Reclutamiento de Eliott Fitzpatrick [Naarden, Holanda~]

Se había pasado prácticamente la noche con los ojos abiertos, esperando escuchar una vez más los gritos que desde hacía días se escuchaban en Naarden. La gente vivía acostumbrada al vandalismo, y a escuchar a esas pequeñas bandas de los bajos suburbios ir y venir por la ciudad durante la noche, pero eso era completamente diferente. No solo fueron los miembros de esas bandas los primeros en desaparecer, si no que el pueblo parecía estar sumido en una espiral de pánico. Los gritos de ayuda, seguidos ahora por las pesadillas que todos los residentes parecían tener, todo eso era demasiado extraño.

Eliott, decidió salir finalmente de la habitación sin preocuparse por el aspecto que ofrecía, dando por sentado que las ojeras y la palidez que ahora ofrecía su rostro estaban tan marcadas, que podía rivalizar con el aspecto de un muerto. Bajó por las escaleras del recinto que llevaban al comedor de la humilde posada en la que se hospedaba hasta que pudiera terminar con sus encargos. Se sentó en una mesa cercana a la salida, y dejó caer su cabeza sobre la mesa, produciendo un sonido seco.

Luego de que sus tíos le habían mandado a ese pueblo con la misión de recoger unas piezas importantes de madera, con la que ellos pudieran seguir con la creación de sus preciados instrumentos de cuerda. Lo que menos había sospechado, era que a la mañana de haber llegado, aquel mercader hubiera desaparecido, junto con varias personas más.

Ante el pensamiento de volver a su casa con las manos vacías, un escalofrío recorrió su espina dorsal e inconscientemente se llevó una mano a su brazo izquierdo, el cual seguía llevando la firma del último castigo que había recibido por parte de sus tíos adoptivos, cuando perdió sin querer una parte de la mercancía. Una cosa tenía clara, y era que no iba a volver hasta que consiguiera esa madera, aunque tuviera que cogerla sin permiso.

El silencio del lugar se le hacía incomodo, al igual que el hecho de que pareciera que fuera el único que se encontraba en la posada… ¿Es que también habían desaparecido todos de ahí? Las cosas empezaban a ponerse feas y parecía que nadie comprendía que era lo que sucedía... Entornó sus ojos hacía su bolsillo, pero antes que el pensamiento que empezaba a formarse en su cabeza desapareció cuando escuchó un ruido proveniente de la cocina, seguido de una exclamación y varias blasfemias.

Eliott se puso de pie lo más rápido que sus sentidos aturdidos y ralentizados aún por la falta de sueño le permitieron, y corrió hasta el lugar donde procedía aquel tono de voz histérico. En el suelo, cerca de la despensa, encontró a un hombre que por la calvicie avanzada que sufría se podía deducir que estaba entrado ya en años. Tenía unas ojeras bien marcadas de color casi verdoso amarillento, y ofrecía un aspecto lívido, a su alrededor había varios instrumentos de cocina… por lo que parecía, el hombre se había quedado dormido mientras cogía las cosas para empezar a cocinar.

-Disculpe. –Masculló Eliott, hablando en inglés, sin pensar que quizás aquel hombre no llegara a entenderle. –Déjeme ayudarle. –Dijo, antes de ayudarle a ponerse en pie sin apenas esfuerzo, para luego acompañarle hasta una de las sillas que había en la cocina. El hombre parecía desorientado, como si ni recordara que hubiera bajado él hasta ahí. El chico arqueó una ceja, observando el lugar en busca de algo que ofrecerle al hombre, al cabo de unos minutos, le tendió un vaso de leche. -¿Se encuentra usted bien?

-¿Qué hora es? –Preguntó repentinamente, le habló en holandés, con un acento pésimo que demostraba que él tampoco era de ahí.

Eliott torció los labios con algo de molestia por la mala educación del hombre, se cruzó de brazos y luego de contar hasta cinco y respirar profundamente decidió que quizás podría responderle.

-Son aproximadamente las 9 de la mañana. –Le volvió a hablar en inglés, no pensó que para ese hombre mereciera la pena esforzarse en hablar un idioma que apenas había empezado a usar. -¿No debería haber más gente con usted?

-Claro que sí. –Le espetó. -¿Pero donde crees que están, eh? Apenas pueden levantarse, desde que empezaron las pesadillas nadie puede dormir, están cayendo enfermos, eh. No hay nadie que tenga fuerzas suficientes como para seguir a diario con sus vidas, eh.

Eliott chasqueó la lengua, la coletilla que usaba aquel hombre al hablar y su tono de voz empezaban a molestarle, detestaba la gente que por alguna razón creían saber más que los demás. Pero fuera de eso, aquel hombre tenía razón, y lo peor había llegado tan solo hacía un día atrás, recordó Eliott, cuando sus ojos se posaron en la ventana, que el paisaje que mostraba era una ciudad sumida en las tinieblas.. Desde hacía un día, ahora ese sería el segundo, no había vuelto a amanecer.

-Es un castigo de Dios. –Comentó el hombre bebiendo de su vaso de leche, ofreciendo aún el mismo aspecto cansado. –Es nuestro pago, por nuestros pecados, eh?

-Eso no es obra de Dios. –Dijo el chico poniendo los ojos en blanco. –En mi tierra se tiene la creencia de que las penas que hay que pagar uno son individuales porque nadie comete en mismo grado sus pecados. Le aconsejo que duerma mientras pueda, y si no quiere, al menos manténgase alejado de la cubertería y los objetos pesados. Cuídese señor.

El chico se apresuró en salir de la cocina y llegar hasta la salida de la posada, introduciendo una de sus manos en el bolsillo izquierdo de su pantalón, para así sacar de él un libro de aspecto antiguo, por casualidad aquello había comenzado justo cuando por accidente y en un intento de traducir aquel francés medieval, leyó el libro en susurros. Era una simple coincidencia, pensaba Eliott, ignorando la extraña sensación que le embargaba cuando tenía entre sus manos aquel objeto.

Lo único que quería ahora, era conseguir el material para sus tíos y salir de aquel lugar, por lo que, con ese pensamiento en mente, atravesó el umbral que le llevaba a las oscuras calles de Naarden, aunque con ello tuviera que ver qué era lo que provocaba todo aquello.

- ¿eh? ¿Naarden?- un hombre regordete que tenía una carroza estaba por allí.- Señorita esta segura de ir hasta allá.- pregunto este.

- Claro... Pero ¿Por qué no puedo ir?

- Naarden es peligrosa por ahora.- exclamo el viejo, Alice le mostro enseguida una bolsa con monedas para que le llevara, monedas cortesía de la congregación, que le había dado dinero para su movilización. Apenas el hombre vio aquello se quedo callado y le prometió llevarla enseguida a ese lugar.

- Muchas Gracias.- agradeció ella sonriente e inocentemente.- Por favor no haga preguntas sobre esto.- comento la chica.

- Aunque es extraño que alguien como tu quiera ir, esta bien no te preguntaré.- Pocos minutos después se encontraban andando. Los caballos tiraban de la carroza, mientras era guiado por el hombre. Alice miraba desde adentro el hermoso paisaje que se extendía a lo largo del lugar.

Todo estaba pintado de un color verde, todos los tipos de verde que se podían imaginar. El sol irradiaba con fuerza aquella mañana y se notaba una suave brisa que se colaba por entre las ramas de los arboles, jugando con las hojas caidas en el suelo ¿Como un lugar podía alejar a tanta persona si había un paisaje hermoso?

Aquella pregunta tuvo respuesta, minutos después. Cuando todo aquel paisaje verde y colorido, se fue tornando lentamente gris y el sol estaba siendo ocultado, era como si derepente se hubiera anochecido a pesar de que era aún muy temprano. El coche en el que iba se detuvo bruscamente, haciendo que Alice callera de su asiento.

- ¿Qué paso?- pregunto ella, mientras masajeaba su cabeza, ya que allí se había golpeado. Enseguida salió afuera, abrió la puerta y no to como el coche retrocedía lentamente. Bajo enseguida del coche para ver que pasaba, cuando se detuvo los caballos parecían asustados.

- Lo lamento pero hasta aquí llego.- le dijo el conductor, que también estaba igual de asustado. Si ni siquiera decir nada más dio la vuelta y se fue, Alice no le detuvo en verdad, si era peligroso lo mejor era que el hombre se fuera. La chica voltió hacia el camino que debía seguir, luego suspiro.

¿Cuanto había caminado? No lo sabía, solo se daba cuenta que estaba cansada y el paisaje y el lugar daban algo miedo. Todo parecía tan silencioso, no había ni siquiera el sonido de algún animal. Además que corrió un ligero viento frió que, en ocasiones, le llegaba a dar escalofrió. Se abrazo así misma mientras caminaba por el lugar.

- Que solitario.- susurro ella mirando el lugar sin detenerse, poco a poco se abría paso hacia el lugar. Sin saber que pronto llegaría, ya que todo ese paisaje se confundía por la oscuridad que había. Pero pudo darse cuenta que estaba entrado a una ciudad, no solo por el sonido de sus pasos sobre un camino mas empedrado, si no por las paredes que de seguro eran las casas.

Miro hacia ambos lados, el lugar estaba tan abandonado como el camino que le trajo hasta aquí. Se sentía como una enorme tristeza, ahogo, melancolía, solo sentimientos negativos. El aire se encontraba pesado y eso le daba un poco de miedo.

Por ahí vio a un hombre, este estaba encapuchado y se encontraba sentado en suelo. Alice pudo verlo bien, tenía unas enormes ojeras y estaba muy pálido. En comparación con ella, cuya piel se encontraba bien sana y sus ojos no mostraban cansancio alguno, parecía que ese hombre estuviera muerto. Sin embargo movía sus manos como frotándolas, palma con palma.

- Di-disculpe...- hablo ella, pero el hombre no parecía hacerle caso. Además Alice hablo tan bajo que parecía que solo ella escucho, asi que dio un paso para acercarse mas a él.- Señor...- Apenas llamosu atención, le observo detenidamente, y con solo verla se dio cuenta que esa niña no era de allí. Aquellas ropas, cuyos adornos de plata eran llamativos, el largo y sedoso cabello negro ue caía gracilmente sobre sus hombros. Parecía tener mucha energía, mucha mas que ese señor que se hallaba sentado en el piso.

- Debes irte.. niña... este lugar esta maldito...- exclamo el tipo levantándose bruscamente, Alice se alejo de inmediato.- Todos estan locos, todos desaparecen... no hay nada... nada... nada... nada...- repitía el hombre mientras se alejaba y se iba del lugar, perdiéndose de vista. Alice le había seguido con la mirada hasta perderlo, ahora si estaba preocupada.

Su vista busco el sol, sin embargo no había rastro de él, todo parecía haber sido comido por la oscuridad y esto mismo se había ensañado contra las personas del lugar. Camino otro poco más hasta encontrar a alguien que le pudiera dar pistas sobre esto.

Con el paso de los días, su visión había comenzado a acostumbrarse a la oscuridad que reinaba en Naarden, al principio sus habitantes se molestaron en usar pequeños centros de luces para poder iluminar las calles del pueblo y se pudiera transitar con algo menos de dificultad. Pero con las desapariciones, parecía ser que la gente prefería aprovechar para esconderse en las sombras cuando estaban fuera de sus hogares, temían hacer cualquier tipo de sonido fuera a llamar la atención de lo que fuera que los estuviera acechando.

Precisamente por esa oscuridad a Eliott se le hacía difícil distinguir cual de todas aquellas pequeñas edificaciones era la oficina y taller del hombre que debía haberle entregado aquellas maderas, y en el fondo a él empezaba a darle algo de recelo empezar a llamar la atención.

Las calles se hacían sinuosas, y algunas eran apenas iluminadas por la leve luz que salía de alguna ventana, los largos y estrechos pasillos que formaban los callejones del núcleo de lo que era Naarden estaban prácticamente desiertos si no fuera por la gente, que como el cocinero de la posada en la que había estado, no eran capaces ni de regresar a sus casas por el cansancio y otras pequeñas enfermedades que iban apoderarse de ellos.

El chico seguía caminando sin prestarles atención, hasta que entre ellos encontró a un niño de no más de 6 años que parecía haberse quedado dormido justo cuando salía de su casa, le inspiró algo de lastima y preocupación al ver a alguien tan pequeño desarmado y demasiado cansado como para poder esconderse si volvía a aparecer lo que fuera que les estuviera vigilando y fuera el responsable de las desapariciones.

Finalmente, lo cogió en brazos con cuidado y entró en la casa, sintiendo que hacía algo malo al entrar sin permiso en una propiedad privada, por lo que intentó darse prisa esperando no encontrarse con nadie despierto. Lo dejó en un sillón en lo que creyó que era el salón y salió de la casa.

El chico apoyó la espalda contra una de las paredes, cerrando los ojos durante unos minutos. Nada de lo que estaba sucediendo tenía sentido, por alguna razón creía que él tenía la culpa en parte de lo que estaba sucediendo y empezaba a sentir levemente el peso de la responsabilidad, no podía dejar a todas esas personas ahí, tan indefensas ante un peligro que era totalmente desconocidos para ellos. ¿Qué era lo que podía hacer él? Era un enano mental de 17 años.

Se deslizó por la pared en la que se había apoyado hasta quedar sentado en el piso, dejando escapar un largo suspiro malhumorado, ante el hecho de sentirse tan impotente por no hacer nada. Sacó el libro del bolsillo de su pantalón, paseó los dedos por encima de la cubierta del objeto antes de abrirlo, no pudo llegar a leer ni una sola palabra cuando escuchó pasos acercándose hacia donde se encontraba.

Eliott decidió ponerse en pie, para poder visualizar un poco mejor la figura que se acercaba desde el final de la calle, quedó sorprendido al ver a la chica, que no parecía tener ningún signo de cansancio, pudo deducir que no era de Naarden y sus ropajes se veían extraños. Los adornos de plata que colgaban de aquel uniforme extraño oscuro debían ser algún tipo de distintivo que le calificaba como algo… pero de ahí, todo eran posibles suposiciones de él.

-Discúlpame. –Dijo el chico acercándose a la extraña, pero guardando una distancia de seguridad. –No quiero parecer un entrometido, pero está claro que usted no es de aquí mademoiselle… ¿Qué es lo qué…? –Sus palabras quedaron ahogadas por un grito espeluznante, Eliott sintió un escalofrío recorrerle la espalda. -Hoy han empezado pronto. –Dijo en un susurro de forma distraída, casi olvidando momentáneamente la presencia de la chica.

Iba caminando lentamente por las oscuras calles de Naarden, no había nadie de gente ha quien preguntar. Lo mejor era buscar un lugar donde hospedarse y dormir, había pasado eso por la mente del exorcista. Sin embargo al mirar el cielo, se dio cuenta de la situación ¿En qué momento amanecería? Además no tenía sueño en lo absoluto.

- Además... tengo hambre...- murmuro luego de un momento para sí misma en voz baja, llevando su mano hacia su estomago y poniendo una esxpresión de sufrimiento. Rápidamente llevo ambas manos a su cara, dándose leves golpes en sus mejillas, como si se estuviera despertando.- "Concentrate Alice, concetrate..."- se insto ella misma a seguir caminando.

Las pocas luces que había en el lugar apenas alumbraban el camino, aunque ella muy bien ya estaba acostumbrada a la oscuridad asi que no tenía problema con ello. Lamentablemente no le gustaba mucho estar a oscuras ¿Qué tal si era atacada repentinamente? o en si se desesperaba ¿Chocaba con algo por estar corriendo?

Miraba a cada lado, cada vez que daba un paso, además de estar segura que pisaba terreno firme. Doblo hacia una calle, con las mismas características que las anteriores.- ¿Que acaso nadie piensa en poner una luz o algo así?- pensó para si misma con una enorme gota sobre su cabeza. Olvido eso por un momento y continúo buscando un lugar donde alojarse, cuando escucho que alguien le llamaba.

-Discúlpame.- Un chico era el que la llamaba, parecía ser de su edad. A pesar de la oscuridad, podía notar cierto cansancio en su rostro, además que su tono de voz lo acusaba.–No quiero parecer un entrometido, pero está claro que usted no es de aquí mademoiselle… ¿Qué es lo qué…? – Sin embargo un grito vio interrumpida la pregunta, Alice escucho aquello, sonaba tan pavoroso; que un escalofrío cruzo por su cuerpo ¿Que era aquello? - -Hoy han empezado pronto.

- Empezado ¿Pronto?- pregunto ella al chico.- ¿A que te refieres con eso?- pregunto nuevamene preocupada.- Si sabes algo dímelo por favor.- Ya sabía en que dirección había venido aquel grito, pero quería saber que pasaba en ese lugar. No podía actuar así como asi, especialmente con el factor "oscuridad" como un percance que podría cobrarle algún error. A pesar de que no le era problema, tenía sus limitaciones.

¿Estaba preocupada? Claro que lo estaba, resolver el problema que tenía la ciudad era su prioridad y la misión que se le habían encomendado. Sin embargo no sabía que tan grave era la situación, esos gritos le daban mala espina. Espero que el chico le contestase entonces, el parecía saber mucho sobre lo que estaba pasando.

Se había quedado observando el final del camino, con expresión preocupada, ignorando deliberadamente las palabras de la recién llegada hasta que escuchó la última frase.

Ladeó la cabeza para observar a la chica, parecía casi más preocupada por él…
Se encogió de hombros, no iba a perder nada por contarle la situación, además por cómo actuaba… ¿Podría ser que pudiera hacer algo?

Eliott se permitió volver a observar a la morena una vez más, intentando sacar algo en claro de ella, pero aparte de que de lo original de su ropa, lo único que le hacía sospechar que no era alguien normal era el hecho de que se hubiera adentrado en la peligrosa oscuridad de Naarden.

-Hace ya unos días que comenzó. –Empezó a explicar el chico, volviendo su vista en dirección donde se había escuchado el grito. –La primera vez que se escucharon los gritos fue la noche antes de que dejara de amanecer… Es difícil de explicar mademoiselle, dado que estos son hechos que no suelen verse muy a menudo, al menos yo no.

Al ver que no se movían, decidió apoyar la espalda contra la pared, sin duda el cansancio estaba haciendo mella en él, en ese momento hubiera dado lo que fuera para dormir unas horas sin tener pesadillas o sin tener que escuchar gritos.

Su mirada volvió a posarse en la chica, para poder concentrarse en lo que estaba haciendo, respiró profundamente en un intento de recobrar algo de sus energías perdidas.

-No solo son los gritos, también empezó a desaparecer gente. Y lo más extraño es que, no podemos dormir, bueno, si dormimos, pero si lo hacemos tenemos pesadillas. –Comentó encogiéndose de hombros. –Por eso la gente está tan cansada, ya no hacen nada. Incluso algunos están en la calle durmiendo, o escondiéndose, no tienen fuerzas ni para prender luces, ni para seguir con sus vidas. –Terminó por decir el chico, mientras volvía a enderezarse, y daba un par de pasos, calle arriba, antes de voltearse hacia la chica.

–El grito iba en esa dirección, verdad? -Preguntó mientras sonreía levemente. -Por su expresión mademoiselle y por su curiosidad acerca de los sucesos que atañen ahora a Naarden me parece que no es su intención quedarse ahí quieta, por supuesto puede corregirme si mi planteamiento está equivocado.

Alice escucho con atención lo que decía, al parecer toda la gente del lugar debía tener el mismo aspecto. Hasta se fijo que el chico parecía estar muy cansado, ya que se apoyo en contra de la pared. No podían dormir y si dormían tenían pesadillas, no sonaba muy lógico, pero si era una inocencia o el trabajo de un akuma, no era necesario que sonara lógico.

Se quedo meditando las palabras del chico por un momento, poniendo un dedo sobre su mentón y frunciendo un ceño con una cara de preocupación, tratando de desliar el problema en que la ciudad estaba metida. Literalmente su cabeza formaba hipótesis una tras otra, descartando algunas y quedándose con otras, pero ninguna llegaba a convencerla completamente.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuado el chico dejo su cómodo lugar, para avanzar unos cuantos pasos en dirección donde había provenido aquel grito.–El grito iba en esa dirección, verdad? -Preguntó mientras sonreía levemente. -Por su expresión mademoiselle y por su curiosidad acerca de los sucesos que atañen ahora a Naarden me parece que no es su intención quedarse ahí quieta, por supuesto puede corregirme si mi planteamiento está equivocado.

- “¡¿Qué le digo?!”- el chico no era nada tonto, después de todo debía tener de una extraña que no era de un lugar como ese. Pero no esperaba aquella pregunta tan directa, además no quería involucrar a nadie más en esto. Con una gota escurriendo sobre su cabeza que luego desapareció le sonrió al chico, debía ponerse seria o al menos actuarlo.- Si no puedes dormir entonces por favor descansa y sal de aquí en cuanto puedas.- Paso al lado sonriente, para luego alejarse. No le había respondido la pregunta, es mas había hecho como si no la hubiera escuchado, apenas estuvo unos cuantos pasos lejos del chico salió corriendo en dirección donde provenía aquella voz, sin ni siquiera mirar atrás.

Corrió hasta al parecer lo que era el final de la ciudad o eso le pareció, ya que no había tantas casas como antes y había unas cuantas ruinas en el lugar. Solo había tierra y pasto ha su alrededor y el bosque que se veía a lo lejos se veía tenebroso en aquella oscuridad. Paseo sus ojos por el lugar, caminando lento y con cuidado, estaba segura que de por aquí había venido aquel grito.- ¡Hay alguien aquí!- grito ella, mas no recibió mas respuesta que un corto viento que movió algunas hojas y las ramas de los árboles cercanos, dándole un leve escalofrió.

- “Inocencia activada”- recordando que su inocencia era de gran uso en la oscuridad, la activo solo en un susurro de su mente, no ocurrió ningún cambió físico, pero para ella ahora el lugar se veía mas claro que antes. Se agacho y pesco una pequeña piedra, tirándola al suelo, a unos metros cerca de ella. El sonido de la golpea rebotando y deteniéndose fue lo único que se pudo oír, sin embargo Alice podía sentirlas y mucho mas que eso.

Sus ojos se posaron en un arbusto que estaba ha su derecha, se acerco hasta allí y movió las hojas un poco, pero solo se encontró con un conejo que al verla salió huyendo. La exorcista suspiro decepcionada ante su mala suerte, lo que hubiera en el lugar ya se había ido. Camino nuevamente hacia el frente, pasando el arbusto que había encontrado, cuando resbalo con algo, Alice callo al suelo inmediatamente, ganándose un buen golpe.- Eso dolió…- se quejo ella sobándose la parte golpeada. Intento buscar lo que le había hecho caer, tanteo el terreno y vio algo que llamo su atención: el pedazo de una cadena en perfecto estado, al parecer había sido abandonada recientemente.

- Si no puedes dormir entonces por favor descansa y sal de aquí en cuanto puedas.

Eliott se encogió de hombros al escuchar aquella frase, como máximo signo de haberle molestado esa especie de orden indirecta dada por aquella chica. Observó la calle por donde había desaparecido.

En parte claro que quería salir de ahí, pero, algo le decía que lo que estaba ocurriendo era por culpa del maldito libro que había leído, y por eso mismo sabía que no sería tan fácil salir de ahí, y si lo era sabía que en un lapso corto de tiempo el sentimiento de culpa sería lo que no le dejaría dormir.

Por lo que, dejando escapar un suspiro de resignación, empezó a caminar hacia donde la chica había ido, por suerte no había más gritos, ni nada que le hiciera sentirse casi como en sus antiguos hogares, más concretamente el orfanato de Londres.

Tenía la ligera impresión de que aquella chica no era normal, sobre todo por la manera en la que había estado evitando responder a esa pequeña pregunta que le había hecho antes. Con un poco de suerte, si conseguía encontrarla, podría averiguar quién era ella y si podía quizás podría servir de ayuda.

Mientras subía por la calle, percatándose de que poco a poco estaba dejando atrás el pueblo, o al menos estaba llegando a un lugar el cual podría ser un descampado, o un terreno sin cultivar, con tan poca luz era imposible distinguir con facilidad que era incluso lo que estaba pisando si no ponía mucha atención.

El ruido de algo caer hizo que el resto de sus sentidos se agudizaran, Eliott, debía admitir que durante tantos días con oscuridad, había empezado a notar que sus otros sentidos se iban agudizando mucho más que la vista. Caminó un par de metros más, hasta que un murmullo le detuvo:

- Eso dolió…- Eliott sonrió de oreja a oreja, por el hecho de haber encontrado tan rápido a la chica.

Decidió acercarse a ella con cuidado de no tropezar con nada, una vez más con todas esas dudas sobre el por qué una chica tan extraña como ella había decidido meterse en un lugar aparentemente peligroso…

-¿Se ha dicho usted daño mademoiselle? –Preguntó mientras le tendía la mano para ayudarle a ponerse en pie, sonriéndole amablemente. –Debería ir con cuidado. Podría hacerse daño, y eso no sería bueno, dado que el doctor de este pueblo tampoco está muy por la labor de ayudar si se hiciera algo serio. –Repuso Eliott ladeando levemente la cabeza, en un deje pensativo, hasta que entornó sus ojos hacia la chica, recuperando algo de seriedad. -¿Me dirá quién es esta vez, o saldrá corriendo?

Mientras estaba sentada en el suelo, por la caída sintió que alguien se acercaba a ella, su inocencia le alerto. Sin embargo al notar quien era, se le hizo muy familiar el rostro que se acercaba.-¿Se ha dicho usted daño mademoiselle?

Miro la mano que le tendía el chico que hace unos momentos había visto y que le había contado sobre lo que estaba pasando en el lugar. Observo duditativa si el tomar su mano o no, hasta que al final asintió ante la pregunta sobre su bienestar y tomo su mano, levantándose lentamente.- Gracias...

–Debería ir con cuidado. Podría hacerse daño, y eso no sería bueno, dado que el doctor de este pueblo tampoco está muy por la labor de ayudar si se hiciera algo serio.- Mientras escuchaba lo que le decía el chico, ella limpiaba su ropa que se había ensuciado por la caída, dando leves golpes sobre ella para que el polvo, que quedo impregnado, se soltase.

- No te preocupes, solo fue una caída, sere mas cuidadosa.- Entonces se percato de lo que estaba haciendo ¿Por qué le estaba respondiedo? Además ¿Por qué le había seguido? ¿Quién era ese muchacho? No parecía ser malo, pero la apariecias engañan a veces.

-¿Me dirá quién es esta vez, o saldrá corriendo- Alice quedo de piedra al escuchar su pregunta, ese chico era extraño, por alguna razón se estaba dando una imagen mala sobre el chico que tenía en frente.

- Me seguiste...- exclamo dando unos pasos hacia atrás.- Acaso tú....- decía ella mientras iba dando pasos hacia atrás, alejándose del muchacho.- ¡¡Eres un acosador!!- término con su oración, apuntándolo acusadoramente con su mano y preparada por si tenía que defenderse del extraño chico amable.

Como siempre Alice sacaba conclusiones apresuradas y esta vez había hecho lo mismo. Miraba con desconfianza al otro chico ¿Qué tal si su amabilidad era actuada? Aunque no tenía la apariencia de un tipo de esos, pero nunca debía juzgar a un libro por su portada.- eh... ¿o no?- pregunto finalmente ella de manera curiosa y con dudas, dejando de lado aquella desconfianza por un momento.

-¡¡Eres un acosador!! –Eliott no pudo hacer nada más, que ponerse a reír ante aquella situación. La chica señalándole acusadoramente, la manera en la que se había alejado de él, y aquella desconfianza con la que ahora le miraba. Simplemente no podía aguantarse, ese momento se le había hecho gracioso… ¿Acaso tenía él cara de acosador? Eso era nuevo para él, aunque quizás la culpa de esas acusaciones fuera culpa suya por haber presionado levemente a la chica para responderle.

-Eh… o no?

Sus ojos castaños se entornaron una vez más, dejando de reír, con cierto alivio, al ver que la desconocida dejaba un poco aquel lado desconfiado, se metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se encogió de hombros.

-Por supuesto que no soy un acosador. –Replicó mientras le sonreía. –Normalmente estoy demasiado ocupado incluso para tener vida social, así que acosar no está en mi lista de tareas. –Explicó levemente, observando a ninguna parte, porque poco podía alcanzar su visión, a pesar de que se hubiera acostumbrado ya, más o menos a la oscuridad antinatural bajo la que estaba presa Naarden.

No es que quisiera esconder información, pero Eliott no estaba seguro de cuánto podría decirle a aquella chica, sin saber quién era, y de que podía servirle contarle la teoría extraña que tenía sobre lo que aquel libro, que guardaba con cierto recelo ahora en el bolsillo de su pantalón, había hecho. No podía decirle a cualquier extraño que creía que al leer las alguna de las hojas del libro, habían empezado los gritos, la oscuridad, las desapariciones y las pesadillas… ¿Quién le iba a creer?... Y además, si la culpa era suya, quién le decía que aquellas personas si se enteraban no le castigarían como su familia lo hacía.

-Lamento haberla asustado mademoiselle, no era mi intención, de verdad. –Dijo mientras hacía una leve inclinación, a modo de disculpas. –No hay mucha gente capaz de tenerse en pie por aquí, sabe? Además, los que pueden agotan su tiempo escondiéndose. No sé cuánto tiempo voy a tardar yo en ser incapaz de comportarme como una persona normal, por eso quería averiguar qué era lo que ocurría. –Comentó mientras entornaba una vez más los ojos esta vez para volver a mirar a la chica.

–Y usted parece igual de interesada que yo en que es lo que está pasando, y al ser de fuera… Me pareció extraño y pensé que quizás usted tendría algún conocimiento sobre lo que podría haber provocado esto… Si no… ¿Quién en su sano juicio se adentraría solo en la Naarden de ahora, sabiendo que el peligro está en todas partes? ¿No lo siente, mademoiselle, ese silencio antinatural… y la sensación de estar siendo observados la mayoría del tiempo…? -Dijo finalmente mientras esbozaba una media sonrisa, esperando que esa vez sus modales no llevaran a la chica una vez más a un pensamiento erróneo sobre sus intenciones. Al fin y al cabo no había visto nada de malo en ella como para comportarse como lo hacía con otras personas.

Alice suspiro aliviada por un momento, al saber que el no era ningún tipo de acosador o algo por el estilo. Aunque le molesto un poco que se hubiese reido de ella.- "En verdad cualquier persona normal, pensaría que lo eres al estar preguntando tan insistentemente a una completa extraña"- pensó ella por un momento. Mas, esta vez no se dejo llevar por sus sentimientos y escucho lo que el chico tenía que decir.

–No hay mucha gente capaz de tenerse en pie por aquí, sabe? Además, los que pueden agotan su tiempo escondiéndose. No sé cuánto tiempo voy a tardar yo en ser incapaz de comportarme como una persona normal, por eso
quería averiguar qué era lo que ocurría.

- Entiendo.- comento ella, ya había visto lo extraño que se había comportado una persona con ella al ingresar a la ciudad, no parecían sanas, mentalmente hablando. Era verdad, este extraño chico aún conservaba un poco de cordura, eso se daba a ver en la forma en como actuaba y se desenvolvía al hablar, todavía con unos modales tan notorios, que parecían superar al de una señorita.

- Y usted parece igual de interesada que yo en que es lo que está pasando, y al ser de fuera… Me pareció extraño y pensé que quizás usted tendría algún conocimiento sobre lo que podría haber provocado esto… Si no… ¿Quién en su sano juicio se adentraría solo en la Naarden de ahora, sabiendo que el peligro está en todas partes? ¿No lo siente, mademoiselle, ese silencio antinatural… y la sensación de estar siendo observados la mayoría del tiempo…? - Si lo sentía, apenas puso un pie dentro del pueblo, había algo en el aire que no le dejaba tranquila. Y ahora que habia activado su inocencia las ondas del aire -de todo aquello que provocara ruido o similar- parecían estar alteradas y diferían a de una onda normal.

- Bueno en realidad no se mucho sobre el asunto que esta pasado aquí, por algo me enviaron a investigar y resolverlo.- termino de decir ella, dejándose llevar por la conversación. Hasta que se dio cuenta de que ya le había dicho algo importante al chico.- eh...- era imposible mentir habiendo dicho lo que dijo, además no se le daba mentir muy bien cuando se encontraba en apuros o muy nerviosa.

- Bueno antes que nada.- cometo ella de repente.- Deja de hablarme de Usted.- y lo apunto acusadoramente con su dedo índice y el ceño fruncido graciosamente, mientras su otra mano se posaba en su cintura. Bajo el brazo para luego observar al chico.- Mi nombre es Alice, asi que llamame así por favor.- le pidió ella alegremente.- uhmm...creo que este no es un buen lugar para hablar... por cierto ¿Cual es tu nombre?

-Bueno en realidad no se mucho sobre el asunto que esta pasado aquí, por algo me enviaron a investigar y resolverlo. –Eliott ladeó la cabeza al escuchar aquella frase, al parecer por la reacción de la chica y su posterior silencio, había dado más información de la que podía dar. Sin embargo algo de lo dicho podía servirle a él. Si había visto más casos parecidos si la habían enviado a investigar y resolver el asunto… La pregunta naciente en él ahora, era quién la había mandado hasta Naarden, y por qué...

- Bueno antes que nada.- La voz de la chica le sacó de sus cavilaciones, obligándole a mirarla una vez más.- Deja de hablarme de Usted.- Eliott sonrió ante los gestos ligeramente graciosos de la chica, guardándose el comentario de que era de mala educación señalar a una persona, por ahora, se había portado bastante bien con él, a pesar de que su insistencia le hiciera ver sospechoso. - Mi nombre es Alice, así que llámame así por favor.- Se encogió de hombros ante aquella petición, le salía de manera automática tratar así a las personas, o al menos a quienes parecían merecer un poco de educación y buenas maneras de su parte...- uhmm...creo que este no es un buen lugar para hablar... por cierto ¿Cuál es tu nombre?

-Mi nombre es Eliott Fitzpatrick. –Se presentó él, haciendo una leve inclinación. –Encantado de conocer…te Alice.

Miró a su alrededor en busca de algo, aunque ni él supiera que, hasta que su estomago empezó a hacer un extraño ruido, más parecido a un rugido que le indicaba que tenía hambre… Sonrió con aspecto algo molesto por aquel momento, que se le hizo incomodo, y volvió a encogerse de hombros, para restarle importancia.

-Tienes razón en cuanto a que este no es el mejor lugar para hablar. –Empezó a decir, mientras observaba el lugar por donde había llegado hasta ahí. –Si no le importa, podríamos ir donde he estado hospedándome desde que llegué. Tengo hambre, y estoy seguro que no han podido terminar con toda la comida que tienen. –Explicó mientras daba un par de pasos, antes de detenerse.

–Quizás tendría que decirle… disculpa, decirte para despejar posibles dudas venideras… que tampoco soy de aquí. Vine a Naarden a por unos materiales que mis tíos necesitan para terminar sus últimas piezas, construyen instrumentos musicales. –Dijo mientras volvía a sonreír, cuando una vez más parecía caer en algo, y su estomago volvía a rugir con algo más de insistencia.

-¿Le... ah, te parece bien o quiere ir a otro lugar? No es que quiera imponer mi opinión, claro está. Lo digo por que como has dicho deberíamos ir a otro lugar y yo tengo hambre... y no sé pensar cuando tengo el estomago vacío. -Le dijo con total sinceridad, esperando a que ella se decidiera a caminar.

La chica rió cuando escucho el rugido del estomago del chico llamado Eliott, pero solo sonrió para no hacerle sentirle incomoco, aunque a el le dio poca importancia a ese sonido. Ahora que lo pensaba, ella también tenía hambre, este era tan oscuro que era dificil distinguir cual sería un buen lugar para comer.

Fue cuando el chico menciono que podían ir a comer al lugar donde se hospeda- ¿En serio?- pregunto la exorcista, con sus ojos brillosos y ambas manos juntas, dando entender que ella también tanta hambre como él.

- Me parece bien a ir ese lugar, asi que vamos rápido.- le exigió ella, adelantándose a su nuevo compañero. Mas se detuvo unos cuantos pasos antes de seguir y se volteo hacia Eliott.

- ¿Me podrías donde queda eso?- le pregunto ella apenada por haber tomado la delantera, sin saber en que parte estaba ese lugar mencionado. Asi que minutos después dejo que Eliott le guiara, al parecer ahora confiaba un poco mas en el chico.

- ¡Es verdad!- mientras caminaban Alice recordo algo sobre lo que le había dicho el chico.- Dijiste que no eras de aquí ¿Verdad, Eliott?- pregunto ella con un expresión curiosa en su voz.- Esta ciudad...- exclamo dando un recorrido rápido con sus ojos por el sitio donde pasaban.

- Dime... cuando llegaste aquí ¿Ya estaba en ese estado?- se refería al estado de la ciudad: era oscura y estaba acompañada por gritos escalofraintes, como el que habían escuchado hace poco. Nunca se podía ver la luz del día, era una eterna noche en aquel lugar.

Eliott sonrió por la expresión de la chica, retomando una vez más el camino tranquilamente y sin parecer molesto por las prisas de la chica por llegar a la posada. Sus pasos eran calmados dado que se concentraba simplemente en la idea de llegar sin tropezarse ni hacer nada que resaltara su cansancio más de lo que a primera vista se debía notar ya.

- ¿Me podrías decir donde queda eso?- le preguntó, al parecer Alice había detenido su carrera al darse cuenta que no sabía dónde se encontraba el lugar que él había propuesto para poder comer.

-Claro, si me permite. –Respondió, mientras le indicaba una de las calles que deberían haber tomado y que la chica había pasado de largo, le sonrió, como restando importancia a ese hecho, caminando de nuevo, con sus manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, su expresión un tanto más seria, quizás porque una vez más sus pensamientos volvían a preocuparle con la idea de estar implicado en la extraña situación en la que se hallaba la ciudad.

-Dijiste que no eras de aquí ¿Verdad, Eliott?- sus ojos marrones se entornaron hacia la chica, mientras esbozaba automáticamente una sonrisa y asentía. Empezaba a sospechar cual podría ser la siguiente pregunta que vendría luego de sacar ese tema. Y no le hacía mucha gracia, ni una pizca.

- Dime... cuando llegaste aquí ¿Ya estaba en ese estado?

Se detuvo frente a la puerta de la posada, sus ojos se cerraron durante unos segundos, quizás porque intentara una vez más concentrarse para buscar una manera de explicar las cosas sin parecer sospechosamente culpable. Ni siquiera sabía por qué había sucedido. Solo tenía la intuición de que el libro había tenido algo que ver.

-No. –Respondió mientras en un acto inconsciente volvía a llevarse la mano, a su brazo izquierdo donde residía la marca de su último castigo. –Sígueme, la cocina estaba por aquí.

Sin esperar la respuesta de la chica avanzó cruzando la pequeña entrada, y el comedor, para entrar directamente en la cocina la cual se encontraba en la absoluta penumbra, pero pudo cerciorarse de que el cocinero incluso se había ido a dormir. No había nadie, al menos solo sería ella quien escuchara la extraña idea que tenía él… Lo que muchos podrían ver como el inicio de la locura.

-Empezó la mañana después de que yo llegara. –Continuó explicando el chico, mientras decidía iluminar algo aquel lugar. La luz, por muy tenue que fuera, logró irritarle los ojos más que cegarle. –Estaba atardeciendo cuando me dejaron en Naarden, así que puedo afirmar de que el día anterior había sido un día normal. Al día siguiente todo estaba oscuro y ya habían desaparecido algunas personas, entre ellas el hombre que tenía que darme el pedido de mis tíos.

El chico se detuvo en su andar, porque mientras hablaba, había sacado varias cosas de la despensa que pudieran cocinar, no le gustaban las frutas ni las comidas frías, sobretodo una vez ya había aprendido a no quemarse intentando cocinar para sus padres y su nueva hermana pequeña. Sus ojos se pusieron en los ojos azul-grisáceos de la chica y se encogió de hombros, sacando del bolsillo izquierdo de su pantalón el libro de mano que había estado guardando desde que su hermana se lo había regalado, cuando lo tocó volvió a resplandecer con aquella luz tenue que desprendía cada vez que lo tocaba desde que lo había leído. Soltó el libro de la cadena que lo ataba, y se lo acercó a la chica.

-Te parecerá una locura, pero desde que empezó a brillar coincide con el mismo momento en que todo empezó a estar oscuro. Lo que me hace pensar que quizás, cabe la posibilidad de que el libro tenga algo que ver. –Dijo mientras observaba las cacerolas vacías, y toda la variedad de comida que había sacado de la despensa. –Y no estoy intentando burlarme de ti, o tomarte el pelo Alice. Es solo que ese libro tiene algo extraño o es la sensación que me da cuando lo toco directamente. Y quizás sea también que esté empezando a desvariar, tendrás que perdonarme pero llevo días sin dormir bien.

La exorcista siguió al chico a la cocina, como lo imaginaba el lugar estaba en penumbras, había muy poca luz para ver. Además de que estaba solitario, no había mas personas que ellos en aquel piso. Miro el lugar con atención, era una posada común y corriente.

La voz del chico le saco sus pensamiento, comenzó a relatarle lo que había pasado cuando llego y como si había sol ates de que hubiera ocurrido todo esto. Entonces saco un libro de su panatlo y pudo jurar que había brillado, o simplemente ya la oscuridad le estaba haciendo bromas a sus ojos.

-Te parecerá una locura, pero desde que empezó a brillar coincide con el mismo momento en que todo empezó a estar oscuro. Lo que me hace pensar que quizás, cabe la posibilidad de que el libro tenga algo que ver. Y no estoy intentando burlarme de ti, o tomarte el pelo Alice. Es solo que ese libro tiene algo extraño o es la sensación que me da cuando lo
toco directamente. Y quizás sea también que esté empezando a desvariar, tendrás que perdonarme pero llevo días sin dormir bien.

Tomo el libro entre sus manos, no parecía ser mas que un libro normal. Pero había algo mas en él, sentía algo diferencte a cualquier otro libro que hubierapasado por sus manos. Lo observo atentamente y paso su mano por la cubierta.- No te preocupes... No creo que estes loco.- le dijo ella, y le devolvió el libro, ya que Eliott era el dueño.

- "¿Es una inocencia? si lo es... El es compatible con ella".- Pensó por un mometo.- "Pero ¿Por que hizo que ocurriera esto en esta ciudad? Acaso estara inestable..."- Antes de seguir indagando en eso, debía estar segura de que aquel chico era compatible con la inocencia. Brillaba cuando le tocaba, y al hacerlo comenzó la oscuridad en aquella ciudad. ¿Acso la ciudad tendría que ver con algo?

- Dime Eliott, te sientes diferente cuando tocas aquel libro.- pregunto olvidándo por un momento la comida. Su tono de voz sonaba curiosa, como siempre, quería saber que mas pasaba con esto y lo estaba produciéndo.

- ¿No sientes nada nuevo cuando tocas el libro y ves que brilla?