Misión de la Fábrica de Juguetes, Martinica. [Vidoll & Sei]

Había dicho algo, aquella personita. Pero las palabras carecían de significado... que demostraba todo aquello? Que por desgarcia no era tan inhumano como le apetecía.

Se mantuvo cerca del bosque, evitando las casas y el jaleo del amanecer, que poblaba cada rincón de la isla, cada vez más cálida.

Con el solo apareció la humedad y los insectos. Miles de moscas comenzaron a zumbar en torno a sus oídos, pero pro alguna extraña razón a el no se le acercaron, todas se dirigieron a la fábrica...

Quizá preferian la sangre muerta de la viva.

Siguió andando sin un rumbo fijo, simplemente esquivando las casas y adentrándose en el cauce del río. Al cruzarlo, dejó caer su pequeño fardo, para que se refrescara. Aunque no lo hizo tan bruscamente como pensó...

Notaba un pitido en el oído izquierdo que le impedía oír bien y le hacía desequilibrarse incluso estando en liso.

Le resto importancia, pues por el momento lo primero eran las heridas. Aunque aquella maldita voz seguía dandole la lata dentro de su cabeza...

Se sentó a la sombra de un arbol que colgaba con sus ramas muy cerca del río. Le pareció extrañamente triste, pero aquello tan solo era un simple arbol...

Torció el gesto y clavó su mirada en el bulto empapado del río.

- Cuando termines ahí, échate arcilla en las heridas, si no se te infectarán y morirás. - le dijo con tono impaciente. No se molestó en suavizarlo, para qué? Las cosas estaban así y punto.

Alzó la cabeza hacia el cielo, intentando descifrar un poco más de sus enturbiados pensamientos. Le dolía tanto la cabeza...

Las nubes lo contemplaban sin alterar su lento transcurrir. Eran blancas y escasas, tan diferentes de las negras y espesas que aquella noche habñian descargado su furia sobre el...

En la letanía de sus discontinuos pensamientos le dio la sensación de oír a alguien llamandolo por ese nombre que no era el suyo, y preguntando por una persona llamada Vidoll Nightray.

Pero el no conocía a nadie con ese nombre ni recordaba la voz, así que se limitó a recostarse contra el tronco y entrecerrar los ojos, aburrido.

Veía el suelo, únicamente eso y el par de muñecos que había recogido. Por su mente pasaban los recuerdos de la noche anterior, ¿Qué rayos le había atacado? Aunque pronto su pequeño y liviano cuerpo fue lanzado sin brusquedad, o eso sentía ella, en el río. Ahora el peluche y la muñeca se mojaron, los alzó un momento y estaban completamente empapados.

Lanzó a la muñeca contra un árbol cercano, ésta se rompió en pedazos y cayeron en el suelo bruscamente, se lo merecía por haber gritado tan fuerte. El peluche por en cambio era exprimido por las manos de Doll, no quería que estuviera mojado y por lo tanto eso era lo único que se le ocurría.

―Cuando termines ahí, échate arcilla en las heridas, si no se te infectarán y morirás―Escuchó de aquel, no le miró, no se exaltó, dejó al peluche fuera del agua y se sumergió tanto en sus pensamientos como en el agua. Debajo podía ver ondear su cabello, su largo y oscuro cabello, sentía que le pesaba y también le estorbaba.

Comenzó a limpiar la sangre que se había secado en su piel, pero al rozar y poner un poco de fuerza en la herida del hombro, sintió un leve dolor, pero continuó limpiando la sangre de su hombro, sin importarle el dolor.

Salió del agua, volviendo a respirar, viendo su cabello pesarle en un lado mientras de las puntas caían gotas de agua. Agarró con una mano todo su cabello y comenzó a explimirlo con algo de fuerza. Pero tenía pensado otra cosa, llamó a su inocencia a cual seguía activada desde hacía muchos minutos, quizá esa era la razón del cansancio que sentía.

Las flores se presentaron ante ella, con un par de dedos de su mano izquierda, dibujó una línea en una parte del cabello con rápidez, las flores cortaron en la línea dibujada el pelo de Doll, había quedado en su mano poco más de la mitad de su cabello, dejándole corto éste. Se arrepentiría en algún momento, pero lo hecho, hecho estaba.

Miró detenidamente lo que tenía en mano, soltó aquellas oscuras hebras que cayeron suavemente en el cauce del río, si no se iban en ese momento quizá se irían por el río y se separarían poco a poco hasta desaparecer.

―Hasta nunca, pasado―Murmuró, se dirigió a la arcilla que su acompañante le había mencionado, su inocencia volvió a tomar la forma de las pinzas que se acomodó en el pelo, ahora corto y oscuro que tenía, se sentía algo rara después de haber cortado parte de su pasado, pero en el fondo se sentía bien, y sonrió dulcemente.

Comenzó a colocarse arcilla en las heridas, en sus brazos y en su hombro, aunque prefería ir a un doctor para atender mejor esas heridas, aunque quizá no iría. Ahora solo le quedaba pensar en si tendría que pasar otra noche en aquella fábrica, ya que no habían buscado la inocencia, si es que había una.

Escuchó leves murmuros, pero no podía entender las palabras que formaban, aunque escuchó levemente su nombre, no pudo afirmar que le llamaban. Salió del cauce y se dirigió donde estaba su compañero, se mantuvo de pie a un metro de él, callada y con la mirada hacia una piedra en el suelo, no quería molestarle.

Ya mucho lo había hecho.

[Off: Una ideita de como quedó la chiquilla[?] Here~ OwOU]

Contempló a la pequeña figura, que de nuevo interrumpía su campo de visión. Ahora ella ya estaba bien, porqué no le dejaba tranquilo?

Quizá quería comida... el sentía hambre, pero estaba agotado. Decidió qué sensación era más molesta, y concluyó que el hambre, por lo que se levantó y se dirigió al río.

Cogió un palo afilado, mas o menos, pero tendría que servir. Se metió en la corriente, y se subió a unas rocas para no remover el fondo. Silencio. Quietud. Espera.

Un destello plateado traicionó la presencia de la trucha. Un movimiento cortante atravesó el agua. Hubo una salpicadura y un tirón, pero el ténía más fuerza. Con un simple movimiento la sacó del agua y le aplastó la cabeza contra una roca.

Repitió la operación cuatro veces más. Luego simplemente volvió al sauce. Había recordado el nombre del árbol.

Se sentó y limpió los peces con el mismo palo afilado, pues no tenía ningún cuchillo a mano, ni siquiera el borde de la lata afilada de antes...
Quedaron un tanto destrozados, pero tendrían que valer.

Apiló unos cuantos maderos secos, y usando juncos de yesca, se concentró para encender el fuego.

Acercó su guante, pero nada sucedió. La inocencia no le respondía. Estaba demasiado agotado... pero era muy terco. Su Sei le advirtió que parase...
pero estaba cansado de escucharle.

Lo intentó, y se enfureció al ver que no pasaba nada. Finalmente, tras unos buenos minutos, su guante izquierdo pareció reaccionar levemente y soltar unas chispas que prendieron en la yesca. Eso le molestó.

Acaso ahora su inocencia se veía reducida a un simple mechero? Furioso contempló los guantes y maldijo en cuantos idiomas sabía, sin importarle lo que ella pensara.

Dejó los peces clavados en ramas para que se cocinaran y se tumbó de espaldas cerca del fuego, con los brazos doblados debajo del cuello.

- Preocúpate de vigilar los tuyos si no quieres que se quemen. -le soltó a la chica. Notó por primera vez que su aspecto había cambiado levemente, pero tampoco le importaba.

El enfado se apagó mientras el calor volvía poco a poco a su cuerpo entumecido.

Qué le había pasado? Y qué le estaba pasando?
Apretó la mandíbula, contrariado, y su Sei interior guardó silencio.

Tampoco halló respuesta en las blancas nubes, pero no por ello dejó de contemplarlas...
En aquel momento prefería contemplar el cielo que asumir la realidad.

Se cansó de estar de pie, se sentó en el suelo y enseguida se recostó, tomó una piedra que se encontraba alado suyo y la lanzó al río, se dio vuelta quedando boca abajo, agarró otra piedra y la arrojó otra vez al río.

Nuevamente dio otra vuelta, y otra, y luego otra hasta volver a dar vueltas en dirección contraria, ¿Tanto se aburría?. Contempló una roca, justamente donde estaba su compañero, pescando, o eso ella veía.

Y exactamente eso hacía, pescar, mató unos cuatro peces y luego lo vió intentar encender una fogata, pero al parecer su inocencia no le respondía, y se escuchó palabras inentendibles para la pequeña Doll, la cual rió por la gracia que le daba su compañero.

―Preocúpate de vigilar los tuyos si no quieres que se quemen.―Escuchó de aquel, volvió a sentarse y luego se dirigió a lo que era la fogata, tomando una rama delgada y comenzando a picar la piel del pescado.

Pasados algunos minutos pudo ver que ya estaban quizá en su mejor punto, así que con el mayor cuidado los sacó de la rama, y al estar demasiado calientes, se quemó, lo cual provocó que los soltara por instinto, quedando aquel par en el suelo.

―Tanto tiempo y fueron a dar al suelo―Murmuró mientras había logrado salvar uno de los pescados, y la mitad del otro, se sintió satisfecha con ello, y comenzó a caminar.

Tomó al peluche que había dejado en el suelo hacía ya varios minutos y siguió caminando, en dirección a la fábrica, la vió intacta, sin chiste alguno, y a lo lejos divisó a un par de niños, al reconocer su caras pudo notar que eran los niños que anteriormente había dejado.

No podía ni verles a la cara, pasó detrás de ellos como si nada, quizá no la reconocerían por el cambio, pero antes de poder seguir su camino, le tomaron de la chaqueta. ―Señorita, señorita―Dijeron al unísono, sin haberlo pensado, Doll les miró amablemente.―¿Qué sucede?―Preguntó, y enseguida le llevaron por otra dirección, a lo lejos se podía oír una música carnavalesca, tal como había pensado, el carnaval estaba restaurado.

Se detuvieron.―Señorita, nuestra madre necesita ayuda con su venta de miel, necesita una muchacha que atraiga a la gente y le compre, una muchacha bonita atraerá a los clientes.

¿Bonita? ¿Clientes? Por lo menos no clientes femeninos, podría pensar, pero las caritas del par se veían algo tristes por la venta, algo que hacía que la chica no pudiera decir no. Lo pensó dos veces, no, más bien cinco veces, no le gustaba la idea de atraer clientela con frases.

Y al poco rato se dio cuenta que, quizá sería buena idea para subir sus ánimos.―Está bien―Les contestó, los niños muy entusiasmados la llevaron, más bien, arrastraron hasta una casa, donde se veía a una señora hablar con un par de muchachitas, casi parecían de la misma edad que Doll, pero eran un poco más altas que ella...

―¡Mamá!

La señora volteó a mirar, las muchachas se habían ido, la cara de aquella mujer cambió de tristeza a una de completo entusiasmo, casi se había tirado encima de la exorcista.

―¡Eres perfecta! ¡Pequeños míos! ¡Muy buen trabajo!

... Ahora se arrepentiría.

Spoiler:

Cuando vio el estropicio que armaba con la comida emitió un gruñido de disgusto, pero como se fue, al menos se quedó tranquilo.

Se incorporó al poco y comió un trozo de aquel pescado con calma, y al poco se levantó inquieto. El dichoso Sei estaba hablándole y quizás ahora más claro que antes... incluso sentía como tiraba de el.

Pero a donde? Quizá allí hubiese silencio...

Así que se dejó ir. Y así Sei se encontró en el claro vacío y sin muestras de que Doll se encontrara cerca.

Pero pedirle a Dämon que hiciera de niñera era demasiado...

Enfadado, siguió el rastro de la pequeña, pues estaba harto de todo aquello. Pensaba poner una queja en la Orden pidiendo que le mandaran personas que no se dejasen convencer ni guiar por instintos infantiles... auqnue viendo al supervisor a saber si el no era el último de aquella especie inteligente. Bueno también estaba ella...

Recordó turbado el rostro que había tomado el akuma para engañalo y maldijo para sus adentros mientras aceleraba el paso con rabia, ignorando el dlor punzante de las costillas. Quizá en algunos casos tendría que saber ceder ante Dämon... que por su parte parecía... cansado?

Encontró enganchado un trozo de peluche junto con un grupo de nuevas pisadas, paralelas a las de Doll. Aquellas personas sabían a donde se dirigían...

Lo llevaron directo a una extraña construcción de piedra, que no parecía muy normal entre aquellos suburbios. A saber a qué se dedicaban...

Entró por atrás, sin ser visto y goteando barro. Un portero le increpó desde una puerta, pero la cerró de una patada haciéndo que chocara contra la cabeza del hombre, tars lo cual se metió dentro y lo arrastró hasta una bañera.

Siguió buscando. Maldita niña liosa que siempre tenía que buscarle problemas....

- Mädchen!! Donde cojones estás?! - otro hombre recibió un puñetazo en la barbilla antes de que viera que llevaba a una chiquilla del brazo, cosa que generó un segundo puñetazo en la barriga y un tercero entre los ojos. Luego le dijo a la niña que se marchara en silencio.

Siguió adentrándose en el burdel, por llamarlo de alguna forma, con una sensación de asco cada vez mayor. Al fin llegó a un lugar donde una mujer con dos niñas y dos niós interrogaba a su compañera.

- Y bien querida, me han dicho que sabes hablar francés, no? Bien, bien. Nos serás muy útil. Si. Sin duda alguna, jo jo jo. - dijo con un horrible amago de acento que la hacía sonar como... una farsante. No había otra descripción posible.

Entró lentamente, acercándose de espaldas a la mujer, a la que le dió un suave golpe en la nuca que la hizo caer, consiguiendo gritos de terror por parte de los chiquillos y la huída agradecida de las pequeñas allí presentes. Al menos ellas parecían asustadas. Pero su compañera...

- No puedo creerme que hayas venido aquí! Pero qué demonios tienes en la cabeza? SchieBe! Se acabó. - dijo cogiéndola por la cinrura y poniéndosela de nuevo al hombro.- No pienso soltarte hasta que lleguemos a la Orden. Y deja de ponerte en peligro de una maldita vez, porque, escúchame bien mädchen, no soy tu niñera! Y no voy a estar siempre ahí!

Estaba enfadado. Tanto que en vez de utilizar la puerta, decidió romper con una preciosa silla victoriana, absurda entre aquella pobreza, la ventana, y saltar por ella. La pequeña no pesaba, y echó a correr, pues los gritos de la mujer que ya se estaba despertando no cesaron hasta que llegó al final de la calle.

Se encontró de golpe con el buscador y un grupo de hombres, pero no por ello frenó. Cogió al hombre por la capucha y tiró de el hasta que cogió su ritmo.

- Señor... le estábamos buscando! Sus heridas? Qué ha pasado?- Sei lo interrumpió con un gesto tajante de la mano y miró hacia atrás con preocupación.

- Ahora no.... tengo algo de prisa. Encuentra un transporte para llegar al puerto.

- Si, claro... la estación de carruajes!

- Bien. Guíame. Rápido.

El buscador se puso en cabeza, corriendo al límite de sus fuerzas y forzando a Sei a ir... despacio. Le costaba mantener un ritmo tan lento.

De pronto apareció ante ellos la enorme y antigua estación de carruajes, y justamente un hombre estaba sacando uno para limpiarlo. Era una simple calesa, pero tendría que valer...

Se subió de un salto, a tiempo para ver como el buscador pagaba al hombre y se enganchaba en la parte posterior. Tomó las riendas con una mano y echó a Doll en el asiento de al lado. No había tiempo para delicadezas.

Los caballos piafaron, nerviosos y el los azotó. Los gritos sonaban cerca.

- Cuál es la calle del puerto? -le gritó al buscador mientras iniciaban un galope desesperado.

- A la derecha y todo recto señor!!

Y así lo hizo. Mientras galopaban no pudo evitar sonreír un momento, hasta que una piedra le rozó la cara. Ya estaban tan cerca?

Al menos al torcer la esquina se encontraron en los muelles, y allí estaba aún visible el barco que los había llevado hasta la isla. El blasón de la Orden aparecía medio oculto en el mascarón de proa. Si llegaban a tiempo...

Hizo frenar a los caballos y cogió a Doll al vuelo, saltando mientras las ruedas aún chirriaban en el húmedo pavimento. Rápido era la única palabra que procesaba su mente.

Tosió sangre y trastabilló mientras corría, pero la escalerilla estaba a solo 500 metros. Simplemente tenía que agarrarse...

Y lo hizo. Comenzó a subir precariamente con una mano mientras intentaba con la otra que Doll no se le cayera. Sintió el tirón cuando el buscador se enganchó detrás de el, y las voces de las personas del barco que daban la alerta.

Consiguió trepar a la cubierta con ayuda de unos marineros, donde se dejó caer, depositando a su 'carga' delante de el. Al nivel de sus ojos.

- Nunca... cojas un caramelo que te ofrezca un desconocido. Nunca. -le dijo entrecortadamente. Y tras aquello, calló inconsciente en un profundo sueño del que juró no despertarse hasta que llegaran a la orden.

Realmente en aquella misión había estado a punto de morir... mental y físicamente.

[cambio de escena]

Las preguntas que le hacían le aburrían, no sabía ni que rayos haría. La señora incluso ya había preparado un traje de la talla de la chiquilla, seguramente por eso no encontraba la niñita perfecta para que luciera ese traje, se veía algo suizo, pero lindo a la vez.

Comenzó a oír ruidos extraños, pero sin reconocer de donde provenían o que decían, la verdad no le importaba, así que siguió oyendo a la señora, la cual le hablaba de los tipos de mieles que vende y todo eso. ¿Existían tipos de miel? Eso si que la exorcista no lo sabía.

Sin embargo, no dio ningún comentario ni hizo ninguna mueca, después de todo igual le parecía aburrido aquello.

Los ruidos comenzaron a hacerse más notorios, golpes, gritos, etc. Oyó una voz, la de su compañero y, se sorprendió. ¿Qué hacía él en ese lugar? ¿Cómo la encontró? Rayos, y por como sonaban aquellos golpes y gritos, quizá no le iría bien.

Y su mirada se hizo aún más baja de ánimos, ¿Qué no se había ido de su lado para no causar mpas molestias? Ahora las causaba por haberse ido.

Golpe a la nuca, la mujer cayó al suelo y dos niñas se fueron espantadas, ¿Por qué? No tenía ni idea, pero la señora no se veia de mala reputación, por solo vender miel... si eso es lo que vendía. Más sin embargo...

―No puedo creerme que hayas venido aquí! Pero qué demonios tienes en la cabeza? SchieBe! Se acabó.―Escuchó, pero lo ignoró. ¿Hizo mal en ir a ese lugar? Aunque ella no fue por voluntad, el par de niños la arrastró hacia lo que era la señora, y la señora también la jaló. No tenía la culpa. Pero antes de que Doll pudiera protestar, ya estaba de nuevo en el hombro de su compañero.

―No pienso soltarte hasta que lleguemos a la Orden. Y deja de ponerte en peligro de una maldita vez, porque, escúchame bien mädchen, no soy tu niñera! Y no voy a estar siempre ahí!

―¡Nadie te mandó a que me buscarás en la fábrica! ¡Ni que me alimentaras! ¡¿Acaso yo te lo pedí?! !Podrías haberme dejado tirada y muerta de hambre! ¡Mejor ni me hubieras salvado!―Le gritó, sería mejor estar muerta que escuchar multiples regaños por la inmadurez que sufre.

Saltaron por la ventana, y pensó, o su compañero tenía mucha fuerza, o ella pesaba lo que un conejo, una de las dos, lo más probable era la segunda opción, enana y delgada, debía comer más.

Vió ropas color crema, supuso que era el buscador que los acompañaba, pero no podía ver más que el suelo y lo que dejaban atrás, incluso veía hombres corriendo y oía sus gritos, ¿Tan importante era? Mejor que ni siguieran persiguiendo.

Tirada en el segundo asiento de un carruaje, le dolió el trasero un poco al golpe pero ya se le quitaría, volteó y vió al buscador, más no le saludo por que bien no le caía. Llegaron al muelle y Doll se iba a bajar del carruaje, pero antes de poder hacerlo había sido sujetada de nuevo, y llevada en el hombro de su compañero nuevamente.

¡Pero si podía caminar perfectamente! Sin embargo, no quería correr... odiaba hacerlo por que le cansaba demasiado, no le gustaba hacer ejercicio.
Y luego, en la cubierta, otro dolor en el trasero, aquella parte no estaría de buen humor si seguía cayendo sentada en cualquier superficie dura.

―Nunca... cojas un caramelo que te ofrezca un desconocido. Nunca.―Una frase algo infantil, pero que decía mucho de aquella inmadurez de la exorcista, que le vió cerrar los ojos quedándose dormido.

Se levantó de la cubierta y se dirigió al barandal del barco, donde comenzó a mirar hacia el horizonte.

―Gracias...

Un murmuro con el cual daba por finalizado todo. Se había divertido... bastante.

[Cambio de Escena(?)]

Sei

Originalidad: 1
Concordancia: 1
Interpretación: 3
Realismo: 1
Respeto de las normas ya establecidas: 3

Total: 9 pts

Vidoll

Originalidad: 1
Concordancia: 1
Interpretación: 3
Realismo: 2
Respeto de las normas ya establecidas: 3

Total: 10 pts
Como quedo el final de la misión si me dejo confusa, en fin al final ¿Que paso con la fabrica de juguetes? Destruyeron a los akumas bien ¿Doy por hecho que eran los akumas eran los causantes de todo? Por otro lado, aparte de pelear con los akumas y quedar hechos añicos (por no decir otra palabra), no investigaron nada, llegaron los akumas atacaron y por lo demás, la misión fue pelea y pelea. Vuelvo a repetir ¿Que paso con la fabrica?
La misión hubiese quedado bien si le hubieran agregado esta parte, en realidad me da la impresión (Seguramente no es así) que querían terminar pronto la misión.
La pelea estuvo algo "dramatica", no estuvo mal, hubo descripciones, etc. Post largos en general, pero en UN solo post de esos largos uno se acabo a un akuma nivel dos y la otra estaba sufriendo por uno del mismo nivel en otro lado, que al final fue acabado por el otro compañero ??? .___.
Espero ver mas evolución de la trama de la misión en el futuro.

Tema Cerrado.