Tomando algo

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Después de todo la guerra civil entre los ACM había terminado, no como la antigua líder hubiera deseado pero lo había hecho.

Tras su vuelta a Francia y haberse reubicado, la joven había decidido ir a tomarse un café a un pequeño bar, una sonrisa cínica se mostraba tras haber tomado un sorbo de café al imaginarse como todos aquellos que apoyaron a Serpens morían de las maneras mas absurdas a manos de los exorcistas, sabiendo como se las gastaba aquella traidora sabia que era lo mínimo que les iba a ocurrir de ahora en adelante y no iba a ser participe de ello...

¿Pero entonces que haría? Aunque actuase por independiente tarde o temprano el conde organizaría algo grande en cualquier momento y seria entonces que de una forma u otra estaría en sus manos. Viendo que se terminaba el café y que aun quería estar mas tiempo pensando decidió encenderse un cigarrillo, curiosamente antes solo fumaba durante encuentros formales pero ahora lo hacia un poco mas a menudo, eso fue de lo que se dio cuenta al darle la primera calada.

-Creo que mi problema es que pienso muchas cosas a la vez- penso en voz alta

Las cosas podían dar giros bastantes inesperados ¿Quien iba a decir que de todas las personas que se podría haber encontrado en aquel café iba a ser un exorcista?

Luchar contra el no iba a poder ser, sin su arma, aun con heridas y dentro del café seria una gran estupidez, pero de algún modo sabia que al menos podría sacar algo si conversaba con el, así que tras dar otra calada al cigarrillo se animo a hablar con aquel chico

-Perdona, no he podido evitar en que uniforme mas curioso lleva- le dijo al joven- Si te apetece tomar algo mas le invito, me animaría mucho poder hablar con alguien

El chico había aceptado su invitación y se sentó en la mesa junto la aliada, mirándolo ya mas de cerca Coralie pudo apreciar que este era bastante alto y que su pelo pese a que era rubio como ella lo tenia un poco mas claro en comparación.

-Así que supongo que eres empresario ¿No? Conozco a unos cuantos si necesitas algún contacto para llevar negocios- Le respondió sonriendo al oír que el se pagaría la cuenta, la ex-lider ya sabia para quien trabajaba nada mas ver el uniforme pero la curiosidad por saber que podría responder era algo tentadora, ademas decir en seco que sabia quien era podría delatarla.

-Cierto, nací y crecí en Toulousse- le respondió a la pregunta que le había hecho el joven exorcista- Es una ciudad bonita... aunque reconozco que París la rebasa bastante, no por nada es la capital.-

La joven aprovecho al terminar de hablar para dar otra calada, aunque esta vez tuvo el detalle de hechar el humo hacia otro lado para no molestar a su acompañante.

-Perdona, si te molesta el humo del tabaco no me importa apagarlo- le dijo la chica en consideración

Su intención al estar ahí era simple: verla. Así que cuando los akumas finalmente le dieron su ubicación, no tardó en utilizar sus "influencias" como Noé y se trasladó hasta aquel bar.

Y vaya que sonrió al encontrarse con la particular escena en la que la rubia conversaba con el incautó exorcista, se detuvo un momento para observar los alrededores y comprobar con regocijo que el de la Orden se hallaba solo, ni siquiera uno de esos estorbosos buscadores... Nadie.

-Una suerte para él que no esté aquí por negocios- murmuró y con calma se acercó hasta los jóvenes; seguro que si su singular tortuga estuviese acompañándolo estaría muy confundida con su "pacífica" actitud.

-Pienso que deberías dejarlo no por molestia a terceros, sino más bien porque el aroma no va contigo Madame Munich- interrumpió, refiriéndose al cigarro, a penas estuvo a un par de pasos.

Luego miró por escasos segundos al uniformado y sonrío con calma.

-¿Militar?- le cuestionó y acto seguido observó su taza -Vaya... Entonces no podremos brindar... Supongo que pediré uno de esos también- dijo haciendo un par de señas al mesero y "muy quitado de la pena" se acomodó una silla en la misma mesa.

Sentándose en medio de los rubios a una distancia pertinente para no incomodar a la muchacha, quien para él era algo "tímida".

-Realmente espero tengamos una conversación muy enriquecedora...- comentó sonriente.

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De pronto oyo una voz familiar a su lado y no era precisamente alguien que se pudiera esperar.. menos aun en un momento como este.

Allí estaba ni mas ni menos que Balam, uno de los Noah que la apoyo durante la guerra civil de los ACM, no le había vuelto a ver desde que estuvo en el hospital de la base ¿Que haría alli? ¿Y que ocurriria ahora que estaba un exorcista cerca?

-No parece que este molesto y parece que esta siguiendo el juego- penso para si antes de contestar.

-...Hacia tiempo que no nos veiamos, Bal ¿Como te ha ido?- dijo la joven tratando de ocultar su sorpresa, acto seguido apago el cigarrillo ya que con lo que le había dicho ya tenia una escusa para apagarlo.

-Asi que crees que realmente es un general... pero no le veo muy curtido ¿No crees?- comento sonriente -Aunque supongo que en el fondo es lo de menos, a todo esto ¿Como te va el negocio?- dijo mirando a Balam.

Alzó los hombros con cierto desapego ante el último cuestionamiento de la chica y dejó escapar un suspiro antes de contestar.

-Tranquilo... Tanto que no ha sido requerida mi presencia en por lo menos un par de semanas, al parecer los subordinados se han vuelto más eficientes o los "contrincantes" menos- comentó sereno mientras recibía su encargo por parte del mesero.

-¿Qué tal tu salud, mejor?- cuestionó a la muchacha de los ojos rubí, dando un sorbo a su bebida una vez el encargado se alejó.

Fue mientras esperaba la respuesta que de reojo miró la silueta de una recién llegada dirigirse al mostrador, llamando su atención por que parecía esforzarse en pasar desapercibida y aunque lo hacía bien, en su andar algo notaba extraño.

Sonrió al rubio y luego a Coralie, aunque a esta última con una intención cómplice, esperando que ella en su posición pudiese tener una imagen más clara de quién había considerado "una presencia curiosa".

¿Era sarcasmo? Si, la joven había notado sarcasmo en las palabras del Noe, pero decidió restarle importancia... después de todo ya le había pasado y había oído de todo ¿Que mas daba ya?

Era buen momento para dejar protocolos, a fin de cuentas se aburría y había tenido tiempo de hacer alguna que otra tontería mientras que las cosas se asentaban, así que era buen momento de contar por lo menos una relacionada.

-Genial, pronto podre caminar bien como siempre, aunque hechare un poco de menos lo de hacer el pino por la calle por las noches- dijo la joven, sonriendo de forma inocente- Muchos piensan que lo de quedarse quieto haciendo el pino ya tiene merito, pero pocos prueban andar así y menos aun durante ratos largos... aunque eso si, antes hay que recogerse el pelo y no llevar falda-

Sin embargo no pudo evitar un pequeño escalofrió, no sabia muy bien el porque, pero era algo que en una pequeña parte la inquietaba.

La imagen de Coralie parada de manos, avanzando por la calle, apareció en su mente casi al mismo tiempo que recordó en su idioma lo que "hacer el pino" significaba... Y una risa sincera se soltó de su garganta por un par de segundos.

Olvidando por el momento la curiosidad por "la otra visitante".

-Bien, bien...- dijo al terminar de reír, no es como si aquella escena mental le hubiese "partido", pero realmente le resultó hilarante -Me da gusto tu mejoría entonces- agregó aún sonriente y levantó su vaso en signo de brindis, aunque no espero uno, pues le dio otro sorbo a su bebida.

-Espero Cora que la próxima vez que se te ocurra alguna otra idea "creativa" como esa puedas invitarme... Seguro que mi afelpada amiga se divertiría también contigo...- agregó recordando a Gogu, algo que lo hizo hacer un gesto incrédulo por un instante ¿qué significaba aquello?

Volvió a dar un trago a su café restándole importancia a su asociación "Coralie-Gogu" y desvío la mirada hacia el ahora lleno lugar... según veía en las húmedas ropas de varios de los recién llegados, la lluvia se estaba haciendo presente en la ciudad.

Aunque eso por ahora lo tenía sin cuidado, lo que realmente le interesaba era saber dónde estaba aquella chica que antes logró distinguir.

"Te encontré..." pensó con malicia al notarla en una de las pocas mesas disponibles y tras escudriñarla un poco más se viró nuevamente hacia la rubia, a quien volvió a sonreír.

-¡Oh...!- exclamo sorprendida sin poder evitar ruborizarse ¿Cuanto tiempo hacia que alguien quería acompañarla a hacer alguna pequeña locura? No era capaz de recordarlo y aquello la hacia sentirse bien, cosa que no sentía desde hacia tiempo y que agradecia -¡Claro que os invitare, solo espero que lleguéis pronto! Suelo tener buenas ideas en poco tiempo- dijo la joven.

Aprovecho para dar el ultimo sorbo de cafe, en el cual aprovecho para hechar un vistazo alrededor... y ver a una segunda exorcista, quizá demasiado familiar al no haber tardado en acordarse.

Ella aquella exorcista que había quedado moribunda en Mexico, por como estaba ella y aquel chico que la acompañaba se había hecho a la idea de que habría muerto allí, intuía que la exorcista montaría algún escándalo si por algún casual también la encontraba a ella...

Pero era mejor no hacer nada por ahora, si aquello pasaba podría ser entretenido y ademas tenia curiosidad por como actuaria un exorcista ¿Crearía el caos alarmando a todo el bar? ¿Seguiria el juego al ver que un compañero suyo era ignorante de con quienes estaba hablando? Bueno.. realmente solo la reconocería a ella ya que para Balam era mas facil pasar desapercibido pero el punto se mantenía.

En cuanto termino de beber, soltó el vaso y se dirigió a Balam, sonriendo.

-Hablando de diversión ¿Que te gusta hacer para entretenerte?

Estaba aturdido, el viaje en carroza por el camino empedrado era incomodo aunque no lo suficiente como para no disfrutar  del sonido de las pesuñas golpeando los adoquines; lo distraían del mundo exterior.

Pensó en la sugerencia que le había hecho Anthony sobre la adquisición de un nuevo vehículo automotor, en su entusiasmo aseguraba que ese tipo de molestias habían sido eliminadas con las nuevas versiones, a Dibrael poco le importaban esos temas, había adquirido algunos hacia algún tiempo pero no les daba mucho uso, a diferencia de sus camaradas que se negaban a probar las nuevas tecnologías  por temor pues creían fervientemente en los rumores sobre la cantidad exorbitante de accidentes que causaban, el simplemente  prefería caminar o montar por el placer que le producía

-Las maquinas destruirán a la humanidad- habló para sí mismo ante la ironía de aquel pensamiento.

La carroza se detuvo un momento; Índigo recorrió lentamente la cortinilla de la ventana, la luz opaca del exterior le recibió con gusto, no tardó en aparecer tras la ventana un sirviente, golpeó  entonces la puertezuela a pesar de que Dibrael ya advertía su presencia

-Lo siento su excelencia pero el camino está en mal estado- dijo tras abrir la puerta -regresaremos por la misma ruta y buscaremos otro sendero-agregó e hizo una reverencia.

-No se preocupen- interrumpió Dibrael antes de que se retirase, luego se dispuso a bajar por lo que inmediatamente el mozo bajo la escalerilla, el duque espero un momento y luego descendió.

-Iré a pie de aquí en adelante- agregó  dando un golpecito al suelo con el bastón–Los veré después–dijo mientras emprendía el viaje.


El tramo del camino que estaba dañado era de unos cuantos metros, suficientemente normal para los pies humanos pero no para las llantas de la carroza, suspiró ante la problemática de todo aquello; su vida era asquerosamente aburrida. Los sirvientes le vieron desaparecer en el horizonte mientras lidiaban con los caballos que estaban confundidos.

Índigo no tardó en adentrarse en la pintoresca cuidad, aunque dudó en aquel calificativo, en su percepción no parecía lo suficientemente grande. Continuó su paseo con tranquilidad observando curiosamente las vitrinas de los negocios; le llamó la atención una tienda de relojes, se acercó para mirar un reloj cucú que apenas le distrajo lo suficiente para notar su propio reflejo fantasmal sobre el vidrio, notó a través a un pequeño grupo de personas mirándole desde el otro lado de la acera.

-¿La ropa quizás?- se cuestionó a si mismo mientras se ajustaba los guantes negros, se sacudió la chaqueta frac de color azul oscuro y se reacomodo el sombrero de copa alta
-mea máxima culpa- inquirió y continuó su camino con la mirada en el cielo; un aroma natural llenó el ambiente

-Ozono- murmuró y a los pocos minutos empezaron a caer las primeras gotas de lluvia; apresuró el paso, no es que le importara mojarse pero en la situación en la que estaba no quería llamar la atención, se movió entre la gente que se dispersó rápidamente, se quedaba solo, buscó con la vista algún negocio al que pudiese pasar sin que fueran obvias su intenciones y cuando menos lo esperaba se topó con una extraña visión, en una cafetería modesta estaba Alice: sentada en la mesita más lejanas apartada del tumulto de comensales, casi oculta por una columna apenas visible por el cristal, mantenía una expresión melancólica y una taza entre sus manos ¿Cómo la había visto?; Dibrael contuvo el aliento como si cualquier ruido o movimiento brusco pudiese asustarla, aquello no tenía sentido porque la distancia entre ellos era grande y seguramente la exorcista ni lo notaría.

El clima se volvió frío y el empezó a debatirse: no podía verlo de aquel modo, no estaba seguro cuanto sabía muy a pesar de que en algún punto él le hubiese revelado su nombre.

La lluvia se volvió más fuerte, Índigo se deshizo de su frac, del chaleco, del cuello alto con cravat, el bastón y los tiro en un callejón cercano, se quitó el sombrero, se despeino y entró  al café.

El ambiente era totalmente distinto, las voces de los comensales eran un sonido constante, algunos notaron su presencia y lo miraron con curiosidad, después de todo estaba medio vestido, empapado y se notaba algo agitado (o eso pensó él)

-¿Le puedo ayudar?-le ofreció un mesero mientras le otorgaba un pañuelo

-Sí, un café por favor– dijo distraídamente tomando la tela y secándose el rostro mientras caminaba, las miradas le seguían por su recorrido, todas menos la de Alice, ella no lo notaría se encontraba de espalda

-Señorita- exclamó mientras tomaba una silla y se sentaba en la mesa de la exorcista

-Hola- agregaría mientras sonríe...

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El té caliente al beberlo, se sintió bastante bien. Podía sentir lo tibio de este, además que de por sí, el lugar adentro era más tibio que afuera, donde  ahora seguramente llovía cantaros y debía hacer frió, agradecía haber entrado a tomar un poco de té, además…

- Los dulces están deliciosos.- no pudo evitar decir alegre y removiéndose en su asiento, luego de haber probado un pequeño boyo relleno de una dulce crema. No se había dado cuenta que hablo en voz alta, pero de todas formas su voz no era nada comparado con el bullicio de todas las conversaciones a su alrededor.

Llevo una mano hacia su costado, aquel movimiento brusco debía evitarlo, aún se estaba recuperando de sus heridas más graves. Dejo escapar un suspiro, de verdad esperaba que la lluvia parara pronto para poder irse en busca de aquellos buscadores, pero viendo que entraba cada vez más y más gente, no parecía que la lluvia quisiese parar. Volvió su mirada hacia su taza humeante de té que se encontraba entre sus manos, un poco triste por su mala suerte, la cual esperaba que no se volviera peor.

Alice siguió probando otro dulce a pequeños pedazos, los cuales llevaba a su boca casi automáticamente, dado a que no tenía nada más que hacer y también porque tenía hambre. Pensando en sus propias cosas, dejando que su mente divagara en tema triviales, no se dio cuenta que una presencia se acerco a ella, hasta se atrevió a sentarse en su misma mesa, justo en frente.

Fueron quizás 3 segundos desde que él había dicho “Hola” sonrientemente cuando la mente de Alice se había quedado en blanco observando al nuevo personaje. Pero para Alice esos 3 segundos fueron una eternidad, hasta que los recuerdos vinieron a ella como si le hubieran golpeado en la cara.

- ah… t…- y las palabras no le salían, ya hasta se había puesto pálida, más de lo que estaba. ¿Qué iba hacer? Gritar no estaba entre sus opciones, empezar una pelea mucho menos, estaban en una cafetería con personas adentro ¡Qué clase de mala broma era esta! Además ¡¿Por qué tenía que ser justamente él?! Pensaba en aprietos la exorcista en esos 5 segundos siguientes, desde que aquel que se suponía era su “enemigo”, no sólo le había dirigido la palabra si no que hasta se había sentado en la misma mesa con ella ¿Estaría tramando algo? Se pregunto.

Me confié demasiado. Se regaño ella misma, antes de llegar a la única resolución posible que podía hacer en ese momento.- ¿Pu-puedo ayudarle en algo?- pregunto intentando ocultar su sorpresa  y nerviosismo, tratando de esbozar una sonrisa, aunque la verdad ya era muy tarde. Y fingir que no lo conocía era imposible,. sobre todo cuando los recuerdos le habían golpeado justo en la cara hace sólo unos pocos segundos atrás.

A penas notó el tono rosado en las mejillas de la francesa el Noé apretó los labios, conteniendo sus ganas de sonreír complacido por la reacción, aquella muchacha llamaba su atención genuinamente y el convivir con ella en aquel plan relajado le resultaba más agradable de lo que hubiese imaginado. Así que ahora definitivamente algo le resultaba estorboso para continuar su charla con Coralie: el exorcista a su lado (quien por alguna extraña razón había permanecido en silencio todo ese tiempo) y al cual miró seriamente por algunos segundos, antes de que la voz de Coralie le devolviese su atención.

-Hablando de diversión ¿Que te gusta hacer para entretenerte?  

Y ahí no pudo contener su sonrisa entre maliciosa y satisfecha. Mientras acortaba la distancia entre la ojiroja y él.

-Pequeña… ¿me estas tentando?- le cuestionó al oído en tono sugerente, lo más probable es que la rubia lo hubiese dicho inocentemente pero el Armadeira no perdería la oportunidad de molestarle, además era claro que no era un hombre que se pudiese considerar de nobles y puras intenciones.

Finalmente retomó su postura a distancia prudente y le sonrío con calma, mientras que con un movimiento rápido presionaba lo que a simple vista pudo ser el hombro del muchacho de la Orden, el resultado fue el inmediato desmayo del ojiazul al cual hábilmente había sostenido del pecho con su mano desocupada, evitando se desvaneciera rudamente, y acomodó su cuerpo laxo sobre la mesa de modo que pareciese dormido.

-¡Vaya! Suficiente leche por hoy amigo…- dijo burlonamente y discretamente  observó si alguno de los otros comensales había sido testigo de lo ocurrido, pero nadie resultó interesado… aunque la sorpresiva presencia de su muy conocido Duque le ocasionó fruncir el ceño.

Y es que antes de sí quiera poder saludar al pelinegro con su característico “Irmão” o hacerle una seña para indicar su posición, este simplemente se había  acomodado en la mesa que justamente ocupaba aquella chica “curiosa”.

-Pienso saludar…- comentó Balam distraídamente, poniéndose de pie y con la firme intención de ir hasta donde Dibrael…