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Misión casual en Kiel [Illya, Christian and... ¿Marianno?]

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Mensaje por Invitado Vie Abr 02, 2010 8:01 pm

Irse en barco desde Copenhague hasta la Orden podría haber sido lo más factible, fácil y cómodo, pero para desgracia del trío dinámico, ya no era una opción por la cual decantarse tan fácilmente. El desastre ocurrido en la bahía, con casi todos, por no decir los más útiles, barcos destrozados o inhabilitados gracias a diversos daños, pasado el apoteósico e imprevisible tsunami que azotó el lugar, lo dejaba totalmente anulado en la partida. Sabían de sobra ellos quién lo había causado y con qué propósito, de modo que con más razón la posibilidad estaba absolutamente descartada en el tablero.

¿Lo más conveniente? Irse en tren y partir de ahí hasta los países más bajos, cercanos a cualquier otra bahía intacta, por el cual aprovechar para así de verdad zarpar. El número de días para completar la faena se multiplicaba con ello, era cierto, pero a su vez, no significaba más que la única alternativa posible a tomar.

Calcularíamos entonces una semana y algo más desde que nuestros estimados personajes abandonaron la ciudad para atravesar el país y lograr movilizarse hasta Alemania. La idea de pasar por lo que antes fue su ciudad natal, le produjo un cosquilleo extraño dentro de sí que Illya no supo identificar. Tenía parte de calidez, y parte de inquietud. No lo comentó con ninguno de sus otros dos acompañantes, ya que en realidad, no hacía falta. Sus heridas y las de los demás iban mejorando; ya para ese momento estaban casi completamente curadas, una suerte de rastro de las que antes habían sido vistas con más gravedad. Marianno era el único que faltaba por estar completamente sanado, pero eso no significaba que no estuviese mejorando: al contrario.

¿Existían contratiempos en el camino de los exorcistas y buscador? Existían. Todo gracias a la insignia que mostraba sin pega la hermosa joven que participaba en el grupo, impuesta en el abrigo que no se quitaba ni siquiera porque se atravesasen en su camino cientos de Akumas buscando aniquilarla a ella y al danés como portadores de Inocencia. A veces resultaba la situación algo molesta, sobretodo cuando se encontraban en un local haciendo cosas importantes (como almorzar, por ejemplo), y de repente un individuo generalmente nulo soltaba un grito y se degeneraba en un balón amorfo de fútbol gigante con cola y cañones incorporado buscando matarlos.

Por otro lado, también era conveniente. Servía como entrenamiento previo para el danés, como un abreboca de lo que le esperaba de ahora en adelante. Marianno ayudaba en todo lo que podía, con sus barreras anti-akuma para facilitarles el trabajo a los exorcistas.

Fue así como transcurrieron los diez pesados días de viaje furtivo hasta ahora.

Para la desgracia de los tres, otro contratiempo los había dejado en una situación molesta. Mientras se dirigían a Alemania, y ya habiendo entrado al país oficialmente, fueron víctimas de otro ataque Akuma dentro del tren que los llevaba al pueblo más cercano a los límites. ¿Resultado? La nave destruida, todos los pasajeros afuera, aturdidos, y varios Akumas nivel uno restantes atacando sin parar al trío.

De repente la sombra de la exorcista alemana se materializó en lo alto del cielo, por encima de los vagones del tren, humeantes, en llamas. Apuntaba, mientras se mantenía suspendida en el aire temporalmente y su capa ondeaba exageradamente, con sus rifles a los nivel uno a su frente. Ninguno era nivel dos. Con varios disparos los azotó en fuertes estruendos producidos de la boca de ambas armas. Las Lacrime les atravesaron de lado a lado y pasaron de largo. Segundos después, ellos explotaron. Los inocentes se encogían con cada explosión, expuestos y asustados, soltando uno que otro grito lleno de terror. Illya aterrizó en el suelo dando antes una voltereta en el aire, derrapando en la tierra cual equilibrista con la intención de esquivar otras balas dirigidas hacia ella que cayeron en el suelo milésimas de segundo después de que pasara por dichos lados.

Marianno corría de aquí para allá, encerrando a uno que otro Akuma con su barrera para ser de ayuda tanto a ella como a Christian. A la sazón, también les gritaba a las personas.

¡Rápido! ¡Busquen un lugar donde ponerse a salvo ahora!

No podía ser mejor, la manera en que los tres comenzaron la nueva aventura que les deparaba en su destino, sin ellos saberlo.
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Mensaje por Invitado Vie Abr 02, 2010 11:54 pm

Los momentos pasados en el tren no dieron pauta a suavizar la relación entre el recién formado trío.

Entre las comidas, compras y ataques de akumas no había mucho espacio para el diálogo. Y si es que lo encontraban en algún momento, el detective se disponía mas bien a adentrarse en alguna prosaica lectura, 'devorar' las cartas que aquella caja contenía o simplemente a tomar una siesta fuera de tiempo. Así era la relación entre estos, siquiera un pica-hielos tamaño industrial podría apelar a favor de esta tensa situación. No había resentimientos pero si se mantenían como completos extraños.

Y ahora, que por fin el viaje se acortaba y los ánimos se esperanzaban, un grupo de Akumas llegó a destruirlo todo; literalmente. El pánico y la desesperación componían el común denominador en la mayoría de los grupos -en ese caso los pasajeros-; como en toda la raza humana. Y los exorcistas se dieron a la tarea de entrar en acción.


Estaba Illya, haciendo otra de sus dramáticas apariciones a escena. -Fuese que ella lo quisiese así o como una verdad puramente accidental- cada vez que se desenvolvía en el campo de batalla parecía estar maneobrando cual artista de circo, se le antojaba como un despliegue de saltos y giros por los cuales no tendría que pagar para ver.

Por otro lado; estaba Anders la observaba desde abajo y sonreía con paciencia, desdén. Corría poco y esquivaba mucho, después de todo era su recién creado amigo quien hacía todo el trabajo físico. Ahora controlaba alguna especie de escarabajo gigante hecho de metal, los destrozos generados del tren le habían facilitado las cosas a su inocencia: un conteo de 8 akumas hasta ahora. Nada mal para un novato.

-No es que no disfrute su compañía -dijo arrojando su maquina hasta el último Akuma restante- ...pero realmente dormí mal anoche.

Explotó. El último de ellos hizo explosión a la par en la que el montón de escombros reunidos que originalmente era su arma volvía a la normalidad.

-'Aun que lo diga yo mismo, he mejorado mucho.'- tras acomodar su cabello y colocarse de nuevo aquellos curiosos lentes circulares se giró y presenció como su pequeño calentamiento había dejado fuego y más destrucción de la esperada. -Valla que causamos problemas en los medios de transporte que más necesitamos. ¿No es así Br... -entonces se detuvo, para no pronunciar el nombre incorrecto que tantos problemas le traería- ...Illya

Un comentario fuera de tono pero igual de certero. El tren se había detenido mientras la gente corría por todos lados, afortunadamente se encontraban ya a las afueras de la ciudad alemana cuando el tren se descarriló. Los bomberos llegarían en cualquier momento y la policía comenzaría a hacer preguntas sin sentido, ya conocía el mecanismo y quería evadirlo a como de lugar.

-¿Que tal si entramos a la ciudad y esperamos a que los trenes vuelvan a partir? -anunció el detective echando un vistazo a la ciudad.

El estilo de la arquitectura Alemana era tan parecida que le traía viejos recuerdos sobre su profesor de la misma nacionalidad. Que problema.

"La ventaja de tener mala memoria es que se goza muchas veces de las mismas cosas."
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Mensaje por Invitado Sáb Abr 03, 2010 3:20 pm

Tras esfumarse la luz de su Inocencia, también lo hizo el semblante frío y serio que había adoptado la exorcista tras iniciar el ataque de Akumas. Marianno ya se estaba acostumbrando a ese cambio radical de actitud y aún así no dejaba de inquietarle. Era como mirar una puesta de sol espontánea a una hora errónea: inesperado y sobrecogedor.

Por eso sintió alivio al ver que la expresión de Illya volvía a ablandarse mientras guardaba tranquilamente sus rifles en las fundas correspondientes. El suave murmullo del interior de su garganta le daba a entender que tarareaba una melodía, y fue más cálida la situación cuando entonces sonrió como solía hacer estando animada. Al hablar Christian, ella se volvió hasta él apacible y asintió una sola vez.

Me parece bien; tengo algo de hambre —contestó sin embargo, de forma lacónica.

Marianno también había notado que, con el pasar de los días, el nuevo exorcista trataba de evitar formar más lazos que los necesarios entre ellos. Trataba de que esa actitud no le irritara, pero el buscador, acostumbrado a un código entre sus compañeros donde intervenía la amabilidad y cooperación, no podía hacer mucho. De modo que se limitaba a darle su espacio y pasar más tiempo con la otra exorcista, que por el contrario, no parecía afectarle la actitud arisca de Christian y hacía como si nada sucediese, ¿Le entendía?, ¿o sencillamente deseaba ahorrarse rabietas absurdas? Todo lo había controlado de la forma más madura.

Sólo algo era seguro para Marianno: Illya entre ellos era una bendición, porque sino desde varios días atrás, hubiese perdido la paciencia completamente.

Comenzaron a caminar hasta el interior de la ciudad, adentrándose entre las calles de Kiel que no era más que otra comunidad de tradicional estructura alemana. Illya aspiró profundamente el olor cuando pasaron cerca de una tienda de dulces con fachada antigua. El aroma era de chocolate recién hecho, así como de panecillos dulces sacados apenas del horno. Dulce, reconfortante, angelical.

Todo está tan tranquilo aquí. Parece incluso imposible pensar que a unos metros atrás todo está hecho un desastre verdadero —comentó Marianno.

Nos han quitado tiempo valioso esos Akumas —respondió Illya caminando con paso ligero; una voz increíblemente calmada y dulce— Seguramente tendrán que pasar unas cuantas horas hasta que la estación vuelva a funcionar, y podamos movilizarnos hasta la otra ciudad. Mientras el tiempo pasa podemos ir a desayunar algo, ¿les parece, caballeros?

Ella se volvió en ese momento nuevamente con el peso de una pluma, hasta sus dos compañeros para tenerlos de frente y poder mirarlos a la cara. Sonreía tranquilamente, como si fuese un día cotidiano en su vida donde no podía existir algo más que la sosegada monotonía.
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Misión casual en Kiel [Illya, Christian and... ¿Marianno?] Empty Re: Misión casual en Kiel [Illya, Christian and... ¿Marianno?]

Mensaje por Invitado Sáb Abr 03, 2010 6:10 pm

Ciertamente la opción de regresar a la ciudad les calló a todos como anillo al dedo y después de limpiar los escombros de su ropa se dispuso el detective a acompañarlos tranquilamente. Se quedó un poco rezagado al principio, permitiendo que Illya tomase la delantera y Marianno le siguiera cual mosca a la miel; para el danés, tener su tan esperado momento de encender un cigarrillo y dar gusto a su sistema que pedía por la adicción le supo a gloria... y nicotina.

Luego se detuvo, esperando a las palabras que su compañera alemana quien, a pesar de obviamente no ser nativa de la ciudad en donde estaban de momento, se sentía como en casa. Sonrisa vivaz, aire nostálgico. ¿Quién lo diría? Ni él mismo se sintió nunca en casa, aún en Copenhague, la ciudad en la que vivió 22 años. Se sentía mas cómodo como visitante de países extraños, donde nadie lo conocía, nadie lo juzgaba, nadie le decía que hacer, a nadie tenía que responder. Excelso.

-Seguramente tendrán que pasar unas cuantas horas hasta que la estación vuelva a funcionar, y podamos movilizarnos hasta la otra ciudad. Mientras el tiempo pasa podemos ir a desayunar algo, ¿les parece, caballeros?

-Excelente idea Illya-dono - habló entusiasmado el buscador a la vez que se incorporaba de un pequeño brinco. Comida alemana, tendría que ser mil veces mejor que la basura pre-calentada que servían en los vagones del tren y las estaciones de paso.

Anders también tenía hambre por lo que no le cayó mal la idea y asintió con la cabeza, solo el exagerado entusiasmo del hombre le hizo ruido. Y como siempre: lo ignoró y desplazó, sus ojos mas bien se mantuvieron atentos a un hecho todavía más remarcable que el trío de 'personajes'.

Una caravana que asemejaba a una peregrinación transitaba las desérticas calles de la ciudad alemana. Mujeres dolidas en velos negros recitaban sus rosarios a baja voz y pedían ayuda a un ser que se conformaba con velas y plegarias. Hombres bien proporcionados cargaban un par de ataúdes, otros más enjutos avivaban la flama de las velas y a la cabeza un par de jóvenes esparcían lo que parecía una olorosa e irritante cantidad de humo 'purificador'. ¡¡Guerra a muerte contra el vicio: el vicio es el cristianismo!!

-Curioso. -expuso el detective antes de encontrarse solo en las calles. El buscador ya se había hecho de la exorcista para guiarla a una de las mesas.

En su camino a reunirse con sus acompañantes, formuló un sin fin de teorías por lo que podría estar pasando. Por alguna razón, la posibilidad de que aquel fuera un simple y sencillo funeral no le terminaba de agradar a su inquieta mentesilla. Al final se sentó en una mesa del restaurante que ya habían localizado y dejando salir una estela de humo de su cigarro se propuso a... no decir nada. Sus teorías ahora se veían bajo la sombra de la acción de la inocencia, causa de muchos de los hechos paranormales que, hasta hace poco, descartaba de antemano.

Una sombra. Tal vez era el sol, tal vez el viaje, tal vez algo realmente extraño sucedía en esta ciudad.

-Señor, ¿que desea ordenar?- interrumpió un atento camarero, sacando de tono al concentrado danés el cual dio un rápido vistazo al menú que estaba colocado previamente sobre la mesa.

-Probaré el famoso brötchen* alemán con mermelada y mantequilla, también algo de café y huevos-

-Esta bien, ¿ustedes que desean? -terminó de apuntar y giró su mirada al par restante, el uniforme de su compañera le causó un tanto de incomodiad. Era extraño y desconocido, ¿como no?

[Brötchen: típico pan servido en los desayunos y en los puestos callejeros de alemania]
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Misión casual en Kiel [Illya, Christian and... ¿Marianno?] Empty Re: Misión casual en Kiel [Illya, Christian and... ¿Marianno?]

Mensaje por Invitado Dom Abr 04, 2010 5:58 pm

Illya se había sentado en el puesto que quedaba al lado de la ventana, y a su gusto, podía sentir el aire frío y húmedo de la ciudad rozarle el rostro, mientras a su frente la cotidianidad en Kiel se desarrollaba tranquilamente. Personas yendo de aquí para allá con sus quehaceres diarios, y el levísimo aroma a incienso pegando cerca, como único disonante en el retrato armonizado.

Yacía un poco inclinada hacia la mesa, con los codos sobre la misma, sosteniendo su mentón con ambas palmas de sus manos, en actitud despreocupada y serena. Cuando el mesero se dirigió hacia ella y a Marianno, se volvió levemente y sonrió con candidez.

Deme tres rodajas de weißbrot, dos filetes de Sajonia con brócoli como ensalada. Una taza de café y como postre, un pedazo de torta Selva Negra, Sie —apuntó con un tono tranquilo y carismático.

El hombre anotó, asintió amablemente y se dirigió al buscador como único faltante.

Yo sólo quiero un pastel de pollo y algo de té, por favor.

Illya ladeó la cabeza cómicamente hacia Marianno y abrió los ojos un poco más de lo normal, mirándolo con gesto interrogador, ¿nada más eso?

Bien, enseguida estarán sus pedidos.

Retirado el mesero hasta la barra para hacer mención de las nuevas órdenes a cocinar, el buscador se relajó y buscó ponerse cómodo en su asiento. Había dejado el traste magno que siempre cargaba para poder comunicarse con la Orden a un lado suyo tanto como la barrera anti-akuma, y ahora sentía su cuerpo más ligero.

Es que no tengo mucho apetito —dijo de pronto, como contestación tardía al gesto de Illya.

La chica, que había vuelto a mirar casi con concentración hacia afuera, como un niño observando el paisaje a su alrededor cuando saca la cabeza del carruaje, rodó la mirada hacia Marianno y asintió.

Ya veo —luego se fue hasta Christian, que como de costumbre, se guardaba en su mundo silencioso, y ladeó una sonrisa algo divertida en sus labios. Evidentemente había notado algo que el buscador no— No es muy común ver una procesión de velorio caminar con tanta ceremonia por las calles alemanas. Menos cuando simbolizan eso que ellos llaman ritos para alejar a los “demonios” con cada paso, ¿Cree que haya sucedido algo interesante por aquí? Le noto algo en la mirada que me dice que sí.

Illya amplió la sonrisa un poco más y le hizo un guiño, sólo en medida de diversión, y luego se volvió a la ventana para mirar a tiempo como una de las pocas personas que quedaban atrasadas en la cuantiosa marcha fúnebre se desviaba del camino con gesto contrariado y avanzaba hasta… el mismo local desde donde ella lo estaba observando. Abrió la puerta de golpe, de modo que acaparó la atención de todos los presentes; la silueta de un hombre entrado en años, con traje negro de protocolo se dibujó en el centro de todo el portal, y avanzó un poco más con las miradas de casi todas las personas puestas sobre él.

Varios hombres se acercaron hasta él alarmado y comenzaron a hablarle en susurros. Uno de ellos vestía como camarero y el otro, por su localización anterior desde donde vino, bien podría haber sido el gerente del negocio.

¡Claro! ¿Qué más podría haber sido sino? ¡Por supuesto que no estoy loco!

A pesar de los esfuerzos por mantener a raya al alterado señor, éste hablaba en voz muy alta, como si quisiera que todos lo escuchasen.

Quién lo ha matado no ha sido más que su propio doble, ¡su alter ego! Han empezado a aparecer desde el infierno, ya han pasado otras veces, lo saben, y aún así ustedes siguen negándolo, ¡esta ciudad está maldita! ¡Maldita!

Doppelganger? —Illya parpadeó curiosa, atenta a la conversación desde su sitio— Oh, vaya.

Una creencia muy típica en Alemania, sin lugar a dudas; hasta ella la conocía.


Off:
weißbrot: pan blanco.
Sie: señor -cuando no se le conoce el nombre-.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 04, 2010 8:51 pm

Las preferencias culinarias de sus compañeros le pasaron desapercibidas al danés; a pesar de haberlas escuchado a la perfección, optó por distraer su mente en los asuntos que se cultivaban en la ciudad. ¡Lo necesitaba! Fuera que hubiese un caso o no, con tanto viaje monótono su mente ya se estaba aburriendo y era esa la peor de las enfermedades en el Christianismo.

-No es muy común ver una procesión de velorio caminar con tanta ceremonia por las calles alemanas. Menos cuando simbolizan eso que ellos llaman ritos para alejar a los “demonios” con cada paso, ¿Cree que haya sucedido algo interesante por aquí? Le noto algo en la mirada que me dice que sí.

Otra curiosidad. La mirada de la alemana parecía poder comprender a Chris en menos tiempo de lo que la paciencia de su padre se lo permitió, eso le hacía sentirse más tranquilo, esperaba que la alemana se diera cuenta que a pesar de ser lo opuesto de tímido, prefería mantenerse pensante y no hablar solo por hablar. Hablar solo cuando a él le pareciera necesario, prudente o... divertido, como amaba sacar de tono a los demas.

Que dicha que alguien le 'siguiera la corriente' cuando se ponía en su actitud inquisidora. Él sabía que algo ocurría, ella sabía que él lo había notado. Aquella niña.

Se quitó las gafas de las cuales se había olvidado, le correspondió la mirada un poco y sonrió con una moderada simpatía después del travieso guiño que le dirigió.Al voltearse ella a ver por la ventana, el joven retomó su análisis del lugar. Comedor de clase media alta, muchos comensales, la mayoría hombres de clase baja o muy alta. Almorzando después del trabajo por que debían de regresar a trabajar o tenían el dinero para costearse el comer fuera de sus hogares. Bebedores algunos. Adictos la mayoría, se notaba el nerviosismo de la mayoría en la sala, pues: o tenían las manos hechas puño o temblaban.

-Señor, su café. -uno de los 4 meseros que el hombre había localizado se asomó por su hombro con una cafetera y le sirvió en la taza que yacía sobre la mesa, lo mismo para la exorcista. Un gracias no estaba de más, pero si se ausentó.

-"Modales, Christian Anders"

El hombre dio un sorbo un tanto ruidoso a su café.

-'Uhg, café alemán.'-hizo un leve gesto de disgusto, él estaba acostumbrado y hecho a la idea de su café turco. Compraba el mismo desde los 17 y no lo había cambiado. Ligeramente menos agrio, mas tostado y amargo, con todo y el sabor a tabaco en su boca. Anders no era un hombre de cambios.

-¡Por supuesto que no estoy loco!- el azote en la puerta hizo que Anders diera un pequeño salto en su lugar, lo que le faltaba, otro drama. A los ojos de Christian, la mayor parte de los comensales se sobresaltaron, como cualquier multitud expectante al pánico.- Quién lo ha matado no ha sido más que su propio doble, ¡su alter ego! Han empezado a aparecer desde el infierno, ya han pasado otras veces, lo saben, y aún así ustedes siguen negándolo, ¡esta ciudad está maldita! ¡Maldita!-

Y escuchó. Los ojos de detective se iluminaron a pesar de que su rostro permaneció sereno, el simple hecho de voltear su mirada al alboroto denotaba el interés que hervía desde dentro de si. Un caso, un caso gritaba por salir, gritaba por que Christian Anders el famoso detective lo resolviera. Fuese requerido o no.

-¿Doppelganger? O vaya.

-Doppelganger... -repitió bajito el detective. Él, quien se mantenía ignorante conforme a leyendas urbanas y folclore no conocía la historia, pero si era un devorador de periódicos y obituarios, el acontecimiento le inquietaba. Pidiendo por salir. -El caso de Emilie Sagée- las palabras salieron directas de su boca, casi atropelladas.

Se había quitado ese cartel de no molestar que usualmente llevaba clavado en la frente sin quererlo o estar consciente.

-¿Cómo dice? -lo que dijo Christian alcanzó los oídos del buscador y causaron inquietud.

-El caso de Emilie Sagée, si no mal recuerdo es un caso antiguo, apareció en un periódico amarillista de Dinamarca.- dio otro sorbo a su café- Una aristócrata letona contó esto a un escritor de apellido Owen. La mujer a su 13 años afirmó haber visto al doble de su maestra francesa Emilie Sagée en plena luz de día, en la escuela. Decía que su sombra se movía independientemente de ella, su doble imitaba comer y leer sin nada en sus manos, y según esto ofrecía resistencia al tacto, dos de sus amigas atravesaron a su doble.

-Sin duda alguna es un caso sin pruebas científicas. La realidad es otra de seguro. -el buscador estaba sorprendido, hasta ahora tenía la idea de que Anders tenía una pésima memoria. Ahora sabía que solo recordaba los datos de su interés.

-La realidad casi siempre es un error, pero ahora la idea de un Doppelganger no me suena tan retorcida. ¿No es así? -volteó a ver a su compañera exorcista, ella tendría más experiencia en el campo de los paranormal.

Había que hacerse de más información con el barbón recién llegado. El detective ya tenía un plan.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 04, 2010 11:45 pm

Illya cerró los ojos comprensiva, mientras inclinaba su cabeza en aprobación a las palabras del danés. No era un caso que ella conocía, pero se asemejaba a muchos que antes sí había escuchado de boca de otras personas (no recordaba quiénes, y la sensación de que uno de ellos era conocido, le hacía sentirse inquieta, molesta), sólo que en las situaciones dadas, jamás se les mencionaba como demonios, pero sí como malos presagios, augurios letales.

¿Avistamientos de Doppelganger aquí? No me parece algo demasiado imposible; a ninguno de nosotros debería, de hecho —replicó mirando consecutivamente desde Marianno hasta Christian.— Pero creo que estamos haciendo muchas suposiciones, sin saber en realidad lo que está pasando aquí. Ya huele a misterio, así que no estaría para nada mal interesarnos en lo que sucede y preguntar. ¿Qué tal si se trata de un caso a su manera, distinto al de los Doppelganger originales, por ejemplo?

¿Se refiere a un caso de Inocencia, señorita Illya?

La joven caviló unos momentos ante la duda de Marianno y ladeó la cabeza levemente.

Podría ser. No podemos descartar nada aún, ¿verdad, Christian? —Ahora era ella la que lo miraba con elocuencia.— ¡Oh! Pero antes que nada, la comida. No pienso moverme de aquí y lanzarme a la aventura sin antes tener el estómago lleno, de ninguna forma —agregó entonces frunciendo levemente el ceño en actitud de fingida imponencia.

El buscador sonrió un poco ante la actitud de la chica. A sus alrededores, todo seguía pasando: el hombre de luto se había calmado, aunque ahora, después de tantos gritos, tenía la piel enrojecida quizá por la rabia u otro sentimiento similar. Se hizo de una mesa casualmente cercana a la de ellos y refunfuñaba entre dientes palabras inentendibles desde esa distancia. Parecía esperar algo. Uno de los meseros se le acercó con actitud furtiva y entonces le sirvió una taza de café puro, sin azúcar. No agradeció, tal como el danés momentos atrás, y se llevó el recipiente hasta los labios sin inquietarse por el calor que debía contener la bebida, a juzgar por lo humeante que estaba.

El caso del gemelo malvado que presagia la muerte, ¿está hecho realidad aquí en Kiel?

El hombre dio un respingo al escuchar la suave, pero perspicaz voz a su espalda, y cuando se giró, encontró a los tres peculiares personajes sentados en la mesa cercana a él, con otro de los meseros sirviéndoles sus pedidos recién hechos. Ella le devolvió la mirada con cierto aire divertido y le dio un sorbo a su taza en actitud cómplice. Fue la actitud de la chica la que le permitió darse el lujo de hablar, puesto que si fuese de otra forma, les habría ignorado, teniendo en cuenta que ni Anders, ni Marianno, le inspiraban confianza.

Ya han sucedido varias veces en estas últimas tres semanas. Han sido diez muertos en total, y aún hay más desaparecidos que tememos que les haya sucedido lo mismo —el mayor se volvió del todo hacia ellos con su café en mano, dándoles cortos sorbos y fulminando con la mirada a los extranjeros. El acento de Illya le calmaba— Siempre sucede lo mismo: ven a alguien completamente parecidos a ellos y mueren, aunque yo lo llamaría asesinato. Son sus propios Doppelganger quienes rematan el trabajo, estoy seguro. No sólo presagian la muerte, sino que la propician.

Se pasó una mano por la frente, y luego por la poblada barba que le llevaba por la mitad del cuello, completamente blanca, canosa. Luego se relamió los labios, con gesto cansino y dejó la taza sobre su mesa, repentinamente sofocado.

Ustedes, se nota que no son de aquí, así que no me extraña que no sepan nada de lo que ahora está destruyendo nuestra ciudad.

Marianno le escuchaba mientras le daba una probada a su pastelito, sin despegar la vista del hombre. Illya mantenía los ojos fijos en él también, siempre aparentándose tranquila, y fue una única vez en lo que iba de la conversación, que alargó una mano y le dio un mordisco a la primera rodaja de pan.
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Mensaje por Invitado Lun Abr 05, 2010 2:48 am

La personalidad de Illya le facilitaba bastante la tarea al agente. Eso de recolectar información hablando con las personas era una de las cosas más tortuosas y agobiantes de su profesión, en especial por la 'singular' manera de dirigirse al prójimo que Christian tenía; sin embargo se veía ahora librado con las consultas de la exorcista.

Por otro lado, el infortunado y senil hombre se veía cada vez más exacerbado; las suaves y bien pensadas palabras de la jovencita no podrían sacarle toda la información que ellos necesitaban. No en un lugar con tantos testigos curiosos, no en un lugar que se había envuelto con un aire anormalmente silencioso desde el incidente con el viejo nativo.

-Ustedes, se nota que no son de aquí, así que no me extraña que no sepan nada de lo que ahora está destruyendo nuestra ciudad.- el tipo se pausó y vio a su alrededor, las miradas de sus compañeros prácticamente le decían que se guardara sus comentarios para los ciudadanos y nadie más.- Me temo que eso es todo lo que les puedo decir.- Anders ya se lo esperaba, había estado pronosticando esto.

Hubieron segundos de silencio, prácticamente podía escuchar masticar a quienes compartían la mesa con él.

-¡Maldición! ¡¿Qué es eso?!- el danés no había siquiera tocado su desayuno cuando se levantó de golpe y derribó la silla sobre la que se encontraba.

Produjo un grito grave pero estruendoso de lo más inadvertido que hizo voltear a todos en cuestión de un instante, ahora que tenía su atención era hora de que el taller de actuación diera frutos.

-¡E-es, esta vivo! -para los ojos atentos y observadores, Christian ya no llevaba su collar, para los otros, era solo un hombre fuera de si- ¡Miren, Miren! -Con la mano temblorosa apuntó a uno de los candelabros del salón.

- Exorcista-sama, ¿que le pasa?- habló Marianno en modo de susurro, pensando que por fin el hombre había perdido la cabeza. En respuesta, el danés interrumpió por un segundo su acto y le guiño un ojo, entendiéndose enseguida. -¡Son sombras! ¡Se mueven! -acompañó.

Las cabezas de la audiencia se movían buscando en cada uno de las cinco lámparas, hasta que una señora frenética identificó el motivo del susto. En lo alto, un extraño y amorfo ser se movía, retorciéndose; por su posición en una de las fuentes de luz: causando en las paredes del lugar unas tétricas sombras que semejaban a garras.

-¡Es un augurio de muerte! -gritó uno.

-Estamos condenados, condenados todos -secundó otro.

-¡Salgamos! ¡Salgamos de aquí antes que el demonio nos devore a todos! -terció el detective, ahogando una risa que arruinaría su papel, esperando que no se notase el tono teatral en su voz.

Lo obedecieron como corderos, animales violentos que empujaron y saltaron para ser los primeros en salir por la puerta. El hombre logró contener a su viejo acompañante en su silla poniendo firmemente su mano sobre uno de los hombros del veterano. Voilá. El lugar se vació completamente con excepción de los 4 que ahí seguían. Marianno en una muestra de coordinación cerró las puertas de lugar para evitar ser interrumpidos por meseros indignados.

A la par del seguro, un pequeño artefacto compuesto por vidrios y pedazos de aluminio dorados del candelabro saltó hacia la mesa junto a ellos dos. Brillaba con luz artificial y tenía un curioso par de ojos hechos de dos esferas de cristal. Anders aplaudió un poco a su creación, ella había hecho el trabajo después de todo.

-¿No le van a felicitar?- fingió en una voz indignada, infantil... burlona. Se sentía satisfecho cada vez que sus inusuales métodos salían tal y como los planeaba; su apelación a la personalidad nerviosa de aquella multitud fue correcta.

-¿Que rayos fué eso, señor? -ahora el hombre se encontraba enojado, al pobre casi le da un infarto.- ¡Si se esta burlando de mi...!

-Usted vio a su gemelo.- con un rostro que cambió de regodeo a una seriedad cortante, el danés dijo lo que desde hace tiempo había deducido. La verdad cayó por su propio peso.

-¿Como es que usted...?- ahora el viejo tartamudeaba, se estaba ahogando de nervios.

-Comprendo eso a lo que ustedes llaman empatía, pero la única razón para que un hombre desempleado de su edad esté tan preocupado por lo que sucede aquí y movilice a un montón de asustadizos es que este temiendo por su propio pellejo.- tal vez cruel, pero certero. Su invitado ahora había bajado la vista- Se compró ropas nuevas y cuida de su aspecto personal para sentirse bien consigo mismo, cosa que los viejos no suelen hacer. Pero tiene ojeras y las uñas hechas un desastre, no duerme bien y esta ansioso... esperando.

-Exorcista-sama, yo no creo que...- era más que cruel, el detective estaba sometiendo a un anciano paranoico.

-Él tiene razón. Lo vi hace dos días mientras lavaba mi cara.- pausó- No le dije nada a nadie por que no quería sacar conclusiones apresuradas, pero el hombre que enterramos hoy platicó conmigo hace tres días, asegurando haber visto a su doble. Y murió ayer.

-Entonces eso de los tres días es un común denominador, o no habría entrado tan alarmado el día de hoy a un lugar tan concurrido como este.- Christian se giró hacia donde su compañera, en parte esperando a ver en que modo le reprendía por todo esto, o no, ya estaba acostumbrado a que cierta mujer noruega le regañara cual niño.

Era interesante, el nivel de madurez en el equipo era inversamente proporcional a la edad.

-¿Que opina usted, Watson?-bromeó.
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Mensaje por Invitado Lun Abr 05, 2010 10:14 pm

Illya permaneció unos momentos en silencio, con la mirada impertérrita y los labios firmemente cerrados en una mueca inexpresiva; luego esa sonrisa suya llena de suspicacia y admiración apareció de nuevo en boca mientras que sus ojos refulgían con un brillo audaz. Después de varios segundos de quietud cortante, el sonido hueco de los aplausos de Illya inundó el lugar durante un tiempo.

Bravo —respondió con un tono de admiración, tanto para referirse a la escena anteriormente acontecida (y que en un primer instante la desorientó), como a las primeras deducciones de Christian. Cuando cesaron de chocar sus palmas, le dio un pequeño sorbo a su café mientras enfocaba la mirada en el anciano— De modo que usted está directamente involucrado con el fenómeno.

¿Fenómeno? ¡Es una maldición, les digo!

Eso está por verse, señor asustadizo —replicó tranquilamente la exorcista mientras picaba un trozo de su filete con la vista puesta en el plato repentinamente— Caballeros, nos toca descifrar si se trata de un caso de Inocencia o algo más, evidentemente —declaró quizá con más formalidad el asunto, mientras asentía a sus propias palabras y llevaba a su boca un poco de comida.

¿Pero cómo podríamos encontrar alguna pista que nos lo indicase? —Cuestionó Marianno repentinamente dudoso— Para eso tendríamos que presenciar el fenómeno, ¿no es así?

Naturalmente —contestó Illya de nuevo con actitud resuelta mientras se daba unos toquecitos en los labios con la servilleta educadamente— Y para nuestra suerte, tenemos a alguien que ya ha tenido a su frente un Doppelganger de él mismo —prosiguió dándole a su entonación un sentido elocuente, mientras alzaba los ojos con gesto significativo hacia el anciano que a su vez, le devolvió el gesto con evidente sobresalto.

¿Yo? ¿Esperan a que vuelva a verme con mi doble y me mate? ¿Piensan que fácilmente accederé a eso? —les retó, frunciendo el ceño y con actitud repentinamente huraña.

La exorcista suspiró, devuelta a su plato.

¿Y qué tal si le digo que posiblemente podamos ayudarle con su problema, y más que eso, evitar que lo mate su propio doppel? Ich lüge nicht… wir können.

wirklich? —el hombre entrecerró los ojos dudoso.

Selbstverständlich —e Illya parpadeó coqueta e inocente.— Algo es mejor que nada, ¿no le parece? Busca desesperadamente a alguien que le ayude, ¿por qué rechazarnos a nosotros, que nos ofrecemos amablemente a atenderlo sin nada a cambio entonces?

Quizá le entretenía, participar en el juego de los detectives, o era mero profesionalismo de exorcista. Marianno creía que era lo segundo, ya la había escuchado hablar de esa forma en dichos asuntos.

Tras breves segundos en donde se le notó al hombre verdaderamente acorralado, acabó asintiendo sin ocultar por más tiempo su desesperación y miedo.

De acuerdo. Más les vale salvarme entonces —se pasó la lengua por los labios, como si estuviese aún sofocado por todo— Mi nombre es Roger, un placer conocerles, supongo.

Yo soy Illya, él es Marianno, y el hombre con aires de genio se llama Christian —presentó señalando a los mentados a la par, sonriendo con aire travieso mientras presentaba al último, cual bromista— Que por cierto, le doy diez puntos por la actuación de antes. Pido la repetición en algún otro momento, fue entretenido. Aunque no tenía por qué jugar con las creencias de esas pobres personas—recriminó cruzándose de brazos con gesto de fingido enojo.



Off:
Ich lüge nicht… wir können: Yo no miento... podemos.
wirklick?: ¿De verdad?
Selbstverständlich: naturalmente.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 06, 2010 11:30 pm

El danés esperó sentado y comenzó a comer su tan ansiado desayuno mientras su compañera y Marianno arreglaban cuentas con el viejo. De vez en cuando volteaba sus ojos para ver las expresiones del alemán que ahora se había unido a ellos en la mesa, luego, se concentraba de nuevo en masticar y sus propios pensamientos. Parecería grosero: no poner atención mientras un mayor hablaba, pero hacía más que solo escucharlo atentamente, intentaba entender el por que de cada una de sus palabras.

Tanta diplomacia le causaba dolor de cabeza; por otro lado, le ayudaba cada vez más a reconstruir lo que podría estar pasando con todo el asunto del 'doble malvado' y su posible relación con la Inocencia. Hacer cantar al viejo le hubiera sido mucho más difícil a Anders solamente.

-...y el hombre con aires de genio se llama Christian. -la mención de su nombre trajo de regreso al detective desde su mundo de silogismos- Que por cierto, le doy diez puntos por la actuación de antes. Pido la repetición en algún otro momento, fue entretenido.

Correspondió alagado, con sonrisa de lado y una corta risa contenida en su pecho, el mismo modo relajado que la alemana tenía.

-Aunque no tenía por qué jugar con las creencias de esas pobres personas.

-¿Acaso no es interesante? La religiosidad se parece tanto a la locura que no las distinguimos.-se burló un poco y dio un gran mordisco a su pan- Si yo no hubiera...

-...espere. Christian. ¡Es usted Christian Anders!- el viejo interrumpió de repente y esto causó un pequeño mohín por parte del detective, interrumpido en sus escasos momentos de conversación- Usted es el detective de Copenhague, leí que resolvió el caso de un asesinato en la capital, santo cielo, no lo reconocí, pero después de sus palabras todo tiene sentido. El ateísmo, métodos inusuales, deducciones increíbles.

El detective ahora se encontraba incómodo, alzó una ceja y dejó que el anciano se calmara. Ciertamente Christian prefería el anonimato, así evadía... estos casos.

-¡Ustedes tres tienen mi absoluta confianza!

-Las personas que brindan su plena confianza creen por ello tener derecho a la nuestra. Es un error de razonamiento: los dones no dan derecho. Espero este consiente de ello. -le mandó callar y Roger se cohibió de nuevo.- Este no es mas que otro caso así que agradezco su cooperación y nada mas.

-Exorcista-sama... -pobre hombre, ¿acaso tendría que sedar a su compañero?

Marianno estaba desconcertado, estaba en su filosofía el ser cortes con todos para mantener en alto el prestigio de la Orden y sus integrantes. Por oro lado, desde su punto de vista, le parecía que la filosofía de Anders consistiera solo en destrozar las filosofías de los demás con su carencia de ética.

Hubo segundos de silencio.

Este se halló interrumpido por el sonido de la cabeza de un cerillo rozando contra el papel de lija en la caja, listo para encender el cigarillo que el danés traía ya en sus mano.

-¿Alguna idea?- preguntó al fin Marianno.

-Schopenhauer debería dar menos interés a la voluntad y más a los hechos en sus teorías.

-Sobre el caso. -reiteró el buscador, en un tono resignado.

-Ah, sobre eso... -el danés se levantó y tomó la pequeña maleta de cuero café que llevaba consigo y se la colgó sobre un hombro, listo para salir, dió unos pasos lejos de ahí y se detuvo- Recomiendo que nos dividamos en grupos para recolectar la mayor información lo más pronto posible, tendré que confiar en usted... -volteó y miró a la alemana- Illya. Como usted tiene mas experiencia con los Akumas, valla con el anciano y revisen su casa, recolectará la mayor información posible sobre los lugares que ha recorrido, si los escribe para mi sería de lo mejor, también servirá de protección por si este 'ente misterioso' decide pagar una visita temprana.

-¿C-como? -Roger sintió un frío recorriendo su espalda, el individuo ya estaba lo suficientemente asustado como para las bromas del danés.- No diga esas cosas.

-Me preocupo porque está vivo. Muerto no me preocuparía y no le dejaría a la joven para que le cuide. -sin más que decir, se giró de nuevo hacia la puerta- Marianno, tu vienes conmigo, investigaremos en la ciudad.
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Mensaje por Invitado Miér Abr 07, 2010 8:44 pm

El buscador asintió en silencio y soltó un suspiro que traía mucho de resignación. Luego se incorporó, habiéndose terminado su pastelito y parte del té, hasta llegar a donde yacía el detective y acompañarlo.

Está bien, pero déjeme a mí hacer las preguntas —soltó entonces como única condición. Lo menos que quería era algún tipo de roce con cualquier “colaborador” que pudiese dificultarles la investigación; no estaba en su modus operandi como buscador el provocar riñas y ser desagradable.

Illya por su parte esperó a que ambos se hubiesen retirado en silencio y luego miró al hombre que a su vez, le devolvía el gesto con cierto aire de incertidumbre e inseguridad. Ella le sonrió cortésmente, sabiendo lo que pasaba por su cabeza en esos instantes: ¿Cómo una chiquilla de apenas dieciséis años podría protegerlo a él de su doble? Debía de estar verdaderamente loco ese detective, Christian, si había pensado lo contrario. La alemana sin embargo, no parecía ofendida, sino más bien, en ese momento, divertida por la ironía. Ya vería, ya vería, sólo era cuestión de tiempo, como siempre.

Bueno, ¿nos marchamos ya, herr Roger?

Su plato estaba vacío, sin saber nadie en qué momento lo había conseguido, considerando que bastante tendía a tardarse. Cuando se levantó, un leve repiqueteo de la mesa tras chocar con algo extrañó a Roger, como si hubiese atisbado un detalle fuera de lugar en la escena, más sin embargo, decidió quedar en silencio y pensar que había sido su imaginación.

La imitó, poniéndose de pie.

Claro, adelante.

Es usted quién va a guiarme, herr, así que le sigo el paso —reiteró la exorcista con paciencia.

Ooh, por supuesto.

Sintiéndose quizá un poco tonto se adelantó y fue el primero en salir del restaurant. Varios meseros que por fin decidían volver, los miraban con una mezcla de temor y suspicacia, que quizá, cuando descubriesen cuán falsa era la supuesta “maldición”, terminase por convertirse en ira y enojo. Roger sentía un cosquilleo en la boca del estómago, sabiendo que detrás de sí estaba la hermosa señorita quizá mirándole atentamente la nuca y en silencio. Nunca, a lo largo de su vida, había tenido el placer de encontrarse con una dama de tal belleza tan cerca (sólo alcanzaba a mirarlas desde lejos, como princesas), de modo que no sabía exactamente qué hacer o cómo tratarla. Illya parecía no darle importancia al asunto, ignorando sus evidentes señales, desviando casualmente la mirada a los alrededores igual a un curioso turista cuando éste se volvía a mirarla por el rabillo del ojo.

De pronto Roger dio un respingo, al recordar la escena montada por el detective. Un detalle bastante peculiar había estado a luz pública y él por tanto nerviosismo no había atinado siquiera a pensar en el mismo ni preguntar.

¿Qué rayos era esa cosa? —espetó de pronto sin volverse.

Illya parpadeó sin entender.

¿Perdón?

La cosa que había hecho las sombras y asustó a todos; parecía un bicho raro, pero estaba hecho de… ¡de metal! ¿qué era? ¿un monstruo? — la posible respuesta parecía asustarle, ¿con qué clase de gente se estaba metiendo?

Pero el tono de Illya fue más bien desinteresado.

Ah, es la mascota de Christian, ¿le gustó? Es muy simpático. Todavía no le ha puesto nombre.

¿Qué? ¿Su mascota? —agitó la cabeza incrédulo, y luego volvió a la carga, cuestionándolo todo— ¿Y eso que llamaron Inocencia?, ¿es alguna clase de palabra en clave para un objeto de valor, o algo así?

Podría decirse.

La respuesta lacónica lo dejó en seco y permitió pasar varios segundos de silencio, ¿debería seguir? Abrió la boca para comentar algo en ese instante.

¿Es éste el camino hasta su casa? —le cortó Illya sin siquiera saber.

Roger cerró la mandíbula de golpe y movió la cabeza hacia un lado.

Esto… si… nos quedan unas cuantas cuadras.

El día cuando apareció su Doppelganger, ¿a cuántos sitios había ido? —indagó, y la sorprendió el viejo alemán con una libretita en la mano y una pluma en la otra, tal como le había pedido el detective. Le faltaba la indumentaria adecuada y bien podría ser Watson, ¿le divertía? Quizá, su lado infantil no podía evitarlo.

Después de cavilar durante varios segundos, el hombre contestó:

A varios… ese día decidí salir a entretenerme donde fuera, y acabé llevándome el susto de mi vida —dejó escapar una risa amarga, entre dientes.

La exorcista apuntó algo en la libreta que él no pudo descifrar y asintió.

Después de ir a su casa y revisarla, iremos a esos sitios uno por uno, ¿de acuerdo?

Ah, está bien —concordó y volvió al incómodo silencio.

A su alrededor las personas, casi todas, vestían de luto y los miraban pasar, apartándose del camino incluso con gesto asustado. Las indumentarias de la exorcista les causaban inquietudes, y con tantos desastres ocurridos desde varios días, el aire frenético no les dejaba en paz, agobiándose unos con otros. Se reunían en grupos y comentaban mirándolos “disimuladamente”, y todas esas voces iban hasta los oídos de la alemana y pasaban de largo, haciendo caso omiso de ellos. Ya estaba acostumbrada, ¿qué más podía hacer?

Roger era el único que se sentía bastante incómodo, siendo de pronto el centro de todas las miradas. Le aguijoneaban la nuca. Fue por eso que en un momento dado, cuando creyó no querer oír más y no soportarlo, apresuró el paso obligando a la chica a imitarlo, y dejar atrás a todos los curiosos hasta su casa, que ahora estaba literalmente cerca.

¿Lo estaría mirando también su doppel?
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Mensaje por Invitado Dom Abr 11, 2010 11:58 pm

Salir del restaurante fue la parte más incómoda, por lo menos para el buscador. Algunos de los clientes no habían salido corriendo a encerrarse a sus casas y los miembros del restaurante también se habían percatado de como el principal causante del alboroto se había encerrado dentro junto con los otros tres.

A la hora de la salida todos voltearon a verles y les dirigieron una mirada disgustada, más nadie ser armó de valor como para mencionar una palabra. Marianno se hubiera detenido a disculparse con cada uno de ellos si no fuese por que no podía dejar al exorcista irse caminando por ahí y que causara aún mas problemas.

Ambos hombres transitaron las calles alemanas por un buen tiempo sin pronunciar una palabra, el sol estaba en su punto más alto más el clima del lugar evitaba que les diera calor. Christian había botado su cigarrillo hacia tiempo y se encontraba más bien sumergido en sus pensamientos como la mayoría de las veces, Marianno quien caminaba pocos pasos detrás de él no se atrevía a interrumpirlo.

-Bingo. -el danés se detuvo de golpe, tan de repente que Marianno no alcanzó a frenar y se estrelló en la espalda del detective. En un segundo se separó, temiendo las represalias. -Hasta un lugar como este debía de tener una oficina de policía.

Ahora ambos se encontraban a un cruce de calle de distancia de un pequeño y modesto edificio, al frente una patrulla, en las bancas exteriores policías tomando su descanso. Sin lugar a dudas unas oficinas.

-¿Que es lo que pretende hacer aquí?

-Entrar y conseguir información acerca de las víctimas pasadas que pudieran estar involucradas con las apariciones de los dobles. -ahora Christian analizaba el edificio frente a ellos, un lugar no muy concurrido, muchos callejones, pocos autos.

-¿Acceso a los expedientes? No creo que nos dejen ver en esos papeles tan fácilmente.

-Hay una forma... -Marianno se volteó a verle al instante, desconsertado- ...tranquilo es legal.

Así el detective cruzó la calle sin siquiera mirar a ambos lados, entró a la oficina de seguridad alemana y se movió con una seguridad y porte que hasta el mismo buscador sorprendía. El lugar en el que entraron lo requería. Tal y como todos los alemanas, el lugar estaba estrictamente ordenado, todos y cada uno de los policías haciendo su trabajo arduamente, silencio total.

-Señor, usted no puede entrar ahí -una voz detuvo inoportunamente a Anders en el preciso momento antes de que este lograra entrar a lo que un letrero indicaba: 'Archivos'

-'Es por esto que odio a los alemanes y su puntualidad' -pensó con un tono molesto, haciendo un puchero infantil. Todo estaba saliendo bien hasta ahora.

-Señor, le debo de volver a pedir que se retire.

-¿Acaso usted no sabe con quien habla? -interfirió Marianno, sorprendiendo a ambos hombres presentes quienes se voltearon a verlo.- El es Christian Anders, el mas famoso detective en todo Dinamarca y se ha dignado a venir y ayudarlos con el caso que solicitaron, ¿es usted estupido?

Christian no lo podía creer, tenía la boca entre abierta ante el improvisado movimiento del buscador, -por mucho- muy diferente a lo que él tenía planeado. Había que adaptarse.

-¿Caso? No se de que habla. -se negó el alemán con los brazos cruzados, cerrado al diálogo.

-Silencio Marianno, el hombre aún no sabe de la muerte de policías. -terció el detective en un tono de complicidad, dirigido indirectamente hacia el policía frente a ellos.

-¿M-muerte?

Era alto pero desalineado, a pesar de ser un serio policía, podría tener baja autoestima y someterse a las ordenes de sus superiores. Como cualquier personaje viviendo en un lugar con tantas muertes.

-Rayos -fingió preocupación, su 'discreción' había sido en vano- ...es un asunto que muy pocos sabemos pero resulta que varios policias de Alemania, Francia y Dinamarca se encuentran al asecho de la mafia, ya se han dado siete casos de muerte en Francia y mi país, hacemos lo que podemos para prevenir los demás.-con cuidado deslizó la placa con la que se había quedado y se la mostró- Estoy trabajando mi máximo para prevenir mas muertes, así que necesito ver los archivos de los casos.

-Esta bien, pasen. Me aseguraré que nadie los interrumpa.

-Agradecemos su cooperación.

Marianno y Christian entraron en el cuarto de los archivos, era una reducida biblioteca, con cajas, gavetas y estantes de metal abarrotados en 3 de las 4 paredes, una ventana que daba a la parte trasera del edificio y una mesa al centro de todo.

-Nitimur in vetitum- pronunció el detective después de minutos de búsqueda. Se encontraban ambos sentados hojeando las múltiples carpetas de casos recientes. El hombre junto a él volteó a verlo con un signo de interrogación dibujado en su rostro- Luchamos por lo prohibido. -y se levantó. ¿Acababa de felicitarlo en su modo?

Antes de una respuesta se escucharon voces sospechosas del otro lado de la puerta, fueron en aumento hasta los gritos, luego un forcejeo desesperado por entrar a la habitación. Los había descubierto.

-Salgamos de aquí-en un instante colocó 11 carpetas en su maleta y corrió hacia la ventana. Salieron ambos de un salto y se perdieron entre los callejones del lugar. Todo en unos instantes de excelente coordinación.

-¿Que es lo que haremos ahora?

-Reunirnos con nuestra 'cómplice' y terminar con esto.


[Nitimur in vetitum: Luchamos por lo prohibido]


Última edición por Hnos. Von der Beck. el Lun Abr 12, 2010 11:04 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Lun Abr 12, 2010 10:41 pm

La ‘cómplice’ se hallaba en esos momentos siguiéndole los pasos a Roger en el interior de su casa. El hombre hablaba, señalaba y dramatizaba en lo que podía todas y cada una de las acciones que había realizado aquel “fatídico” día, desde el inicio del mismo. Cómo se había levantado de su cama, qué cosas había tocado, otras más que había dicho, el desayuno tomado en aquel entonces, acompañado del periódico del día, el silencio, y una buena taza de café taciturna. Lo hacía despacio, sintiendo la mirada fija pero callada de Illya sobre su nuca o, en otros casos, directamente hasta sus ojos. La fijeza de la exorcista le incomodó los primeros minutos, pero al cabo de un rato acabó por acostumbrarse.

…Y justo en ese momento salí de mi casa —concluyó abriendo y cerrando consecutivamente la puerta de entrada de la misma para retratar lo contado.

Cuando el ruido del portal chocar cesó, dejando como espacio momentos mudos, se volvió hasta la exorcista con expresión inquieta para ver si había captado por lo menos algo que la ayudase en su empresa. La expresión de ella, pensativa y ausente, aunque ligera, no demostraba sin embargo nada parecido. Illya se llevó el lápiz a los labios y presionó ligeramente, concentrada, rumiando.

Pues bien, no parece que nada de lo que ha hecho aquí pudiese ocasionar la aparición de su doppel —concluyó soltando un suspiro— ¿Cuál es la siguiente parada?

Luego de eso, me dirigí a las calles y estuve transitando por allí, hablando con conocidos que se me aparecieron casualmente, sin hacer nada en especial hasta el mediodía —respondió Roger al instante— Como le dije, no había nada pendiente que tuviese que hacer y me tomé mi tiempo para todo.

Illya asintió solemnemente.

De modo que tendremos que retomar sus pasos de nuevo hasta todos esos lugares, ¿recuerda bien la ruta por la que estuvo vagando?

Ah, sí, perfectamente —el alemán sonrió con cierto deje nostálgico— camino siempre por toda esa avenida cuando me apetece pensar y estar tranquilo. ¿Podría esperarme un momento? antes de salir quiero buscar unas cuantas cosas. Comprenderá, un viejo como yo a mi edad no puede salir por largos caminos sin por lo menos un bastón en la mano.

Ella volvió a asentir, aunque arqueando una ceja, ¿no se había tragado todas las cuadras con ella sin ninguna queja hasta la casa? Pero entonces lo notó algo cansado, quizá gracias a la larga interpretación, y cedió a la petición de éste por completo.

Lo espero aquí entonces.

¿No quiere un vaso con agua? Desde que llegamos sólo se ha limitado a observar de pie, y eso de casi una hora.

La sonrisa que se le formó a Illya fue en contraste ligeramente burlona, ¿ahora estaba siendo dócil?

¡Qué amable! No me molestaría en absoluto —canturreó con dulzura dirigiéndole una mirada del mismo tipo.

Roger se quedó sin palabras, desarmado totalmente y sin saber con qué atacar eso. Su lenguaje corporal denotó nerviosismo e inquietud, tanto como se relamía los labios o movía la cabeza hacia cualquier lado sin nada en especial.

Está bien. Sólo… aguarde un momento.

Y como un cometa se desapareció hasta la cocina. El lugar donde había quedado Illya era el recibidor, que daba a un lado con la sala del hogar sin problemas, y un pasillo a su frente largo y angosto, donde se dividían las habitaciones una en cada lado de la pared. La primera a la izquierda daba a la cocina, y fue la puerta de esa misma la que se cerró tras la silueta de Roger con un ruido seco y sutil.

Illya volvió a suspirar, a gusto con el silencio, y se sentó educadamente en uno de las sillas de la pequeña salita, justo al lado de la mecedora donde el viejo alemán solía tomar su café de las tardes. Quedó con la espalda recta, las manos entrelazadas entre sí sobre sus rodillas, y las piernas juntas, una pose que denotaba la seguridad con la que siempre iba armada. Para variar, observaba curiosa todo lo que había sobre las mesitas o cómodas repartidas por el sitio; muchas de ellas tenían fotografías enmarcadas, piezas de porcelana delicada blanco inmaculado, e incluso jarrones de flores, sólo que vacíos. Los labios relajados pero siempre juntos, en una mueca impertérrita y los ojos candorosos llenos de curiosidad, brillo sosegado.

Estuvo bastante rato así, callada, mirándolo todo con gesto pueril, hasta que el casi inaudible ruido de pasos acercándose hizo que se volviera hasta ver el pasillo por donde se había perdido Roger, y encontrar al mismo allí, sonriendo con una mueca que jamás le había parecido ver en él, sin nada en las manos. Illya frunció ligeramente el ceño y ladeó la cabeza aparentemente confundida, y de alguna manera, en guardia.

Ah Roger, es usted, ¿por qué se ha tardado tanto? —preguntó con cautela. El anciano respiraba ruidosamente y seguía con la expresión idéntica a la de un payaso. Illya comprobó sus manos sin nada sobre ellas y alzó una ceja perpleja— ¿No iba a buscarme un vaso con agua, herr?

Ahora mismo voy. Sólo espere un momento…

En un abrir y cerrar de ojos él se echó encima suyo, con una rapidez absurda para alguien de su edad. La exorcista acabó tumbada en el suelo, con el peso del hombre sobre sí y la silla volcada a un lado; los ojos desorbitados y los labios ligeramente abiertos por la sorpresa. Roger respiraba ruidosamente por la boca como si le faltase aire, y mostraba algo parecido al fanatismo en el brillo de sus dementes ojos, como un niño codicioso. Alzó una mano y se la puso en el cuello a Illya, que sintió un repugnante escalofrío recorrerle cuando toscamente comenzó a acariciarlo.

Linda, linda niña~ —canturreó con voz suave y ronca.

La sensación de asco le embargó a tal grado a la exorcista, que sin pensarlo mucho y apretando los dientes para contener una mueca, le clavó la rodilla con fuerza en la parte de la que todo hombre siente orgullo. Cuando él chilló y se dobló por el dolor, lo empujó hacia otro lado para luego propinarle un codazo en la columna, que hizo que algo dentro de él crujiese con un ruido amortiguado y además se derrumbase en el suelo acompañado de un quejido lastimero.

¡Imbécil! ¡Maldito bicho asqueroso! —fuera de sus casillas, Illya resultaba realmente aterradora. Apretaba los puños ya de pie con todo su cuerpo tenso, y una mueca fúrica tanto como nerviosa en el rostro. La mandíbula le temblaba y daba la impresión de que contenía algo dentro de su interior.

¡Señorita Illya! ¿¡Qué ha pasado!?

De pronto la puerta de la cocina se abrió de golpe y salió por ella, alarmado por los gritos, el verdadero Roger. Él sí cargaba el vaso de agua en su mano, y el mismo paró hasta el suelo y se hizo añicos en cuanto la escena que se sucedía en la sala le saludó a la vista. También pareció aterrado, al reconocer en la silueta encorvada en el suelo, tosiendo aparatosamente, a su propio doble.

Mein Gott in himmel! —farfulló palideciendo al instante.

Su doble al escuchar la voz se volvió a verlo con los ojos vidriosos. Inmediatamente lo miró con una expresión muy cercana al odio puro y verdadero, tan intensa que podría haberlo matado si contara con esa propiedad natural. Con ese mismo gesto se fue entonces desdibujando, haciéndose traslúcido y luego, perdiéndose como una imagen fugaz hasta desaparecer.

Illya miró en silencio al hombre, pasado el susto, y en silencio se dirigió hasta él e inclinó para tomar algunos trozos de vidrio del suelo. Roger permaneció inmóvil durante un largo rato, con la mente en blanco. Luego trastabilló varios pasos hasta llegar a la mecedora que tanta compañía le había hecho en los últimos años y se sentó en ella, asimilando lo ocurrido.

La exorcista desechó todo cristal cortante y secó el suelo de madera como si esa fuese su casa desde siempre. Luego se sirvió ella misma un vaso de agua y lo tomó a prisa. Al terminar, se dirigió de nuevo hasta la sala y encaró de frente a Roger, que casi hiperventilaba aún.

¿Se ha marchado para siempre, verdad? —preguntó éste con voz entrecortada.

No puedo asegurarlo. Pero dudo mucho que nos moleste de aquí a varias horas —ella se acercó y levantó la silla volcada para volver a tomar asiento sobre su superficie con calma— Pero como ha podido comprobar, se mostró una segunda vez y sigue usted con vida.

Si… —él se relamió de nuevo los labios, nervioso— Y debo agradecerle. Gracias, gracias.

No ha sido nada. Incluso a mí me tomó por sorpresa. Vaya —Illya soltó una risita sofocada entre dientes, que sonó al ruido tenue de una flauta— me asustó bastante. Por un momento pensé en detenerme considerando que quizá se trataba de usted realmente.

No hubiese estado mal no haberlo hecho —convino Roger intentando sonreír— Yo se lo hubiese agradecido.

Desde luego, pero no está en mi contrato matar personas, y tampoco suele agradarme la sola idea.

Se levantó, apartando el mueble a otro lado y se le acercó, extendiéndole la mano amigablemente, sonriendo de nuevo con la expresión renovada.

Todavía no es seguro que se haya ido de verdad. Así pues bien, tenemos que descubrir aún la causa de su aparición, ¿seguirá ayudándome en la tarea? Creo que le he demostrado con sobrados detalles que realmente puedo protegerle tanto como desea.

El viejo tomó la mano de Illya con una firmeza inesperada y se incorporó lentamente. Cuando se volvió a verla, en su expresión no cabía duda.

Por supuesto. Cuanto más rápido acabemos con este asunto, mejor.

Ambos salieron por la casa y la dejaron, sabiendo aún sin tener con certeza el por qué de ello, que dentro de ella no encontrarían nada relacionado al fenómeno, a pesar de la repentina aparición acaecida entre sus paredes.
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Misión casual en Kiel [Illya, Christian and... ¿Marianno?] Empty Re: Misión casual en Kiel [Illya, Christian and... ¿Marianno?]

Mensaje por Invitado Mar Abr 13, 2010 3:35 am

La caminata de regreso de Christian y el buscador se prolongaron mas de lo que este último hubiera deseado, su compañera -de momento- podría darse por perdida en un lugar que desconocían por completo. Aun que el detective estaba calmado y se concentraba en los papeles que habia 'tomado prestados' de la central de policia, Marianno mas bien le veía con incomodidad.

-Usted dijo que sería legal.-acertó por fin a expresar como la forma en la que obtuvieron los papeles le seguía inquietando.

-Si, bueno. Mentí. -sin siquiera apartar la vista de su lectura respondió, sin siquiera un respingo en su tono de voz. Sin culpa.

-Creí que usted no mentía.

-Y yo creí que el efecto Peltier era una especie de reacción alergica. Por lo menos usted no perdio 200 coronas.

De nuevo un silencio.

Los comentarios de Christian Anders podrían ser por demás directos, pero en cuanto a sus motivos se trataba, prefería las evasivas y un comentario inteligente. No es como que le agradara tener que explicarse, simplemente no estaba acostumbrado a profundizar en pensamientos sobre si mismo, ahí el único hueco en su trastorno de personalidad narcisista. Una persona que piensa tanto en si misma no suele hablar... tanto de si misma.


Cuando menos se lo esperaron la silenciosa ciudad de Kiel se volvió un ruidoso mercado y una plaza aglomerada. Agorafobica. Ambos personajes caminaban ahora sobre las baldosas de cemento y marfil de una plaza alemana, en ella jardines, bancas, faroles, gente, mucha gente. Los vendedores ambulantes estaban a la orden del día, parejas confesaban sus deseos de pertenencia el uno del otro y niños corrían alegremente por ahí.

En el centro, lo que mas llamó la atención del danes: un concierto público se anunciaba al centro de la plaza. Había pocos espectadores a pesar del alegre ritmo que aquella música tenia, unos cuantos solo pasaban a dejar una moneda o dos. "Si solo se dieran limosnas por piedad, los limosneros ya habrían muerto de hambre hace mucho"

-Exorcista-sama, ¿Que hace? -pregunto el buscador cuando de repente volteo a su lado y no vio al danes. Lo busco con la mirada y encontró a pocos pasos de ahí, acomodándose bajo la sombra de un árbol. Como si no estuviera en medio de una misión.

Marianno prácticamente corrió en su búsqueda, se quedo junto al árbol esperando alguna respuesta de su acompañante mas este, por su lado, parecía solo haber cerrado sus ojos para apreciar mejor la música que ahora invadía el ambiente. Tarareaba en voz inaudible mas lo sabia por que sus labios se movían al compás de aquel blues tan rítmico. El genero predilecto de Christian junto con el Jazz.

-Soy un melomano, Marianno. Déjeme en paz.

El oji-azul permaneció callado tras aquel comentario, agradeciendo como Marianno había aprendido a no molestarlo cuando se cuestionaba tanto los métodos poco convencionales de hacer las cosas del detective, ahora se podría decir que le seguía el paso. Le gustase o no. Esos eran su métodos y resultaba que si funcionaban.

Es cuando Marianno lo comprendió. Christian podría estar enfermo. Una especie de trastorno obsesivo compulsivo, tal vicio por la filosofía y el conocimiento -aun que fuera subconsciente- no era normal. Eran tendencias inciertas las del detective, tendencias que probablemente nunca ningún humano comprendería, he ahí su encanto y su tortura.

-¿...ya lo tiene? -el detective abrió sus ojos de nuevo, segundos antes de que el buscador emprendiera su interrogante.

-Parte de... -el concierto había terminado y su tiempo también, el sol se había comenzado a poner. La separación temporal les había costado mas tiempo del planeado.

-¿Y sobre mi pregunta?-recordó. La duda sobre el comportamiento del hombre frente a él, volvía loco al pobre buscador. Lo menos que le debía era una explicación, por lo menos si quería que siguiera dando la cara por el. Y el danes lo sabia.

-'Debo encontrar una verdad que sea verdad para mí. Tal vez es por eso que paso mis noches leyendo libros de filósofos varios, investigando, sol busco respuestas.'
-'Entonces te he enseñado todo lo que he podido, yo no tengo nada mas que hacer aquí.'
-'¿A que se refiere? ¡Aun no consigo lo que quiero, es mas, no se que es lo quiero, no se que es lo que necesito!'
-'Te he enseñado a filosofar, pero nunca nadie podrá enseñarte filosofía. Farvel, Christian Anders.'

-¿Pregunta, cual pregunta? -sacudiendo el polvo de su pantalón el danes se dirigió hacia otro lado de la ciudad, dispuesto a tomar otra evasiva, salirse por la tangente, jugar al ingenuo.

-Usted sabe que...

-¡Marianno, Christian!- una voz atravesó la plaza. Casi como un rayo, el cuerpo que la emitió, también. Frente al par...

-...la persona que tanto buscabamos, Illyana apellido difícil.-sonrió el danes, con los ánimos renovados tras parecer haber resuelto algo que lo intrigaba sobre su situación actual.

-¿Cual es tu problema con mi apellido, detective de tercera?-respondió la mujer en un tono grosero, por mucho, contrastante a su bello humor. Esto pareció sacar de sus cabales tanto al detective tanto como al Marianno, cuya boca se tuvieron que cerrar mutuamente con ayuda del otro.

-No es nada, usted sabe que me encanta gastar bromas sin sentido... -y giro su mirada, como un chiquillo reprendido- ...volviendo al caso, ¿Les parece si vamos a donde toda esa gente se dirige? -señalo hacia el norte, una gran cantidad de personas, ancianos y niños principalmente, esperaban reunirse en lo que a la distancia lucia como una feria.

-¿Que hay de sus conclusiones?- pregunto Marianno sin quitarle la vista a la recién llegada-

-...cuando lleguemos, necesito comprobar ciertas...-sintió un tirón. Al voltear se percató de la proximidad de Illya, le había tomado de la mano sin razón aparente.

-Entonces llévame a la feria, Chris. No puedo esperar a que ganes un gran peluche para mi. -se rio, no de una manera divertida, mas bien se estaba burlando de aquellos dos.

"La duda es parte racional del pensamiento de una persona."

Por un lado, se encontraba sorprendido por el repentino cambio de personalidad de su compañera. Por otro, que lo retaran de esa forma no le molestaba en lo absoluto. ¿Valia la pena esperar y ver como terminaba? Era un si unánime para la mente de Anders, un si que ignoraba como a las espaldas del conjunto de sombras de aquel trío, algo se desprendía, un aura, una ilusión. Fuera lo que fuera, no seria bueno.


[*Melomano: Apasionado por la musica
*Falvel: Adiós
Off: No estoy como seguro de manejar correctamente al doppel así que una ayuda de su parte no me vendría mal, Eli xD
]


Última edición por Hnos. Von der Beck. el Vie Abr 16, 2010 2:52 am, editado 1 vez
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