Misión de Reclutamiento [Ryota-Ariane]

No entendía nada de lo que el señor Mason quería decir, qué sucedía, en qué estaba metida, qué hacer, nada. Completamente nada. Estaba sumida en mis pensamientos, intentando encontrar una lógica para todo, hasta que oí un golpe en la ventana. Me alejé y oí las indicaciones de mi compañero, y dándole la orden de ayudar a Sebastian, me acerqué a las escaleras.
-¿Puedo llamarle Abel simplemente?- pregunté notando que una parte de mi rostro estaba mojado...así que él había estado llorando -Le protegeremos, no se preocupe, le prometí que nada sucedería.
El buscador lo ayudó a levantarse, y colocándome a la cabeza del grupo, comenzó el descenso de las escaleras. Seguramente afuera había un caos horrible para que Ryota pusiera tanto énfasis en dejar el lugar.
-Dead Soul Revolver, por favor no me falles- murmuré activando mi revólver.
Observé a mi compañero en el primer piso, y corriendo me puse junto a él. Suspiré una vez más; ya era oficial, los nervios me estaban traicionando.
-¿Qué es lo que pasa allí afuera?- pregunté con una expresión seria en el rostro.

Abel tenia la mirada vacía y apenas podía moverse. Cuando el buscador lo tomo por el brazo, casi caen los dos por un mal traspiés, pero poco a poco se incorporo…

Mientras sus pensamientos parecían danzar caóticamente en el espacio que era su mente. Podía oír lo que decían, pero su cerebro no asimilaba, era poco más que una marioneta, no era nada.

Su mente comenzó a gritarle con voces potentes cosas que no podia comprender en ese momento:

“Ellos están arriesgando su vida por ti, y tu estas ahí parado, como un trapo, una molestia, que deben llevar cual cruz hacia la colina de la crucifixión”.

“Aquí estoy Cheryl, esperándote en nuestro lugar especial, en mis sueños mas inquietos, veo esa ciudad, y ahí me estas esperando, se que iré a por ti, lo se por que tu ya te has ido, lo se por que tu no estas aquí”

“Quiero huir, correr, esconderme, evadirme, largarme, pero tu me lo impides, no puedo hacerlo por que tu corazón es mas grande que tu cerebro idiota, si no vas a huir, haz algo, o morirás.”

En ese momento, Abel estaba en el rellano con Ariane y el otro chico, una bala de demonio se dirigía directamente hacia donde estaba ella, e instintivamente, Abel se arrojo sobre ella para que pudieran esquivarla, en ese momento, Abel recupero la cordura que le quedaba y ayudo a levantarse a Ariane.

Miro fuera y vio como se desarrollaba la batalla. Miro a los tres y entonces comprendió lo que podía hacer.

-Esas cosas van detrás mía por algo que tengo, se que vuestra misión es rescatarme, pero no puedo permitir que muráis por mi culpa, yo ya no tengo nada, no me queda mas que regresar al lugar donde me esperan, siento mucho todo esto, espero que viváis mucho y que podáis ser felices de alguna forma. Ariane, solo puedo decirte algo que me dijo un amigo hace mucho tiempo, y es el legado que te dejo:

Abel comenzó a recitar de memoria un viejo poema que le había dicho William:

“No apuntes con la mano, la que apunta con la pistola ha olvidado el rostro de su padre.
Apunta con el ojo.
No dispares con la mano, la que dispara con la mano ha olvidado el rostro de su padre.
Dispara con la mente.
No mates con tu pistola, la que mata con la pistola ha olvidado el rostro de su padre.
Mata con el corazón”

-En nombre de tu padre, vive y se feliz.

Abel comenzó a correr a través del campo de monstruos llamando su atención y se interno en la niebla esperando que le siguiesen y ganar un poco de tiempo, de momento alguno de los demonios le seguían, al igual que sus pesadillas.

-Dios, no entiende aun que estamos aqui para rescatarlo, bueno uno tiene que ir a buscarlo y otro qeudarse aqui para proteger a Sebastian y destruir a los akumas, creo que es mejor que vayas por el, descuida puedo cuidarme solo cuando pueda te alcanzo- dijo mientras le sonreia.

-Sebastian, quedate aqui hare lo posible para despejar el lugar mientras escapas.

-Pero... exorcista-sama, no puedo permitir que me protega arriesgando su vida.

-Ya dije que puedo cuidarme solo ademas esto no solo lo hago por ti si no que tambien para divertirme un rato hace unos dias no mataba akumas - dijo entre riendo y un tono sadico mientras salia de la casa.

-Bueno,ahora empieza la fiesta- dijo mientras agitaba su yoyo destruyendo akumas por su paso y esquivando algunas balas

No tenía deseos de dejarle toda la diversión a mi compañero, pero debía admitir que tenía toda la razón. No había hecho otra cosa que seguir órdenes a lo largo del día, pero la verdad era que no quedaba de otra.
-Sólo déjame algunos akumas, ¿entendido?- dije sonriendo, mientras echaba a correr lo más rápido que me era posible.
Caí en la cuenta de que no podía seguir corriendo entre tanta niebla, por lo que no dudé en disparar hacia el cielo, utilizando el Crow Light. Los cuervos eléctricos surcaron el aire, y en unos momentos se esfumaron, aumentando bastante la visibilidad. Otros embistieron a uno que otro akuma que se cruzó en su camino.
-¿Dónde está, Abel?- grité algo ronca, jadeando -¡Por favor, no se oculte!
Miré a todos lados, viendo como los rayos de luz de los cuervos comenzaban a disiparse lentamente. El corazón comenzaba a darme tumbos en el pecho, hasta que por fin logré encontrarlo.
-¡Abel, no sea loco y escúcheme!- dije corriendo hacia él y conteniendo las ganas de darle una buena bofetada en toda la cara -¡No puede salir así como así, usted no puede morir! ¿Es que no lo entiende?
Algunas balas de akuma impactaron cerca nuestro, por lo que con la poca luz que quedaba, disparé, colocando una gran carga eléctrica. Estaba bastante cansada, pero la acción apenas comenzaba, no podía permitirme flaquear.
-Permanezca a mi lado- dije con un tono de voz bastante autoritario para mis escasos quince años.

-No puedo dejar que os sacrifiquéis por mi, no valgo nada. Aun tenéis la vida por delante, ¿Es que no lo entiendes?

“No, el que no lo entiendes eres tu, ellos no pueden hacer nada mas que llevarte como una carga de aquí para allá, no pongas las cosas mas difíciles, ríndete.”

El rostro de Abel se sumió en las sombras, sus ojos quedaban tapados por estas:

-Entonces, ¿Estas insinuando que no haga nada? ¿Qué me quede aquí parado, viendo como tu, ese hombre, ese chico morís? ¿Quieres que agregue mas nombre a la lista que tengo escrita en mi alma? ¿Qué agregue mas personas que han muerto por defenderme?

Abel comenzó a llorar, mientras apretaba sus puños por la ira y temblaban de furia.

-Lo único que puedo hacer es ver como los demás se sacrifican por mi, mientras que yo no puedo dar a cambio, mi mente esta destruida, pero mi corazón aun sigue en pie, con los remiendos que Cheryl le hizo. ¡NO DEJARE QUE NADIE MAS SE DESTRUYA POR MI CULPA!

Mientras Abel gritaba esto, el tocadiscos comenzó a escucharse fuertemente y un leve brillo azul podía verse en el segundo piso, la niebla se retiraba rápidamente.

Ante el apareció un monstruo, uno de los que no tenían brazos, y este espero pacientemente a que Abel le diera la orden.

-Ahora lo entiendo todo, no son mis enemigos, son mi penitencia viviente, el amor que Cheryl sentía por mi y que se a distorsionado por mi locura. Siento la luz calida en mi pecho, no dejare que nadie mas pelee por mi, de ahora en adelante.

Con un gesto, Abel lanzo al monstruo contra uno de los enemigos que estaban acosándolo. Emitiendo un chorro de acido, deshizo al demonio en un charco púrpura para luego volver a desaparecer.

Su rostro tenia la determinación que necesitaba para poder continuar adelante.

-Bueno hora de terminar el trabajo- empese a girar con el yoyo extendido formando un remolino sobre mi destruyendo con explosiones a todos los akumas cerca mientras otro se dirijian por la direccion por donde se habian marchado mi compañera y abel

-Señor Sebastian ya esta todo depejado vuela a la estacion y prepare el tren para irno lo antes posible yo ire a buscarlos- dije mirandolo fijamente.

-ok, no hay problema de eso me encargo es mi trabajo- dijo riendo mientras se alejaba

Vi la extraña Luz que provenia del tocadisco y subi a buscarlo rapidamente

-Esto esta brillando raramente quisas sea la inocencia debo llevarmela.

Corri lo mas rapido posible tras ellos hasta que pude alcansarlos

-Ok, Esta todo listo ebastian prepara el tren para ir de vuelta a la orden, ahhh perdon por mi descortesia -extendi la mano hacia Abel

-Soy Ryota, Ryota Hakai un exorcista como podra ver, bueno no hay tiempo de explicar cuano vayamos a la orden te enteraras.

Me quedé atónita al ver la actitud del señor Abel. Vagas teorías daban vueltas en mi mente, pero lo cierto es que no tenía idea de qué es lo que hacía allí, con un revólver negro con detalles dorados en la mano, sintiendo el cabello algo erizado por la electricidad de mis ataques. Abel Alphonse Mason era un hombre que necesitaba ayuda, o al menos esa fue la única impresión que pude llevarme.
Suspiré al ver llegar a Ryota, y aún manteniendo a Dead Soul Revolver en la mano, posé una mano en la espalda del hombre que tenía a mi lado. Todo había ocurrido muy rápido, demasiado para mi gusto, pero no había nada más que hacer.
-Señor Abel Mason, relájese por favor- dije volviendo a mi tono de voz bajo -Y venga con nosotros a la Orden.
Desactivé mi arma en un murmullo, guardándolo en su respectiva funda y haciendo que volviera a su habitual color plateado. Me acomodé un como el cabello, pues algunos mechones me caían sobre los ojos y me molestaban bastante. Sentía el pecho y las piernas adoloridas por correr tanto de un lado a otro, pero tendría tiempo de descansar en el viaje de regreso.
-No creo que pueda hacer mucho más aquí- concluí respirando profundamente.

Abel cayó rendido a los pies de Ariane, exhausto por algún tipo de esfuerzo que no llegaba a comprender. Vio como el otro muchacho llegaba y le tendía su mano, sin pensar más de lo necesario, alzo una rodilla y también beso la mano del chico.

- Abel Alphonse Mason, ultimo descendiente de los Mason, para serviros. –su voz volvía a ser respetuosa.

Mientras, miro el paisaje a su alrededor, la niebla se había ido y el alba asomaba por el horizonte, su casa estaba completamente destruida.

A su lado estaba el pesado tocadiscos que el chico había traído no sabia muy bien como. Un resplandor azulado se apago lentamente mientras los primeros rayos de sol asomaban por el horizonte.

Abel se hecho los cabellos hacia atrás y se enjuago el sudor con el reverso de su manga. Nada le ataba a ese lugar, podía ir donde quisiese, quizá seria buena idea ir donde le decían los niños, quizá encontraría a mas gente como el, gente a la que salvar.

-Está bien, iré con vosotros, pero tenéis muchas cosas que explicarme.

Tomo el pesado tocadiscos con ambas manos y se lo cargo con esfuerzo, ando un par de metros y se volvió con una sonrisa radiante, como la que no había tenido en muchos años.

-¿Nos vamos?

Los jovenes caminaron el trayecto hasta el tren en el cual los esperaba Sebastian.

-Que bueno que estan a salvo, me alegro mucho el tren esta listo nos llevara a la orden inmediatamente suban y dejenme el tocadiscos a mi.

-Ok- tomo el tocadisco que tenia Abel y se lo paso a Sebastian

Subimos al tren y nos sentamos en un gran sillon lujoso

-Wiii adoro este tipo de trenes, en fin vamos a casa por fin...

El tren partio dejando aquella ciudad y llevandose a los 2 exorcistas y al nuevo recluta....

Mision completada

[Cambio de Escenario]