avisar a las muchachas de antemano. Aunque no tengo ni la más remota idea de francés... al que se le dan bien los idiomas es a mi hermano, no a mi. - esbozó una ligera sonrisa a modo de disculpa, pero se vio reflejada en un cristal y se llevó rápidamente la manga a los labios para limpiarse los restos de sangre.- Estoy hecha una porquería. Te juro que cuando lleguemos me tiraré en esa preciosa fuente con los peces hasta quedar tan limpia que brille. Y deberías hacer lo mismo.- dijo ampliando su sonrisa al darse cuenta del estado catastrófico en el que se encontraban ambas.

Dejó salir a su golem de la doblez del cuello de la camisa donde había estado escondido, y se puso los brazos detrás de la nuca, consiguiendo un agradable dolor en las costillas que decidió ignorar con los ojos firmemente cerrados para no marearse. Todo le parecía tan surrealista y lejano ahora...

- Supongo que como hemos cumplido con la misión, no les importará demasiado que nos tomemos al menos un día de descanso, no crees? Y me encantaría ir a visitar el bazar... - tan solo abrió un ojo para mirar a Jaylen con cara traviesa- aunque desde luego, entendería que no quisieras.

Se puso seria un momento, pues tampoco quería ser irresponsable.

- Dejaré que tu decidas. Si no quieres quedarte, partiremos en el primer tren de la mañana.

Y simplemente esperó, conteniendo la respiración porque... le dolían las malditas costillas.[/u]

Spoiler:

Jaylen escuchaba no sin cierta dificultad las palabras de Nine, no es que no quisiera escucharla, pero sentía su cabeza desconectando lentamente del mundo real. Estaba cansada, no solo por la cantidad de akumas con los que había tenido que hacer frente. En Transilvania había aprendido a desconectar hasta cierto punto de lo que eral dolor físico pues se hubiera muerto por el daño que este le había producido esos días, y los venideros antes de haber llegado a la orden. Sentía su mente cansada, harta de intentar buscar algo de lógica en aquella misión que por encima de todo había resultado superrealista incluso para tratarse de un asunto relacionado con la orden Oscura.

Dio media vuelta para observar a su compañera mientras hacia una señal al Golem de esta para que se acercara.

-Mi francés no es lo que se dice muy actual, además de ser un dialecto de este, espero nos entiendan. –Comentó mientras observaba al Golem, antes de aclararse la garganta, entre la mugre reseca de su cara por el polvo, cenizas y sangre de otras personas, podría entreverse lo que parecía ser un ligero rubor. – Nous sommes les exorcistes Nine et Jaylen. Je m’excuse pour les problèmes que nous causé. Mais, nous implorons ton aide une fois de plus. Mesdames, pouvez-vous nous conduire à l’Ordre Guérisseur? Nous serons devant la maison de Madame Fareid.

Soltó al Golem que siguió las ordenes que Nine le había dado de ir en busca de las sirvientas o ex –sirvientas de Fareid. Observó con aspecto cansado el pequeño cristal que se hallaba en el suelo y por el cual su compañera había visto su aspecto, preguntándose como habría llegado hasta ahí, a los pocos segundos sintió el peso de bichito, su Golem, sobre uno de sus hombros, intentando meterse dentro de su chaqueta. Estaba cansada, había realizado un esfuerzo sobre humano para pensar en como decirles a esas mujeres que la llevaran a la Orden Sanadora, necesitaba un descanso.

-Cogeremos el último tren que salga por la tarde. –Respondió finalmente mientras se sentía con las fuerzas suficientes para seguir andado y respirando al mismo tiempo, era absurda la manera en la que el cuerpo parecía responder cuando el cerebro estaba cansado.

Estaba molesta por como se había terminado todo, solo les había dado tiempo a presenciar el acto final de una obra burlesca y cargada de falso dramatismo, si no fuera porque tenía la boca seca podría haberse sentido lo suficientemente ofendida como para escupirles. Le habían dejado demasiadas preguntas sin resolver, y era algo que detestaba… la ignorancia.

Se percató que Nine iba algo más atrás que ella, era la que había recibido un golpe, por llamarlo de algún modo, más fuerte en todo aquello. No solo por el veneno, si no que parecía que las palabras del predicador le hubieran afectado mucho, aunque quisiera preguntarle acerca de ello no quiso sacar el tema, porque había visto lo frágiles que podían ser las personas cuando se les obligaba a recodar algo que les dolía, y dañar aún más a Nine, era algo que no entraba en sus planes.

Parecieron tomarse todo el tiempo del mundo para llegar de nuevo a casa de Fareid, ahora podían permitírselo, no corría prisa. Si algo había aprendido Jaylen en esa misión era que el tiempo era tan surrealista como ese nuevo mundo que ahora conocía, la distancia que antes había tardado a penas unos minutos en recorrer, ahora se hacía catadoramente eterna.

Las mujeres las habían estado esperando fuera de la casa de Fareid, tal y como habían quedado en el mensaje del Golem, parecían tan preocupadas como felices de verlas de nuevo, habían sacado una calesa que pertenecía seguramente a la difunta madame. Insistieron en que se subieran para ser transportadas a la orden de una manera más cómoda, y lo que hubiera supuesto otra discusión de varios minutos, terminó a los segundos cuando las exorcistas decidieron tirarse en aquel algo humilde carruaje para ser llevadas hasta el lugar.

-Luego de bañarme creo que voy a dejarme caer sobre la primera cosa blanda que encuentre por el camino y no despertaré hasta mañana. La comida puede esperar. –Murmuró con un hilo de voz, mientras cerraba los ojos y sonreía levemente. –Con suerte, al ser una Orden Sanadora, podrán tratar nuestras heridas.

Luego de esas palabras quedo sumida en un profundo silencio que alargó durante todo el trayecto. Las mujeres parecían haber ideado una ruta que les llevara por las calles menos concurridas para así evitar llamar la atención, el trato cuidadoso y bonachón con las que eran tratadas las exorcistas por sus aliadas temporales hizo sonreír levemente a Jaylen, era bueno descubrir que a veces seguía habiendo gente buena a la par que algo desinteresada en ese mundo en el que todo parecía estar tan mal.

El carro se detuvo con suavidad, y el murmullo de las voces de las dos sirvientas hizo que Jaylen decidiera a abrir los ojos con algo de pesadez. El edificio que había frente a ellas era humilde, modesto y pasaba desapercibida si no fuera por una cruz gigantesca que adornaba la pared.

-Creo que ya hemos llegado. –sentenció, rodando sus grandes ojos azules hacia Nine, para asegurarse de que estuviera bien. -¿Vamos?

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Nine recibió las cansadas palabras de su amiga con alivio. Al menos podrían descansar por la tarde. No le apetecía quejarse, pero sin al menos unas horas de sueño, creía que no resistiría la travesía de vuelta por el desierto... quizá ni siquiera pudiese activar a Ice para conservar un poco le fresco, pensó con dureza. Si simplemente fuera más fuerte...

Sus últimos pasos a través de aquellos túneles los realizó como un fantasma. Sumida en sus pensamientos, no se dio cuenta de nada, pues Jaylen abría la marcha y las puertas. Así que cuando se encontró dentro de un carruaje confortablemente sentada y con su gólem posado en la mano y reclamando su atención, no pudo más que soprenderse.

Se asomó por el borde y dejó descansar su cabesa sobre la junta de su codo mientras su gólem recuperaba su privilegiada y calentita posición, bajo el cuello de su camisa, viendo pasar las calles marcadas por el parsimonioso compás de los caballos pura sangre que dirigían la calesa. El suave y cálido viento le mecía lso apelmazados cabellos por el polvo y la suciedad, recuerdo de todo su miedo y sus nuevas ideas sobre como eran las cosas en la crueldad del mundo.

La muerte no atendía a razones. Cuando venía por uno, no había forma de eludirla. Era la única verdad insoldable que atañía a toda la vida del planeta como un gran nudo común, pues todavía no se había creado el ser inmortal.

Suspiró, retorciendose un mechón de los más largos de su flequillo, un hábito infantil que aparecía cuando estaba nerviosa y que las monjas no habían coseguido hacer desaparecer.

Le daba un poco de miedo saberse conocedora de lo que era la muerte en primera mano, pues no la tranquilizaba demasiado el hecho de que hubiera algo esperándola... aunque quizá solo fuera un delirio producido por el veneno. Sintió el peso tranquilizador de Ice en la espalda, y olló muy remotas las palabras de Jaylen, que sonaba verdaderamente cansada.
Algo de un baño y una cama... cama...

El silencio se istaló en el interior del vehículo, y tan solo quedó aquel tranquilo golpeteo de pezuñas. Le recordaba a sus clases de música...

Ese tranquilizador sonido se interrumpió de pronto, haciéndola abrir unos ojos que no recordaba haber cerrado.

-Creo que ya hemos llegado. –sentenció, rodando sus grandes ojos azules hacia Nine, para asegurarse de que estuviera bien. A veces le soprendía lo bonitos que eran los ojos de Jaylen, ojalá los de ella tuvieran un color así... -¿Vamos?

La mirada que le fue devuelta reflejaba un profundo estado de somnolencia en aquellos insondables pozos rojos. Se movió como una marioneta con hilos cortos, ahorrando enegría en cada movimiento... creyendo firmemente que aún le quedaba algo que ahorrar.

El blanco edificio con la enorme cruz señalaba la profesión de sus ocupantes. Las puertas se abrieron, y unas voces agradablemente familiares las recibieron. Su idioma le pareció un caramelo de miel en la voca, y enseguida saludó al grupo de médicos y enfermeras que acudieron a preguntarles que había pasado.

Rechazó la ayuda con un gesto rotundo de su mano, indicando a Jaylen y a su mano. Prefería que la atendieran primero a ella.

Se dirigió, con pasos vacilantes, hacia las hermosas y sencillas puertas abiertas, que desprendían diversos aromas a jabón y hierbas medicinales.
Un hombre se le acercó, y la cogió por los hombros. Ella tuvo que resistir el impulso de apartarse y rechazarlo, pero sus piernas decidieron ese momento para hacer notar su disconformidad a seguir sosteniéndola.

Unos brazos fuertes y cálidos la sostuvieron con pericia. Se notaba que aquella persona sabía lo que hacía, mientras indicaba con voz fuerte y segura al equipo médico todo lo que tenía que hacer para atender a las recién llegadas.

Se dejó llevar, pues que más podía hacer... tan solo dirigió una mirada de agradecimiento directamente a los ojos de Jaylen, y esbozó una ténue sonrisa.
Al menos ahora estaban a salvo.

Cuando la metieron dentro y la colocaron sobre una camilla con movimientos urgentes y preocupados, habría jurado que el hombre se acercó a su oído y le murmuró un apresurado gracias.

Qué curioso...

La gente de aquella orden había sido muy amable al haberles tratado con tanto cuidado. Muy a pesar de Jaylen se negaron a hablar con ellas acerca de lo ocurrido con las muertes hasta que no hubieran descansado. Era irónico, pero era imposible poder cerrar los ojos y dormir, se sentía incómoda al no saber que era lo que ocurría mientras ella estaba tumbada en una cama de una habitación de un blanco artificial que incluso con la luz de la luna hacía daño a los ojos, quizás por eso había decidido cerrar sus párpados.

Los volvió a abrir cuando la luz del día le dio en la cara con fuerza, no recordaba cuando había decidido dormirse, algo le dijo que habían sido quizás obra de los sanadores de aquella Orden. Sus sueños seguían siendo los mismos desde que había conocido de la existencia de la inocencia, una vez más sus oídos captaron un silbido imaginario, que le obligaron a sacar el abanico de debajo de la almohada. Su mirada lucía apagada y su expresión no era más que otro criptograma, que la exorcista seguía siendo incapaz de interpretar, aunque poco le importaba.

Se puso de pie, observando con desagrado la camisola blanca que había usado por obligación, su uniforme estaba lleno de sangre y luego de bañarse lo menos indicado había sido volver a ponerse ropas ensangrentadas. Bajó la vista observando sus pies descalzos sin saber muy bien que era lo que estaba esperando a que sucediera, por lo que siguió caminando por los pasillos de la orden, en la zona que daba al patio interior de aquella edificación. Se detuvo frente a la puerta y decidió sentarse para observar mejor el paisaje que aquella zona de verde le ofrecía.

Jaylen estaba acostumbrada a no comprender muy bien que era lo que sentía a cada momento, sin embargo en ese momento tenía una ligera idea de a que se debía la sensación de tener un nudo en la garganta. Era la muerte. Había dejado morir a alguien, es más le había ayudado a morir, no había sopesado bien las posibilidades… ¿Qué ocurriría ahora?

Observó a Whistle, mientras tomaba con fuerza con su mano derecha, dado que tenía tres dedos de la izquierda totalmente inmovilizados. Había cometido un pecado muy grande, según le habían dicho Sei y Reever, la inocencia era algo que representaba el poder de Dios, y ella había hecho algo que a sus ojos era horrible. ¿Iba a ser castigada?

Quizás si, lo peor quizás de todo aquello es que no sentía arrepentimiento, pues sabía que lo hubiera vuelto a hacer, era lo más lógico, su deber era proteger a los inocentes y a sus compañeros. Había ido demasiado lejos, bajando al nivel de su enemigo. Nadie tenía el poder de decisión sobre la vida o la muerte de las personas, había arrebatado una vida y tendría que aceptar las consecuencias… ¿Significaría eso que ya no era apta para ser una portadora de la inocencia?

Jaylen cerró los ojos con fuerza, abrazándose a sus piernas aún con Whistle en su mano derecha. Inclinó hacia delante su cabeza en un intento de esconder su rostro, sentía un miedo terrible de perder lo único que le había dado algo de libertad en aquel mundo aunque paradójicamente la atará de por vida a una muerte segura, ya no quería regresar a su casa, sobretodo ahora que había encontrado un hogar dentro de la orden oscura.

¿Existiría el perdón para ello?

Dejó escapar un quedo sollozo ante las extrañas ideas que ahora le sobrevenían, supuso que eso era a lo que el predicador se refería. Había muchas cosas que Jaylen no comprendía y algo le decía que no llegaría a entender nunca. Pero una cosa estaba segura, no quería renunciar a lo que ahora tenía.

-Kérlek, ne hagyj el.

Spoiler:

Se encontró extraña entre aquellas brillantes sábanas blancas, sumida en el olor del cloroformo y los medicamentos. No recordaba mucho... tan solo que la habían cogido y llevado en brazos...

Apartó el pelo de la cara con la mano, notándolo suave y desenredado... la habrían bañado? También sintió algo opresor en torno a sus costillas, como si se las hubiesen vendado... Notaba el agradable frescor de Ice en su nuca, indicándole que estaba bien. Eso la reconfortó bastante.

Se levantó cuidadosamente, para no marearse, pero se encontraba bastante bien. Algo en la cara le picaba, pero cuando se tocó, tan solo notó algodon y esparadrapo justo bajo su ojo izquierdo... ah, la carrera y el hierro aquel, que la había cortado... recordaba, pero no quería hacerlo.

Se preguntó donde estarían sus ropas, pero lo único que vio fue su suave bufanda blanca, que recogió agradecida, pues la habían limpiado. Recostado en ella se hallaba su golem, que la recibió con un suave movimiento de alas. Parecía cansado... así que lo dejó allí, guardando su querida prenda.

A los pies de la cama encontró una bata azul, suave y cálida pero sin llegar a pesar, y decidió ponérsela. Luego se lavó un poco la cara para despejarse, pues notaba los músculos entumecidos y los negrones comenzaban a asomar... seguro que parecía que había vuelto de la guerra...
Y tampoco era algo tan alejado de la realidad.

Abrió la puerta despacito, mirando a ambos lados para cerciorarse de que nadie la vería, y luego salió al pasillo, mirando en cada puerta que pasaba por el pequeño cristal cuadrado que había. Pero en ninguna encontró a su amiga...

Se mordió el labio preocupada, pues le daba la sensación de que a Jaylen le pasaba algo... había algo en sus ojos cuando la había mirado que no le había gustado, una sombra de preocupación...

La idea que ocupó su mente la hizo llevarse una mano a la boca, mientras maldecía y apuraba el paso. No podía ser que ella se sintiese culpable... aunque era comprensible, pero todo lo había echo para salvarla y la verdadera causante de su muerte había sido la propia Fareid, no su amiga.

Pensó que hacer, mientras recorría nerviosa los pasillos de la clínica sanadora, cada vez más rápido. Temía no encontrarla, o que hubiese hecho algo peor... no, no quería pensar en nada de eso.

De pronto, al pasar uno de los pasillos que daban al pequeño jardín, vio una figura acurrucada delante de una puerta.

El corazón le martilleó en el pecho, pero una voz en su cabeza le advirtió que estar nerviosa no ayudaría a su amiga lo más mínimo. Así que mordiéndose el labio casi hasta hacerse sangre se acercó despreocupadamente, y se sentó a su lado despacio, para no asustarla.

Vió como sus hombros se convulsionaban por los sollozos y reprimió las ganas de abrazarla. Jaylen era una persona especial...

Observó que tenía los nudillos blancos de tanto sujetar a su hermosa inocencia, aquel abanico llamado Whistle. Y una punzada de terror le recorrió la columna. No podían hacerle nada a Jaylen, ella no lo permitiría. Le pasase lo que le pasase, le debía la vida a aquella persona, y ni dios ni todos los exorcistas juntos podrían hacerle nada malo. No le importaba dar la suya a cambio.

Como un soplo de aire fresco, la voz de su madre se coló en su mente. Recordaba que ella la tranquilizaba cuando lloraba, le tocaba el pelo y la abrazaba, pero ya no estaba. Y ella no era la madre de Jaylen. No sabía que hacer...

Miró hacia delante y dejó que sus párpados se cerraran, mientras murmuraba suave y melodiosamente, algo que había dentro de ella y que ni siquiera su voz conocía...

- Codail suan, mo chadra bhán, codail sámh, a mhuirnín mhilis,
luigh go ciuín sa chliabhán, dún do shúil, a leanbh dhílis.
Réalta geala anocht ag luascadh ins an spéir, fuaim na coille agus ceol na hoíche; fág uait an olagón, níl ga ar bith leis choíche...

Cuando terminó, se sintió sorprendida y aliviada. Era la suantrai de su madre. Su canción de dormir... Ahora recordaba algo... y quizá hubiese ayudado. Eso no podía decidirlo sola.

Se limitó a quedarse allí, con la barbilla apoyada en las rodillas flezionadas y la mirada triste y a la vez alegre. Si tan solo Jaylen se pusiera bien...

Spoiler:

El mundo sin embargo seguía. Jaylen era consciente de ello y por lo tanto debía sobreponerse a las posibles consecuencias de sus actos, estaba preparada para la responsabilidad que aquello conllevaba pero eso no significaba que pudiera superar el miedo a perder a whistle y la oportunidad de poder volver a las personas que ahora eran importantes para ella

Se mantuvo en silencio a pesar de que Nine hubiera llegado a su lado, mas dejó de esconder su rostro, para alzar la cabeza y fijar su mirada en el jardín que se alzaba frente a ellas iluminado por el sol del medio día. Sus ojos observaban perdidos el color blanco de los pétalos de jazmín que había desperdigados por el camino de barro seco.

La canción que ahora entonaba su compañera inspiraba tranquilidad, al igual que lejanía y tristeza, o al menos así lo hacía su tono. Le hubiera gustado decirle que no se preocupara por ella, que pronto le pasaría ese extraño estado que se producía cada vez que algo escapaba a su lógica, cada vez que no podía predecir cual de todas las posibilidades que se podían suceder era la correcta. Eso era su miedo, la incertidumbre y la ignorancia. Jaylen también hubiera deseado en ese momento tener la sensibilidad o empatía suficiente como para agradecer a Nine el que se hubiera molestado en buscarla por ese extraño edificio para estar a su lado, solidarizándose con esos sentimientos que ella tanto aborrecía.

Esperó a que terminara su canción, sintió como su compañera parecía sentir una especie de alivio equivalente a si le hubieran quitado una pesada carga de encima, durante los siguientes minutos se dedicó a contemplarla por el rabillo del ojo, girando levemente su cabeza para no forzar tanto la vista. Con la distancia que había entre ellas podía tocarla con facilidad con tan solo alargar un poco su brazo, pero sin embargo así como veía Jaylen a su compañera tenía la sensación de que estuviera muy lejos de ahí. Siempre daba un aspecto frío como su inocencia y distante, al igual que se la veía contradictoriamente dura al igual que frágil, por encima de todo dolida. Jaylen tenía la teoría de que era ese mismo dolor, el que mantenía a Nine alejada de los que intentaban acercarse a ella.

Jaylen bajó la vista, y observó su mano izquierda, la siniestra pues así era como la llamaban las monjas con las que había pasado los últimos años también era conocida como la mano del diablo, la misma mano con la que había tomado aquella tierra que envenenó a Fareid... ¿Estaba relacionado que la mano que más usaba fuera la izquierda con su personalidad bizarra que parecía tan difícil para otras personas comprender y respetar?... No, aquello tan solo eran estupideces sin sentido, divagaciones que no la llevarían a ninguna parte y por sobretodo pensamientos que no eran propios de ella.

Con cuidado y algo de dificultad, dado la poca maniobrabilidad que tenía, tomó la mano derecha de Nine, con sus ojos fijos ahora en los pétalos de jazmín.

-Gracias Leány. -Dijo finalmente mientras dibujaba una diminuta sonrisa. -Yo quiero que sepas que no me siento mal por haberte salvado, como te dije ayer... Yo volvería a hacerlo, es tan solo que me arrepiento de como hice las cosas. Me dejé llevar por el miedo que me ocasionaron las palabras del predicador y el que pudieras morirte si no hacía nada, pero no es excusa para alguien que maneja un pedazo del poder Dios, rebarjarse al mismo nivel que alguien como Fareid. Está mal jugar con la vida de las personas. Estoy dispuesta a aceptar mi penitencia, si al menos sé que tu estas bien. Habrá servido para algo. -Terminó por decir, mientras acentuaba levemente su sonrisa.

Se mordió el labio, mucho más tranquila al ver la reacción de su amiga.
Por lo menos había servido para que dejara de llorar.

Sabía que había algo dentro de Jaylen que la preocupaba, pero ahroa ella no podía decirle nada. Su mente estaba todavía dañada por lo que había... visto, y le daba la sensación de que si intentaba ayudar a alguien, tan solo empeoraría las cosas.

Recibió su mano con delicadeza, para no dañarla, y no pudo evitar sonreír. En aquella misión habían estado dándose la mano todo el tiempo, casi le parecía algo tan habitual como respirar y eso que nunca había buscado el contacto con extraños.

No había nada que decir, así que se limitó a sostener su mano y relajarse, con los suaves sonidos que procedían del jardín.
Ellas tan solo eran dos niñas, sentadas y de la mano. La nube de tristeza había desaparecido... ahora tan solo quedaba la calma.

Al cabo de unas horas, que para ella fueron días, unos pasos y murmullos se les aceraron a través del pasillo.
Ante ellas el grupo al completo de enfermeros y paramédicos que los habían atendido, con el jefe al frente, las encontraron con una sonrisa.

- Señoritas Jaylen y Nim... Nine, perdón por la interrupción, pero hay algo que queríamos decirles... o más bien mostrarles.

Y ante una señal de aquel hombre de rostro amable, todos, y con todos se refería a posiblemente todas las personas del hospital o al menos todas las visibles, se inclinaron con una mano en la frente. En completo silencio.

Oh, cielos.

Se quedó con la boca abierta. Le temblaba la mano, y por unos instantes no supo que hacer, tan solo ponerse roja y tartamudear. Aquello era... demasiado.

Con una pizca de integridad sacada de sabe dios donde, consiguió coordinar sus torpes movimientos para hacer la reverencia en respuesta correspondiendo y agradeciendo el gesto y sabiendo que su compañera aún lo haría mejor a su manera. Pero ella no podía hacer nada más.

El primero en levantarse fue el médico jefe, que la miró todavía sonriente y se apartó, creando un pasillo entre sus hombres que se movieron a su vez, para indicarles algo.

- Tienen un tren a su disposición cuando quieran regresar. Un equipo de enfermeras las acompañará de vuelta para asegurarse de que su estancia sea confortable y lleguen sanas y salvas. El carruaje las está esperando fuera. Queridas exorcistas, llevan consigo el orgullo y el agradecimiento de todo el equipo médico... y de toda la ciudad de Agadir. No las olvidaremos jamás. Gracias.

Y dicho esto volvió a inclinarse, y se marchó, retomando cada uno sus tareas, menos dos amables enfermeras que se quedaron en el pasillo mirándolas con una sonrisa amistosa.

Nine se giró, y clavó la vista en su amiga, recordando que debía cerrar la boca en algún momento y así lo hizo.
Pero, qué decir o hacer...

Se dio cuenta de que todavía sostenía la mano de su amiga, y sin poder evitarlo sonrió hasta que le dolieron los labios.

- Jaylen.... volvemos a casa. - y con una carcajada, olvidadas muchas de sus heridas, se puso torpemente en pie, tirando de su amiga y recibiendo los saludos e indicaciones de las preocupadas enfermeras, que las arroparon y recibieron como... polluelos? Era un tanto molesto, pero reconfortante?
Agradeció las atenciones, sin soltar en ningún momento aquella mano.

A casa. Se iban a casa.
Juntas.
Y si algún maldito gilipollas quería hacerle algo a su amiga, tendría que psaar por encima de su jodido cadáver. Era su promesa.

Luego ya rezaría un rosario a modo de disculpa?Aunque igual se le olvidaba...

[cambio de escena XD]

Jaylen permaneció en silencio durante todo el tiempo en que todo sucedió, al parecer la orden Sanadora había prosperado tanto en Agadir porque precisamente era la protegida del hombre a quien habían visto morir la noche anterior. Por suerte para ellas, no habían llegado a tiempo para salvar a aquel hombre, pero si habían logrado evitar el asesinato de su sucesor y de tres miembros importantes de la jerarquía que había impuesta en aquel lugar. Una proeza que quedaría oculta al resto de las personas, y que al menos Jaylen no se atribuiría como victoria. Era una misión que le dejaría eternamente un sabor amargo, pero al menos la había ayudado a encontrarse un poco a sí misma. Ahora sabía que debía ponerse unos límites, tenía una responsabilidad muy grande, y por encima de todo si quería proteger a gente importante para ella, como salvar a las almas de los akumas, debía mantenerse íntegra para salvaguardar su sincronía con Whistle, no podía traicionarla.

Recordaba haber imitado los gestos tanto del grupo sanitario como de Nine, escuchando como se dirigían a ellas distraídamente, sentía un extraño calorcito en la mano donde sujetaba a Whistle que contrarrestaba el frío que desprendía el cuerpo de su amiga, estar de aquella manera la reconfortaba de una manera que poco podía explicar. No sabía muy bien que haría cuando llegaran a la orden, pero Jaylen se prohibió seguir pensando en ello, iba a aceptar cualquier castigo que le impusieran, deseando de algún modo que su arrepentimiento por hacer las cosas de maneras poco éticas sirviera un poco para que su inocencia no dejara de ser compatible con ella.

-Jaylen… volvemos a casa. –Escuchó como le decía Nine, se dejó tirar por ella, dedicándole una diminuta sonrisa antes de seguirla hasta que sintió como una de las enfermeras le hacía algo parecido a un placaje, solo que menos brutal y agresivo. La ignoraron cuando se quejó sobre que quería de regreso su uniforme, así que Jaylen solo se limitó a seguir junto a Nine, tomándola de la mano como si fuera una enana con un ligero retraso mental.

Su cabeza siguió cavilando en la palabra casa… y era cierto, ahora la orden era su único hogar, antes de llegar a Valea-viilor sabía que su familia no vería con buenos ojos que hubiera abandonado el convento, y ahora que había desaparecido por durante tantos meses, con lo rencorosos que eran no la dejarían regresar con ellos. Si le quitaban la inocencia… ¿Podría quedarse haciendo de buscadora?

Solo esperaba poder quedarse en la orden oscura, aunque esa idea hiciera que Jaylen se sintiera algo avergonzada… ¿Qué pensaría…?

-Espero que el viaje de vuelta sea mejor que el de ida. –Respondió finalmente, con el mismo aire ausente con el que había estado el resto del día, a la vez que perdía la visión de la ciudad desde la ventana del compartimiento en el que se encontraban ambas exorcistas, tenía la sensación de que ese paisaje tardaría tiempo en olvidarlo sin que le doliera la cabeza o su pecho.

[cambio de escena]

Evaluando

Lo primero es que quiero deciros que no tenéis la culpa de lo de los post subrayados, ya que si os fijáis hasta el perfil lo está y eso no lo podéis manipular, por lo que deduje que sería fallo del foro y tuvisteis la mala suerte que os toco a vosotras.

Jaylen

Originalidad: 2 pts. (Tanto tú como tu compañera redundabais mucho en lo que decía o hacia la otra, esto hace que los post sean más largos pero menos originales. Lo podéis usar un algunos post, pero no en casi todos, en especial los de la primera página)
Concordancia: 1 pts. (Tuviste algunas faltas de ortografía, aunque fueron pocas te bajan la nota. Además de que dejasteis algunas preguntas sin responder, se supone que había otro aliado en la zona y que atacaría a los supervivientes, pero pasasteis de ir a buscarlo a iros a la orden. Esto hace que pese a la buena calidad de los post os baje la nota)
Interpretación: 3 pts.
Realismo: 0 pts. (Esto os lo explico más abajo)
Respeto de las normas ya establecidas: 2 pts. (Aunque fue de manera leve, pero manejaste el personaje de Nine en alguna ocasión)

Total: 8

Nine

Originalidad: 2 pts. (Aquí también te influye lo que le dije a tu compañera en su apartado)
Concordancia: 2 pts. (Tuviste varias faltas de ortografía a lo largo de la misión, palabras mal escritas o cerrabas los signos de interrogación cuando no los habías abierto, te aconsejo que procures escribir más despacio y fijarte en lo que pones, si usas el Word te ayudara a mejorar en este apartado. También influye lo que le dije a tu compañera en su apartado, no podéis iros por las buenas cuando habíais pensado en ir a por el otro aliado, me pareció que la terminasteis de manera muy brusca. Esto hace que pese a la buena calidad de los post os baje la nota)
Interpretación: 2 pts. (pese a que eres una novata, has podido acabar con un gran número de niveles 1 de un solo ataque, al nivel que estas solo puedes acabarlos de poco a poco, además de que te irás cansando cuanto más usas la inocencia, cosa que no te lo he visto hasta el final cuando todo había pasado)
Realismo: 0 pts. (Esto os lo explico más abajo)
Respeto de las normas ya establecidas: 2 pts. (Aunque fue de manera leve, pero manejaste el personaje de Jaylen en alguna ocasión)

Total: 8

La razón del 0 en realismo es la siguiente, ¿Desde cuándo un usuario compatible a la inocencia es abandonado por esta y además cuando se va le deja ciego y le da el poder de predecir? Eso es algo surrealista y que contradice la trama de D gray man, os diré que los poderes son dados por la propia inocencia y sin esta no hay ni predicciones ni nada por el estilo, además de que no abandonaría a su usuario por las buenas, pese a que este no la acepte. Tampoco decís que tipo de inocencia es, si es parasita no le puede abandonar y si es equipo debería ser él el que la dejara. Además si las visiones son del predicador debido a la inocencia ¿como podía enseñárosla solo tocándoos? Sin mencionar que diciéndoos algunas palabras cogéis y os desmayáis, algo que no sabía muy bien como tomarlo.
Otra cosa que os bajo la puntuación es que si la planta que inventasteis, deshacía lo solido ¿Por qué no deshizo los órganos y demás componentes del cuerpo humano? Además de que cuando Nine fue afectada por ella se hubiera deshecho desde la piel fuera ya que se introdujo por la piel.
Debisteis explicar mejor todo esto ya que crea más confusión que aclaración, además de ser poco creíble.

Cierro tema.


Lilium Dice:
Ya arregle lo del subrayado En uno de los post de Nine de esta pagina, se dejo abierta la baliza de subrayado [ u ] <--- Esta, solo la borre y ya quedo normal. Saludos.