Reclutamiento de Abel Dominos [Grecia]

*¿Y ahora qué?*

Abel vió como als peidras iban más rápido y tenía que emplearse a fondo para que no el dieran: utilizaba la vara todo el tiempo, y las que podía, se las devolvía a Socalo sin que fueran muchas a la vez, apra que no se diera cuenta.
Las demás piedras le impactaban ligeramente en los brazos, dejándole algún que otro rasguño... pero, el qué más le dolió y le impactó de lleno por estar concentrado en devolver unas piedras fue un gran pedrusco que lanzó el General con bastante fuerza y que le dió en pleno hombro, notándo el joven Abel que se le había dislocado lo menos.

- Joder, en verdad que pega bien...

Su voz fue susurrante y esperó que solo la hubiera oido bien, porque de lo contrario, Socalo podría toamrlo como un signo de subestimación por parte de su alumno hacia él.
Socalo cogió de repente una barra matálica de un edificio en ruinas debido a los disparos morados de los Akuma, esos que ahora sabñian que si le tocaban, moriría.

*Venga ya...no creo que... al final lo hizo*

Abel pensó en que podría luchar contra él mientras se concentraba, pro primero había que concentrarse como le ordenó, y luego, ya se vería que podría pasar, pero era casi obvio.

Contemple al muchacho como se concentraba como podía, en eso que yo pensaba mi siguiente jugada. Debía de comprobar cómo se defendía con el cuerpo a cuerpo, ya que después de todo logro esquivar algunas balas y se le veía con algo de reflejos.

-Vaya un inútil, te he dicho que si te da una te mueres ¿Qué es lo que no entiendes?- dije en tono cabreado.

Me acerque lentamente hacia el muchacho agitando la barra de hierro en el aire, creo que ya había dejado claras mis intenciones con respecto a lo que haría. Espere algunos segundos a que lograra activar en condiciones su inocencia, pero la espera aunque fue corta se me hizo demasiado larga, por lo que sin perder un segundo más le lance un golpe hacia el costado izquierdo.

-Los niveles 2 te pueden atacar con cualquier arma o habilidad, veamos si te esfuerzas un poco- dije levantando la barra.

Lance varios golpes hacia distintos lugares del cuerpo, todas con no demasiada fuerza, pero tampoco con demasiada poca. Con cada golpe que lanzaba más ganas de seguir golpeando me entraban, ya que las ganas de matar me recorrían todo el cuerpo y por muchos akumas que matase no me calmaría, daba igual que tuviera a un nuevo aprendiz si con eso me divertía un rato.

Abel, viendo como se acercaba su instructor, porque ahora así era, agarró la vara con fuerza, esperándo que hiciera el General lo qeu tanto esperaba: un cuerpo a cuerpo. Aunque no hiciera lo máximo que podía, porque seguramente le destrozaría, el General estaba poniendo un buen reto a Abel, que no renunciaba a una pequeña batalla así por muy fuerte que fuese el oponente.

* Y encima es rápido*

La sensación de fuerza de Socalo y enbergadura, y podría hacer pensar a la gente que era torpe y algo discordinado, pero era todo lo contrario: sus movimientos parecían fluidos, precisos, rápidos... y lo que era peor para el joven griego, eran fuertes para él.
Abel esquivaba algunos golpes, mientras que los otros tenía que repelerlos con la vara que perteneció en su momento a su madre.
Los golpes a su izquierda le molestaban, pues no manejaba esta mano del todo bien, pero enseguida comprendió que la mano derecha tambien servía para defender ese sitio.

- Tsk...

Un gesto de desagrado en la cara del muchacho reflejaban que le dolía el hombro bastante, pero que podía seguir adelante a pesar de los golpes del General.
Poco a poco se fue acomodando más y más a los golpes, con lo que le empezó a hacer huecos, que podrían servir para contraatacar. Esperaba que Socalo se diera cuenta que lo estaba haciendo voluntariamente, pero no quería plantearle un contraataque porque sería muy malo para el griego, tanto como otra pedrada, pero con una barra de hierro, bastante grande y cuyo golpe podría romper varias costillas.

Parecía que mi nuevo aprendiz sabia defenderse bien o al menos lo intentaba, pero claro esta solo era el calentamiento. Tras lanzarle numerosos golpes con la barra de hierro, cogí fuertemente su vara con la mano izquierda y acerque mi cabeza hasta pocos centímetros de la suya.

-Vamos mocoso, debes activar con más fuerza tu inocencia, haz que tus pensamientos y deseos sean más intensos- dije en tono serio.

Tras aquellas breves palabras, le solté un cabezazo con fuerza directamente hacia su frente, entre la fuerza que llevaba el golpe y la máscara que llevaba puesta, el impacto no sería nada agradable. Di un salto hacia atrás para alejarme unos tres metros de él, de mi bolsillo saque las piedras que me había guardado y comencé a batearlas con la barra que aun mantenía en la mano derecha.

-Vamos chico, si disfrutas matando debes de hacer que esa sensación aumente- dije medio riendo, -no hay nada mejor que matar-

Necesitaba que aquel muchacho desarrollara poco a poco sus habilidades, además quería hacerle sentir lo que realmente se disfrutaba cuando se mataba a otro, en este caso cuando se mataba a los akumas. Esa sensación era algo magnifico y aquel muchacho debía disfrutarlo tanto como yo.

Tras el cabezazo que le propinó el General a el muchacho, éste comenzó a sangrar por la cabeza, notando como la sangre le bajaba poco a poco por el rostro, mientras su blanco cabello se teñía de aquel rojo que había visto en tantas ocasiones y que tanto placer le solía causar el verlo correr por el suelo, por los cuerpos...

- Joder... -se acercó la mano a la cabeza, palpó un poco la sangre y agarró la vara con fuerza, impregnándola de éste líquido-.

Abel sabía que Socalo quería que amplificara su concentración bastante más, y por eso pretendió ayudarle dándole aquel consejo que oyó con bastante intriga, y que comenzó a dar vueltas por su cabeza hasta que se pudo concentrar algo más en ello.

*Lo tengo*

Abel volvió a cogió su vara con la mano derecha, esperando que las piedras llegaran a él. Cuando una de ellas le pasó por al lado, lo que había pensado iba a comenzar en aquel instante.
La concentración del muchacho se centraba en esquivar las piedras y en mantener la vara con aquel resplandor verde, pero no sabía como poder seguir esquivando, lamiendo la sangre que le caía de la cabeza, y lo peor, manteniendo la vara "encendida".
El joven griego antes estaba esperando que las peidras le dieran, pero se dio cuenta que estando aprado en un solo sitio, no era buena idea, y que era mejor moverse, ya que sería más dificil darle.

*Ahora es mejor...*

Los gijarros ahora le molestaban menos, así que se pudo concentrar casi plenamente en su vara apra mantener su brillo. La sangre seguía recorriendole el cuerpo, hasta que llegó a empaparle la camisa negra. Ahora pesaba más su cuerpo, pero poco más, aunque la sangre, se secaba rápido, y formaba como costras que le impedían moverse del todo bien. Eso ahora no importaba, sólo lo hacía en realidad la sangre corriendo, los ojos desorbitados, la palidez de los muertos, esa sensación de superioridad...

Observe como el muchacho por fin parecía que había entendido como utilizar su inocencia, al menos eso es lo que parecía. Aun quedaba por ver como seria su aptitud ante los akumas, ya que no podía dejar que un discípulo mío saliese corriendo de ellos por miedo, si eso llegara a pasar yo mismo le cazaría para destriparlo con mis propias manos.

-Tu mocoso, ya sabes que con esa inocencia puedes destruir a los akumas, como se te ocurra huir de ellos, yo mismo te matare- dije lanzando una última piedra.

Me moví a gran velocidad para colocarme delante suya, acto seguido le agarre con mi mano izquierda por la camisa y lo lance contra la puerta de la que había dicho ser su casa. No me gustaba dar descanso a un novato, pero ya que parecía estar en las últimas y tenía pensado ir de caza, necesitaba que estuviera en buenas condiciones para hacer frente a los akumas.

Lance la barra que aun tenía en mi poder, hacia el muchacho. Tras eso di un salto para caer en el tejado de la casa y contemplar lo que quedaba de la ruinosa ciudad. Debía de llamar la atención de los akumas que quedaban, aunque para eso antes debería de encontrar un rastro de ellos.

-Tú descansa por el momento, ya que si no lo haces dudo que salgas con vida de lo que te espera- dije entre risas.

"Dudo que salgas con vida de lo que te espera."

Unas palabras muy alentadoras por parte de su maestro recibió Abel, además tambien de un buen cacharrazo contra la puerta de su propia casa, en la uqe había sobrevivido 21 días sin saber que poseía ese tipo de "poder".
Si lo hubiera sabido, hubiera salido fuera lo antes posible para frenar aquella situación, pero ya no había vuelta atrás.

*He estado 3 semanas así... ¿que le hará pensar que no podré rendir contra esos Akumas?*

El muchacho cerró los ojos y saboreó la sangre que caía en menor cantidad que antes. Ahora le dolía todo el cuerpo, sobretodo en los lugares específicos en los que le había dado Socalo.
Gracias a él seguramente tendría el brazo mal durante un par de días, pero, había que aradecerle que le enseñara lo que hasta ahora había aprendido, porque seguro que contra esos Akumas iba a ser lo más eficiente, o lo único que les hiciera daño.

- Vale, pero no creo que vayas a esperar mucho más...

Pasaron cerca de 10 minutos y los moretones ya afloraban en la piel del joven griego. No le dolía a no ser que se ejerciera presión, y por su parte, no la iba a aplicar de ningún modo.
Abel se levantó apoyándose en la vara con las dos manos juntas, para que, una vez estubiera erguido, pudiera ir a donde su sensei para hacerle la señal de que estaba preparado, dispuesto y con una mala leche que arrastraba desde hacía tiempo.

Una risa salió de mi al ver como la espera mereció la pena, la suerte para el muchacho es que al parecer ya estaba listo para continuar el entrenamiento, lo que no se podría imaginar es que la próxima prueba seria mas difícil que las otra.

Dos grupos de akumas aparecieron en el cielo desde distintas direcciones, mire atentamente para ver de cuantos y quienes se trataban. Mi alegría fue mayor al comprobar que eran dos grupos de diferentes niveles y no solo de los inútiles niveles 1. Entre los dos grupos habían veinte niveles 1, cinco niveles 2 y un único nivel 3.

-Es hora de que muestres lo que vales chico- dije desde lo alto del tejado, -madness- grite al tiempo que daba un salto en el aire.

Aterrice a pocos metros de mi discípulo con mi espada dorada girando incesantemente, mientras reía los akumas se acercaban hasta ponerse sobre nuestras cabezas. El nivel 3 que era de un azul celeste, miraba desde lo alto y le hizo un gesto a los niveles 1 para que atacaran al joven, además de que ordeno a uno de los niveles 2 que se fuera también hacia él, tras eso le indico a los cuatro akumas restantes que fueran a por mí.

Los Akumas parecían hacer caso a las señas del Akuma que aprecía más poderoso, y eso sería, mitad bueno para saber si el entrenamiento breve había servido para algo, y mitad malo, ya que había uno diferente a los que había visto antes que se dirigía hacia él tambien.

*No me queda otra...*

El joven, perezoso, se erguió entero, con la lengua fuera lamiendo la sangre seca de su cara, que aún no se había limpiado después del golpe contra la puerta, con la cabeza de Socalo, y con algún que otro daño anterior.

- Que raro...

Efectivamente, era raro. En vez de disparar a distro y siniestro aquellas bolas gigantes, le pararon y dejaron paso al Akuma de nivel 2. Éste pretendía hablar con Abel, y el humano le hizo un gesto con la cabeza para que hablara y no se quedara solamente allí contemplándolo, como si fuera un ser estraño.

* ¿Qué coño querrá este ahora? No creo que sea buena idea que venga así*

Abel preparó su vara para hacer lo que fuera oportuno si algo extraño ocurría, pero no era nada así, solo fue que el Akuma soltó un par de palabras.

- Cada vez os escogen para que mueran más jóvenes.
- Que extraño, yo estaba pensando algo similar, solo que a vosotros os escogen por feos.

En verdad, era horroroso. Era algo así con forma humana, pero con unas piernas rarísimas, como las de una cabra, una cola enana tambien como la de aquel rumiante, y una cara que era bastante fea para ser de apariencia más o menos de persona.
El Akuma se irritó y dió un par de pasos hacia el frente, hacia el mucahcho; mientras, los demás le escoltaban desde atrás.

- Muchacho, no deberías haberlo dicho jamás.

El Akuma le soltó una patada bastante rápida, pero que Abel pudo esquivar, como lo que hacía con las piedras de Socalo, quien ahora iba a ser acechado por el Akuma de aspecto humano y de armadura extraña.

Los cuatro akumas de nivel 2 me rodearon haciendo ver que me tenían atrapado y que no podría escapar, algo que a mí me parecía muy gracioso debido a que serian ellos los que no podrían escapar de mis ataques. La emoción llenaba mi cuerpo, estaba deseando de acabar con todos y cada uno de ellos, de disfrutar cortando sus cuerpos y viendo correr su sangre. Era hora de sacar mi cara a la luz.

-Creo que debería de salir de aquí- dije llevándome la mano izquierda sobre la máscara que llevaba puesta.

Con un giro de muñeca lance la máscara por los aires, dejando a la luz mi peculiar rostro. Mis pendientes dorados y rojizos, bailaban con cada movimiento de mi cabeza. Mis afilados dientes aparecían tras una sonrisa cruel y despiadada. Además de que mis blancos ojos estaban clavados en los akuma que me rodeaban.

Dos de los akumas tenían un cuerpo corpulento y grande, medirían varios metros de altura y poseían dos cañones en ambos brazos. Los otros dos tenían cuatro brazos, en los cuales sujetaban una espada cada uno.

Al contemplarles reía sin parar al mismo tiempo que giraba mi arma de forma amenazante. Los akumas parecían confusos ante mi reacción, no tardaron el comprender que iban a sufrir una muerte dolorosa. Sus ojos pasaron de reflejar la confianza, al miedo cuando vieron como en un instante me había colocado a espaldas de un de los akumas de cuatro brazos y que este había perdido todas sus extremidades. Los gritos del akuma eran confundidos con mi tenebrosa risa que sonaba incesantemente y que no pararía de sonar hasta que todos y cada uno de ellos fueran destrozados lenta y dolorosamente.

Abel, por su parte, mientras su maestro cercenaba extremidades, se reía sin parar y comenzaba a mostrar su verdadera cara, estaba mirando de nuevo a todos los Akumas, echándoles un último vistazo rápido antes de que hiciera su primer movimiento.
La diea principal de atacar de frente no le gustaba mucho, pero era la única manera, ya que estaba rodeado por todos lados de Akumas de nivel 1, que aunque fueran débiles, podrían causarle un problema al joven, ya que aún no se había enfrentado a ninguno, pero... en cambio, si había visto a cierta persona rajarlos y mutilarlos de una forma muy rápida.

*No es lento, eso seguro*

Abel se agacho tras la patada del Akuma de nivel 2 mientras los niveles 1 no hacían mas que contemplar y formar un círculo que estorbaba al muchacho. No se uedaría allí por mucho tiempo, como después descubrirían aquellas ingratas máquinas. En cuclillas, tras agacharse, comenzó su concentración sin cerrar los ojos para poder prevver cualqueir ataque, además de apra activar su arma Anti-akuma. En aquellos instantes, los ríos de sangre de Akuma brotaban por la mente del joven con la imagen tambien del General que se encontraba a escasos metros de él.

- Ya está...

Abel se levantó y dio una zancada larga hacia uno lateral, atacando con la vara a un Akuma de nivel 1. El golpeo le dejño un buen sabor de boca, y la posterior destrucción del Akuma, uno mejor. Deseaba haber hecho eso desde hacía unos cuantos días que se le hicieron eternos. Ahora por fin, ya podía toamr represalias contra esos demonios esféricos.
El joven Abel se quedó algo atónito mirando aquello: un Akuma, siendo destruido... ¡por él! El poco entrenamiento recivido, aunque bastante intenso, sirvió apra algo, y eso se hizo notar en el círculo deformado de los Akumas que empezaron a disparar como locos mientras el joven trataba de esquivar o desviar con su vara los ataques.

- Así que esto es lo que se siente... no creo que me vaya a cansar mucho de vosotros...
- ¿Estás seguro de eso?

De nuevo, el Akuma de nivel 2 con patas de antílope se lanzó cotnra el muchacho, arremetiendo con su pierna otra vez. En ésta ocasión, el costado del muchacho fue amenazado ligeramente por la pezuña de aquella cosa, pero Abel estubo rápido de reflejos y, soltando la mano izquierda, pudo coger la pata de aquel demonio. No la iba a soltar por nada del mundo, pero... aunque su voluntad fuera muy grande, la fuerza del Akuma lo pudo y lo tiró unos metros más atrás.

Los gritos del cuatro brazos fueron callados, cuando la hoja de mi espada lo partió en dos, con un corte horizontal. Tras la explosión, me lance hacia el otro akuma con idéntico aspecto que el que acababa de destruir.

Mi siguiente víctima intento golpearme con sus espadas, pero eso fue totalmente inútil ya que con un movimiento rápido esquive su ataque y me coloque en su lado izquierdo. Solo necesite dos cortes para que el cuerpo de aquel akuma explotara, tras ser partido en tres trozos distintos.

Ya solo me quedaban dos niveles 2 por destruir y no tardarían en que su sangre bañara la hoja dorada de mi arma, ya se podía apreciar el miedo y la incredibilidad en sus rostros, como si dudaran en huir o tratar de hacer frente a lo que parecía ser, una muerte inminente.

Antes de que pudieran elegir me precipite hacia el primero de ellos, clave mi arma en lo que parecía ser el pecho de aquella maquina asesina, para después retorcerla en su interior. Los gritos de dolor hacían que moviera mi arma a un más rápido, todo con tal que aquel nivel 2 sufriera antes de encontrar el descanso. Saque mi espada del cuerpo del akuma y di un salto para colocarme sobre su cabeza, tal y como hice en el pecho, volví a clavar mi inocencia en su cuerpo metálico para retorcerla hasta que primero su cabeza y después su cuerpo, explotaran dejando un rastro de humo toxico.

-Kikikikikiki, vamos ahora te toca a ti- dije mirando al nivel 2 restante.

Me precipite hacia el ultimo nivel 2 que quedaba con vida y con tras cortarle ambas piernas, comencé a despedazarlo lenta y dolorosamente. La sangre de aquel akuma iba salpicando la zona, tiñéndola de un rojo que a mí me encantaba. Una vez que su cuerpo destrozado exploto, me llegaron las palabras de mi nuevo aprendiz.

*¡Maestro! Más por la izquierda.*

Mire hacia donde me dijo el muchacho y contemple como un gran número de niveles 1 se acercaban hacia nuestra posición, más concretamente hacia la del muchacho. Por lo visto estaba teniendo dificultades para hacer frente al nivel 2, con lo que estaba claro que no podría acabar con toda la nueve de akumas que se acercaban.

-Tu serás el postre- dije señalando al nivel 3.

Tras eso di un salto para colocarme al lado de mi aprendiz, tras mirarle de forma algo enfadada, no pude evitar darle un puñetazo con mi mano izquierda sobre la nuca. Una vez golpee a mi aprendiz salte sobre la casa de este.

-Solo eres un perro perdedor mas- grite enfadado.

Gire mi arma sobre mi cabeza al mismo tiempo que reía sin parar, una vez que la nube de enemigos estaba casi sobre nuestras cabezas, lance mi espada hacia ellos. Explosión tras explosión, todos iban cayendo sin demasiados problemas, cuando la mayoría de los niveles 1 fueron destruidos, di un salto para recoger mi arma al vuelo y caer sobre otro edificio.

Al nivel 3 no le gusto que le dejara al margen de aquella lucha, por lo que al ver como gran parte de aquellos casi inservibles akumas habían sido destruidos, se lanzo hacia mí a gran velocidad. En ese momento la emoción y diversión, corrían por mis venas, estaba deseando de seguir matando a aquellos seres y del que más ganas tenia era del único nivel 3 que había en ese momento. Pronto saciaría mi sed de sangre que aquella apetitosa presa.