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~Deutschen gegen Zombies~

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Mensaje por Invitado Miér Oct 03, 2012 12:32 pm

Komui escribió:

Nos han llegado informes sobre de un extraño levantamiento que está teniendo lugar en las Islas Marianas. Desde hace algún tiempo la población ha crecido rápidamente, y de forma inexplicable, sin embargo esto no es lo más extraño, sino que desde hace varios días cada noche un gran número de muertos se han levantado de sus tumbas para rodear un antiguo castillo. Sabemos con certeza de que la construcción está habitada por una familia, es por eso que enviamos al exorcista Sei a investigar el lugar, y determinar si se trata de algún Aliado del Conde como son nuestras sospechas.




El pesado, húmedo y caliente aire marino, fue lo primero que recordaría de aquella isla absurdamente poblada. ¿ Y por qué absurdo ? Pues porque en un espacio de apenas quinientos kilómetros cuadrados, había como doscientos tipos de personas con diferentes nacionalidades, hablando, girtando, comiendo y viviendo todas a la vez, cada una en su propio idioma natal... lo cual generaba un maremágnum de murmullos constantes, como el zumbido de un enjambre de moscas que entraba en sus oídos , alcanzaba su cerebro y una vez allí, se negaba a abandonarle.

Podía distinguir toques de portuqués y español chapurreados, chino, japonés, inglés, y quien sabe qué lenguas aborígenes propias de la zona. Pocos germanos pudo apreciar entre la morena masa de personitas de diminuto tamaño, sin duda el káiser apenas había tenido tiempo de instalarse y acomodar a sus súbditos en su nueva colonia recién expropiada a los españoles.

Dirigiendo tan sólo una mirada al su silencioso acompañante de cabello gris, que poseía un inconfundible aire de omnisapiencia asiática, le indicó que se separaran de aquel bullicioso centro de pueblo en el que los había ''soltado'' el arca, con el fin de poder distinguir sus propios pensamientos entre tanta algarabía popular.

Mientras llegaban a un callejón anexo entre las construcciones de mimbre o algún otro vegetal resistente que utilizaban para las casas,pudo comprobar de primera mano como muchos de los habitantes se inclinaban y santiguaban ante su paso, posiblemente confundiendo el símbolo de la cruz de la orden con algo católico. Se notaba que los misioneros habían hecho bien su trabajo de cristianizar a los indígenas, aún si luego lo habían pagado con su carne y sangre, perdiendo la vida en alguna de las múltiples revueltas en contra de su sabiduría bíblica.

Tampoco escapó a los ojos del experto buscador, la atención no deseada que sin duda originaron las vestimentas del exorcista entre algunas de las personas trajeadas que pululaban a su alrededor, inconfundibles entre el resto de la multitud que portaban ropas mucho más pobres. La mirada de reconocimiento y posterior odio y/o temor eran... demasiado significativas.

Maestro, creo que la intuición de la central sobre la presencia del Conde entre estas gentes era, del todo acertada. – le susurró el coreano, en un aparte entre dos casetas que impedía que les pudieran oír.

Dämon alzó sus rojizos iris y contó dos, luego tres hombres, todos ellos apartando los ojos cuando la incandescente mirada del alemán se posaba en ellos. Un par se alejaron sigilosamente sin duda a informar al que estuviera al mando, mientras el otro se alejaba un par de metros a modo preventivo pero sin perder su objetivo.

O son ladrones o saben que tienen problemas, Choi. – había optado por llamarle tan sólo por su apellido, pues se notaba de sobra que aquel hombre a pesar de llamarle maestro por norma, tenía más experiencia en un solo dedo de la mano que él en todo su cuerpo. – En ambos casos, malo para ellos, bueno para nosotros.

El buscador suspiró y se cruzó de brazos.

No deberíamos iniciar una pelea abierta hasta no saber qué sucede, joven maestro. He leído su historial, y en este caso creo que el problema puede ser más profundo que una simple ocupación de akuma, fácilmente solucionable con un poco de exterminación sagrada. Si fuera así, posiblemente le habrían enviado a usted sólo. – añadió con calma – Conclusión, yo estoy aquí para evitar que usted... carbonice en exceso. – le sirvió una sonrisa sin sentimiento, pura y llana razón indiscutible y él no tuvo más remedio que reprimir la suya propia. Los tenía bien puestos el buscador, eso, sin duda.

No abuse de mi paciencia, señor Choi. No es algo que abunde en mi persona. – le comentó de pasada mientras se reclinaba sobre la pared de la casa más cercana y aguardaba por el resto del plan, sin duda una estrategia sin huecos ni errores y que por supuesto no requería de su confirmación.

En cierto modo, comenzaba a pensar que el ayudante era el, y no el buscador.

Sacándose un mapa del bolsillo, de incongruente plegado dado el tamaño del papel una vez lo hubo desplegado, el peligris procedió a señalar dos puntos marcados con lápiz.

Aquí está el castillo, y aquí la zona donde los caminantes de la noche, digamos, brotan. Opino, que mientras usted habla con los nobles que habitan el lugar asediado, yo podría hacer reconocimiento en la zona del cementerio. – ¿Opino? Aquello no era una maldita sugerencia, pero, como siempre, los asiáticos tenían su irritante y educada manera de insinuar las puras órdenes.

La sonrisa en los labios del más joven se hizo patente, incontrolable y macabra, como siempre.

Ahh~ tengo un par de cosas que decir al respecto, pero apuesto mis guantes a que tendrá una respuesta lógica y sensata para rebatírmelas, con lo cual, me abstendré de hacernos perder el tiempo. – el asiático se limitó a asentir de forma condescendiente, cosa que logró crispar al exorcista, mientras plegaba el mapa de forma perfecta y minuciosa ante la irascible mirada del otro – Scheiße, no me apetece lidiar con esos puñeteros estirados... luego tendremos una pelea más tarde por esto Choi, usted lo sabe, yo lo se, así que ni se le ocurra negármela.

El coreano por fin le devolvió el gesto, con un brillo en los ojos, aquel maldito podía tener 30 o 60 años, y nunca lo sabría, pero tras ese instante de revelación, nuevamente se limitó a asentir y sonrió de aquella forma tan perturbadoramente plana, para luego alejarse y desaparecer de su vista en un abrir y cerrar de ojos.

Por su parte, se revolvió el pelo, sacó un cigarrillo de su bolsillo para calmarse, vicio recientemente adquirido gracias al otro alemán de la sede, y echó a andar desganado hacia el único edificio que había en la zona, con el suficiente tamaño como para resultar un sucedáneo aceptable de los ostentosos castillos germánicos.

No se olvidaba de la sombra que tenía detrás, lo único que quedaba por averiguar es si le seguiría hasta el propio castillo, le atacaría antes o se largaría.

Crujiendo los nudillos mientras guardaba su encendedor, pensó que la segunda opción era la que más le apetecía.

____________

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Mensaje por Invitado Sáb Oct 06, 2012 12:33 am

Aun el sol resplandeciente se alzaba sobre las olas marinas, su calor y luz que cubría a todos los seres de esta tierra eran tan necesarios, y aun así, yo permanecía encerrada en mi castillo sin nada que hacer, los deberes de una princesa cuyo trono le fue robado por un tío suelen ser cercanos a nada.

- Maldición, ademas de que ese bastardo tomo el trono de mi padre para el solo... para haciendo fiestas de adinerados dos veces cada mes, derrochando el dinero que mi padre consiguió con tanto esfuerzo... ¡¡¡HAAAAA!!! ¡¡ maldición!! ¡¡¡¿¿¿bastardo mientras tu festejas yo solo tengo que dignarme a portarme como una dama y a permanecer encerrada en este castillo mientras el mundo sigue girando y esos malditos muertos vivientes vienen a molestar cada noche???!!! -

Muy posiblemente por la educación recibida en Grecia cuando era niña... mis hábitos no eran especialmente, refinados y aunque en China me habían enseñado muchas cosas mas relajantes, me era imposible pensar en ellas cada vez que pensaba en todo lo que me perdía mientras estaba aquí. Pero entonces, se escucho un golpe en la puerta, mas exactamente, dos golpes suaves, seguidos de tres mas y finalmente un golpe mas luego de una pausa de exactos 5 segundos, era la señal secreta que le había confiado a uno de los pocos hombres y mujeres que le seguían siendo fieles a mi padre y a su linaje luego de la toma de poder; el escuchar esa tonada me tranquilizaba un poco, sin tardar me senté sobre la cama de plumas de ave y observe la puerta

- Passieren, wenn du dich traust... -

Esto también era parte del código, si no llegase a responder esto después de máximo dos minutos de haber tocado la clave, se activaría un nuevo protocolo inmediatamente, todas estas claves y protocolos fueron idea mía con el objetivo de evitar cualquier peligro, tenia que cuidarme muy bien las espaldas ahora que me encontraba sola rodeada de los hombres de mi tío; pero esa historia seria para otro momento, la puerta se abrió y entro un hombre cuya tonalidad de cabello no concordaba con su manera de vestir, su cabello ya gris por el paso del tiempo hacia que se viera incluso como un casanova al llevar un conjunto de chaqueta y pantalón de dril de color verde olivo con unos lustrosos mocasines negros, una camisa fuera del pantalón totalmente y de color amarillo quemado, unas gafas oscuras que cubrían sus ojos color marrón brillante, sus cejas eran desordenadas y levantadas lo cual le daba un mayor toque de severidad.

El hombre hizo una venia profunda y continuo hacia mis aposentos, fijo su mirada en la ventana, aunque sus anteojos oscuros no permitieran ver claramente hacia donde dirigía su vista, yo ya lo conocía desde hace tanto que podía notar cada movimiento sutil en su cabeza, mientras sonreía un poco al verlo y pensar esto, el hombre dijo en un tono grave pero un poco descomplicado

- Con la ventana abierta de par en par, un asesino novato podría entrar fácilmente a atacarla, princesa... -

Con mi mirada aun fija en el hombre le respondí a la mayor brevedad a su advertencia mientras mostraba una sonrisa picara y desafiante

- Y si fuera un novato seria una lastima para el, pues lo molería a golpes antes de que pudiera siquiera asestar un golpe... -

La cabeza del hombre volteo ligeramente hacia mi dirección, sabia que ahora estaba mirando a mis ojos directamente mientras el replicaba

- En esta época los puños solos no bastan princesa... las nuevas armas del siglo son cada vez mas mortíferas, y aun así la distancia mínima que necesitan para silenciar a su objetivo parece ser aun mayor... -

Continuando su replica, el hombre dio unos cuantos pasos hasta llegar a la ventana y con un solo movimientos de sus manos cerro las puertas que llevaban al balcón, yo sabia que esa puerta era protección insuficiente pero aun así el insistía en que la mantuviera cerrada, ¿tal vez costumbres de sus años mosos?...

- Sabes muy bien que me da claustrofobia este lugar, si no soy capaz de salir del castillo al menos debería poder observar el exterior por el balcón, ¿me negaras ese derecho? Alois... -

Ese es el nombre de mi hombre de confianza, aquel que asegura mi bienestar mas que ninguno y que estuvo mas cerca de mi padre en sus últimos días, Alois también se aseguraba de mantenerme informada sobre lo que ocurría afuera y que no podía ver desde mi balcón, la razón de su visita era seguramente que había sucedido algo nuevo en la ciudad de lo que debiera estar informada

- Muy bien, cuéntamelo todo, ¿que ha sucedido en la ciudad?... -

- ... Algún día vendré por otra cosa que darle información, y entonces seguramente le daré una sorpresa por eso... -

Alois se ajusto los lentes y camino un poco hacia la puerta, la cerro suavemente y volvió esta vez a posicionarse justo frente a mi, aclaro su garganta y empezó el reporte

- Según las palabras de Arnolf, parece que han llegado un par de forasteros especialmente extraños, uno vestía con una especie de manto beige y el otro con un uniforme negro con bordados rojizos, poseía también una cruz de plata en el pecho del uniforme, Edel se encuentra buscando en los archivos y usando sus conexiones para averiguar de donde pueden provenir estas personas, ademas parece que Arnolf continua siguiendo al hombre uniformado que se dirige hacia el castillo ahora mismo, sus ordenes princesa... -

¿Un par de forasteros eh? Y ademas uno se dirigía hacia acá, eso era definitivamente algo que valía la pena ver, tal vez seria algo mas interesante que eso de ser asechados por muertos vivientes todas las noches, mientras una sonrisa oscura y picara se dibujaba en mi rostro, me puse de pie y mientras caminaba hacia el ropero di las ordenes de actuar

- Muy bien, por ahora seguiré el juego de la princesa indefensa para poder observar con mas detenimiento al uniformado, todos ustedes, y me refiero a todos los nuestros deberán esperar indicaciones mías, el protocolo a seguir es "Igel", que Arnolf siga al forastero hasta que el castillo se encuentre a 500 metros y luego permanezca en espera como los demás, tu como siempre estarás a mi lado así que cuento contigo, eso es todo. reparte mi palabra Alois... -

Mientras dictaba mis ordenes, sacaba un vestido de falda larga, con corset y ornamentos en plata, ademas empece a desvestirme sin mas a pesar de que Alois se encontraba aun allí, finalmente y cuando termine de dar mis ordenes, Alois hizo nuevamente una venia profunda y mientras caminaba hacia la puerta dijo en un tono un tanto molesto

- Princesa, sus modales son como siempre muy pobres, una mujer nunca debe desnudarse frente a un hombre a menos que este sea su amante de toda la vida, debería tener mas pudor especialmente puesto que usted ya esta en la edad de convertirse en toda una mujer... mit Ihrer Erlaubnis... -

Y con estas palabras, requeridas para completar el código, Alois cerro la puerta tras de si mismo dejando la habitación en silencio nuevamente, excepto por el sonido de la ropa mientras era removida y luego puesta sobre mi cuerpo, mi sonrisa ante las palabras de Alois era algo, nostálgica y carente de total seriedad, para mi misma dije una sola frase antes de volver al silencio y terminar de prepararme

- ¿Una mujer?... Cosas como el pudor o los modales no podrían importarme menos en un momento como este... -

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Mensaje por Invitado Mar Oct 09, 2012 11:52 am

El compás de sus pasos siendo ''seguido'' resultaba curioso y memorable por el hecho de que ya fuera un humano normal con habilidades de espía o un akuma camuflado, siempre se comportaban del mismo modo absurdo.

Yo me detengo en la esquina, tu te paras en el puesto de fruta fingiendo interés por el estado de los duraznos, si de pronto desaparezco de tu vista esas pisadas tranquilas se vuelven erráticas y aceleradas, un quiero correr y no puedo... Aah~ l'amour. Era terrible que no existiese un manual o algo por el estilo para gente con tendencia a inmiscuirse en asuntos ajenos.

De hecho si lo hubiera, debería haber sido escrito por un exorcista, pues aquella descripción se adecuaba demasiado a su modo de vida.

Entre rodeo y rodeo de mutua observación, el exorcista no perdía de vista el castillo y mientras que el intentaba acercarse, parecía que su sombra tenía un objetivo un poco diferente, pues su comportamiento se volvía cada vez más inquieto conforme desaparecían los metros que les separaban de la mole de piedra victoriana, tan inadecuada y ostentosa como lo era el mero hecho de que en un lugar sin canteras naturales se hubiera edificado un castillo.

Comenzaba a formarse una desagradable opinión sobre el motivo de los ataques a la fortificación, una opinión que no se alejaba demasiado de la que posiblemente tenía el Conde, aunque por supuesto aquello no era sano para su actual condición. Debía mantenerse calmado para poder cerrar la boca del señor Choi no sólo a puñetazos.

No perdiendo detalle, Dämon desapareció unos segundos entre el intrincado laberinto del pueblecito cuyas casas apenas servían para ocultar su estatura europea, y consiguió colocarse justo detrás de su perseguidor, logrando un análisis más completo del mismo y pudiendo escuchar los susurros que se le escapaban de cuando en cuando.

Y por ello no pudo sorprenderse al oír como declamaba guturalmente en alemán. De forma pintoresca pero manteniéndose dentro de lo educado... realmente, había gente estirada en todos los lugares del mundo, incluso allí donde la pobreza que los rodeaba no podía ser más abyecta y lastimera.

So, allí estaban los compatriotas. Y al parecer sus actos habían llamado su atención de forma satisfactoria.

Teniendo por fin conocimiento de causa y sin querer lastimar al hombre todavía no-confirmado-como-akuma, retomó su posición inicial al frente de aquella procesión de dos, fingiendo haberse perdido y haciendo alguna que otra exclamación en francés.

Aquello, tan obvio, funcionó sorprendentemente bien, y mientras seguía su camino hacia el castillo, el hombre se comportó tal cual esperaba, incluso parecía más tranquilo que antes. Tal vez en los minutos que había empleado en volver a su posición alguien le habría dado órdenes...

¿ Le había llamado gabacho escurridizo ? Duh, reírse de la nada sólo sirvió para acrecentar la opinión del otro de que se trataba de un europeo chiflado más.

Cuando prácticamente estaban llegando, notó que la presencia de su perseguidor disminuía hasta desaparecer entre el bosque tropical que rodeaba los terrenos de la propiedad. Sin mostrar alarma, pues el gabacho escurridizo no sabría nada de todo aquello, continuó avanzando hasta la misma entrada, interesándose por las vistas que incluían una pequeña playa de agua cristalina a lo lejos, apenas entrevista por la abundante maleza, acantilados, un camino que descendía sin duda a la zona del cementerio que había mencionado el señor Choi, y otras curiosidades incongruentes como estatuas y parterres de rosas, propias de una construcción europea en medio de una isla que no lo era.


Una vez hubo alcanzado la entrada, se detuvo, en espera de alguna reacción por parte de las múltiples personas con instintos homicidas que le rodeaban, agazapados en diferentes posiciones.

Esperaban... algo, o tal vez a alguien. Probablemente lo que esperaban no tenía nada que ver con el exorcista, de hecho le daba la sensación de que preferirían que se estuviera quieto.

Cambiando el peso de una pierna a la otra, decidió concederles ese pequeño deseo.

Allo~ ? – si mal no recordaba, el supervisor Reever le había dicho hace poco que Alemania estaba en guerra con Francia, sehr gut, aquello no podía resultar más apropiado – Je me demandais si vous pouviez me dire où trouver un logement...

Aquellas palabras fueron dichas a nadie en particular, puesto que se suponía que allí no había nadie más que él. Su acento y cadencia eran perfectos tras años de estudio, tanto que hasta podía permitirse especificar el tono para proceder de una ciudad u otra, por ejemplo aquel era tan parisino que casi resultaba insultante.

Pero, dudaba de que entre el personal de ''fuera'' hubiera alguno lo suficientemente culto para notarlo, aunque por supuesto, su objetivo no era ellos.

¡ Es ist showtime !



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Mensaje por Invitado Sáb Oct 13, 2012 12:45 am

Spoiler:

Finalmente he terminado, los vestidos formales de Alemania son tan molestos, aunque no se si así serán todos los vestidos formales, en todo caso había tomado casi 20 minutos en ello incluyendo el proceso de esconder mis tonfas en mis ropas, en estos tiempos tenia que andar con extremo cuidado por fuera de mi habitación, los múltiples asesinos, probablemente la mayoría contratada por mi tío rondaban el castillo incluso a veces mezclados con los habitantes del mismo.

Mientras finalmente salia por la puerta de mi habitación, con mi siempre confiable paraguas en mano camine con determinación y un aire imponente a través del pasillo, cada persona con la que me encontraba hacia una venia hacia mi y eso me parecía ridículo, por que tenían que sentirse inferiores hacia mi? solo por mi titulo? la cuna en la que nací? acaso ellos habían nacido siendo criados así? o acaso simplemente se sentían tan bajos como para verme a los ojos... como fuera la razón, simplemente no podía obligar a nadie a hacer lo que no quería.

Aun así algunos de ellos levantaban la vista levemente y me lanzaban una sonrisa, la cual yo les devolvía con total normalidad, la razón era que aquellos que levantaban su mirada, eran los que me seguían ciegamente, me conocían lo suficiente como para saber que yo prefería que me vieran a los ojos y me trataran como una persona mas, finalmente viendo las diferentes reacciones termine llegando a la sala central del castillo, donde una vez mas, se estaba realizando una fiesta de etiqueta, realmente no me importaba nada sobre lo que ellos estuvieran haciendo ni mucho menos lo que mi tío hacia, razones de sobra para pasar de largo a través de la muchedumbre que parecía no detallarme, era algo bueno pues no habrían estorbos en mi camino y era también de esperar pues yo casi nunca salia de mi habitación a no ser por que necesitaba algo con urgencia.

Finalmente llegue a la sala de recepción, una especie de pasillo del tamaño de una habitación normal que se encontraba frente a la puerta principal, y ahí me decidí a esperar al forastero a que llegase, lo recibiría como una princesa e intentaría sacarle algo de información; esta era la base del protocolo "Igel" y hasta ahora había funcionado perfectamente, razón por la que simplemente me pare allí e inesperadamente, en menos de 5 minutos pude escuchar una voz, una voz en un idioma que no pude entender, con un dedo sobre mis labios incline mi cabeza hacia un lado y luego con total normalidad me acerque a preguntarle al guardián del portón

- Oye, ¿tu sabes que idioma es ese?... y que dijo ese sujeto... -

El guardián que parecía haberse enojado un poco al escuchar las palabras del hombre me respondió, sin ningún miramiento tal vez por su enojo

- Ahhh... ese es el francés, y ese bastardo de afuera debe ser uno de ellos... me pregunto si debería echarle a patadas, se ha atrevido a pedir posada nada menos que en el castillo real de las islas marianas alemanas! -

- Alto, ordeno que abras la puerta, inmediatamente. -

- ¡¿Eh?! pero princesa, ¿sabe usted lo que son los franceses acaso? ¡¡son nuestros enemigos!! -

- Ohh... eso es interesante, ¿piensas desobedecer una orden mía eh? no importa que mi padre ya no se encuentre, sigo teniendo la autoridad al menos en esto, ¿aun así piensas oponerte?... -

Justo en ese momento mi mirada se convirtió en una mirada de enojo, mis ojos se centraron en los del hombre, y aquella mirada de intimidación que me había enseñado mi maestro en Grecia estaba haciendo su efecto, en cuestión de segundos el hombre quedo mudo ante mis ojos color miel, que con esta mirada parecieran tornarse del color de las llamas; incluso le hice olvidar el odio hacia el francés de afuera y sin decir ni una palabra simplemente abrió la puerta principal, soltó la cuerda y la puerta cayo lentamente, pasando sobre el pequeño riachuelo que rodeaba el castillo dejando así pasar a quien quiera que fuera aquel sujeto pidiendo posada...

- Eso es, así me gusta mas... solo piensa la próxima vez por ti mismo y no por lo que todos piensan, te darás cuenta de que es mucho mas refrescante. -

Ante este consejo de vida solo le mostré una sonrisa suave, totalmente diferente a la mirada de hacia unos segundos...
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Mensaje por Invitado Dom Oct 14, 2012 7:04 pm

Mientras se aguantaba las ganas de reír al escuchar los comentarios poco discretos que provenían de detrás de la puerta, no pudo si no ponerle cara de institutriz a la mujer que estuviera entonando aquella serenata amonestadora al pobre soldado de la entrada.

Era extraño toparse un noble que no le interesara la política, aunque tal vez esta fuera sin más un ama de llaves cuya única preocupación eran los ratones en el almacén y los visillos descolocados.

Curioso, por fin, a causa de lo que ocultaban aquellos muros, se apartó de manera deliberadamente torpe y sorprendida al notar como la puerta descendía para darle paso franco sobre el insignificante tramo de agua que rodeaba el castillo, una barrera bien inútil para cualquiera que supiera nadar, aunque con el calor de la zona la profundidad posiblemente sólo le daría para mojar los tobillos.

Componiendo su mejor expresión de diplomático desconcertado, se descompuso durante una milésima de segundo al distinguir la silueta y, como no, la edad de la persona que se hallaba en el recibidor. Fue imperceptible desde fuera, sin duda, pero para el, aquello suponía un enfoque diferente de la situación. Y le daba la sensación de que el omnisciente de su compañero tenía algo que decir al respecto.

¿ Una... jovencita ? O una mujer muy bien conservada, lo de la edad no era su especialidad. Engalanada como si fuera a recibir al mismísimo emperador, habría que añadir. No estaba mal de cuerpo, su cabello tenía una tonalidad curiosa, siempre que uno fuera aficcionado a fijarse en esas cosas, pero a alguien como el le llamaron la atención las pequeñas cicatrices que portaba en zonas camuflables de su cuerpo, y lo reveladoras que resultaban precisamente por el hecho no las ocultara con aquella aparatosa vestimenta propia de la nobleza. Nudillos, rostro, cuello, codos... Aquella persona tenía entrenamiento encima, lo cual, sólo podía significar dos cosas. O era un soldado disfrazado, o era una rica excéntrica.

De su aspecto, no necesitaba mucho más. Lo único que no comprendía todavía era qué podía atraer al Conde hacia aquel lugar, y más si ella era la única habitante...

Una inocencia, asuntos turbios de la familia tal vez, aliados... improbable dada la lejanía de cualquier núcleo político de interés. No podía perder de vista lo próximos que se hallaban de Japón, quizá los muertos vivientes fueran un resto de lo sucedido en aquel lugar. Y el todavía llevaba las vendas encima cubriendo sus heridas, las del cuello y los brazos tardarían en resultar prescindibles.

El sólo recuerdo le hacía apretar los puños.

Ah, excuse moi mademoiselle, où est ton père? – preguntó de forma elegante y un tanto afectada, mientras se secaba el sudor de la frente como si estuviera agotado tras subir la mínima pendiente que rodeaba el castillo.

El soldado que había al lado de ella gruñó que era un perfecto estirado e hizo algún que otro comentario al respecto de cómo había conseguido unos músculos así para luego no poder trepar una insignificante cuesta, todo ello en alemán pensando sin duda que Dämon no comprendía nada al igual que su ama no entendía el francés.

Tras carraspear se giró y se dignó a traducir tan horrendo idioma a su señora.

Ehm, el gabacho dice que dónde se encuentra su padre, princesa. ¿Quiere que le eche a patadas de aquí? Con lo agotado que parece, y herido además, andrajoso... seguro que se desmaya y... eh, oye vagabundo, nadie te ha dicho que puedas entrar!! M-monsieur!!

Aquella increpación se debía al hecho de que el ''gabacho'', viendo la entrada libre y sin obstáculos, tras distraerles con la pregunta había optado por auto-invitarse a pasar, y siguiendo el impulso, les había pasado de largo para contemplar el escenario que dentro de poco albergaría muchas peleas.

No dijo su nombre, ni siquiera rozó a la mujer aunque pasó a menos de un dedo de distancia de ella. De hecho, ignorarla parecía el mejor método para conseguir su atención, pues las mujeres como ella solían estar hastiadas de los tipos que caían babeantes ante su presencia, aunque el también lo estaba por culpa de las que se lo hacían a el a la inversa.

Por lo tanto, pasó de largo. Simple y llanamente.

Anotó cada esquina punzante, antorcha de hierro macizo, cada cuadro y cosa que pudiera ser utilizada como arma o para noquear a un... humano. Y, mientras caminaba, sus rojizos iris se iluminaron un segundo ante cada pieza de colección que veía en las paredes, desde nuchakus hasta palas de monje, algo difícil de encontrar. pasando por puños americanos, látigos, espadas, varas, etc. Sin duda allí había alguien con buen gusto.

No tocó ninguno, pues un francés idiota ni siquiera habría apreciado aquello, de hecho fingió maravillarse con pinturas que le resultaban de lo más chillonas y recargadas, propias del considerado buen gusto de la época.

Dio un par de vueltas sin fijarse en el escándalo que armaba el perro guardián de la puerta, con cuidado de no resultar agresivo para evitar que se le echara encima algún mayordomo ofendido cosa que desbarataría todo su disfraz, pues una vez le vieran pelear, la historia del francés botarate se iría al traste.

Y poco de paciencia les quedaba a los sirvientes, con lo que optó por dejarse caer en un sofá mientras resoplaba y hacía aspavientos con la mano a modo de abanico.

Oh, mon die, il fait chaud!! Serveur! – exclamó apático hacia el sulfurado soldado que apretaba tanto la mandíbula que en cualquier momento se le romperían los dientes – Donne-moi quelque chose à boire avec de la glace... Et faites vite. – añadió como colofón sólo para crisparle un poco más, viendo como el otro se abalanzaba corriendo contra el.

Esto es intolerable! Y se atreva a pedirme algo de beber, con-con... con hielo!?! Ya verás dónde te meto el hielo, maldito gabacho presuntuoso!!!!

Mientras le veía venir, su cuerpo comenzó a tensarse. Ah~ no quería iniciar una masacre tan pronto, la mujer podría hacer algo al respecto, pero apartarse de un combate no era una opción en su diccionario.

Estaban a unos pocos metros, y la pelea parecía tan... inevitable.

De hecho, la sonrisa del demonio comenzaba a aparecer en su boca.


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Mensaje por Invitado Sáb Oct 20, 2012 12:13 pm

Aquel sujeto que se encontraba tras la gran puerta resulto ser alguien tan inusual que parecía mentira, era un sujeto con algunas heridas en su cuerpo, una musculatura considerable, un aparente gusto de noble idiota y una igualmente aparente debilidad... como la de un noble idiota.

El guardia me hizo el favor de traducir lo que aquel sujeto decía pues al parecer no sabia hablar alemán, aun así y preguntando por mi padre el sujeto paso como si fuera su casa hasta sentarse en un sofá no muy lejos de la entrada, viendo como el guardia empezaba a enfadarse por alguna razón con el sujeto, vi el mecanismo de la puerta libre, con rapidez empece a hacer girar el engranaje del mecanismo y en cuestión de segundos la puerta volvió a cerrarse, con todo lo que pasaba últimamente dejar la puerta abierta era un error, uno bastante grave.

Luego de asegurar el castillo, me dirigí a paso rápido hacia donde se encontraba el sujeto y en cuanto escuche que el guardia parecía haber rebosado su copa con el francés, rápidamente puse mi mano firme en el pecho del guardia para detenerlo, sabia que el no podría continuar su avance así que volví mi mirada hacia el francés mientras intentaba mantener la fachada.

- Disculpe usted caballero, mi padre no se encuentra por el momento, y ahora mismo nos encontramos en medio de una fiesta de mascaras, me temo que tendrá que esperar a mi tío, que es el regente temporal mientras mi padre no esta, y por cierto, el trabajo de este guardia es cuidar la puerta y eso hará, si desea algo de beber con hielo, le sugiero que llame a una de nuestras ayudantes... -

Luego de decirle esto, sin que me importara si entendía o no, volví nuevamente mi mirada hacia el guardia, que se encontraba con la boca abierta de par en par y observándome con un toque de tristeza mezclada con gratitud, pues sentía que lo que acababa de hacer era defenderlo, ignorando esto decidí hablarle de forma mas suave

- No necesitas traducirle lo que acabo de decir, solo ve y vuelve a tu guardia, has hecho un buen trabajo. -

-S-si! a sus ordenes princesa, con permiso! -

y sin mas el hombre se aparto y volvió con notable felicidad a su puesto, ya libre es esto simplemente di un par de pasos hacia atrás y me quede observando al francés para estar pendiente de su reacción...

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Mensaje por Invitado Vie Oct 26, 2012 2:45 pm

Parpadeó con parsimonia mientras abría las manos de nuevo en un burdo intento de relajación muscular, aburrido por la oportuna intervención de la chica antes de que pudiera bajarle los humos al asno que guardaba la puerta.

Bostezó un poco, sin molestarse en disimular o taparse, mientras escuchaba con fingida atención todas y cada una de las palabras dichas en alemán. Se suponía que el no entendía nada, so, ¿por qué insistían en hablarle así?

De hecho, la mente de aquella dama parecía estar equivocada al respecto del intrínseco arte de recibir visitas, puesto que descartó al guardia y sus malas traducciones con una seca orden que dejaba al Dämon-francés sin poder contestar o siquiera poner alguna excusa frente a lo del baile.

Contemplando con sorna como el idiota del soldado volvía a montar guardia frente al portón, sin duda creyendo que su ama lo había elogiado de forma sincera cuando en sus palabras no había más que firme disciplina.

Aah, la decadencia de la clase obrera. – murmuró mientras se incorporaba, hablando en el gutural idioma de su infancia y sin molestarse en absoluto por que le oyeran. Se acercó a la mujer y le hizo una reverencia formal, tras lo cual volvió a alejarse de ella hacia el pasillo, sin contemplar la posibilidad de explicar sus actos. – No me importaría esperar a quien sea, este sitio parece más cómodo que las rocas del acantilado. Y se me dan bien los bailes, como acto social de hipocresía y ostentación no tienen pérdida. – añadió con sarcasmo, esclareciendo que no se trataba del acto de bailar en si, cosa que mucha gente a lo largo de su vida había malinterpretado con conclusiones catastróficas.

Dio un par de pasos alrededor de ella, alejándose hacia otro conjunto de armas. Su mirada se perdió unos segundos, atraída por una vitrina más grande que las otras y cuyo contenido no lograba identificar del todo por lo extraño del mismo. ¿Relucía o había sido su imaginación?

Lo descartó con un gesto, era absurdo e improbable dado el lugar en el que se hallaban, además de que si hubiera estado tan cerca, habría reaccionado a los ataques de los no-muertos, suponiendo claro que la teoría de que fueran akuma fuese correcta y no una de las truculentas trampas del gordinflón. Quizá fueran zombies de verdad, en cuyo caso podría cargárselos a la manera tradicional, con hachas y mucha sangre.

A lo lejos, con el eco característico de las construcciones de piedra, resonaba la música de una orquesta de cuerda y viento, trabajando para el disfrute de oídos falsamente cultos, procedente sin duda de las ornamentadas puertas situadas al fondo del pasillo.

Los cabellos de su nuca se erizaron, como recuerdo de todas y cada una de las non-gratas experiencias vividas en bailes, convites y demás eventos sociales saturados de gente con demasiada ropa y maquillaje.

Una sonrisa torva se extendió, cruel, en su boca. La ropa de exorcista, y más tal y como la llevaba el con una simple camisa de algodón, abierta, rota, manchada de sangre que se negaba a desaparecer por mucho que la lavara, no era precisamente un atuendo idóneo para pavonearse entre la multitud de ricos que habría allí presentes. Se había cerrado la chaqueta para dar un aspecto menos vagabundo y que le permitieran entrar, pero... la tentación era demasiado grande.

Un par de mayordomos le miraron aterrados al ver como se aproximaba inexorable hacia las puertas, ambos dieron un paso adelante con sus empolvadas pelucas y sus medias hasta la rodilla, sin duda un intento de impedir el paso a aquel desaliñado e indeseado visitante.

Cosa que el ya había previsto.

Con un elegante giro que le dejó de espaldas a los lacayos, extendió su brazo izquierdo hacia la dama que tan amablemente lo había recibido.

Si algo tenían en común todas las mujeres que vivía en palacios, castillos, mansiones y demás cuyos padres estaban ausentes de forma indefinida, era su supremo aburrimiento y deseo de molestar a cualquiera que le impusiera unas rígidas normas de etiqueta, por no hablar de los corsés~

Bailamos, ma chére? – comentó de pasada, sabiendo de antemano la respuesta.

El era un problema. Y los problemas, para aquellas cabecitas repeinadas y con demasiadas ideas sobre el romanticismo y los hombres peligrosos, solían caer rendidas ante la idea de jugar con las corduras paternas, ya fueran padres, tutores o familiares con tendencias guardianas.

Había excepciones en el mundo, raras, y el tenía una en su haber, pero ella no estaba allí y si lo estuviera, nunca le habría dejado entrar.

Por eso, la chica de largo cabello gris bailaría. Porque el sabía que sus manos temblaban al subir la puerta, ignorando cualquier protocolo sobre criados y amos, ese apresuramiento era síntoma del terror que padece quien conoce la verdad. Quizá no toda, quizá sólo intuía lo que estaba por venir, pero el la intrigaría, por su llegada y sus motivos.

Y además, hablaba alemán.

__________________________


[Cementerio frente a la bahía]


Choi se ocultó tras la exuberante vegetación de la isla mientras con sus prismáticos rastreaba toda la zona en busca de signos de reciente actividad. Pisadas, tierra removida, ramas partidas, incluso harapos de tela que apestaban a moho habían resultado signos más que reveladores, confirmando la información que habían recibido de la Orden.

Allí sucedía algo extraño, algo que el coreano nunca habría pensado posible, a pesar de que había sido testigo de las innumerables maravillas de las inocencias y el terrorífico poder del Conde, aquello era... bizarro. No había otra palabra para definirlo.

Mientras abandonaba su posición tras los arbustos y salía a campo abierto, sabiendo de antemano que no sería sorprendido por ningún caminante desafortunado, pues la gente de la aldea no pisaba aquel lugar desde los incidentes, posó su mirada en las blancas cruces de los nichos, las piedras talladas y algún que otro escaso y aislado mausoleo, obra sin duda de algún dandi afincado allí. Tal vez fueran del propietario del castillo, pero aquellos no parecían estar ''en uso'', sin embargo las tumbas más humildes, cuyo único identificador eran unas cruces blancas de madera, presentaban evidencias de reciente actividad.

Palpó la tierra y no sintió nada anormal, ni aromas extraños ni sustancias o partículas que llamasen su atención.

Luego, contó. Más de ochenta montones de tierra claramente húmeda y removida decoraban aquel lugar de descanso con vistas al mar que por todo lo demás parecía un camposanto normal y corriente.

No es un buen número. – dijo con cansancio. Aquello no era ninguna broma, lo mejor sería que fuera a buscar al malhumorado chico y le contara sus sospechas.

De confirmarlas, el castillo no era en absoluto un lugar seguro.



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Mensaje por Invitado Lun Nov 05, 2012 6:21 pm

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Bailar, era un acto tan aburrido para mi que el simple hecho de pensar que bailaría toda la noche me hace doler la cabeza, pero por el bien de la operación "Igel" debía comportarme como lo dice el libro, y mientras escuchaba las palabras de aquel hombre que parecía también hablaba en alemán me iba sintiendo mas y mas incomoda por como se iba dirigiendo la conversación y pensar en como aquel sujeto me ofrecía bailar finalmente me erizo la piel.

Fingiendo una sonrisa y respirando profundamente como quien esta a punto de saltar por un acantilado al fondo de un río asentí con la cabeza y dije con una voz un poco temblorosa por la no tan placentera emoción comprimida

- Claro... me encantaría bailar con un joven caballero como usted, se que a pesar de su apariencia y como se porta es alguien mas de lo que aparenta, pero antes de eso me gustaría pedirle un favor, ¿podríamos quedarnos a charlar un poco sobre ti? Quiero saber mas de tan refinado caballero... -

La idea de actuar como una dama era tan solo para poder llevar a cabo la operación "Igel" en su totalidad, por lo que el siguiente paso era sacar toda la información posible del intruso, empezando por su razón real de haber venido...
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Mensaje por Invitado Mar Dic 11, 2012 4:49 am

Había contado con eso. Aunque lo de ''refinado caballero'' daba escalofríos.

Su ceja apenas se arqueó a modo de interrogación mientras escuchaba las palabras de la chica, tan perfectamente sincronizadas con su idea previa de la situación que casi resultaban repetidas en su mente, aprovechó para cogerla de la mano de manera firme y poco convencional, captando su esquivo pulso inmediatamente, tan sólo por prevenir futuras mentiras en caso de que su voz decidiera dejar de traicionarla.

Por supuesto, sería grosero por mi parte pedir información sobre algo sin dar nada a cambio, nein? – la impulsó hacia el cuando entraron en la abarrotada y sofocante sala de baile, nuevamente nada nuevo sobre la tierra. Mucho maquillaje, demasiada tela en sitios inapropiados y muy poca en otros aún peores, y por encima de todo, ese incesante cacareo amanerado e hipócrita que dañaba sus sentidos igual que una mosca instalada tras su oreja.

No pudo evitar sonreír, una sonrisa mala. Pero aquello era tan... insufriblemente familiar que casi sentiría nostalgia. Las notas de Nachstücke se dejaron oír un poco más cuando ellos hicieron aparición, muestra del breve silencio que le dedicó la troupe de invitados a ni más ni menos, la dueña del castillo.

Debo felicitarla por elegir esta canción, es totalmente inbailable. – le murmuró mientras abría camino hasta situarse en una pequeña esquina, cercana a la mesa con aperitivos y viandas que recibía visitas cada minuto, estaba claro que las costumbres sociales se aligeraban en las islas. — ¿Por dónde íbamos? Creo recordar que el protocolo requiere presentación, así que.... mi nombre es Sei Van Diestrauss... – ¿Cesaron las conversaciones de nuevo? Oh, por supuesto que si. Había muchos compatriotas en aquella sala. Aunque aquel apellido le doliera en la lengua. — Cuando estime oportuno, me gustaría saber el suyo. Y no soy francés, como espero ya habrá deducido, ni me he perdido de un grupo. Estoy aquí para hacer... digamos, trabajo de sepulturero. Según tengo entendido, los ataúdes deben ser muy incómodos para que decidan levantarse a pasear y acaben en la puerta de este castillo cada noche... Me pregunto, qué tendrá que ver una simple señorita con todo eso. Quisiera oír toda la historia, lo que usted sepa o sospeche y, por favor, procure no mentirme o callarse cosas por insignificantes que le parezcan. – sus dientes relucieron de nuevo, en dirección a una mujer excesivamente curiosa que había aparcado sus abundantes carnes junto a ellos — Alguien con más suerte que usted se ha encargado de agotar mi escaso cupo de tolerancia, así que no lo haga. Por el bien de la propiedad, la gente que nos rodea y su persona.

Su mano se cerraba férrea en torno a la muñeca de ella. No la dejaría huír, por muchos criados que tuviera vigilando y por muy bizarro que resultara el comportamiento de alguno de sus invitados, el anochecer no tardaría en llegar, y con la oscuridad, el aliado o quien fuera que movía los hilos, comenzaría a moverse.

El golem eligió ese preciso instante para activarse y transmitir con la rígida voz de Choi.

He contado ochenta, maestro. Frescas como si los hubieran sepultado ayer, y alguna de las lápidas tenía más años que yo.

El alemán chasqueó la lengua mientras tapaba el golem con la mano, procurando que nadie a parte de la jovencita notara aquel aparato volante.

Si no vas a decirlo en serio, más te valdría dejar de utilizarlo.

¿ Perdone ? – habría jurado oírle toser para camuflar una carcajada.

... Ochenta son demasiados, en caso de que sean akuma. Demasiados para atacar esto, tiene que haber algo que quieran conseguir. – la miró de nuevo, evaluándola y descartando la idea. No percibía poder alguno dentro de su cuerpo, si buscaban una inocencia tendría que haber sucesos extraños implicados, y hasta el momento todo parecía normal.

Espero órdenes. Aquí no hay nada más que pueda servir como pista, deberemos esperar a que se muestren.

Entonces trae tu flaco trasero coreano hasta aquí para que pueda cobrarme esa deuda nuestra, luego te encargaré que busques algo.

Apagó el golem, decidido a no darle más detalles a la señorita de cabello plateado. Sin duda con lo que había escuchado, su cabeza comenzaría a funcionar como la maquinaria de un reloj con temporizador.

Se metió al pequeño proyecto de murciélago en el bolsillo, y luego procedió a reclinar su metro noventa de persona enfundada en traje de exorcista contra una de las edulcoradas y cimbreantes columnas de la habitación de manera relajada, pero sin perder de vista el semblante de aquella personita cuya vida supuestamente debía proteger y procurando vigilar también la concurrida sala. Aunque, por supuesto, ella no lo sabía, y no lo sabría hasta que fuera del todo sincera o suplicara ayuda, lo que pasara primero.

Había dos personas que se movían hacia ellos, una de las cuales parecía un sirviente de alto rango y la otra... bueno, simplemente no tenía el aspecto de ser un aristócrata corriente. Sus ojos, incluso todo su rostro, mostraban un abierto desagrado que logró confundir a Dämon en un principio, puesto que lo más lógico sería que lo dirigiera hacia el... y en cambio la miraba a ella.

La miró de nuevo, casi con enfado. Quizá tuvieran menos tiempo aún de lo que parecía.


=.=:
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Mensaje por Invitado Dom Dic 16, 2012 9:51 pm

La respuesta de aquel hombre con respecto a las palabras que acababa de mencionar fueron un tanto inesperadas, aunque no por su forma sino por que aquel hombre tuviera el valor y las agallas de actuar de esa forma conmigo a pesar de que estaba en mi castillo y rodeado de mis sirvientes, sus ojos no denotaban ni una pizca de fanfarroneo, esto adicionado a la claridad de sus palabras y su contundencia simplemente me decían una cosa; la operación Igel ha fracasado, sacar mayor cantidad de información de esta persona solo actuando indefensa era inútil y este hombre fácilmente puede con todos los sirvientes que caigan sobre el.

Aun así me era extremadamente difícil confiar en este sujeto, mi fuerza posiblemente podría competir con la de el y aunque su agarre era formidable, no era nada que no hubiera sentido alguna vez, me dejaría una leve marca en la muñeca después de esto sin duda. Sin mas tome aire profundamente, observe directamente a los ojos de aquel hombre que se había presentado como Sei esta vez con mi mirada real, ya me había decidido a reducir al mínimo la actuación de princesa tan solo para seguir guardando apariencias con los comensales

- Haa... A todas estas y abusando de tu escasa paciencia, no puedo confiar en alguien así tan solo con lo que me comentas, aun si decides usar la fuerza. Espero que comprendas la posición peligrosa en la que me encuentro, si estas dispuesto a demostrarme que no eres alguien contratado para tomar mi vida, te pediré que me sigas al jardín, allí podrás probar tu historia y también podremos hablar con mas libertad sobre esto... -

En ese momento un pequeño aparato con forma de murciélago salio de algún lugar dentro de las ropas de Sei y una voz que podría definirse como la voz de un anciano del mismo porte que el de Alois empezó a comunicarse con Sei, posiblemente era algún compañero de trabajo bastante cercano por la forma en que ellos se dirigían las palabras, pero lo preocupante fue escuchar el reporte de aquel anciano; ¿ochenta tumbas? ¿acaso el numero se había duplicado desde las ultimas dos semanas?... ¿que estaba pasando en esta isla?, de alguna forma cuando pensé en la desgracia que caía en este momento sobre la isla el rostro de mi tío paso por mi mente en cuestión de segundos, ese pensamiento de que el podría ser culpable puso mis cabellos en punta, lo suficiente como para generar fuerza en todo mi cuerpo provocando que este se tensara, incluso el brazo que Sei estaba sosteniendo se había endurecido tanto que su agarre parecía mucho menos fuerte; cerré mis ojos para tratar de calmarme y habiendo esperado a que Sei terminara su conversación con el anciano volví a verle directamente a los ojos

- Sei, necesito una respuesta rápido, ¿accederás a mi petición?... Creo que para los dos seria lo mejor, puesto que al parecer la situación se puede poner peor... Mucho peor... -

En ese momento acababa de notar que se aproximaban dos personas con paso firme hacia nosotros, una de ellas era Arnolf que parecía un poco angustiado, mientras que el otro no lo conocía, al menos no de nombre, era otro de los asesinos enviados seguramente por mi tío para terminar con mi vida, esta seria la tercera vez que se acerca el mismo; ¿acaso no tienen ningún otro sujeto que no haya visto ya? Rápidamente le di una señal con mi brazo libre a Arnolf, esta indicaba que el peligro estaba en el hombre a su lado y que Sei era seguro, por ahora. El fiel sirviente asintió con la cabeza y con un rápido movimiento tomo del brazo con una llave a aquel hombre y le tapo la boca con un trapo, seguramente empapado de somnífero y así se lo llevo disimuladamente a una habitación para retenerlo allí hasta que yo fuera a terminar el trabajo.

Justo después de que Arnolf y el asesino desaparecieran entre las múltiples habitaciones del castillo, la fuerte voz de aquel bastardo, la voz de mi tío se hizo resonar fuertemente a través del salón, usando una copa para acallar a los demás invitados

- Queridos invitados a esta, la fiesta de conmemoración de la colonización de esta isla. Quiero agradecerles profundamente su asistencia y que estén divirtiéndose con nuestros juglares, cantantes y deliciosas comidas, pero ahora quisiera pedirles un favor, y este seria que permanezcan dentro del castillo al menos durante toda esta noche, lo haremos como un concurso, aquellos que puedan permanecer dentro del castillo durante toda esta noche hasta el amanecer, recibirán una recompensa jugosa en dinero. Aquellos que deseen participar en el concurso, por favor permanezcan aquí, pueden seguir bailando y disfrutando de todas nuestras comodidades, sin embargo para los que no puedan o no deseen participar, les debo pedir que se marchen ahora, antes de que el sol termine de ponerse... Bien entonces, sin mas me retiro, que disfruten del juego... -

Y así sin mas aquel hombre se retiro con una enorme y engañosa sonrisa en su rostro, dejando a muchos comensales un poco confusos, otros simplemente no podían ignorar la palabra "dinero" y con eso cayeron rendidos presas de la codicia; muy pocos se retiraron al cabo de 15 minutos y mientras los rayos del sol se hacían menos y menos visibles, me di cuenta de algo importante y lo cual era el obviamente engañoso plan de mi tío, tenia un mal presentimiento, no sabia como describirlo pero tenia la impresión de que estábamos siendo encerrados en una trampa de ratas, rápidamente volví hacia Sei y le dije con un tono un tanto preocupado

- Sei, dime una cosa, si ese hombre fuera el enemigo, tendría algún sentido mantener a todas estas personas en este castillo por esta noche?... -

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Mensaje por Invitado Vie Dic 21, 2012 10:25 am

Y, por fin, allí estaba. La verdadera ''señorita'', al parecer había decidido salir a jugar. Durante unos minutos le había logrado casi convencer de que no era más que otra cría consentida en exceso y mimada desde su nacimiento, pero en vez de responder con un desmayo bien ensayado o ponerse del color de los tomates, la desesperación y la duda de por qué un extraño conocía su situación habían logrado convencerla de mostrar un poco de ese carácter verdadero que nada combinaba con el resto de decorados ambulantes de la sala.

Aquella mujer en potencia pretendía controlar la situación, o al menos lo intentaba, porque estaba claro que dentro del castillo, los secretos y rencillas familiares podían ser más oscuros de lo debido. El alemán no perdió de vista los gestos firmes del criado que con apenas un gesto de su ama, eliminó al potencial homicida que tan descaradamente se les aproximaba.

Sus rojizas pupilas se clavaron nuevamente en ella mientras la escuchaba negociar sobre la información que le daría, proponiendo un lugar menos concurrido para charlar y posiblemente contarle parte de su plan, cosa que se vio interrumpida de nuevo por un hombre, en este caso al parecer un pariente cercano de la susodicha.

El discurso que soltó, no pudo ser más falso y tenebroso, al punto que el exorcista comenzó a crisparse y sentir que aquel enorme y aparatoso edificio de piedra se estaba volviendo una caja muy estrecha.

Sei, dime una cosa, si ese hombre fuera el enemigo, tendría algún sentido mantener a todas estas personas en este castillo por esta noche?... -

El parpadeó con cansancio mientras la soltaba, aquello ya no tenía sentido visto que allí ella no era el objetivo a retener. De hecho, el capullo trajeado de su tío parecía una persona mucho más sospechosa que la chica, había algo en su tono que resultaba... bueno, intuiciones a parte, no le gustaba.

Si ese hombre fuera el enemigo, la verdad, me gustaría ir y romperle los dientes lo más pronto posible para poder regresar a una cama y dormir. Pero, como siempre, estas cosas no son sencillas... además Choi se cabrearía si incinero media isla intentando matar a un humano. – movió su cuello haciendo crujir sus vértebras que ya llevaban un buen rato protestando por la inactividad tensa a la que se veía forzado su dueño, el cual escogió ese momento para interesarse por una cosita minúscula que parecía comida y bisutería a la vez, dudando de si meterlo en la boca o lanzárselo a alguien a la cara. — Siguiendo vuestro juego bizarro, diría que quiere tener comida de sobra por si los muertos deciden venir a degustar su real trasero, algo así como carne de cañón... ¿ barricadas humanas ? No se si estoy siendo lo suficientemente gráfico, pero de pronto la opción de moverse de esta sala a un sitio más abierto y tranquilo, resulta, como poco, tentadora... sobe todo para ti. – comentó eso último tranquilamente mientras se dirigía a una de las ventanas de la sala y la abría de par en par. — Y... ma chére, si quisiera matarte, hace rato que tus tripas estarían decorando la sala.

Aquello obviamente provocó algo de revuelo, pero le dio igual. Con un gesto de ''te espero fuera'' hacia la señorita de grandes ideas, procedió a usar su método preferido de abandonar lugares, saltando los ocho metros que la separaban del verde y cuidado césped y aterrizando con firmeza sobre sus pies.

Rodeó la casa buscando el jardín, sabiendo que no podría estar muy lejos ni excesivamente camuflado y menos en un lugar como ese.

Cuando dio con el, la sonrisa que se extendió por su rostro fue de puro desagrado. En apariencia, por supuesto, parecía un sitio tranquilo y apacible, pero más de la mitad de las plantas relucían y desprendían un aroma extraño, como a ponzoña.

No tenía idea de qué toxinas se habían empleado, pero sin duda todas ellas eran letales al mero roce. Contempló rosas y peonías, tintadas con sutileza para apenas mostrar modificación alguna con respecto a su habitual color, y tras unos segundos de admiración por la sutileza y paciencia del habilidoso asesino, les plantó fuego.

A todo el jardín, sin dejar planta o árbol con vida. Su inocencia se mantuvo activa mientras el fuego ardía y resplandecía en la cada vez más oscura tarde de la isla.

¿ Era una advertencia ? Probablemente.

Eligió un banco de piedra en un lateral para apoyar la espalda, mientras se cruzaba de brazos y contemplaba los ventanales cubiertos por cortinas del ala del castillo. El fuego le rodeaba y envolvía sin causarle daño alguno, y sin duda la persona que había estado acechando segundos antes desde una de las habitaciones, lo habría visto.

Había demasiados implicados para su gusto, y aquello no tenía nada que ver con los exorcistas, si no más bien todo apuntaba a una venganza familiar perpetrada por el hombre del discurso, que deseaba ver a su sobrina muerta tal vez para adueñarse del patrimonio físico o quien sabe qué otra mierda económica ... No lo soportaba. Aquellas intrigas eran algo totalmente insufrible para su dudosa cordura, creía poder aguantar como antaño, pero tras estar en medio de gente que tenía que matar y morir por quienes ni siquiera conocían y nunca serían reconocidos, el resto del mundo le resultaba intoxicante. Nimiedades.

Ella no parecía tonta, así que se las apañaría, al menos mientras su particular grupo de operaciones especiales trajeadas de criados le respondiera. Lo único que quedaba por confirmar era lo de las tumbas removidas, los cadáveres ambulantes y su objetivo.

Dada la ausencia de informes detallados, incluso podría tratarse de un falso fenómeno orquestado por el gentelman del discurso. En caso contrario, si eran akumas, como mucho serían niveles uno, resumiendo, cañones descerebrados que explotan facilmente.

No creo que sean akuma de nivel uno, y sobre todo, no creo que todo sea tan simple como aparenta.

El fuego que todavía seguía activo cerca de donde el se había sentado, chisporroteó y se acercó peligrosamente al rostro del buscador antes de retroceder y seguir aparentando normalidad.

Tiene la curiosa capacidad de sacarme de quicio, señor Choi. – le gruñó a la esbelta y silenciosa figura del coreano, que se acercaba ignorando por completo las brasas todavía candentes.

Dudoso honor, del cual obviamente no soy el único usufructuario. – el hombre se acuclilló, tanteando las cenizas con sus manos, y murmurando cosas en su idioma natal, para rematar con una seca sonrisa. – Buen método, aunque espero que nadie respire ese humo.

El alemán rió entre dientes, mientras se sacaba otro cigarrillo de la chaqueta.

Ponme al día, dentro de poco tendremos a la princesita aquí y me gustaría saber a que debo atenerme, ya que no me dejas quemar todo el maldito castillo, tendremos que preguntarle si sabe lo que está buscando el Conde.

Tal vez ni siquiera sepa quien es el Conde. – el mayor tendió la mano hacia la caja de cigarrillos, un gesto casi tenso. Luego le resumió brevemente todo lo que había apreciado, inclusive el hecho de que los muertos estaban efectivamente dentro de las cajas, cosa que se había obligado a comprobar.

Si el se preocupa, mal asunto... pensó mientras ambos contemplaban la puerta principal del jardín, prefiriendo respirar el humo alquitranado del tabaco antes que la peste que soltaban las plantas calcinadas y manteniéndose a la espera de que su supuesta aliada apareciera.



ñam~:
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Mensaje por Invitado Miér Dic 26, 2012 6:51 pm

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La respuesta a mi pregunta por parte de Sei fue un poco vaga, aunque tenia algo de razón; mi tío definitivamente usaría a todos los invitados de la fiesta para algo grande, algo que seguramente podría,en situaciones normales lograr finalmente acabar conmigo. Sin embargo esta vez tenia a un aliado temporal, no confío del todo en el pero es aparte de mis camaradas, la persona mas fuerte que conozco y eso era una posible ventaja que mi tío no tenia en cuenta, mientras le escuchaba hablar sobre lo fácil que seria matarme si así lo hubiera deseado le veo arrojarse por la ventana hacia una caída de varios metros

- Creo también que me subestimas un poco, Sei. -

Sabiendo que no me escucharía simplemente observo hacia un lado, hacia donde se encuentra la salida mas cercana y noto que unos guardias, seguramente ajenos a mi grupo selecto bloquean la salida a los pocos segundos; al parecer mi tío no es tan idiota como aparenta todos el tiempo y de alguna forma ha sospechado algo sobre Sei. En lugar de buscar su rostro y mostrar una expresión de odio como podría hacer comúnmente, prefiero esta vez actuar un poco mas inteligentemente y levantando una mano hago que uno de mis camaradas apareciera entre los invitados, se trata de Ivan, hermano menos de Alois y el encargado de repartir mis ordenes en medio de una misión

- Es una orden, todos ustedes deben alejarse lo mas posible de la sala de la fiesta, si es necesario entren en las cámaras secretas del castillo y no salgan hasta nueva orden. Tengo la sensación de que esto se saldrá de control esta noche, operación "Igel" fallida, procedo a iniciar una nueva misión junto a aquel hombre, la operación sera improvisada razón por la cual todos los camaradas deberán permanecer fuera del campo de acción, llamado así al interior del castillo como tal. La orden es absoluta. Ahora retírate... Tengo que salir al jardín y creo que ya encontré una buena forma de hacerlo... -

Sin esperar que Ivan confirmase mi orden, me doy media vuelta hacia la ventana y mostrando una sonrisa salto tomando impulso hacia el umbral, podría jurar que mi tío no se esperaba esta y de hecho yo misma no hubiera pensando en algo como esto con la rapidez suficiente por lo que le doy mis respetos a Sei por la idea.

mientras caía recordaba las lecciones que aprendí en el bosque de niña, hace mucho tiempo que no saltaba desde una altura alta y espero que mi cuerpo sepa responder, en cuestión de dos segundos ya me encuentro a centímetros del suelo y sin mas al caer recuerdo recoger las piernas y rodar dos veces en el suelo para así reducir al mínimo el daño de la caída; algunos invitados interesados diminutamente en mi seguridad sacaron sus rostros por la ventana esperando tal ves ver una escena sangrienta o a una chica con las piernas rotas pero mientras me levanto y les doy una mínima vista de espaldas simplemente dejo salir una sonrisita confiada y continuo mi camino hacia el jardín caminando como si nada.

Mientras rodeaba la construcción me di cuenta de que humo casi negro brota desde el lugar donde se supone que me reuniría con Sei, razón por la cual apuro el paso y en cuestión de segundos llego a un escenario un poco surrealista, la totalidad del jardín parecía haber sido consumido por llamas y en el lugar de un banco de piedra se encontraba Sei junto a un hombre anciano que vestía un gabán con capucha de color beige; para mi suerte o desgracia llego justo cuando Sei hace su ultima intervención en la charla que tenia con aquel anciano, lo cual logra darme un pulso de enojo por llamarme "princesita". Caminando tan rápido que casi parecía que estaba corriendo llegue hasta donde estaban las dos personas ignorando por completo al jardín incendiado y mirando con una sonrisa un tanto siniestra a Sei

- Ohh... así que preferirías quemar el castillo eh?... incluso a la "princesita" le molestaría eso eh? idiota te pediré lo mas respetuosamente posible que... DEJES DE TOMARME A LA LIGERA MALDICIÓN! -

Acto seguido lanzo un rápido puñetazo al banco que tiene Sei detrás suyo y de una sola barrida destrozo en pedazos el espaldar de dicho banco, luego de hacer esto le doy un soplido a mi mano aun en forma de puño para limpiar los restos de concreto y doy un fuerte y profundo respiro para calmar mi pequeño ataque de ira.

- Fum... muy bien volviendo a lo nuestro, todo lo que se sobre condes es que hace aproximadamente un mes mi tío empezó a recibir visitas de muchos altos mandos, uno en especifico se hacia llamar Conde, no se ni su apellido ni nada relevante, solo que no paraba de sonreír. luego de esa visita empezó a volverse mas y mas malvado, si antes creaba incidentes en los que mi salud corría peligro, hoy en día envía asesinos a sueldo para matarme de tantas formas que ya no llevo la cuenta. ademas esta eso de los muertos... eso es todo lo que se, no se si he resuelto algunas dudas o no pero solo díganme en que puedo ser de ayuda y veré que puedo lograr, si pueden ayudar a esta nación con algo les prometo que haré que su misión aquí demore lo menos posible... -

y sin mas espero en primer lugar saber quien es aquel anciano y en segundo, conocer lo que tiene que decirme Sei sobre la información que acabo de otorgar...
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Mensaje por Invitado Jue Feb 28, 2013 1:08 pm

El puñetazo al banco fue algo, un tanto imprevisto, por llamarlo de algún modo. Le hizo incorporarse de forma brusca por milímetros, tan sólo para no seguir el mismo camino que la montaña de piedras en descenso hacia el suelo.

Al parecer la insolente jovencita no tenía excesivo aprecio por su propiedad.

Choi le miró de reojo, con una media sonrisa de advertencia en la cara, inmediata respuesta al notar la tensión del menor que sin duda tomaría represalias por el acto de aquella inconsciente dama.

No pudo sino sorprenderse, cuando antes de que ninguno pudiera comentarle nada al respecto de lo del envenenado jardín, la señorita comenzó a pregonar todo lo que sabía, que no era poco, aunque si lo suficientemente escaso como para impedirle apreciar la magnitud del peligro que corría su persona.

Si el Conde había hecho negocios con aquel hombre que Dämon le había mencionado, allí podría estarse gestando una obra de proporciones mucho mayores que las que abarcaba la simple muerte de la chica. Tal vez había intereses políticos detrás, o quizá un fragmento de Inocencia, aunque ninguno de los dos había sentido su presencia desde que entraran por las puertas del arca.

Mientras el estaba absorto en sus pensamientos, el exorcista a su cuidado había avanzado un par de pasos hasta situarse en frente de la mocosa agresiva.

Quieres... que deje de tomarte a la ligera? – su mano se alzó de pronto, oscura y veloz hacia el rostro y cabeza de ella, oprimiéndolos y levantándola en el aire como si de una muñeca de trapo se tratara. Choi maldijo y le gruñó una advertencia, reticente a intervenir hasta que la vida de la mujer no corriera serio peligro — Oe, mocosa, si quieres que el mundo entero deje de tomarte a la ligera, entonces más te vale volverte valiosa para alguien, porque en este momento no eres más que un insignificante conglomerado de células cuya sentencia de muerte está siendo decidida mientras perdemos el tiempo rompiendo bancos de piedra. ¿Te has sentido fuerte después de eso? ¿Importante? – su risa resultó cortante y seca mientras el buscador le ponía una mano en el hombro, muda petición de que la dejara ir — ... Rezad para que el Conde haga su movimiento antes de que yo pierda la paciencia.

Y con esas palabras, relajó la mano y la dejó caer, notando como el buscador se inclinaba instantáneamente sobre ella mientras el se alejaba unos metros, intentando serenarse sin la ayuda de su ''control'' que ahora parecía esquivarle a cada paso que daba.

Mientras tanto el buscador evitó tocar a la mujer y se limitó a observarla mientras concluía que Dämon no le habría causado más que un dolor de cabeza o alguna que otra pesadilla, pero sabiendo al mismo tiempo la delgada e inestable línea que estaban pisando, de la cual ya había sido advertido por el otro alemán presente en la sede y que formaba parte de los científicos.

Suspiró mientras le tendía la mano a la jovencita, pensando que en parte, aquello le vendría bien si se cumplían sus presagios y tenían que soportar la invasión del castillo a mano de caníbales que no podrían estar más muertos. Carraspeó afectadamente, tomando la decisión de informarla un poco más sobre todo lo que la rodeaba y a lo que había estado tan ciega desde su nacimiento.

Si me permite, me gustaría explicarle que su castillo y tal vez usted, han sido marcados como objetivo por un mal que se encuentra fuera de su alcanza y del mío. En verdad, está fuera del alcance de casi todos los humanos, excepto de los que son como el... – comentó mirando de soslayo la tensa espalda del exorcista y pensando que aquella frase era un tanto errónea — aunque a veces discrepo de si se les puede seguir considerando humanos. Son exorcistas, pertenecientes a la Orden Oscura, lo único que divide este mundo del auténtico infierno. Tienen sus... métodos para oponerse a monstruos como los que asolan su castillo cada noche, monstruos que obedecen a su vez las órdenes de aquel que tanto sonríe, a quien llamamos Conde. Puede ser que el esté dictando el juego, o lo haga uno de sus múltiples subalternos, como me temo que es el caso de su... tío? — la miró a los ojos con tranquilidad, esperando un tiempo a que ella asimilara poco a poco toda la información, y luego procedió a esbozar lo que el llamaba '' una sonrisa de trabajo '' — Estamos aquí para averiguar qué es lo que quieren de usted, o por qué la quieren muerta. Ruego su máxima colaboración al respeto, a fin de cuentas, le va la vida en ello. Por lo que ha dicho, supongo que usted piensa que esto es un mero asunto familiar de herencia o algo por el estilo, pero le garantizo que el Conde no se mete en vanas trivialidades como esa, por lo que... haga memoria. ¿ Hay algo extraño en su vida, en su casa, o tal vez que usted lleve encima? Algún objeto, grande o pequeño, tal vez una persona o incluso un animal, que hayan creado situaciones bizarras o que le llamen la atención, a raíz del incidente que nos atañe, es decir, el de los muertos... — se incorporó, asegurándose de sostenerla si ella se desmayaba aún si aquel no parecía ser el estilo de la atlética mujercita — Ah, y por último pero no menos importante. Por favor, procure controlar sus impulsos cerca de nuestro compañero. – le hizo un gesto ligeramente confidencial, pero su tono bajó una octava, volviéndose casi amenazante — Desde luego, el no va a hacerlo por usted.

El alemán, por su parte, chasqueó la lengua intentando no escuchar nada de lo que los otros dos pudieran decir sobre su persona, reduciendo al fin sus deseos de romper algo o más bien a alguien.

Deberíamos ir a tener una charla con el del discurso. Tengo preguntas que hacerle. – comentó de pasada sin voltearse nada más que para ver como el buscador se levantaba, arrastrando a la chica en el proceso.

No mienta, joven maestro, usted preguntará más bien poco, tal vez sería mejor que me dejara hablar a mi o a ella. A fin de cuentas, disparando primero y preguntando después puede que no consigamos nada.– la sonrisa deslumbrante del coreano le dio dolor de cabeza de nuevo.

... Lástima que no lo ponga en práctica contigo.

El amargo comentario hizo reír al buscador, que fue a por su pequeña-mochila-repleta-de-cosas-de-absurdo-tamaño, dejándoles unos segundos antes de que comenzaran a moverse.



——
[ Unos pisos más arriba, alcoba del ala oeste del castillo, habitación roja — ]

El puñetazo en la mesa hizo que los dos akuma camuflados de humano dieran un pequeño respingo y prestaran atención a aquel humano con materia oscura que el Conde les había encargado vigilar, por pequeño que fuera su poder, tenían que ayudarle.

¿¡¿ CÓMO, MALDITA SEA, CÓMO SE HAN ENTERADO TAN PRONTO ?!? – la crispación del hombre se transformaba en ira mientras procesaba el hecho de que la Orden había osado interrumpir su maravillosa función, y ya había enviado a uno de sus perros a por su cabeza.

Su cabello rubio, dos tonos más oscuro que el de su sobrina, se agitó y despeinó mientras blasfemaba y arrojaba objetos contra la pared y sus ineptos siervos, muestra de lo poco que el Conde se preocupaba por el, que ni siquiera le había concedido el poder de un akuma nivel 2.

Les miró frustrado nuevamente a través de la ventana, lo justo para ver como el exorcista sostenía a esa petulante de Karen como si fuera un trozo de tela al viento y luego la dejaba caer al suelo con poca amabilidad, pero sin causarle daños serios, para su desgracia.

Haaa... habría sido demasiado bonito que se mataran entre ellos. – gruñó pasándose ambas manos por el alborotado cabello y devolviéndolo a su posición horizontal y perfecta. — De todos modos, hoy acabaremos con todo esto de una vez y para siempre. El reloj sigue corriendo, querida mía, tic tac~

Los akuma se miraron entre ellos, claramente aburridos, mientras la espeluznante risa se filtraba como un eco de tormenta por los rincones del solitario pasillo.



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Mensaje por Invitado Miér Mar 27, 2013 1:52 am

Luego de mi gala de fuerza, que en un principio había sido diseñada para demostrar que no era una chica a la cual mirar hacia abajo, aquel hombre repentinamente me agarra de la cara con una sola mano, con una fuerza tal que empieza a cortar mi respiración mientras que habla, su agarre y voz me hacían sentir mucho mas débil y por poco que dejo que mi consciencia se disminuyera un poco, tuve que mantener mi fuerza en mi cabeza para evitar que su fuerza forzara una perdida de consciencia en mi mente.

Finalmente me dejo libre después de decir todo lo que tenia que decir, el esfuerzo por no desmayarme me provoco una fuerte jaqueca que esperaba me pasara en 15 minutos, pero mientras tanto me decido a reflexionar sobre lo que Sei decía, es cierto que si alguien como el tenia una fuerza tan grande, incluso superior a la mía, yo aun tenia un camino largo para poder ser autosuficiente y de utilidad real; el hombre que tenia a su lado se agacha a explicarme la situación y al mismo tiempo a pedirme que coopere con cualquier información, incluso me pide seguramente por mi bien que guarde mis rabietas para mas tarde puesto que posiblemente Sei no se detendrá después.

Habiendo asimilado gran parte de toda esa información me incorporo, aun con el punzante dolor de cabeza pero con el resto de mis funciones en condiciones aceptables y observo un tanto molesta a Sei, que aun continua de espaldas luego de haber sugerido ir a "hablar" directamente con mi tío.

- Y, como debería dirigirme hacia usted, ya que decirle "Compañero de Sei" no me parece apropiado... en todo caso, si lo que se refiere a objetos, cada rato entran nuevos regalos al castillo de parte de personalidades de la madre patria. -

Mientras que mi mente recobraba su calma el dolor también se desvanece y me permite pensar con mas detenimiento.

- Si se refiere sin embargo, al hecho de que mi muerte tenga que ver con ello, solo se me puede ocurrir que tiene que ser algo que yo haya recibido antes de ese encuentro con el Conde, solo se me ocurre un objeto... aunque debo confesar que ese objeto no ha demostrado ninguna particularidad, solo lo tengo en la entrada de la gran sala del castillo. ¿Tiene algo de relevancia?... -

Luego de haber disminuido en gran medida mi dolor ya han pasado casi 15 minutos de platica, observo entonces a Sei y finalmente camino un poco hacia el, sin mirarlo a los ojos directamente le dirijo algunas palabras.

- Sei, quiero expresar mis disculpas por mi comportamiento, pero es cierto que quiero ser de utilidad para esta naciente nación y por ello quiero pedirte esta vez con mas calma que me permitas estar en el combate, no te preocupes por mi solo déjame luchar también. -

Luego de decir esto me doy media vuelta sin esperar mucho por la respuesta de aquel hombre y me dirijo hacia el castillo, aunque ahora mismo las puertas deben estar completamente cerradas, se acercaba la hora en la que los muertos empiezan a rondar el castillo así que seria muy molesto y peligroso estar por aquí ahora.

- Los muertos se acercan y ese objeto del que hable esta dentro del castillo aun, si les parece que vale la pena investigarlo, deberíamos intentar entrar de nuevo al castillo, eso asumiendo que no tienen nada mas que discutir, que mi tío no deba escuchar... -

Esta vez esperando mas por su respuesta, me decido que este sera un trabajo conjunto, aunque Sei no lo quiera así, a pesar de haberme demostrado su superioridad en combate me niego a bajar mi cabeza ante el para nada mas que aceptar mis culpas por mis errores, esa es mi forma de ser y deseo mantenerlo así incluso si me cuesta la vida...


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