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Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ]

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Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ] Empty Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ]

Mensaje por Invitado Miér Dic 09, 2009 4:46 pm

Metron escribió:
Reever escribió:


Nos han llegado informes de un extraño suceso ocurrido en la ciudad de Agadir, por lo visto hay un predicador que se dedica a pasear por la ciudad durante una hora todos los días, durante ese tiempo predice sucesos aterradores que les pasara a los ciudadanos de la ciudad. Es un asunto al que no se le iba a dar importancia, pero hace un par de días, tal y como predijo este hombre, varios de los ancianos de la ciudad murieron de una forma extraña. Ya que se encontraron sus cuerpos en sus camas totalmente arrugados y con la ausencia de los huesos, tal y como se predijo que ocurriría. Se les pide a las exorcistas Nine y S. Jaylen Érdely que vaya e investiguen sobre estas muertes y las predicciones del hombre.


El polvo se filtraba a través de las ventanillas del tren. Las contraventanas de madera dejaban pasar unos trémulos rayos de sol que parecían demasiado insignificantes para ser la causa del sofocante y abrasador ambiente de los vagones.

Los pasajeros se agrupaban como ganado en cada uno de los compartimentos, luchando vanamente por captar una ráfaga de aire producida por uno de sus improvisados abanicos. Era increíble cuanta variedad de objetos podían servir para ese fin....

El carrito de las bebidas llevaba tan solo dos letreros, y realmente no necesitaba nada más. Aquellas palabras atraían a la muchedumbre más que el oro o las pirámides, en aquellos momentos.

-Agua y Hielo-

El hombre que empujaba el carrito tenía una sonrisa permanente en la cara. Iba puerta por puerta, entraba y salía y siempre con el carrito un poco más vacío y los bolsillos un poco más llenos. Aquella era una buena época para un vendedor de agua. Sobre todo uno que usaba agua corriente sin purificar, extraída de cualquier cañería... Beneficios. Eso era lo que importaba.

Silbando una alegre melodía, golpeó levemente la siguiente puerta, casi al final de los vagones. Una suave voz le invitó a pasar.
Aquello le sorprendió, pues por lo general lo recibía un coro de gruñidos o diversas onomatopeyas.

Pero no le dio importancia. Fue preparando un vaso de agua mientras con el pie empujaba lentamente la puerta del vagón y contenía la respiración. El olor a sudor era algo a lo que jamás se acostumbraba uno.

Pero en lugar de ello no olió nada. Quizás un leve aroma a menta fresca... pero nada sucio.

Se dio la vuelta despacio, con cuidado de no derramar ni una gota del preciado elixir de los pasajeros, pero cuando se decidió a hacer la pregunta habitual de Cúantos vasos? , sucedió algo extraordinario.

Se le calló el vaso de la mano.

Instintivamente se agachó a recogerlo y secar el suelo, pero no había agua. Ni tan siquiera había oído una salpicadura.

Su mano trémula recogió el vaso y contempló el objeto sólido que había en su interior. Hielo. Vaya. Al parecer se había equivocado y había metido un cubito dentro del vaso, pero estos costaban mucho más...

- Señor.. le importaría cerrar la puerta? Es difícil mantener el frescor si la abre.- la suave voz femenina lo soprendió de nuevo, pero se levantó de inmediato y haciendo una reverencia se dirigió a la puerta para cerrarla.- Y por cierto, no queremos ninguna bebida, gracias.

- Por supuesto.. disculpe señorita.. señoritas, disculpen las molestias. Ya me voy. - dijo haciendo reverencias y cerrando la puerta.

De nuevo volvió a empujar su carrito y a silbar lentamente mientras pensaba en lo que le acababa de suceder... Le acababan de decir por 1º vez en 20 años que no querían beber... en medio de la travesía.

Cuando llegó al final del vagón de cola no pudo evitar asomarse por la puerta a ver si estaba nevando.

--------

Dentro del vagón era en el unico lugar donde hacía aquella temperatura. Normal. Llevaba activando a Ice cada poco tiempo desde que habían subido a aquel tren infernal.

Y aún así sudaba. Dios. Era en verdad un suplicio.

Nine observó el vapor condensado en la ventanilla del tren... lo raro era que se condensaba en el exterior, pero nadie sabría porqué. Luego su mirada se posó sobre su compañera, preocupándose por si estaría bien. Igual le molestaba la temperatura... debían estar a unos 5 grados como mucho...

- Jaylen.. de veras no te molesta que vaya activando a Ice? Si quieres puedo irme a otro vagón... - preguntó dubitativa.

Cogió un vaso que habia encontrado en el baño y se concentró. Al poco rato había un buen trozo de hielo en su interior. Abrió la puerta un momento y cuando lo introdujo de nuevo en la sala, era agua fría.

Fuera debian estar a 48º. Realmente... querían matarla...

Se lo ofreció a su compañera pro si tenía sed. No se fiaba del agua que vendían en los trenes. Al menos la suya era pura.

- Ten.. si quieres más avísame. Es bastante mejor que el agua de aquel hombre de antes... - suspiró cansada. El hombre había abierto la puerta justo cuando emitía una leve onda con Ice para enfriar el vagón de nuevo y había desperdiciado mucho poder cuando dejó entrar el calor.

No sabía que iba a hacer cuando bajaran. Igual se freía en cuanto pusiera un pie en la arena...


Última edición por Joker_Nine el Mar Ene 05, 2010 7:12 pm, editado 4 veces
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Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ] Empty Re: Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ]

Mensaje por Invitado Miér Dic 09, 2009 11:46 pm

Los viajes en tren tampoco eran igual que antes. Siempre había preferido usar medios terrestres para transportarse, y evitar los barcos a toda cosa a no ser que fuera necesario, pero ahora los trenes solo le hacían pensar en akumas, y otro tipo de cosas que no eran propicias para la concentración de la cual era su misión ahora.

Al igual que Nine, el calor le molestaba casi tanto como a ella el calor que reinaba en ese lugar, por lo que agradecía que la chica de cabellos oscuros tuviera una inocencia como esa, al menos podían mantenerse a una temperatura a la que no se derritieran. El frío le era agradable pues se había criado en lugares donde las temperaturas siempre eran bajas.

Así pues, alejada ya de la incomodidad que le producía el calor del lugar intentó centrarse en la información que le habían dado sobre la misión. Pasando por alto durante un momento las predicciones, saltó directamente a las muertes de los ancianos.

Cerró los ojos intentando plasmar la extraña imagen de los cuerpos sin vida de aquellas personas. Se centró en tan solo una de esas victimas –ahora solo existentes en su mente- su piel arrugada y cuya textura ahora se asemejaba a la de un elástico. Quizás sus órganos seguían en su sitio o no, eso solo lo sabrían si llegaban a verlos. Pero por los informes la causa de la muerte había sido por la desaparición de la totalidad de sus huesos, el problema era que por mucho que estuviera avanzando la ciencia, aún no existía manera humana de poder quitar los huesos de un cuerpo humano sin dejar marcas, y si lo habían hecho cortando primero la piel y carne de esos ancianos, hubieran muerto desangrados por las heridas.

Sin duda algún otro tipo de ser diabólico había sido el causante de esas muertes, probablemente se estimaba que pudieran ser akumas, pero hasta los que ella había visto, pocos de ellos se tomarían las molestias de jugar de ese modo.

Ahí es donde entraba el supuesto predicador, que se las hacía de vidente u oráculo, sus habilidades esotéricas, podrían tener relación con alguna inocencia, pero algo de esa situación le pintaba mal.

-Cúantos vasos?

La puerta al abrirse hizo que su cuerpo se tensara, había tomado con fuerza a Whistle y por alguna razón extraña sintió algo de hostilidad por su parte hacia el extraño que acababa de entrar en su compartimiento. Agradeció que fuera su compañera quien se encargara del asunto, y se mantuvo en un impertérrito silencio, que la hizo pasar desapercibida, gracias también al desconcierto que parecía estar sumido el hombre.

- Jàylen.. de veras no te molesta que vaya activando a Ice? Si quieres puedo irme a otro vagón...

La exorcista de ojos azules, levantó la vista para observar a Nine y negó con cierta energía. Sin perderse ninguno de los movimientos de la chica, le parecía que su inocencia era fascinante, tomó el vaso de agua que la chica le tendió y le agradeció el gesto con una leve sonrisa.

-No me molestas, ya te he dicho que no te preocupes por mi. Gracias por el agua. –Repuso, mientras se ponía en pie, y se dirigía hacia donde se encontraba Nine, la cual parecía cansada y agobiada solo de pensar en el tiempo que les esperaba cuando salieran de su fortaleza gélida. –No queda mucho para que lleguemos a nuestro destino. No quiero presionar, pero creo que estaría bien tener un pequeño esquema de lo que deberíamos hacer en cuanto llegáramos, solo para no perder tiempo bajo el sol decidiendo que hacer. –Comentó mientras abría Whistle, sin alterar el tamaño de este, y abanicando levemente la zona en la que estaba su compañera. –Leány [es una manera cariñosa de llamar a las chicas x3 en húngaro) –Llamó la exorcista afín al viento, entornando los ojos hacia la ventana y perdiéndose en las extrañas formas que hacía el vaho. -¿Crees que sería mejor intentar ver los cadáveres primero? No nos dieron mucha información a parte de que se encontraron deshuesados, y como la investigación se centra también en estas muertes, quizás deberíamos investigar más sobre ellas, antes de ver que es lo que ese predicador tenga que decir. No sé, hay algo que me inquieta de ese poder que parece poseer ese hombre.
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Mensaje por Invitado Jue Dic 10, 2009 4:32 pm

Sintió que sus párpados caían ante la agradable sensación de frescor que le producía el abanico de su compañera. Era un auténtico alivio.

Intentó concentrarse en las palabras de Jaylen pues sabía que era un tema importante. No sabía lo que significaba el nombre por el que la llamó, pero le gustó bastante así que no hizo ningún comentario. El húngaro le parecía una lengua preciosa y llena de melodía. Ojalá supiera hablarla...

Se había abstenido de pensar demasiado en lo que se iban a encontrar en la villa, era una situación realmente extraña.

- No comprendo como demonios puede pasarle eso a alguien... es decir, es casi imposible que le saquen los huesos y sin embargo el resto del cuerpo lo dejen intacto. - le costaba hacer memoria pero recordaba algo de cuando había estado en el convento.- Se, por algún libro que he leído, que en algunos rituales satánicos y de adoración de demonios se utilizan los huesos de las víctimas como ofrenda, pero nunca había oido que el resto del cuerpo quedase como un simple pellejo. No tiene sentido. Más bien me suena a veneno akuma. O quizás a un aliado del conde que posea algún tipo de materia oscura que le permita hacer eso... lo primero sería preguntar por el predicador, pero antes de ir a buscarlo deberíamos hablar con las familias de las víctimas. En eso estoy de acuerdo contigo, debemos investigar las muertes en si. Tiene que haber alguien que haya visto o notado algo raro aunque por miedo seguramente no nos lo dirán. La verdad, nos estamos adentrando en un territorio peligroso. - suspiró para terminar.

El miedo es el mejor aliado que tiene el conde, pensó molesta. Lo más probable es que tuvieran muy difícil obtener información sobre aquel extraño hombre y comprobar si realmente era un akuma o aliado del conde y tenía algo que ver con el asesinato de todos aquellos ancianos. Porque relacionado ya estaba. Era demasiado sospechoso que predijera las muertes y todas se cumplieran...

- Lo más probable es que el ayude a sus propias predicciones a cumplirse... y a saber con qué fin. - murmuró desanimada.

Le molestaba mucho no saber a qué se iban a enfrentar. La hacía sentirse extrañamente consciente de su debilidad...

Y eso que ya había visto a un Noah y un akuma nivel 3. A pesar de todo, le preocupaba más el comportamiento de un humano malvado que de todos los akuma del conde. Le parecía horrible que alguien fuese capaz de sacrificar a sus congéneres por ideales religiosos o por conseguir algún beneficio personal...
Era una extraña mezcla de miedo y rabia. Y sobre todo, no comprendía el motivo de todo aquello... y jamás lo entendería.

- Jaylen... tu crees en Dios? - le preguntó de pronto sin saber por qué. Notaba que había entrelazado sus manos como cuando rezaba, pero era una costumbre que no podía olvidar de su vida en el convento. Dirigió una mirada al bonito rosario de la chica y sonrió tranquila.

No sabía por qué, había demasiadas cosas que no sabía... pero se sentía extrañamente relajada con su compañera.

El cansancio se fue apoderando de su cuerpo, y frustrada y avergonzada sintió como sus ojos se iban cerrando y se inclinaba ligeramente hacia la ventana. Le pareció descortés quedarse dormida sin más... le pesaban los párpados
como si llevara plomo encima de ellos.

- La estación... no está muy lejos ya... solo necesito... perdona... - las palabras murieron en sus labios.

Al menos había podido activar una última vez a Little Murderer of Ice para refrigerar lo suficiente y aguantar hasta la estación.

Seguro que al llegar Jaylen la despertaba... fue su último pensamiento mientras se sumía en una profunda y suave blancura helada.
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Mensaje por Invitado Jue Dic 10, 2009 8:45 pm

Por las palabras de Nine, Jaylen fue consciente de que ella había podido ver mucho más de ese nuevo mundo, había cosas que si bien le habían explicado seguían estando lejos de su total comprensión si no había visto ella misma aquella amenaza. Sonrió levemente al darse cuenta que cualquiera de su mismas creencias podrían ver ese pensamiento como un hipócrita… ¿Cómo podía creer ciegamente en algo que supuestamente no podía ver y en la que se apoyaba antes de saber que la llamada inocencia era una manifestación de él, y era incapaz de creer en las palabras de la gente con la que ahora convivía sobre algo tan importante como era aquello?

Era lógica, retorcida a ojos de otros y mutada a un extremo que a veces solo llegaba a ser entendible por ella, pero era así. Solo funcionaba si se trataba de seguir una delgada línea que para ella era racional. ¿Qué era sino aquello que llamaban lógica? El sentido común, una forma de razonamiento humano, el cómo funcionara para cada uno era personal y diferente en según que circunstancias, porque nadie era igual en todos los aspectos.

Y para Jaylen era lógico poder creer en algo intangible como Dios, pero no era lógico para ella vivir con el miedo de saber que había fuerzas que la superaban, en el fondo era consciente de que eran simples peones en una guerra que a todos iba demasiado grande, lo único que podía hacer era seguir adelante, hacer bien aquello que se le había encomendado, y si podía sobrevivir, no era de romper promesas con facilidad.

Sus manos temblaron levemente lo que le obligó a sujetar con fuerza a Whistle para disimularlo al igual que el vaso de agua. No importaba cuanto intentara comprender, algo que no había visto actuar con sus propios ojos siempre le hacía sentir nerviosa, le hacía tener miedo, un miedo diferente al que había sentido en Transilvania, más bien era una sensación que le decía que le quedaba poco para sacar de su burbuja el carácter que con tanto recelo había intentado proteger, o más bien esconder.

El tono desanimado que usó Nine al hablar del predicador, le hizo sentirse decaída, ella también había barajado la probabilidad de que aquel hombre ayudaba a que sus predicciones se cumplieran, desconocían el fin por el que haría tal cosa, quizás no fuera consciente, pero los hechos estaban claros, si no fuera por él, quizás las muertes no se habrían dado de ese modo.

-Jaylen… ¿tú crees en Dios?

La aludida volvió a dirigir su mirada a Nine, y sonrió levemente.
-Creo en él, a mi manera, como todos… Pero creo en la existencia de Dios, en como se representa en cada uno de nosotros de una manera especial y diferente… Solo hay que querer verlo, o aceptarlo en su defecto. –Respondió mientras su sonrisa disminuía, incluso en el internado católico llegaban a molestarse por su manera de querer creer en lo divino, por convertirlo en algo terrenal, casi humanizado e imperfecto, la idea contraria a la que siempre habían querido darle.

Los murmullos de Nine, le hicieron asentir con comprensión, debía estar cansada por el largo viaje y por el uso que había hecho de su inocencia, sin embargo, al ver como su cabeza se inclinaba hacia la ventana le hizo sentirse preocupada por el hecho que pudiera despertarse con dolor de cuello, así que hizo que descansara la cabeza sobre sus piernas, mientras de tanto en cuando iba dando pequeños golpes de muñeca con el abanico, para que acompañara al frescor provocado por Ice.

Dejó el vaso vacío de agua en el suelo con cuidado, y aprovechó la situación para observar con más detenimiento el rostro de su compañera, le hizo gracia la coincidencia que los dos exorcistas con los que había estado fueran de pelo oscuro y ojos rojos.

Acarició levemente la cabeza de la chica con su mano libre dejando escapar un suspiro resignado, y se mantuvo en silencio el resto del trayecto…

-Nine, -Dijo en un susurro, mientras le ayudaba a incorporarse. –Estamos llegado a la estación. –Anunció, mientras se ponía en pie, y se ajustaba las hebillas que tenían sus botas, a la altura de sus rodillas. –Será mejor que nos preparemos para bajar antes que se masifique la salida de la estación. –Comentó, esperando que salieran de compartimiento.

Al bajar a la estación una oleada de calor les golpeó, el cambio de temperatura fue peor de lo que la exorcista del viento había imaginado, durante unos segundos quedó paralizada, lo único que la trajo de nuevo a la calurosa ciudad fue parpadear. Aquel calor árido terminaría por matarlas, pensó, mientras se colocaba la capucha de la que estaba provista una de las partes de su uniforme, y que hasta ahora colgaba detrás de su chaqueta, para evitar que su cabeza se sobrecalentara.

-¿Sabes algún lugar en concreto donde tengamos que ir, Leány? –Preguntó, mientras empezaba a caminar buscando un lugar donde refugiarse de los potentes rayos del sol.
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Mensaje por Invitado Vie Dic 11, 2009 12:48 pm

Cuando sintió la mano en su hombro fue como si sonara una sentencia de muerte. Ah, había conseguido evadirse completamente de aquel maldito sofoco...

Le soprendió levemente encotrarse sobre las piernas de su compañera, pero lo agradeció mentalmente. La ventana parecía con mucho, menos cómoda.

Desperezándose, parpaeó varias veces mientras asimilaba lo que les iba a tocar soportar una vez fuera. La diferencia térmica era de unos 30º.

Estaba segura de que se cocería.

Movió a Ice un momento para colocarla delante suya y contemplarla, con ojos suplicantes. No me falles ahora pequeña...

Jaylen tenía razón en lo de apurar el paso, no quería encontrarse aplastada por una multitud agobiante, ya era suficientemente malo el calor por si solo.

Contempló las obtas de Jaylen, un poco más altas que las suyas y dirigió otra mirada al exterior. Quizá no había sido tan buena idea venir con ellas... lo mejor sería encontrar algo de ropa más fresca...

Cuando puso un pie fuera del vagón recibió el mismo impacto que si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.

Sintió que las rodillas se le doblaban y se obligó a si misma a permanecer recta mientras respiraba entrecortadamente.

Se sentía mareada y con fiebre, era insoportable. Quería arrancarse la ropa y tirarla a quilómetros, aunque sabía que lo único que haría sería incrementar la incidencia del sol en su piel. Sentía la cabeza como una olla a presión, y solo fue capaz de sujetársela con las dos manos y suplicar en silencio que aquello terminara de una vez.

Jaylen se había subido la capucha.. pero ella solo tenía una bufanda blanca de algodón... Se la colocó tapándose la capeza como un pañuelo y sintió un pequeño alivio en la cabeza, pero el color negro de las ropas de la orden era como la diana preferida de aquel maldito sol.

Clavó los ojos en el con rabia y a punto estuvo de soltar una maldición. Luego se mareó de nuevo y prefirió dejar la boca firmemente cerrada.

Sintió que Ice le intentaba ayudar un poco, y un relajante frescor se extendió por su espalda enfriándola levemente. Acaso dios la había escuchado...

- ¿Sabes algún lugar en concreto donde tengamos que ir, Leány? –Preguntó Jaylen, mientras empezaba a caminar.

Nine la miró y se sintió orgullosa de que al menos ella no fuese tan débil al calor. Se incoporó levemente y comenzó a andar como calculando sus fuerzas, pero Ice no se apagaba... La verdad, ni siquiera estaba activada...

Contempló la enorme ciudad que se alzaba ante ellas, toda bullicio y actividad. Estaba llena de gente con turbantes y mujeres que llevaban exóticos y transparentes vestidos con sus correspondientes sari. Se dio cuenta también, de que algunos las miraban mal a ella y a Jaylen por ser mujeres y no llevar el dichoso velo...

- No hay nigún sitio concreto, pero si no queremos destacar demasiado quizá deberíamos comprar algo de ropa similar a la de los habitantes - le dijo mientras señalaba a un grupo de mujeres que llevaban túnicas y velos. Parecían bastante incómodos, pero seguro que eran menos agobiantes que sus propias ropas.- Además, si escojemos bien, incluso puede que nos de algún tipo de ventaja con respecto a los interrogatorios... porque puede que no hablen frente a alguien de la Orden Oscura, pero si frente a alguien de su propio país. - le murmuró a Jaylen mientras se acercaba a ella.

Sabía que los de culto musulmán eran muy cerrados en cuanto a su país y a su cultura, y era de esperar que la genteno hablase por miedo a lo que les pudiera pasar. Porqué se iban a fiar de dos extrañas que además ni tan siquiera respetaban sus costumbres?

- La verdad, odio los velos y el acto machista que implican... pero el deber es el deber. - añadió con una sonrisa resignada mientras cogía a Jaylen de la mano para no perderse en medio de la mutlitud y la conducía hacia una de las calles del bazar.

Tan solo tenía que seguir el olor exótico a especies y cordero cocinándose que flotaba en el aire. La gente hablaba muy rápido y las rupias, la moneda od¡ficial, pasaban de una mano a otra a velocidades increíbles.

Muchos hombres uy mujeres de diferentes puestos se les acercaron, zalameros y encantados de poder ofrecerles sus productos a unas extranjeras. Pero los rechazó con un leve gesto de la mano.

Buscaba algo concreto. Una tienda pequeña y discreta...

Antes de salir de la Orden, había buscado información sobre algún punto clave, algún sitio donde tuvieran aliados, y era soprendente la pequeña cantidad de gente que supiera algo de exorcistas que había en esa parte del mundo.

Estarían solas, pensó enfadada cuando leyó el informe. Estaba a punto de resignarse, cuando vio uan entrada antigua, casi borrada al fondo de la lista.

Una mujer, Kaidish Fareid. Tienda de oro y especias. Calle del Bazar. Agadir.

Ni un dato más. Nada sobre su edad o una descripción física. Pero le servía.

Nine se mordió el labio frustrada. En aquel momento pensaba que jamás la encontrarían... Cielos, creía que le serviría, pero no se había hecho ni una mínima idea de lo que serían las dimensiones de aquel lugar.

Era como buscar una aguja en un pajar enorme.

Se dio la vuelta un momento y le tendió la nota donde había apuntado las indicaciones a Jaylen.

- Perdona que no lo mencionara, mi memoria no es lo que se dice un artefacto bien engrasado. - le dijo con una sonrisa de disculpa. Tenía pensado decírselo en el tren, pero al dormire... era un completo desasastre.- Creo que esta mujer podría ayudarnos, pero la entrada que encontré en el libro de registros era muy antigua... Y ahora no tengo ni idea de donde buscar. - dio un pisotón en el suelo enfadada, asustándo a una mujer que llevaba gallinas colgadas por las patas en un palo.

Contempló a los animales horrorizada, pero tuvo suficiente agilidad para inclinarse a modo de disculpa con la airada mujer. Qué gente tan... extraña, no pudo evitar pensar con una media sonrisa.

Miró a Jaylen en busca de alguna idea, pues a ella se le habían agotado. Y si había akumas en al ciudad no era demasiada buena idea permanecer allí paradas... además del sol. Siempre el sol.

Pagaría millones por una maldita nube en el cielo. Y daría su alma a cambio de ayuda. Por muy irreverente que fuese tratar con el diablo.

Ah, ojalá estuviese en el frío norte...
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Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ] Empty Re: Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ]

Mensaje por Invitado Vie Dic 11, 2009 4:29 pm

Se dejaba llegar por Nine, por las calles de la ciudad, le resultaba extraña, aunque en su hogar no es que fueran un ejemplo de la igualdad entre hombres y mujeres no habían llegado aún al extremo de obligarlas a humillarse al punto de tener que ocultar sus rostros.

Conocía algo sobre la religión mayoritaria en ese lugar, en el internado eran poco dados a mostrar otras religiones que no fueran la que profesaba el convento, como un acto supuestamente lógico por parte de la prelada. Por las cosas que sabía de ese lugar, los idiomas que se hablaban eran el árabe y francés, una poca mayoría se defendía en inglés, normalmente la gente que poseía un mayor capital que el resto, y en general la gente que podía permitirse tener mayor cultura.

-Tengo el presentimiento de que tienes razón, estamos en desventaja, al ser alguien de fuera y representar a la orden oscura nos vaya a poner muchos problemas para averiguar que es lo que está pasando aquí. –Comentó, tras quedarse varios minutos en silencio contemplando las diferentes tiendas que había por la calle principal y por donde se extendía el bazar. –Sin embargo estos uniformes son algo más que un simple distintivo entre el resto de los miembros de la orden… Pero el deber, es el deber como has dicho. –Terminó por acceder la otra exorcista, mientras observaba los accesorios que colgaban de su chaqueta negra.

Si una cosa tenía en claro y que compartía con Nine es que esa misión le pedía mucha discreción, e ir con esas ropas, llamaba demasiado la atención entre los ciudadanos, y pronto se sabría de su llegada. Cuanto menos supieran de ellas sería mejor, pero a ese paso todos sabrían incluso que hacían ellas ahí antes de haber incluso empezado.

Su compañera dio media vuelta de forma súbita, tendiéndole una nota donde había parecía haber unas indicaciones, la observó con expresión ausente.

-Perdona que no lo mencionara, mi memoria no es lo que se dice un artefacto bien engrasado. –Le dijo la chica, pudo entrever como Nine esbozaba una sonrisa de disculpa por haberse olvidado de decírselo, le sonrió de vuelta carecía de la menor importancia, al fin y al cabo no lo había hecho queriendo. –Creo que esta mujer podría ayudarnos, pero la entrada que encontré en el libro de registros era muy antigua… Y ahora no tengo ni idea de donde buscar.

Cuando Nine dio el pisotón en el suelo, desatando la ira de una mujer con gallinas colgadas de un palo, la visión extraña y a sus ojos ligeramente surrealista le obligó a centrarse en las notas para disimular la expresión divertida que ahora adornaba su rostro, por alguna razón sabía que si la mujer se percataba de aquel detalle iba a molestarse mucho.

Observó el lugar, el sol le molestaba mucho, y las ropas oscuras le sumaban más calor aún, estaba segura que si se le pudiera ver la cara desde la posición en la que estaba, la gente vería que se estaba derritiendo casi literalmente.
-Permíteme intentar encargarme de esto Leány. –Dijo la exorcista con media sonrisa.

Caminó hasta un puesto cercano a donde ellas se encontraban, donde uno de los mercaderes más insistentes seguía ofreciéndole algo que no estaba muy segura de lo que era, algún tipo de especia que no lograba reconocer por el aroma.

Mantuvo la distancia, pues sabía que eran muy quisquillosos con las relaciones y la forma de comportarse era diferente ahí que en norte.
-Me equivoco si pienso que comprende mi idioma? –Preguntó, esta vez sin sonreír, y sin permitir que cortara el contacto visual.

El hombre asintió, pero no conforme con eso, le acercó un puñado de lo que fuese que fuera aquella especia bajo la nariz, y soltó una frase larga, con rapidez y con un acento de mil demonios, en la que pudo comprender solo las palabras “de la mejor calidad”.

Dio un paso atrás para alejar ese olor penetrante de sus fosas nasales.

-Escúcheme, señor. –Dijo Jaylen apartando la mano del mercader con toda la amabilidad que le fue posible. –Le compraré lo que quiera, si usted me dice donde puedo encontrar esto. –Sugirió la chica, moviendo la nota donde estaban las indicaciones de donde podrían encontrar a la mujer Kaidish Fareid.

El hombre observó con desconfianza a la chica, pero la avaricia pudo con él y terminó por acceder a cambio de que le comprara varias cosas del género que ofrecía, atrayendo así a más miradas curiosas.

Jaylen se encogió de hombros y se acercó de nuevo a Nine, con aire resignado.
-El deber, verdad? –Se repitió más para ella que para su compañera, mientras tomaba de la mano a la exorcista, y empezaba a caminar siguiendo las indicaciones que le habían dado. –A veces desearía poder tener una apariencia intimidante, así algunas cosas me saldrían más baratas. –Bromeó mientras giraba hacia una esquina.

Cuanto más caminaban, parecían alejarse lo suficiente como para poder andar sin sofocarse por el olor que desprendían ciertas personas, pero seguían estando cerca del núcleo de aquel cúmulo de mercados que formaba el bazar.

-Si me ha dado mal las indicaciones de donde se encuentra esa mujer, Kaidish Fareid… Prefiero no pensarlo. –Terminó diciendo mientras se detenía frente a una tienda, tenía un pequeño rotulo de madera sobre ella, usando colores cálidos, era de las pocas tiendas que se refugiaban tras unas puertas de madera y cristal, parecían correderas, en un lateral de esta había un símbolo que recordaba a una clave de fa, como el mercader le había dicho. –Si no se ha equivocado, es aquí. –anunció, mientras observaba a Nine con una pizca de emoción, a la vez que abría levemente la puerta, tenía un aspecto sumamente normal como cualquier otra tienda que pudiera ver en el bazar, el olor profundo a incienso y la cantidad del humo que las varillas desprendían, le dieron la sensación de estar entrando en un lugar completamente diferente al que habían estado hasta ahora.

-Bienvenidas a mi establecimiento, extranjeras. –Dijo una voz desde el fondo de la estancia, la mujer que se encontraba ahí vestía las mismas ropas que cualquier otra mujer que se había encontrado en Agadir, aunque el color rosado de sus prendas contrastaban con el color cobre de la decoración de la tienda. -¿Puedo hacer algo por vosotras?

Jaylen observó a la mujer, y luego a Nine, antes de decidirse a hacer algo, terminó por entrar en la tienda dejando paso a su compañera.
-Buscamos a Kaidish Fareid. –Dijo la chica con simpleza, sus dedos rozando levemente el abanico, nunca sabía que era lo que podía ocurrir, y Sei le había al menos enseñado que no podía fiarse de cualquier desconocido.

-Habláis con ella, exorcistas. –Replicó la mujer, haciendo una señal a ambas chicas para que se acercaran. –Venid, hay muchas cosas de las que hablar.

Jaylen ladeó la cabeza mirando a Nine con una ligera nota de duda, sin estar muy segura de si debía hacer caso a la mujer, por lo que se quedó plantada a la puerta junto a su compañera.
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Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ] Empty Re: Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ]

Mensaje por Invitado Sáb Dic 12, 2009 4:53 pm

Sonrió cuando Jaylen volvió de hablar con el vendedor que al aparecer le había conseguido empaquetar varias cosas. Eran unos malditos timadores, aquellos árabes.

- No te preocupes, -le dijo a su amiga, pues ya la consideraba como tal, suavemente para que no pensara que le daba pena o algo así. - Creo que eso nos pasa a todas las chicas, y sobre todo si no somos muy altas. - añadió con una mueca de disgusto. Nunca le había gustado su estatura.

Se alegró de que hubiera encontrado una solución rápida, y pensó sorprendida en que su compañera hablaba muchos idiomas...

Le recordaba a su hermano y no sabía porqué. A fin de cuentas a Sei siempre le habían encantado las diferentes lenguas que se hablaban en el orfanato. Con cinco años había aprendido mucho más que ella...

Al recordarlo sintió una pequeña punzada dolorosa en el pecho, pero no se inmutó. Tiempo al tiempo. Primero tenía que volverse lo suficientemente fuerte... luego ya le encontraría. Era su promesa.

Se dejó guiar por Jaylen a través de las intrincadas calles del bazar, y de pronto allí estaba.

Ante ellas se alzaba una antigua construcción, que pasaba completamente desapercibida en medio de los brillantes colores que adornaban las diferentes casas circundantes. EL lugar le pareció bastante agradable, pero sintió que un aura emanaba de el, como una especie de disfraz... Quizá así había conseguido pasar desapercibido.

Devolvió la mirada de leve emoción que le dirigió su compañera, pues ella también se sentía un poco afectada. No tenían ni idea de lo que les esperaba... y aquello era lo que lo hacía más emocionante.

Al abrir la puerta, la mezcla de olores que saturaba el ambiente casi le hizo toser, pero se contuvo pues había notado enseguida la presencia de una mujer en el interior y no quería que se lo tomara como una muestra de mala educación. A fin de cuentas, ya habían comprobado lo susceptibles que podían llegar a ser.

Notó que Jaylen se tensaba y le colocó suavemente la mano en el brazo que sujetaba a Whistle para tranquilizarla. La inocencia no les serviría de nada contra una humana, debían ser cautelosas...

- Habláis con ella, exorcistas. –Replicó la mujer, haciendo una señal a ambas chicas para que se acercaran. – Venid, hay muchas cosas de las que hablar.

Jaylen la miró y pudo notar el recelo que sentía. Nine suspiró cansada. Ella estaba muy acostumbrada a desconfiar de todo el mundo que le hablaba y no era lo que se dice muy social, por mucho que su contacto con Azura la hubiese vuelto más humana. Así que colocándose su mejor máscara se dispuso a observar a la mujer que les había hablado.

Había captado en su tono un deje de superioridad que no le había gustado. Deseaba atribuirlo a la edad de la mujer, que parecía superar los 40 años y que por ello hablaba así a unas personas más jóvenes. Pero debía respetarlas. No consentiría otra cosa.

Comenzó a mirarla desde la cabeza, manteniendo la expresión fría y austera y clavando sus rojizos ojos en los marrones de ella. Sabía de sobra que la gente no aguantaba demasiado su mirada por lo extraño de su color, y no le molestaba en absoluto. Así fue. Al poco rato, apartó la mirada nerviosa, como a modo de disculpa.

Nine, satisfecha con su respuesta siguió descendiendo centrándose en sus manos regordetas y cargadas de pulseras de oro, pasando por su barriga que se dejaba entrever por mucho que la tela disimulara su figura, y terminando en sus pies, descalzos y con las uñas pintadas de un tono de rojo barato.

Cuando su mirada volvió a su rostro, sabía que la estaba contemplando, así que la ignoro a propósito y clavó la vista en la tienda.

Inspeccionó los diferentes detalles, deteniéndose en una puerta trasera tapada con unos cortinajes rojo-dorados que parecía dar a uno de esos famosos jardines interiores árabes y volviendo de nuevo a posarse en su persona.

Tan solo enarcó una ceja. Aquello era todo?
Fue el golpe de gracia.

La mujer suspiró y se retorció las manos un momento, tras lo cual pareció tomar una decisión y se les acercó.

- Maestra exorcista... si la he ofendido de alguna forma.. discúlpeme pues no era mi intención. - cielos, Nine se sentía un poco culpable pero no debía flaquear y lo sabía. Así que la interrumpió.

- No debería disculparse conmigo, buena mujer, sino con mi compañera. No estamos aquí de visita de ocio, como ya se habrá percatado. Buscamos información y necesitamos ayuda para pasar desapercibidas. Si no nos la puede proporcionar, no perderemos el tiempo. Espero que lo tenga claro. -comentó sin alterar el tono de voz en ningún momento y sin mirarla. Tan solo se giró un segundo y miró a Jaylen, para guiñarle un ojo e indicarle que le siguiera el juego. No quería asustarla, sabía que aquellos modales y aquella forma de hablar le hacían parecer una persona completamente diferente. Pero las monjas se lo habían enseñado, y jamás debía olvidarlo, pues era algo muy útil.- Le sugiero que no crea que puede jugar con nosotras. - ahora si miró a la mujer, y lo hizo con verdadero desprecio.

La pobre tembló ligeramente y luego suspiró. Nine la miró sorprendida. Entonces dio dos palmadas y las volvió a mirar con los ojos brillantes.

- Oh, maestras, no me miren así. - le hizo gracia la diferencia en el tratamiento, pero estaba algo sorprendida por el cambio sucedido en la actitud de la mujer. La intimidación había funcionado demasiado bien? - Madame Kairish es muy conservadora con sus intereses, tan solo las estaba probando. Ella ya sabía que ustedes vendrían, de hecho las estábamos esperando. Lo del bazar era una prueba, queridas, al igual que esto. Queríamos saber de que pasta estaban hechas. - dijo con alegría.- Y la han superado con nota, mis queridas niñas. Mujer precavida vale por dos, decía mi madre, si si...- Con un remolino de faldas y velos se dio la vuelta y se acercó a la cortina que cubría la puerta trasera. Una vez allí les sonrió encantada.- Ahora si son tan amables de acompañarme, me encantaría llevarlas ante ella.
Nine no salía de su asombro. Una... prueba?? Ni en mil años se... había sido pura casualidad.
Miró a Jaylen para ver si estaba tan sorprendida como ella, y sacudió la cabeza. Realmente astuta... aquella mujer misteriosa le intrigaba bastante.

Se giró de nuevo, y contempló a la sustituta con una sonrisa amenazante.
Oh, aquello se estaba poniendo divertido, pensó mientras echaba a andar hacia los perfumados dominios de la misteriosa mujer.
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Mensaje por Invitado Dom Dic 13, 2009 5:29 am

Toda la situación podría haber molestado a cualquier persona con el carácter ligeramente irritable, por tener que ser sometidos a pruebas cuando ellos eran los que se arriesgaban a que pudieran hacerles daño llevando los distintivos de la orden, quizás también podría haber reaccionado con ligera sorpresa como Nine lo había hecho.

Jaylen que aún seguía en silencio procesando toda aquel momento surrealista que les habían obligado a protagonizar, desde un punto de vista más neutral aceptó que las medidas que había adoptado su compañera para dejar claro que no se iban a amedrentar por nadie, aunque ese alguien fuera mayor que ellas, era un buen método.

Por otra parte no aceptaba el hecho que la gente ahí estuviera dispuesto a jugar con ellas, era lo único que quizás lograba molestarle quizás porque ese mismo trato, quizás de un modo levemente diferente era el que normalmente recibía por parte de muchas personas.

Al sentir como Nine se ponía en marcha, emprendió camino detrás de ella, adentrándose en aquel jardín, siguiendo el camino que la señuelo de Kairish les marcaba.

Nunca había visto un jardín típico de los de esa zona, había leído sobre ellos, pero no había albergado esperanzas de ver uno con sus propios ojos, le sabía irónico ese momento, tanto que se permitió medio sonreír.

Pasaron cerca de una alberca con frontal de azulejos junto al frontal de esta, en espaldera crecían dos enormes frutales, el camino que pisaban con sus botas ya manchadas por la arena y el polvo que había en las calles, era de ladrillo de barro trabajados en espiga. Los setos estaban bien trabajados y eran de lavanda. También pudo entrever varios naranjos y limoneros, y varios arbustos con función ornamental, que olía sospechosamente a jazmín.

Mientras caminaban los ojos de la exorcista se movían de un lado a otro producto de la emoción que le producía lo que se presentaba frente a ella, algo desanimada al no poder admirar del todo la estructura del lugar.

La mujer se detuvo frente a una puerta, enmarcada en un arco de herradura, se giró hacia ellas con una sonrisa cohibida, quizás aún con algo de respeto por lo que había ocurrido en la tienda hacía escasos minutos.

-Maestras exorcistas, les agradecería si pudieran hacer el favor de quitarse el calzado antes de entrar, pues esta casa requiere mucho cuidado y sería una lástima que fuera manchada por accidente. –Les dijo lo más amablemente que pudo, a Jaylen ahora le parecía que esa mujer lucía incluso más menuda que ella, intentó no sonreír por como había cambiado de actitud de un momento a otro y dirigió una mirada socarrona a Nine.

Sin embargo, por respeto a la mujer llamada Kaidish Fareid y por la otra mujer sin nombre, se soltó las hebillas que ajustaban sus botas, y se las quitó con cuidado, dejándolas en un rincón, con algo de recelo, le había sido difícil acceder a usar esas botas tan diferentes a las suyas, quizás porque estas tenían un toque más femenino de lo que a ella le hubiera gustado. Una vez cumplido con la petición suplicante de la mujer se adentraron en el lugar.

La habitación era de colores dorados con detalles azulados, las paredes estaban decoradas con platos y especias varias, le pareció un detalle gracioso.

-Este es el zaguán. –Anunció la mujer. –Esta conectada a la cocina y el aljibe, por aquí también podemos llegar al comedor y la sala del té. Ahí os espera madame Kaidish, seguidme.

Jaylen intentó no sonreír demasiado, al tener la sensación que más que parecer que iban a encontrarse con alguien, daba la apariencia de que estuvieran teniendo haciendo una visita turística a una casa típica de ahí, ante las explicaciones que la mujer daba por cada lugar que pasaban antes de llegar a la sala del té.

La sala tenía una decoración parecida a la que habían estado anteriormente, su atmosfera estaba algo condensada por la cantidad de incienso que había. Pudo vislumbrar una mesa grande y redonda de madera en el centro de la habitación, sobre ella había varias teteras, en el centro de esta se encontraba una argila (pipa de fumar típica de ahí), y había varios cojines mullidos que rodeaban el mueble de madera.

-Bienvenidas seáis a mi casa exorcistas. –Dijo una voz que provenía de la mujer de ropas verdes que se encontraba sentada cerca de la mesa de madera, y que hasta ahora parecía pasar desapercibido por el pesado humo que creaba aquella narcótica atmosfera. –Recibid mi más sinceras disculpas por el pequeño teatro que me veo obligada a montar tanto por mi seguridad como por la vuestra. Los tiempos cambian, y hoy en día todo es más peligroso que antaño. –Anunció la mujer, mientras se ponía en pie.

Jaylen no dijo nada porque le sorprendía la manera extravagantemente amable que usaban para hablar, tenían un control del idioma superior al suyo propio. Hizo una leve inclinación como respuesta, no tenía ganas de hablar, más bien solo le apetecía escuchar lo que la mujer que lo único que mostraba de su apariencia eran unos grandes y cansados ojos de color turquesa.

-Antes de comenzar, dado que ya sabéis quien soy yo, me gustaría al menos conocer el nombre de mis invitadas, y de las responsables de poner fin a tan horribles sucesos que acontecen Agadir el día de hoy. –Dijo la mujer, haciendo que
Jaylen arqueara una ceja y observara de reojo a Nine, sintiéndose levemente incomoda por lo extraña que le parecía esa mujer al hablar.

-… Jaylen Erdély. –Dijo finalmente mientras volvía a inclinar la cabeza como forma de respeto.

La mujer esperó a que ambas chicas se presentaran antes de invitarlas a sentarse junto a ella.

-Nuestra información es algo limitada, hoy en día es muy difícil conseguir la confianza de la gente, sobretodo cuando se vive bajo una amenaza constante, últimamente la gente de esta ciudad tiene miedo, por eso no serán fuentes fiables para vosotras si no conseguís ganaros de algún modo su confianza. –Comentó la mujer, una vez las exorcistas se hallaron sentadas. –Os explicaré lo que sé estimadas exorcistas, pero antes quiero que sepáis que podéis tomar lo que os apetezca mientras os expongo lo que sé, sentiros como en vuestro hogar.

Jaylen no se movió del cojín de donde se había sentado, no sin cierta incomodidad, prefería las sillas occidentales. Tampoco tenía pensado tomar nada, pero la mujer señuelo le puso una taza de un gracioso color anaranjado debajo de la nariz, que la exorcista tomó a regañadientes para no parecer maleducada o desagradecida.

-Empezaré por hablaros de las defunciones, como bien sabréis los ancianos fueron murieron porque se les extrajo la totalidad de sus huesos, sin embargo no se les encontró ninguna cicatriz o marca que indicara como se les pudo haber extraído. –Explicó mientras tomaba un poco de su té, Jaylen la imitó con un movimiento impasible, y su rostro no indicó lo mal que le supo aquella sustancia líquida. –He podido saber que estos ancianos tenían algo en común, todos, sin excepción estaban enfermos, su enfermedad estaba ubicada en el hígado. Eran tratados por unos sanadores, de una Orden hospitalaria, sus cuerpos, o lo que queda de ellos, siguen ahí. Están siendo estudiados por la gente de ese centro. –Explicó mientras volvía tomar otro trago de su té. –Del predicador, su nombre es Al Kadar, y poco sabemos de él, llegó dos semanas antes de que empezara a hacer publicas sus premoniciones. El lugar en el que reside esta en un barrio apartado del bazar, lo tienen custodiado con recelo, puesto que varios familiares de los difuntos han intentado agredirle, muchos creen que es el culpable de esas muertes, o que el mismo las incitó. –La mujer se detuvo y observó a las chicas sumiéndose en un silencio que duró algo más de unos dos minutos. –Básicamente eso es lo que sabemos hasta ahora, antes de proseguir me gustaría que hicieras cualquier pregunta que os haya surgido desde aquí.
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Mensaje por Invitado Dom Dic 13, 2009 5:09 pm

Desató los cordones de sus botas suavemente mientras inhalaba para ir asimilando la mezcla de perfumes que les esperaban más adelante.

Parpadeó levemente cuando la luz le dio en la cara. El cambio con la atmósfera un tanto agobiante del interior de la tienda era verdaderamente sorprendente. Y agradable.

El sonido de las fuentes de agua se filtraba a través de las delicadas molduras de intrínsecos y hermosos grabados. Aves de diferentes colores cantaban en lo alto de una palmera con dátiles. Un grupo de muchachas en los balcones superiores reían alegres mientras sacudían unas sábanas.

El sonido de sus risas parecía combinarse con el de las gotas de agua cayendo, para crear una harmonía que la dejaba muda sin proponérselo tan siquiera.

Sorprendente la enredadera caprichosa que trepaba por uno de los muros de piedra caliza, alzándose y entrelazándose en los huecos que dejaban las balaustradas. El olor a jazmín y gardenia se colaba hasta el último recoveco de tu alma.

Nine inspiró profundamente. La calma se apoderó de ella al igual que si se sumergiera en el precioso estanque central, repleto de nenúfares entre los cuales se dejaban ver de cuando en vez los pequeños pececillos color naranja dorado... Y realmente se moría de ganas por hacerlo.

Era... hermoso. Y la palabra se quedaba corta.

En el norte jamás había visto algo así. Las plantas no resistían el frío... y las que si lo hacían no tenían aquellos colores ni olores... Era algo que solo se había permitido soñar mientras leía en la rica biblioteca del convento.

Los antiguos grabados árabes que había encontrado en los libros sobre los jardines secretos donde se reunían las mujeres no le hacían justicia...

Se juró guardar todo aquello bajo candado en su memoria. Nunca se permitiría olvidarlo.

Siguieron a la mujer, atravesando las diferentes estancias de la casa. Nine callaba y lo despachaba todo con un solo vistazo... realmente deseaba volver al jardín...

-Bienvenidas seáis a mi casa exorcistas. –Dijo una voz que provenía de la mujer de ropas verdes que se encontraba sentada cerca de la mesa de madera, y que hasta ahora parecía pasar desapercibido por el pesado humo que creaba aquella narcótica atmósfera. –Recibid mi más sinceras disculpas por el pequeño teatro que me veo obligada a montar tanto por mi seguridad como por la vuestra. Los tiempos cambian, y hoy en día todo es más peligroso que antaño. –Anunció la mujer, mientras se ponía en pie.

Nine la contempló, entrecerrando los ojos a causa del humo. No se sintió impresionada...o al menos no lo quiso mostrar. Su único pensamiento fue que por fin aparecía. La verdad, su mente estaba demasiado centrada en guardar lo que antes había visto, y por ello no le prestó mucha atención.

Sin embargo la mujer si lo hizo. Tras examinar a Jayeln, clavó su profunda mirada turquesa en ella, como si le leyera el alma.

Nine la miró, ladeando la cabeza mientras esbozaba una sonrisa divertida. Así que la señora quería jugar...

- Antes de comenzar, dado que ya sabéis quien soy yo, me gustaría al menos conocer el nombre de mis invitadas, y de las responsables de poner fin a tan horribles sucesos que acontecen Agadir el día de hoy.

Como si no lo supieras ya, pensó Nine muy divertida. No entendía que pensaba aquella mujer, pero no iba a dejarse confundir. Sintió la mirada de Jaylen sobre ella, pero no se permitió dirigirle una a su vez, por si ella se daba cuenta y adquiría ventaja.

Escuchó como Jaylen se presentaba y se dio cuenta de que le tocaba a ella.

Sin cambiar su postura y sin dejar de sonreír, se decidió a hablar suavemente, modulando el tono de voz como hacía la extraña mujer.

- Llámeme Nine, si no le importa. - dijo simplemente. Era muy consciente de que aquella persona conocía su nombre completo así como cualquier dato que considerase importante. Lo único que quería era impedir que la llamase Nimüe. Aquello no se lo consentía a nadie.

La mujer esperó a que ambas chicas se presentaran antes de invitarlas a sentarse junto a ella.

Vio que Jaylen mantenía la compostura, así que ella podía mantenerse alerta. Declinó la oferta y se dirigió a una ventana baja con un hermoso marco de madera, que daba al jardín. Al menos allí el aire estaba menos saturado.

Se sentó allí,con los brazos cruzados y la mirada vagando de la mujer a la puerta, para controlar quien entraba y salía.

La madame la contempló con el ceño levemente fruncido pero enseguida disimuló su leve muestra de emoción.
Su sonrisa se hizo más amplia. La tenía totalmente calada, y ella no sabía a qué atenerse, pues Nine no se estaba comportando como solía.

La verdad, le encantaría sentarse con Jaylen y beber algo del maravilloso té árabe, que de seguro a su compañera le parecería asqueroso, pero ella, como todos los ingleses, estaba acostumbrada y lo apreciaba.

Pero debía mantener su postura desafiante. Se jugaban mucho más de lo que parecía en aquella conversación. Quizá se estaban jugando el éxito de la misión.

-Nuestra información es algo limitada, hoy en día es muy difícil conseguir la confianza de la gente, sobretodo cuando se vive bajo una amenaza constante, últimamente la gente de esta ciudad tiene miedo, por eso no serán fuentes fiables para vosotras si no conseguís ganaros de algún modo su confianza. –Comentó la mujer, una vez las exorcistas se hallaron sentadas. –Os explicaré lo que sé estimadas exorcistas, pero antes quiero que sepáis que podéis tomar lo que os apetezca mientras os expongo lo que sé, sentiros como en vuestro hogar.

A Nine aquello no le pasó desapercibido, pues era otro intento por hacer que volviera a la mesa. Se sintió descortés pero se mantuvo firme.

Al final, ella fue la que tuvo que ceder. Con un gesto de mano, ordenó a la mujer que las había acompañado hasta allí que acercara unos pastelillos y una taza de té a Nine.

Los recibió con una sonrisa, y mientras daba pequeños sorbos al te de melocotón y ruibarbo que le sirvieron, escuchó y absorbió todas las palabras de la mujer.

Básicamente eso es lo que sabemos hasta ahora, antes de proseguir me gustaría que hicieras cualquier pregunta que os haya surgido desde aquí.

Se dio cuenta de que la mirada de la mujer se posaba automáticamente en ella, por lo que sonrió pero lo disimuló bebiendo lentamente de la taza.

- Me gustaría ver los informes de la Orden sanadora en cuanto sea posible, así como cualquier análisis de las substancias que hayan podido encontrar hasta el momento. - le comentó incorporándose ligeramente y cogiendo una galleta. Hablaba como si aquello no fuese importante, como si estuvieran conversando sobre cualquier cosa mundana.- También quisiéramos poder hablar con las familias de esas personas, y por supuesto le preguntaré a usted, pues me parece que tiene los contactos necesarios, si alguna vez los hombres muertos y el famoso predicador habían coincidido en algún lugar. Quiero saber todos los movimientos de ese hombre, -dijo clavando los ojos en los de la mujer- desde el momento en que puso un pie en 'su' ciudad hasta que ha sido retenido, por, déjeme adivinar, sus hombres. Me equivoco? - en verdad no necesitaba ver el breve gesto de negación de la mujer para saber que no.- Y por último, hablaremos con el hombre en cuestión. - no era una petición y ambas lo sabían.

Contempló a su compañera por si había algo más que quisiera saber y luego devolvió su mirada a la mujer.

- Si le ha surgido alguna duda hasta ahora me gustaría que la expresara antes de que prosigamos. -le comentó despreocupadamente usando palabras similares a las de ella mientras mordía contenta una galleta de almendras.-Jaylen, deberías probar esto. Quita el amargor del te. - le señaló a su compañera con una gran sonrisa.

La mujer las miró como si dudara, detalle que no se le escapó. Y luego sorprendiéndola se levantó.

- Realmente los tiempos ya no son lo que eran. Antes los exorcistas se habrían quedado al margen al no mencionar la inocencia ni los akumas, pero veo que ustedes están realmente decididas a cumplir su misión. Bien. -dijo alisando una arruga imaginaria en su ya perfecta falda.- Acabemos con toda esta charla. Supongo que es hora de que les muestre algo.

Nine la miró y apretó las manos para disimular un ligero temblor. Aquello le había costado más de lo que pensaba. Estaba retando a una mujer muy poderosa.

- Ah, y por cierto... - dijo dirigiéndoles una mirada cariñosamente disgustada- deberán cambiarse para el lugar al que vamos. Si entran con esas ropas, las despedazarían al momento queridas. -les comentó con un brillo peligrosos en los ojos.

Se le calló la galleta dentro de la taza del té. Por fin empezaba a mostrar sus cartas, pensó mientras se terminaba la taza y mordisqueaba la galleta pensativa.

La mujer las acompañó fuera y las despachó con una criada que las condujo hasta una habitación llena de telas brillantes y suntuosas. De arriba a abajo, toda la habitación contenía diferentes rollos de tela y bordados, accesorios y demás... estaban ante la modista de la propia madame.

Allí dentro se encontraron rodeadas por tres mujeres con cintas métricas y alfileteros, que comenzaron a tocarles la ropa y a hablar muy rápido. Estaban dirigidas por una esbelta mujer mayor con cara de malas pulgas, que las miró y con dos palmadas ordenó a las otras tres que se retiraran.

- Bien señoritas... no son ni tan morenas ni tan altas como me gustaría, y desde luego les hace falta comer un poco más. - dijo en un perfecto inglés.- Pero las haré pasar por damas árabes como me llamo Miss Dawney. Oh, vaya que lo haré. - dijo con el ceño fruncido mientras les señalaba los espejos que tenía detrás delante de los cuales se hallaban una especie de plataformas de madera no muy elevadas del suelo y con forma circular, que le recordaron momentáneamente a las plataformas donde estaban subidos los maniquíes de las tiendas, y se remangaba como si se preparara para una ardua tarea.

Nine no pudo contener una carcajada y mirar a Jaylen para ver si estaba tan apabullada como ella.
Ahora querían vestirlas. Ciertamente era interesante, pensó mientras se dirigía a la plataforma de la izquierda y se subía, todavía con una sonrisa pintada en la cara.

Aquello era de locos.
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Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ] Empty Re: Misión a Agadir [ exorcistas Jaylen & Nine ]

Mensaje por Invitado Lun Dic 14, 2009 2:43 pm

Se mantuvo en completo silencio durante la conversación, por alguna razón pareció que su persona había vuelto a quedar opacada por la aparentemente fuerte personalidad de Nine, la cual a ojos de la mujer que se hallaba frente a ella era con la que debía tener más cuidado. Si no fuera porque estaba acostumbrada a vivir bajo la sombra de personas que en teoría eran mejores que ella, y por la eterna marginación a la que se vio sometida desde su más tierna infancia por ser como era, quizás aquello, le hubiera molestado, sin embargo solo añadió más silencio por su parte como respuesta a esa situación.

Por mucho que la mujer hablara le parecía que estás estaban vacías, estudiadas con severidad para que no denotaran nada más de lo que ella quería mostrarles, en una cosa estaba de acuerdo con esa mujer, Kaidish Fareid, y era que en los tiempos que se veían obligados a vivir, no confiaba en ella porque era obvio que les ocultaba algo, podía nota como a los ojos de la mujer ellas no eran más que posibles estorbos para sus ambiciones.

-Jaylen, deberías probar esto. Quita el amargor del té.

No dijo nada, absolutamente nada alargó el brazo de manera automática para tomar una de las galletas a las que se refería Nine, y la mordisqueó. Sus ojos apenas parpadeaban y aunque pocas veces se detuvieron en su compañera o en la mujer de ojos turquesas, observaba el lugar en el que aparentemente solo había cuatro personas. Lo bueno de aquel humo que parecía ser estático se movía en direcciones diferentes con pequeñas corrientes de viento producido por un movimiento de brazos, por mover el cuerpo levemente, incluso por el aliento de uno. Esas pequeñas sutilezas y el leve sonido que producía el movimiento de la ropa que portaban esas personas, había contado que estaban rodeadas, al menos por otros cinco individuos que no se habían dejado ver.

La pequeña amenaza que escondía las ultimas palabras de la mujer le hizo sonreír, sin duda Fareid iba a anteponer sus seguridad por encima de la de las exorcistas, aunque eso significara tener que ayudarlas en todo. Una manera en la que se les demostraba que el miedo, podía ser incluso un aliado para ellas, por muy rastrero que fuera, quizás sería la única manera en la que obtendrían algo.

No comprendía lo que decían aquellas mujeres cuando tocaban su uniforme, aunque se obligaba a recordar algunas de las palabras que estas decían, lo bueno de que nadie esperara nada de ella, es que podía centrarse en algunas otras cosas que aparentemente no tenían importancia.

-Bien señoritas... no son ni tan morenas ni tan altas como me gustaría, y desde luego les hace falta comer un poco más. -les dijo la modista de aquella mujer, tuvo la sensación de que le apetecía responderle de una manera muy maleducada pero se obligó a callarse, sorprendiéndose a si misma por sentir esa necesidad. -Pero les haré pasar por damas árabes como me llamo Miss Dawney. Oh, vaya que lo haré. -Comentó casi con chispas saliéndole de los ojos, Jaylen prefirió ignorar su propia opinión acerca de las palabras de la mujer.

Sonrió levemente a Nine al escuchar su carcajada a la vez que subía a la plataforma de la derecha, sin embargo ella no le veía nada de divertido al hecho de estar frente a todos aquellos espejos, ahí era difícil controlar con una mediana facilidad si volvían a ser observadas por los mismos individuos que habían estado en la sala del té.

-¿Qué hace? -Inquirió Jaylen al ver como la mujer sacaba unas tijeras a la vez que se acercaba a ella. -Si lo que quiere es quitarme la ropa, puedo hacerlo yo sola, si necesidad de que me la toque.

-¿Qué necesidad tienes de desear la integridad de estas prendas que son un asesinato a la vista de las personas?-Comentó la mujer divertida ante las palabras de Jaylen.

-... Hay otras maneras de asesinar la vista de uno. -Le respondió, ligeramente sorprendida por las palabras que le había dedicado. -Ahora le pido que responda y me diga que es lo que va a hacer con esas tijeras.

La mujer chasqueó con la lengua y llamó a una de las doncellas a las que había despachado hacía largos y eternos minutos, entregándole las telas con las que había estado trabajando hasta ahora, hablándole rápidamente.

-Síguelas, se encargaran de arreglarte... o al menos conseguir adecentarte. -Comentó mirando con desagrado el cambio en la tonalidad de piel, bajo la cuenca ocular de la chica, una de las cicatrices que habían quedado de las heridas producidas durante el asedio a su antiguo hogar.

-Gracias. -Dijo secamente, creyó que estaba siendo irónica, pero estaba del todo segura, normalmente estaba acostumbrada a no tener ninguna reacción.

La chica siguió a las doncellas, lanzándole una mirada de soslayo a su amiga antes de desaparecer de la habitación, siendo acompañada por una de las tres doncellas a una habitación cercana a la que había estado hasta ahora. Pudo observar que las chicas se movían por pasadizos o pasillos diferentes por los que a ellas las conducían, escondidos tras puertas y tapices siendo solo descubiertos cuando ellas abrían las puertas con unas llaves que escondían por algún lugar de su atuendo.

Jaylen se dejó vestir por la chica, la cual era sumamente silenciosa, aparentemente comprendía el inglés pero no sabía hablarlo y el único idioma en el que podía comunicarse oralmente era el árabe, sin embargo resultó ser una chica sumamente agradable, cuyos gestos lograba que Jaylen comprendiera lo que le pedía. El proceso de vestirla, con prendas de un color azul apagado, fue lento y tedioso, pero tuvo que admitir que las telas con las que su nuevo atuendo estaba hecho no la sofocaban tanto como el uniforme de la orden.

Le fue extraño girarse hacia el espejo y solo encontrar a la vista sus ojos, la visión le creo curiosidad, por alguna razón había esperado sentirse más afectada al tener la totalidad de su cuerpo cubierto pero en realidad, lo único que realmente le hubiera hecho parecer diferente, hubiera sido llevar los ojos cubiertos también.

Entró otra doncella con aspecto apurado, hablando rápidamente con la otra chica, la cual había estado todo el tiempo con Jaylen, ayudándola a vestirse y observando de que no hiciera nada extraño, quizás por eso posiblemente las habían separado, para ver como se comportaban estando solas.

Las chicas seguían hablando en susurros recogiendo la habitación con rapidez y con un una nota de histeria en su voz, mientras la observaban de soslayo, finalmente la que había acabado de entrar salió por una de esas puertas que llevaban por los pasillos del servicio, dejándola acompañada por la chica que hablaba también por lenguaje de signos.

-Ah... disculpa. -Dijo Jaylen mientras le hacía una seña a la chica. -¿Donde puedo guardar el uniforme? -Preguntó mirando de reojo su uniforme de exorcista.

La doncella la miró, como si estuviera más que acostumbrada a escuchar el ingles, a pesar de que no lo supiera a hablar, con un gesto afirmativo, tomó el uniforme y le mostró como lo dejaba bajo uno de los muebles que había en la habitación, le pareció un acción curiosa, pero no dijo nada se limitó a seguir a la chica que junto con otro gesto de sus manos le indicó que la siguiera.

Mientras caminaban escuchaba a la doncella hablar en su idioma natal en susurros, le sorprendió que hablara estando sin la compañía de las demás chicas, por lo que algo le dijo que le estaba dirigiendo de una manera disimulada a ella, sobretodo cuando de una manera descarada le mostraba donde escondía las llaves que necesitaba para abrir las puertas de esos misteriosos pasadizos que recorrían los miembros del servicio. Por otra parte se lamentó de solo de escuchar las palabras en las que más énfasis había hecho, “Fareid Za'og” y “mout”.

Se vio conducida de nuevo a la sala del té, donde chocó contra varias de las doncellas que salían apuradas del lugar, cayó al suelo junto con algunas, aprovechando el momento para quitarle las llaves “misteriosas” a una de ellas, y ocultarla entre sus ropas.

-Ya has llegado. -Dijo la mujer de ojos turquesas, que era la única que quedaba ahí. Se sentó frente a ella sin inmutarse lo más mínimo al sentir su mirada sobre ella. -Solo falta tu compañera... ¿Te han tratado bien, exorcista Erdély?

-Me han tratado de un modo equivalente a como me he comportado yo, madame. -Respondió con sencillez.
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Mensaje por Invitado Sáb Dic 19, 2009 6:58 pm

Nine contempló angustiada como las separaban a ella y a Jaylen. No entendía porqué tenían que mandarlas a diferentes habitaciones.

Y desde luego no le había gustado ni lo más mínimo la forma de hablarle a Jaylen de la señora Dawney.

Cuando la mujer se dirigió a ella con una sonrisa mucho más melosa en la cara, la recibió con el entrecejo fruncido y una mueca de desprecio en los labios.
La mujer hizo como si no la hubiese visto y le habló mucho más educadamente que a su amiga. Eso la disgustó bastante.

- Bueno querida, veo por tu acento que eres inglesa, como yo. Ni que decir que no tengo nada en contra de tu compañera, pero ya sabes como somos los ingleses con los extranjeros- le comentó con un gesto de afectación. Nine siguió mirándola asombrada por la rabia que sentía.- No podría tratarla tan bien... después de todo los rumanos no son más que una panda de ladrones, ya sabes...

Nine no se dio cuenta de lo que había hecho hasta que vio la expresión de horror en la cara de la mujer. Su mejilla parecía volverse incandescente.

La había abofeteado Oh, cielos. Si la madre superiora la viera... pero aquello no era el convento. Era la vida real. Y Jaylen era su amiga, aunque fuera un maldito akuma, incluso así la defendería. Ya se podía congelar el infierno antes de que ella permitiese que esa mujer hablara así de su compañera.

Sintió el golpe de revés que le devolvió la mujer, pero no el ido mayor importancia. No le había dolido apenas.

Luego la otra, tras soltarle cuatro gritos, salió de la habitación hecha una furia. Le extrañó que las criadas no la siguieran, pero estaba en una epsecie de estado inconsciente.

Le parecía tan horrible todo aquello... en que se estaba convirtiendo el mundo? Y ella misma? Señor...dame paciencia, pensó disgustada.

Se fijó en que las pequeñas mujeres árabes la miraban con una mezcla de respeto y agradecimiento, y de pronto todas se inclinaron al unísono.

Nine las miró y si sintió alguna emoción no lo demostró. Se limitó a quedarse quieta mientras la envolvían en telas de color rojo oscuro y dorado caramelo. Luego le pusieron unas pulseras y dos se llevaron su traje indicándole mediante señas que lo guardadían donde su compañera tenía el suyo.

La mujer que se quedó con ella, la cogió de la mano y la condujo amablemente hacia el pasillo. Oyó una especie de golpe y risas y luego de nuevo se hizo el silencio, pero ella tan solo caminaba. Entonces la mujer la sorprendió tartamudeando en su idioma natal.

- Señorita... a Maira gustar...sus raro... ojos. Van bien... con el traje que poner. - le dijo con una sonrisa.

Nine sintió el impulso de abrazarla pues se snetía fatal, pero se contuvo y le sonrió sin rastro de frustración. Si viera los de su hermano... se enamoraría seguro. Eran mucho más intensos que los de ella...

- Muchas gracias, Maira.

Miró sus pulseras de oro y se las quitó. Luego le cogió la mano a la mujer y se las oclocó. Ella la miró con los ojos muy abiertos y se inclinó profundamente. Nine le cogió los hombrosp ara que se levantara, aquello le daba demasiada verguenza. La mujer sonreía increiblemente feliz. Poco sabía la chica que con aquellas dos pulseras de oro y amatistas podría pagar la comida y la ropa para sus 3 hijas durante meses.

- Mil gracias, lalla. - hizo otra nueva inclinación y se marchó con paso rápido.

Nine contempló como se iba preguntándose que significaría lalla. Pero la mujer le había caído bien... y además la había dejado delante de la habitación de la madame.

Observó el interior con cautela y entró. Jaylen estaba allí dentro, así como la señora Fareid.
Su compañera estaba muy guapa con aquellos tonos azules que resaltaban sus ojos. Se alegraba mucho de verla, pero no podía decírselo. Al menos no delante de Fareid. Allí tenía que volver a ponerse la máscara, y estar con Jaylen le daba fuerzas.

-Solo falta tu compañera... ¿Te han tratado bien, exorcista Erdély?

-Me han tratado de un modo equivalente a como me he comportado yo, madame. -Respondió con sencillez Jaylen.

Nien no pudo evitar sonreír, se alegraba de que se las hubiese apañarbien.

La madame se giró hacia ella y la miró de arriba abajo.

- Pasaríais por unas damas árabes si no fuera por vuestros ojos. - dijo suspirando. - Y a ti, Ním... Nine, te han tratado bien?
- Me han hecho sentir como en casa, madame. - le dijo con una sonrisa sarcástica.

Jamás pensó que renegaría tanto de su país, pero comenzaba a odiar al estereotipo inglés.

La madame la miró como si no comprendiera, lo que la hizo sentir satisfecha. Entonces se dio la vuelta y apartó una cortina que tapaba una enorme puerta de madera.

Nine la miró interesada, mientras la mujer extraía una extraña llave de oro de entre sus ropajes y la abría. Luego se giró de nuevo hacia ellas.

- Este pasadizo discurre bajo la ciudad. Es de uso privado, y secreto, - dijo con un suspiro, como si le molestara tener que contárselo- para los más fieles consejeros del visir. Podemos circular por la ciudad sin que nadie nos vea. Hay acceso a cientos de casas, pero lo más importante, lleva a la casa del predicador. Prepárense, queridas niñas... allí puede haber de todo. Y ustedes no dirán nada ni harán nada. Queda claro?- las miró un momento y luego se giró. No era una pregunta como tal. Era una orden. Y ellas lo sabían.

Aquella vez no podían desafiarla, pensó Nine con disgusto mientars miraba a Jaylen y se acercaba al túnel por el que la mujer ya había desaparecido.


Última edición por Joker_Nine el Mar Dic 22, 2009 6:14 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Dom Dic 20, 2009 1:12 pm

Cuando Nine apareció posó sus ojos en ella quiso sonreírle pero supo que ambas debían mantenerse lo más crípticas posible. Sin embargo cuando la mujer habló de sus ojos, no pudo evitar volver a mirar fijamente los ojos rojos de su amiga exorcista, quizás más tiempo de lo que le hubiera gustado y aunque se percató del fallo fingido de Fareid con el nombre de Nine, Jaylen siguió con su vista fija en las orbes burdeos de la joven hasta que bajó la mirada sintiéndose algo avergonzada, le habían enseñado miles de veces que era de mala educación hacer ese tipo de cosas porque podían incomodar a las personas.

Se puso de pie y se dirigió hacia la puerta que había abierto ahora la mujer, le dedicó una última mirada a Nine, para expresarle lo poco que le gustaba la mujer y se adentró en el túnel siguiendo el camino que Fareid les marcaba por aquel laberinto de estrechos pasillos. Con cada paso que daba sentía una ligera presión en la pierna donde caía su abanico y donde había ocultado las llaves, sus pasos era muy cuidadosos, intentando evitar cualquier sonido por parte de ella y de sus accesorios.

Estuvieron andando por más de 20 minutos en aquellos túneles, le parecía poco propicio tomar esos caminos, no sabía si las llaves que tenía las guiarían por esos mismos túneles que intentaba memorizar, y tampoco sabrían llegar hasta ahí por las calles normales sin perderse. Sin duda aquella mujer quería tenerlas atadas a ella por todos los medios, buscaba que fueran dependientes y así tenerlas controladas. ¿Quién era aquella mujer realmente?

Finalmente les hizo subir por unas escaleras, abriendo una puerta que les condujo a una habitación repleta de lienzos, libros, pergaminos repartidos sobre mesas y muchísimos instrumentos musicales. Luego de que atravesaran el umbral de esa puerta Fareid se giró hacia ellas con una mirada un tanto severa mezclada con fingida amabilidad.

-Será mejor que esperéis aquí, no queremos ponerles nerviosos ¿verdad? Esperad aquí tranquilas. –les dijo mientras caminaba hacía otra puerta de arco, no sin antes dirigirles otra de sus ya conocidas miradas de advertencia.

Jaylen se mantuvo inmóvil en el lugar que había ocupado, e intentó averiguar si volvían a estar vigiladas, al cabo de unos minutos logró ubicar al menos a una doncella cerca de la salida que se encontraba más a la derecha, quizás había más, pero al parecer si seguían estando con esa mujer seguirían de esa manera… Todo era muy extraño.

Caminó hasta donde se encontraba Nine, y ojeó uno de los manuscritos que había sobre la mesa, escrito en árabe.
-Nada de esta situación me gusta, Leány. –comentó en un susurro tan solo perceptible a oídos de su compañera. –Esa mujer esconde muchas cosas, además nos tiene vigiladas en todo momento. No me fío de ella, ni de su falsa amabilidad y sus sonrisas fingidas. –Murmuró mientras entornaba los ojos con cierto enfado al pensar en Fareid. –Una de las doncellas con las que he estado, intentaba decirme algo, pero por desgracia yo no sé nada de árabe. Aunque podría repetir las palabras, dudo que encontremos el significado en un diccionario sin ser transcritas en su alfabeto. –Dijo con cierta molestia. -¿Realmente debemos considerarla nuestra aliada?

Jaylen se encogió de hombros finalizada su conversación de escondidas, la situación le hacía sentirse impotente, tenía la sensación constante de haberse metido en la boca del lobo pero debía mantenerse lo más calmada posible. El golem que había insistido en esconderse entre su ropa, aleteó sus alas provocándole una risa inesperada al igual que una idea que le pareció interesante. Con el mejor disimulo que pudo sacó a la esferita de alas de murciélago, y lo acercó a la única ventana que había en el lugar y que ofrecía una vista del jardín.

-Bichito, keressen az utat asszonyom házához. Légy óvatos, senki nem latín (*) –Le dijo al golem en un susurro antes de dejarle marchar, observó a Nine, explicándole que era lo que tenía pensado o que era lo que le había dicho al golem, escuchó unos pasos que le hicieron caminar hasta donde se encontraba su amiga, disimuladamente entregándole las llaves que había tomado de una de las doncellas. –Custódialas por mí Leány. –Dijo pocos segundos antes de que reapareciera la mujer, con una leve sonrisa.

-Pueden seguirme queridas. –Fue lo único que dijo, esperando la reacción de las aludidas.

(*) Jaylen dijo: Busca una ruta hasta el hogar de la madame (Fareid), ten cuidado y que nadie te vea.

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Mensaje por Invitado Mar Dic 22, 2009 8:36 pm

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Apenas apreció ningún detalle mientras avanzaban por los enrevesados túneles de la ciudadela. Nada que pudiera guiarlas. Tsk.

Las condujo hasta una habitación amplia y espaciosa, con ventanas. Un punto importante, Nine había aprendido a no fiarse lo más mínimo de las ventanas, por lo que se dispuso a vigilarlas. Por allí podría entrar cualquier cosa.

La madame, tan altiva como siempre, les indicó que se quedaran allí quietas y calladas. No pudo evitar hacerle uan mueca infantil cuando se dio la vuelta.

- Aliada?... Creo que los únicos aliados que tenemos en esta ciudad somos nosotras. - le dijo sonriendo con cierto cinismo. Aquello no le gustaba nada. En qué demonios pensaba la orden al permitir a una mujer tan sospechosa saber tantas cosas? Desde luego era alguien a quien se debía tener controlado.

Contempló con una sonrisa las llaves que Jaylen depositaba en sus manos, y se las guardó dentro de la bufanda. Solo que la madame no sabía que ella tenía a su murciélago alli guardadito. Vio como su compañera mandaba a su golem a buscar una salida o eso creyó entender, pero decidió mantener al suyo como guardián de las llaves. De hecho, se las pasó por el ''cuello''.

Entonces se puso a contemplar por 2º vez la habitación dando un giro circular. Había algo que no le gustaba...

Antes de que pudiera advertir a Jaylen, la mujer apareció de nuevo, con una sonrisa de autosuficiencia en los labios, muy mal disimulada.

Nine la miró mal, pero no podía hacer nada.

- Pueden seguirme queridas. -

Y así lo harían, que remedio...

Echaron a andar cruzando pasillos bellamente decorados por maderas de caoba y cerezo... y guardias. Bastantes soldados se apostaban en cada una de las entradas. Todos cubiertos por sus turbantes oscuros, con pantalones flojos y abombados y aquellas características sandalias. Todos, sin excepción, portaban cimitarras curvas y afiladas.

Nine los observó, pero ninguno le devolvió la mirada. Tampoco la desviaron.
Parecían... se corrigió, eran claramente peligrosos. Tomó nota mental de aquello.

De pronto, torcieron bruscamente a la izquierda y se encontraron de frente con una puerta blanca. Enorme. De hierro??

Tenía unos preciosos engarces dorados, con forma de pájaros cardenales... era.... extrañamente hermoso.

La mujer no hizo nigún movimiento, solo se quedó allí parada, a un lado, dejándolas a ellas dos justo en frente.

Y ahora qué... pensó extrañada.

La puerta comenzó a abrirse lentamente, y Nine retrocedió un paso. Qué estaba pasando?

El interior desprendió un extraño brillo lechoso, además del característico aroma salado del mar. Era como si...

De pronto un hombre vestido por completo de blanco, con el pelo blanco... y la piel negra, se dirigió hacia ellas con los brazos extendidos.
Se paró un momento, los juntó como si rezase, y se inclinó, haciendo una reverencia.

Al levantarse, estaba inclinado hacia Nine. Ella lo miró con desconfianza, la cual aumentó al percatarse de que tennía los párpados caídos y no podía verle los ojos.

Entonces el hombre habló, y mientras lo hacía, dirigio su mano izquierda hacia ella, como con expresión de súplica.

- La dama de las nieves... murió congelada por su propio hielo... Adéntrate en los dulces y fríos bosques del norte, lalla, y encontrarás tus miedos sumergidos en sangre. Al igual que manchadas están tus manos y ojos... al igual que el que es de tu misma sangre... los hombres no deben jugar con el fuego, y mucho menos los demonios... Díselo, lalla, dile que busque la calma, o se consumirá por dentro.

Nine estaba... no estaba. No sabía en que estado se econtraba. No sabía nada. Solo alcanzaba a oír las palabras de aquel hombre, y a ver sus propios ojos reflejados en unas pupilas totalmente blancas.

Pero el no había acabado.

Completamente insensible, se limitó a seguir los movimientos ondulantes del hombre, para ver como se acercaba a Jaylen y la miraba de igual forma, solo que con la mano derecha extendida.

Tan solo escuchó una palabra, antes de que sus oídos comenzasen a pitar y se convulsionase por una arcada que le quemó el pecho.
Aquella palabra dirigida a su amiga....

- Pajarillo...
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Mensaje por Invitado Miér Dic 23, 2009 12:18 pm

Jaylen no se había esperado encontrarse a un hombre con tales apariencias, por alguna razón lo había imaginado un viejo arrugado con cara de pocos amigos y carácter altivo como el que Madame Fareid poseía. Pero eso no le quitó al predicador lo sospechoso. Los cabellos blancos del hombre, en conjunto con sus ojos y sus ropajes haciendo contras con el color de su piel le hacía sumamente estrambótico, la manera en la que se movía, la forma en la que expresaba su lenguaje no verbal le hacía un ser por encima de todo extraño. Extraño y sospechoso.

Sintió que su cuerpo se ponía en tensión una vez más cuando el hombre empezó a hablar a Nine, y ella parecía quedarse paralizada, se asustó al no saber que era lo que estaba haciendo ¿La estaba controlando? ¿Hipnosis? ¿Control mental?

Hizo un ademán ligeramente brusco para acercarse a su amiga, tenía claro que no iba a permitir que alguien les hiciera daño, antes de poder llegar a ella, uno de los hombres que seguían a Fareid y que hasta ese entonces las tenían vigiladas la tomó por uno de los brazos con fuerza, para impedirle que siguiera avanzando.

Sus ojos azules se posaron en el hombre de cabellos blancos que ahora se acercaba a ella, no pudo evitar sentirse totalmente desprotegida, algo como una especie de detonante le hizo reaccionar de una manera en la que jamás hasta ahora había actuado. Golpeó las piernas de quien le había sujetado el brazo haciendo que doblara ligeramente las rodillas, lo suficiente para propinarle un golpe con el puño bien cerrado en el cuello, haciendo que el hombre cayera al suelo por el dolor ocasionado. No comprendió que le había sucedido, algo se le impuso… ¿Supervivencia? No, no era nada de eso. Su cuerpo le gritaba que no podía dejar que ninguna situación parecida a la de Transilvania volviera a suceder. No podía depender…

- Pajarillo -Le llamó el hombre, clavando en ella sus blancas pupilas, intentando transmitirle calma.

-No quiero escucharte. –Respondió Jaylen que se había acercado lo suficientemente a Nine como para examinar que le sucedía, cuando sintió como dos de aquellos hombres apoyaban sus cimitarras alrededor de su cuello. Quiso usar a Whistle para mandarles lejos o incluso cortarles en pedazos, ella…

- No temas… No temas perderte en aquello que aún no conoces de ti… –Dijo el hombre, tomándole del rostro con ambas manos, obligándole a que le mirara. Pajarillo extraviado, el sacrificio te abrirá los ojos, y vivir en el averno te hará libre una vez más, entrégate y conocerás al fin un camino a las respuestas que buscas... No temas y podrás volver a ver una vez más. Dijo el hombre con una voz sumamente profunda.

Jaylen sintió un fuerte dolor en la parte derecha de su rostro, cerca de la parte superior de su pómulo como si volviera a ser golpeada con una vara de madera, creyó incluso sentir una vez más la sangre correr por ese lado de su rostro y sentir sus heridas sanadas abrirse de nuevo. Volvía a sentirse ahogada en aquel miserable sentimiento de debilidad e impotencia. El miedo que sintió aquella vez arremetió contra ella con la fuerza de una locomotora.

Sintió como la presión de las cimitarras desaparecía, el hombre pareció separarse de ella, aunque ambos seguían mirándose, lo único que pudo ver en las albinas pupilas del hombre fue una silueta larguirucha de ojos grandes de color azul plateado antes de escuchar un leve silbido, tranquilo y dulce, que le hizo que todo sentimiento abandonara su cuerpo antes de caer al suelo inconsciente.

Ahí estabas…

-…Whistle. –Murmuró la exorcista del viento antes de entreabrir los ojos, se encontró hecha un ovillo sobre un gran y mullido cojín de color lavanda, frente a ella estaba sentado el predicador, que parecía haber esperado pacientemente a las exorcistas. –Quería disculparme por lo de antes. No sé que me ha pasado.

-Los recuerdos que vienen como pesadillas atormentando tu alma te hicieron proceder así. –Le explicó con suma tranquilidad. –Sé que no volverá a ocurrir. Bienvenidas jóvenes, me han explicado que han venido aquí porque necesitaban hablar conmigo sobre mis predicciones.

-Así es. –Confirmó la chica mientras bajaba la mirada con aspecto algo apenado. –úr Al Kadar, necesitamos hablar sobre lo que usted vio, y ha visto. Es importante para llegar al fondo de estos extraños sucesos.

El hombre asintió, mas Jaylen no dijo nada, seguía sin comprender su reacción en extremo agresiva, y más que avergonzada por como había actuado, también se sentía algo sorprendida, por las palabras del predicador algo de lo que había ocurrido en Brassov le había podido marcar haciendo que actuara de esa manera bárbara cuando ocurría algo que le hacía recordar esa situación. Pero como había dicho él, no volvería a ocurrir, ahora que lo comprendía, no dejaría que volviera a suceder.

Se sentó correctamente sobre el cojín y esperó con renovada tranquilidad a que el hombre decidiera hablar.


Última edición por Lena-Lan el Miér Dic 30, 2009 11:43 am, editado 1 vez
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