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¿ACM o exorcista? La secta oscura

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Mensaje por Invitado Jue Oct 14, 2010 9:21 pm

Illya sintió el latido. Constante, aturdidor e inaudito cuando de pronto creyó confundir la realidad con su locura y luego darse cuenta de que nunca se había marchado del mundo auténtico en el que yacía parada. Lo que lo hacía todo mucho más perturbador y doloroso.

Había acompañado a la procesión obedientemente hasta internarse en la oscuridad tenue del templo. Enseguida que se vio metida allí, supo que dentro de aquel recinto no había nada sagrado, ni mucho menos divino. Macabro. Un aire hostil y tenso que sólo consiguió relacionar con el de una bestia al acecho fue lo que percibió. Demasiado turbador, directo. Igual a quien se mete dentro de las llamas sin importarle la inmolación de su propia carne bajo ninguna razón satisfactoria.

Es como esa pesadilla en la que caminas por la noche sobre el Valle de la Muerte, y sabes que allí, cuando todo está oscuro, reinan las bestias, la demencia, la inmisericordia, y entonces debes guardar silencio. Pero en vez de guardar silencio e ir a tientas muy quedito, gritas, gritas con todas tus fuerzas para llamarlos, y en vez de saber que lo haces consciente, te sorprendes con verdadero horror de lo que has provocado. Es un vuelco en el corazón, ¿verdad? Aquí también tienes que callar, Illya. Aquí también reinan las bestias.

Por eso una parte de ella quería irse. Lo más rápido de allí, si era posible. Pero no, no era posible. La posibilidad se había acabado en el mismo momento en que se cerraron las puertas detrás de la multitud, con ella incluida. Ahora sabía que no había vuelta atrás y tendría que seguir hasta llegar al meollo de aquel asunto, a pesar de que en su fuero interno solo quisiera asegurarse de que Will o Armand no se encontraban allí, ¿o acaso era al revés?

Ya no lo sé.

A medida que avanzaba sentía aquella aura casi materializada en un viento pestilente, el oxígeno que respiraba descompuesto. Sintió arcadas en el interior de su garganta, e incluso cómo la tráquea se le cerraba por alguna inexplicable razón.

Al principio, en ese principio tuvo la ingenua idea de que quizá se debía a la oscuridad y cómo el espacio estaba reducido entre tantas personas apretujadas entre sí. Un síntoma de la claustrofobia completamente razonable. Pero ahora, oh, ahora mismo, cuando todo comenzó a degenerarse en una sucesión de momentos completamente fuera de sí, algo imposible, lo que se había convertido el pequeño momento de ceremonia, pensó que se encontraba más bien en el infierno.

He estado rodeada de demonios durante todo este tiempo, alcanzó a penas a pensar Illya cuando se convirtió en ojos y locura, porque lo que estaba viviendo tenía que ser eso.

Muchas de aquellas personas se habían convertido en monstruos. Los espectadores, que no hacían nada y sólo contemplaban, parecían tan irreales en la escena que a la exorcista casi se le antojaron como muñecos de cera. Mera decoración.

¿Había una manera de describir aquellos desgarradores gritos de dolor, agonía, angustia?, ¿el chasquido que hacían los terribles dientes de aquellas bestias cuando se cerraban en torno a la carne y la desgarraban como si nada más que tela fuesen?, ¿y la sangre a chorro que salpicaba las paredes, el suelo, todo, no era más que un ensueño?, ¿Que los ojos dilatados donde se reflejaba la escena cruenta y vil eran ahora espejos vacuos, vibrando por el miedo y el horror? ¿Se llamaba a eso vacío? Y la estela de la vorágine oscura que le advirtió lo que se sellaba detrás de aquellas puertas y paredes, había sido en realidad su señal de la muerte.

Degustó la agria, ácida bilis en su boca, llenándole la lengua de su sabor amargo, antes de que la respiración volviera a cerrársele. Apenas y era consciente de que estaba en el suelo, sentada, porque las piernas habían dejado de responderle y ahora las personas cerca de ella le miraban extrañadas. Como una película, la matanza que se llevaba a cabo en el templo seguía sin detenerse hasta la cúspide del momento, cuando los gritos por fin fueron un coro unánime y los miembros se desprendían casi al mismo tiempo, crujiendo y escupiendo sangre que se regaba por el piso.

Illya sintió, pero no sintió sus dedos puestos sobre su rostro, ocultándolo, separados para dejarle paso a sus ojos pudiendo verlo todo aunque no quisiera. Que se detuviera. Que tenía que parar. No podían… no podían cometer tal atrocidad. Los rictus de terror se grabaron a fuego en su mente. Más brutales que sus pesadillas, más demoledoras que la sola presencia del vacío profundo con el que a veces sentía que era una.

¿Qué…es…esto? ―se escuchó susurrar vagamente.

Y justamente en ese instante la silueta de Armand se dibujó a su frente. ¿Era el último?, ¿el penúltimo?, ¿el plato principal? Seguía vivo, casi íntegro, pero encogido en aquella pose vulnerable, mientras se pegaba lo más que podía a las paredes como si así lograra fusionarse con ellas y escapar, huir de aquella locura, de la muerte que se materializaba frente a él como dos de esas bestias horrendas que en ese instante abrían sus fauces desproporcionales acercándosele.

Fue un lapsus de tiempo demasiado lento, demasiado rápido, demasiado bizarro. Sus miradas se chocaron, a pesar de que mostraran lo mismo, y por un instante, uno que Illya recordaría más que cualquier otro detalle tras aquel desastre, encontró en los ojos del buscador otra emoción mucho más límpida que la del miedo tempestuoso.

Esperanza.

Illya ―vocalizó en silencio casi como una plegaria.

El primer bocado le quitó el brazo de cuajo, cuando el Akuma tiró de la carne hasta deshilacharla y por fin apartarla de la restante. Armand no gritó, porque la segunda mordida le impidió hacerlo. En el cuello, y un abanico de sangre comenzó a salir a chorro cuando también la piel allí se hizo trizas y se separó con el augurio de los huesos crujiendo.

El ruido seco del cuerpo del buscador derrumbándose en el piso significó la pauta de inicio para todas aquellas emociones que se encontraban nadando al acecho dentro de la mente de Illya y ahora veían la salida a la luz como nunca en otros días.

Fue la ira intensa, abriéndose como el delicado capullo de una rosa la que salió primero a flote.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Su grito fue el más alto, como el rugir de un trueno por encima del goteo constante de la lluvia contra el suelo. Todos los Akumas se detuvieron, no porque lo hubiesen escuchado claramente. Era que estaban comenzando a morir.

Una explosión que estremeció el lugar desde los cimientos fue el inicio. Illya sostenía a Albtraum más que férreo, con fuerza, tanto que casi las venas le sobresalían de los antebrazos. Tenía ambos gatillos apretados, apretados, sin soltarlos en ningún momento, y la lluvia de Lacrime que salió comenzó a barrer con el sitio igual a si la verdadera tormenta estuviera iniciándose con eso.

¡Los odio, los odio, los odio, los odio, los odio, los odio, los odio, los odio, los odio, los odio, los odio, los odio los odio, los odio, los odio, los odio, los odio...! ―repetía con los dientes apretados y los ojos fulgurantes de tan abrasadora emoción.

Sin darse cuenta lloraba, y era una mezcla amarga entre la auténtica y única ira y el dolor tras la pérdida. Las lágrimas descendían de sus mejillas a raudales. A ella no le importaba. Ni siquiera sentía el calor del fuego cuando comenzó a desatarse o el camino húmedo que descendía por sus dos mejillas. Aquel sentir descontrolado por dejar fluir lo insano empezaba a apoderarse de ella. No se sentía incluso la herida palpitando.

Los testigos tuvieron que retroceder sin entender qué sucedía, atónitos u asustados por primera vez en la sesión. ¡Pero claro que tenían que entenderlo! Se estaba desatando el caos, como siempre.

Solo que esta vez, el caos había decidido no tomar en cuenta ambas partes y envolverlos a todos en su enloquecedor réquiem.

Illya ignoraba si sentía el latido, pero estaba segura de que seguía allí con ella.
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Mensaje por Coralie Monich Vie Oct 15, 2010 7:12 pm

El abrazo que le dio la ACM le alegro el dia a la lider, sin duda hechaba de menos ese tipo de contacto con otras personas.. ademas Elaine era lo mas cercano a una hermana que podia tener.

Pero centrandose en la situacion, observo como los aldeanos se volvieron menos agresivos al ver al akuma que llevaba su amiga, eso la sorprendio al principio, pero pronto la idea que se dibujaba en su mente no era precisamente la mejor.

-¿Se puede saber que pasa con ellos?- le pregunto Elaine en aquel momento.

La cara de la joven francesa reflejaba una gran preocupacion ¿Quienes estaban detras de todo podrian ser los akumas? Eso era muy contrario a lo que deebrian hacer y de que almas se suponen que deberian surgir.

-...Esto no puede estar pasando... ¡¡Tiene que haber algo detras de todo esto!!- pensaba angustiada solo de imaginarse que podia estar sucendiendo.

-...Vengo en busca de un posible ACM, y las fuentes que obtuve acerca de este pueblo es sobre el secuestro de gente extranjera para su sacrificio- le iba poniendo al corriente procurando no ser oida por los aldeanos- Creia que se trataban de canibales o gente practicando una religion como la de los mayas... pero esta reaccion...- no podia terminar la frase, pero mas o menos se hacia entender lo poco que quedaba... podria tratarse de akumas valiendose de las creencias de la gente o tal vez otro ACM estaba moviendo los hilos.

-Quisieramos hablar con vuestro lider lo antes posible, es un asunto muy urgente- dijo la francesa al resto de aldeanos, esperando que hicieran caso de su peticion.

A lo lejos, una figura humana con aspecto elegante observaba la situacion con gran interes, no podia reirse bajo a sabiendas de lo que estaba ocurriendo.

-Esperaba de usted una reaccion asi, señorita Monich- comentaba para si, sin nadie en particular que le pudiera oir -Ahora apresurese y aplaste esa oscuridad que tanto odia... ¡Debe hacerlo si quiere aumentar la suya propia! Destruya a humanos y akumas tanto como desee hasta que llegue el glorioso dia...
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 16, 2010 3:33 pm

Habían comenzado a ser guiados por los aldeanos hasta esa zona trasera del templo, donde según les habían dicho podrían reunirse con su líder con más tranquilidad. Pero aunque todo les estuviera saliendo bien a ellas, había algo que simplemente no estaba bien. Algo lograba desconcertar a la danesa, quien ponía todos sus esfuerzos en escuchar a Coralie.

- He venido aquí por dos cosas. La primera por el tipo que dice que puede revivir a los muertos. Y la segunda razón, es porque estoy siguiendo la pista a un portador de inocencia. Es el pequeño de la familia Marto, en Sidney una pequeña disputa con su padre me dejó… fuera del juego durante… varias semanas. –Explicó, sin darse cuenta hasta el final de sus palabras que había pasado el tema de que también había continuado por la presencia de la Chica Maravilla, le pareció que por ahora, era un secreto que debía guardar, pocas personas comprendían la forma en la que ella veía las cosas, o el porqué de la forma en que lo hacía todo, por eso y por ahora, mantendría silencio acerca de la exorcista de los rifles.

Al llegar junto al templo el silencio que reinaba fuera hizo que un escalofrío recorriera su columna, Elaine notó que sus brazos comenzaban a ponerse rígido, como si su cuerpo sintiera una fuerza exterior hostil que su mente no lograba captar.

Y entonces, tal como una parte dentro de sí lo esperaba, ocurrió. Del interior del templo comenzaron a escucharse gritos, con tal carga de emotividad, oscuridad y de esa locura que precedida al miedo de esa muerte, una muerte cruel… La que viene sin ser llamada, arrastrando tras de sí un sufrimiento indescriptible del que nadie es merecedor.

Elaine se llevó las manos a la cabeza, aquel sonido era algo que estando enferma como estaba su cabeza en ese momento, no podía soportar, apretó con fuerza su cráneo, hundiendo los pulgares en sus oídos como si la idea de lograr acallar esos gritos consiguiera algo de paz, la suficiente para lograr calmar ese instinto que ahora le golpeaba fuerte en lo que llamaba su atrofiado corazón, y le urgía a entrar en ese lugar.

- Debo… debo ir. –Concluyó la aliada lanzando una pequeña mirada a Coralie. – De todos modos a ti se te da mejor la diplomacia que a mí. –Añadió en un susurro antes de entrar en el templo, desoyendo las voces de aquellos que las habían guiado hasta ahí.

De algún modo corría por inercia hasta donde creía que provenían los gritos, como si de algún modo lograran atraerla. El lugar estaba sumido en la más absoluta penumbra, al menos el estrecho pasillo por el cual ahora caminaba, aún medio jadeante por aquel súbito dolor que le había sobrevenido cuando estallo el pánico. Había seguido, sin darse cuenta una pequeña luz inquieta que por muy cliché que ahora lo viera se encontraba al final de ese camino que ahora ella recorría.

La puerta estaba oculta tras una columna en la zona del ábside del templo, sin embargo, incluso en el lugar más sagrado de aquel lugar como lo era el altar había llegado aquella abominación al cual la palabra “pecado” como adjetivo no era suficiente, incluso eso era demasiado para sus ojos.

Los gritos provenían de una gran inmensidad carmesí, producidos por infinitos pedazos de figuras que antes sin duda habían sido humanos. Sus órganos a medio comer, la carne despedazada y los huesos rotos, junto con el resto de sus cuerpos creaban un mar del horror, los que aún apenas se agarraban con todas sus fuerzas a la poca vida que les quedaba, aullaban de manera violenta y furiosa, llenos de agonía y terror, mientras más trozos de algo caían al suelo chocando unos contra otros, golpeando el suelo, a Elaine le pareció divisar rostros, o lo que quedaba de ellos desencajados por la ira y la angustia.

Ya es suficiente

Mas antes que pudiera hacer nada, una nueva oleada que Elaine describiría el más puro dolor, seguido por la verdadera y autentica ira le hizo estremecerse, al igual que lo hizo todo el templo luego de la explosión que ocupo la mayor parte del lugar, matando a las máquinas que había en el templo.

- Sal de aquí Nana. –Susurró sacándose al akuma oscuro de la cintura, la cual en un ahogado sollozo desapareció tal y como su Savne le había ordenado, pues en realidad temía más las reacciones de Elaine que las de cualquier exorcista.

La danesa salió de su escondite dejando caer la capa y blandiendo su sombrilla, sus ojos se encontraban cubiertos por la sombra de su flequillo haciendo que su expresión se agravara más. Eso no estaba bien, ese no era el modo en el que un aliado debía jugar, aquello era abusar, y además hacer trampa.

No le fue difícil reconocer la inocencia que ahora mataba incontrolada todo lo que encontraba por el camino y le disgusto ver aquellos rifles enfundados por la chica maravilla. Tan cegada por aquel nuevo trauma, esa forma en la que luchaba… Elaine supo que también era producto de esa demencia que el dolor provocaba, porque ella misma lo había vivido antes.

¡Ya es suficiente!

Algo desconocido por Elaine hasta ahora gritó en su interior, la llevo a saltar al centro del lugar, abriendo su sombrilla y dejando escapar varios rayos que salieron disparados como si de un imán se tratara a la inocencia que guardaban las balas que salían disparadas de los rifles (pues ya había visto como reaccionaban esas balas al entrar en contacto con la materia oscura), alcanzando solo a un par de ellos, provocando un total de cuatro explosiones brutales que engulleron a todo aquel que estuviera a un radio cercano a ellas y de paso derribando una de las paredes donde se hallaba la salida.

Aqui no están… aquí no están. –Comentó con expresión preocupada, girando su cabeza para observar aquel nuevo punto de luz, torciendo los labios en un gesto decepcionado. –Los culpables no solo están aquí. –Terminó por decirse a sí misma, ignorando los trazos de sangre que le habían salpicado desde el momento en que había salido de aquel pasadizo, para finalmente sonreír al distinguir algunas pequeñas zonas del pueblo por aquel boquete en la pared. Iban a pagar todos.
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 16, 2010 8:16 pm

La situación había cambiado en tan solo un par de segundos, que fueron precisamente en los que la figura de una chica que me resultaba demasiado familiar, salía de entre la multitud y comenzaba a disparar a todos aquellos caníbales que se encontraban disfrutando de lo que ellos consideraban un apetitoso bocado.

La exorcista estaba totalmente fuera de sí, disparando a cualquiera que se encontrara cerca suya, sin tan siquiera pararse a pensar en la posibilidad de que entre todas aquellas personas hubiera algún verdadero humano. Las explosiones se sucedían una tras otra, siendo acompañadas de numerosas palabras cargadas de ira.

Mientras la exorcista descargaba su odio contra los asistentes, otra figura femenina y también demasiado conocida, apareció de entre las sombras y se unió a la lucha contra aquella multitud sedienta de sangre.

No podía creerlo pero era cierto. La desaparecida Elaine había hecho acto de presencia en ese mismo pueblo, en ese templo repleto de seres que el único castigo que merecían era la muerte. Por dentro no pude evitar sentir un alivio al ver que se encontraba bien tras su misteriosa desaparición en plena batalla contra mi familia, después de todo desapareció en un mar de llamas mientras peleaba contra el que un día fue mi padre.

Las explosiones producidas al contacto entre los proyectiles de la exorcista y los rayos de la aliada, produjeron varias explosiones que hicieron que el lugar se estremeciera por el ruido. Esa táctica había disminuido el número de atacantes, pero no había sido suficiente como para derrotar a todos los que allí había.

-Malditas intrusas, una exorcista y, y ¿y quién diablos eres tú?- dijo furioso el líder, -no importa, vamos mis hijos transformaros y destruirlas-

Siguiendo las órdenes del aquel enajenado hombre, los asistentes comenzaron a transformarse en un gran número de maquinas como las que ya había visto en la mansión familiar. En su mayoría aquellos seres llamados akumas tenían la forma de esferas con cañones, pero un grupo de diez tenían formas distintas y un tanto extrañas, cada una con un cuerpo distinto, cada una con una habilidad distinta, cada una más mortal que las esferas que allí revoloteaban.

-Quiero que esto termine rápido, Rant, Jean, ir allí y traerme sus cabezas-

Dos hombres que se encontraban al lado de la puerta por la que el líder y su sequito habían hecho acto de presencia en la sala, comenzaron a caminar con paso lento, y cuando se encontraban a pocos metros de su amo, comenzaron a transformarse en dos seres con armaduras, casi idénticos al que fue mi instructor y tanto trabajo nos costó derrotar. La diferencia principal entre esos dos, era en que uno poseía un color amarillento que le recubría todo el cuerpo, el del otro era un verde esmeralda.

Al ver a ambos akumas y recordar el poder que una sola de esas criaturas era capaz de desplegar, no pude evitar soltar un bufido cargado de molestia. Ahora ese par de tipos se preparaba para atacar a ambas chicas, las cuales se encontraban rodeadas de enemigos y limitándoles la visibilidad hacia el altar en donde se encontraban junto a su líder. No me quedaba más remedio que hacer aparición antes de lo que me hubiera gustado.

Examine con detenimiento la zona bajo mis pies, clavando mi vista en las esferas que flotaban por toda la sala, hasta que marque en mi mente el recorrido que debía de seguir para llegar hasta donde se encontraban ambas invitadas de honor. Decidido a actuar, di un salto hacia la primera de las esferas, para de forma casi inmediata darlo hacia la siguiente ya si sucesivamente, aunque antes de llegar a mi destino, cogí una de las dagas que portaba y tras agarrarla con la diestra, se la lance al líder de aquella sanguinaria secta. Después de aquello y tres saltos más caí entre ambas chicas con la vista fija en el altar.

La daga había volado hacia el líder sin que este se hubiera percatado de la presencia de un tercer extranjero en su templo, sin embargo antes de que el arma lograra clavarse en el corazón de aquel tipo, este había extendido el brazo izquierdo para hacer una señal a los dos últimos que había convocado. Ese simple hecho hizo que la daga se incrustara en el antebrazo del sujeto, desperdiciando así la oportunidad de terminar con todo ese asunto de un solo golpe, y lo que nos ponía aun más en peligro.

-No preguntare el motivo por el que estáis aquí ya que es más que obvio, pero si os diré que me alegro de veros ya que por lo visto tenéis en mente la misma idea que yo- les dije a ambas chicas una vez vi que mi ataque no había surtido efecto, -mi consejo es que salgamos de aquí y deprisa, ya que vienen hacia aquí dos tipos que son más fuertes que los que nos rodean, y dudo que podamos hacerles frentes a todos juntos y en un espacio tan limitado- Al terminar se escucho un grito de dolor que provenía del altar.

-¿Quién ha sido? ¡Matarlos, matarlos a todos!-

Una lluvia de disparos comenzó a caer sobre nosotros, mientras que las diez maquinas con formas extrañas se abalanzaban hacia nuestra posición, seguidas por los dos tipos de armaduras resplandecientes. ¿Existía alguna forma de salir con vida de ese templo? Para hacerlo no nos quedaría otra confiar en nuestras habilidades y en las de las otras dos personas que había a nuestro lado.


Última edición por Metron el Lun Mayo 02, 2011 7:04 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Dom Oct 17, 2010 4:40 pm

Sentía que de pronto, en un instante, podría perder el poco autodominio que le quedaba. Sentía que podía volverse loca con todo aquello, mientras las imágenes cruentas, sangrientas y aterradoras se repetían en su mente una y otra vez igual a una grabación interminable de sufrimiento. Tanta sangre se había derramado a su frente, que Illya ahora parecía estar observándolo todo con los ojos inundados por una cortina carmesí traslúcida, ¿era esa la ira pura que le recorría por las venas tan descontroladamente como nunca antes?, ¿o sencillamente su cabeza volvía a volar, desplegar las alas solo para desviarse por un camino lleno de espinas y aire fétido que no anunciarían algo más que la muerte allá donde pasara?

¿Pero en qué estaba pensando? Desde un buen inicio ya lo sabía: que la cordura que le quedaba era relativamente escasa, y quizá, en todo aquel tiempo, siquiera la había tenido aún aferrándose a la idea contraria. Que cada pesadilla, cada momento alucinado, era un paso más para internarse en aquellas extrañas pero familiares entrañas llenas de oscuridad.

Control.

Cuando la rabia llegaba a un punto infinito, cuando no tenía fin y parecía ser eterno, se perdían muchas facultades benévolas. Illya no sólo había dejado de considerar su razón por estar de pie en aquel lugar, sino que también con un brutal zarpazo mental alejó completamente cualquier idea o sentimiento racional que pudieran interrumpir aquel perfecto canal de ira y poder.

Control.

Dragón/Fúnebre ―había invocado en algún momento, algún espacio del tiempo que llevaba allí, pero que ahora no distinguía porque para ella el pasado y el presente se habían vuelto uno.

Su mente estaba ardiendo. Se sentía convertida en una caverna hueca, vacía, pero por el contrario lleno de llamas infernales intangibles que existían sólo para crecer y gruñir como bestias impensables de historias fantasmales. Fue por eso que, aunque de pronto algo hubiese hecho explosión cerca de ella, y una persona acudiera a donde estaba quizá con las intenciones de ayudarla, no pareció estar consciente de eso, o si lo estaba, al menos no lo suficiente como para reaccionar. Si su mirada no hubiese quedado oculta bajo su flequillo con una sombra que le traspasaba de lado a lado, a bien seguro estarían allí unos ojos que no le pertenecían, porque era una mirada demasiado fiera, unas pupilas excesivamente dilatadas y una fijación terrible que embargaba el deseo aterrador que cargaba en su pecho, que jamás podría pertenecerle a Illya.

Control.

O eso había creído. También había creído en un pasado, que lo que estaba roto a bien seguro podría volver a repararse.

Ahora ya no estaría, ni estaba tan segura.

Malditas intrusas, una exorcista y y ¿y quién diablos eres tú? No importa, vamos mis hijos transformaros y destruirlas.

Quiero que esto termine rápido, Rant, Jean, ir allí y traerme sus cabezas.


Todo sonaba a… ecos en la lejanía. Voces ajenas y carentes de significados.

No preguntaré el motivo por el que estáis aquí ya que es más que obvio, pero si os diré que me alegro de veros ya que por lo visto tenéis en mente la misma idea que yo. Mi consejo es que salgamos de aquí y deprisa, ya que vienen hacia aquí dos tipos que son más fuertes que los que nos rodean, y dudo que podamos hacerles frentes a todos juntos y en un espacio tan limitado.

Sin dejar de disparar con la mirada vuelta hacia donde estaban los Akumas consumiéndose por Albtraum, Illya ladeó la cabeza apenas reaccionando a la voz de Will. Con la misma vaguedad carente de emoción, se preguntó en su fuero interno cuándo había llegado hasta allí. Se lo repitió varias veces, casi vocalizándolo en sus labios, y a pesar de eso, momentos más tarde no lo recordaría.

¿Salir?, ¿salir de aquí?, no… no. Ellos tienen… después de todo ellos deben… tienen que…

La corriente de Lacrime había logrado atrasar las cosas sin proponérselo en realidad. Gracias al impacto y las explosiones, la edificación comenzó a debilitarse, y a donde disparaba en ese momento Illya como una lluvia eterna, las paredes empezaron a ceder, así como el techo casi por el mismo acto. La distancia que les separaban a los niveles tres y el autor de aquella masacre de ellos, fue invadida por un montón de escombros que cayeron con estrépito haciendo una cortina de polvo demasiado densa como para observar más allá. Las piedras y el cemento acabaron por tapando aquella parte, y al otro lado de la nueva muralla, se escuchó el grito frustrado de aquella persona.

¡Maldita sea! ¡Vayan por ellos AHORA MISMO!

Podían escapar… irse a tiempo. Pero Illya no quería moverse. Quería más bien encontrar al dueño de aquella voz y sus secuaces para enfrentarlos y despedazarlos. Los enemigos seguían allí, y ella tenía. Su instinto se lo pedía a gritos. Su propia naturaleza ahora despierta desde el lado más perverso.

Tengo… debo… son mis... enemigos…

No, lo que ella necesitaba era…

Control.
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Mensaje por Coralie Monich Dom Oct 17, 2010 7:51 pm

Coralie se habia quedado sola con los aldeanos en cuanto Elaine se marcho, notando nuevamente como se clavaban sus miradas de odio hacia ella... ¿Pero por que ahora que su amiga no estaba a su lado? ¿Que ocurria exactamente?

Pero para ella esas cuestiones eran mas secundarias, ella tambien sentia la necesidad de entrar, debia entrar a toda costa y averiguar que era lo que estaba pasando ahi dentro.

-Me van a disculpar, pero he de entrar ahi dentro...no es que quiera ser descortes ni nada por el estilo- alzo la mano, y enseguida su mayordomo aparecio desde el cielo trayendo la campana de su dueña y sorprendiendo a todos los presentes

-Señorita Monich, ya hemos cumplido las ordenes encomendadas ¿Que mas desea?

-De momento que te espabiles, es posible que se encuentren akumas en esta aldea ¿Como es que no te has enterado?- reprochaba a su mayordomo tras volver a tener en sus manos su arma

-¿En serio? Vaya... No habian noticias acerca de akumas en un sitio asi, era algo que no me esperaba en absoluto- contesto el mayordomo con total tranquilidad -Volvere a recopilar informacion para usted y le informare en caso de que en verdad sea cierto

-Mas vale que me digas la verdad...- dijo antes de adentrarse en el templo, el akuma sonrio satisfecho pese a que la gente le rodeaba, no era precisamente un gran problema teniendo en cuenta que sabia como ganarse la confianza de esos ilusos.

La francesa corrio hasta llegar a la sala donde parecia desenvolverse una encarnizada batalla, la joven se sorprendio al ver una pila de restos humanos en un altar, podia ver hasta algunos organos desparramados... los que hicieron esto eran monstruos desalmados sin duda.

Alli tambien estaban presentes Elaine, el joven Will y una chica soldado que estaban siendo atacados por multitud de akumas, y tambien estaba... ¡La proxima persona que debia de morir por lo que ha causado!

Coralie no dudo en parar parte de las balas de akumas con la campana e interponerse entre Elaine y los demas, mirando muy seriamente al causante de todo.

-¡Elaine, ya trataremos con esa sabandija en cuanto Will y esa chica esten a salvo! ¡Salgamos de aqui lo antes posible!- dijo la lider con total autoridad, esperando que la hicieran caso y se salvasen mientras ella y Elaine retenian a ese maniaco.

Pero noto que la chica soldado estaba realmente enfurecida, probablemente habia visto el sacrificio y el impacto habia sido demasiado fuerte para ella, era importante que lo superase y afrontara la situacion con mas calma, de modo que se acerco a ella y trato de ayudarla.

-Escucha, se que lo que has visto es horrible... pero no te sirve ahora dejarte llevar por la ira, si lo haces tus esfuerzos seran en vano- le dijo en un tono suave
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Mensaje por Invitado Lun Oct 18, 2010 12:50 pm

Las cosas sucedían más rápido de lo que su mente podía llegar a procesar incluso era incapaz de escuchar bien todo lo que sucedía a su alrededor. Elaine lo sabía, había cometido a ojos de cualquier persona sensata un error al meterse de lleno ahí en medio, cuando apenas era consciente de sólo un cuarto de la realidad que se sobrevenía frente a ella.

Había notado como esbozaba una sonrisa al escuchar la voz de Will, tener a los dos niños juntos sería bueno para ver que a ninguno le ocurriera nada y para claro, no tener que sacarle los ojos de encima ahora.

Por otra parte estaba la Chica Maravilla, la cual había perdido literalmente la cordura, no era consciente realmente de lo que estaba haciendo, parecía guiarse solo por el dolor, eso y la ira, una que era desenfrenada y pura, que lo destruía todo a su paso y con ello ofrecía una alta oportunidad a sus nuevos enemigos de asestar un ataque mortal, porque allá donde se viera… aquella niña estaba totalmente indefensa sumida en esa ira que a Elaine ahora le parecía más que patética, dañina.

- Huele muy mal. -Dijo Elaine simplemente, entrecerrando los ojos buscó la bolsa llena de frutos (sustitutos de sus dulces) sin embargo no encontró nada. Al parecer Nana había dejado caer la bolsa cuando había hecho caso a su savne y había desaparecido del templo. La palidez de Elaine pareció intensificarse más aún. –No puede ser… –Musitó en un agudo tono de voz, llevándose una mano al cuello, aquello era su peor pesadilla.

Y cuando todo parecía ir de mal en peor, una pequeña muralla creada por piedra y cemento desprendido de las paredes que habían caído tras varias ráfagas de las balas de la pequeña exorcista les separó del líder y los niveles 3, poco después de que Coralie se les uniera y bloqueaba con su campana varios de los ataques de los akuma.

Concentrate

Elaine parpadeó, intentando comprender que era lo que Coralie decía, seguía incapaz de escuchar nada, y aunque hizo el intento de leerle los labios se rindió, no podía pensar con claridad.

La danesa carraspeó molesta consigo misma y ladeó la cabeza, para mirar a Will con una extraña curiosidad naciente que no iba para nada con el momento que estaba viviendo, le tomó de la muñeca para poder observarle con más detenimiento sin cambiar ni un ápice de su expresión, por uno de sus akuma Elaine sabía que su inocencia residía ahí, en sus manos.

- ¿Sabes u.. -usarla? –Se sorprendió a si misma cuando se escuchó (de que manera tan oportuna había dejado de ser sorda) decir eso y soltó la muñeca del chico como si hubiera tocado ácido, apartándose de nuevo de él. Claro… estaba preocupada. ¿Cómo pensaba si quiera defenderse de akumas si no sabía lo básico? Las armas de los humanos normales no servían.

Realmente has pérdido la cabeza Elaine. -Se regañó soltando una pequeña risa que le supo nerviosa, para disparar de nuevo varios rayos contra las balas de la exorcista para provocar varias explosiones más y acallar los gritos que ahora llenaban su mente.

Elaine se sintió de nuevo abrumada por todo el ruido, a parte de sus propios pensamientos, creyó que por un momento iba a marearse pero de nuevo fue Coralie quien hizo que sus pies volvieran a tocar tierra. La francesa se había acercado a la exorcista, intentando calmarla con palabras amables, pero eso, no iba a ser suficiente. Elaine lo sabía, porque a ella ya le había sucedido antes, lo había sentido, y vivido… las palabras no eran jamás suficientes.

- Coralie… déjame a mí. –Dijo en un susurro posicionándose junto a la chica maravilla y descargando un golpe en la boca de su estomago para asegurarse así cortarle la respiración, que si bien no fue brutal si fue bastante fuerte.–Salgamos de aquí. –La voz de Elaine quedó ahogada por otro desprendimiento del techo que cayó sobre la zona del altar en el que había estado antes.

Aún quedaban algunos akumas cuando la aliada se dispuso a abandonar el templo llevándose a la exorcista por la fuerza si era necesario, sin embargo ya no había rastro de aquel que había ordenado matarles, ni tan siquiera se le escuchaba: Había huido.
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Mensaje por Invitado Lun Oct 18, 2010 2:34 pm

Los acontecimientos habían dado un cambio brusco. Habíamos pasado de estar al borde de ser aniquilados, a pasar a tener una breve defensa ante tal cantidad de enemigos.

La exorcista había logrado producir un derrumbe gracias a sus interminables disparos, con el desprendimiento de parte del templo había logrado aislarnos del hombre y algunas de sus maquinas, entre las que estaban los dos tipos relucientes. A pesar de eso aun nos quedaban otros tantos enemigos atacándonos mientras trataban de evitar el ser aplastados por la cantidad de piedras que les caía encima.

Otra joven hizo su aparición en el lugar, por sus palabras y la forma de cubrirnos, era obvio que estaba de nuestro lado, lo que nos suponía una ayuda más que bien recibida. Por lo visto era conocida de Elaine, lo que me llevaba a pensar en dos cosas, en que era una aliada o en que era una de la maquinas que estaban a su servicio.

Mientras la recién llegada trataba de sacar del trance de locura en la que estaba inmersa la exorcista, Elaine hizo una cosa que me resulto inesperada y que incluso me hizo olvidar por un segundo en la situación en la que estábamos. Me había mirado de una forma un tanto extraña para después cogerme por la muñeca y preguntarme si sabia usarla, ¿Si sabia usarla? ¿Pero como sabia ella eso? La pregunta me sorprendió bastante ya que llevaba unos guantes blancos puestos, los cuales ocultaban la presencia de mi inocencia.

-He estado practicando- dije aun sorprendido, -puedo mantenerla activa durante varios minutos, pero no puedo enfrentarme a tal cantidad de enemigos con la poca practica que tengo….lo único que puedo hacer…..- el tono de mis últimas palabras era pensativo, anunciando un plan que acababa de pasar por mi mente.

En ese instante vi como la aliada golpeaba a la exorcista con la intención de noquearla, seguramente para tratar de salir de allí con ella a cuestas ya que era obvio que no pensaría irse por las buenas.

La ira la había cegado hasta tal punto que seguramente no era capaz de saber lo que realmente hacia, únicamente se preocupaba en disparar en todas direcciones, tratando de eliminar a cuantos más enemigos mejor, sin importarle lo que hacíamos o decíamos nosotros. Claramente la mejor opción era dejarla fuera de combate por un tiempo.

-Sí, la mejor opción sin duda es huir de aquí, y para eso….- en ese instante una sonrisa un tanto tétrica se puso en mi rostro, -Elaine coge a la histérica y salir de aquí usando la cobertura de la campana- incline levemente el cuerpo mientras doblaba los codos, -Engendros y chicas, os presento, las manos de dios- en ese instante apreté con fuerza ambas manos, y un destello de luz verdosa emergió de mis manos.

Poco a poco los guantes se fueron desgarrando al mismo tiempo que una capa de diamantes comenzaba a recubrir la totalidad de mi piel. Esa era la forma de mi inocencia cuando se activaba, la cual me había llevado tiempo controlar e invocar. Si no fuera por el hecho de que en una de esas ocasiones había descubierto que llamándola de esa forma se activaba más fácilmente, era posible que aun no sabría que hacer en esa situación.

-Según lo que descubrí en Sídney y lo que me contaste, la inocencia es la forma de acabar con los akumas, por lo tanto estos se sentirán con deseos de acabar con quien porte una, antes que con el resto de personas ya que lo consideraran más peligroso- mientras hablaba me percate que las esferas que aun continuaban disparando, habían detenido su ataque debido al brillo recién aparecido, -vamos yo les distraeré-

Salí corriendo por uno de los agujeros creados por el desprendimiento de escombros, lo que produjo que la mayoría de las esferas tratara de seguirme al exterior, al mismo tiempo que los akumas con diversas formas se olvidaran momentáneamente de los cuatro y trataran de salir de semejante derrumbe por donde mejor pudieran.

Mi plan dentro de lo que cabía, había sido un éxito, ya que solo unos pocos habían seguido disparando a las tres chicas, mientras que el resto o bien trataba de salir de allí o por el contrario el perseguirme y darme caza.

Poco a poco el templo comenzaba a ceder. Sus paredes caían una tras otra, obligando a sus ocupantes a salir de allí antes de que acabaran cubiertos de piedras. Los akumas que habían logrado escapar, trataban de reunirse por los alrededores, en busca de su líder que le dijera que debían de hacer ahora que su punto de reunión había sido destruido. Otros aun continuaba con la última misión que les había sido impuesta, que no era otra que la de acabar con la vida de aquellos que amenazaban con destruirles
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Mensaje por Invitado Lun Oct 18, 2010 10:49 pm

Disparos, el sonido aterrador que era escucharse balas acercándose, pero estas balas no tenían un objetivo en específico, aquellas armas habían perdido su ser al momento en el que su usuario perdió la cordura. ¿Era realmente eso lo que quería la Inocencia?, ¿Destruirlo todo?, quizá ella no, pero el miedo se apoderaba de ella, mientras el control iba desapareciendo. Los disparos eran inaudibles ya para ella, las chispas que soltaba el cañón iluminaban su cuerpo, su ropa, su rostro, pero aquellos ojos habían perdido el brillo que una vez poseían. Su cabello castaño era empujado hacia atrás por el empuje de sus armas, a pesar de que sus piernas no se movieran.

Huir era una opción, planteárselo una posibilidad, pero no una realidad para la nueva Illya. Se preguntaba cómo llegó a suceder aquello, por qué se encontraba disparando a diestra y siniestra, por qué no podía volver en sí. Era como estar atrapada en una caja fuerte, donde podía ver el exterior, los ojos eran como cámaras que le mostraba lo que estaba haciendo, pero no era ella ¿O quizá si?. Un rincón de su mente se encontraba impotente, con miedo, ¿Miedo de qué?, no lo recordaba exactamente. No podía definirlo porque no tenía el empuje necesario.

Un sonido hueco empezó a sentirse en el templo, la estructura se debilitaba, y era cuestión de tiempo a que cediera. Propusieron huir, pero lo rechazó. No tuvo tiempo ni de pensarlo, ni de hablarlo, pero sí de sentirlo. Sentir como su estómago era presionado por una fuerza física, dar cerca del preciso lugar donde su apéndice fue víctima de una herida anterior, ocasionando que su cuerpo se fuera inclinando hacia delante, su estómago retrocediera y sus piernas temblaran ante tal golpe. Llegó a cerrar los ojos mientras daba tres pasos hacia atrás, y sus armas dejaban de disparar.

Gracias a la ira que llevaba mordió su labio inferior, sangrando e intentando resistir el golpe que recibió. Sus ojos eran cubiertos por su flequillo y la rabia era ahora la dueña de su cuerpo. El templo seguía temblando, piedras pequeñas empezaron a desprenderse del techo, de las paredes, incluso el suelo era inestable, pero había algo que aun la mantenía en pie.

… Akuma…

Su garganta empezaba a irritarse, y su voz sonaba apagada, como si de nuevo el llanto en ella arreciara. No se sentía del todo preparada para seguir adelante. El cuerpo delgado que la conformaba se sentía como si cargara la cruz encima de ella: una pesada, llena de pena y temor, rabia y angustia, sobretodo. Ella normalmente no era así, sus amigos y allegados podían testificarlo, pero ver aquellos sacrificios humanos a manos de, quien se suponía humano en un principio, había sido la gota que derramó el vaso. Sus dedos querían seguir disparando, sus piernas seguir avanzando, su corazón seguir latiendo, pero solamente era un simple deseo.

Sus dedos apretaron el gatillo de ambas armas, pero algo totalmente inhóspito sucedió, y fue que al apretarlos, se escuchara un chasquido vacío, como si ya no hubiera balas en el arma real. Pero era una Inocencia, ¿era eso posible?. Intentó apretarlo una y otra vez, y nuevamente el mismo sonido se escuchó cada vez que lo apretaba. Se mostró sorprendida, pero a la vez abandonada, abandonada por Albtraum, su compañera.

¿Era su deseo no seguir disparando?, ¿Era realmente su deseo oponerse a su dueña? Fuera o no cierto, sucedió. Su cuerpo ante tal acción, perdió su fuerza como la que intentó recobrar, al perder el deseo de Albtraum de seguir disparando. Ya no había nada qué hacer. Ambas rodillas dejaron de ofrecer resistencia y golpearon el suelo. Su espalda seguía recta, pero poco a poco se iba inclinando hacia delante mientras caía en cámara lenta. Antes de que su cuerpo cayera al suelo fue sujetada por una persona. Su cabello quedando tendido en el hombro de quien la sujetó, y perdiendo la conciencia al instante. Cualquiera viera su rostro bajó aquel fleco, notaría un aspecto inexpresivo, pero unos ojos llorosos, como de arrepentimiento por comportarse como alguien diferente, quizá por su Inocencia. Que se opuso al deseo de su dueño al seguir disparando, muchas respuestas sin contestar, muchos deseos sin cumplirse, una historia que seguir.

Quizá Albtraum, esa pequeña parte suya entrañable y desconocida por Illya, que incluso en momentos más lúcidos temía, se había cansado de seguirle el juego.

Dragón…

…Fúnebre…

…haces lo que quieres.
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Mensaje por Coralie Monich Miér Oct 20, 2010 7:06 pm

Las palabras no parecian dar ningun tipo de resultado con esa chica, el shock acumulado le impedia actuar con calma y hbalar con ella no daria resultado alguno en ese momento, por suerte Elaine logro que se desmayara y al menos dentro de la incosnciencia temporal encontraria probablemente la calma que necesitaba.

El edificio comenzaba a venirse abajoy el tiempo no era algo con lo que contasen a su favor, aquella sabandija habia escapado y Will habia ido por otro camino para distraer a buena parte del grupo de akumas mientras que ella y Elaine tendrian que salir por donde habian entrado, aunque antes Coralie logro destrozar unos cuantos akumas que iban directos hacia ella de un solo campanazo para luego dar media vuelta y salir.

Al llegar fuera, tuvo que tomar aire fresco tras salir y ver que no habia nadie, aquel tipo... le trasmitia las mismas sensaciones que Serpens hizo en su dia, no queria otra volver a ser tan permisiva como aquella vez

-Ese tipo... ¿Era un ACM?- pregunto por asegurarse de aquello, lo que iba a hacer posiblemente pudiera traerle serias consecuencias en el futuro.

Pero no solamente necesitaba eso, sabia que tambien necesitaba que Elaine estuviera de su parte, no podia lanzarse a quitarle la vida si ella se pondria en su contra en ese mismo momento, por ello necesitaba saber algo.

-Elaine... ya has visto lo que ese tipo ha hecho y seguira haciendo si no lo paro, pienso hacer lo que este en mi mano para acabar con el... ¿Tu que haras?- miro a Elaine fijamente, en cierto modo era cuando mas necesitaba el apoyo de alguien que no fuese un akuma a su servicio
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Mensaje por Invitado Jue Oct 21, 2010 4:45 pm

Todo pareció detenerse para Elaine cuando sintió el leve peso del cuerpo de la exorcista sobre ella, la manera en que el templo cedía a su destrucción, o el momento en que Will mostraba su inocencia y se llevaba con él a varios akumas por otro camino, aquello les ayudaría en parte a escapar.

Coralie había comenzado a desandar lo andado para lograr escapar del templo, por su parte la danesa chasqueó con la lengua sintiéndose en una posición desventajosa y aprovechó que la aliada destruía a varios de un solo golpe, para cargar con la exorcista de cabellos castaños y así lograr alcanzar la salida que la chica le había marcado.

Aunque no lo diría había visto la mirada empañada por las lágrimas de aquella niña que había conocido aquella vez en México, por alguna razón ver sus ojos desprovistos de aquella fuerza y esperanza con los que se había enfrentado a ella , había sido como un golpe duro a su moral y para ser sincera dolía, mucho. Porqué por alguna razón que aún no podía explicarse a sí misma, aquella niña que se había perdido a sí misma había sido una pieza significativa en el tablero maestro del cual sería el juego final de Elaine.

¿Pero ahora, sería capaz de recuperarse? La de ojos azules ante ese pensamiento acarició de manera inconsciente los largos cabellos de la exorcista en un ademán protector del cual se hubiera arrepentido si se hubiera percatado.

Alzó la mirada una vez salieron del templo, la edificación temblaba ante una amenaza bien directa de ir a derrumbarse en los próximos segundos, causando la suficiente conmoción para que todos los que había alrededor entraran en pánico y salieran corriendo en busca de un lugar seguro, incluso aquellos que tenían la misión de asesinarlas apreciaron más sus propias vidas, en ese momento, tanto Coralie, como Elaine y la pequeña chica maravilla eran fantasmas para aquellos que ahora las rodeaban inmersos en sus propios miedos, algo que aprovecharon para seguir caminando hasta llegar a una zona del pueblo remota y que se encontraba desierta.

El lugar se trataba de un estrecho callejón entre la muralla que rodeaba la ciudad y la parte trasera de un par de chozas, la parte de más al fondo parecía usarse como pequeño almacén pues estaba lleno de cajas de mimbre y ánforas repletas de algo que Elaine no se paró a revisar. Solo se detuvo, para dejar que la exorcista se recostara en la pared, observándola con esa misma expresión preocupada de la cual no era consciente.

-Ese tipo… ¿Era un ACM?

Esa fue, la primera vez que Elaine decidió encarar a Coralie, la observó en silencio, asintiendo como única respuesta a esa pregunta. Por muy asquerosa que fuera la verdad así lo era, aquel tipo era un aliado del conde, alguien que decía ser como ellas. Había conocido a personas parecidas a él, como a los cazadores de almas, pero ni ellos hubieran cometido tal acto de barbarie, primero porque Elaine sabía que a ninguno de los dos le gustaban los akuma y segundo porque los dos tenían una manera soberbia de hacer las cosas, por eso precisamente, como a Coralie no le terminaban de gustar, por qué no luchaban por nada en realidad… solo porque podían.

- Elaine… ya has visto lo que ese tipo ha hecho y seguirá haciendo si no lo paro, pienso hacer lo que esté en mi mano para acabar con él… ¿Tu que harás?

Elaine se mordió el labio inferior cuando esa palabra resonó en su cabeza como un eco casi mortal, tamborileando insistentemente y con crueldad, para herir aún más a su ya de por si dañada mente.

¿Qué vas a hacer tu, Elaine?

Por ahora se limitaría a observar con frustración a la joven exorcista, porque al no sentirse lo suficientemente humana pensaba que no sería capaz de hacer nada para ayudarla a traerla de vuelta, a que recuperara esa chispa que aquel maldito desconocido le había arrebatado, y por otra parte estaba Will, ¿Dónde estaría? él mismo le había dicho que había estado practicando pero eso no era suficiente, Elaine como aliada llevaba enfrentándose a exorcistas desde hacía años, por lo que conocía las muchas limitaciones de los novatos, y por último estaba Coralie, en su voz lo notaba, podía intuirlo… le estaba pidiendo que estuviera a su lado.

Dios, realmente debes odiarme.

Elaine había llevado sin darse cuenta sus manos a los lados de su cabeza (dejando caer su sombrilla), y había apretado con fuerza como si así mitigara el dolor creciente que toda aquella situación le producía.
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- Debe ser juzgado por todos los crímenes que ha cometido. –Dijo finalmente Elaine, la cual había quedado de cuclillas entre dos cajas de mimbre que medía al menos metro y medio, su expresión había quedado oculta por la forma en la que su cabeza se encontraba inclinada. - Nadie juega con vidas inocentes ni corrompe mis tesoros. Tenemos que castigarle a él y a esta aldea por acceder a sus propósitos. –Después de decir eso se acercó un poco donde se encontraba la exorcista y apartó varios mechones de pelo que ocultaban su rostro. – Pero antes, deberíamos encontrar un lugar donde descansar, tanto dolor la ha dejado agotada.
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Mensaje por Invitado Vie Oct 22, 2010 10:33 am

El ruido producido por el desplome del templo, se pudo escuchar en todo el pueblo, lo que origino que las miradas de todos los ciudadanos fueran dirigidas hacia donde una vez estuvo su lugar de culto.

Me encontraba corriendo por las calles del poblado mientras era perseguido por una gran cantidad de esferas cuando escuche los numerosos estruendos producidos por el derrumbe de las distintas zonas del templo. No pude evitar que una sonrisa se colocara en mi rostro al pensar que los planes de esa rata que se había autoproclamado líder, se echaban a perder por la intromisión de cuatro invitados con los que no había contado.

No sabía en qué situación se encontraban las tres chicas, pero estaba seguro de que habían podido salir de aquel lugar dado que sus habilidades y poder superaban con amplitud las mías, por ese motivo debía de olvidarme temporalmente de ellas y centrarme en el grupo que se encontraba tras de mí.

Las balas lanzadas por esos akumas, chocaban contra todo lo que había cerca de mí produciendo numerosos estruendos ante el derrumbe de viviendas o de puestos en los que antes se comercializaba algún tipo de alimento. No les importaban nada, lo único en lo que podían pensar era en acribillarme con sus proyectiles.

Cuando me había alejado lo suficiente del templo, desactive la inocencia que tanto cansancio me estaba produciendo, para así tratar de despistar a mis perseguidores. Continúe corriendo por las múltiples callejuelas, mientras los akumas continuaban disparando. En mi huida pude ver claramente como varios de los aldeanos eran alcanzados por los proyectiles, tras lo que cayeron al suelo convertidos en una mancha de polvo.

Después de quince minutos, logre perder de vista al grupo de maquinas, escondiéndome en una casa que ahora se encontraba deshabitada. Sabía que en cuanto sus ocupantes regresaran debería de irme lo más rápido posible. Si descuartizaban a gente por entrar en su pueblo, quien sabía lo que estarían dispuestos a hacerme si me encontraban en su casa. Era por ese motivo que continúe mi camino en cuanto me asegure de que el grupo de perseguidores se alejaba de la zona. Ahora debería de buscar a las tres chicas y ver en qué estado se encontraban.





El templo se había derrumbado casi por completo, produciendo que un sentimiento de rabia recorriera por todo el cuerpo del Aliado que se había establecido en aquel lugar. Los akumas que se encontraban en el interior del templo, se reunían en una de las calles cercanas al derruido monumento, esperando las nuevas órdenes por parte del que denominaban su amo. Ordenes que no tardaron en llegar.

El líder se subió a hombros de una de los niveles 3 y se elevo en el cielo lo suficiente como para que fuera visto en todo el poblado. Los niveles 1 tomaron posiciones a su alrededor, tratando de hacer escudo ante un posible ataque enemigo, mientras que los de segundo nivel se mantenían alerta para iniciar su cacería contra los atacantes.

-A todos los aldeanos, escuchar atentamente mis palabras- la voz del tipo resonaba en cada rincón del pueblo, -¡Quiero que busquéis a todos los extranjeros que hayan en el pueblo y que los matéis como mas os guste, que los destrocéis, empaléis, descuarticéis, como queráis pero que mueran!- el odio se podía notar claramente en sus palabras, -a todos los akumas, que se reúnan alrededor de las ruinas del templo, y en cuanto veáis que se acerca alguien, dispararle sin importar quien sea-

Al finalizar, descendió nuevamente hasta el suelo, para desaparecer entre los akumas que allí se encontraban.

Todos los aldeanos siguiendo sus órdenes, comenzaron a rastrear el pueblo armados con el primer objeto afilado que encontraron, buscando a los extranjeros que su líder les había ordenado, rastreando cada palmo del pueblo para dar con aquellos que lo único que merecían era la muerte.
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Mensaje por Invitado Vie Oct 22, 2010 2:44 pm


Illya no estaba descansando. Se encontraba con la mente en blanco, quizá adormecida por la duermevela de la inconsciencia, pero dentro de sí, las cosas seguían moviéndose sin detenerse.






Si, nada se estaba deteniendo. Porque detrás de sus párpados podía seguir observando como si estuviera flotando, la misma escena repetirse una, y otra, y otra vez. De pronto se abría la luz, y en ella se encontraba la silueta de aquellas bestias devorando la carne de los inocentes, de pronto se pensaba parpadear, y volvía a observar a Armand con aquella mortificante mirada de esperanza puesta en ella, solo para vivir de nuevo cómo el momento se reducía a eso, una ojeada a alguien que en realidad se encontraba inmóvil, antesala al brazo desprendido y la cabeza decapitada del buscador que estuvo cuidando de ella durante tanto tiempo sin reprocharse, y a quién le había tomado una confianza de camarada.

En el sueño, quería gritar, y lo hacía, pero no estaba convencida al rato y quería comenzar a hacerlo de nuevo. Fue cuando comprendió que todo se reducía a una repetición, y que su propio deseo por gritar hasta desgarrarse la garganta, así como lo que seguía, que era la pura y demoledora ira, también se hallaba inmerso en ello. Muerte, horror, terror e ira, muerte, horror, terror e ira, muerte, horror, terror e ira…

A pesar de darse cuenta, no podía pararlo. Como… si, estar encerrada en sí misma bajo el mismo movimiento de su cuerpo hacia la cacería con una mirada distinta y desconocida. Illya se miraba… como si su alma estuviese proyectada fuera de su cuerpo, observando la retahíla desde arriba, y pensó en un momento que no supo si era antes o después, que no quería seguir mirando.

Que en realidad, las sacudidas de sus propias emociones desbocadas la estaban agotando. No poder detener aquella corriente de impulsos inició dentro de su pecho la desesperación, y entonces ello dejó de ser un recuerdo. Se convirtió en una pesadilla. Sintió miedo de sí misma, de lo que estaba pasando, y su conciencia echó a correr paradójicamente, porque la esencia etérea que se movía tratando de salir del templo no tenía cuerpo ni forma. Ni tampoco llegaba al final de las puertas ni las cruzaba para salir de allí. El sonido de la muerte no se alejaba, así como los gruñidos de las bestias masticando y sorbiendo. Sus gritos seguían siendo tan agudos desde allí, y como no, el estruendo de
Albtraum también resonó inimaginablemente cerca.

Sintió realmente un vuelco en el estómago de su cuerpo inconsciente cuando se escuchó a sí misma repetir las mismas palabras como un mantra mientras se daba rienda suelta a… aquella bestia.

Los odio, los odio, los odio…

Su alma, o quizá su consciencia, alargó una mano inexistente hacia la silueta de la chica que no veía otra cosa más que el suelo mientras disparaba sin cesar. Si hubiese llegado a tocarle el hombro, o sacudirla siquiera, sabría que podría detenerlo todo con tan solo el contacto. Porque ya tenía una respuesta.

Pero jamás llegó, porque la distancia que las separaba se alargó como una serpiente. Vocalizó su propio nombre, tratando de llamarse pero no se escuchó.

Sin embargo, aquella otra la había visto, y cuando volteó a mirarla, a la esencia inexistente que se llamaba su verdadera consciencia, pareció no reconocerla.

Que sonriera sin sentimiento alguno, sino hueca, fue lo que más la aterrorizó.







Illya no sintió cuando Elaine la llevó a cuestas hasta un lugar relativamente seguro, ni tampoco escuchó lo que entre Aliadas se comunicaban tanto ella como Coralie. No supo si en algo habían llegado de acuerdo, o se volvían a mover siquiera para escapar o buscar un mejor lugar. Sudaba un poco, y los mechones de cabello cerca de su frente y nuca se le pegaban a la piel mientras apretaba los labios o fruncía la frente. En el interior de sus párpados ya amoratados, sus ojos se movían de un lado a otro sin control.
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Mensaje por Coralie Monich Sáb Oct 23, 2010 6:29 pm

Coralie se sintio un poco mas aliviada en parte, aunque por otra sentia que la presion a la que estaba su compañera era mas bien alta... era de esperarse teniendo en cuenta que en enemigo no era alguien al que se suponian que debian enfrentar.

-Gracias de todo corazon, Elaine- le dijo la lider, sonriendo- Prometo que te compensare por esto ¿Despues de dar justicia te apetece un helado~?- la francesa trataba de mostrar optimismo para que su miga pudiera relajarse un poco.

-Sera mejor centrarnos en lo que tenemos entre manos, una debe de buscar a Will y la otra debe cuidar a esta chica... creo que deberia yo a por Will.

Podia oir las voces de aquella escoria ordenando matarles de la manera mas cuentra posible al cuarteto de extranjeros que aun se hallaban en el pueblo, Coralie poco a poco iba acordandose de quien se trataba, segun los archivos se trataba de alguien con un gran complejo de inferioridad que buscaba poder a toda costa... un tipo al que no dudaria un apice en matar y mas ahora con lo que estaba haciendo.

Debian darse prisa, la gente comenzaba a buscar por todas partes y aquel escondrijo no serviria por mucho
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